Misioneros Nº 230

EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid

Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33

E-Mail: dir.nal@omp.es http://www.omp.es

AGUSTINOS RECOLETOS

Paseo de La Habana, 167. 28036 Madrid. Tel. 91 345 34 60

COMPAÑÍA DE JESÚS

Avda. de la Moncloa, 6. 28003 Madrid. Tel. 91 534 48 10

COMPAÑÍA MISIONERA DEL SAGRADO CORAZÓN Estocolmo, 9. 28022 Madrid. Tel. 91 313 56 40

FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARÍA

Cardenal Marcelo Spínola, 38. 28016 Madrid. Tel. 91 302 61 99

MISIONERAS DE NUESTRA SEÑORA DE ÁFRICA (HERMANAS BLANCAS) Ángela Figuera, 39. 28003 Madrid. Tel. 91 553 82 60

MISIONEROS CLARETIANOS Clara del Rey, 6. 28002 Madrid. Tels. 91 415 23 61 y 91 415 21 99

INSTITUTO ESPAÑOL DE MISIONES EXTRANJERAS Ferrer del Río, 17. 28028 Madrid. Tel. 91 726 84 27

MERCEDARIAS MISIONERAS DE BÉRRIZ Fereluz, 2. 1ª A 28039 Madrid. Tel. 91 571 63 03

MISIONERAS CRUZADAS DE LA IGLESIA Madre Nazaria, 7. 28044 Madrid. Tel. 91 462 88 40

MISIONERAS DE CRISTO JESÚS Peñuelas, 18. 5º A. 28005 Madrid. Tel. 91 517 41 78

MISIONERAS DOMINICAS DEL ROSARIO General Kirkpatrick, 44. 28027 Madrid. Tel. 91 367 36 71

MISIONEROS ESPIRITANOS Santa Engracia, 149. 1º B. 28003 Madrid. Tel. 91 554 21 57 Olivos, 12. 28003 Madrid. Tel. 91 553 36 16

MISIONEROS

16

IGLESIA A FONDO

En el que ha sido su 39º viaje apostólico, el papa Francisco visitó Bahréin del 3 al 6 de noviembre, con la intención de llevar a este país de mayoría musulmana un mensaje de diálogo y fraternidad universal

PRIMER PLANO

Mozambique es hoy una nación duramente castiga por la violencia yihadista, que ha ocasionado al menos 4 000 muertos y provocado el éxodo de un millón de personas

en este número... y además...

INFORME

Con el comienzo

TODOS UNO EN ÉL

Haciendo un guiño de complicidad con la novela Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, la Jornada de Infancia Misionera, que se celebra el próximo 15 de enero, nos anima a sumarnos a una proclama de solidaria y fraterna comunión, al grito de “Uno para todos y todos para Él”. En unos tiempos salpicados de guerras y conflictos, donde en muchas ocasiones se impone la “civilización del choque”, del “estar en contra de”, de la competitividad egoísta y del ser más que nadie, esa escuela de educación de la fe en su dimensión evangelizadora universal que es la Infancia Misionera ha querido –como es propio de todo cristiano–unirse a Jesús con la mano tendida a los demás, como hizo Él, para que la tome quien la necesite.

Frente a una humanidad rácana en fraternidad, que precisa sentir al otro como hermano, la Infancia Misionera pide a los niños y niñas –y también a los mayores– que sigamos el ejemplo de Jesús, como lo hacen nuestros misioneros y misioneras. Para estar con los ojos abiertos a las penurias de los otros, nuestros hermanos, y salir al encuentro del necesitado con los pies ligeros y las manos y brazos abiertos; dispuestos a ayudarles siguiendo los dictados de un corazón ardiente por una fe encendida, que ha descubierto la fuerza irresistible

de Dios, de su amor por todos nosotros, sus hijos.

Una fe que no puede vivirse en solitario, que necesita ser compartida, porque, como ha dicho el papa Francisco en una de sus catequesis, “ser miembros del Cuerpo de

Nada de esto es posible en soledad, si no compartimos ese amor que nos une a Dios y entre nosotros. Por eso, el Santo Padre ha pedido a los jóvenes, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud 2022 a nivel diocesano,

Cristo hace que los creyentes sean corresponsables los unos de los otros; no podemos ser indiferentes ante los problemas de los demás, debemos orar y ayudarlos”. Esto es lo que nos pide Dios, lo que nos enseñó Jesús, lo que predicó con su ejemplo. Esto es, como precisa el Santo Padre, “ser cristiano”; y, “por eso –añade–, los fuertes sostienen a los débiles y nadie experimenta la pobreza que humilla y desfigura la dignidad humana”.

La Infancia Misionera nos invita a estar unidos en Dios, lo que implica ser instrumentos de comunión, de solidaridad fraterna, de corresponsabilidad, de compartir, de amistad... “Ya no os llamo siervos...: a vosotros os llamo amigos”, dijo Jesús a sus apóstoles. Y como amigos enseñó a sus discípulos a cuidar el uno del otro, la cercanía, la disponibilidad, la entrega, el servicio, la misericordia...; y, también, la justicia y la libertad.

“levantarse y partir: no quedarse quietos pensando en uno mismo, desperdiciando la vida tras comodidades y últimas modas, sino mirar hacia lo alto, ponerse en camino, salir de los propios medios para tender la mano a quien lo necesita”. Y por qué no también, mano sobre mano entrelazada, proclamar al mismo tiempo el lema que nos propone la Jornada de Infancia Misionera 2023: “Uno para todos y todos para Él”.

Como lo eran aquellos mosqueteros de la novela de Dumas, necesitamos –lo ha pedido el papa Francisco– chicos y chicas, jóvenes, “realmente «trasgresores», no conformistas, que no sean esclavos del móvil, sino que cambien el mundo como María, llevando a Jesús a los demás, construyendo comunidades fraternas con los demás, realizando sueños de paz”. Y al grito de “Uno para todos y todos para Él”.

EDITA Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL OMP José María Calderón DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, José Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, María Ángeles Castillo, Asier Solana, Israel Íñiguez, Leticia Lanoix, Alberto Bravo, Modeste Munimi, María Jesús Sahagún, Juan Lázaro Sánchez

TERCER

frases y flashes

Papa Francisco

María Luisa García Pérez

Religiosa de María Inmaculada, misionera en ocho países

A mis 74 años, "el mundo" es toda necesidad que llega hasta nuestras puertas; es la vida de las niñas, los jóvenes, los emigrantes que Dios nos confía; es el dolor de un mundo que necesita de Dios... "El mundo" es también la Iglesia de Jesús que acoge, escucha, orienta...; y también mi familia congregacional.

Jose Luis Gómez Barona

Sacerdote del IEME en Costa Rica

El Espíritu nos libra de obsesionarnos con las urgencias, y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos: los del testimonio, la pobreza y la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo.

Hna. Grazia Patthayaporn Sangkarat

Religiosa tailandesa de las Siervas de María Ministras de los Enfermos

La experiencia más hermosa es cuando ayudo a mujeres, hombres, jóvenes y niños que han sido víctimas del tráfico de personas a superar estas malas situaciones. Ayudarles y caminar a su lado mientras se reincorporan en la sociedad me llena de felicidad. Es maravilloso ver cómo una supera las dificultades.

