Programa Vámonos con Pancho Villa 2015

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Archivo Filmoteca de la UNAM


Garry Walker, director

Luke Bedford

Colin Matthews

Marisol Jiménez

Enrico Chapela

Laurence Crane

Sir Harrison Birtwistle

Wonderful No-Headed Nightingale XLIII Memoriam Vivere Chamber Symphony no. 2

Contraflow

Acoussence

Carmen Arcadiae Mechanicae Perpetuum

PALACIO DE BELLAS ARTES h 22 20OCTUBRE

PRECIOS: $465, $410, $310, $225, $100

© Kevin Leighton

www.festivalcervantino.gob.mx


Orquesta de Cámara de Bellas Artes Tercera Temporada 2015 PROGRAMA 2 Director: José Luis Castillo Silvestre Revueltas / Fernando de Fuentes Vámonos con Pancho Villa (1936)

Primera interpretación en vivo contra la imagen. Orquestación original. Para hacer posible esta interpretación, fue preciso transcribir el manuscrito original de la partitura, que se preserva bajo cuidado de la hija del compositor, la Dra. Eugenia Revueltas Acevedo, a quien se extiende un sentido agradecimiento.

Créditos de la película Director: Fernando de Fuentes Producción: CLASA Films. Alberto J. Pani Supervisión: Celestino Gorostiza y C. Argüelles Asistente de dirección: Miguel M. Delgado Anotadora: Matilde Landeta Guión: Fernando de Fuentes y Xavier Villaurrutia, sobre la novela de Rafael F. Muñoz Fotografía: Jack Draper Operador de cámara: Gabriel Figueroa Ayudante: Enrique Solís Escenografía: Mariano Rodríguez Granada y Antonio Ruiz Edición: José Noriega Sonido: Eduardo Fernández y Rafael Ruiz Esparza Música: Silvestre Revueltas Supervisión militar: Coronel J. B. Vega Para lograr la separación de los diálogos y de la música de la película, teniendo como elemento de partida la Mezcla Monaural Original, fue necesario grabar nuevamente algunos de los diálogos con voces similares a las de la mezcla original.

Duración aproximada: 1 hora y 30 min

Palacio de Bellas Artes Octubre 17, 19 h


Orquesta de Cámara de Bellas Artes El término Orquesta de Cámara abarca todo tipo de conjunto instrumental con la única característica de su pequeño tamaño; viene de la expresión “de cámara” referido al salón, que en su origen denota los salones de música de los palacios y grandes residencias del siglo XVII.

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ace más de medio siglo surgió una de las agrupaciones musicales mexicanas que con más ahínco y constancia ha dedicado sus esfuerzos a difundir y explorar la música orquestal de cámara, tanto mexicana como internacional. Se trata de una agrupación que en sus orígenes fue llamada Yolopatli –vocablo náhuatl que significa “cura para el corazón”- y que se formó con discípulos sobresalientes de las cátedras impartidas, en aquellos tiempos, por los maestros Imre Hartmann (violonchelista) y Joseph Smilovitz (violinista) en el Conservatorio Nacional de Música. En 1956, el día 18 de octubre, este ensamble ofreció un concierto con la Suite Don Quijote de Georg Philipp Telemann, e inició un largo recorrido, marcado por un imparable espíritu de exploración y evolución. El primero de los cambios significativos vividos por esta comunidad de músicos fue la adopción, ya entrada la década de los sesenta y a instancias de Luis Sandi, del nombre de Orquesta de Cámara de Bellas Artes, con el que se le conoce hasta la fecha y que, sin lugar a dudas, se ha consolidado como sinónimo de pasión y calidad musical. Desde la integración de su primer elenco -formado por José Luis Sosa, Ildefonso Cedillo, Armando Soberanes, Carlos Esteva, Apolo Martínez, Luis Núñez, Emigdio Espinosa, Rigoberto Sosa, Andrés Vargas, José Guadalupe López y Luisa Durón - hasta nuestros días, han pasado por sus filas una pléyade de músicos talentosos. Asimismo, se han presentado solistas de la talla de: Ramón Vargas, Gil Shaham, Bella Davidovich, Paul Badura-Skoda, Jorge Federico Osorio, Pascual Rogé, Manuel Barrueco, Alexander Markov y Leslie Howard, entre otros, sumados al ímpetu que le han impreso sus directores artísticos - Hermilo Novelo, José Guadalupe Flores, Manuel de Elías, Ildefonso Cedillo, Francisco Savín, Luis Samuel Saloma, Enrique Barrios, Juan Trigos, Jesús Medina y actualmente José Luis Castillo -, la han situado en un lugar de privilegio en el panorama de la cultura y las artes mexicanas. La presencia Internacional de la Orquesta, como atestiguan sus presentaciones en Alemania, Brasil, Estados Unidos, Portugal y Costa Rica, así como sus incontables giras por todo el interior de la República mexicana, además de su compromiso didáctico y social, permiten a la Orquesta de Cámara de Bellas Artes ser considerada como referente musical en el ámbito artístico de nuestro país.

