Illuminare Nº 391

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N.ツコ 391 ABRIL 2014 SERVICIO DE PASTORAL MISIONERA Aテ前 XCII


Servicio de Pastoral Misionera

SUMARIO 3 PRESENTACIÓN DE LA CAMPAÑA Alegría y gratitud Anastasio Gil, Director Nacional de OMP

5 MENSAJE DEL PAPA Mensaje de S. S. Francisco para la 51 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 8 REFLEXIÓN PASTORAL Visión de futuro: Juan XXIII y las comunidades nacientes Anastasio Gil, Director Nacional de OMP 10 REFLEXIÓN PASTORAL Juan Pablo II: corazón abierto a las vocaciones nativas Rafael Santos, Director de «IIluminare» 12 ANIMACIÓN MISIONERA Entrevista a Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia Virginia Rouco 14 ANIMACIÓN MISIONERA En favor de las vocaciones nativas 16 SERVICIO INFORMATIVO La importancia de nuestra ayuda 20 LITURGIA Guion litúrgico para la Eucaristía 22 VIGILIA DE ORACIÓN

LEMA

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“MISIONEROS... No hay misión sin misioneros. Ellos son los portadores del proyecto divino. La historia de la salvación refleja la maravillosa donación y entrega de quienes han sido enviados a hacer realidad la misión salvífica divina. El misionero es el Evangelio viviente para confesar la presencia salvadora y amorosa de Dios.

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... POR VOCACIÓN” La vocación misionera se manifiesta en el deseo de extender el Reino a todos los pueblos, en el compromiso por participar activamente en la difusión de la fe, y en el acompañamiento de quienes se incorporan a la Iglesia a través del bautismo.

CARTEL

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Sacerdote celebrando la eucaristía. En la imagen se contempla una de estas vocaciones, nacidas en un territorio de misión, celebrando la eucaristía al servicio de los fieles. Alguien que ha sido llamado por el Señor, formado en el seno de la Iglesia y enviado a actualizar la salvación de Dios.

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24 COOPERACIÓN ECONÓMICA Aportación económica de las diócesis y distribución de las ayudas por continentes

Juan XXIII y Juan Pablo II. A partir del día 27 de abril serán propuestos como santos a toda la Iglesia. Modelos en su vocación misionera, por sus obras y testimonio; e intercesores, porque siempre dieron prioridad a la actividad misionera de la Iglesia.

26 PONTIFICIA UNIÓN MISIONAL El “despertador” de la conciencia misionera

OBJETIVOS

Secretariado de la PUM

EDITA: Obras Misionales Pontificias Director Nacional: Anastasio Gil García DIRECTOR: Rafael Santos Barba DISEÑO: Antonio Aunés IMPRIME: GRÁFICAS DEHON Depósito Legal: M. 3790-1958 Dirección y Administración: C/ Fray Juan Gil, 5 . 28002 Madrid Tel.: 91 590 27 80 E-mail: dir.nal@omp.es . suscripciones@omp.es http://www.omp.es . http://www.domund.org www.facebook.com/OMPEspana twitter.com/omp_es

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Orar al Dueño de la mies, por la intercesión de los santos Juan XXIII y Juan Pablo II, para que envíe muchos obreros a su mies. Promover entre los fieles una eficaz colaboración con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que atiende las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en los territorios de misión. Obtener fondos y ayudas económicas para el sostenimiento y la formación de las vocaciones, a través de la financiación de “Becas de estudio”. Fomentar en el seno de las comunidades cristianas la oración perseverante para que Dios siga suscitando nuevas vocaciones en estos lugares de misión.


Por Anastasio Gil Director de OMP en España

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a designación del II Domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, para la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II generó una manifestación de alegría y acción de gracias en quienes tenían la certeza de que estos dos hijos de la Iglesia habían vivido en plenitud las exigencias del Evangelio. Desde entonces, en todos los ámbitos de la Iglesia, y también en el de la actividad misionera, donde ambos pontífices han dejado su aliento y predilección, se ha incrementado el deseo de acudir a su intercesión y seguir su ejemplo.

Feliz coincidencia

La fecha elegida coincide en España con la Jornada de Vocaciones Nativas, el último domingo de abril. Pudieran parecer dos hechos que se yuxtaponen sin conexión alguna. De ser así, la invitación de la Iglesia a orar y colaborar con las vocaciones nacidas en los territorios de misión quedaría en la penumbra, ante la resonancia social y eclesial de estos santos tan singulares en nuestra reciente historia. Pero no es así, porque la Providencia conduce los acontecimientos de manera sorprendente; al contrario, es una feliz coincidencia. Cuando el sacerdote Angelo Giuseppe Roncalli trabajaba en la Obra de la Propagación de la Fe en Roma, el Papa Pío XI asumió como propia, haciéndola "Pontificia", aquella iniciativa profética de Juana Bigard que trataba de fomentar las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en los territorios de misión. Bien conocía Juan XXIII la necesidad de promover este carisma de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, como lo demuestra el hecho de que en el segundo año de su pontificado publicara la encíclica Princeps Pastorum (1959), en la que exhorta a los fieles a colaborar con la formación del llamado "clero indígena". Por su parte, Juan Pablo II, al cumplirse –en 1989– el centenario del nacimiento de dicha Obra Pontificia, escribe a la Iglesia una emblemática carta apostólica. En ella, al referirse a la labor promovida por la Obra de San Pedro Apóstol desde sus orígenes, señala que esta “ha

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Presentación de la campaña trabajado eficazmente para que todas las Iglesias puedan beneficiarse del ministerio de aquellos hijos que el Señor ha llamado. La Obra, aportando un apoyo espiritual y material a los pioneros del clero local, ha desempeñado un papel de primer plano, gracias a la participación generosa de innumerables fieles” (n. 2).

Misioneros por vocación

Con estas premisas, el Secretariado de esta Obra Pontificia en España propone a los fieles y comunidades el lema "Misioneros por vocación", para vincular en una breve expresión la profunda relación misionera entre quienes fueron llamados al ministerio petrino, Juan XXIII y Juan Pablo II, y quienes, por caminos diversos, son enviados a anunciar el Evangelio y participar activamente en el nacimiento de las comunidades cristianas, donde Dios suscitará vocaciones eclesiales. Desde luego, el mejor argumento para mostrar la madurez de una Iglesia joven es que esta se encuentre ya en condiciones de generar las vocaciones El mejor argumento y ministerios que necesita para desarrollar todas las funciones propias de para mostrar la madurez una Iglesia local. Por eso, las razones que avalan la cooperación con la Obra de una Iglesia joven es Pontificia de San Pedro Apóstol son eclesiológicas, más que sociológicas: que esta sea capaz de el dinamismo misionero que arranca del testimonio y del anuncio debe generar las vocaciones y apuntar a la formación de una comunidad eclesial que alimente su fe desministerios que necesita de la savia y la tradición de su cultura. Así, la catolicidad de la Iglesia se una Iglesia local. expresa desde la realidad de la experiencia, y la capacidad salvífica del Evangelio se expande hasta la transfiguración de la creación entera.