Todos los misioneros somos necesarios para la construcción del Reino. Los de lejos y los de cerca. Unidos en la misma tarea y compromiso para hacer un mundo mejor según el proyecto del Señor.

Cirilo Orradre

Sacerdote del IEME, misionero regresado

Hay sacerdotes que piensan: "¿Qué nos puede enseñar la Iglesia de Togo?". Es peligroso acostumbrarse a una vida fácil y pensar que no tengo por qué cambiar. El vivir otros ambientes y ver mi diócesis desde lejos es muy gratificante. Por eso sería lo ideal que, unos años, todos trabajaran en cualquier parte del mundo.

¡Entonces serás hombre, hijo mío!

Por D. José María Calderón. Director Nacional de OMP

Hay una poesía que, desde niño, me ha influido mucho. Mis padres la tenían enmarcada en el pasillo. Se trata de un poema de Rudyard Kipling. Por el nombre quizás no sepas de quién se trata, pero si te digo que es el autor de El libro de la selva, seguro que ya sabes de quién hablo.

La poesía tiene un título muy pero que muy breve: “Si”. La escribió en 1895 y, sin embargo, parece que se dirige a los hombres y mujeres de hoy. “Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, / cuando todo a tu lado es cabeza perdida...”. Así comienza.

En este mundo en el que todo parece ponerse “patas arriba”, en el que se cuestionan las cosas que han servido hasta este momento para construir la sociedad en la que vivimos; en el que nada parece lo que es, y puedes incluso ser acusado si te empeñas en defender lo que tus ojos ven, tus oídos oyen, tu corazón siente o tu entendimiento comprende; en el que el derecho natural no se pone en duda, sino que directamente se niega; en el que el sentido común no existe, porque cada uno tiene un sentido propio de la realidad..., el cristiano debe mantener la cabeza tranquila.

Sí, estos tiempos no son peores ni mejores que los pasados. ¡Son los que son y los que nos toca vivir! Y en este preciso momento, cuando parece que un tsunami se

ha hecho presente en la vida social de los hombres, los creyentes confiamos en la gracia de Dios que nos alienta y nos fortalece, que nos anima y nos protege. “Si logras que se sepa la verdad que has hablado, / a pesar del sofisma del orbe encanallado...”.

La misión del cristiano, de la Iglesia, no depende de los aires que soplen, del ambiente que rei-

aborto y la producción de humanos en el laboratorio”. De hecho, “la verdadera amenaza para la Iglesia y, por lo tanto, para el ministerio de San Pedro consiste en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, y contradecirlas constituye una exclusión del consenso social básico”.

El cristiano, porque es misionero, porque se reconoce apóstol,

ne o del dolor con el que el hombre viva. La misión de Cristo sigue siendo presente. Lo fue hace 2.000 años, cuando nuestro Dios decidió que había llegado la plenitud de los tiempos y que su Hijo debía hacerse uno de tantos. Lo fue cuando los cristianos sufrían pena de prisión y de muerte. Lo es hoy cuando las palabras “tolerancia”, “respeto” y “aceptación” se aplican tan solo para decir que, o comulgas con lo que la mayoría piensa, o... ¡no eres digno!

Es lo que el Santo Padre Benedicto XVI denunció al hablar del matrimonio o de otras realidades: “Hace cien años, todos hubieran pensado que era absurdo hablar sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Hoy los que se oponen son excomulgados socialmente. Lo mismo ocurre con el

porque quiere que el Evangelio sea la vida del hombre, también del hombre de hoy, se sabe luz que ilumina en la tiniebla que rodea el pensamiento de hoy; se sabe sal que puede evitar la corrupción de las costumbres y de las realidades de la humanidad; se sabe levadura que es capaz de hacer que el mundo en el que vivimos sea realmente el reino de Dios, reino de paz y justicia, de amor y verdad.

Nosotros, cristianos, ¿nos vamos a acobardar ante esta situación? No, no podemos achantarnos. Eso es precisamente lo que quiere el Demonio, es lo que pretende. Pero Cristo nació en Belén indefenso, pobre, abandonado. Como Kipling termina su poesía: “Todo lo de esta Tierra será de tu dominio, / y mucho más aún: ¡serás HOMBRE, hijo mío!”.

Por convulsos que sean los tiempos, los creyentes confiamos en la gracia de Dios, que nos alienta, fortalece y protege.

Muy pocos asegurarían que Bahréin es una de esas periferias al uso que suele visitar el papa Francisco en sus viajes apostólicos. Y, sin embargo, a bordo de un vuelo libre de emisiones de carbono, en comunión con el espíritu de la encíclica Laudato si', allí se presentó del 3 al 6 de noviembre, con su silla de ruedas, en su viaje apostólico número 39.

Es más, en algunos ambientes vaticanos se deslizaba la especie de que “el Papa de las periferias” emprendía un incomprensible viaje a un país de mayoría musulmana y rico en petrodólares. No debía ser ajeno el propio Jorge Mario Bergoglio a ese runrún, toda vez que, en la primera audiencia de los miércoles inmediatamente de regreso de ese reino del Golfo Pérsico, Francisco quiso despejar posibles dudas.

“Resulta espontáneo preguntarse: ¿por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima mayoría islámica? Habiendo tantos países cristianos, ¿por qué no va

primero a estos?”, planteó abiertamente en el Aula Pablo VI. “Quisiera responder –prosiguió– a través de tres palabras: diálogo, encuentro y camino. Diálogo: la ocasión del viaje, deseado desde hace tiempo, fue ofrecida por la invitación del rey a un foro sobre el diálogo entre Oriente y Occidente. Diálogo que sirve para descubrir la riqueza de quien pertenece a otras gentes, otras tradiciones, otros credos. Bahréin, un archipiélago formado por muchas islas, nos ha ayudado a entender que no se debe vivir aislándose, sino acercándose. Lo exige la causa de la paz, y el diálogo es «el oxígeno de la paz»”.

La clave está en la fraternidad universal, uno de los pilares por los que sin duda será recordado el pontificado del Papa argentino, y que, de hecho, engloba otros factores de gran importancia también en su Magisterio, mucho más allá del simple impulso del diálogo interreligioso en el siglo que amaneció con el atentado de las Torres Gemelas. Porque esta fraternidad universal, desde la perspectiva de Francisco, incide también en la innegociable dignidad del ser humano y de la Creación en la que se inserta como una pieza fundamental. Y en ese pequeño, caluroso, rico, clasista y contradic-

torio país, el Santo Padre encontró un marco que le permitía abordar todos los problemas que se dan en las periferias, a la vez que, siguiendo la estela de su anterior viaje, a Kazajistán, profundizaba en la “desmilitarización” de la religión, todavía excusa para la guerra y el terrorismo. Dicho de otra manera: la elección de Bahréin no fue ni un capricho ni una casualidad.

