Te imaginas

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Te imaginas un país que... Por Celia Sánchez Domínguez Es realmente extraño, las casas no eran de cemento, tampoco de barro ni de madera, sino que eran unas con forma de setas, otras de gelatina, incluso algunas estaban dentro de una pompa. Las calles nunca terminaban, cada vez que dabas un paso aumentaba el tamaño pero siempre conseguías llegar a tu destino. Las casas de gelatina se desplazaban solas, las de seta no tenían puerta, se entraba a través de las esporas, y las casas que estaban en el interior de una pompa volaban por el cielo como las nubes, y para entrar, se entraba a través de las nubes, que cuando hacia buen tiempo eran de colores alegres, verde, rojo, rosa... En cambio cuando hacía mal tiempo eran de colores más oscuros, marrón, negro, añil… La lluvia no era de agua era de pintura. El transporte no eran coches, tampoco autobuses, eran nubes, cacahuetes con ruedas gigantes, y hojas voladoras. Los mares, ríos, lagos etc... eran zumo de naranja y los barcos eran pajitas. Los árboles tenían el tronco hecho de regaliz negro y las hojas eran de papel charol. Los personajes que residían allí eran sacados de cuentos como: Pinocho, Nemo, Los pitufos… Pero no todos eran así también había gomas con ojos, que cada vez que andaban, el suelo cambiaba de color, nadie vestía con ropa sino con hojas o espuma. El rey del país no vestía con oro ni con plata porque este rey estaba hecho de piedra y con solo mover un dedo se dividía en miles y millones de reyes diminutos. La reina era muy diferente a su rey, estaba hecha de agua, fuego y piedra y si daba tres palmadas se hacía invisible y era capaz de ver a través de las cosas. No había leyes, y nadie era gobernador de nada, el rey y la reina sólo servían para que les adorasen. Y si se cometían delitos, no se metían en la cárcel, sino que su castigo era una prueba, como por ejemplo comerse tres troncos de un árbol. Cada ser, no elegía su hogar, simplemente se repartía por ejemplo: si el ser era de agua su obligación era vivir en la casa pompa. Y los animales no eran ciervos ni conejos, eran personas humanas, los que cazaban eran los animales. No había horas ni días, vivían en el tiempo.


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