Jornada misionera

Illuminare desea ayudar a descubrir que una de las mejores formas de agrade-

cer a Dios la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, y de ser sensibles a sus enseñanzas, es cooperar con esas Iglesias nacientes en las que Dios está suscitando numerosas vocaciones. Cooperación espiritual y económica, como recordaba Juan Pablo II en 1989: “Gracias a la colaboración de innumerables hermanos y hermanas llamados a trabajar para esta Obra, un gran número de vocaciones sembradas en las jóvenes Iglesias han podido germinar y producir frutos de gracia y salvación. Han sido construidos y equipados pequeños y grandes seminarios, así como casas de formación para la vida religiosa, a fin de responder a los deseos de aquellos que querían consagrar radicalmente su vida a la proclamación del Evangelio” (n. 1). Las cartas de agradecimiento de los seminarios de misión muestran de manera sencilla, pero ardiente, la necesidad –tantas veces recordada por los papas– de que no se pierda ninguna vocación por falta de recursos materiales. Especial reconocimiento merecen quienes financian cada año una o varias “Becas de estudio”; algunas de ellas son posibles gracias a la suma de varias pequeñas aportaciones. En este número queremos rendir un homenaje de gratitud a Juan XXIII y Juan Pablo II, así como a la archidiócesis de Valencia, que siempre se ha distinguido por la financiación anual de varias decenas de “Becas de estudio”. Pero tal vez lo más entrañable sea la comprobación de cómo ha llegado a los seminarios y noviciados la aportación económica de tantos colaboradores anónimos que, con su limosna, hacen posible el milagro de la comunicación de bienes. Gracias a todos.

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«Queridos hermanos y hermanas: El Evangelio relata que “Jesús recorría todas las ciudades y «La mies es aldeas... Al ver a las muchedumbres, se compadecía de abundante, pero los ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas «como ovejas trabajadores son pocos; que no tienen pastor». Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al rogad, pues, al Señor Señor de la mies que mande trabajadores a su mies»” (Mt 9,35de la mies que 38). Estas palabras nos sorprenden, porque todos sabemos que mande trabajadores primero es necesario arar, sembrar y cultivar, para poder luego, a su mies». a su debido tiempo, cosechar una mies abundante. Jesús, en cambio, afirma que “la mies es abundante”. ¿Pero quién ha trabajado para que el resultado fuese así? La respuesta es una sola: Dios. Evidentemente, el campo del cual habla Jesús es la humanidad, somos nosotros. Y la acción eficaz que es causa del “mucho fruto” es la gracia de Dios, la comunión con él (cf. Jn 15,5). Por tanto, la oración que Jesús pide a la Iglesia se refiere a la petición de incrementar el número de quienes están al servicio de su Reino. San Pablo, que fue uno de estos “colaboradores de Dios”, se prodigó incansablemente por la causa del Evangelio y de la Iglesia. Con la conciencia de quien ha experimentado personalmente hasta qué punto es inescrutable la voluntad salvífica de Dios, y que la iniciativa de la gracia es el origen de toda vocación, el Apóstol recuerda a los cristianos de Corinto: “Vosotros sois campo de Dios” (1 Cor 3,9). Así, primero nace dentro de nuestro corazón el asombro por una mies abundante que solo Dios puede dar; luego, la gratitud por un amor que siempre nos precede; por último, la adoración por la obra que él ha hecho y que requiere nuestro libre compromiso de actuar con él y por él.

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Mensaje del Papa

Muchas veces hemos rezado con las palabras del salmista: “Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño” (Sal 100,3); o también: “El Señor se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya” (Sal 135,4). Pues bien, nosotros somos “propiedad” de Dios no en el sentido de la posesión que hace esclavos, sino de un vínculo fuerte que nos une a Dios y entre nosotros, según un pacto de alianza que permanece eternamente “porque su amor es para siempre” (cf. Sal 136). En el relato de la vocación del profeta Jeremías, por ejemplo, Dios recuerda que él vela continuamente sobre cada uno para que se cumpla su Palabra en nosotros. La imagen elegida es la rama de almendro, el primero en flo«La vocación surge recer, anunciando el renacer de la vida en primavera (cf. Jer 1,11-12). Todo prodel corazón de Dios cede de él y es don suyo: el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, y brota en la pero –asegura el Apóstol– “vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios” (1 Cor 3,23). He aquí explicado el modo de pertenecer a Dios: a través de la relación tierra buena del única y personal con Jesús, que nos confirió el Bautismo desde el inicio de pueblo fiel, en la nuestro nacimiento a la vida nueva. Es Cristo, por lo tanto, quien continuamente experiencia del amor nos interpela con su Palabra para que confiemos en él, amándole “con todo el fraterno». corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser” (Mc 12,33). Por eso, toda vocación, no obstante la pluralidad de los caminos, requiere siempre un éxodo de sí mismos para centrar la propia existencia en Cristo y en su Evangelio. Tanto en la vida conyugal, como en las formas de consagración religiosa y en la vida sacerdotal, es necesario superar los modos de pensar y de actuar no concordes con la voluntad de Dios. Es un “éxodo que nos conduce a un camino de adoración al Señor y de servicio a él en los hermanos y hermanas” (Discurso a la Unión Internacional de Superioras Generales, 8-5-2013). Por eso, todos estamos llamados a adorar a Cristo en nuestro corazón (cf. 1 Pe 3,15) para dejarnos alcanzar por el impulso de la gracia que anida en la semilla de la Palabra, que debe crecer en nosotros y transformarse en servicio concreto al prójimo. No debemos tener miedo: Dios sigue con pasión y maestría la obra fruto de sus manos en cada etapa de la vida. Jamás nos abandona. Le interesa que se cumpla su proyecto en nosotros, pero quiere conseguirlo con nuestro asentimiento y nuestra colaboración.

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También hoy Jesús vive y camina en nuestras realidades de la vida ordinaria para acercarse a todos, comenzando por los últimos, y curarnos de nuestros males y enfermedades. Me dirijo ahora a aquellos que están bien dispuestos a ponerse a la escucha de la voz de Cristo que resuena en la Iglesia, para comprender cuál es la propia vocación. Os invito a escuchar y seguir a Jesús, a dejaros transformar interiormente por sus palabras, que “son espíritu y vida” (Jn 6,63). María, Madre de Jesús y nuestra, nos repite también a nosotros: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5). Os

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Mensaje del Papa

hará bien participar con confianza en un camino comunitario que sepa despertar en vosotros y en torno a vosotros las mejores energías. La vocación es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recíproco que se hace servicio mutuo, en el contexto de una auténtica vida eclesial. Ninguna vocación nace por sí misma o vive por sí misma. La vocación surge del corazón de Dios y brota en la tierra buena del pueblo fiel, en la experiencia del amor fraterno. ¿Acaso no dijo Jesús: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros” (Jn 13,35)? Queridos hermanos y hermanas, vivir este “«alto grado» de la vida cristiana ordinaria” (cf. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 31), significa algunas veces ir a contracorriente, y comporta también encontrarse con obstáculos, fuera y dentro de nosotros. Jesús mismo nos advierte: la buena semilla de la Palabra de Dios a menudo es robada por el Maligno, bloqueada por las tribulaciones, ahogada por preocupaciones y seducciones mundanas (cf. Mt 13,19-22). Todas estas dificultades podrían desalentarnos, replegándonos por sendas aparentemente más cómodas. Pero la verdadera alegría de los llamados consiste en creer y experimentar que él, el Señor, es fiel, y con él podemos caminar, ser discípulos y testigos del amor de Dios, abrir el corazón a grandes ideales, a cosas grandes. “Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces. Id siempre más allá, hacia las cosas grandes. Poned en juego vues«Dispongamos tra vida por los grandes ideales” (Homilía en la misa para los confirmandos, 28por tanto nuestro 4-2013). A vosotros, obispos, sacerdotes, religiosos, comunidades y familias cristianas, os pido que orientéis la pastoral vocacional en esta dirección, acomcorazón a ser pañando a los jóvenes por itinerarios de santidad que, al ser personales, “exi“terreno bueno” para gen una auténtica pedagogía de la santidad, capaz de adaptarse a los ritmos de escuchar, acoger cada persona. Esta pedagogía debe integrar las riquezas de la propuesta dirigiy vivir la Palabra y da a todos con las formas tradicionales de ayuda personal y de grupo, y con las dar así fruto». formas más recientes ofrecidas en las asociaciones y en los movimientos reconocidos por la Iglesia” (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 31).

