Misioneros Nº 235

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TERCER MILENIO

EDITADA POR LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS Nº 235MAYO AÑO 2023

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PRIMER PLANO

IGLESIA A FONDO

Por primera vez en dos décadas, tras años de barbarie y persecución, los cristianos de Irak están viviendo una lenta pero esperanzadora Pascua de resurrección sin tener el miedo siempre amarrado al cuerpo

El 25 de mayo se celebra el Día de África Una oportunidad para presentar y analizar los logros alcanzados y los retos que superar por este continente tan diverso

en este número... y además...

INFORME

La violencia perpetrada contra el pueblo yanomami es un claro ejemplo del dolor sufrido por los indígenas También aquí la Iglesia ha mostrado siempre su compromiso en favor de los más débiles

7 TRIBUNA Poner a Cristo en lo alto de la vida

12 EL OBSERVADOR

VATICANO - CHINA ORIENTE MEDIO

20 ASÍ VA EL MUNDO

YEMEN -VENEZUELA

SUDÁN - CUBA

36 ENTREVISTA

Laura Alonso, misionera en Filipinas

42 ANIMACIÓN MISIONERA

45 AYUDAMOS A... Timor Oriental

48 CULTURA

Cine africano en dos y hasta tres orillas

52 EN EL OBJETIVO

56 MISIÓN VIVA

Felipe Gómez Gonzalo , misionero jesuita

Nº 235. MAYO, 2023
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La semilla divina de la vocación

La secularización que viven nuestras sociedades modernas ha dado lugar a una crisis vocacional en las Iglesias de vieja tradición, que ha llevado a países como España, que han protagonizado siglos y siglos de historia misionera, a contar en nuestros días con menos de 1.000 seminaristas mayores en sus centros de formación. Y lo mismo se podría decir de Italia, Francia o Estados Unidos. Una realidad, esta carencia de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, que, en un mundo en el que prima el individualismo, el éxito ligado al poder adquisitivo, la autosuficiencia y el rechazo al compromiso social y colectivo, no debe resultar extraña.

Con estos “valores” dominantes como referentes, cuesta que alguien se deje interpelar “por las periferias existenciales” y que sea “sensible a los dramas humanos” para llevar a cabo la obra de Dios que es la misión; misión que, además, “no la llevamos a cabo solos, sino en la comunión eclesial, junto con todos los hermanos y hermanas”. Decir un “sí” a la llamada del Señor en medio de las actuales circunstancias adversas supone nadar contra corriente.

Quizás por estas malas condiciones ambientales que se dan para que “la semilla divina” de la vocación brote “en el terreno de nuestra vida” y nos abra “a Dios”

y “a los demás para compartir con ellos el tesoro encontrado”, el papa Francisco ha querido destacar, en su mensaje con motivo de la 60 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que estas son “gracia y misión”, “don y tarea”. “La llamada del Señor –ha subrayado–es gracia, es un don gratuito y, al

labra, de la oración y de la comunión del pueblo santo de Dios”.

Toda esta sinfonía de vocaciones, Francisco la quiere en armonía –diversas, pero unidas– y también “«en salida» para irradiar en el mundo la vida nueva del Reino de Dios”, con la “misión común” de “testimoniar con alegría, en toda

mismo tiempo, es un compromiso a ponerse en camino, a salir, para llevar el Evangelio”.

El Santo Padre no quiere que andemos especialmente preocupados por esta falta de vocaciones, porque se muestra confiado en que “la fantasía de Dios para llamarnos es infinita”. Además, el Papa nos recuerda que, “en la Iglesia, todos somos servidores y servidoras, según diversas vocaciones, carismas y ministerios”. Ahí están los laicos y laicas, “comprometidos a construir la familia como pequeña «iglesia domestica» y a renovar los diversos ambientes de la sociedad con la levadura del Evangelio”; los consagrados y consagradas, “entregados totalmente a Dios por los hermanos y hermanas como profecía del Reino de Dios”; los ministros ordenados, “puestos al servicio de la Pa-

situación, con actitudes y palabras, lo que experimentamos estando con Jesús y en su comunidad que es la Iglesia”. Algo que se traduce “en un estilo de vida abierto a todos”, “capaz de cercanía, compasión y ternura” y que, eso sí, “va contra corriente respecto a la cultura del descarte y la indiferencia”.

Por este motivo, el Pontífice pide “que el Espíritu del Señor resucitado nos quite la apatía y nos conceda simpatía y empatía, para vivir cada día regenerados como hijos del Dios Amor y ser también nosotros fecundos en el amor; capaces de llevar vida a todas partes, especialmente donde hay exclusión y explotación, indigencia y muerte. Para que se dilaten los espacios del amor y Dios reine cada vez más en este mundo”. Una labor propia de misioneros y misioneras.

EDITORIAL
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DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN
91 675 15 36 TERCER MILENIO
EDITA Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL OMP José María Calderón DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, José Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, María Ángeles Castillo, Asier Solana, Israel Íñiguez, Leticia Lanoix, Alberto Bravo, Modeste Munimi, María Jesús Sahagún, Juan Lázaro Sánchez ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos, Ana Fernández FOTOGRAFÍAS Efe, 123RF Roberto Murga
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Nos recuerda el Papa que “en la Iglesia todos somos servidores y servidoras, según diversas vocaciones, carismas y ministerios ”.

frases y flashes

Guy Bognon, PSS

Secretario General de la Obra de San Pedro Apóstol

La misión de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol es recordar al pueblo cristiano que la formación del clero local concierne a todo bautizado, que está llamado a contribuir a ella con la oración, el trabajo y las ofrendas.

Carmen Morcillo Sánchez, ODN

Misionera en Bolivia

Es un regalo muy grande del Señor sentirme enviada por Él y poder compartir mi vida con tantos hermanos, hermanas, aprender de tantas y tan ricas culturas; todo un privilegio de mi Dios, al que agradezco cada día.

Papa Francisco

Los anunciadores son un poco como los pies del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. No hay anuncio sin movimiento, sin "salida", sin iniciativa. Esto quiere decir que no hay cristiano si no está en camino; no se es cristiano si el cristiano no sale de sí mismo para ponerse en camino y llevar un anuncio.

Bertrand de Bourran

Sacerdote de las Misiones Extranjeras de París en Madagascar

No hay posibilidad de desarrollo sin escuelas. En veinte años hemos construido más de doscientas aulas y todavía hay escasez. La gente tiene confianza en la enseñanza católica.

Las Obras Misionales Pontificias están encargadas de presentar una visión de la Iglesia como una familia, en la que estamos para apoyar a nuestros hermanos y hermanas en cualquier otra parte de la Iglesia, a través de oraciones; y, si necesitan dinero, compartimos lo que tenemos, porque lo que tenemos viene de Dios. Y ellos comparten con nosotros sus oraciones o nos envían sacerdotes o hermanas. Es ese sentido de comunión.