www.ocba.bellasartes.gob.mx Facebook: Orquesta de Cámara de Bellas Artes

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Vámonos con Pancho Villa

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Fotografía: ©Todd Rosenberg


José Luis Castillo director

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ctual director de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, es uno de los directores y compositores más destacados y activos en el panorama musical. Reside en México desde 1997. Inició en España sus estudios de composición, análisis y dirección de orquesta para continuarlos en Salzburgo, Luxemburgo y París con Manuel Galduf y Alexander Müllenbach. Su doble faceta de director y compositor le ha permitido ser considerado como uno de los especialistas en el repertorio moderno y contemporáneo, desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Castillo ha dirigido el estreno mundial de más de ciento cincuenta obras, además de las primeras audiciones en Latinoamérica de algunos de los principales compositores de finales del siglo XX: Andriessen, Berio, Boulez, Donatoni, Francesconi, Gervasoni, Halffter, Manoury, Murail, Nishimura, Pesson, Rihm, Saariaho, Schuller, Trojahn, Wolff, Xenakis y Zimmermann, entre otros. Actual director del Centro de Experimentación y Producción de la Música Contemporánea (Cepromusic) y director musical de la Camerata de las Américas, ha dirigido en Alemania, Argentina, Austria, Canadá, España, Estados Unidos, Italia, Japón, Lituania, México, Polonia, Rusia, Serbia y gran parte de Latinoamérica. Fue director titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. Como director de ópera ha dirigido desde Scarlatti hasta Sciarrino, pasando por Haydn, Mozart, Gluck, Donizetti, Bizet, Verdi, Puccini, Falla, Britten o Dallapiccola, con una decidida vocación hacia la ópera contemporánea. En las orquestas y festivales con los que habitualmente colabora es frecuentemente requerido para dirigir ópera, espectáculos multimedia, danza y musicalización de películas silentes. Es en ese sentido que Castillo cuenta en su haber con un importante catálogo de proyecciones de películas de gran valor histórico con ejecución de la música en vivo. De los solistas de prestigio con los que colabora cabe mencionar a András Adorján, Thomas Indermühle, Walter Boeykens, Christian Lindberg, Leslie Howard, Cyprien Katsaris, Jorge Federico Osorio, Jenö Jandó, el Trío Altenberg, Alexei Volodin, Ensamble Kroumata, June Anderson, Verónica Villarroel, Ramón Vargas y Dimitri Hvorostovsky, entre otros. Como compositor, sus obras han sido interpretadas en prestigiosos festivales y foros de música contemporánea en Alemania, Australia, Austria, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, Japón, México, Perú, Portugal, Taiwán y Uruguay, por intérpretes como la Orquesta de la Radiodifusión de Saarbrücken, la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, la Orquesta de Cámara de Württemberg, el Coro de la Radio de Saarbrücken, Cuarteto de Cuerdas de Salzburgo, Wofgang Meyer, y los ensambles Onix, Tambuco y Delta, entre otros. En el campo de la educación musical, ha sido director artístico de Instrumenta y ocupa en la actualidad la

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cátedra de composición de la Escuela Superior de Música del INBA. Durante dos ediciones coordinó el Ciclo de Música Contemporánea del Festival Internacional Cervantino. En la actualidad realiza la edición crítica de las obras de Silvestre Revueltas, lo que le ha llevado a incluir en su discografía la obra orquestal inédita de este compositor, además de música mexicana contemporánea. José Luis Castillo ha recibido premios y distinciones en Italia, Luxemburgo y Holanda y ha sido merecedor, en dos ocasiones, del premio de la Unión Mexicana de Críticos de Teatro y Música.