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Dispongamos por tanto nuestro corazón a ser “terreno bueno” para escuchar, acoger y vivir la Palabra y dar así fruto. Cuanto más nos unamos a Jesús con la oración, la Sagrada Escritura, la Eucaristía, los sacramentos celebrados y vividos en la Iglesia, con la fraternidad vivida, tanto más crecerá en nosotros la alegría de colaborar con Dios al servicio del Reino de misericordia y de verdad, de justicia y de paz. Y la cosecha será abundante y en la medida de la gracia que hayamos sabido acoger con docilidad en nosotros. Con este deseo, y pidiéndoos que recéis por mí, imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica. Francisco. Vaticano, 15 de enero de 2014

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R eflexión pastoral

VISIÓN DE FUTURO:

JUAN XXIII Y LAS COMUNIDADES NACIENTES D

os hechos relevantes de la vocación misionera del papa Juan. Por una parte, su trabajo durante cuatro años en la Obra de la Propagación de la Fe, siendo aún sacerdote: “Apenas terminada la Primera Guerra Mundial, nuestro predecesor, de venerable memoria, Benedicto XV nos llamó desde nuestra nativa diócesis a Roma, para colaborar en la Obra de la Propagación de la Fe, a la que de buen grado consagramos cuatro muy felices años de nuestra vida sacerdotal”. Por otra, su encíclica misionera Princeps Pastorum (28-11-1959; en lo sucesivo, PP), entregada a la Iglesia al año siguiente de ser elegido Papa, y a cuyo n. 1 corresponden las anteriores palabras.

Urgencia de la misión ad gentes Al contemplar los inmensos territorios de la humanidad que aún no conocen la riqueza del Evangelio, Juan XXIII siente la urgencia de la evangelización y toma como propias las palabras que el macedonio dijo a Pablo, invitándole a “pasar a la otra orilla”: “Doquier nos apremia la urgente necesidad de procurar la salvación de las almas en la mejor forma posible; doquier surge la llamada «¡ayúdanos!» (Hch 16,9)” (PP 3). Es una invitación dirigida a todos los cristianos y comunidades, y, así, advierte en la encíclica de la tentación frecuente de atender sólo a las necesidades inmediatas de la propia diócesis o Iglesia particular: “Ninguna Iglesia local podrá expresar su vital unión con la Iglesia universal, si su clero y su pueblo se dejaran sugestionar por el espíritu particularista” que “destruyese la realidad de aquella caridad universal que es el fundamento de la Iglesia de Dios, la única y verdadera «católica»” (PP 13). La Iglesia, fiel a la llamada de Dios, sigue respondiendo con solicitud a las urgencias del Evangelio en la persona de los misioneros, a quienes se reconoce su diligente generosidad al partir a los lugares de misión. Gratitud “a los queridos misioneros del clero secular y regular, a las religiosas tan ejemplarmente generosas y tan excelentes para las varias necesidades de las misiones, a los laicos misioneros que con tan santo entusiasmo marchan a extender el reinado de la fe” (PP 25). Misioneros que han sido enviados por diócesis, congregaciones religiosas o asociaciones de laicos, en la certeza de que otras parcelas de la Iglesia estaban más necesitadas.

Vocaciones nativas Juan XXIII dedica buena parte de su encíclica a la consideración de las vocaciones que Dios suscita en los ámbitos territoriales de la misión, confir-

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Reflexión pastoral

mando que “un hecho de la máxima importancia ha coronado los ya felices progresos de las misiones: el desarrollo de la jerarquía y del clero local” (PP 4). Subraya la necesidad de procurar y formar vocaciones en el interior de estas comunidades nacientes, como expresión de su madurez eclesial, y se refiere explícitamente al “clero indígena”, “sin que este calificativo haya significado jamás discriminación o sentido peyorativo” (ibíd.). Hay tres referencias que subrayar:

1. Formación de estas vocaciones nativas. Las vocaciones que maduran en el seno de estas Iglesias locales son las que mejor pueden evangelizar los ámbitos culturales de sus países y realizar la necesaria inculturación de la fe en los contextos sociológicos de sus gentes. Podrán así contribuir eficazmente y “dar vida, bajo la dirección de sus obispos, a movimientos de penetración aun entre las clases cultas, singularmente en las naciones de antigua y profunda cultura” (PP 11). Para ello habrán de servirse de los medios de comunicación; Juan XXIII se refiere únicamente a la prensa (cf. ibíd.), pero, de manera profética, sus palabras son una interpelación para que la Iglesia provea a los misioneros, especialmente a los nativos, de estos mecanismos de difusión de la fe. 2. Catequistas nativos. La Iglesia misionera es deudora de la labor ingente que realizan los catequistas nativos en los territorios de misión. Ellos “han demostrado ser unos auxiliares insustituibles. Siempre han sido el brazo derecho de los obreros del Señor, participando en sus fatigas” (PP 20). Por esa razón, Princeps Pastorum exhorta a seguir promoviendo estas vocaciones al servicio de la evangelización. De ellos depende en buena medida que los catecúmenos aprendan “no solo los rudimentos de la fe, sino también la práctica de la virtud, el amor grande y sincero a Cristo y a su Iglesia” (ibíd.). 3. Laicos misioneros. Cuando Juan XXIII escribe esta encíclica, se están produciendo convulsiones históricas entre los pueblos, y señaladamente en los territorios de misión, que viven “una fase de evolución social, económica y política, que está saturada de consecuencias para su porvenir” (PP 23, citando Fidei donum, 4). Ante esta situación, los laicos, desde la fe, asumen las responsabilidades propias de su condición laical, tanto quienes han llegado a la misión por vocación, como quienes por el bautismo se comprometen en la implantación del Reino de Dios. “Bien sabemos cuánto ya se ha hecho y se va haciendo por parte de laicos misioneros, que han preferido temporal o definitivamente abandonar su patria para contribuir con múltiple actividad al bien social y religioso de los países de misión, y al Señor rogamos ardientemente que multiplique las pléyades de estos espíritus generosos y los mantenga a través de las dificultades y fatigas que habrán de afrontar con espíritu apostólico” (PP 23). El magisterio de Juan XXIII, particularmente en esta carta encíclica, es otro importante testimonio para comprender la necesidad de seguir colaborando de modo eficaz con la actividad misionera de la Iglesia, y de manera especial en aquellos frentes que serán más rentables para el futuro: las vocaciones a la misión que surgen en las comunidades nacientes.

