Lectio Divina - Cuaresma 2018

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Lectio Divina

¡Q UE

NO SE ENFRÍE NUESTRO AMOR !

CUARESMA 2018

Texto bíblico: Mateo 24,12 12

Y al crecer cada vez más la maldad, la caridad de muchos se enfriará.

En sintonía con el mensaje del Papa Francisco para la cuaresma de este año, quere-

mos proponer para este tiempo fuerte la lectio de Mt 24,12. Se trata de un pasaje corto y sencillo, pero con un poderoso llamado a la conversión.


I

Lectura Para leer con profundidad la Palabra. Fíjate en el contexto Nuestro texto se encuentra en la primera parte del discurso escatológico de Jesús, es decir, las palabras que pronuncia en el Monte de los Olivos explicando las últimas cosas que van a suceder antes del fin. ¿Cuáles son estos signos? Los engaños: En el v. 4 Jesús nos advierte: Miren que nadie los engañe. Es propio de los últimos tiempos que muchos pretendan ser el Mesías (v. 5), o que otros quieran asustar a los creyentes haciéndolos pensar que cualquier desastre anuncia el fin del mundo (vv. 6-7). Sin embargo, debemos permanecer fieles sin dejarnos llevar por novedades extrañas y sin caer en un miedo irracional. Las tribulaciones: La persecución por el nombre de Cristo, que es propia de la vida cristiana, se intensificará aún más en los últimos días (v. 9). El escándalo y la traición: Por la persecución y las dificultades, muchos cristianos se alejarán de la fe, y otros se traicionarán o aún peor, se odiarán (vv. 10). Los falsos profetas: Todo esto se ve agravado por la seducción de los falsos profetas que, enseñando una doctrina errónea y facilista, traicionan la verdad del Evangelio y engañan a muchos (v. 11). En este contexto podemos comprender el versículo 12 que nos ocupa.

Fíjate en el texto Volvamos a leer nuestro texto: Y al crecer cada vez más la maldad, la caridad de muchos se enfriará. Para comprenderlo mejor, revisemos las principales expresiones: La maldad se multiplica Toda la frase se refiere al enfriamiento del amor de los cristianos como uno de los signos dolorosos del final. Pues bien, en la primera parte de la oración se explica la razón de este enfriamiento: el crecimiento de la maldad. El verbo plēthunō significa incrementarse, multiplicarse. Se trata de un aumento progresivo del mal, que va en aumento hasta desbordarse. La palabra anomia significa literalmente “sin ley”. En el Nuevo testamento es usado como opuesto a dikaiosunē (justicia, santidad), por lo que se refiere al mal moral, es decir, al pecado. Sin lugar a dudas, es el pecado el causante de que el amor se enfríe. La frase no especifica si se refiere al pecado de los creyentes, o del mundo. Sin embargo, las dos posibilidades son válidas. El pecado que se multiplica en el mundo, pero también en la comunidad y en cada corazón, termina por matar el amor de Cristo.


La caridad de muchos se enfriará La terrible consecuencia del pecado consiste en el enfriamiento del amor. La palabra agapē como es sabido, expresa el amor cristiano que es entrega total, sacrificio, don. En pocas palabras, el amor que estamos llamados a vivir los cristianos, tiene su origen e inspiración en Jesús, que nos amó hasta dar la vida por nosotros. De ese amor hemos nacido al ser bautizados, y no podemos conformarnos con menos. Pero nuestro versículo nos enseña que el amor puede enfriarse. El verbo psuchō significa precisamente eso: ser enfriado, con referencia a un viento que sopla y es capaz de enfriar el ambiente o incluso de apagar un fuego. Si pensamos en nuestra caridad cristiana como una hoguera encendida, debemos cuidar que el fuego no se extinga por la insidia del pecado. Sin embargo, nuestra frase menciona que muchos se enfriarán en la caridad, es decir, no todos. Trayendo a la mente la categoría del “resto de Israel”, nuestro pasaje nos invita a ser fieles y no dejar que nuestro amor se apague, aún cuando vemos el mal que nos rodea con fuerza, inclusive dentro de la Iglesia.

II

Meditación Para poder aplicar este texto a nuestra vida, te sugiero meditar con las siguientes preguntas:

1. ¿He dejado que el pecado

CREZCA,

abunde en mi vida,

enfriando así el amor de Dios?

2. ¿Qué puedo hacer Señor para

AVIVAR NUEVAMENTE la llama de la caridad

y no dejar que mi corazón se enfríe del todo?

III

Oración Habla con el Señor Jesús en silencio y dile lo que este pasaje leído y meditado te inspira. Si la lectio es grupal, después de un momento de silencio, cada uno puede tomar la palabra espontáneamente y expresar su oración.


IV

Contemplación Para la contemplación te propongo que, en presencia de Dios y gustando la Palabra que hemos meditado, le digas a Jesús muchas veces:

Señor, ¡no permitas que mi corazón se enfríe! ¡Enciende en mí la llama de la caridad!

V

Acción El Papa Francisco nos invita a la acción en su mensaje de cuaresma a partir de los tres gestos típicos de la cuaresma: la oración, la limosna y el ayuno. En grupo o de manera personal, hagamos propósitos en cada uno de estos campos:

Oración: Limosna: Ayuno:

Del mensaje de cuaresma del Papa Francisco El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida. El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10)… El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.


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