Misioneros Nº 169

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Nยบ 169 N O V I E M B R E Aร O 2016

EDITADA POR LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

TERCER MILENIO


Nº 169. NOVIEMBRE, 2016

TERCER MILENIO EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33 E-Mail: dir.nal@omp.es http://www.omp.es http://www.domund.org

coeditores AGUSTINOS RECOLETOS Paseo de La Habana, 167. 28036 Madrid. Tel. 91 345 34 60 COMPAÑÍA DE JESÚS Avda. de la Moncloa, 6. 28003 Madrid. Tel. 91 534 48 10 COMPAÑÍA MISIONERA DEL SAGRADO CORAZÓN Estocolmo, 9. 28022 Madrid. Tel. 91 313 56 40 FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARÍA Cardenal Marcelo Spínola, 38. 28016 Madrid. Tel. 91 302 61 99 MISIONERAS DE NUESTRA SEÑORA DE ÁFRICA (HERMANAS BLANCAS) Asensio Cabanillas, 39. 28003 Madrid. Tel. 91 553 82 60 MISIONEROS CLARETIANOS Clara del Rey, 6. 28002 Madrid. Tels. 91 415 23 61 y 91 415 21 99 INSTITUTO ESPAÑOL DE MISIONES EXTRANJERAS Ferrer del Río, 17. 28028 Madrid. Tel. 91 726 84 27 MERCEDARIAS MISIONERAS DE BÉRRIZ Fereluz, 2. 1ª A 28039 Madrid. Tel. 91 571 63 03 MISIONERAS CRUZADAS DE LA IGLESIA Madre Nazaria, 7. 28044 Madrid. Tel. 91 525 32 04 MISIONERAS DE CRISTO JESÚS Peñuelas, 18. 5º A. 28005 Madrid. Tel. 91 517 41 78 MISIONERAS DOMINICAS DEL ROSARIO General Kirkpatrick, 44. 28027 Madrid. Tel. 91 367 36 71 MISIONEROS ESPIRITANOS Santa Engracia, 149. 1º B. 28003 Madrid. Tel. 91 554 21 57 Olivos, 12. 28003 Madrid. Tel. 91 553 36 16 MISIONEROS DE MARIANNHILL Arturo Soria, 249. 28033 Madrid. Tel. 91 359 07 40 MISIONEROS DEL VERBO DIVINO Corazón de María, 19. 5º B. 28002 Madrid. Tel. 91 415 43 55 MISIONEROS OBLATOS DE MARÍA INMACULADA Diego de León, 36. 28006 Madrid. Tel. 91 411 12 12 Pozuelo de Alarcón, Madrid. Tel. 91 352 34 16 PADRES BLANCOS Liebre, 25. 28043 Madrid. Tel. 91 574 04 00 SOCIEDAD DE MARÍA - MONFORTIANOS Garabay, 7. 2º. 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid). Tel. 91 677 69 11 SOCIEDAD DE MISIONES AFRICANAS Asura, 34. 28043 Madrid. Tel. 91 300 00 41

en este número... IGLESIA A FONDO La persecución desatada en China contra los cristianos en los tiempos de Mao llevó a muchos fieles a la clandestinidad y a romper relaciones con la Santa Sede. Pero algo en nuestros días está cambiando.

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PRIMER PLANO El camino hacia la paz emprendido por el presidente Santos en Colombia no ha contado con la aprobación en referéndum del pueblo. Toca ahora replantear el proceso.

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INFORME Las ex repúblicas soviéticas de Georgia y Azerbaiyán recibieron a comienzos del otoño la visita del Papa. Un viaje con el que la Santa Sede pretendía favorecer el diálogo entre culturas y religiones.

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y además... 7 TRIBUNA Misioneros por el mundo

10 EL OBSERVADOR NICARAGUA - INDIA MÉXICO - MYANMAR

20 ASÍ VA EL MUNDO EGIPTO - VENEZUELA LIBIA - FILIPINAS

36 ENTREVISTA

José María Cantal, misionero de África en Argelia

41 ANIMACIÓN MISIONERA 45 CARISMAS Sociedad del Divino Salvador (Salvatorianos)

48 CULTURA Las mujeres de la India rural, alma de una "tierra de sueños".

54 EN EL OBJETIVO 56 MISIÓN VIVA

Ramón Delgado,

misionero en Togo


EDITORIAL

Dios llora

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o dijo el papa Francisco en una de sus siempre aleccionadoras homilías en Santa Marta: “Dios llora”. Y si nos preguntamos por qué, la respuesta sería: “Por lo que hacen sus hijos”. La verdad es que, si miramos al mundo que nos rodea, veremos rápidamente que motivos no le faltan, porque la humanidad no cesa de dárselos. El hombre no deja de matar. Ahí están los 500.000 muertos de la guerra de Siria o los 167.000 que el año pasado se contabilizaron en conflictos como los de Irak, Yemen, Somalia, Libia, Afganistán, Nigeria, República Centroafricana, Sudán...; o las víctimas de las eufemísticamente llamadas situaciones de violencia de “baja intensidad”, como las de México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Egipto, Chad, Camerún, Níger, Filipinas o Pakistán. Un cúmulo de enfrentamientos que dan lugar a lo que el Papa ha calificado de Tercera Guerra Mundial “por partes” o de “belicismo globalizado”, que se alimenta de la avaricia, la ambición de poder, las estrategias geopolíticas, la intolerancia..., y que se ha instalado en nuestras sociedades, hasta el punto de llevarnos a aceptar estas situaciones con total indiferencia: “¡A mí que me importa!”. El hombre mata implacable, sin miramientos, con lacras como el hambre, que amenaza con acabar lenta y cruelmente con la vida de

795 millones de personas, mientras no nos cansamos de repetir –como una letanía que mascullamos sin asumirla– que en el mundo hay alimentos para dar de comer a todos los habitantes de la Tierra. Entre tanto, el 20% de la humanidad, que depreda el 80% de los recursos del planeta, no hace prácticamente nada por cambiar sus hábitos de vida y de consumo; no hace prácticamente nada

personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causa de la violencia y la falta de posibilidades para sobrevivir. Son estampados contra muros, ahogados en el mar, hacinados en campamentos de indignidad o magullados y rasgados por afiladas vallas. Esta es nuestra solidaridad con el migrante, con el forastero; nuestro modo de restituir la dignidad a quien la ha perdido.

El hombre mata implacable con lacras como el hambre, que amenaza con acabar lentamente con la vida de 795 millones de personas. para que haya un mejor reparto de los bienes materiales, que acabe con unas estructuras de pecado –y de mercado– que permiten que el 1% de la población mundial posea tanto como el 99% restante. Se impone la sostenibilidad, pero, sobre todo, se hace fundamental una justicia que haga de la alimentación y del acceso al agua derechos universales para todos los seres humanos. “Unamos nuestras fuerzas, morales y económicas –ha dicho Francisco–, para luchar juntos contra la pobreza que degrada, ofende y asesina a tantos hermanos y hermanas, poniendo en acto políticas serias para la familia y el trabajo”. Asimismo, el ser humano mata, en la desesperación, el abandono y el rechazo, a esos 65 millones de

Dios llora, sin duda, “por la humanidad que no comprende la paz que Él nos ofrece, la paz del amor”; pero el hombre ni se inmuta. En alguna ocasión, el papa Francisco nos ha pedido “llorar”, “reaccionar ante el belicismo”, ante tanto abuso e injusticia y “abandonar la postura de Caín, que, tras asesinar a Abel, no derramó ninguna lágrima”. Sin esta sensibilidad hacia nuestros hermanos, sin este compromiso y solidaridad hacia el otro, difícilmente sentiremos la necesidad de “reforzar los pasos vacilantes” y sacar el coraje por la misión, por “retomar el gusto de gastarse por el Evangelio” para que el hombre comprenda esa paz que Dios nos ofrece.