Anastasio Gil. Director Nacional de OMP

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R eflexión pastoral

JUAN PABLO II: CORAZÓN ABIERTO A LAS VOCACIONES NATIVAS J

uan Pablo II encarnó de forma evidente para todos lo que él mismo señaló sobre el servicio misionero del Papa: “Como Pastor Supremo de una Iglesia enteramente misionera, él debe ser el primer misionero” (Mensaje DOMUND 1981, 2). “Me puse en viaje para visitar numerosos países, entre ellos algunos en los que Cristo es apenas conocido o donde el anuncio misionero del Evangelio resulta todavía incompleto. Mis viajes a América Latina, África y Asia han tenido una finalidad eminentemente religiosa y misionera”; porque, añadía, “he querido anunciar yo mismo el Evangelio” (ibíd.). El Papa de Redemptoris missio tenía conocimiento directo de la rica realidad de las vocaciones surgidas en los territorios de misión. En su Carta apostólica con ocasión del centenario de la Obra de San Pedro Apóstol (1-101989), dice: “Durante mis visitas pastorales a las Iglesias locales, es para mí motivo de alegría reunirme con los sacerdotes y seminaristas, los religiosos y las religiosas provenientes de estas comunidades” (n. 1). Vamos a asomarnos a su Magisterio sobre estas vocaciones nativas y sobre la Obra Pontificia que vela por ellas, sirviéndonos esencialmente de dicha carta apostólica.

Vocaciones que marcan el camino El punto de partida pueden ser dos constataciones de Juan Pablo II. La primera, que “el fruto más consolador de la obra heroica e infatigable de los misioneros es el maravilloso florecimiento de jóvenes y fervientes comunidades cristianas, de cuyo «humus» brotan vocaciones sacerdotales y religiosas, que son la esperanza para el futuro de la Iglesia”. La segunda, enlazada con la anterior, que “las vicisitudes de la formación y del desarrollo del clero autóctono marcan el camino de la evangelización misionera” (Mensaje DOMUND 1980, 2; 1989, 1). En verdad es mucho “lo que la vitalidad de la Iglesia debe al sacerdocio en cada pueblo” (n. 6). Tomando como base las vocaciones nativas, Juan Pablo II hace una preciosa síntesis sobre “el papel irreemplazable de los sacerdotes” (n. 2): “Para que el Pueblo de Dios pueda dar testimonio ante la humanidad entera de la salvación de Jesucristo, muerto y resucitado por todos, es necesario que, en todas partes, los miembros de su Cuerpo estén unidos a su Cabeza por el ministerio de los obispos y de los sacerdotes” (n. 2). Por eso, llama a la Iglesia entera a valorar debidamente “la grandeza de la vocación sacerdotal y religiosa, y también la urgente necesidad de ministros de Dios preparados para entregar generosamente su vida entera al anuncio del Evangelio, con la fe y la disponibilidad de la Virgen María” (n. 6). Y, al concretar

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Reflexión pastoral

“la necesidad de un clero autóctono para la implantación de la Iglesia” (n. 3), formado por naturales de los distintos grupos humanos o comunidades, señala con satisfacción que, “en la diversidad de las culturas y la unidad fundamental de toda la Iglesia, el ministerio sacerdotal puede ejercerse ahora del modo más apto a la idiosincrasia de cada pueblo” (n. 2). La labor de los presbíteros nativos es trascendental y lleva en sí –por el sacramento del orden– la proyección misionera (cf. RM 67). Esta llega a su expresión paradigmática cuando Dios suscita nuevos “misioneros por vocación” entre los miembros de las Iglesias jóvenes, que revelan así su disponibilidad “no solo por ocuparse de su propia vida pastoral gracias a los sacerdotes llamados de entre sus hijos, sino también para participar a su vez en la misión de evangelización en el exterior, puesto que no dudan en enviar a otras tierras sacerdotes y religiosos o religiosas autóctonos de las primeras generaciones” (n. 2).

Una Obra en marcha “Es preciso cultivar, consolidar y formar las vocaciones suscitadas por Dios” (n. 5). Sin embargo, las acuciantes necesidades de los territorios de misión hacen que sus seminarios y casas de formación para la vida religiosa dependan de la solidaridad eclesial: “El crecimiento del clero autóctono podría detenerse a causa de la insuficiencia de los recursos disponibles. [...] Más de una diócesis hoy día correría el peligro de ver reducida su esperanza de contar con un clero autóctono, si no gozara de la ayuda aportada por la Obra de San Pedro Apóstol” (n. 5). Aquí entra, en efecto, esta Obra, puesta en marcha en 1889 por Juana Bigard y su madre, Estefanía, para promover las vocaciones nativas y sostener sus centros de formación. La cooperación material y espiritual de los fieles a través de esta hermosa iniciativa ha producido “frutos sazonados de evangelización y de santidad” (n. 2): “¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas han tenido, gracias a esta Obra, la alegría de seguir su vocación!” (n. 1). Siendo tan importante y necesaria la ayuda económica, Juan Pablo II pone de relieve la dimensión de espiritualidad misionera asociada irrenunciablemente a este carisma eclesial, al referirse a la necesidad de orar con insistencia a “María, Reina de los Apóstoles” (n. 6); de encomendar esta causa a la Patrona de la Obra, Santa Teresa del Niño Jesús, y profundizar en su testimonio (n. 4); y de volver sobre la figura de las fundadoras (n. 3). Como señala Juan Pablo II, “la Obra de San Pedro Apóstol está lejos de haber acabado su misión. Si las jóvenes Iglesias ven aumentar felizmente el número de las vocaciones sacerdotales y religiosas surgidas en su seno, el grito oído por el Apóstol Pablo: «Pasa a Macedonia y ayúdanos» (Hch 16,9), no dejará de resonar entre los ministros del Evangelio, de todas partes del mundo, mientras el número de los bautizados no crezca al mismo ritmo que la población del globo” (n. 5). Por eso, tras expresar sus sentimientos hacia quienes ofrecen sus aportaciones con este fin –“Doy un gracias cordial a los que, con su oración y ofrendas, participan en los proyectos de la Obra” (n. 2)–, el querido papa Juan Pablo nos estimula con vehemencia a seguir apoyándola: “No cerremos nuestro corazón” (n. 5), nos dice.

Rafael Santos. Director de “Illuminare”

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Animación misionera Entrevista a Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia

“Las vocaciones nativas de una Iglesia particular son signo de vitalidad” M

onseñor Carlos Osoro Sierra es el pastor de una de las diócesis donde más arraigada está la colaboración con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol. Un arzobispo que ha mostrado vivamente su interés en apoyar las vocaciones nativas en los países de misión.

¿Cómo explicaría el valor de las vocaciones nativas para la Iglesia? El valor que doy a las vocaciones nativas está en relación con una experiencia profunda de encuentro con Jesucristo en aquellos a los que ha llegado el anuncio del Evangelio. Ha sido un encuentro de tal hondura que hace experimentar a algunos cristianos bautizados, conocedores ya del Señor y a quienes Él llama de una forma particular, lo que aparece tantas veces en el Evangelio: “Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mc 1,17-18). Por tanto, las vocaciones nativas de una Iglesia particular son signo de vitalidad. Cuando surgen, nos hacen recordar algunas afirmaciones del Concilio Vaticano II, en las que se nos recuerda cómo Dios, para revelarse y entrar en diálo-

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go con los hombres e invitarlos a la salvación, penetra, purifica y fecunda su vida y su cultura. Para la Iglesia es un imperativo llevar la Buena Nueva a toda persona y a todos los ambientes, y con su influjo transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad, de tal manera que no sea como una decoración más que se hace de unos hombres y de un pueblo. ¿Cuáles son las mayores dificultades que puede encontrarse una persona con vocación sacerdotal o religiosa en un país de misión? Como decía anteriormente, una Iglesia particular en zonas de misión manifiesta la vitalidad cuando, a través de ella, el Señor suscita llamadas a la vida sacerdotal y a la vida consagrada. El Señor siempre llama, pero la Iglesia tiene que acompañar a quien Él llama. Debe poner los medios que exige ese acompañamiento, como el crecimiento humano, espiritual e intelectual, y su compromiso con la llamada que ha oído de parte del Señor. En este sentido, quizá una de las mayores dificultades está en tener personas y medios para realizar ese acompañamiento de especial consagración. Pero también, en no tener los medios económicos que son necesarios para esa formación. De ahí la necesidad de que las Iglesias ya establecidas compartamos todo lo que tenemos y somos con quienes realizan la evangelización en los países de misión. ¿Qué diferencias existen entre el modo de vivir la vocación en un país de larga tradición cristiana y en otro de reciente evangelización? Creo que la diferencia fundamental está en el frescor evangélico que penetra el ministerio sacerdotal y la vida consagrada de quien ha de dar a conocer a Jesucristo. Tiene, teóricamente por lo menos, una exigencia de proponer la persona de nuestro Señor de una manera tan directa y tan convencida, tan de primera mano, tan acompañada de