Vincent Lockhart Director Nacional de OMPen Escocia

Poner a Cristo en lo alto de la vida

Gracias a Dios, a pesar del trabajo de oficina y de gestión que conlleva el estar al frente de las Obras Misionales Pontificias de España, puedo dedicar algo de tiempo, no tanto como me gustaría, a la pastoral. Para un sacerdote, poder atender a las personas, dedicar tiempo a la formación cristiana, a la administración de los sacramentos... es muy importante; es el fundamento de la caridad pastoral para la que se nos ha preparado.

Entre las cosas que normalmente puedo hacer está el dedicar algunas horas los fines de semana a confesiones en una parroquia. Es impresionante esta oportunidad de confesar a jóvenes y niños, padres y madres de adolescentes, personas mayores... Son personas normales, que viven en el mundo y se esfuerzan por cumplir con sus obligaciones familiares, sociales, profesionales, civiles... Y, a la vez, luchan por tener una vida cristiana auténtica: muchos acuden a ese sacramento con frecuencia; van a misa todos los domingos y, si pueden, algún día entre semana; dedican un ratico, aunque sea pequeño, a la oración, con sus hijos, en matrimonio e individualmente... ¡Un gran regalo del cielo!

La mayoría centran su vida cristiana en la parroquia, pero se les nota que tienen bien asentados los fundamentos. Han asisti-

do a retiros, encuentros o convivencias que ahora están muy en boga; otros han sido alumnos de colegios de profunda identidad cristiana; la gran mayoría recibieron una formación y una práctica religiosa seria en sus casas.

Quizás no pertenecen a movimientos o realidades eclesiales en la actualidad, pero sí tuvieron en ocasiones relación con instituciones como el Camino Neocatecu-

son hoy –ayudados por la formación y espiritualidad recibida– esa levadura que podrá fermentar la masa de la sociedad; esa luz que llena de confianza y esperanza el mundo que vive en tinieblas; esa sal que es capaz de impedir que nuestro planeta se corrompa por el egoísmo, la soberbia y el individualismo imperante.

Ser cristiano no es solo, aunque también, sembrar paz, frater-

menal, el Movimiento de Schoenstatt, el Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Equipos de Nuestra Señora, Comunión y Liberación, los retiros de Emaús... Realidades de las que aprendieron lo que hoy están viviendo y transmitiendo.

Por eso, doy gracias a Dios por estos instrumentos de los que se está valiendo para que la fe sea de verdad misionera. Cuando vemos una sociedad cada día más secularizada, cada día más apartada de la verdad de Dios, hay instituciones en la Iglesia, sin duda inspiradas por el Espíritu Santo para la realidad actual, que tienen un grande y serio compromiso con la evangelización y la transmisión de la fe. Como sacerdote, da mucha alegría ver a esta gente joven que

nidad, solidaridad, amistad. Estas virtudes o valores, como se dice ahora, no son una realidad exclusivamente de fe. Todo hombre o mujer de bien debe aspirar a ello. El plus del cristiano en la transformación de este mundo es hacer presente al Señor en la vida ordinaria de los hombres, en las relaciones humanas, en la vida social, en el ámbito de la familia, del trabajo, del ocio. Poner en la cumbre de toda realidad humana a Cristo y el Evangelio, queriendo que Él brille, sea conocido y amado.

Estas personas se comportan como verdaderos misioneros y estas instituciones, las mencionadas y las que no he podido mencionar, ¡están haciendo posible que la misión sea, hoy también, una realidad viva en la Iglesia!

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TRIBUNA
El Espíritu Santo impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad.

Por primera vez en dos décadas, los cristianos de Irak están viviendo una Pascua sin tener el miedo permanentemente amarrado al cuerpo. Es una lenta resurrección, ciertamente, la que está viviendo este colectivo, antes minoritario, pero, tras 20 años de barbarie y brutalidad, ahora directamente diezmado a conciencia.

La lenta resurrección de los cristianos en Irak

Estas semanas pasadas han podido disfrutar en algunos lugares del martirizado Irak de la reapertura al culto de algunos templos que habían sido vandalizados. Como el monasterio Deir Mar Mikhael (monasterio de San Miguel), ubicado a 6 kilómetros al noroeste de Mosul, en el norte del país, que acaba de celebrar su primera misa dominical en todo este tiempo. Como un mal recuerdo queda lo vivido, una concatenación de hechos trágicos, violentos, irracionales. Empezando por la invasión estadounidense de 2003, a la que se opuso el papa san Juan Pablo II en un desesperado intento por frenar la estrategia de la

coalición internacional que, con la excusa de desmantelar un arsenal de armas de destrucción masiva que nunca apareció, consiguió acabar con el régimen del dictador Sadam Huseín. De sus cenizas surgiría en toda la zona una ola de fundamentalismo yihadista que acabaría cristalizando en el Estado Islámico y su política de terror desde su ascenso en 2014, cuando logró ocupar vastas zonas del país y de la vecina Siria.

Fue una etapa traumática para la región y de estupor para la comunidad internacional, impotente ante una situación en que la barbarie era retransmitida a través de las redes sociales. Y el objetivo

prioritario de aquella saña volvieron a ser los cristianos, que huyeron en desbandada de Mosul y la llanura de Nínive hacia el Kurdistán o el extranjero, fundamentalmente a Estados Unidos.

Hoy, cuando festejan la reapertura al culto del monasterio, y seis años después de la derrota del Estado Islámico, solo una cincuentena de familias (de las 50.000 personas que habitaban la zona) ha regresado. Solo la esperanza de un futuro mejor tras el infierno vivido anima un tanto los sentimientos de los que han regresado y podido celebrar, por fin, la Pascua en un templo que se erige en símbolo de resistencia.

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Utilizado por los terroristas del Estado Islámico como refugio (por lo que también sufrió bombardeos), almacén y arsenal para producir explosivos, recibió graves daños. Como en otros templos, sus figuras fueron decapitadas y utili-

zadas para practicar el tiro. Ahora, esa eucaristía representa el inicio de la reconstrucción del monasterio; una etapa que, como señaló el papa Francisco durante su histórico viaje a Irak, en 2021, supone “el momento de reconstruir no solo

los edificios, sino, ante todo, los vínculos que unen comunidades y familias, jóvenes y ancianos”.

Un futuro comprometido

Hace 20 años, los cristianos eran 1,5 millones de los 25 millones de iraquíes. Hoy, de una población estimada en unos 40 millones, la cifra oscila entre los 150.000 y los 300.000. “Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan inhumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas –musulmanes, cristianos, los yazidíes, que han sido aniquilados cruelmente por el terrorismo, y otros– desalojadas por la fuerza o asesinadas”, lamentó el Papa en aquel viaje.

El futuro de la comunidad cristiana autóctona, con una historia de vida de 2.000 años a sus espaldas, anterior al islam, ha quedado muy comprometido con la pérdida de más de un millón de cristianos. Cierto que su éxodo no comenzó con la persecución del Estado Islámico, sino con la invasión de 2003, el conflicto civil iraquí, entre 2009 y 2010, y las revueltas árabes de 2011. Pero los yihadistas le dieron la puntilla, poniéndolos en el centro de su represión. Lo relató ante el Parlamento Europeo, en 2016, el archimandrita Emanuel Youkhana, líder de los cristianos asirios: “Tienen en su punto de mira a todo aquel que no comparta su ideología, pero los yazidíes y los cristianos son sus objetivos principales. Echan a las personas de sus casas, esclavizan a mujeres y niñas, bombardean y saquean las iglesias... Más de 120.000 cristianos fueron expulsados de sus casas y pueblos en la llanura de Nínive y en Mosul”.