Una idea del papa Francisco

La excusa fue el “Foro para el Diálogo” de Bahréin, que se celebró bajo el patrocinio del rey Hamad bin Isa Al Khalifa . Y la oportunidad, el país en sí, con sus lu-

ces y sombras; una nación que en muy pocas generaciones ha pasado prácticamente de pastorear camellos a que sus nietos conduzcan los coches más lujosos; que trata de acompasar su tránsito a una modernidad presidida por las últimas y más sofisticadas tendencias

tecnológicas, con los flecos de un tribalismo árabe todavía muy presente; donde se convive formalmente con otras religiones y se quiere hacer gala de una tolerancia que difícilmente casa bien con la sharía o ley islámica que rige en el país; donde se busca el agrado de Occidente, atraer su mirada, imitar su estilo de vida, mientras una minoría suní pisotea los derechos humanos de la mayoría chiita (el 70%), y lo hace sin contemplaciones, incluso con penas de muerte; y un país, en definitiva, que se jacta de ser una nación abierta, de acogida, porque casi la mitad de sus dos millones de habitantes son extranjeros, aunque maltrata a buena parte de ellos, mano de obra a la que se desprecia y de la que se abusa.

Ahí, a esa amalgama viajó Francisco, y ninguno de esos desafíos quedó fuera del foco de sus discursos. Ni siquiera el de la reivindicación de una mayor atención a los derechos humanos, algo

El rey de Bahréin da la bienvenida al papa Francisco

que le habían reclamado específicamente, tal vez con poca esperanza, algunas organizaciones no gubernamentales antes de que el Papa emprendiese su viaje. Con poca esperanza, porque pudiera parecer poco oportuno abordar determinados asuntos, y más cuando las relaciones diplomáticas entre ambos Estados tienen tan solo una trayectoria de 23 años...

Pero fue casi nada más aterrizar en Bahréin, inmediatamente después de su visita de cortesía al rey, cuando sacó de dudas sobre sus intenciones, al pronunciar su primer discurso en el palacio real Sakhir ante las autoridades, los representantes de la sociedad civil y el cuerpo diplomático. Ante todos ellos, Bergoglio dejó oír su voz para reclamar la promoción, en todo el Golfo Pérsico, de “derechos y condiciones justas y cada vez mejores para los trabajadores, las mujeres y los jóvenes, garantizando al mismo tiempo respeto y atención para los que sufren mayor marginación en la sociedad, como los que han emigrado y los presos”.

Allí mismo, ante sus anfitriones musulmanes, reclamó que “la libertad religiosa sea plena y no se limite a la libertad de culto”; que “la misma dignidad y la igualdad

de oportunidades sean reconocidas concretamente a cada grupo y a cada persona”; que “no haya discriminaciones y los derechos humanos fundamentales no sean violados, sino promovidos”.

“¡Que callen las armas!”

No había lugar para la duda. Francisco pedía una ciudadanía plena para los miles de trabajadores, hombres y mujeres, fundamentalmente del sudeste asiático, practicantes del cristianismo o del hinduismo en su mayoría, explotados laboralmente y en tantas ocasiones tratados como ciudadanos de segunda. Reclamaba acabar con la discriminación de la mayoría chiita, relegada y reprimida. Pedía respeto para los presos en uno de los pocos países (una treintena) donde sigue vigente la pena de muerte.

Y no faltó tampoco su condena a “la realidad monstruosa e insensata de la guerra”, que, dijo, “siembra destrucción en todas partes y erradica la esperanza”. En ella, añadió, “emerge el lado peor del hombre: el egoísmo, la violencia y la mentira. Sí, porque la guerra, toda guerra, representa también la muerte de la verdad”.

Por ello, el Pontífice pidió rechazar “la lógica de las armas”:

“Invirtamos la ruta, convirtiendo los enormes gastos militares en inversiones para combatir el hambre, la falta de asistencia sanitaria y de instrucción”. “Tengo el corazón lleno de dolor por tantas situaciones de conflicto –prosiguió–. Mirando a la península arábiga, dirijo un pensamiento especial y apenado a Yemen, martirizado por una guerra olvidada que, como toda guerra, no conduce a ninguna victoria, sino solo a amargas derrotas para todos. Recuerdo en la oración sobre todo a los civiles, a los niños, a los ancianos, a los enfermos, e imploro: ¡que callen las armas, comprometámonos en todas partes y realmente por la paz!”.

Y de la paz, y de lo que las religiones están llamadas a hacer por ella, hablaría al día siguiente, el viernes 4 de noviembre, realmente la jornada, en todos los sentidos, más intensa para el Papa, donde clausuraría el “Foro para el Diálogo: Oriente y Occidente para la Convivencia Humana”; se reuniría con el jeque egipcio Ahmad al Tayyeb, gran imán de Al Azhar, la mayor institución suní, con quien ha coincidido en varias ocasiones, la última en septiembre, en Kazajistán, y con quien firmó en 2019, en su visita a los Emiratos Árabes,

el Documento sobre la fraternidad humana ; conversaría con los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos en la mezquita del palacio real de Sakhi; y, finalmente, se trasladaría para una oración por la paz en la catedral de Nuestra Señora de Arabia, el mayor templo católico de la región.

Al igual que hizo en Kazajistán con su discurso en el VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, su intervención en el “Foro para el Diálogo” concentró prácticamente el pensamiento del Papa para este viaje. Estaba en el ámbito idóneo para lo que quería expresar, un corpus que ha ido cogiendo volumen desde su emblemático viaje a Irak o a los Emiratos Árabes. Sí, su presencia aquí estaba llena de sentido, pesase a quien pesase.

“Mientras la mayor parte de la población mundial está unida por las mismas dificultades, afligida por graves crisis alimentarias, ecológicas y pandémicas, así como por una injusticia planetaria cada vez más escandalosa, algunos poderosos se concentran en una lucha decidida por intereses particulares, desenterrando lenguajes obsoletos, redefiniendo zonas de influencia y bloques contrapues-

tos. De este modo, parece que estamos presenciando un escenario dramáticamente infantil: en el jardín de la humanidad, en vez de cuidar del conjunto, se juega con fuego, misiles y bombas, con armas que provocan llanto y muerte, llenando la casa común de cenizas y odio”, arrancó Bergoglio.

Pocas dudas parecen existir sobre los destinatarios finales de esas palabras. Por eso, “en el tormentoso mar de los conflictos”, reclamó “tener ante nuestros ojos” el citado Documento sobre la fraternidad humana , donde “se hacen votos por un fecundo encuentro entre Occidente y Oriente, útil para sanar sus respectivas enfermedades”. Y una de ellas es la de la utilización perversa de la religión. “Porque no basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre. Y ni siquiera es suficiente tomar distancia de la intolerancia y del extremismo, es preciso actuar en sentido contrario”, clamó, remitiendo de nuevo al texto escrito a cuatro manos con el gran imán de Al Azhar.

Podría pensarse que, en ese contexto, se refería el papa Francisco al fundamentalismo islámico, esa perversión del nombre de Dios que ha sido claramente destinataria de otros discursos y viajes. Pero quizá alguien se haya planteado la posibilidad de aplicar esa admonición a quienes bendicen la invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin. El hecho es que, como afirmó el Santo Padre en su discurso, “el hombre religioso, el hombre de paz, se opone también a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte. No apoya «alianzas contra alguien», sino caminos de encuentro con todos; sin ceder a relativismos o sincretismos de ningún tipo, sigue una sola senda, la de la fraternidad, el diálogo y la paz”.

