Punto Muerto No. 21

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Y

de fondo se escucha el vaivén de un mar ficticio, ficticio pues el sonido procede del golpe de aire en las tímidas hojas de un árbol. Pero suena tan inmenso, suena tan azul… entonces decidimos perdernos en la mentira. ¡Son tan bellas las mentiras de mar! Con todo y precaución de no ser succionados por las olas, igual somos succionados por el árbol, y ya no importa: delegamos las razones para otro día y nos dedicamos a ser. Nos dedicamos a explorar libros color carmín como salidos de un sueño. A recorrer en bicicleta todo el maldito desierto (porque vivimos en un desierto de concreto con baches, en un desierto que sólo deja ir si uno amenaza con quedarse). Nos dedicamos a soñar con Hoteles Budapest luego de andar un largo viaje al fin de lo profundo. Agotadísimos, nos dejamos ir en los brazos de Chopin, esperando recuperar fuerza. Recuperar el valor que se requiere para despertar. Despertamos… Para adentrarnos al sueño más bello de todos: __________ __________________________, ¡______________________! _____________________. Y permitirnos, un par de minutos al día, clavar la mirada en el techo, dar vueltas en la silla de la oficina con los pies simulando el vuelo perfecto. Dejar el pasado en santa paz, apreciar el exacto punto en donde el agua comienza su ebullición, sorber el cafecito con fuerza aunque el ruido llegue a ser bochornoso. Estarse en un punto muerto y reírse con ganas de semejante travesura. ¡Que así sea! E.T

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REPLETOS DE NADA

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TE VEO .................................................................... Cine — El Gran Hotel Budapest — Burbujas en el metro TE OIGO .................................................................. Música — Nocturno

— SoKo

TE SIENTO ............................................................ Poesía — I crossed the deserts — Is this me...? — XIV

— Fotografía por Kristian Zaragoza

TE LEO ..................................................................... Libros — Diarios de Bicicleta

APRESÚRATE LENTAMENTE .................... — Viaje al fin de lo profundo

Teatro/ Acción Social

[CABLES] ......................................................................................................

— No. 800-21

VISIONES EXTERNAS ..................................... Entrevistas — La voz de Angelina OPCIÓN B ............................................................... Invitado — Sobre Nubes: Exploradoras REPLETOS DE NADA ....................................... Reflexiones — Sin nosotros — Bonus Track... MENTES TORBELLINO .......................................................................

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El Gran Hotel Budapest “La sangre y las lágrimas en ocasiones tienen la misma consistencia..”—Edwin Mancera.

“Aún hay vagos destellos de civilidad en este matadero salvaje que alguna vez fue la humanidad.”

¿Cómo poner en palabras una obra artística tan compleja y bella como “El Gran Hotel Budapest”? Ver una película de Wes Anderson siempre resulta ser un viaje, un viaje a un mundo nuevo y desconocido, en donde la realidad en la que todos vivimos, pasa a un segundo plano, como un sueño del que te acabas de despertar, y que queda en tu memoria por un rato. Wesley Mortimer Wales “Wes” Anderson, cineasta, guionista y actor estadounidense nacido en 1969 es conocido por hacer películas “pintorescas”. La estética y la fotografía en sus obras es fundamental, mas no por eso sus personajes pierden profundidad.

Nombrado próximo Martin Scorsese en la revista Squire por el mismísimo Martin Scorsese. Tejedor de universos, padre de personajes conflictuados y dueño de un buen repertorio de actores fetiche (entre los que se encuentran Edward Norton, Owen Wilson y Jason Schwartzman). Algunas otras de sus principales obras son Rushmore (1998), Viaje a Darjeeling (2007) y Moonrise Kingdom (2012) de la que ya se ha hablado en este fanzine. En esta película la fantasía cobra dimensiones nuevas pues las cosas siguen siendo las mismas, pero al mismo tiempo no lo son. Una mesa es una mesa, pero en tonos pasteles, con filtros vintage y como salida de un cuento de hadas. “Siento que recibo críticas por colocar el estilo por encima de la sustancia” es lo anterior expresado por el mismo Anderson. 6