“La trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Oriente Medio, es un daño in-

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calculable no solo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás. En efecto, un tejido cultural y religioso tan rico de diversidad se debilita con la pérdida de alguno de sus miembros, aunque sea pequeño”, señaló Francisco en su viaje de tres días a Irak. Al igual que sucede con los cristianos en el país de Jesús, en Tierra Santa, donde la presión de los colonos judíos, apoyados por el Gobierno israelí, y las dificultades para establecerse y conseguir un empleo les fuerzan al exilio, el futuro de los cristianos en Irak, Siria o Líbano está deslizándose por una pendiente que amenaza su pervivencia. Lo han denunciado con claridad, a finales de abril, representantes de esas Iglesias cristianas en Chipre, en donde participaron en el simposio “Arraigados en la esperanza”, con motivo del décimo aniversario de la exhortación postsinodal Ecclesia in Medio Oriente. “No es casualidad que los cristianos estemos allí, en Oriente Medio. Tenemos vocación, pero también necesitamos ser ayudados, escuchados, acompañados por la Madre Iglesia. Hay que apoyar a los cristianos para que no se vayan, hay que ayudarlos para que no emigren. Será realmente grave que Oriente Medio se vacíe de cristianos y que las raíces del cristianismo ya no estén allí”, se quejó amargamente el patriarca de Bagdad de los Caldeos, el cardenal

Un apoyo prioritario

En este sentido, el cardenal, que en su día abogó por la celebración del Sínodo para la región, el cual tuvo lugar en Roma en 2010, considera que, desde entonces, “vivimos en otro mundo”. E incluso valorando también el ges-

to que supuso el viaje de Francisco a Irak, el Documento sobre la fraternidad humana de Abu Dabi y el encuentro con el gran ayatolá del país Al Sistani , que sirvió para trenzar lazos con las ramas enfrentadas del islamismo, estima que no es suficiente. Se necesita algo más, según señaló durante ese congreso en entrevista con Vatican News. “Todos hablan de derechos humanos, pero no se nos trata igual que a los musulmanes, con los mismos derechos y deberes. En lugar de crear Estados democráticos y civilizados, han levantado barreras”, lamenta, para, a continuación, reclamar “un apoyo diplomático y político, incluso externo, hacia los cristianos, hacia los que ahora existe una persecución, aunque discreta, no pública,

que se traduce en que a un cristiano se le impide ejercer su ministerio, o se le ocupa su casa, o se le amenaza para evitar que sea secuestrado. Persecución no es solo matar a alguien...”.

Según el cardenal Sako, “la historia nos dice que los cristianos han dado mucho a sus países, pero ahora el mundo ha cambiado, y pagamos por una política occidental

equivocada”, y recalca que en su país “somos menos de medio millón; mañana podemos ser 300.000, incluso menos. Las familias se dividen entre Irak y Occidente, y se ayuda a la gente a irse, no a quedarse. Hoy estamos perdidos, decepcionados y sin fuerzas”.

En ese mismo simposio, el prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, Mons. Claudio Gu-

18 misioneros NÚM. 235, MAYO DE 2023 IGLESIA A FONDO

gerotti, reconoció “la responsabilidad de los occidentales en la desestabilización de Oriente Medio, con nuestra tendencia a exportar nuestra cultura y exigir que sus pueblos adapten sus vidas a ella”. Un mea culpa que, más allá de las disculpas expresadas a los representantes de los cristianos de la martirizada zona, pasa por un “apoyo prioritario” a su gente, porque la Iglesia no puede permitirse perder “la presencia, la herencia, el testimonio y, sobre todo, la fe de los cristianos de Oriente Medio”, por lo que intervendrá con ayuda financiera.

En este aparente cambio de ciclo, de pasar de la resignación y el exilio a la denuncia y la presencia reivindicativa, que casa bien con las demandas del cardenal Sako, podría encuadrarse el reciente toque de atención a las autoridades iraquíes efectuado por el Consejo de Nínive, un órgano ecuménico formado por los obispos de la región, que ha anunciado un posible boicot de las próximas elecciones por parte de los cristianos. ¿La razón? Que se respeten las cuotas legales a las minorías para que puedan tener una adecuada representación. Y es que, ya durante las elecciones de 2018, los cinco escaños reservados a los cristianos –y a los que puede votar el conjunto de la población– fueron instrumentalizados por formaciones políticas de tendencia chií y kurda para colocar a diputados alineados con sus estrategias políticas.

Veremos si, al igual que ha sucedido con estas primeras eucaristías celebradas en templos que habían sido vandalizados, los cristianos son capaces también de mover la piedra de la tumba en la que la mayoría de la población los mantiene encerrados desde hace mucho más de dos décadas.

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El 25 de mayo se celebra el Día de África. Una oportunidad para presentar y analizar los logros alcanzados y los retos que superar por este continente diverso y por su gente, que se mueve entre la desigualdad, la corrupción, la miseria y la violencia, por un lado, y motivadoras realidades alcanzadas y de futuro, por otro.

Hay muchas Áfricas. No es lo mismo la realidad cultural de un país magrebí, como Marruecos o Túnez, que la de los pueblos que viven en las selvas de Congo Brazzaville o Gabón. Como tampoco se puede comparar la férrea dictadura de Eritrea con la sólida tradición democrática de Botsuana. Ni la potente economía de Sudáfrica con la del paupérrimo Burundi. Hay países que solo han conocido guerras desde su independencia, como Su-

dán (incluyendo su vecino Sudán del Sur), y otros que han sido siempre una balsa de aceite, como Tanzania o Mauricio. En África se cuentan algunos de los países de mayor crecimiento económico, y también los más pobres del mundo.

Formado por 54 naciones (55, si incluimos el Sáhara Occidental), que suman 1.300 millones de habitantes, es actualmente el segundo continente más poblado de la tierra y el que crece a un ritmo más elevado. Nigeria, con casi 200 millones de habitantes en nuestros días, adelantará a Estados Unidos en población en los próximos años y pasará a ser el tercer país más poblado del mundo, tras China e India. Naciones como la República Democrática del Congo, Etiopía y Egipto andan ya en torno a los 90 millones de habitantes cada uno.

Un crecimiento que no llega a todos

Durante las dos últimas décadas, las instituciones económicas internacionales han pasado de considerar a África como la última de la fila a ponerla en el cuadro de honor de los alumnos más aventaja-

dos. Según datos actualizados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de los diez países del mundo con tasas de crecimiento más elevadas, seis son africanos: Libia (17%), Senegal (8,1%), Níger (7,3%), R. D. del Congo (6,7%), Ruanda (6,7%) y Costa de Marfil (6,5%). Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) señalaba, en febrero de este año, a cinco naciones africanas entre las economías que crecen a un ritmo más rápido: Angola, Etiopía, Nigeria, Kenia y Sudáfrica. En los últimos 20 años, este vigoroso crecimiento económico ha contribuido a mejo-

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rar la salud y la educación publicas, y a reducir en gran medida la pobreza en varios países, donde se consolida una clase media que antes apenas existía.