EDITA: Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL DE OMP: Anastasio Gil DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rosa Lanoix, Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, TERCER MILENIO José Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, Israel Íñiguez, Modeste Munimi, José Ramón Carvallada, María Jesús Sahagún, Carmina Sofía Fernández, Juana Gómez, Joaquín Martínez, Juan Lázaro Sánchez, Vicente Marqués Ruiz ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos FOTOGRAFÍAS Efe, Missio SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36


TRIBUNA

Misioneros por el mundo Por D. Anastasio Gil.

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Director Nacional de OMP

bras Misionales Pontificias (OMP) considera absolutamente necesario y de justicia mostrar ante la opinión pública la labor, sin adjetivos, que los misioneros españoles realizan en el mundo. Conocer la entrega de cada uno de ellos es un privilegio que no puede quedar reservado a unos cuantos. Si la sociedad española rinde este reconocimiento a tantas personas que se significan por la excelencia de su trabajo, no menos justo es desvelar los tesoros que se esconden en la sencillez de aquellos que, en silencio, están sirviendo a la humanidad con los más necesitados. Los medios de comunicación son muy sensibles a estos testimonios. Sin ellos nuestra sociedad estaría ayuna de tanta maravilla como es capaz de realizar el ser humano. Esta es la razón por la que la cadena 13TV y OMP han acordado trabajar juntos para ofrecer una nueva edición de Misioneros por el mundo. Hombres y mujeres dignos de la primera página de un periódico o de la primera noticia en un telediario. Los ciudadanos estiman no solo la labor de estos testigos elocuentes de la fe, sino las propias personas de los misioneros. Tal vez sea uno de los grupos sociales más valorados, aunque sea escaso el reconocimiento público que reciben.

En su mayoría protagonizan una vida sencilla, oculta y silenciosa, que se resisten a desvelar. Su entrega se ve enriquecida por la humildad de hacer y servir, sin llamar la atención. Pero la sociedad tiene derecho a conocer cómo Dios se vale del aparentemente escaso relieve de estas personas para hacer el bien. Ha llegado la hora de “pregonar” estas vidas, sin que para ello sea precisa una acción extraordinaria o que la oportuna celebración de una jornada misione-

mostrar cómo estas personas proponen la fe de la Iglesia, con audacia y claridad, sin caer en la tentación de imponerla o de occidentalizar otras culturas. Cada programa se ajusta a estas premisas. Por desgracia solo aparecerán unos pocos, y únicamente en algunos países de Asia, África y América. Son unos tenues indicadores de los miles de misioneros que gastan su vida al servicio del Evangelio, en la mayoría de los casos con arrugas en el rostro por el paso

La sociedad tiene derecho a conocer cómo Dios se vale de esas vidas sencillas, ocultas y silenciosas de los misioneros para hacer el bien por todo el mundo. ra lo demande. Es la hora de “hacer ver” aquello que tal vez está en penumbra, que existe aunque no se vea, pero que tiene la entidad de un tesoro escondido. Desde hace años, en la sede de OMP se trabaja para estar informados de la situación de los cerca de 13.000 misioneros españoles repartidos por el mundo. El contacto con ellos es fluido y confidencial. Sabemos dónde está la noticia, dónde está ese “tesoro escondido”. Con su permiso, se ofreció esta información a 13TV, para que pudiera narrar esta realidad con total veracidad. Ambas instituciones coincidieron en la necesidad de

del tiempo y con el pelo canoso por el amor entregado a manos llenas. A ellos hemos de agradecerles que hayan ofrecido su testimonio para que podamos contemplar el derroche de amor de Dios hacia los más desfavorecidos, y que hayan vencido la tendencia a permanecer ocultos. Gratitud porque, tan pronto llegaron los reporteros, se pusieron a su disposición y les abrieron las puertas de su hogar. Gratitud a los comunicadores que han tenido la sabiduría profesional de introducirse en el interior de cada uno para mostrar en pantalla la belleza de la fe y el entusiasmo de su amor. NÚM. 169, NOVIEMBRE DE 2016

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IGLESIA A FONDO

La Santa Sede y China podrían volver a establecer relaciones diplomáticas plenas, 65 años después Tan grande como 19 Españas: 9.600 millones de km2. Así es el país más poblado de la Tierra. 1.375 millones de almas viven en él, la quinta parte de la humanidad. Eso es China: un país gigantesco, desconocido, lejano, profundo y misterioso para la mayoría de los occidentales –aunque cada vez menos–, en el que también hay muchos seguidores de Jesús. ¿Cuántos? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Porque la prohibición y persecución desatada contra los cristianos en los viejos tiempos de Mao empujó a muchos creyentes a la clandestinidad. Pero en nuestros días algo está cambiando.

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REPÚBLICA POPULAR CHINA

Los tiempos están cambiando

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as relaciones diplomáticas entre Roma y Pekín (ahora, Beijing) se rompieron en 1951. Años más tarde, en 1957, nació la Asociación Patriótica de Católicos Chinos. Recurso que se sacaron de la manga los dirigentes chinos para tener controlados a los católicos. Hubo quienes pasaron por el aro. Y quienes no. Desde entonces, la Iglesia católica china está dividida en dos. De una parte, los católicos “oficiales” (controlados por el Estado), que serían el 60%: unos 7 millones. Y, por otra,

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los católicos “ilegales” fieles a Roma, que viven “bajo tierra” y que serían el 40% restante: otros 5 millones. Aunque las cifras, a este respecto son bastante resbaladizas, en la China de nuestros días, habría unos 12 millones de católicos (entre legales y clandestinos) y 60 millones más de protestantes. Otras fuentes barajan cifras más altas. Dicen que, sumados todos los cristianos, podría haber, en total, entre 70 y 100 millones de creyentes. Pero, en su conjunto, el panorama es confuso y difícil de precisar.


Con más certeza sabemos que, en todo el país, hay 138 diócesis. Que están dirigidas por 79 obispos “oficiales”. Y que, de ellos, el 90 % ya han sido reconocidos por el Vaticano. Pueden, por tanto, ejercer su ministerio en plena comunión con el Papa. Pero muchas diócesis no tienen obispos que las dirijan. Y otras necesitan reajustar su territorio a la nueva división administrativa del país. El número de obispos clandestinos, por esa su propia condición, es mucho más incierto. Se estima que pueden ser alrededor de 50, o quizá más. También se sabe que más del 60% de los obispos ha cumplido los 75. Y que el 50% de los pastores tienen más de 80 años. Se trata de un episcopado con pocos jóvenes y muy marcado por el envejecimiento. Los sacerdotes oficiales son más de 2.200. Hay 19 seminarios apro-

bados por el Gobierno. En ellos estudian más de 1.300 seminaristas. Los que lo hacen en seminarios no aprobados (clandestinos) serían unos 800. También, en China, habría unas 5.200 religiosas. Alrededor de 2.000 serían clandestinas. Hay unos 40 noviciados oficiales y otros 20 noviciados clandestinos. Y, desde 1980, han sido abiertas más de 5.000 iglesias y capillas.