Una maraña de historias, de tiempos y de personajes llegan a invadir tu mente en el breve curso de 99 minutos, en donde un crimen, una lucha por una herencia y un primer amor se entretejen para formar un todo un tanto complejo. Es de ese tipo de películas que te deja pensando aún después de haber salido de la sala (o de haberla visto en cualquier dispositivo móvil o pantalla de televisión). El Gran Hotel Budapest comienza como una historia dentro de una historia. Una joven visita la tumba de un escritor, y se pone a leer uno de sus libros, ahí es cuando el escritor comienza a contar la historia de dicho hotel, que le fue narrada por el propietario, en un viaje que había hecho en su juventud. A pesar de sonar tan complicado, cada elemento se va desenvolviendo naturalmente, como las hojas de una flor de té, hasta llegar a una culminación un poco melancólica pero ya evidente y esperada. En este paralelismo un gran lunar en la mejilla con forma de mapa de México es totalmente aceptable, y ocultar herramientas para reos dentro de hermosos pastelillos franceses es totalmente factible. Una gran atención al detalle y una paleta de colores tan perfecta que te hace preguntarte:

¿Por qué no vivimos en un mundo así?

Por Alejandra Pulido 7


Burbujas en el metro

Línea dos con destino a Cuatro Caminos. Primera parada: Taxqueña, iluminaba mi camino con la entrada de una belleza Mexica que se acercaba hacia mi lugar para aferrarse al soporte junto a mí que le ofrecería balance a lo largo del viaje. Mis sentidos con rapidez enfocaron las percepciones en sus ojos para bajar lentamente encontrando un par de collares artesanales, uno con motivos prehispánicos y otro con la corriente rasta en su diseño; colgando delicada y suavemente desde su cuello hasta llegar al escote de una blusa de tirantes verde pistache. Me encontraba anonadado e irremediablemente paralizado, por su sensual figura. Por entre los pasajeros burbujas competían una y otra, por alcanzar el punto más alto del vagón, para caer una a una entre la gente, regalando a cada quien, un momento de reflexión y sonrisas que salían disparadas en todas direcciones buscando reflejo. Una voz despuntaba desde el extremo izquierdo ofreciendo con voz tonada y armónica a la ocasión “Un bote de burbujas por cinco pesos” -Cinco pesos le vale -Cinco pesos le cuesta -- Decía –

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- ¡Ay! su mirada intentaba capturar mis pensamientos en una sola idea que definiera aquella situación, y a nosotros dentro de una marco que solo podía expresarse como deseo Pino Suárez entraba por puertas y ventanas con suave viento, levantando y alborotando su ondulada cabellera, seduciendo mi olfato con la agradable esencia de aquel perfume natural. Nuestras miradas se encontraron; una sonrisa se colaba por entre sus labios, alborotando mi pupila. El vagón se vació y tomó lugar justo frente a mí. Un poco a la derecha se encontraba su madre, ¿Cómo lo supe? Ella lo dijo cuando pedía un pepsilindro transparente “color morado pastel”, cuyo contenido humectaba sus labios, resaltando lo rosado y brillantes que pueden llegar a ser con un poco de agua. Llegamos al Zócalo, mi destino, saliendo me dirigía hacia las escaleras que desembocan en el Palacio Nacional. No sin antes sortear a la gente que entraba y salía del metro sin cesar para encontrar su mirada con la mía; sonriendo una vez más, ella lo aceptó como un cumplido y respirando suavemente, dirigió su atención hacia el camino que aún tenía que recorrer para llegar a su destino. - Me hubiera gustado estar ahí -

“Para poder arrojarse al vacío, primero se debe aprender cómo caer.”—Edwin Mancera.

”Aquel momento, aquella atracción“ Paramos en la estación Chabacano y un nuevo momento se acercaba ligeramente, trayendo consigo a Vivaldi colgado de una mochila con bocina, que dibujaba en aquellas burbujas pequeñas notas musicales las cuales las hacían danzar con la locura que se escondía en aquella melodía de verano, mientras se arrastraban hacia el siguiente vagón.

