FIESTA DE SAN BLAS LA PALABRA DE DIOS Y EL TESTIMONIO CRISTIANO PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA D. MARIANO CABEZA PERALTA Queridos hermanos, Hemos compartido en estos días la novena a la Virgen de la Paz. Ayer la fiesta de la presentación del Señor en el templo junto con los niños bautizados en 2011, las familias, las madres embarazadas y la jornada de oración por la vida consagrada. Concluimos nuestro intenso programa con la fiesta del obispo San Blas. Otro amigo de Dios como la Virgen María, como San Pablo, San Tito, San Timoteo, San Juan Bosco, San Juan Bautista que hoy entrega la vida martirialmente como nos contaba el relato de San Marcos y todos los santos que hemos celebrado a lo largo de estos once días. Amigos del Señor, amigos de la Palabra de Dios, que han dejado libremente de ser ellos mismos para dejar, como decía San Pablo, que sea Cristo Palabra quien viva y habite en ellos. Con qué acierto y pedagogía la madre Iglesia nos propone recordar y celebrar sus vidas para que nos conforten con su ejemplo a todos los bautizados que estamos llamados a la santidad. Qué fortaleza encontramos en sus decisiones, qué valentía en sus palabras, qué coherencia en sus vidas aún cuando esta se pone en peligro por la causa de Jesucristo. En tiempos difíciles para la fe, donde la persecución no se hace con armas ni con violencia física sino con la exclusión, la burla y la indiferencia, nos viene muy bien apoyarnos en sus vidas y en su intercesión porque ellos son verdaderos testigos de la Palabra de Dios. Benedicto XVI dice en VD 48: “La interpretación más profunda de la Escritura proviene precisamente de los que se han dejado plasmar por la Palabra de Dios a través de la escucha, la lectura y la meditación asidua”
Claro exponente de esta realidad es San Blas. Obispo de Sebaste en Armenia. Se retiró al bosque donde permanecía en oración y meditación en una cueva llevando vida eremítica, todo ello sin descuidar la caridad, especialmente a los enfermos pues era también médico.
Encontrado por las tropas romanas fue detenido y llevado ante la presencia de Agrícola, gobernador romano de la región de Capadocia que intentó sin éxito que renunciase a la fe cristiana y a Jesucristo. Después de estar un tiempo prisionero volvió a Sebaste donde fue torturado y decapitado en el año 316. Encaja la vida de San Blas perfectamente en lo que nos pide el Papa Benedicto XVI y el Sínodo de los Obispos (VD 97): “Se necesita la Palabra que comunique todo lo que el Señor mismo nos ha dicho. Por otra parte, es indispensable, que con el testimonio, se dé credibilidad a esta Palabra, para que no parezca como una bella filosofía o utopía, sino más bien como algo que se puede vivir y que hace vivir” También el papa Pablo VI en la Evangelii nuntiandi 22, en el año 1975 ya decía: “La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios” Palabra y vida, vida donde se expresa la fe con palabras. Este binomio es inseparable. Nos lo enseña el mismo Jesucristo, Palabra que se hace carne, carne que nos revela a Dios, hasta dar la vida por nosotros, derramando su vida sobre la cruz. Es el testimonio máximo que se puede dar, morir por amor. Muchos siguieron los pasos del Señor, entre ellos San Blas, han regado la historia de la Iglesia con su propia sangre y debemos dar gloria y alabanza a Dios por nuestros hermanos que han rubricado su fe y esperanza en la vida eterna entregándose voluntariamente a la muerte. Pido al Señor Jesús, Palabra de vida eterna, Palabra hecha carne, por intercesión de la Virgen de la Paz y de San Blas que toda la siembra de estos once días se traduzca en obras de amor a la Palabra del Señor, en testimonio coherente con la Palabra que escuchamos y creemos. Que en nuestras familias esté presente la Palabra de Dios, que llegue a nuestros niños y jóvenes, conforte a nuestros enfermos y ancianos. Que seamos portadores de la esperanza que encierra la Palabra de Dios, que desde ella iluminemos nuestra sociedad, que sea vida y alimento para todos. Por tu Palabra Señor, seguiremos cada día echando las redes en tu nombre. Que así sea.