Fotografía: Lorena Alcaraz Minor

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Los sonidos de la ilusión y del desencanto: la música de Silvestre Revueltas en Vámonos con Pancho Villa Por Roberto Kolb Neuhaus (UNAM)

1936, año de coincidencias relevantes. Debido al levantamiento franquista e inicio de la guerra civil en España, disminuye notoriamente la producción fílmica ahí y México se convierte en primer productor de cine en lengua castellana. A la par de un buen número de los melodramas familiares olvidables, se estrena aquí con gran éxito Allá en el Rancho Grande, dirigida por Fernando de Fuentes, un parteaguas en la historia del cine nacional. Dicha película construye un nuevo perfil de mexicanidad, aquél que asociamos con la figura del mariachi y sus decorativas damas de indumentaria folclórica; aquél que, además, descansa de modo muy fundamental en la música popular y sus excelentes intérpretes. No casualmente, el estreno se llevó a cabo en el nuevo cine Alameda, el cual inauguraba esa misma noche su dueño, don Emilio Azcárraga. Arranca así una nueva tradición de cine comercial profundamente mexicano, pero también de trascendencia internacional. A la sombra de este éxito identitario y comercial, se estrenan en fechas cercanas otras dos películas notables. Si bien con mucho menor éxito que Allá en el Rancho Grande, éstas también constituyen un hito en la filmografía mexicana. En ello juega un papel primordial su cualidad y la calidad artísticas. Ambos filmes, de autor distinto, son en apariencia muy contrastantes. Se trata, por una parte, de Redes (1934/1935), un proyecto impulsado por una entidad estatal (la Secretaría de Educación Pública), con un presupuesto sumamente magro, concretado por un equipo de artistas extranjeros que plasmaron en el producto cierta mirada pintoresquista del país (Paul Strand tras la cámara, pero en realidad promotor muy principal del proyecto, asistido un tanto caóticamente por un equipo de invitados extranjeros: Fred Zinnemann, Henwar Rodakiewicz, y Ned Scott, entre otros). La otra producción es Vámonos con Pancho Villa (1935), como Allá en el Rancho Grande, también dirigida por De Fuentes. Una lujosa producción de CLASA (Cinematográfica Latinoamericana S.A.), encabezada por un poderoso, influyente y versátil político, el ingeniero Alberto Pani; sólidamente apoyada por el gobierno de Lázaro Cárdenas con dinero, tropas, trenes y armamento; concebida y materializada por un grupo de artistas mexicanos, entre los que destacan, además del propio cineasta, Xavier Villaurrutia, Gabriel Figueroa, y Silvestre Revueltas, quienes observan, relatan y critican la historia de México desde dentro. Diríase que el único elemento común entre estos dos filmes es la música de Silvestre Revueltas, aunque también se ha insistido —¿erróneamente?— en que ésta es muy distinta en cada caso.