Pero hay que tener en cuenta que la realidad de África es muy heterogénea y que entre sus 54 países hay una fuerte diversidad en niveles de renta, dotación de recursos, desarrollo de infraestructuras, niveles educativos y sofisticación técnica. Por ejemplo, aunque según la OCDE hay 400 empresas en el continente con ingresos anuales superiores a los 1.000 millones de dólares, aproximada-

mente la mitad de ellas se concentran en Sudáfrica, lo que indica que los empresarios no están distribuidos uniformemente por el continente.

África atrae inversiones extranjeras, pero las infraestructuras son un problema: en muchos de sus territorios no hay acceso a la electricidad de manera estable, ni tampoco buenas redes de transporte y telecomunicaciones. Otros datos macroeconómicos invitan también a relativizar el optimismo. Por ejemplo, el Producto Interior Bruto (PIB) de todos los países de África combinados, según datos

de 2022, fue inferior al de Brasil, y la participación africana en el comercio mundial sigue sin superar el 2%. Además, hay naciones con excelentes indicadores económicos, como Nigeria, que en 2022 tuvo el mayor PIB de África, pero donde la riqueza está repartida de forma muy desigual entre su enorme población. Y huelga decir que otros factores –sobre todo, la corrupción y la inseguridad– frenan muchísimo los avances económicos y no raramente acaban desanimando a los inversores, que no acaban de decidirse a la hora de empezar proyectos.

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El auge de China es un factor importante. Las tres últimas décadas, como potencia emergente, el gigante asiático ha necesitado afianzar su vigoroso crecimiento económico con nuevos vínculos más allá de su vecindad asiática, y África ha atraído su interés por ser una gran fuente de materias primas y un enorme mercado. Las empresas chinas no dejan de in-

vertir en nuevos sectores en multitud de países africanos, donde ponen en marcha infraestructuras muy necesarias, pero muchas veces con contrapartidas comerciales que arruinan a empresas africanas que no pueden resistir la competencia de los productos chinos, mucho más baratos, aunque de menor calidad, como es el caso de las empresas textiles. En este cam-

po, China supera ya con creces a Europa, el socio tradicional de África, y también a Estados Unidos, con el que China está enzarzada en una lucha por la supremacía mundial. El país norteamericano no se resigna a dejarse ganar la partida, y sigue aumentado su comercio y su inversión en África, donde –a diferencia de China–pone condiciones sobre buen gobierno, funcionamiento de instituciones públicas y respeto a los derechos humanos.

Desafíos socioeconómicos

Hay muchas formas de comprobar si un país progresa económicamente. Si uno va a un supermercado en una ciudad de Uganda, de Kenia o de Camerún, encontrará fácilmente una gran variedad de productos alimenticios de buena calidad y a precios ase-

26 misioneros NÚM. 235, MAYO DE 2023

quibles, producidos en el país por empresas locales que crean empleo y que incluso invierten en otras naciones vecinas. Si se hace lo mismo en un supermercado de Bangui (República Centroafricana), a duras penas se conseguirá hallar esos mismos artículos producidos localmente, con excepción tal vez de algún paquete de azúcar o de cerveza. Todo es importado. Y esto no solo ocurre en países pobres. Nos encontraremos con el mismo

fenómeno en las estanterías de un supermercado de Gabón o de Guinea Ecuatorial, considerados como naciones de ingresos medios, gracias a su pertenencia al club de productores de petróleo.

A diferencia de otros continentes, África no tuvo revolución industrial. Ha habido algunos pequeños avances en años recientes, sobre todo en la última década, en la que la industrialización de 37 países ha aumentado, como señala el Banco Africano de Desarrollo. Pero, de nuevo, los mejores clasificados no están en el interior del continente. Los seis primeros puestos en este despegue industrial los ocupan Sudáfrica, Marrue-

simas por transferir fondos, o en un banco africano, y estos factores influyen mucho cuando una empresa tiene que decidir si se embarca en un proyecto económico en una nación africana. Por desgracia, la pandemia del Covid-19 y la guerra en Ucrania han obstaculizado muchos de estos progresos.

A pesar de los buenos indicadores macroeconómicos generales, según datos del World Population Review, nueve de los diez países más pobres del mundo siguen estando en África: Burundi, Somalia, Mozambique, Madagascar, Sierra Leona, República Centroafricana, Liberia y Níger. En el ranking de la mortalidad infantil, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala, después de Afganistán, a nueve naciones africanas como las menos afortunadas: Somalia, República Centroafricana, Sudán del Sur, Chad, Níger, Mozambique, República Democrática del Congo y Sierra Leona. El cambio climático afecta a África como a ningún otro continente, y muchas familias que ya no pueden vivir de la agricultura terminan por emigrar a las ciudades, en busca de oportunidades que cada vez son más difíciles de encontrar, asentándose en suburbios de miseria donde abundan el paro y la delincuencia.

cos, Egipto, Túnez, Mauricio y Esuatini (la antigua Suazilandia). Otros países han intentado ir a la zaga de estos alumnos aventajados, sobre todo Yibuti, Benín, Mozambique, Senegal, Etiopía, GuineaConakri, Ruanda, Tanzania, Ghana y Uganda. Pero hay una gran diferencia de precio, por ejemplo, a la hora de comprar cemento importado o producido localmente, o entre invertir los ahorros en un banco extranjero, que cobra comisiones altí-

En otro orden de cosas, África ha realizado progresos alentadores en sectores públicos cruciales, como la educación y la sanidad públicas. Hay países donde hace años la polio era endémica y hoy prácticamente ha desaparecido, gracias a las campañas masivas de vacunación. El sida, que en los años 80 y 90 del siglo pasado arrasó pueblos enteros en naciones como Uganda, Kenia y Tanzania, hoy se ha frenado, gracias a programas que garantizan que las personas infectadas de VIH reciban regularmente me-

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dicamentos antirretrovirales. Y cada vez son más los Gobiernos africanos que invierten seriamente en educación, haciendo que al menos la etapa primaria sea gratuita y universal. En bastantes países africanos, las universidades crecen como hongos, y en varias de sus facultades la paridad entre hombres y mujeres es ya un hecho.