Perseguidos Sin embargo, la persecución contra la Iglesia clandestina sigue en pie. Algunas fuentes señalan que unos 18 obispos y 19 sacerdotes estarían actualmente en prisión o “desaparecidos”. Todavía hoy, los católicos chinos sufren continuo acoso y viven en condiciones muy difíciles: desde 2013, Zhejiang, la provincia con mayor número de creyentes, ha sufrido

una polémica campaña en la que se han derribado cerca de 1.500 cruces e incluso algunas iglesias. Para comprender la situación, hemos de remontarnos más atrás. En tiempos de Mao Zedong, las autoridades fueron implacables contra los cristianos. El “Gran Timonel” quiso limpiar el triunfante Partido Comunista de voces críticas y eliminar a sus rivales. Había surgido mucha contestación dentro de las filas del propio régimen. Bajo la bandera de la “revolución permanente”, Mao llamó a todos los jóvenes del país a combatir y destruir “las cuatro antiguallas”: las costumbres, las tradiciones, la cultura, el pensamiento. Así, además de llevar adelante la matanza de personas, fueron destruidos libros, pinturas, edificios, templos... Y, por más de 10 años, se congeló el estudio y la reflexión sobre

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la cultura china y sobre todas las religiones. Quedaron interrumpidas las relaciones con universidades y comunidades internacionales, entre ellas, las Iglesias, y también con el Vaticano. Roma hubo de cerrar su Nunciatura en 1951. Aunque nadie lo dice públicamente, todos los chinos señalan a esa siniestra época de locura colectiva como la década del gran caos. Con el fin de borrar del mapa a sus adversarios, Mao puso en marcha, el infausto 16 de mayo de 1966, la llamada “Revolución Cultural”. Revolución que costó la vida a casi dos millones de seres humanos. Y que envió a los campos de trabajos forzados y de reeduca16 misioneros

ción a otros cuatro millones de compatriotas. Muchos de los responsables políticos que hoy rigen los destinos de China también pasaron por ese trance. Medio siglo después, los hijos de la Revolución Cultural gobiernan China. El propio Xi Jinping, actual presidente de la República Popular y secretario general del Partido Comunista, tiene en su haber el paso por uno de aquellos campos de reeducación. Ahora se ha cumplido, en efecto, el 50 aniversario de aquella penosa Revolución Cultural. Pero las autoridades chinas han optado por pasar deprisa y corriendo, sin decir ni mu por tan redondo cumpleaños. Ni un artículo en los medios ni

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una información en la televisión han evocado aquel acontecimiento. Tampoco en Occidente nuestros pensadores se han gastado mucha tinta en esa cuestión. Nadie ha querido echar más leña al fuego evocando la “hazaña” maoísta. Y es que el pueblo chino todavía navega entre dos aguas. La restauración de las normas maoístas, incluyendo el resurgimiento del culto a la personalidad por parte de Xi, dice el historiador independiente Zhang Ufang –que también es el hijo de un ministro–, “plantea temores entre la gente: piensan que los malos espíritus de Mao no han desaparecido y podrían regresar”.

Aumentan los cristianos A pesar de todos esos temores, la agencia Fides señala que, durante la última Pascua, fueron celebrados unos 20.000 bautismos (exactamente 19.615) en varias comunidades católicas de la China continental. Según las estadísticas, por noveno año consecutivo, el número de bautizados ha aumentado


I GPLRE ISM I AE RA PF LOANN DO O

respecto al año anterior. La mayoría de los bautizados son adultos. China podría pronto llegar a ser el país con mayor número de cristianos de toda la Tierra. Lo decía, a finales del pasado mes de marzo, la BBC, haciéndose eco de las declaraciones hechas por Fenggang Yang, director del Centro de Religión y Sociedad China, radicado en una acreditada universidad de Indianápolis, en Estados Unidos. “En 2030 –había dicho– habrá 247 millones de seguidores de Jesús”. De lo que no cabe duda es de que ya son más esos seguidores de Jesús que los del Partido Comunista Chino, que ronda los 60 millones de militantes. Según parece, los tiempos están cambiando, también para la religión, en el país más poblado del mundo. Bien lo prueba este dato: en tiempos de Juan Pablo II, el avión del santo Papa polaco –viajero infatigable donde los haya– nunca obtuvo permiso de las autoridades chinas para surcar los cielos por su espacio aéreo. Por eso, siempre hubo de rodear –rumbo a Filipinas, por ejemplo– la República Popular China. Ahora, no. El papa Francisco ya tiene licencia para surcar el cielo chino. Y cuando lo hace, aprovecha la ocasión para dejar caer un saludo cordial a su presidente y a todo el pueblo chino. El pasado mes de febrero, en la primera entrevista concedida a un periódico chino, Francisco lanzó otro mensaje conciliador para la nueva China emergente: “Tengo gran admiración por China”, dijo a Asia Times. “Es un gran país que tiene mucho que ofrecer al mundo. Más que un país, una gran cultura que atesora una inagotable sabiduría”. El Pontífice aprovechó la ocasión para expresar al presidente Xi Jinping y a todo el pueblo chino sus buenos deseos para el año nuevo,

que comenzaba el pasado 8 de febrero, bajo el signo del mono. Es la primera vez en la historia que un Papa endereza este tipo de mensajes a un mandatario chino. Pero no es la primera que el Santo Padre trabaja por el diálogo y la distensión: durante sus viajes a Corea, a Filipinas, a Cuba, a Estados Unidos... Siempre que ha tenido ocasión, el papa Francisco ha subrayado ante los periodistas su amor y fervor por China y su pueblo. En esta línea conciliadora también hay que interpretar el hecho de que la Santa Sede no haya nombrado un nuevo nuncio en Taiwán, dejando el puesto vacante, tras el nombramiento del anterior, monse-

ñor Russell, como nuncio apostólico en Turquía y Turkmenistán.