Por A. Varret

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NOCTURNO

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s la hora de las estrellas muertas, y no importa si los acordes de Chopin intentan restablecer el ritmo cardíaco de los planetas, a veces la crueldad llega hasta los huesos y nos rompe como cualquier cosa, la fragilidad no se mide pero invade interminablemente, o es fuerza disfrazada de pianista triste. Las palabras no llegan a ciertos rincones, es porque hay cosas de distinta constitución, por ejemplo los árboles en invierno son el cadáver de un Preludio Op. 28, el momento donde la vida acude al silencio, generalmente es el nacimiento de una sirena temible que llamamos: música. Y digo temible, no a la ligera, no sin la certeza de que escuchar nos lleva al recuerdo y esa inevitable exploración, siempre acabará en nostalgia. Musa de algunos, aquellos que no esperan a que el tiempo pase solamente, aquellos que se vuelven parte de los minutos, las horas, los que sabemos muy dentro, en la carne, que somos tiempo. Las personas estamos hechas de energía, todo lo que nos rodea es energía también, cuando la vida se abre paso, irremediablemente hay un sitio al que todo se aproxima; la muerte, esto quiere decir que aquello que llamamos morir, es en re-

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alidad el paso de la energía cinética que compone nuestros cuerpos a energía potencial, y ésta es aquella de la que están hechos los sueños, las posibilidades, el infinito. Por tanto estar vivos significa pensar que en algún momento ya no estaremos vivos, y de esa sensación confusa de olvido, fugacidad y futilidad nace la corriente de pensamiento que algunos llaman “romanticismo”. De esas dos ideas en constante batalla, la biología explica el fenómeno celular pero no llega a expresar, no en su total complejidad el impacto, la explosión, el verdadero fenómeno, la mística del proceso alquímico. Por ello he resuelto dedicar este espacio al compositor polaco, pianista virtuoso, genio precoz, el hombre que ha logrado expresar vida y muerte en su obra musical, con la dosis perfecta de belleza y oscuridad en total armonía, su nombre Frédéric Chopin (1810). Compuso su primera obra cuando tenía siete años de edad, nunca en toda su vida recibió lecciones de piano, era enfermizo desde niño, cuando tenía 21 años se mudó a París y convivió con los grandes artistas de la época como Victor

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Hugo, Liszt, Paganini, Delacroix. Se volvió un refugiado político a causa de la derrota de las revueltas polacas contra los rusos. La única mujer con la que se le conoció una relación seria fue con la baronesa Dudevant, mejor conocida por su pseudónimo literario como George Sand, con quien vivió un intenso romance durante 8 años. El 16 de Febrero de 1848 ofreció su último recital: “Un concierto del Ariel de los pianistas es algo demasiado raro (…) Sólo diremos que el encantamiento no cesó de actuar un solo instante sobre el auditorio, y que duraba aún cuando el concierto ya había terminado.” El arrebato no era una característica de su técnica, más bien era pasión en delicadas entregas, el sabor sutil de lo infausto. El nocturno es un hombre escapando, breve, de la apariencia, él escarba hondo en la profunda perfección de la noche, se revela humano y amante de la humanidad, no tolera la injusticia, es un rebelde porque muestra su corazón verdadero, se convierte en música y se va de este mundo, ya no triste, sino libre.

Por Bárbara Agustín


SoKo:

I thought I was an alien

(Imagino también cómo me responde, porque la imaginación no tiene límites) Ella no contesta, sólo sonríe malvada. Es la gran traviesa que comprende cosas: ¿Qué cosas? No lo sé (y muy posiblemente ella tampoco sepa con exactitud qué cosas, pero sabe que comprende) y tampoco importa demasiado. Soko nos explica su manera de comprender, a través de su música. Por eso dejaré de jugar con usted, queridísimo lector, y le platicaré un poco de esta chica-maravilla. Stéphanie Sokolinski o Soko como la apodaron desde siempre, nació en Burdeos, Francia en 1985 entrado ya el otoño. A los dieciséis años de edad, se fue de casa, abandonando así la escuela, y dejando atrás una infancia que apenas terminaba. Su destino: París.

“Y poco a poco las alas crecen para ayudar con lo que los pies y las manos no pueden.”—Edwin Mancera.

Maldita sea Stéphanie Sokolinski, me puedes explicar por qué chingados pensabas que eras alienígena… (me imagino preguntándole esto, en algún rincón de café parisino).