La paz, entre realidad y espejismo

En la primera década del siglo actual, una oleada de euforia de paz recorrió el continente. Uno a uno, se fueron apagando numerosos conflictos: Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Burundi, nor-

ma de un acuerdo de paz en noviembre de 2022, pero el país sigue viviendo fuertes tensiones internas. El reciente enfrentamiento en Sudán, que ha eclosionado el pasado 15 de abril en Jartum entre dos facciones del Ejército enfrentadas, se ha extendido por otras zonas del país y amenaza con desestabilizar a otras naciones de la región.

te de Uganda, Angola, Sudán... Gracias a procesos de negociación que terminaban en acuerdos de paz, parecía que la paz florecía, por fin, a lo largo y ancho del continente. El panorama, sin embargo, ha cambiado a peor durante los últimos años. Hay conflictos que se han cronificado desde hace décadas y que no parecen tener vías de solución inmediata, como son los casos de Somalia, República Democrática del Congo y Libia. Otras guerras más recien-

tes cumplen ahora diez años: Malí, República Centroafricana y Sudán del Sur.

En otros países, el yihadismo –que ha desplazado su centro de gravedad de Oriente Medio a África– golpea fuerte, sobre todo en Burkina Faso, Nigeria, Mozambique y Níger. En la zona oeste de Camerún, anglófona, el conflicto separatista no termina de apagarse. La guerra que estalló en la provincia norteña del Tigray, en Etiopía, en 2021, acabó con la fir-

La advertencia de Paul Collier, en su libro El club de la miseria, de que los países pobres que salen de un conflicto tienen muchas posibilidades de recaer en la violencia a los pocos años parece confirmarse. Las guerras hacen ir marcha atrás a naciones que han realizado grandes progresos, y provocan además un enorme sufrimiento humano. Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), África es el continente con el mayor número de refugiados y desplazados internos a causa de los conflictos: 30

28 misioneros NÚM. 235, MAYO DE 2023 PRIMER PLANO

millones, lo que representa un tercio del total mundial.

Democracia, una planta de difícil crecimiento

Desde los años de las independencias, solo dos países africanos han tenido de forma constante un sistema de democracia multipartidista: Botsuana y Senegal. En los años 70 y 80 dominaron los regímenes militares y los sistemas de partido único, y solo a partir de la mitad de la década de los 90 la democracia empezó a abrirse paso tímidamente. Pese a los grandes progresos realizados desde entonces, la democracia, el buen gobierno y el respeto por los derechos humanos parecen ser árboles que echan raíces difícilmente. “En nuestros países no existe el pluralismo –me dijo hace pocos años el filósofo ruandés Laurien Ntezimana–; el líder habla y todo el mundo tiene que seguir sus consignas”. Muchas naciones nominalmente democráticas son,

en la práctica, sistemas de partido único, basados en el clientelismo político, y no es extraño que se formen incluso partidos de oposición que en realidad son financiados por el poder para ofrecer una imagen falsa de pluralismo.

Los golpes de Estado, que parecían ser ya historia, han vuelto a entrar en escena. En 2021 y 2022, hubo asonadas militares en Sudán, Malí, Guinea-Conakri, Chad y Burkina Faso. Y en las últimas décadas, se han multiplicado los casos de países africanos que han modificado sus Constituciones para eliminar los límites a los mandatos presidenciales, convirtiendo a sus dirigentes, en la práctica, en presidentes vitalicios. En otros de gran tradición democrática, como Senegal, se viven actualmente momentos de gran tensión ante las próximas elecciones previstas para 2024, en las que el actual presidente intenta presentarse a un tercer mandado. Un factor importante es el gran desarrollo que la sociedad civil ha conocido en las últimas décadas en muchos países, y que actúa como contrapeso a los abusos del poder.

En el campo de la geoestrategia, África sigue siendo un tablero de ajedrez. Hoy la lucha de influencias se libra entre potencias occidentales y Rusia, que busca desesperadamente aliados en África. La empresa de mercenarios Wagner se ha implantado cómodamente en países como Malí y República Centroafricana, donde además de ser el primer socio militar, ejerce una poderosa influencia en medios de comunicación y redes sociales, muchas veces difundiendo noticias falsas, y tiene mano libre para obtener beneficios en sectores como la minería y la explotación de la madera.

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

urgiendo de una tradición que las ha colocado en una situación de inferioridad, durante las últimas décadas las mujeres africanas están adquiriendo autonomía en todos los campos de la vida, ocupando cada vez más espacios de poder. Salvo excepciones, en cualquier país africano hoy las aulas de todos los niveles educativos están llenas de mujeres. Han crecido también los movimientos que luchan por conquistar más espacios de igualdad y, sobre todo en las ciudades, hay más activismo femenino y las mujeres ganan más derechos. En el campo político, aunque muchos países han aprobado leyes en favor de la paridad, sigue habiendo grandes diferencias: no es lo mismo el Parlamento de Ruanda, donde hay más mujeres que hombres, que el de República Centroafricana, que apenas tiene 16 diputadas en una Asamblea Nacional de 144 escaños.

Muchas veces, sin embargo, estas conquistas sociales tienen lugar en las ciudades, y en el campo la mujer sigue siendo la que más trabaja y la que menos oportunidades tiene. Baste pensar que, según datos de la OMS de 2020, seis países africanos siguen en estado de "alerta máxima" en cuando al número de muertes de mujeres durante el embarazo o el parto: Somalia, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Chad y Sudán.

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El olvidado:protagonista la mujer africana El olvidado:protagonista la mujer africana

La violencia contra los pueblos indígenas, lo mismo que la lucha por defenderlos, marca la vida de América Latina desde el inicio de la colonización. Uno de los ejemplos de sufrimiento perpetuado en el tiempo es el dolor que vive el pueblo yanomami, víctima de un auténtico genocidio que el Gobierno de Bolsonaro escondió e impulsó. Y he aquí, igualmente, un ejemplo de la actitud comprometida por parte de la Iglesia.

Los yanomami son víctimas de una situación muy compleja, pero que no es nueva y ha sido denunciada en innumerables ocasiones. Las causas son la minería ilegal, sostenida por la violencia, que ha hecho habitual ver cadáveres flotando en los ríos, y el abandono de la salud indígena, que ha aumentado exponencialmente los casos de malaria y desnutrición. Los relatos de los líderes indígenas son espeluznantes, exponiendo casos de explotación sexual por parte de los mine-

por el crimen organizado llegado de otras regiones. Una violencia que se reproduce en la ciudad de Boa Vista, capital del estado, y que tiene como consecuencia una sociedad cada vez más dividida y omisa. Una violencia, también, que desde hace más de 50 años ha sido denunciada por el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), la entidad de la Iglesia católica en Brasil que siempre ha sido ejemplo de compromiso y solidaridad con los pueblos originarios en todo el país, hasta poderse decir que con el

ros ilegales, incluso de menores, y la muerte violenta de mujeres indígenas, encaminada a la desaparición de los pueblos originarios y sus culturas.

De hecho, las estadísticas dicen que el 70% de las mujeres asesinadas en los últimos años en el estado brasileño de Roraima –donde vive gran parte del pueblo yanomami– murieron en las minas ilegales de oro; una realidad forjada en la violencia y controlada

tiempo se convirtió en una referencia para otros países y otras Iglesias de América Latina.

Mayor agresividad

Los pueblos indígenas no siempre fueron tratados con el merecido respeto en los diferentes países de América Latina y el Caribe; una actitud que continúa en algunos lugares, lo que pone en tela de juicio los derechos humanos y constitucionales en esos países y su capaci-

INFORME

dad de proteger a todos sus ciudadanos. Es un elemento que debería estar presente en todas las legislaciones, pero sabemos que no es así.