Tendiendo puentes A lo que parece, Francisco se ha tomado muy en serio el apelativo de “Sumo Pontífice” que acompaña a su condición de Papa, haciendo buen honor al significado original de tal título: pontifex, “hacedor de puentes”. Ayer, trenzó lazos entre Cuba y EE UU. Y ahora, en esas está con la nueva China de Xi Jinping. El papa Francisco ha dicho que, más que “temer”, hay que “tener” la valentía de encontrarse. “Occidente y Oriente, también China –dice–, todos tenemos la capacidad de mantener el equiliNÚM. 169, NOVIEMBRE DE 2016

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brio de la paz y la fuerza de ponerlo en acto. Debemos encontrar el camino, siempre a través del diálogo, no existe otra vía”. Francisco, en fin, ha retomado y asumido las aspiraciones de su antecesor: Benedicto XVI también deseaba la unión de todos los católicos de la República Popular. En 2007 escribió una importante carta pastoral a todos los católicos chinos, haciendo un llamamiento al perdón mutuo entre los miembros de la Iglesia patriótica y la clandestina. Con todo, eso no quiere decir que no haya gruesos problemas que resolver entre Beijing y Roma, con asignaturas pendientes como la del nombramiento de obispos. En esas está trabajando, más en la sombra, pero, a lo que se ve, con muy buenos resultados, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede. Ahora sabemos que, en18 misioneros

En más de una ocasión el papa Francisco ha subrayado su amor y fervor por China y su pueblo. tre China y el Vaticano, está al caer un nuevo acuerdo sobre ese delicado asunto. Y que ese entendimiento llegará antes de diciembre. Roma quiere poner fin al vacío de poder en más de la mitad de las diócesis chinas, que no tienen quien las dirija o están regidas por obispos mayores de 75 años. Según la agencia Reuters, en diciembre se reunirá la máxima autoridad de la llamada “Iglesia patriótica”. La última reunión de la Asamblea Nacional de Representantes Católicos, en 2010, desencadenó la excomunión de tres obispos de esta Iglesia estatal, y el Vaticano quiere evitar un nuevo enfrentamiento con Beijing y eludir un posible cisma entre los fieles.

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Si bien por el momento el restablecimiento de relaciones diplomáticas no está encima de la mesa, impera el optimismo en lo que concierne a esta cuestión del nombramiento de obispos. El pasado mes de agosto, Beijing permitió que delegados del Vaticano se reunieran con los ocho obispos chinos que fueron ordenados irregularmente. Resultado de ese encuentro: que Roma, ahora, está dispuesta a reconocer a cuatro de ellos. Aparte de los pastores de las diócesis de Chengde, Harbin y Puqi, también se incorporará a la Iglesia fiel al Vaticano el obispo de Kunming, Joseph Ma Yinglin. El reconocimiento por Roma de


De generación en generación

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ara muestra de las muchas trabas con las que tropiezan los creyentes en el país que, curiosamente, produce más biblias en todo el mundo, el elocuente testimonio del padre Miguel, ahora sacerdote. Dice que, cuando él era muchacho, "el Gobierno pasaba destruyendo todo material religioso, como biblias, cruces, iconos, libros... [Había que obedecer a Mao Zedong: borrar y barrer todas las "antiguallas"]. A pesar de

este último es importante, por cuanto que este prelado es presidente de la Conferencia Episcopal del país y vicepresidente de la Asociación Patriótica Católica, organizaciones ambas que rinden cuentas al Gobierno chino. Durante un reciente encuentro episcopal celebrado en Pordenone, cerca de Venecia, sobre la figura del también cardenal Celso Costantini, primer delegado vaticano en Beijing durante los años 20, el cardenal Parolin dio por hecho la existencia de “una nueva época en las relaciones China-Santa Sede”. Y añadió que “hay muchas esperanzas para un nuevo ciclo. Y no solo en beneficio de los católicos de la tierra de Confucio, sino para todo el país, una de las grandes civilizaciones del planeta”. Lo más importante, indicó, es que “se ha abierto un camino, se han retomado contactos” y se está

avanzando “para poder llegar realmente a un acuerdo satisfactorio para todos, creo que –precisó– con la buena voluntad de ambas partes”. “Me animaría a decir que todo esto beneficiará también a una ordenada, pacífica y fructífera convivencia de los pueblos y de las naciones, en un mundo, como el nuestro, lacerado por tantas tensiones y conflictos”, subrayó el secretario de Estado vaticano. El cardenal quiso concluir destacando que “las esperadas nuevas y buenas relaciones con China –¡incluidas las del ámbito diplomático, si Dios lo quiere!– están concebidas por el bien de los católicos chinos y por el bien de todo el pueblo de China”. Todo empuja a creer que, en un plazo relativamente breve, este país y la Santa Sede habrán restablecido sus relaciones diplomáticas. JUAN DE VILLACOBOS

ello, mi padre guardó una cruz. Y la colgó en la pared de nuestra casa. Esa cruz estaba tapada con su sombrero. Y así la mantuvo durante mucho tiempo, aun a sabiendas de que, con ello, se arriesgaba mucho. Ahora, yo conservo aquella cruz como un tesoro". El P. Miguel cuenta que la fe católica, en China, es transmitida, principalmente, a través de las familias: "De padres a hijos, de generación en generación. Así pasó en mi familia. La iglesia más cercana estaba a diez kilómetros de mi casa. Yo soy católico por la pura gracia de Dios". NÚM. 169, NOVIEMBRE DE 2016

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PRIMER PLANO

COLOMBIA: FRENAZO A LA PAZ Colombia quiere la paz. Pero no la paz que el presidente Santos y las FARC han acordado en La Habana tras cuatro años de negociaciones. Esto es, al menos, lo que dijo el pueblo en el plebiscito que tuvo lugar el pasado 2 de octubre. Tras ese inesperado varapalo, Santos, galardonado poco después con el Nobel de la Paz, trata de reconducir el proceso. El tiempo juega en su contra: su mandato expira en 2018.

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“¿Q

ué pasa si gana el «no»?”, le preguntó el 4 de septiembre el diario El País a Juan Manuel Santos. El Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) acababan de alcanzar el acuerdo definitivo y solo faltaba la ratificación del mismo en una consulta popular; de ahí la pregunta. La respuesta del mandatario abruma por su simplicidad y contundencia. “Muy sencillo: se devuelve la guerrilla a la selva y continúa el conflicto armado”. Santos, realmente, no creía lo que decía. Pero tampoco esperaba perder el plebiscito que convocaba. Y eso es, precisamente, lo que ocurrió ese 2 de octubre: que el pueblo dijo “no” a la paz. Mejor dicho, “no” a “esa” paz. Y ese “no” ha dejado a la sociedad colombiana desorientada y sumida en la incertidumbre. Máxime, cuando el mandato del actual inquilino de la Casa de Nariño expira en 2018 y el ex presidente Álvaro Uribe, contrario a negociar desde un primer momento, se postula ya en el horizonte para tomar el relevo. Pero vayamos por partes.