Animación misionera obras y palabras, que tiene una incidencia en su existencia particular. Por otra parte, la experiencia eclesial es más viva; nos necesitamos. Por ello, la unidad y la comunión no son proposiciones que queden en la teoría, sino un imperativo que se percibe, no ya solamente como mandato del Señor, sino como necesario para llenarnos de vida y pasión en el anuncio del Evangelio. Y esto es más manifiesto en las Iglesias que viven la persecución o dificultades especiales. Los que estamos viviendo en países de tradición cristiana damos por supuestas muchas cosas y es posible que ese frescor evangélico de primera mano nos falte. Es más: tenemos el riesgo de ver solamente las dificultades para anunciar el Evangelio en estos momentos en los que pervive una cultura secularizada y relativista. El testimonio de una persona que recibió la vocación en un territorio de misión ¿puede ayudar a fomentar las vocaciones entre los jóvenes españoles? Sinceramente, creo que sí. Conozco personas que fueron a ayudar en zonas de misión como profesionales, en sus diversas especialidades –médicos, ingenieros, arquitectos, profesores...–, y que fueron impactados por misioneros desde la entrega total y absoluta y desde una pasión alegre por vivir una comunión viva con el Señor y su Iglesia. La Universidad Católica de Valencia, desde su Vicerrectorado de Estudiantes, envía todos los veranos grupos acompañados por profesores y sacerdotes a lugares de misión en diversos continentes. La experiencia que produce en sus vidas ese tiempo de convivir, de rezar juntos, de estar en los proyectos según su especialidad, tiene una especial para saber escu«El Señor siempre fuerza char al Señor. conozco sacerdotes llama, pero la y También cristianos que vienen de paíen los que viven persecuIglesia tiene que ses ción; su testimonio entre los jótiene una fuerza de espeacompañar venes cial atracción. Junto a ellos se más fácilmente lo que a quien Él llama». descubre es dar la vida por el Señor.

¿Por qué cree que es tan intensa la participación de la archidiócesis de Valencia a la hora de apoyar las vocaciones nativas? La historia de la Iglesia en Valencia tiene su fuerza en la santidad que ha sabido engendrar en sus hijos a través de la historia. Tenemos grandes pastores santos que supieron impulsar el amor a los demás, haciendo posible que hubiese sacerdotes que entregasen ese amor. Santo Tomás de Villanueva, san Juan de Ribera, san Vicente Ferrer, san Luis Bertrán y tantos otros tenían un corazón abierto a la misión.

En estos últimos cincuenta años, muchos sacerdotes diocesanos fueron de misioneros, así como muchos religiosos y religiosas. Seguimos teniendo presencia en la misión, presencia a la que se han incorporado muchos laicos y familias enteras. Por otra parte, tenemos a los sacerdotes que han dirigido, por mandato del arzobispo, toda la pastoral misionera en la archidiócesis. A ellos hemos de agradecer el amor que han facilitado a todos los diocesanos para amar la misión ad gentes. Por último, ¿de qué forma podríamos ayudar más desde aquí a esas vocaciones de las Iglesias jóvenes? Conociendo cada día más las realidades en las que la Iglesia tiene que hacerse presente, y poniendo lo que tenemos al servicio de ese anuncio al que el Señor nos invitó: “Id y anunciad el Evangelio”.

Virginia Rouco

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Dos imágenes de la ofrenda a la Madre de los Desamparados de las "Becas de estudio" conseguidas para seminaristas en tierras de misión. La celebración es presidida por D. Vicente Fontestad, vicario general, y Arturo Javier García (ante el ambón), delegado de Misiones de la archidiócesis. Numerosas personas se reúnen alrededor de la Virgen, en su Basílica, para ofrecerle la "Guirnalda de Becas" (la número XXX, en 2013).


Las vocaciones nativas y sus necesidades están presentes en las intenciones que Segovia lleva a su "Oración Misionera Mensual" en monasterios de vida contemplativa. La han acogido ya conventos como el de las Clarisas de Santa Isabel (bajo estas líneas, con la presencia del delegado de Misiones, Isaac Benito), o el de las Monjas Cistercienses de Santa María y San Vicente el Real (d).

Antonio González-Mohino, delegado de Misiones, envía fotos del ofrecimiento de las "Becas de estudio" a la Virgen del Pilar: el anterior delegado, D. Fausto Franco, y la Hna. Isabel Morte Marcén, sosteniendo el "diploma" con las "Becas" de 2006 (i); la misma mercedaria misionera, en otra de estas ofrendas, en la Santa Capilla (c); y, a los pies de la imagen de la Virgen, el "diploma" con la "Corona de Becas" (d). 15


Servicio informativo

LA IMPORTANCIA DE NUESTRA AYUDA L

as páginas que siguen quieren reflejar el alcance de la colaboración ofrecida por España para contribuir a sostener seminarios y noviciados en los territorios de misión. Son solo algunas muestras de lo que permite nuestra ayuda, enviada en 2013 a países de tres continentes –Asia, África y América– y en cantidades mayores o menores, en función de las indicaciones recibidas desde el Secretariado de esta Obra Pontificia en Roma, que vela por garantizar la universalidad y equidad de las asignaciones. La trascendencia de nuestra cooperación, cara a que seminaristas, novicios y novicias de la geografía misionera consigan realizar su sueño, es enorme. Y enorme es también su agradecimiento por nuestro apoyo. Lo expresan bien estas palabras de un seminarista mayor, Roblan Mascarenhas, del Seminario Patriarcal de Rachol (archidiócesis de Goa y Damão), en la India:

“Jesús dijo: «El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa» (Mt 10,42). Elegir hacer un sacrificio para ayudarme en mi formación es un gesto que nunca olvidaré en toda mi vida”.

Proyectos de ayuda y testimonios como los que se presentan a continuación aclaran hasta qué punto es importante seguir acompañando, y más y mejor, a las vocaciones nativas. Habría que asomarse a ellos con el espíritu con el que el P. José Manuel Alonso Ampuero, misionero toledano en Lurín (Perú) y formador del Seminario Mayor San José de esa diócesis, recuerda el momento en que jóvenes allí nacidos culminan su camino hasta el sacerdocio y recogen el testigo de la misión evangelizadora:

“Es hermoso contemplar ese fruto: al marchar un sacerdote misionero, queda un sacerdote autóctono. La mies sigue siendo mucha. Los desafíos, enormes. Se experimenta continuamente la insuficiencia. Pero, ante todo, nos domina el asombro y la gratitud por este don: jóvenes constituidos en signo personal de Cristo Buen Pastor, jóvenes consagrados para ser presencia elocuente del Amor en el mundo. Sigamos orando por ellos: no basta tener sacerdotes; necesitamos sacerdotes santos”.