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París, sin otra alternativa, tuvo que recibirla lo mejor que pudo. Soko comenzó a prepararse para un montón de cosas, pero se aburría rápidamente de todo aquello que emprendía hasta que llegó la música. Entonces comenzó a escribir canciones, las cartas estaban echadas. Curiosamente alcanza su primer hit en Dinamarca con un tune titulado I’ll Kill Her, en 2007. Es hasta el año de 2012 cuando lanza su primer álbum I Thought I Was An Alien. Increíble material con destellos de ingenuidad. Auténtico, con una Soko siempre fiel a sí misma, lo que resulta difícil de conseguir entre tanto condenado caos/desbarajuste/o como guste llamarlo. Dicho álbum comienza poderosamente con I Just Want to Make it New With You, canción que despierta en uno la necesidad de andar por la vida como si quisiera comérsela a puños. Está también la linda People Always Look Better in The Sun, la mítica We Might Be Dead by Tomorrow. Luego aparece la canción con el título más largo de todo el álbum: Destruction of the Disgusting 14

Ugly Hate (traducción: Destrucción del Asqueroso y Feo Odio), ¡vaya! me parece que no necesito explicar demasiado lo increíblemente liberadora que resulta la condenada cancioncita. Y por supuesto que no dejaré de mencionar la llegadora Happy Hippie Birthday, aquí les dejo tantito de la letra: Today was your birthday And I didn’t know what do Are you supposed to call the people you love When you know they don’t love you Happy hippie birthday

Pues allí lo tiene. Escúchese el disquillo y ¡Demonios y centellas! siéntase tantito alienígena… Por Fernanda P. Cassel


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I crossed the deserts of Doubt and Worry to be with you, but when I arrived I saw that you were only a mirage and nothing more. My love was an illusion like the trembling shimmer on distant dunes. /Crucé el desierto de la Duda y Preocupación para estar contigo, pero cuando llegué, vi que eras solamente un espejismo y nada más. Mi amor era una ilusión como el tembloroso brillo de dunas distantes./

Is this me, a man alone in the blank canvas of his folly? Or will Life hand me a brush so that I can paint my own way? My hands are trembling in anticipation. /¿Éste soy yo, un hombre solo en el lienzo blanco de su locura? ¿O la Vida ha de darme una brocha para poder pintar mi propio rumbo? Mis manos en anticipación, tiemblan./

Luis Álvarez

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XIV Ni siquiera imagino tocar tu cuerpo/ con morbo está mi boca y está la tuya está el centro estoy yo admirando/ tu mirada profunda abrazando lentamente/ tu abandono y ni siquiera imagino tocar tu cuerpo/ con morbo pues ese que palpo eres tú éste que recorren mis ojos es apenas la razón o quizá la excusa para encontrarte.

Alejandra Irurzo 17


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Por Kristian ZARAGOZA


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Diarios de bicicleta Por José Juan Betancourt Schwarz

David Byrne

Primer acto: Fue una noche muy confusa. Había demasiada gente. Mi pulso latía descontrolado. Fui un desconocido. Era mi casa y estaba perdido. Sin embargo, cuando todo acabó y examiné los recuerdos, en mis manos encontré un bellísimo libro de un intenso color carmín. Contenía un par de tarjetas que me enviaban un abrazo rojo y me deseaban que nunca dejase de ser árbol. Comoquiera, lo absorbí. El autor de este libro es el vocalista y líder de la banda Talking Heads. Es un artista variable, que diverge entre distintos géneros musicales y se adentra en otros ámbitos del arte como la literatura y las instalaciones. Este libro no contiene ficción, sino una especializada y subjetiva narrativa que describe la realidad experimentada por este tipo, mientras atraviesa ciudades americanas (San Francisco, Nueva York, Phoenix,…) y capitales globales (Manila, Sídney, Buenos Aires, Berlín,…) con ayuda de su bicicleta. No me malinterpreten, no me refiero a anotaciones secas o bitácoras frías, sino procesadas reflexiones respecto a sus experiencias y los entornos conocidos. Desde su sensibilidad artística y su óptica crítica, sus relatos nos hablan de emociones, problemas, historia, conflictos,