“Dios nunca respalda la violencia”

De nuevo incidiría ante el Consejo Musulmán de Ancianos en la necesidad de devolver a Dios sus verdaderos atributos, los de la paz y la fraternidad. “Ante ustedes –les dijo– quisiera reiterar que el Dios

de la paz nunca conduce a la guerra, nunca incita al odio, nunca respalda la violencia. Y nosotros, que creemos en Él, estamos llamados a promover la paz a través de instrumentos de paz, como el encuentro, las tratativas pacientes y el diálogo, que es el oxígeno de la convivencia común”. Más tarde, de vuelta en Roma, volvería a utilizar esta expresión, “el diálogo es el oxígeno de la paz”, empeñado como está en detener la guerra “en la martirizada Ucrania” y en medio de sus esfuerzos por sentar a las partes en una mesa de negociación, algo para lo que parece que se están ya dando pasos más firmes.

“Ante una humanidad cada vez más herida y desgarrada que, bajo el vestido de la globalización, respira con dificultad y miedo, las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une los miembros del cuerpo, el alma que da esperanza y vida a las más altas aspiracio-

Encuentro del Papa con el imán de Al Azhar, Ahmad al Tayyeb

nes”, insistió el Papa, quien recalcó ante los líderes religiosos del país “la gran responsabilidad que tenemos ante Dios y los hombres”: “Debemos ser modelos creíbles de lo que predicamos, no solo en nuestras comunidades y en nuestra casa –ya no es suficiente–, sino en el mundo unificado y globalizado”.

Pronunciados en interminables jornadas los mensajes de más calado, expresados los deseos más sinceros, y a la espera de que el tiempo y la reflexión hagan su trabajo, Francisco fue agotando su estancia en el país árabe con otros emotivos encuentros con jóvenes de distintas religiones, con miem-

bros de otras confesiones cristianas y con representantes de la comunidad católica del país. Aunque donde más emoción hubo fue en la eucaristía que presidió el sábado, 5 de noviembre, en el estadio nacional de Bahréin, ante alrededor de 20.000 fieles llegados desde el mismo Bahréin, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita, los cuatro países que conforman el vicariato apostólico de Arabia del Norte.

A esa misa “por la paz y la justicia”, como fue denominada, asistieron un buen número de emigrantes que habían tenido que salir de sus países para buscar ambas cosas. A todos ellos les invitó a no desanimarse y, antes al contrario, les pidió ser actores principales para la consecución de lo que había solicitado a sus interlocutores en los encuentros de esos días: la fraternidad universal. Pero no haciéndolo de una manera vaga y genérica, “sino que nos comprometamos en primera persona, empezando por vivir concreta y valientemente la fraternidad universal, perseverando en el bien incluso cuando recibimos el mal, rompiendo la espiral de la venganza, desarmando la violencia, desmilitarizando el corazón”.

Y se lo decía el Papa a quienes sabía perfectamente que estaban siendo víctimas de injusticias, de maldades, de abusos y explotación. Y les pidió más, como en el Evangelio. Les pidió ser parte activa en la construcción de la fraternidad, para lo que, aseguró, “es necesario desactivar, quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia, dejar de albergar rencores, dejar de quejarse y compadecerse de sí mismo”. “Hay que permanecer en el amor”, les recordó.

¿Y todavía hay quien se pregunta que a qué fue a Bahréin?

JOSÉ L. LÓPEZ

MOZAMBIQUE

MOZAMBIQUE

Mozambique era una gran historia de éxito, de una paz duradera, hasta que llegaron los yihadistas. Todo empezó con un reguero de ataques por sorpresa de hombres armados en aldeas del norte del país en 2017. Los habitantes de Cabo Delgado empezaron a llamarlos "Al-Shabab", la misma denominación de los radicales que han asolado Somalia desde comienzos de este siglo.

Hasta que llegaron los yihadistas

En realidad, los radicales islamistas de Mozambique no tienen vínculos con esos integristas somalíes, sino con el Estado Islámico, una nebulosa que se extiende desde Afganistán e Irak hasta el Sahel y que durante la última década ha descendido más al sur en África, llegando al este de la República Democrática del Congo y a Tanzania. Desde allí pasó a Mozambique hace cinco años, y parece haber entrado para quedarse y causar caos y desolación. Sus ataques han ocasionado ya al menos 4.000 muertos y han provocado el éxodo de un millón de personas.

Al principio, los radicales atacaban aldeas remotas, donde asesinaban, saqueaban y secuestraban

a sus sufridos habitantes; hechos que merecieron poca atención mediática internacional, mientras el Gobierno intentaba minimizar el problema y, de paso, impedir el acceso a testigos molestos, como periodistas y activistas de ONG. Pero, en 2021, los yihadistas atacaron la ciudad de Palma, un resorte costero lleno de extranjeros que trabajaban para las compañías que explotan el gas. Hubo al menos 60 muertos y la mitad de sus 75.000 habitantes huyeron. La masacre de expatriados terminó por activar las alarmas, sobre todo de los países del bloque regional del sur de África, que empezaron a temer que la presencia islamista pudiera atraer a jóvenes radicalizados de países vecinos.

Aunque el presidente del país Filipe Nyusi había contratado en años anteriores los servicios de mercenarios rusos (del grupo Wagner) y sudafricanos (Dyck Advisory Group), le costó decidirse a pedir ayuda militar extranjera, algo que al final no ha tenido más remedio que hacer. La Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, por sus siglas en inglés) y Ruanda enviaron miles de efectivos, que, en pocos meses, consiguieron reconquistar ciudades clave y limpiar de rebeldes la zona alrededor de Pemba, la capital provincial del norte. Pero, tras unos meses de aparente calma, los yihadistas han cambiado de modus operandi, tras-

ladándose más al sur, y la guerra está lejos de terminar.

Tras la paz, un nuevo conflicto

Todo parecía ir sobre ruedas en Mozambique durante las dos décadas precedentes. El país puso fin de forma pacífica y negociada, en 1992, a una guerra que duró 17 años y que causó un millón de muertos. La Comunidad de Sant’ Egidio hizo de mediadora y su proceso de paz se convirtió en un modelo para otras situaciones de conflicto. Sin embargo, el país tuvo una preocupante recaída en la violencia en 2013, cuando la antigua guerrilla de la RENAMO, convertida en partido político de oposición, anunció que volvía a tomar las armas; pero, tras laboriosas negociaciones, la tensión disminuyó y las cosas volvieron a su cauce al año siguiente, como preludio para las elecciones de 2015, ganadas por el presidente saliente Filipe Nyusi.

Durante los últimos años, Mozambique ha gozado de tasas de

crecimiento económico espectaculares, en torno al 8%, sobre todo desde que en 2011 se descubrieron grandes yacimientos de gas. Y en el plano político, sus dirigentes han respetado escrupulosamente los dos mandatos presidenciales que establece la Constitución y –al contrario de muchos otros países africanos– nadie ha intentado cambiar la ley fundamental para perpetuarse en el poder.