El acuerdo Los negociadores del Gobierno, liderados por Humberto de la Calle, y los de las FARC, conducidos por su líder, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, alcanzaron el acuerdo definitivo a finales de agosto. Cuatro años llevaban en La Habana diseñando el rumbo que debía seguir la Colombia del futuro, exenta de guerras, con menos pobreza y más justicia social. El documento con el que se sellaba la paz lleva fecha del 24 de agosto y consta de 297 páginas. Se trata, obviamente, de un texto farragoso y lleno de tecnicismos y términos

legales y jurídicos, no apto para el común de los mortales. De ahí que el Gobierno colombiano lo explicase didácticamente al pueblo en una web: http://www.acuerdodepaz.gov.co. Resumiendo mucho, en La Habana se firmó lo siguiente: 1) Un “Acuerdo sobre el cese el fuego bilateral y definitivo”, es decir, la firma de la paz propiamente dicha. Por él las FARC se comprometen a poner fin a los ataques armados, la extorsión, el secuestro y el narcotráfico, y a integrarse paulatinamente en sociedad. Debían para ello entregar las armas a la ONU en un plazo máximo de seis meses. (Naciones Unidas se encargaría de la destrucción, y con los restos se construirían tres monumentos: uno en Colombia, otro en Cuba y el último en la sede de la ONU en Nueva York). Los ex combatientes debían ingresar temporalmente en 22 “zonas veredales” y seis campamentos. 2) Un “Acuerdo de participación política”. Esto es, se permite que las FARC puedan hacer política tras su desarme. En caso de que no obtuviesen los votos suficientes para obtener representación parlamentaria en las dos próximas legislaturas (a partir de 2018), este documento les garantizaba cinco escaños en el Congreso y otros cinco en el Senado. También se garantizaba representación en la Cámara Baja a los territorios más castigados por el conflicto que no la alcanzasen por las urnas. Además, se perseguía con este documento que, en adelante, las elecciones fueran más transparentes y participativas, y que los ciudadanos tuvieran más peso en las decisiones que se toman en sus comunidades y regiones. 3) Un “Acuerdo sobre las víctimas”. Este contempla el resarcimiento de las víctimas, la creación de una Comisión de la Ver-

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dad y la puesta en marcha de una unidad especial para buscar a los desaparecidos. El Gobierno lo explicaba así: “A cambio de contar toda la verdad, reparar a sus víctimas y garantizar que no volverán a delinquir, los responsables [de las FARC] recibirán una sentencia de ‘restricción efectiva de libertad’ de cinco a ocho años, y cumplirán sanciones como hacer infraestructuras, trabajar en el desminado humanitario y contribuir a la búsqueda de los desaparecidos. Quienes no cuenten la verdad irán a prisión hasta por veinte años”. 26 misioneros

Consciente de las críticas suscitadas por la levedad de las penas a aplicar con respecto a la gravedad de los delitos imputados, el Ejecutivo colombiano prefería hacer hincapié en que “todos los responsables de los crímenes más graves” serían sancionados y tendrían que reparar a sus víctimas, y que era “la primera vez en la historia que un grupo guerrillero acepta responder por sus delitos ante un tribunal de justicia nacional”. 4) Un “Acuerdo sobre el problema de las drogas ilícitas”, por el que las FARC renunciaban a sus

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vínculos con el narcotráfico, y el Estado recuperaba los territorios en los que se encuentran las plantaciones de coca. Los campesinos que hubiesen producido hoja de coca no serían tratados como criminales y se les ayudaría a sustituir sus cultivos ilegales por otros legales. Los consumidores tampoco serían perseguidos, sino que recibirían ayuda para poder rehabilitarse. El Estado, por su parte, se comprometía a hacer mejoras en seguridad, carreteras, escuelas y centros de salud en las zonas más afectadas. Y también, a tomar medidas para hacer frente a la corrupción asociada al narcotráfico. 5) Un “Acuerdo de reforma rural integral”, que sentaba las bases para “la transformación estructural del campo”, y con el que se pretendía erradicar la pobreza y que hubiese una mayor igualdad en el mundo agrario. Para ello, se contemplaba una distribución de la tierra de forma equitativa y el acceso progresivo a la propiedad para las personas más vulnerables. Los desplazados por la guerra –se


El presidente Santos, en el momento de emitir su voto. indicaba– podrán volver a trabajar en las tierras que les pertenecen. Y ningún propietario perderá aquellas legítimamente adquiridas. Asimismo, se contempla un “fondo de tierras” (con baldíos, tierras donadas, no explotadas e ilegalmente adquiridas) para distribuirlas gratuitamente entre los sectores más desprotegidos del campo.

preguntaba la gente. “¿Cómo tolerar, encima, que esos asesinos pudieran hacer política desde el Parlamento?”. Se trata de un mensaje facilón, que se vende bien, al apelar a sentimientos primarios –el odio, el revanchismo, la venganza disfrazada de justicia– y hacerlo, supuestamente, en nombre de “las víctimas”, obviando que muchas de ellas se habían mostrado partidarias de la paz negociada por Santos, y pasando por alto, dicho sea de paso, que la eventual vuelta a las armas generará inevitablemente nuevas víctimas. El ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010) y su partido, el derechista Centro Democrático, se opusieron desde un principio a las negociaciones con las FARC. Uribe era partidario de acabar con la guerrilla con las armas. Y en todo momento trató de torpedear el proceso iniciado por quien fuera su ministro de Defensa y sucesor. En

dente, Andrés Pastrana (19982002), quien en su etapa de gobierno fracasó al negociar la paz con esta misma guerrilla. Ambos representan los intereses de los sectores más conservadores: los empresarios, los dueños de la tierra, etc. Los dos ex presidentes, por tanto, Uribe y Pastrana, lideraron la campaña por el “no” y, finalmente, consiguieron ganar el plebiscito. El 50,2% de quienes fueron a votar el 2 de octubre optaron, en efecto, por rechazar los acuerdos, mientras que un insuficiente 49,7% premió con su papeleta el arrojo y la valentía política de Santos, partidario, con esa firma, de pasar página a la historia y de construir una Colombia más justa y equitativa, en la que todos, y no solo unos pocos privilegiados, tengan cabida. Hay que resaltar, a este respecto, que el “sí” a la paz se impuso mayoritariamente en las regiones más golpeadas por la vio-

Los opositores Hasta aquí, en gruesas pinceladas, lo acordado en La Habana. Desde el primer momento, los puntos que más ampollas levantaron fueron los relacionados con la justicia para las víctimas y la participación política de los ex guerrilleros. También eran, por cierto, los más aptos para hacer populismo, por ser los más fáciles de entender por un pueblo harto de violencia. “¿Cómo se podía aceptar que aquellos que habían matado y cometido auténticas atrocidades durante años no fueran encerrados en una cárcel durante décadas e incluso de por vida, y se fueran poco menos que de rositas?”, se

El ex presidente y senador colombiano Álvaro Uribe, firme defensor del “no”. 2014, cuando todo hacía indicar que tanto el Gobierno como las FARC iban en serio, difundió un manifiesto de 68 puntos críticos con las negociaciones. Al concluir el proceso, se le unió otro ex presi-

lencia, mientras que el “no” lo hizo en las menos azotadas. Fueron apenas 54.000 –de un total de 12,5 millones– los votos que separaron a unos y otros. Y hubo, además, y pese a los con-

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PRIMER PLANO

tinuos llamamientos, una participación muy pobre, pues la abstención superó el 60%. Santos tuvo, en este sentido, una derrota por la mínima. Pero se trató, al fin y al cabo, de una derrota. Y una derrota que ha echado por tierra –al menos, provisionalmente– años de denodados esfuerzos. El batacazo, además, se produjo cuando el presidente tenía todo a su favor para ganar: el aparato del Estado, el apoyo prácticamente unánime de los medios de comunicación, el respaldo generalizado de la comunidad internacional y hasta la colaboración de relevantes artistas, deportistas y famosos nacionales. Contaba Santos a su favor también con el rédito mediático de la “escenificación” de la llegada de la paz, representada una semana antes en Cartagena de Indias. El 26 de septiembre, en efecto, Gobierno y FARC, Santos y Londoño, habían firmado oficialmente los acuerdos alcanzados en La Habana, y lo habían hecho ante más de 2.500 invitados nacionales e internacionales, todos ellos vestidos de riguroso blanco –el color de la paz– para la ocasión. Entre los asistentes, 15 jefes de Estado, 27 cancilleres y el secretario general de la ONU,