logros y quehaceres humanos. Su enfoque abarca desde la política hasta la crítica del arte, del urbanismo a la migración, del ambientalismo a la industrialización, del progreso a la guerra. El hilo que una todos estos temas de diferentes orígenes es el viaje en bicicleta. Todo esto se expresa con cierta sátira, humor y análisis. La idea general que busca expresar, es que las ciudades pueden ser vistas como proyecciones concretas del pensamiento humano. Los miedos, esperanzas, obsesiones y sueños de la gente se materializan. Las calles, los edificios, los sitios abandonados, los tiraderos,...todos estos lugares son producto, no sólo de la economía, sino de la acción y la vida de las personas que las habitan y construyen. Segundo acto: Salgo de casa en bicicleta. Mi intención es llegar hasta un rancho en un municipio aledaño. Consigo llegar a la Central Camionera de mi ciudad, donde dejo mi vehículo –asegurado con cadena y candadofrente a un punto de vigilancia de los guardias locales. De ahí, me las arreglo para llegar al objetivo por medio de desconocidos. Más tarde ese día, regreso

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al lugar donde había estacionado. Había desaparecido. Los guardias primero dicen no saber nada, unos días después me informan que podría estar decomisada. Una semana después me dicen que la tienen, pero que no me será fácil llevármela. Tras días de gestión e ineficiencia, la recupero. Su candado está roto y se me pide nunca volver en bicicleta, pues están prohibidas. Delinquí. Me pongo a pensar, aplico lo que he estado leyendo. Aparentemente, mi ciudad fue construida con miedo a las mayorías y con sueños distintos a aquellos de los ciclistas. Soy un ciclista cotidiano, activo y participativo. No estoy solo, en mi propia ciudad existimos organizaciones de ciclistas que buscamos intervenir en los espacios públicos y proponer desde nuestras bicicletas, haciendo realidad este transporte como medio. Esto lo hacemos desde las periferias de las calles, esquivando baches, sobreviviendo camiones, cuidándonos de los coches, siendo listos, atentos y rápidos. Explotando nuestro cuerpo, viviendo en el riesgo. Salir de noche, acudir a edificios públicos, atravesar colonias muy ricas/muy pobres, ir a la escuela o pasear con tu pareja pueden ser razón suficiente para sufrir de atropellos, robos o discriminación. Esta ciudad es un amontonamiento de cajas grises, suelo duro y muerto, cañerías ineficientes y aire sucio. ¿Qué me dice esto de los valores y los intereses de quienes la construyeron? Tercer acto: Visualizo pronto un viaje en el lejano norte, por mi cuenta. Bueno, no. Con una bicicleta. Este libro incita, invita, excita,…. Convence, motiva, inspira,… Son muchos kilómetros,… El cuerpo dolerá. Un forastero intrépido, compartiendo la vulnerabilidad de aquello que visita. Colores que se borran en el punto ciego. Pero, por otro lado, la brisa en la cara, los pulmones llenos, los retos rotos, la libertad, la vagancia, el riesgo, el orgullo, la incertidumbre, el sudor, ser guerrero y ser fugaz. Esta obra literaria es un reflejo de lo pasional y abrumador que es recorrer las calles -los lugares de paso y transición- de las urbes conocidas y de las desconocidas. Acelerar, huir y crear el viento pedaleando. Hacer nacer, por medio de la acción propia, sentimientos explosivos, suficientes para crear arte, expresar una realidad dinámica y hermosa.

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Viaje al fin de lo profundo Por Julio Trino Blanca Vergara

“¡Oh, Muerte, venerable capitana, ya es tiempo! ¡Levemos el ancla! Esta tierra nos hastía, ¡oh, Muerte! ¡Aparejemos! ¡Si el cielo y la mar están negros como la tinta, Nuestros corazones, a los que tú conoces, están radiantes! ¡Viértenos tu veneno para que nos reconforte! Este fuego tanto nos abraza el cerebro, que queremos Sumergirnos en el fondo del abismo, Infierno o Cielo, ¿qué importa? ¡Hasta el fondo de lo Desconocido, para encontrar lo nuevo!” El viaje, Charles Baudelaire. Cuando arañas de terciopelo se posan sobre las orquídeas de los pensamientos más excelsos y plantan sus huevos llenos de eones de tempestades sin consumar, es hora de dejar lo que estés haciendo y, simplemente, salir. Todos flotamos acá, unos con pasajes de acero en la Medusa de Géricault. Otros bajo las mansas aguas que cubren a Ofelia de ofensas. Nadie sin oníricas herramientas de obsidiana en la linfa y flores en las sienes profundamente abiertas al poder sanador de las nubes. 23