En Brasil esa ha sido una actitud presente en los últimos años, dándose un aumento significativo de la violencia contra los pueblos indígenas, con un ensañamiento cada vez mayor, con invasiones y ataques contra comunidades y líderes, así como un incremento de conflictos, que son reflejo del ambiente institucional de ofensiva contra los derechos constitucionales de los pueblos originarios. Desde 2016 el Gobierno brasileño no ha delimitado ningún territorio indígena, ignorando la protección de los ya establecidos, lo que contraviene la propia Constitución.

Es común en estos últimos años la invasión de territorios indígenas demarcados, a lo que se unen los ataques contra las comunidades y líderes autóctonos. Los más recientes datos conocidos, relativos a 2021, hablan de 305 casos contra 226 tierras indígenas en 22

de los 27 estados en que se divide Brasil. Son episodios que hacen referencia a invasiones contra las posesiones, explotación ilegal de recursos y daños al patrimonio, perpetrados por mineros ilegales, madereros, cazadores, pescadores y falsificadores de documentos de tierras.

La situación más grave en los últimos años ha sido la invasión de 20.000 mineros ilegales en la tierra indígena yanomami, que ha provocado un clima de terror y muerte, incluso de niños. Ellos emplean armamento pesado, algo denunciado, pero ignorado, por el anterior Gobierno brasileño, que promovió la minería ilegal en tierras indígenas, prohibida por la Constitución del país. Inclusive, estos mineros fueron los propagadores del Covid-19 entre los habitantes originarios. Es una situa-

ción que el actual Gobierno de Lula da Silva está combatiendo desde el primer momento, pero que no resulta fácil de abordar, dado el aislamiento de la región, que además es fronteriza con Venezuela, lo que posibilita la huida de aquellos a quienes se puede calificar como verdaderos delincuentes.

Posición firme y samaritana

Ante esta situación, la Iglesia católica se ha posicionado con firmeza. En el último mes de fe-

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INFORME VIOLENCIA CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS

brero, el arzobispo de Manaos Leonardo Steiner, el “cardenal de la Amazonía”, se hizo presente, en nombre del papa Francisco y de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, para visitar a los indígenas yanomami, mostrar-

les solidaridad y alentar los caminos que ya están emprendiendo las organizaciones indígenas y la Iglesia católica. Con voz firme y profética, dejó claro que “sin la retirada de la minería, sin la reestructuración de la sanidad, el pueblo yanomami no tendrá futuro”. Una oportunidad para pedir unidad dentro de la Iglesia y con la sociedad, y empeñarse en evitar que mueran más niños indígenas, que son la riqueza y el futuro de los pueblos. Desde ahí, el cardenal Steiner llamó a dar los pasos necesarios para abrir procesos de denuncia contra los responsables de este genocidio contra el pueblo yanomami; y, junto con eso, a vivir este momento difícil y desafiante desde una experiencia de fe y con un sentimiento de esperanza.

El arzobispo de Manaos ve esa esperanza en una Iglesia atenta y dispuesta a ayudar a los indígenas, una Iglesia presente en medio de estos pueblos. Algo que considera

un enorme paso adelante y que está presente en el hecho de que hoy existe un Ministerio de los Pueblos Indígenas, dirigido por los propios indígenas, y la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), que también está capitaneada por ellos.

Para avanzar en medio de tantas dificultades y persecuciones, el cardenal pide que Dios dé audacia y valor a quienes realizan su misión en medio de los pueblos indígenas, buscando unirse a ellos y darles protagonismo, impulsar su cultura y forma de ser, explorando, junto con ellos, soluciones, tam-

bién en diálogo con el nuevo Gobierno, pero sabiendo que este no lo hace todo.

En este sentido, la Iglesia tiene el reto de presionar a favor de los pueblos indígenas como testimonio del Evangelio, desde una actitud samaritana. Una Iglesia que cree en la fuerza de los pequeños y que en Roraima siempre ha vivido en tensión, estando del lado de estos; una Iglesia que, recordando las palabras de Pedro Casaldáliga, el fallecido misionero claretiano y obispo de São Felix do Araguaia, está llamada a vivir en la esperanza.

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La postura de la Iglesia es clara: retirar la minería ilegal de la tierra indígena yanomami y de todos los territorios indígenas demarcados, y reestructurar la sanidad, hoy prácticamente inexistente en muchas de esas regiones. Todo ello,

buscando poder llevar aliento y ayuda. De cara al futuro, resulta inaceptable una catástrofe semejante con respecto a los pueblos originarios como la que está ocurriendo con el pueblo yanomami. Para ello, es necesario abrir los ojos para ver

la necesidad de estar más cerca como Iglesia; una cercanía que también debería formar parte de la agenda del Gobierno.

Se trata de ser solidarios ante la necesidad de aquellos que sin duda son hijos e hijas de Dios, que son los cuidadores ancestrales de la casa común, verdaderos maestros en ecología integral, pero que han sido tradicionalmente desasistidos por el poder público. De ahí la necesidad de mostrar cercanía y crear puentes entre la Iglesia católica, las organizaciones indígenas y el poder público para hacer posible que estos pueblos puedan seguir viviendo, pero, sobre todo, puedan vivir y vivir bien, una amenaza actual, que, según los dirigentes indígenas, se concreta en cuatro elementos: la minería ilegal, la desnutrición, el hambre y la malaria.

Minería que mata

En Brasil, como en muchos países de América Latina, estas situaciones no son nuevas, denuncian los propios indígenas. Ellos reconocen el apoyo histórico que les ha dado la Iglesia de Roraima; al mismo tiempo, sus organizaciones se sienten más estructuradas para enfrentar las amenazas. Con relación al pueblo yanomami, esas organizaciones dicen que gran parte de este pueblo está muerto espiritualmente debido a la destrucción de la selva, asesinatos y ataques de todo tipo que sufren, humillaciones, violaciones, robos de niños, suicidios, todo ello como consecuencia de la minería ilegal, lo que ha llevado a 120 comunidades Yanomami a una situación de grave calamidad.

Los dirigentes no dudan en afirmar que “es la minería la que está matando, que está en el territorio indígena y en la ciudad”, insistiendo en que “la minería

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Mons Leonardo Steiner

INFORME VIOLENCIA CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS

está bañada en sangre”, algo que está ocurriendo a la vista de todos en el estado brasileño de Roraima. Por ello, no dejan de pedir, como lo han hecho en todas las instancias, incluso gubernamentales, el retiro inmediato de los mineros ilegales, así como la protección del territorio y de los líderes indígenas. Algo que no será fácil, pues se trata de un conflicto en el que están implicados el poder político y económico de una región claramente antiindígena. Ante ello le han suplicado a la Iglesia: “Ayúdennos, no nos dejen pasar más por esta situación. Ahora ya saben por lo que estamos pasando”.