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Ban Ki-moon. Por parte española acudieron el rey emérito, don Juan Carlos; el ministro de Asuntos Exteriores, Juan Manuel García Margallo; y el ex presidente del Gobierno Felipe González. En representación de la Santa Sede estuvo el secretario de Estado (el “número dos” del Vaticano, para enten-

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dernos), cardenal Pietro Parolin, mientras que el secretario de Estado John Kerry acudió por parte de la Administración estadounidense. Fue el de Cartagena un acto cargado de simbolismo, reconocimientos y peticiones de perdón. Un ejemplo: el bolígrafo de la firma estaba elaborado con una gran bala y llevaba grabada la siguiente inscripción: “Las balas escribieron nuestro pasado. La educación, nuestro futuro”. Un segundo signo: a la bandera de Colombia, amarilla, azul y roja, se le colocó una cuarta franja blanca, para indicar la nueva y esperanzadora etapa que ahora comenzaba. Se entonó el Himno de la alegría, se reconoció el compromiso por la paz de cada contraparte y, por último, el líder guerrillero Londoño hizo una sentida petición de perdón “a todas las víctimas del conflicto, por todo el dolor causado” en los 52 años de guerra. Como


prueba de su compromiso, las FARC habían destruido el día anterior, bajo supervisión de enviados de la ONU, 600 kilos de explosivos. El discurso de Santos fue también muy emotivo, y no faltaron en él los reconocimientos a las víctimas y a quienes más han sufrido en todo este tiempo. El presidente habló del perdón y de la “liberación que da el perdón”, tanto al que lo pide como al que lo concede. Reconoció que el acuerdo era “imperfecto”, pero –añadió– “yo prefiero un acuerdo imperfecto que salve vidas, a una guerra perfecta que siga sembrando muerte y dolor en nuestro país”.

Y ahora, ¿qué? “Y ahora, ¿qué?”, se pregunta medio mundo. ¿Volverán las FARC a la selva a secuestrar y a matar, y continuará por tanto la guerra, como decía Santos al periodista de El País? No parece que vaya a ocu-

rrir nada semejante, al menos a corto plazo. Los guerrilleros siguen dispuestos a negociar, y el presidente Santos –cuya política ha sido respaldada con la concesión del Nobel de la Paz 2016– también está por la labor, como demuestra el hecho de que haya prorrogado por dos veces, hasta final de año por ahora, el cese el fuego bilateral. La presión de la calle –con grandes manifestaciones y acampadas permanentes frente a las sedes del poder, estilo 11-M– es también creciente. Y la comunidad internacional, premios aparte, también está por ayudar, como demuestran los rumores que apuntan a que en los próximos meses Europa podría sacar a las FARC de la lista de organizaciones terroristas. Los primeros pasos para esta nueva andadura ya han comenzado. A mediados de octubre, Uribe y Pastrana entregaron a Santos un documento de 26 páginas con sus propuestas. “Manifestamos ajustes y proposiciones iniciales que deberán introducirse a los textos de La Habana para buscar un nuevo acuerdo de paz que vincule a la totalidad de los colombianos”, dijo Uribe tras ese primer cara a cara, el primero en cuatro años entre los ahora “enemigos íntimos”. Santos le exhortó públicamente a no pedir “imposibles”; le instó a no tratar de conseguir rédito político planteando condiciones leoninas, a sabiendas de que no podrían ser asumidas por las FARC. Así las cosas, ahora le toca a Santos volver a tratar con los guerrilleros. Pero, como ya se ha dicho, el tiempo corre en su contra. ¿Y la Iglesia? ¿Qué ha dicho la Iglesia? Pues en primer lugar, que “nunca ha dejado y nunca dejará de anunciar la paz y de trabajar por ella”. Así lo volvió a repetir en

su último comunicado la Conferencia Episcopal del país, a la conclusión de la Asamblea Plenaria Extraordinaria celebrada en Bogotá tras conocerse el resultado del plebiscito. En esa declaración, los obispos piden al Gobierno y a las FARC “que mantengan indefinidamente el cese de hostilidades”, y a Santos, concretamente, que se muestre receptivo a “las aportaciones” de los opositores. “Este es un momento de responsabilidad y de esperanza; hay que seguir adelante recorriendo juntos los senderos de la reconciliación y de la paz”, dicen los prelados, quienes invitan también a releer el documento Artesanos de la paz, hecho público el pasado mes de julio. Dicho documento, por cierto, termina con un llamamiento al Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla colombiana, para que emprenda también negociaciones de paz con el Gobierno. Pues bien: dichas negociaciones, exploradas y preparadas en secreto durante dos años, son ya una realidad. Comenzaron en Ecuador el 3 de noviembre, y es de desear que lleguen a buen puerto. En lo que va de año, y según datos oficiales, el ELN ha perdido 252 efectivos –entre rendiciones, capturas y muertes en combate– y le han sido decomisadas 8,2 toneladas de explosivos y 1.820 bombas caseras, además de dos toneladas de cocaína y 4,7 de marihuana. Pero, aun así, la guerrilla “guevarista” cuenta todavía con al menos 1.500 miembros, según datos del propio Ejército colombiano. Otras fuentes no oficiales hablan incluso de 4.000 combatientes y el doble de milicianos. El ELN lleva también décadas asesinando, secuestrando y atentando contra las infraestructuras del Estado. NACHO JAVIERRE

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INFORME

"Favorecer el encuentro y el diálogo entre las culturas y religiones diversas, reforzar el camino de la unidad de los cristianos y confirmar a la comunidad católica en la fe". Este fue, según confesión propia, el triple motivo que condujo al papa Francisco a Georgia y Azerbaiyán del 30 de septiembre al 2 de octubre. Ha sido el decimosexto viaje internacional del pontificado, el segundo de un Papa a estos países, tras los de Juan Pablo II en noviembre de 1999 (a Georgia) y mayo de 2002 (a Azerbaiyán).