Mozambique, sin embargo, es un ejemplo de cómo los países pobres que sufren conflictos, tras haber alcanzado la paz, tienen un gran riesgo de volver a caer en nuevos ciclos de violencia. A ello ha contribuido la corrupción, que adquiere tintes crónicos. Al FRELIMO, que lleva en el poder ininterrumpidamente desde 1975, se le acusa de haberse convertido en una élite de millonarios alejados de la realidad de la mayoría de la población, que sigue siendo muy pobre y no ve los beneficios del rápido crecimiento económico impulsado por sus enormes reservas

de gas y de minerales. Las nuevas élites del FRELIMO son, en la mayoría de los casos, los hijos de los antiguos dirigentes, antaño guerrilleros, reconvertidos en exitosos hombres de negocios.

En este ambiente de frustración y de falta de autoridad del Estado, durante los últimos años los traficantes de droga encontraron en el país un paraíso donde las organizaciones criminales entraban y salían sin ser molestadas, aprovechando sus 3.600 kilómetros de litoral sin apenas vigilancia. Parte de los beneficios del tráfico ilegal han servido para financiar a los yihadistas. En el norte, además, la marginación y los abusos cometidos por las fuerzas del orden han creado un ambiente de descontento y desconfianza hacia las autoridades que no favorece para nada una victoria militar. Los radicales, aunque cometen atrocidades contra la población, han conseguido reclutar jóvenes de las etnias mwani y makwa, que se sienten marginados por

la mayoría makonde, el grupo étnico del presidente Nyusi.

La ayuda militar de la SADC y de Ruanda ha conseguido, desde el año pasado, eliminar la presencia yihadista de algunas zonas clave donde tiene lugar la explotación del gas. Pero esto no significa que la amenaza haya desaparecido. Los radicales han cambiado de tácticas y, desde junio de este año, operan en grupos más pequeños –haciendo difícil su localización– y han aumentado sus ataques en los poblados y carreteras, además de haber extendido sus acciones más al

sur (a la provincia de Nampula) y al oeste. A esto se añade un aumento de la delincuencia, con grupos de bandidos que aprovechan el río revuelto para enriquecerse con actividades criminales. Esta situación está desanimando a los inversores. La empresa TotalEnergies, que había invertido 20.000 millones de dólares en un proyecto de extracción de gas, cesó sus actividades hace pocos meses, y la otra gran empresa de hidrocarburos, ExxonMobil, va camino de tomar decisiones similares.

La respuesta militar es, a todas luces, insuficiente, además de in-

sostenible económicamente. La Unión Europea, que tiene una misión de adiestramiento del Ejercito mozambiqueño, aprobó este año una ayuda de 20 millones de dólares para contribuir al mantenimiento del contingente de 2.000 ruandeses; una cantidad escasa si se tiene en cuenta que este despliegue cuesta un millón de dólares al día. Tanto los ruandeses como la misión militar de la Comunidad de África Austral (conocida como SAMIM) mantienen alejados a los insurgentes de las ciudades principales, pero no consiguen controlar completamente las ca-

rreteras ni mucho menos entrar en el interior de las zonas de bosque para perseguir al enemigo. Y los soldados mozambiqueños, casi todos ellos originarios del sur del país, se encuentran en una tierra extraña, donde no consiguen comunicarse con la población. Los yihadistas no tienen prisa y explotan estas debilidades.

El factor ruso

En enero de 2023, Mozambique entrará a formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente, durante dos años. Todos se preguntan qué posición adoptará con respecto a la guerra de Ucrania. Los tres países africanos que han sido hasta la fecha miembros del citado Consejo –Kenia, Ghana y Gabón– han votado en contra de la invasión rusa, mientras que Mozambique siempre se decantó por la abstención. Esto se explica por los lazos que el país ha mantenido con Ru-

sia en las décadas recientes; primero, cuando el FRELIMO luchó contra los colonos portugueses; y, más tarde, por el carácter marxista del partido en el poder.

Rusia tiene un enorme interés en reforzar las relaciones con Mozambique, como quedó de manifiesto durante la visita a Maputo de una delegación de diputados rusos, comandados por la presidenta del Consejo de la Federación de Rusia (Senado), Valentina Matyienko, en mayo de este año. Mozambique, sin embargo, se mueve con cautela en estas aguas diplomáticas, ya que Estados Unidos es su principal socio donante, que sostiene, principalmente, el sector de la sanidad pública; sin olvidar que también ha enviado asesores militares para entrenar a las fuerzas especiales mozambiqueñas en la lucha antiterrorista. Una lucha que, de momento, no parece que vaya a terminar pronto.

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

Una Iglesia mártir Una Iglesia mártir

La religiosa comboniana Maria de Coppi fue asesinada por combatientes yihadistas que la secuestraron en su misión de Chipene, en la provincia de Nampula, en el norte de Mozambique, en la noche del 6 al 7 de septiembre. Llevaba en el país desde 1963. Los asaltantes destruyeron las instalaciones de la misión, incluyendo la iglesia, el hospital y la escuela primaria y secundaria. Según la agencia Fides, la

del país. Hay que recordar que el obispo de Pemba, dondese encuentra Cabo Delgado, epicentro de los ataques terroristas desde 2017, el brasileño monseñor Luiz Fernando Lisboa, fue transferido por el papa Francisco de Mozambique a una diócesis de Brasil, después de que el prelado recibiera numerosas amenazas de muerte. Llevaba 20 años como misionero en Mozambique, de los cuales los últimos ocho los pasó co-

vivía la población, contradiciendo la versión oficial de que la zona estaba bajo control, así como sus informes sobre abusos cometidos por las fuerzas del orden.

En una carta pastoral publicada en noviembre, los obispos mozambiqueños vuelven a denunciar la situación de violencia en el norte y llaman a "unir todos los esfuerzos para encontrar caminos de solución a esta desgracia, sin confiar únicamente en la

hermana Maria fue alcanzada por una bala en la cabeza mientras intentaba llegar al dormitorio donde estaban los pocos estudiantes que quedaban.

Se trata del enésimo episodio de violencia sufrido por la Iglesia en el norte

mo obispo allí. Según sus propias declaraciones, las amenazas –que tuvo que tomarse muy en serio– procedían de agentes del Gobierno, que no estaban contentos de sus denuncias sobre la inseguridad en la que

fuerza militar". En su mensaje, en el que condenan firmemente la corrupción, se lamentan de que haya "jóvenes que engrosan las filas de los que siembran el terror, sucumbiendo a la tentación de la violencia".

Desde el convencimiento de que la enseñanza se presenta como una herramienta indispensable para la evangelización y la defensa de la dignidad de los más pequeños, los misioneros apuestan por el acompañamiento integral a los niños, adolescentes y jóvenes para hacerles crecer en fraternidad. Esta, uno de los ejes del pontificado de Francisco, ilumina la Infancia Misionera 2023, que celebra su jornada bajo el lema: "Uno para todos y todos para Él".

Una escuela de esperanza”. Así es como define el misionero valenciano Ramón Peris su entrega con niños y jóvenes tanto en África como en América Latina. Y no porque haya creado una plataforma educativa de primer orden en lo tecnológico o experimental en lo pedagógico, sino porque ha convertido cada encuentro con los chavales de sus parroquias de territorios de misión en una familia, para hacer realidad el Evangelio de la dignidad. “Los niños y los jóvenes han sido para mí una opción personal preferencial, sin que ello implicara descuidar otros aspectos de la misión”, reconoce sobre una vocación ad gentes que brotó leyendo la revista Mundo Negro de los combonianos y se

forjó “en una comunidad muy viva e inquieta”, que le llevó a ingresar en un seminario misionero de Valencia.