El anterior obispo de la diócesis de Roraima, Mons. Mário Antônio da Silva, decía en su despedida de la diócesis que “la causa de la vida de los pueblos indígenas fue asumida como proclamación de la dignidad humana y, a veces, con la denuncia de aquello que negaba el Evangelio y los derechos humanos”. En aquel momento apuntó a que, “en los últimos tres años, el dragón devorador de la minería ha vuelto a tomar fuerza y avanza con toda la ferocidad y el poder de las organizaciones criminales sobre la tierra yanomami”, recordando los constantes ataques, crímenes y muertes causados por la minería. Algo que calificó en su día como “una vergüenza para nuestro país” y que “nos hace sentir en el corazón el sufrimiento y la muerte que están viviendo los yanomami y la naturaleza”.

Mons. Mário Antônio denunciaba también “la omisión y responsabilidad del Gobierno Federal, que, en lugar de cumplir con su papel constitucional en la defensa de los pueblos indígenas y sus tierras, patrimonio de la Unión, alienta las invasiones y pone en la agenda del Congreso Nacional el

proyecto de ley que legaliza la minería en tierras indígenas”, enumerando las graves consecuencias de esto. Ante tal realidad, invitó a todos a unirse en la defensa y garantía de la vida y el territorio del pueblo yanomami, a no estar de acuerdo con la minería en tierras indígenas, a defender y cuidar nuestra casa común.

Es una Iglesia que el 21 de enero de 2023 expresó “nuestra solidaridad con el pueblo yanomami y

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Hna Mary Agnes Njeri Mwangi

nuestro repudio al genocidio de al menos 570 niños, debido al caos instalado en los últimos años en cuanto a la falta de asistencia a la salud indígena, los altos niveles de malaria, desnutrición y contaminación por mercurio, causados por la minería ilegal en el territorio indígena durante el período del (des)gobierno anterior y su necropolítica”. Diciendo también que apoyan las medidas del Gobierno Federal, esperan “medidas que resuelvan esta situación, como el retiro de la minería de esas tierras, siempre en defensa y promoción de la vida”. Un ejemplo más de una profecía iniciada hace mucho tiempo y que la Iglesia de Roraima no quiere dejar morir.

Esta situación la denunciaron con fuerza los obispos del Regional Norte 1 de la Conferencia Na-

cional de Obispos de Brasil, que ese último 21 de enero hicieron pública una nota de indignación y solidaridad ante la situación que vive el pueblo yanomami. Los obispos se decían “consternados y profundamente indignados”: “Estamos viendo las imágenes de los cuerpos esqueléticos de niños y adultos del pueblo yanomami en el estado de Roraima, resultado de las acciones genocidas y ecocidas del anterior Gobierno Federal, que liberó las tierras indígenas ya reconocidas para la minería ilegal y la extracción de madera, que destruyen la selva, contaminan las aguas y los ríos, generan enfermedades, hambre y muerte. Más de 570 niños han perdido ya la vida”.

LUIS MIGUEL MODINO Misionero de la OCSHA

En la presencia de la Iglesia entre los indígenas hay ejemplos de misioneros y misioneras que han gastado su vida en su acompañamiento y defensa. Uno de estos ejemplos es la Hna. Mary Agnes Njeri Mwangi, misionera de la Consolata nacida en Kenia, por cuyas venas corre sangre yanomami, el pueblo con el que ha vivido desde que llegó a la Amazonía brasileña en el año 2000.

Su misión es vista por la religiosa como "una presencia de consuelo, y de defensa de la vida". Según ella, "también ha sido una presencia de ser mujer entre mujeres", algo que se ha concretado en el trabajo con ellas, en los encuentros en diferentes regiones del territorio yanomami. A su lado aprendió a "a ser una mujer de esperanza y resiliencia, a empezar siempre de nuevo, porque aquí la vida es muy ajetreada".

"Cuando la vida parece no existir –señala Mary Agnes–, siempre está la mano de Dios que sale a nuestro encuentro, y volvemos a empezar. He aprendido mucho de esta manera de estar siempre dispuesta a volver a empezar, a construir, a hacer algo nuevo, a superarme, a tener calma, constancia y amor en la convivencia". La religiosa insiste en "estar siempre presentes, cerca de la gente, y colaborar en todo lo que podamos". Y junto a eso, seguir luchando y uniendo fuerzas con la gente de bien.

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U n a m i s i o n e r a c o n s a n g r e y a n o m a m i

conectad @ s

DESDE 1918 YSUMANDO

Gracias a este post visitamos Koribeni, en el mítico Alto Urubamba (Perú). Allí los dominicos atienden a cinco comunidades campesinas y 20 nativas; en total, 15.000 personas. Escuelas, internados, centro médico...

MISIONEROS DOMINICOS Instagram @selvasamazonicas

"PONTE

DESDE ÁFRICA

Rosangela e Isabel Ocariz se conocieron hace muchos años en Chad. Hoy, la primera sigue allí y la segunda está en Camerún. Mientras el mundo debate sobre la inteligencia artificial (p. ej.), ellas siguen cumpliendo su "misión".

MISIONERAS COMBONIANAS MADRID Twitter @MisionerasComb1

#PAZ

O lo que es lo mismo: "Usar las armas para resolver los conflictos es signo de debilidad y fragilidad. Negociar, proceder a la mediación e iniciar la conciliación requiere valentía". Un tuit que da en la diana.

PAPA FRANCISCO Twitter @Pontifex_es

SUDÁN EN EL CORAZÓN

Un post para explicar la situación, llamar a la solidaridad y alertar de que se han abierto "largas y peligrosas rutas de huida hacia Chad, Sudán del Sur y Etiopía, de las que se están aprovechando las mafias".

MISIONES SALESIANAS Instagram @misionessalesianas

La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y de #VocacionesNativas ha servido como broche de oro al mes de abril. Le han puesto rostro los padres Jorge y Jesús, vocación local y misionero, respectivamente, en Mozambique.

OMP ESPAÑA Twitter @OMP_ES

EN CAMINO"

Timor Oriental

Más de 100.000 euros para la formación de seminaristas

oeste, Nusa Tenggara, una de las 33 provincias que reúnen, en total, a las 17.500 islas que, sembradas por el sudeste asiático y Oceanía, conforman Indonesia.

Agridulce descolonización

Para llegar a esa ciudad, desde Lisboa y por vía aérea, tendríamos que recorrer 14.400 kilómetros en línea recta. Y si lo hiciéramos en coche, ¡ni te cuento! El rodeo sería mucho mayor. Después de atravesar Europa toda: Portugal, España, Francia, Alemania, Polonia; luego, Rusia, Kazajistán, Kirguistán...; y más tarde, China, las dos Coreas, Vietnam, Malasia...; tras viajar 22.500 kilómetros –primero, en coche; luego, en barco–, habríamos llegado, por fin, más allá del quinto pino, hasta donde da la vuelta el aire. Casi, casi, al fin del mundo. Allí está Dili, la capital de Timor Oriental.