Bajo la lupa de nuestro ser interno que busca la calma y exige la felicidad, no hay pretensión de apagar el ruido ni de mirar los cerros harapientos donde nunca fuimos felices. Es un lentamente avanzar, con premura incandescente, lejos de la habitación donde los zapatos mueren por caminar. Sorprendentemente estamos juntos, enredados en un tornillo de oro del que no saldremos indemnes. A quién le importa, podemos subir al cadalso cantando y rasgarnos las vestiduras sin clemencia para echarnos a volar no más. Salgan, simplemente salgan. No se queden abstraídos en la seda del capullo suave que atormenta. Ya no. Aléjense de este artefacto sutil que les dedico con toda el ansia del iniciado que sabe lo que hay un poco más allá de la vereda recorrida, por la que arrastramos cadenas cotidianas sin ayuda del espacio exterior de nuestros cuerpos. El fin es el comienzo y ha de ser así. Pasen. Sigan Entren en el palacio de barro de las bajas y altas pasiones que hacen del mundo una bola de poder inconmensurable. Todo ello de la mano amable de los devotos del conjuro poético que abren sus puños para mostrarnos los finos cabellos puros que, en noches como ésta, han logrado arrebatarle al Arte… para nuestro deleite y excelsa condena. La ceremonia acaba de empezar.

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La voz de Angelina

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a voz de Angelina surge mientras su padre monta a caballo, nada en los ríos, o corre entre las hierbas y patea una pelota de caucho, sierra arriba por los escarpados de Chihuahua; suena en el estéreo cuando entro a su casa y Martín, su esposo, me ofrece una silla. Qué cómodas las sillas en la casa de Angelina, con el asiento hecho de ixtle y de una madera noble. La voz de Angelina es una hermosa circunstancia que ha derivado de un cuerpo que flota sonriente desde 1965; un cuerpo rechoncho que solo inspira abrazos, y en el que ella hace especial énfasis cuando me cuenta que sus amigas y vecinas del barrio San Miguelito, le dijeron hace veinticinco años, “¿Cómo que te vas a casar con un músico, Angelina? No puede ser, te vas a morir de hambre” Abre los brazos ampliamente y enérgica me dice: ¡Y mira nomás, Blakely! Heme aquí. *Nos carcajeamos. La voz de Angelina es una flor que sobrevive desde el inicio de todo. Su padre, un güero ojiazul oriundo de la sierra de Chihuahua, inyectó en ella un montón de sueños. Él cantaba. Cantó incluso estando en el hospital cuando se fracturó la cadera. Por él, ella guarda el gusto y la ilusión de viajar. Cuenta que, cuando niña, esperaban cualquier pretexto para salir un fin de semana trepados en la camioneta, las nueve personas que habitaban su casa, y se iban a ver los ríos cercanos; o llegaban hasta Morelia un sábado y regresaban el mismo día. “Así era con mi papá. Me acuerdo mucho, yo no me dormía, todo mundo iba bien jetón y yo iba cante y cante con él; con los vidrios abiertos y el aire en la cara, viendo los paisajes, el movimiento de las hierbas. A mí eso me fascina. Entonces mis sueños todos tienen que ver con eso, con un viaje, el aire, la lluvia, con la frescura. Llueve y yo soy feliz, me siento que vuelvo a esos tiempos y lo que son mis sueños. Esperanza”, confiesa. La voz de Angelina se forjó oyendo foxtrot, Carlos Santana, y cantando a Serrat, al lado de una pianola y una consola, nunca ha llevado los efectos de un planeo premeditado, solo cae y toma su lugar. Como una canción. Cuando terminó la prepa, cuenta, no sabía qué iba a estudiar, y sus hermanas la apoyaron para que tomara clases con el maestro Jorge Martínez Zapata, con quien al cabo de los años, formó una gran amistad.