E

n España, la visita pasó –hay que reconocerlo– sin pena ni gloria. La atención mediática, ese fin de semana, estaba puesta en la crisis interna del Partido Socialista que propició la dimisión de Pedro Sánchez y en el plebiscito de Colombia para la ratificación de la paz con las FARC. Y eso que el viaje tenía su aquel. Acudía Francisco a una región explosiva, con no po-

por el siglo IV. Actualmente, el 84% de sus habitantes son miembros de la Iglesia ortodoxa nacional, mientras que el 4% milita en la Iglesia apostólica armenia y el 2,5% (unos 120.000 fieles) lo hace en la Iglesia católica. Los musulmanes, casi todos de origen azerbaiyano, suponen alrededor del 7%. En Azerbaiyán, en cambio (otra ex república soviética, de 86.600 kilómetros cuadrados y unos diez

cos conflictos fronterizos, étnicos y religiosos. En junio había ido ya a Armenia, donde estrechó lazos con la Iglesia apostólica del país y honró a las víctimas del genocidio cometido por los otomanos hace un siglo. Esta vez le tocaba el turno a los dos países vecinos. Georgia, de 66.700 kilómetros cuadrados y 4,5 millones de habitantes, fue una de las primeras naciones del mundo en adoptar el cristianismo como religión, allá

millones de habitantes), casi el 95% de la población es musulmana. Los cristianos tienen aquí un papel residual. Entre las distintas Iglesias –ortodoxa rusa, ortodoxa georgiana, apostólica armenia y latina– apenas suman 150.000 fieles. En 2015, el número de católicos aquí era solo de 570. A estos dos países, a estas dos ex repúblicas soviéticas independizadas de la Unión Soviética hace 25 años, a este crisol de etnias,

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credos y religiones llegó Francisco el 30 de septiembre. El Papa era consciente de los “peligros” de este viaje, especialmente en el terreno ecuménico. La Iglesia ortodoxa georgiana, muy vinculada al patriarcado de Moscú, se ha mostrado siempre muy recelosa de la romana. De hecho, una semana antes de emprender vuelo hacia Tiflis, la capital de Georgia, la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico –una institución


creada por las Iglesias católica y ortodoxa– había anunciado a bombo y platillo que, después de muchos años y tras 14 encuentros, había logrado alcanzar un principio de acuerdo sobre “la delicada cuestión” del primado y la sinodalidad; pues bien: la Iglesia ortodoxa de Georgia fue la única de las 14 confesiones ortodoxas presentes en la última reunión, celebrada en Chieti (Italia), que no suscribió ese documento por estar “en desacuerdo con algunos párrafos puntuales del mismo”. De manera similar, en los trabajos preparatorios del Concilio panortodoxo que tuvo lugar este verano en Creta –el primero en siglos–, los geor-

gianos se quedaron también solos en su oposición al matrimonio entre ortodoxos y no ortodoxos. Estamos hablando, por tanto, de una de las Iglesias ortodoxas menos receptivas (“más alérgicas”, en expresión de algún experto vaticanista) a la Iglesia católica. Dicho esto, es justo reconocer que esta supuesta animadversión y hostilidad no se vio reflejada en la visita de Francisco, más allá del feo que supuso la ausencia de representación oficial ortodoxa en la eucaristía que el Papa celebró el sá-

bado día 1 en el estadio Meshki de Tiflis. Aparte de esto, el patriarca Elías II, un venerable anciano de 84 años que está a la cabeza de los ortodoxos georgianos desde 1977, actuó como un perfecto anfitrión, acudiendo incluso al aeropuerto, pese a su delicado estado de salud, a recibir al Santo Padre. En las escasas 48 horas que permaneció en el país, y más tarde desde Ro-

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I N F O R M E FRANCISCO EN GEORGIA Y AZERBAIYÁN

ma, Francisco solo tuvo palabras de elogio para él. “Yo tuve dos sorpresas en Georgia”, se sinceró el Papa a los periodistas en el vuelo de regreso. “Una: la propia Georgia. Nunca me había imaginado tanta cultura, tanta fe, tanta cristiandad, un pueblo creyente y de una cultura cristiana muy antigua. [...] La segunda sorpresa fue el Patriarca: un hombre de Dios. Este hombre me conmovió. Las veces que lo encontré salí con el corazón conmovido y con la sensibilidad de haber encontrado un hombre de Dios”. “Su testimonio –recalcaría también días después– me hizo bien al corazón y al alma”. Francisco y Elías se encontraron otras dos veces más, además de en el aeropuerto. Una, en la sede patriarcal; la otra, en la catedral ortodoxa de Svetyskhoveli, donde rezaron en el lugar en el que la leyenda, más que la tradición, asegura que fue enterrada santa Sidonia con la túnica que llevaba Cristo en el momento de su crucifixión. Hoy, en ese templo se custodia y venera dicha reliquia.

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En la recepción en la sede patriarcal, Francisco abogó por dar “un nuevo impulso, un renovado fervor”, a las relaciones entre ambas Iglesias. “Que las dificultades no sean un obstáculo, sino un estímulo que nos ayude a conocernos mejor”, pidió el Papa antes de decirle a su anfitrión: “Querido hermano: para que también hoy el Evangelio dé fruto, se nos pide que permanezcamos todavía más enraizados en el Señor y unidos entre nosotros. Que la multitud de santos de este país nos anime a poner el Evangelio por encima de todo y a evangelizar como en el pasado y, más que en el pasado, li-


El Papa abogó por dar un nuevo impulso, un renovado fervor, a la relación entre las Iglesias católica y ortodoxa de Georgia. bres de las ataduras de ideas preconcebidas y abiertos a la perenne novedad de Dios”.

No a la ideología de género Pero los titulares periodísticos de la visita no se los llevaron los cuantiosos llamamientos a la unidad y al entendimiento, sino las palabras que el Papa pronunció en un encuentro con sacerdotes, religiosos y seminaristas de la Iglesia católica latina de Georgia, celebrado en la iglesia de la Asunción de Tiflis; allí, literalmente, el Pontífice afirmó que “hay una guerra mundial para destruir el matrimonio”. Fue el de este acto un discurso improvisado de más de 45 minutos, que recordó en muchos aspectos al que pronunció en Chiapas (México) el pasado mes de febrero. Habló Francisco del matrimonio como “la cosa más bonita que Dios ha creado”, y dijo que “se debe hacer de todo para salvar un matrimonio”. Recordó también que “es normal que en el matrimonio se pelee”, que “vuelen los platos”, pero que en aquella unión que está basada en el verdadero amor “se hace la paz inmediatamente”. “Peleen todo lo que quie-

ran –llegó a decir–, pero no terminen la jornada sin hacer la paz. Porque la guerra fría del día siguiente es peligrosísima”. Y luego vino la frase denunciadora, la de los titulares y la polémica, la de “la guerra mundial para destruir el matrimonio”, con la que quiso denunciar la ideología de género. Actualmente, explicó Francisco, “no se destruye con las armas, se destruye con las ideas”. Y hoy hay una “colonización ideológica que destruye”, sentenció. Más tarde, en la conferencia de prensa del avión, fue nuevamente preguntado al respecto. Y allí indicó que todo lo que había dicho en su improvisada alocución estaba contenido en la exhortación apostólica Amoris laetitia, e insistió en que “debemos estar atentos a no dejar entrar entre nosotros estas ideas”. A este respecto contó la siguiente anécdota reveladora: un padre de familia francés, durante una comida familiar, le preguntó a su hijo de diez años qué quería ser de mayor, y este, en lugar de médico, policía, bombero o astronauta, le respondió que “una muchacha”. El padre en cuestión –dijo Francisco– recordó

luego que el libro del colegio enseñaba la teoría de género, y lo comprendió todo. “Una cosa –concluyó– es que una persona tenga esta tendencia, esta opción, e incluso que cambie de sexo, y otra cosa es la de hacer la enseñanza en la escuela en esta línea para cambiar la mentalidad. A esto yo lo llamo colonizaciones ideológicas”. En ese discurso improvisado a los sacerdotes, religiosos y seminaristas, Francisco habló también de ecumenismo. Y lo hizo de manera igualmente muy clara. Pidió a los allí presentes, y a todos los católicos, que “jamás se peleen” por cuestiones teológicas. “Dejemos a los teólogos que estudien las cosas abstractas de la teología”, solicitó antes de exhortar a ser “abiertos” con las demás confesiones y, sobre todo, a no caer en el “gran pecado del ecumenismo: el proselitismo”. “No hay que hacer ningún esfuerzo para convertir a nuestros amigos o vecinos ortodoxos”, concluyó.