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Servicio informativo INDIA Proyecto: Ayuda ordinaria para el sostenimiento del seminario. Institución: Seminario Menor San Pablo, en la diócesis de Lucknow. Beneficiarios: 63 seminaristas. Aportación SPA: 6.840 $ “Escribo estas líneas con gratitud, en nombre de nuestros seminaristas, que reciben aquí su formación para nueve diócesis del norte de la India”, dice el P. Andrew D’Cunha, rector del Seminario Menor San Pablo de Lucknow. Este centro fue fundado en 1949, para que los futuros misioneros tuvieran una buena preparación en las culturas, tradiciones, lenguas y estilo de vida de los pueblos locales. De los primeros cinco candidatos, se ha pasado a los 63 actuales; en total, más de 1.600 alumnos, que en su mayoría han llegado a ser ordenados sacerdotes. Los seminaristas participan en las actividades parroquiales (coro, catequesis de niños, campamentos vocacionales...), y también en los diversos programas pastorales y litúrgicos organizados por el seminario y la diócesis. Su obispo, Mons. Gerald J. Mathias, les ha pedido al comenzar el curso que hagan suyas las cua«Es una alegría lidades de diligencia, ver los progresos de devoción y dedicación. los seminaristas, y un El rector añade: “Es una alegría ver los progresos de los seminaristas. La mayoría proceden desafío viajar con de zonas rurales, y es un desafío la tarea de viajar con ellos a lo largo de su ellos a lo largo de su formación”. Por su parte, los seminaristas, gracias a la ayuda de la Obra de San formación». Pedro Apóstol proveniente de España, comprueban que no están solos. Por eso, uno de ellos, Samuel Rishi, puede escribir a cada benefactor con confianza: “Gracias de todo corazón. Por favor, rece una oración por mí siempre que pueda”.

GHANA Proyecto: Gastos corrientes de mantenimiento. Institución: Seminario Menor San Pablo, en la diócesis de Keta-Akatsi. Beneficiarios: Seminaristas del centro. Aportación SPA: 3.192 $ El rector del Seminario Menor San Pablo, el P. Emmanuel Amedzi, escribe para contar la marcha de este centro, que, a través de la Nunciatura Apostólica en Ghana, ha recibido ayuda de la Obra de San Pedro Apóstol remitida desde España: “La vida en el seminario a lo largo del año consistió en el trabajo académico normal, entre otros compromisos.

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Servicio informativo Los seminaristas asistieron a sus clases, y llevaron a cabo sus tareas asignadas y su estudio personal bajo supervisión. También observaron fielmente sus oraciones diarias, y el director espiritual se reunió con ellos con regularidad. Asimismo, desarrollaron actividades deportivas y de entretenimiento y trabajaron un pequeño huerto”. Podría parecer que la marcha de este seminario no ofrece ningún dato especialmente relevante. Sin embargo, poder vivir habitualmente esa normalidad es toda una buena noticia para centros como este. Por eso, añade el rector: “El seminario ha funcionado en una atmósfera «Continuamos fraterna, permitiendo a los formadores y seminaristas desempeñar sus respectivos papeles para el éxito del año escolar. Quiero expresar una vez más nuesponiendo todo tro aprecio a todos nuestros benefactores”. de nuestra parte También “desde dentro” los mismos seminaristas captan la importancia de para convertirnos mantener continuadamente una dinámica adecuada: “Durante el curso todos participamos activamente en lo que se esperaba de nosotros”, afirma en una en sacerdotes». carta de agradecimiento Nyadigbe Alexander, quien concluye: “Seguimos garantizándoles nuestras oraciones por ustedes, mientras continuamos poniendo todo de nuestra parte para convertirnos en sacerdotes. Gracias de nuevo”.

PERÚ Proyecto: Formación de candidatos al sacerdocio. Institución: Seminario Mayor San Juan María Vianney, en el vicariato apostólico de Puerto Maldonado. Beneficiarios: 18 seminaristas. Aportación SPA: 11.804 $ Puerto Maldonado es una zona de misión de 150.000 km2, en la selva suroriental de Perú. Los sacerdotes que van saliendo del Seminario Mayor San Juan María Vianney, allí ubicado, están cada vez más comprometidos en el servicio pastoral a esta Iglesia. Es estimulante comprobar que la mayoría de los actuales seminaristas –en el curso 2013, nueve estudiantes de Teología y otros tantos de Humanidades y Filosofía– proceden de comunidades atendidas por sacerdotes provenientes del seminario. En 2012 fueron ordenados tres nuevos presbíteros y un diácono de este centro. El rector de este Seminario Mayor –formado en él también–, el P. Carlos Alberto Castillo Flores, explica la importancia de las aportaciones recibidas para poder llevar a buen término la preparación de los futuros sacerdotes del vicariato: “Todo este servicio a la Iglesia no sería posible sin la ayuda que nos brindan nuestros hermanos benefactores de

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Servicio informativo la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol”. La cantidad recibida desde nuestro país la destinan íntegramente a invertir en las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal: intelectual, espiritual, humana y pastoral. «Todo este “Su ayuda es de vital importancia. Mi más profundo agradecimiento por la servicio a la Iglesia generosidad que Obras Misionales Pontificias de España ha manifestado en favor de nuestro seminario”. Esta frase del rector bien podrían suscribirla los no sería posible propios seminaristas, como puede verse en el testimonio de agradecimiento sin la ayuda de que aquí se reproduce:

nuestros hermanos benefactores».

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Liturgia

Monición de entrada Hoy, al participar en la eucaristía, nos unimos a la Iglesia en el agradecimiento a Dios por el don de los nuevos santos, Juan XXIII y Juan Pablo II. Ellos, con su testimonio de vida y sus palabras, nos han indicado el camino que lleva a Dios. Nosotros, además de imitar su ejemplo, acudiremos a su intercesión para que el Señor siga bendiciendo a su Iglesia. Juan Pablo II quiso que el II Domingo de Pascua fuera el Domingo de la Divina Misericordia. Después de haber vivido la celebración del Misterio Pascual, nos disponemos a experimentar en nosotros la riqueza insondable de la Misericordia divina para nosotros y para la humanidad. En España, además, celebramos la Jornada de Vocaciones Nativas. Es una ocasión para dar gracias a Dios por estas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que Él suscita en los territorios de misión, así como para colaborar en su formación mediante la oración y la ayuda económica.

Sugerencias para la homilía El Evangelio muestra los tres regalos que Cristo ofrece a la comunidad de los creyentes: el Espíritu Santo, el perdón de los pecados y la misión. Regalos que, en el día de hoy, se actualizan con la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II. Ellos siguieron, por vocación, a Jesús, quien les llamó a confirmar a sus hermanos en la fe y a anunciar la buena nueva del Evangelio por el mundo. Por esos les reconocemos “misioneros por vocación”, como dice el lema de la Jornada de Vocaciones Nativas. El don del Espíritu está esencialmente vinculado con el don de la paz y, por tanto, con el perdón de los pecados, que Jesús entrega a los apóstoles: “A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”. La auténtica paz ahonda sus raíces en la purificación de los corazones, en la reconciliación con Dios, con los hermanos y con toda la creación. Esta reconciliación es obra del Espíritu. Con razón, por tanto, el sacramento de la reconciliación es un inestimable regalo pascual de Jesús. El don de la misión universal es confiado a los apóstoles y a sus sucesores: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Son palabras que vinculan para siempre la mi-

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Liturgia sión de la Iglesia con la vida de la Trinidad, porque el Hijo es el misionero enviado por el Padre para salvar al mundo, por el amor. Gracias a la fidelidad de tantos misioneros, hoy Dios suscita numerosas vocaciones en el seno de las comunidades cristianas nacientes, para el servicio de la Iglesia y de la humanidad. Tomás quiso meter su mano en la herida del Corazón de Cristo, el habitáculo íntimo de la Iglesia. Ese Corazón es el santuario de la Divina Misericordia. “El culto a la Misericordia divina no es una devoción secundaria, sino una dimensión que forma parte de la fe y de la oración del cristiano” (Benedicto XVI, 23-4-2006). “La tierra está llena de miseria humana, pero está rebosante de la misericordia de Dios” (san Agustín). La respuesta agradecida a Dios Resucitado, que derrama su misericordia con la humanidad, se transforma en compromiso de colaboración con los seminarios y noviciados en los territorios de misión, para que estas vocaciones sigan el ejemplo de los nuevos santos Juan XXIII y Juan Pablo II.