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De pronto se encontró cantando y con que haciendo eso, le pagaban. Así que cantó. Y cantando conoció a Martín, su compañero de la vida, destacado arreglista, músico y académico potosino. La voz de Angelina ha sido grabada en tres discos, dos como solista (Encantados de Cantar y Dulce Capricho); y uno con el Grupo Danserye, un conjunto de música barroca y medieval que dirige el mismo Martín. A pesar de las oportunidades que ha tenido de cantar y de compartir su arte, cuenta: “Uno quisiera dedicarse completamente a esto. Los artistas somos muy soñadores y a veces nos conformamos. Pero hay otros que no, hay otros para los que esto es un trabajo que te da para comer y para eso sirve nada más. Y no es la onda, yo creo que es como desvirtuar lo que es ser un artista. Y así como hay este tipo de artistas, hay gente que trabaja para mover el arte y que no tiene nada que ver con el arte. Hay una incomprensión de lo que es la vida del artista” Con todo, la voz de Angelina sale con la esperanza de tocar fibras comunes, con genuina intención de hacernos partícipes de la plenitud y el equilibrio: “La música sirve para hacernos querer ser mejores personas”, dice. Y en este momento reflexionamos, y de comentario en comentario rebotamos hasta un par de temas: la economía y la política. “Está terrible, da miedo. En toda mi vida, jamás había yo pensado en irme a vivir a otro país. Y ahorita que ves las cosas de tristes, la porquería que hay entre los políticos que no se quitan de ahí, y no dan chance a otra gente que pudiera hacer algo bueno por este inocente y delicioso país”, comenta. Antes de conocer a Angelina, alguien me contó que su voz era como la de Mercedes Sosa. Es cierto. Y como la argentina, Angelina tiene el súper poder de vestirse con la letra de una canción, ponerse en los zapatos de todos y sacar. Porque de eso se trata el canto, según sus palabras, de sacar. Sacar todo lo de encimita que cubre lo de adentro, lo importante. *Si te gusta cantar, puedes ir al taller de canto que imparte en el Faro del Desierto. *Si te interesa comprar uno de los discos de Angelina, escribe al correo de esta Editorial, o a: blakelyradio@gmail.com

Por Blakely Morales Cruz 27


Sobre Nubes

Por Isabel De Lara

I— Exploradoras. Primera parte.

“El Universo es redundante, se repite a sí mismo para que algo se quede en nuestra mente… La memoria es redundante: repite señales para que todo el Universo comience a existir.” —ITALO CALVINO en las Ciudades Invisibles. Puedo acusar al Universo de ser menos coherente a veces, pero hay días, casi todos, en los que tengo la certeza de que me habla; y en agradecimiento, por lapsos, yo le entiendo todo. Es verdad que mis recuerdos tienden a ser estocásticos (como sacar canicas de una bolsa), y así expongo y trato de dotar del sentido que una vez tuvieron, a estas cosas que encontré explorando, que decidí coleccionar en el mismo cajón e interpretarles como se hace con cualquier mensaje del Universo. Unos meses atrás estuve en un viaje, sentada en un techo viendo muchas lucecitas (millones de vidas en bokeh), en uno de esos momentos efímeros, perfectos y carentes de causa (léase en Wikipedia sobre la Sincronicidad de Jung y de ahí déjese llevar de hipervínculo en hipervínculo a lo que se tenga que leer). En un punto así se acomodan muchas cosas, y por diferentes razones, fue entonces cuando pude poner en palabras para mí el conflicto micro cósmico que se había acumulado. El conflicto era (y a veces aún es) esta dicotomía: considero que tengo una parte llena de ganas de saber y cambiar cosas, un lado que ve la información como algo muuuy hermoso y se emociona al saber que es tan masivo y expansivo, disfruta del dolor de cabeza que viene después de aprender y conectar los puntos, quiere hablar con expertos y entender de temas re-le-van-tes, encontrarle un sentido a la vida y de ahí encontrar un sentido de vida propio también. Uno más académico, más político, más científico, más profundo, más algo. ¿Neutral? ¿Masculino? No, más… muchas cosas. Y luego hay otra parte, una muy niña, que solo quiere pintar flores y galaxias rosas que aún no existen, tomar té y hacer cosas bo-ni-tas. Y pensé, ahí en voz alta, a éstas como opuestos polares que se rechazan de manera recíproca y constante. Mientras crecía, la relación entre femenina y feminista cerca en el diccionario y muy lejos en la realidad.