Encuentro con la comunidad siro-caldea En Tiflis, Francisco mantuvo también un breve encuentro con la comunidad siro-caldea del país, estimada en unos 10.000 fieles. El acto tuvo lugar en la iglesia de San Simeón Bar Sabas y contó con la presencia de una docena de obispos iraquíes. Los prelados, encabezados por el patriarca de Ba-

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I N F O R M E FRANCISCO EN GEORGIA Y AZERBAIYÁN

bilonia de los Caldeos, Louis Raphael I Sako, habían llegado procedentes de Erbil, en el Kurdistán iraquí, donde acababan de celebrar su sínodo anual. En la celebración no hubo discursos: se recitaron y cantaron en caldeo y arameo los himnos y oraciones de las vísperas, y el Papa rezó una oración que pedía la paz para todos los pueblos en guerra, con mención especial para las devastadas Irak y Siria. “Esperamos que nos visite próximamente en Irak. Allí necesitamos de su presencia y de su apoyo”, le rogó el patriarca Sako. Francisco le respondió con un emocionado “Inshallah” (“Si Dios quiere”). Todavía tuvo tiempo el Pontífice, en esos dos días de estancia georgiana, para visitar a los enfermos y al personal vinculado a las obras asistenciales de la Iglesia local. Lo hizo en el policlínico “Redemptor Hominis”, un centro de los padres camilos construido gracias a la Cáritas italiana.

días antes de la visita papal la creación de un Ministerio de Asuntos Religiosos para garantizar esa libertad constitucional. Al mismo tiempo, el mandatario había denunciado también los comportamientos xenófobos e islamófobos que se prodigan cada vez más entre “algunos políticos” europeos, los cuales –dijo– dan “una imagen negativa del islam, al que vinculan con el terror, olvidándose de decir que los países más afectados por el terrorismo son precisamente los islámicos”. Aliyev clamó igualmente contra los líderes europeos que, en sus políticas de acogida a inmigrantes y refugiados, estigmatizan con cláusulas selectivas a los de religión islámica. El Papa aterrizó en Bakú, la capital, a primera hora de la mañana, y acudió a celebrar la eucaris-

Segunda etapa: Azerbaiyán El último día del viaje, el domingo 2 de octubre, Francisco lo pasó en Azerbaiyán. Fue una visita entrañable, pues la comunidad católica aquí la forman únicamente 570 personas. El país cuenta con una única parroquia y un centro pastoral. Dispone de un vicario apostólico (que no es obispo) y de siete sacerdotes, a los que hay que añadir tres religiosos no sacerdotes, siete religiosas profesas, dos misioneros laicos y cuatro catequistas. Eso es todo. El viaje tenía también su contexto. Azerbaiyán es, según su Constitución, un Estado laico que garantiza la libertad de culto –aunque, como ya se ha apuntado, el islam lo profesa el 95% de la población–, y el presidente del país, Ilham Aliyev, había anunciado unos 34 misioneros

tía en la iglesia de la Inmaculada Concepción, un templo consagrado en 2012, con capacidad para unos 300 fieles, que tienen a su cargo los salesianos. Posteriormente, realizó la protocolaria visita de cortesía al presidente y dirigió un discurso a las autoridades civiles en el que habló de la libertad de religión. “La adhesión a los

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genuinos valores religiosos es totalmente incompatible con la tentativa de imponer con la violencia a los otros las propias formas de ver, escudándose en el santo nombre de Dios”, dijo el Papa. Y añadió: “Toda pertenencia étnica o ideológica, como todo auténtico camino religioso, debe repudiar actitudes y concepciones que ins-


Otra visita a las periferias

“P

trumentalizan las propias convicciones, la propia identidad o el nombre de Dios para legitimar intentos de opresión y dominio”. A la tarde, Bergoglio se reunió en privado con el líder de los musulmanes en el Cáucaso, Allahshukur Pashazadeh, y, posteriormente, participó en un encuentro interreligioso, en la mezquita Heidar Aliyev de Bakú, con musulmanes, ortodoxos y judíos. En este último acto, el Papa volvió a hablar de la necesidad de “no instrumentalizar el factor religioso”. “En la noche de los conflictos que estamos atravesando –dijo– las religiones son auroras de paz, semillas de renacimiento entre devastaciones de muerte, ecos de diálogo que resuenan sin descanso, caminos de encuentro y reconciliación para

llegar allí donde los intentos de mediación oficiales parecen no surtir efecto”. Las religiones, insistió Francisco, nunca han de ser manipuladas y nunca pueden favorecer conflictos y enfrentamientos. Dios “no puede ser invocado por intereses partidistas y fines egoístas, no puede justificar forma alguna de fundamentalismo, imperialismo o colonialismo”. El líder musulmán Pashazadeh, que se ha mostrado siempre muy duro con el Estado Islámico y a quien Juan Pablo II condecoró en 2002, agradeció esas palabras, así como la petición de Francisco de encontrar “una solución pacífica” al conflicto por el enclave de Nagorno-Karabaj, que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán. JOSÉ IGNACIO RIVARÉS

az a vosotros" y "Todos somos hermanos" fueron los lemas de las visitas a Georgia y Azerbaiyán, respectivamente. En el transcurso de las mismas, Francisco pronunció seis discursos –uno de ellos improvisado– y dos homilías. "¿Por qué va usted a lugares donde hay tan pocos católicos?", le preguntó un periodista en el vuelo de vuelta a Roma, recordando que, antes que en estas dos pequeñas naciones del Cáucaso, Francisco estuvo en lugares como Albania, Lesbos (Grecia) y Sarajevo (Bosnia-Herzegovina). "¿Por qué voy ahí?", le respondió el Papa. "Por los católicos. Para ir a la periferia de una comunidad católica [...]. Hoy en la misa [en Azerbaiyán] les dije que me hacían recordar a la comunidad «periférica» de Jerusalén, cerrada en el Cenáculo, esperando al Espíritu Santo, esperando poder crecer, salir..., pero pequeña". Y añadió: "Estos países son países periféricos, como Albania y Bosnia-Herzegovina. [...] La realidad se entiende mejor desde la periferia que desde el centro. Por esto lo elijo". Francisco confirmó que en el futuro irá a Portugal ("solo a Fátima") y, probablemente, también ("casi seguro") a India y Bangladesh. Pero nada más. En 2017, explicó, tendrá que hacer las visitas ad limina de ese año y las de 2016, que se han suspendido. En África no hay destino/s seguro/s ("todo depende del clima, de los meses y de las situaciones políticas, de las guerras") y en América irá a Colombia "cuando todo esté blindado, cuando todo –si gana el plebiscito– sea seguro, seguro, que no se pueda retroceder". No mencionó Brasil.

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