Su formación y ordenación sacerdotal le dio el pasaporte para pasar dos años en Congo, dos en Camerún y 15 en Ecuador: los primeros cuatro años en Puyo –en plena Amazonia– y, después, en la Misión de San Patricio, dentro de la localidad costera de Manta, perteneciente a la diócesis de Portoviejo. “Evidentemente, los contextos son completamente diferentes. En África tocas una miseria que te lleva a ver cómo los niños se mueren de hambre, mientras que la realidad de Latinoamérica habla de una pobreza ligada a otros factores, como la violencia, la delincuencia, las adicciones...”, apunta.

En este sentido, considera fundamental trabajar la pertenencia al grupo, sobre todo cuando dan el salto a la adolescencia. Por eso, entre sus principales herramientas ha estado la creación de movimientos juveniles, que permitan afianzar la personalidad en torno a los principios de las bienaventuranzas, frente a las propuestas conflictivas de la calle que ofrecen las pandillas y las bandas. “Para ello, nuestra parroquia se transforma en hogar, en un lugar don-

de se sienten hijos, amados y valorados; donde se cree en ellos y en su futuro”. Una estructura que exige gastarse y desgastarse sin mirar el reloj: “Si eres padre, hermano y amigo, tienes que serlo las 24 horas, porque es así como confirman que haces tuyas sus preocupaciones, y es la manera de encarnar a Jesús, de que descubran a Cristo a través de ti”.

Esta vivencia comunitaria es uno de los pilares sobre los que se vertebra la Infancia Misionera 2023, que se celebra el domingo 15 de enero bajo el lema “Uno para todos y todos para Él”. Un enfoque en línea con el empeño del papa Francisco en promover la fraternidad en toda la Iglesia, con los niños como parte activa de esa comunión universal, pero también de cercanía, en torno a Jesús.

En equipo y a distancia

Ramón lleva esta impronta en el ADN, en cuanto que siempre ha apostado por el trabajo en equipo, por y con los más pequeños, desde “una educación integral” que permitiera darles un espacio para compartir y crecer. “La realidad de la mayoría de los hogares pasa por la desestructuración y la exclusión social, por lo que escucharlos es la primera puerta. A partir de ahí, procuramos que puedan disfrutar como niños que son, que puedan jugar, reír y soñar”, expone este cura que vela por que la mayoría de ellos accedan a “unos estudios de calidad con valores cristianos”. De hecho, confiesa que prácticamente el 90% del apoyo económico que ha recibido de España siempre lo ha destinado a becas.

Con más de 2.000 niños en los grupos de catequesis de su misión ecuatoriana, el acolitado se ha convertido siempre en

un eje pastoral fundamental, que ha promovido mano a mano con otro misionero valenciano, Rafael Alventosa: “He potenciado la presencia de grupos de monaguillos, porque no solo era un lugar de formación, sino punto de encuentro para el deporte, para expresarse libremente, para realizar excursiones”. De hecho, ha llegado a tener simultáneamente hasta 90 chavales en el servicio del altar, amén de otros grupos como talleres de flauta, piano, guitarra..., así como un coro por eucaristía dominical. “Aquella idea al final se concretó en una escuela de música que hoy es una realidad consolidada”.

Desde hace dos años Ramón está de vuelta, pero las redes sociales le han permitido continuar apoyando en la distancia a todos estos “ahijados” del otro lado del Atlántico. “Tengo la suerte de comprobar cómo la siembra que hemos hecho da frutos inesperados, sobre todo cuando ves cómo chiquillos por los que nadie daba un duro logran convertirse en auxiliares de enfermería o en peluqueras. Incluso alguno ha llegado a la universidad”, comenta, aunque es cierto que, si de algo se siente orgulloso, es de haber sido cauce para despertar dos vocaciones al sacerdocio.

De vuelta a España desde hace dos años, su experiencia ecuatoriana hoy la transforma en animación misionera en la parroquia y el colegio María Auxiliadora de Algemesí: “Se quedan anonadados de cómo consiguen sobrevivir otros chicos como ellos en medio de la selva o en barrios humildes. Se llegan a preguntar si todo eso es verdad”.

Por eso, considera fundamentales campañas de sensibilización como la de Infancia Misionera, tanto por despertar esa solidaridad inmediata con la colaboración económica, como por ir creando ese humus de una generación comprometida con los que más lo necesitan. “Cada vez que puedo les lanzo este mensaje: «Aprovecha tú que tienes familia y medios para salir adelante y pon tu vocación al servicio de la sociedad. Tú puedes construir un mundo diferente»”.

Motor de cambio

La convicción de que la educación formal e informal es “motor de cambio” también está en la base de la entrega de Mariela Reyna y César González, un matrimonio dominico que, desde hace siete años, dejó España para vivir en Puerto Maldonado, ciudad peruana en la selva amazónica. Él, dinamizando la Radio Madre de Dios, que sirve de recurso formativo para pequeños y mayores. Ella, como

César González y Mariela Reyna

coordinadora de la Red Escolar de la Selva del Sur Oriente Peruano. “Desde que tenía 14 años me involucré como catequista en mi parroquia y se forjó mi vocación como docente, que fue el punto de partida para ser misionera”, expone esta peruana sobre un “hágase” que le llevó de Piura a la selva de Sepahua, donde conoció a César. En Puerto Maldonado, además de su labor de gestión y docente al frente de 23 instituciones educativas, Mariela anima grupos de niños y adolescentes, centrados en la catequesis de la Palabra y la iniciación en el acolitado. “A la vez que nos reunimos todos los fines de semana para conocer el Evangelio y rezar, también fomentamos en ellos el compromiso social, especialmente con la visita a ancianos a los que llevamos alimentos y otros bienes de primera necesidad”, explica esta laica, convencida de que el juego “es una vía para romper barreras, acrecentar la amistad y abrir la puerta a Jesús amigo”.

“A través de las distintas dinámicas lúdicas que establecemos, aprenden a expresar sus emociones, a pedir disculpas, a abrazar, a colaborar... Poco a poco toman conciencia de qué actitudes son propias de Jesús y cuáles no, qué ayuda a vivir en comunidad y qué no”, subraya en relación con un itinerario que va desde los seis años hasta los trece, cuando les encaminan a ser animadores. En el plan de actividades no faltan la ce-

lebración de la eucaristía, el sacramento del perdón, el rezo del rosario misionero, las jornadas de convivencia... “Les insistimos en que deben tener una mirada global; en que, a pesar de sus dificultades, tienen que rezar por otros niños como ellos y estar abiertos a las realidades de otros países”.

Y todo, desde uno de los epicentros de la acción pastoral de la Iglesia, en la que el papa Francisco ha puesto el foco de forma especial en sus diez años de pontificado: la Amazonia. “Hemos avanzado poco a poco por ir cumpliendo los sueños de Francisco, que son compartidos. Caminamos juntos con las

familias y los niños para que las comunidades nativas sean respetadas y buscar con ellos alternativas a los desafíos que afrontan, que no son pocos, para que ellos sean protagonistas de su presente y su futuro”, añade Mariela.