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I’ve been round the world several times and now only banality still interests me... Al día siguiente de esa noche, en el último piso al que llegamos (y el primero del edificio), descubrí a Camille Henrot en una exposición en el New Museum llamada The Restless Earth; la tierra sin descanso, un título que empieza a describir todo lo abrumador y todas las posibilidades de lo explorable que se ve y que después trata de encapsular de varias formas. Entramos a una sala oscura, con un video que reproduce a color eso que todos ya hemos convenido como navegación moderna: a manera de pop-ups se abren ventanas y más ventanas con fotos (de especies en el Museo de Historia Natural), clips y links que acompañadas por un rapbeat poem, cuentan sincréticamente la historia y la evolución del Universo para la ciencia con una mezcla de los distintos mitos de su creación. In the beginning there was an immense unit of energy, dice la voz de un hombre. Hay un flujo perfecto entre una imagen, y otra y todas las palabras dichas. El video se llama Grosse Fatigue, el gran cansancio. Veo esto y pienso en

Chris Marker, mi documentalista favorito, que en Sans Soleil muestra las cartas ficticias de un explorador a la mujer que narra y a la que le escribe: Le habla de estar cansado, de su deseo de sentarse a tomar el té y simplemente ver a las personas pasar y ser felices. Me enamoro una y otra vez de cada imagen. Igual que en Sans Soleil viendo fragmentos de Japón, de Islandia y de Guinea Bissau. En ella, Marker equilibra y compara en tomas a la guerra y a los rituales de celebración, especialmente los de niñas que crecen (en ese tal coming of age), los bailes y los kimonos, el cruzar solas la calle. Sans Soleil me habla también sobre la memoria y esas listas en las que clasificamos la vida. ¿Estarán realmente tan divididas las cosas? ¿O en lo absoluto? En ese momento, como siempre, deseo con todas mis fuerzas ser una licuadora y que cada pieza de información con la que me encuentro y que se queda conmigo por cualquier razón, se pueda mezclar con lo demás y convertir en algo. Que toda dicotomía se diluya. Continuará…

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Repletos de nada

Sin Nosotros Poros que transpiran sin pedir permiso, uñas que crecen solas, caldos digestivos automáticos, los latidos; la fábrica de saliva. Todo lo que sucede en nosotros, sin necesidad de nosotros…

Somos, porciones de información; casi nunca somos mucho más. La accidental auto—conciencia, la ilusión de la singularidad en lo que hacemos; somos involuntarias colecciones ambulantes de aciertos y errores.

Y somos el artefacto bípedo que se reconoce en el espejo, un remolino de inercias y reacciones en cadena; externas siempre. Le llamamos “Yo” a la biblioteca individual de ecos ajenos; nos parecemos a la piel cacariza de la luna que no eligió sus cráteres y también a los meteoritos que chocaron contra ella sin saberlo. Sí… La temperatura autónoma, el hambre que llega sin invitación, lo que la mente conversa consigo misma y escuchamos sólo por accidente. Todo lo que sucede en nosotros, sin la estricta necesidad de nosotros.

Por Roberto Castillo Rocha

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Bonus Track...

A los primeros pasos, me entristece la lejanía; avanzando un poco más, me abruma la soledad que refleja la noche; tras seguir andando, el sendero se vuelve difuso y el animal grita… y aún así, sigo andando, pues el sendero soy yo. -Edwin Mancera 31


| Fernanda p. cassel |

| Bárbara Agustín |

| José Juan B. Schwarz | | A lejandra Pulido |

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| Edwin Mancera |

| Blakely Morales Cruz |


| A lejandra Irurzo | | Julio Trino B. Vergara |

| Isabel De Lara |

| Otros Créditos | Arte en portada y secciones: Alejandra Pulido. Invitado Te Veo: A. Varret. Poesía: Luis Álvarez. Fotografía: Kristian Zaragoza.

| Roberto Castillo Rocha |

Diseño Revista- Isabel De Lara ©

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