Timor, Timur en lengua malaya, quiere decir “el Este”. Y es muy cierto que está en el más remoto este. En el oriente lejano. El

territorio, así bautizado –un “gran cocodrilo varado en el océano”, según la mitología local– es la más oriental de esa cadena de islas que forman el llamado arco de Banda, prolongación del cinturón de fuego del Pacífico. Allí surge Timor, 500 km al norte de Australia, y al sur de las antiguas Molucas, rodeada de arrecifes de coral. La isla es poco mayor que el territorio de Galicia: 30.780 km2. Mide 476 km de larga. Y tiene 102 km de anchura máxima. Está sembrada de bosques tropicales y viejos volcanes... Solo en Timor Oriental florecen 2.500 especies de plantas diferentes.

Hoy, a consecuencia de la colonización europea, Timor es una isla partida por la mitad. A Timor Oriental corresponden 14.874 km2 de la extensión mencionada. Y al

Los portugueses fueron los primeros en llegar a Timor. Arribaron en 1512, atraídos por la perfumada madera del sándalo; y también por el clavo, la nuez moscada, la canela y otras preciadas especias. Más tarde, en 1640, llegaron los holandeses, ahora conocidos como neerlandeses. Lo hicieron “camuflados” bajo el manto de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, la primera multinacional que en el mundo ha sido.

Llegados a Timor, los neerlandeses se pusieron manos a la obra. Su primera labor: empujar a los portugueses hasta arrinconarlos en el oriente de la isla. Durante 200 años, la sobredicha empresa, establecida en múltiples latitudes de todo el mundo, propiciaba pingües beneficios a sus socios. Así, hasta que, en 1799, llegó la bancarrota. Entonces, el Gobierno de los Países Bajos se hizo cargo de todo el imperio colonial de la Compañía.

Al calor de la Revolución de los Claveles –25 de abril de 1974–que finiquitó los más de 40 años del régimen salazarista portugués, comenzó a soplar, en todas las colonias lusitanas, el

AYUDAMOS A... NÚM. 235, MAYO DE 2023 misioneros 45

viento bravo y feliz de la independencia y la libertad. También hasta Timor llegó la agridulce brisa de la descolonización. Pero, al poco, tal sueño se truncó. Por aquel entonces, la Guerra Fría seguía muy viva. Por eso, Mohammad Suharto, segundo presidente de Indonesia, militar y declarado anticomunista, consiguió, sin ningún reparo, el respaldo de EE. UU., Reino Unido, Australia... Invadió la otra mitad de la isla. Y, tras el asalto, Timor Oriental quedó convertido en una nueva provincia indonesia. El precio de la conversión, altísimo. El país entero quedó sembrado de miles de muertos inocentes.

Las cifras, imposibles de precisar. Pero se estima que, durante los 25 años que Timor Oriental estuvo bajo el yugo de Indonesia, “es probable que la cifra de

150.000 se acerque a la verdad”. Otros estudiosos elevan aún más el tiro de la brutalidad. La violencia ciega –aseguran– se cobró más de 200.000 vidas. La brutal agresión militar de Indonesia a Timor Oriental es calificada como el más elocuente paradigma de lo que es un genocidio.

Gracias a Dios, tras muchos años viviendo de espaldas al problema, la comunidad internacional tomó cartas en el asunto. El propio Pontífice, entonces san Juan Pablo II, viajó a Dili en octubre de 1989. Más adelante, en 1999, el Papa polaco condenó enérgicamente “la violencia que se ha desencadenado con gran furia también contra el personal y las propiedades de la Iglesia católica”. Y pidió “a los responsables de tantos actos de maldad que renuncien a sus intenciones asesi-

nas y destructoras”. Finalmente, deseó vivamente “que Indonesia y la comunidad internacional pongan fin, lo más pronto posible, a las matanzas y encuentren caminos eficaces para responder a las legítimas aspiraciones de la población timorense”.

El papel de la Iglesia local Y así fue: un referéndum de autodeterminación –auspiciado por la ONU– abrió las puertas a la libertad. Al cabo, el 20 de mayo de 2002, Timor Oriental, se convirtió en el primer Estado soberano que nacía en el siglo XXI. Y no solo la ONU. También la Iglesia local ayudó a lograr esa meta.

Durante los duros años de la invasión indonesia, no pocos católicos se jugaron la vida en defensa de país. Hubo una sangrienta represión. Y creyentes que corrieron la peor suerte durante la ocupación. Tal, el caso de las víctimas de la masacre del cementerio de Santa Cruz, en Dili. El 12 de noviembre de 1991 se celebró un multitudinario “homenaje fu-

46 misioneros NÚM. 235, MAYO DE 2023

neral” por el joven Sebastião Gomes, de 18 años, asesinado por la policía indonesia dos semanas antes, cuando estaba refugiado en san Antonio de Motael, la iglesia más antigua de Timor. El Ejército indonesio disparó a quemarropa contra los jóvenes indefensos que llegaban en procesión al cementerio para honrar a su compañero. Al menos 271 perdieron la vida. Otros 386 resultaron heridos. Hubo 250 desaparecidos y decenas de detenidos.

La inmensa mayoría de los ciudadanos de Timor Oriental son católicos, el 95,95%. La población suma 1.385.000 habitantes. Tres obispos: el cardenal Virgilio do Carmo da Silva, SDB, arzobispo de Dili; Norberto do Amaral, titular de Maliana; y Leandro Maria Alves, obispo electo de Baucau, capitanean una Iglesia que tiene 127 sacerdotes diocesanos, 173 sacerdotes religiosos, 790 religiosas y 84 religiosos, que gastan sus días en sostener y alentar la fe en las 65 parroquias, 7 estaciones misioneras con sacer-

dote y otras 144 sin sacerdote que hay en la isla.

Cuatro seminarios

Y la ayuda que sigue necesitando Timor Oriental no solamente llega de la Iglesia local. También, de muchos otros católicos que, a pesar de la distancia, no han olvidado el valioso ejercicio de la fraternidad cristiana. El año pasado, los creyentes españoles, a través de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, enviaron a ese país subsidios por valor de más

de cien mil euros: exactamente, 110.426,74 .

Cuatro centros han sido los beneficiarios de esa solidaridad. Tres pertenecen a la archidiócesis de Dili: el seminario menor de Nuestra Señora de Fátima, que ha recibido 16.878,81 para educar a 190 alumnos; el propedéutico deSan Juan María Vianney, con 33.517,57 para formar a 113; y el mayor de San Pedro y San Pablo, donde se forman 307 futuros

sacerdotes, con 53.153,80 . El último seminario beneficiado –menor–, con 6.876,56 , está en la diócesis de Maliana. En esos cuatro centros están siendo formados 665 aspirantes al sacerdocio. La mayor parte, 610 alumnos, en Dili, y los 55 restantes en Maliana. Como era de esperar, tanto los obispos de Timor como el director de OMP en la isla, P. Bento Barros Pereira, han agradecido de todo corazón la fraterna solidaridad de los católicos españoles.

TOMÁS TAMARREDO

Si estás interesado en realizar un donativo, puedes hacerlo en el número de cuenta ES25 0075 0204 9506 0006 0866 También, accediendo a la página web www omp es y pinchando en la opción "Colabora"

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