Oración de los fieles Como los primeros cristianos, que eran constantes en la oración, imploremos la Misericordia divina para su Iglesia y para la humanidad:

· · · · Gracias a la fidelidad de tantos misioneros, hoy Dios suscita numerosas vocaciones en las comunidades cristianas nacientes.

· ·

Por la Iglesia universal, por el papa Francisco y el Colegio episcopal, para que, siguiendo el ejemplo de Juan XXIII y de Juan Pablo II, anuncien el Evangelio al mundo entero. Roguemos al Señor. Por las comunidades cristianas, para que sean constantes en la oración y en la escucha de la Palabra de Dios y compartan con los demás los dones recibidos. Roguemos al Señor. Por las vocaciones al sacerdocio que Dios suscita en los territorios de misión, para que sean fieles a la llamada y estén dispuestas a servir a la Iglesia en los lugares donde aún no es conocido el Evangelio. Roguemos al Señor. Por los novicios y novicias, que se están iniciando a la entrega radical de sus vidas según el carisma de su vocación, para que no les falten los recursos necesarios para su formación. Roguemos al Señor. Por los enfermos, los necesitados y los excluidos, para que encuentren en el seno de las comunidades cristianas las ayudas necesarias, y descubran en estos gestos de fraternidad la imagen de la Misericordia divina. Roguemos al Señor. Por nosotros, que estamos participando en la eucaristía, para que vivamos la experiencia de salir al encuentro de los demás, haciéndoles partícipes de la alegría de habernos encontrado con el Resucitado. Roguemos al Señor.

Acoge, Padre, nuestra plegaria, que ponemos en tus manos por la intercesión de los santos Juan XXIII y Juan Pablo II, por Jesucristo nuestro Señor.

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Vigilia de oración

Primera parte Monición. Jesús llamó a los que quiso para estar con Él y enviarles a predicar el Reino (cf. Mc 3,13-15). Desde entonces, las comunidades cristianas han ido consolidándose con el servicio de estas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Vocaciones que implican una donación total y radical de sus vidas. Hoy Dios continúa llamando de la misma manera y con la misma exigencia y para la misma misión. Llama a los que quiere, para que lo dejen todo y se entreguen a la misión de anunciar el Evangelio. Estas vocaciones son como una luz que ilumina el camino de la Iglesia y la vida de los demás. Luces que se encienden en la Luz de Cristo resucitado. Gesto. Se encienden las velas que están en el altar directamente del cirio pascual. Mientras se hace el gesto, puede cantarse una canción que evoque la luz. Lectura. Se lee el pasaje de Is 66,10-14c. Comentario. Isaías se dirige al pueblo después de haber pasado un período oscuro en el exilio. Ahora ha llegado el tiempo de la consolación. La tristeza y el miedo dejan paso a la alegría, al consuelo, a la ternura de Dios. Nosotros estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza, de esta luz. Pero solo podremos hacerlo si somos capaces de experimentar la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. La gente hoy tiene necesidad de esta ternura de Dios, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. Los misioneros son, precisamente, portadores de consolación.

Segunda parte Signo. Se presenta el cartel de la Jornada de Vocaciones Nativas, con las figuras de Juan XXIII y de Juan Pablo II sobre la imagen de un sacerdote nacido en un territorio de misión. Unas palabras explican la escena: “Misioneros por vocación”. 22


Vigilia de oración

Comentario. Como decía Juan Pablo II, no hay misión sin misioneros (cf. RM 61). Ellos son los portadores del proyecto divino. La historia de la salvación es la historia de la maravillosa donación y entrega de los enviados por Dios. El misionero es el Evangelio viviente que confiesa y profesa la presencia salvadora y amorosa del Señor. La vocación misionera se manifiesta en la disponibilidad para anunciar el Reino a todos los pueblos, en el compromiso por participar activamente en la difusión de la fe, y en el acompañamiento de quienes se incorporan a la Iglesia a través del bautismo. Este camino de entrega tiene unas señas de identidad: la Cruz.

Lectura. Se lee el pasaje de Gál 6,14-18. Luego se hace silencio, que es roto con algunas frases del papa Francisco (Homilía, 7-7-2013): – “En su ministerio, Pablo ha experimentado el sufrimiento, la debilidad y la derrota, pero también la alegría y la consolación”. – “La fecundidad pastoral, la fecundidad del anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso [...], sino de conformarse con la lógica de la Cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor”. – “Desde la Cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como «criatura nueva»”.

Canto. “Danos un corazón grande para amar...”.

Tercera parte Adoración. Se hace la exposición con el Santísimo para ser adorado. Canto eucarístico y silencio.

Lectura. Se proclama el Evangelio de Lc 10,1-7.17-20. Comentario. Los elegidos no son seleccionados mediante campañas publicitarias, sino que son “elegidos” y “enviados” por Dios. La misión es, sobre todo, gracia; es suya. Por eso, “la evangelización se hace de rodillas”: “Sin la relación constante con Dios, la misión se convierte en función”; “cultivemos la dimensión contemplativa, incluso en la vorágine de los compromisos más urgentes y duros”, nos dice el papa Francisco (ibíd.). Respuesta a la Palabra de Dios. De modo espontáneo, se hacen peticiones por las vocaciones misioneras “de aquí” y “de allá”.

Compromiso y despedida. Después de la bendición con el Santísimo, se concluye la vigilia con una súplica a María, porque “Ella es la Madre que nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad, sin miedo”; Ella es el ejemplo para “conformarse con la lógica de amor de la Cruz” (Francisco, ibíd.). 23


Cooperación económica

SAN PEDRO APÓSTOL APORTACIÓN ECONÓMICA DE LAS DIÓCESIS A

Los donativos para la Obra de San Pedro Apóstol se reciben en las parroquias y comunidades cristianas, y llegan, a través de las Direcciones Diocesanas, hasta la Dirección Nacional de OMP. Desde allí, este dinero se envía, por medio de las Nunciaturas Apostólicas de los países correspondientes, a los destinatarios que indica a España la Secretaría General de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol en Roma. Aparecen aquí, desglosadas por diócesis, las contribuciones realizadas en 2013 en el conjunto de España. Estas proceden, en buena medida, de la colecta de la Jornada de Vocaciones Nativas de 2013. También, del esfuerzo económico continuado que realizan muchas personas e instituciones, con objeto de financiar "Becas de estudio" para quienes se preparan a la vida sacerdotal o consagrada en los territorios de misión. Otras aportaciones provienen de herencias y legados de personas que dejan sus bienes para ayudar a sostener los seminarios y noviciados de las misiones. 24