Ángeles de Dios

N’Mahoro Edwige encarna precisamente este relevo misionero en la vida consagrada. Religiosa de San José de Gerona de 34

años, ha estado tres en la escuela infantil y primaria que el instituto misionero capitanea en la República Democrática del Congo. “La experiencia de estar con los niños siempre es positiva, porque sientes la alegría de estar con criaturas todavía inocentes”, reflexiona sobre el que ha sido para ella hasta hace poco un día a día en el que se siente más evangelizada que evangelizadora: “Su presencia siempre da confianza, alegría, simpatía; los miro como «pequeños Jesús» que siempre necesitan mi presencia. Son niños dependientes, la sonrisa nunca abandona sus labios”.

Es la realidad del centro educativo Rubare, que nació para que la educación infantil llegara a los niños de la región y que, con el tiempo, ha extendido su radio hasta los doce años. Además, a los estudiantes se les proporciona atención sanitaria, comida, ropa y calzado, así como el material escolar necesario. Actualmente cuentan con unos 150 alumnos de infantil y más de 200 de primaria. La misionera subraya cómo “busco vivir y ser como ellos. Con los pequeños la vida es fácil y nada ni nadie la complica. Son ángeles de Dios. Confían y son espontáneos, sin prejuicios. Son fieles a sí mismos. Son sencillos, responsables y viven con poco y con alegría”. Es más, esta consagrada admite que “la convivencia con ellos me abrió los ojos a su mundo y comprendí las palabras de Jesucristo: sed como niños para entrar en el reino de Dios”.

En no pocas ocasiones, el acompañamiento permanente a los chavales de las misioneras de esta congregación, fundada por Maria Gay i Tibau en 1870, lleva a experimentarse como familia de los más vulnerables. “Me he sentido como una madre, con toda la

responsabilidad que esto conlleva. Pero también me siento realizada, dando lo mejor de mí misma a estos niños, que esperan mucho de nosotras”. Y, desde ese sentimiento filial, las expectativas de N’Mahoro para con su futuro se disparan: “Aunque no esperamos nada de ellos, verlos crecer nos da alegría, sobre todo al ver cómo ellos mismos se hacen responsables de sus hermanitos o hermanitas, o cómo se comportan de forma diferente a los demás en el barrio”. “Vale la pena ofrecerles una educación tanto académica como humana y espiritual, por su bien, el de sus familias, la sociedad y el propio país”, subraya esta monja africana, que ya es evangelizadora de su propio continente.

Por eso, ve en la Infancia Misionera 2023 una oportunidad para convertir la escuela en un lugar

N’Mahoro Edwige

en el que hacer realidad el lema de la Jornada de este año, ese “Uno para todos y todos para Él”: “Por supuesto, y ese es el papel de la educación. Los niños nos enseñan a compartir y a tener en cuenta a la familia, que es todo lo que poseen. Por eso, en la escuela siempre tratamos de fomentar este aspecto de la familia, donde el niño se sienta realizado, juegue con otros, baile con otros, perdone a otros...; que lo hagan todo juntos”. “Apenas hace un mes que estoy en España, pero creo que los niños de aquí deberían aprender la solidaridad, la alegría sin tener tantas cosas, y también la responsabilidad, es decir, saber desde pequeños cómo cuidar del otro”, deja como recado a la hora de promover esa conciencia misionera sin fronteras.

JOSÉ BELTRÁN

“No son números, son seres humanos”

Tal es la preocupación del papa Francisco por la situación de vulnerabilidad de los pequeños en todo el planeta que ha hecho un llamamiento a toda la Iglesia, convirtiéndoles en su intención de oración universal para el pasado mes de noviembre.

tra responsabilidad y cerramos los ojos a la explotación de estos niños que no tienen derecho ni a jugar ni a estudiar ni a soñar. Ni si quiera tienen el calor de una familia".

"Recemos para que los niños y niñas que sufren, los que viven en las calles, las víctimas de las guerras y los huérfanos puedan acceder a la educación y redescubrir el afecto de una familia", expone el Santo Padre. "Cada niño marginado es un grito a Dios", insiste Francisco, lamentando que "demasiadas veces olvidamos nues-

Frente a estas vulneraciones de los derechos humanos, la Obra Pontificia de la Infancia Misionera proporciona educación, salud y formación cristiana a más de 4 millones de niños en 120 países. Solo en España, en 2021, se recaudaron 2,69 millones de euros. Desde Roma se aprobó en mayo de 2022 la distribución de las ayudas económicas españolas, poniendo el foco principalmente en el continente

africano, donde recaló más de un millón de euros, siendo Burkina Faso y Tanzania los países más beneficiados. También se primó la ayuda al continente asiático, con India, Sri Lanka y Bangladesh como focos prioritarios. Resulta significativo, asimismo, el apo-

yo que con lo recaudado en nuestro país se dará a los menores en Albania. Una acción solidaria que, tal y como afirma el Pontífice argentino, se lleva a cabo con la conciencia de que los beneficiarios "no son números", sino "seres humanos con un nombre, con un rostro propio, con una identidad que Dios les ha dado".

conectad @ s

NO SE OLVIDA DE NADIE

Y, por supuesto, no de "las familias de las víctimas del grave incendio en un campo de refugiados en Gaza". Reza el Papa por ellos, para que el Señor "consuele a esa población tan probada por años de conflicto" PAPA FRANCISCO Twitter @Pontifex

LUCHANDO CONTRA LA POBREZA

CAMINATA DE CINCO DÍAS

El peregrinaje de los campesinos de El Seibo al Palacio Nacional de Santo Domingo para que les devuelvan sus tierras expropiadas se hace "viral". Larga y admirable lucha, la de la Asociación Mamá Tingó. MISIONEROS DOMINICOS Facebook @SelvasAmazonicas

Tres misioneros y socios locales compartieron experiencias y reflexiones sobre su trabajo por los más pobres, en un encuentro digital para medios. El título es la clave: "Signos de amor en un mundo que sufre" MANOS UNIDAS Instagram @manosunidas

CON LOS MÁS PEQUEÑOS

"13 de diciembre. Ayuda a alguien que esté en la calle". Así lo marca el calendario para vivir el #Adviento en clave misionera. "Es un tiempo de ilusión, en el que preparamos el corazón para el nacimiento de Jesús". Listo para descargar e imprimir.

OMP . Twitter @omp_es

RED JESUITA CON MIGRANTES

"Debemos responder con audacia y creatividad, siguiendo el llamado de #PapaFrancisco a acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes". Es parte de un comunicado, pero el tipo de mensajes que necesitan las redes.

CPAL . Instagram @somosjesuitas

Sáhara Occidental 28.500 euros con losque poder subsistir

El antiguo Sáhara Español, ahora rebautizado como Sáhara Occidental, sigue siendo un problema irresoluto. Casi medio siglo ha pasado desde que, en 1975 –¡hace 47 años!–, Hasán II de Marruecos, aprovechando el vacío de poder dejado por la enfermedad terminal de Franco, eligió el momento más oportuno para asaltar la vecina “provincia española”. La “Marcha Verde” organizada fue una invasión civil y pacífica, sí. Pero también, una incursión que no tuvo –y parece que no tendrá– marcha atrás.