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Fotografía: ©Todd Rosenberg

Los símiles y contrastes entre estas dos películas icónicas son ilustrativos. La coincidencia principal está en el tema: la Revolución Mexicana, objeto de múltiples reificaciones artísticas. Unos la enaltecieron repetidamente, como símbolo de nación. Otros la experimentaron con desencanto, debido a la violencia e irracionalidad que la caracterizó, o al sistema político en que devino. La primera de estas lecturas negativas corresponde a Vámonos… La crítica a dicha revuelta social parece más un ajuste de cuentas con un período oscuro de la historia, dando pie al desarrollo de una modernidad que deja atrás la irracionalidad salvaje de la guerra, promoviendo de modo implícito valores como la paz y la civilización. La segunda está implícita en Redes. Varios artistas de la época (Revueltas entre ellos), leyeron la Revolución como un fracaso que ameritaba una nueva revuelta social. No es el valor literario de Redes el que sustenta su interés actual, sino la calidad artística de la imagen y de la música y, sobre todo, la vinculación significativa de éstas. Vámonos…, en cambio, contó con guionistas incomparablemente mejores que los de Redes, pues construyeron sobre antecedentes artísticos sobresalientes de la plástica y la literatura mexicanas. Pero la música que Revueltas compusiera para estos dos filmes es notable en ambos casos. No sólo funge como eslabón entre estas dos películas, sino como antecedente necesario para comprender su papel en Vámonos… y es por eso que recurrimos a ella en este comentario. Valga recordar aquí ciertos hechos interesantes sobre la peculiar creación de Redes. La versión original de esta película, editada a finales de 1934 en el ocaso del Maximato, se ha perdido. Fue gracias al interés del gobierno de Cárdenas que se retomó la producción, esta vez exclusivamente a cargo del equipo de colaboradores mexicanos que habían asistido a Strand y a sus colaboradores. Dado que han sobrevivido las partituras que Revueltas escribiera para una y otra versiones, notoriamente distintas, puede deducirse que, a nivel de su edición, se hicieron cambios considerables al filme. Al parecer a consecuencia de estas acciones, Redes sobrevive hoy como un ejemplo histórico de un cine en el que la música juega un papel tan relevante como el de la imagen y de la palabra. ¡Hay largas escenas del filme en las que, incluso, la imagen es silenciada y editada conforme a la partitura! Este papel significador de la música lo encontraremos también en Vámonos… y es precisamente esta cualidad la que condujo a la idea de presentar este filme esta noche, por primera vez con música en vivo. Se reproduce aquí un escenario muy similar al que vivió Revueltas a lo largo de su juventud, como violinista e incipiente director de orquesta: el del cine silente, que se proyectaba en una suerte de sala de conciertos. El público tenía frente a sí, en contacto muy vivo con ella, a una orquesta, y sólo tras ésta, en el fondo, la proyección de una película carente de sonido. Este público estaba todavía tanto o más habituado a la música que a la imagen. La música en este entorno sustentaba a la imagen desde un primer plano, a diferencia del segundo que terminó asumiendo en el cine sonoro. Si bien la música en Vámonos… tiene un papel más reducido que en Redes pues no puede afirmarse que existan aquí escenas cuya edición está Vámonos con Pancho Villa

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determinada por la partitura, su papel es igualmente relevante y merece atención. No hay que ir más lejos que la musicalización de los créditos. El filme se anuncia desde el título como una suerte de loa al caudillo Francisco Villa. No hay, por el momento, razón para que el público sospeche ironía alguna. No sabe aún que los verdaderos héroes del filme, los seis “Leones de San Pablo”, irán muriendo uno a uno, de manera inútil e irracional, directa o indirectamente como consecuencia de los caprichos y la crueldad del líder máximo. Revueltas refuerza esta ilusión con música acorde, una suerte de popurrí alegre, basado en el género por todos asociado con la Revolución: el corrido (en este caso, literalmente el bien conocido Las tres pelonas). Esta promisoria introducción es interrumpida brevemente por una secuencia de acordes carentes de dicha melodía, que desentonan por completo con el discurso alegre y triunfante. ¿Es casualidad que coincidan con una leyenda en pantalla, que precisamente en estos momentos alude a la crueldad que caracterizó a la Revolución, pero que “recuerda una época trágica que lo mismo ensangrentó las montañas de México que los campos de Flandes y los valles pacíficos de Francia. Año de 1914"? Hay varios segmentos del filme en los que la música sustenta la estructura y temporalidad de la acción, dándole además unidad emotiva. Se trata de episodios relativamente largos, cuya riqueza y complejidad musicales permiten una escucha en su propio derecho. Así, por ejemplo, la musicalización de escenas de batalla que hoy día se antojan más interesantes desde la música que desde su representación visual. En la primera de éstas, por ejemplo, llama la atención el tratamiento del tema de Los Leones, justamente el corrido de Las Tres Pelonas, que se escuchó en los créditos, y que los acompañará simbólicamente a lo largo de la película en cada uno de sus triunfos de batalla. En la proyección de esta noche se han silenciado intencionalmente los sonidos de las armas, para que el público pueda apreciar la riqueza musical de este episodio, comparable en longitud, complejidad y riqueza musical a algunas de las escenas musicales más ricas en Redes, casi como si la imagen ilustrara a la música, y no al revés. Recuérdese, por ejemplo, aquella escena de Redes que el compositor bautizara “Fiesta del trabajo”, una música de huapango que celebraba una pesca exitosa y la consecuente celebración de los pescadores. Significativamente, Revueltas incorporaría esta escena a su propia suite orquestal Redes, aquella que presentó a su público incluso antes del estreno del filme. La muerte juega un papel prominente en Vámonos... A cada triunfo sigue la turbadora pérdida de uno más de Los Leones. Como es de esperarse, la música aquí asume un tono radicalmente opuesto al del emblemático corrido. Para musicar la muerte, Revueltas renuncia no sólo a este Leitmotiv, al “tema de los Leones”: abandona propiamente el empleo de melodía, dando más peso a secuencias armónicas y sonoridades lúgubres. Ello se observa de modo clarísimo en la representación de la muerte de Martín Espinosa. La música venía anunciando esta muerte en tono oscuro y mediante la ausencia del corrido. Cuando aparece Espinosa en escena, ya agonizante, reaparece brevemente

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el corrido, pero es abortado en cuanto el guerrillero cae muerto. Momentos después observamos el cadáver descansando grotescamente sobra las pencas de un maguey. Paradójicamente es justamente el famoso corrido, presunta música de alegría e ilusión villista, la que soporta esta imagen. Hay aquí una suerte de extrañamiento de la música respecto de la imagen. Aquí la música no ilustra la escena. Al contrario: evidencia un sentimiento ambiguo: la absurda identidad entre gloria y muerte que marca también toda la película. Acaso la escena más reveladora, de un simbolismo musical que contribuye al sentido de la acción, la encontramos en el final del filme, ahí donde termina por derrumbarse el mito que construyen el título del filme y el alegre corrido de inicio. Becerrillo, el penúltimo de Los Leones sobrevivientes, había contraído viruela, y el caudillo lo había mandado matar para evitar el contagio de la tropa. “Lo que antes era la masa, la orgía castrense del triunfo, la tragedia épica,” dice Salvador Elizondo (hijo), “se cataliza en la soledad terrible del héroe, de los héroes, aislados por una enfermedad pueril”. La lentitud litúrgica acentúa cada uno de los detalles de la acción que significativamente transcurre en un carro de ferrocarril. Los objetos personales del héroe, el sarape, la “canana”, caen a tierra; luego el cadáver es llevado trabajosamente hasta el matorral donde se improvisa una pira. Lo que hubieran sido las libaciones — humilde tractolina — es vertido sobre el cadáver: holocausto en el sentido más puro del vocablo. Mientras observamos las flamas que calcinan el cadáver, escuchamos redobles intermitentes del timbal que acentúan el dramatismo de la escena. La “música de muerte” que Revueltas compone para esta escena es trastocada de modo grotesco por un toque de clarín, el sonido de la causa villista. Al escucharlo, observamos en la faz de Tiburcio cómo la ilusión revolucionaria se enciende brevemente, pero cómo, ante la circunstancia de muerte y traición, su rostro se va desfigurando, asumiendo la decepción y tristeza que lo llevará a desertar. También la melodía del clarín — Revueltas la llama “toque del silencio” en su partitura — se desmorona, terminando en tres largas notas graves, atípicas en los toques de guerra. La música aquí habla sola y lo dice todo. Tiburcio, el único sobreviviente de quienes sacrificaron absurdamente su vida, declara triste, pero tajante: “Aquí se acabó”. Como es de esperarse, el tono de la música no es ya el alegre y promisorio del inicio. Retorna nuevamente el corrido de Las tres pelonas, pero ahora sosegado, a mitad de tiempo, y minado por el lúgubre pulso de un tambor. Tiburcio, caminando hacia la oscuridad de la noche, desanda la Revolución sobre los mismos rieles que, en su origen, la habían enfilado. Roberto Kolb Neuhaus (UNAM)

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Orquesta de Cámara de Bellas Artes Director: José Luis Castillo Primer concertino: Vladimir Tokarev Ivanovic Segundo concertino: Francisco R. Ladrón de Guevara Finck Violines primeros: Carlos Ramírez Guzmán Francisco Arias Esquivel Pastor Solís Guerra David Hernández Ramos Violines segundos: Vera Olegovna Koulkova, principal José Manuel del Águila Cortés David Guzmán Rodríguez José Alfredo Vega Morales Luis Demetrio Ramos Olvera Jorge Chaparro González Violas: Mikhail Kouznetsov Fiodorova, principal Arturo Rebolledo Díaz Ricardo David Orozco Buendía Astrid Montserratt Cruz González Violonchelos: Fabiola Flores Herrera, principal Carlos Ariel Gracia Báez Ángel Romero Ortiz Luz del Carmen Águila y Elvira Contrabajos: Marco Antonio Villafán García Torres, principal Alberto Eduardo Franco González Piano: Abraham Alvarado Vargas

Personal Administrativo Gerente: Rafael Luna Pimentel Administradora: Alejandra Silva Martínez Difusión y Relaciones Públicas: Delia Martínez García