Tras el abandono de España, llegó la declaración de independencia de la República Árabe Saharaui Democrática, hecha por el Frente Polisario, con el apoyo de la vecina Argelia. Más tarde, siguió la guerra de guerrillas entre Marruecos y el Polisario. Y al cabo, la paz, auspiciada por la ONU. Pero el sucesor de Hasán II, Mohamed VI, de 59 años, tampoco está dispuesto a pasar por un posible referéndum entre los habitantes nativos del Sáhara: “No cederemos ni un centímetro de nuestro amado país y nuestro desierto. No abandonaremos ni un solo grano de su arena”.

Inesperadamente, en marzo pasado, el presidente español, Pedro Sánchez, sorprendió a toda la opinión pública: tras dar la espalda a la solución del referéndum,

siempre defendida por todos los Gobiernos de España, afirmó que la iniciativa marroquí de convertir el Sáhara en una provincia autónoma de Marruecos “es la base más seria, realista y creíble para la resolución del diferendo”. Y mientras llega la solución al “eterno problema”, la vida sigue en el Sáhara.

Empeño evangelizador

Al oeste del Sáhara Occidental propiamente dicho, el empeño evangelizador está en manos de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI). Tanto es así que estos no han abandonado su lugar de trabajo desde el año en que llegaron, 1954. Ya han pasado 68. Y allí siguen. Ni la Marcha Verde ni la guerra que, un año después, enfrentó al Polisario con Marruecos, que había invadido su

territorio, les hizo abandonar su labor...

En esas está ahora –desde 2004– el madrileño Mario León Dorado, de 48 años, misionero oblato y actual responsable –desde junio de 2013– de la prefectura del Sáhara Occidental, puesta en marcha por Pío XII y entonces denominada prefectura apostólica del Sáhara Español y Sidi Ifni.

¿Cuántos oblatos trabajáis en el Sáhara Occidental?

En la actualidad solo somos tres oblatos en todo el territorio. El año pasado éramos cinco. Este año estaba previsto que uno de nosotros tuviera un año sabático. Además, nuestro capítulo general, celebrado en Roma, ¡escogió como superior general a otro oblato de la misión! ¡Ahora, nuestro nuevo superior general es el madrileño Luis Ignacio Rois

Alonso! Así que, de repente, nos hemos quedado solo tres.

¿Contáis con alguna otra colaboración –seglares, catequistas...–para llevar a cabo vuestra labor pastoral?

Desde la prefectura estamos buscando una congregación femenina que pueda venir al Sáhara. Cierto que hay tantas cosas que quedan por intentar y hacer...; pero otra congregación religiosa, por ejemplo femenina, sería algo muy bueno no solo para la pastoral, también para la Iglesia, que se vería enriquecida con su carisma. La Iglesia es plural, diversa, comunión...

¿No hay ningún otro religioso, sacerdote, misionero o misionera en toda la prefectura?

De momento, no. Somos los tres misioneros oblatos de María Inmaculada: un italiano, un senegalés y un español. Al menos en los orígenes, sí que tenemos variedad. Pero en lo relativo a la variedad de carismas, todavía nos queda pendiente ese reto.

Al presente, ¿cuáles son los grandes desafíos y las principales urgencias a las que tenéis que hacer frente los misioneros en el Sáhara Occidental?

La prefectura apostólica es una zona en constante cambio y evolución. En los últimos años somos testigos de varios cambios que son llamadas del Señor a remar mar adentro, “Duc in altum”... Yo mencionaría tres. La primera, la llegada, en estos últimos años, de numerosos migrantes. Nuestra región está justo frente a las Canarias. Últimamente miles de subsaharianos llegan a El Aaiún y Dajla. Su idea: pasar a Canarias, claro.

Algunos se quedan más tiempo de lo que pensaban. Trabajan para ganar algo de dinero. Los que pueden pagar tratan de cruzar. Se dan situaciones muy penosas. Viven casi en la miseria para ahorrar cada dírham (moneda local). Algunos no tienen nada. En la prefectura tenemos dos progra-

mas de Cáritas para responder a las situaciones de emergencia. Poder encontrar fondos para mantener la respuesta es todo un desafío para nosotros.

La segunda llamada del Señor es la de los nuevos feligreses que llegan a nuestras iglesias. Además de los migrantes, que llenan nuestra iglesia de Dajla, por ejemplo, también hemos recibido estos dos últimos años estudiantes subsaharianos, que llegan con una beca para estudiar en El Aaiún o Dajla. Están tres años entre nosotros, y de nuevo son como un viento de aire fresco para nuestra comunidad cristiana. También, algunos trabajadores filipinos.

El tercer reto, aunque no menos importante, es mantener la relación y la cercanía con nuestros vecinos musulmanes. La co-

munidad musulmana aprecia profundamente a la Iglesia católica. Para nosotros, es un honor y una alegría sabernos Iglesia cristiana también para ellos, nuestros hermanos musulmanes.

Colaboración en comunión

En total, en 2020, las OMP de España enviaron a la prefectura del Sáhara Occidental 28.565,60 euros. Gracias a esa ayuda, 8.161,60 fueron dedicados a reparar el presbiterio que hay en la antigua Villa Cisneros. ¿En qué ha consistido esa reestructuración del presbiterio de los OMI en Dajla?

Gracias a este dinero y al que nos ofreció el Fondo Nueva Evangelización de la Conferencia Episcopal Española, hemos podido llevar a cabo una ampliación en la casa de Dajla. Las casas de nuestra prefectura son antiguas. Datan de la fecha de nuestra llegada y de la creación de la prefectura, 1954, y requieren constantes reformas.

En concreto, era necesario reparar la fontanería. Además, ampliamos el número de baños disponibles para nuestros feligreses (que a menudo no tienen un baño digno en las casas). También incrementamos el número de habitaciones y salas... Una obra necesaria por la antigüedad y por el aumento de actividades en la parroquia de Dajla.

Además de eso, en 2020, las Obras Misionales, a través de la nunciatura en Marruecos, también destinaron 20.404 a subsidios ordinarios. ¿Sirven de algo tales recursos?

¡Claro que sí! La Iglesia del Sáhara debe tanto a las Iglesias del norte y del sur... Me explico. Yo soy español, mis hermanos italiano y senegalés. Nuestros feligreses vienen de Senegal, Costa de

Marfil, Camerún, Guinea, Burundi, Centroáfrica; de Asia (Filipinas), América, Europa... Nuestros ingresos locales son muy reducidos. Sin el dinero de fuera tampoco podríamos subsistir. Las oraciones y la comunión espiritual son difíciles de medir, pero están ahí, son necesarias. Son, literalmente, “el pan nuestro de cada día”. Y es que la Iglesia es comunión. ¡So-

mos comunión! Sin esta “circulación” de bienes materiales y espirituales, la Iglesia dejaría de ser Iglesia. Y sí, este dinero nos permite vivir aquí a los sacerdotes y religiosos. Nos permite estar y trabajar al servicio de nuestros feligreses: musulmanes y cristianos. ¡Muchas gracias a todos por vuestra generosidad!

TOMÁS TAMARREDO