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Jefe de Personal: Javier Caro Ahumada Bibliotecarios: José Chavarría Mancilla, Alexis Santana Figueroa Técnicos: Ramón Rábago Robles Mario A. Herrera Pérez Alfonso Rosas Domínguez Enlace: Pilar Peimbert Gloria Secretarias: María Eugenia Sánchez León María Teresa Radillo Ruiz Asistentes: Ixchel Rivera Cortés J. Eduardo Rosas Cisneros Chofer: Rubén Huerta Escobar

Investigación: Roberto Kolb Producción, audio y video: Valeria Palomino

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SUBGERENCIA TÉCNICA DEL PALACIO DE BELLAS ARTES Jorge Peláez, jefe de foro TALLER DE TRASPUNTE Juan Martínez, jefe de taller Christopher Arturo González Flores, Guadalupe Negrete Murillo TALLER DE TRAMOYA Braulio Lara Nieto, jefe de taller Abel Raymundo Ensástiga Zavala, Juan Pedro Peña Márquez, Héctor Reyes Sánchez, Sergio Malvaez González, Felipe Sosa Montes, Julio César Guerra Picazo, José Alberto Lugo Cruz, Jesús Dionisio Salinas del Castillo, Gabriel García Hernández, Sergio Meléndez Ensástiga, Daniel Samaniego Alvarado, Luis Alejandro García Herrera, Martín Antonio Alarcón Hernández, Jorge Mejía Nieto TALLER DE MAQUILLAJE María Teresa Quevedo Ayala, jefe de taller Dolores Amparo Vargas Ayala, Azalea Martínez López, Bibiana Eva Vázquez Rivera TALLER DE VESTUARIO Patricia Gutiérrez Barrios, jefe de taller Mónica Legorreta Soria, Ernesto Farías Pérez, Elvia Patricia Aceves García, Ricardo Castro Carrasco, Fortino Pinzón Heracleo, Pedro Cedeño Ledezma, María de los Ángeles Vargas Arellano, Erik Daniel Ramírez Aceves TALLER MECÁNICO José Amado Castillo Barreto, jefe de taller Javier Márquez Bernabé, José Luis Olivares Aguirre, Rodolfo Ponce Durán, Luis Alfredo Alejandro Durán Alvarado TALLER DE ILUMINACIÓN Roberto Carlos Arellano Ramos, jefe de taller José Aníbal Castro Reyes, David Méndez Cruz, Víctor Yones Coronel, Federico Flores Fuentes, Julián Gerardo González Contreras, Juvenal Orozco Medina TALLER DE AUDIO Martín Fernando Jiménez Páramo, jefe de taller Julio Cárdenas García, Ramón Aceves García, José Luis Román Pedraza MULTIMEDIA Rodolfo Jair Aceves Celis, Viridiana González Vázquez TALLER DE UTILERÍA Guillermo Flores Zurita, jefe de taller Luciano Noé Alarcón Estrada, Pedro Zaragoza García, Jonhatan Eduardo Castillo Díaz, Miguel Gustavo Andrade Márquez ATENCIÓN ARTÍSTICA Ruperto Sánchez Nieto, jefe de área José Joel García Maldonado, María Guadalupe Cejudo Sánchez, Sandra Rodríguez Maturano GERENCIA DEL PALACIO DE BELLAS ARTES Jesús José Sánchez Herrera, subdirector de administración Leonel Morgan Sotomayor, subgerente de programación y proyectos especiales José Rojas Patiño, coordinador editorial y de difusión Federico Emery Othón, subgerente técnico Nicolás Peláez Velázquez, coordinador técnico Fermín Romero Vázquez, subgerente de control de espectáculos José López Quintero, subgerente de conservación y obras Keila Castrejón Ávila, coordinadora de relaciones públicas Arturo Ricardo Murguía García, coordinador de seguridad y vigilancia Carlos Alberto Ramos Rodríguez, diseño gráfico

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CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Rafael Tovar y de Teresa Presidente Saúl Juárez Vega Secretario Cultural y Artístico Francisco Cornejo Rodríguez Secretario Ejecutivo

INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES María Cristina García Cepeda Directora general Sergio Ramírez Cárdenas Subdirector general José Julio Díaz Infante Coordinador Nacional de Música y Ópera Liliana Saldaña Lobera Gerente del Palacio de Bellas Artes Roberto Perea Cortés Director de Difusión y Relaciones Públicas


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