Recaudaciones

ejercicio

2013

DIÓCESIS

Euros

ANDALUCÍA

CASTILLA-LEÓN

MADRID

Almería ..............................4.690,10 Cádiz-Ceuta ................. 7.579,33 Córdoba ....................... 152.208,72 Granada ..........................56.651,97 Guadix-Baza .................... 605,52 Huelva ...................................296,35 Jaén ................................. 21.373,91 Jerez .................................. 2.425,84 Málaga-Melilla ............39.431,38 Sevilla .............................. 13.216,74

Astorga ........................... 30.149,96 Ávila .................................. 85.147,62 Burgos .............................. 4.593,42 Ciudad Rodrigo ......... 1.018,98 León ..................................25.783,95 Osma-Soria ....................2.728,90 Palencia ........................... 4.223,00 Salamanca ....................35.125,47 Segovia ........................... 20.165,86 Valladolid ...................... 48.146,72 Zamora ............................ 10.021,82

Alcalá de Henares ........ 7.110,10 Getafe ...................................... 8.036,03 Madrid ................................. 113.374,36 Arz. Castrense ................. 6.551,36

ARAGÓN Barbastro-Monzón ....... 5.776,48 Huesca .......................... 5.605,81 Jaca ................................ 4.128,93 Tarazona ......................... 545,90 Teruel-Albarracín ....... 8.109,15 Zaragoza ................... 120.505,32

ASTURIAS Oviedo .......................... 27.283,45

BALEARES Ibiza ..................................... 79,89 Mallorca ....................... 1.987,29 Menorca ....................... 1.047,95

CATALUÑA Barcelona ......................30.328,95 Girona .............................. 40.591,41 Lleida ..................................3.671,69 S. Feliu de Llobregat .........853,92 Solsona ............................ 3.988,15 Tarragona ...................... 23.352,25 Terrassa .............................. 805,05 Tortosa .............................. 3.396,03 Urgel ................................... 9.104,12 Vic ....................................... 1.872,93

EUSKADI

CANARIAS

Bilbao ............................... 40.425,39 San Sebastián......... 140.596,61 Vitoria ...............................18.525,86

Canarias ...................... 17.324,34 Tenerife ...................... 37.209,75

EXTREMADURA

CANTABRIA Santander .................. 11.299,32

Mérida-Badajoz ........ 19.488,64 Coria-Cáceres ............46.760,60 Plasencia ......................... 1.387,16

CASTILLA-LA MANCHA

GALICIA

Albacete ...................... 7.497,68 Ciudad Real.................. 25.650,55 Cuenca ........................ 46.457,06 Sigüenza-Guadalajara... 58.302,49 Toledo ........................... 36.173,73

Lugo .................................... 4.887,85 Mondoñedo-Ferrol ......2.298,94 Ourense .......................... 18.385,03 S. de Compostela ..... 116.242,81 Tui-Vigo ........................... 30.665,93

MURCIA Cartagena-Murcia .......... 23.114,22

NAVARRA Pamplona-Tudela .........100.419,63

LA RIOJA Calahorra-Logroño ..........25.678,42

VALENCIA Orihuela-Alicante ...........23.213,31 Segorbe-Castellón ........ 10.550,15 Valencia .............................. 226.170,58

DIRECCIÓN NACIONAL ..................................................... 31.707,40

TOTAL GENERAL

............................................. 2.114.125,53


VOCACIONES NATIVAS

por continentes

DISTRIBUCIÓN DE LAS AYUDAS DE ESPAÑA

De entre las solicitudes de ayuda aprobadas por la Asamblea General de las OMP celebrada en Roma del 13 al 17 de mayo de 2013, la Secretaría General de la Obra de San Pedro Apóstol asignó en junio a España la siguiente distribución de las cantidades que había puesto a disposición del

Santo Padre para velar por las vocaciones nativas. Dichas cantidades proceden de la cooperación económica de los fieles durante el ejercicio de 2012, deducido un pequeño porcentaje de gastos de administración y de animación misionera para promover la colaboración ante estas

necesidades. Con estos donativos se ayuda a que muchos candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa puedan perseverar y prepararse adecuadamente para servir a sus jóvenes Iglesias. También, a que sea posible mantener o construir seminarios y casas en las que puedan formarse.

ÁFRICA

ASIA

BURKINA FASO ................ 93.278,42

INDIA ........................................ 397.567,87

BURUNDI .............................. 228.472,34

INDONESIA ......................... 165.381,44

COSTA DE MARFIL .......... 202.006,59

TOTAL ........... 562.949,31 E

GHANA .................................... 160.282,95 NIGERIA ................................. 241.662,26 REP. CENTROAFR. ......... 24.906,59 TOTAL ........... 950.609,15 E

AMÉRICA BOLIVIA ................................... 27.740,35 COLOMBIA ............................ 36.933,04 ECUADOR .................................55.297,95 GUATEMALA ........................ 20.167,30

TOTAL GENERAL 1.738.499,89 E

PANAMÁ....................................16.589,39 PARAGUAY ............................ 18.346,61 PERÚ ........................................... 49.866,79 TOTAL ........... 224.941,43 E 25


a Pontificia Unión Misional (PUM), una de las cuatro Obras Misionales Pontificias, fue fundada en 1916 por el beato Paolo Manna (1872-1952). En la carta apostólica que escribió con motivo del 50.º aniversario de su creación, Pablo VI explicó que se trata del “instrumento oficial de la Sede Apostólica para «infundir a los católicos, ya desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero» (AG 38)”, y que “ha de considerarse como el alma de las otras Obras Misionales Pontificias” (Graves et increscentes [GI], 21). Como señala el Estatuto de las OMP, “la finalidad de la PUM es la formación e información misionera de los sacerdotes, de los miembros de los Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica, de los laicos consagrados, de los seminaristas y aspirantes a la vida religiosa en todas sus formas, así como de todos los que de algún modo están implicados en el ministerio pastoral de la Iglesia” (art. 20). La PUM

L

“ayuda y completa la actividad de las otras Obras Misionales Pontificias (Propagación de la Fe, Infancia Misionera y San Pedro Apóstol), para que, a su vez, sean escuelas de formación cristiana y misionera” y “se emplea activamente en que las mismas Obras Misionales Pontificias sean conocidas por doquier, sean ayudadas en sus iniciativas y en sus fines, y sean instituidas y promovidas en toda parroquia” (GI 22). La PUM “no es una nueva obra para la recogida de limosnas, sino que es la escuela natural de formación del espíritu cristiano en el sentido social del bautismo” (GI 22). Sus objetivos: 1. Ayudar en la formación misionera de los responsables de las comunidades cristianas y, especialmente, de los que atienden la animación misionera. 2. Desarrollar en este itinerario formativo una pedagogía “que nos habitúe a pensar y actuar como partes, como células, como hijos y hermanos de esta comunidad eclesial”

(Pablo VI, Discurso en la Audiencia general, 8-6-1966). 3. Hacer presente en las comunidades cristianas el carisma específico de cada una de las Obras Misionales Pontificias. El Secretariado de la PUM en España ofrece a la comunidad eclesial servicios diversos: cursos, publicaciones (como Illuminare), carpetas de formación, la agencia de noticias misioneras OMPress (boletín digital diario), el Centro de Información y Documentación de Misionología, etc. Por su parte, el Secretariado Internacional de la PUM (Roma) pone a disposición de los interesados el Centro Internacional de Animación Misionera (CIAM), la revista Omnis Terra, la publicación Curso Estudios para la Misión, la agencia de noticias Fides... Con estos materiales e iniciativas, la PUM se esfuerza en desarrollar fielmente la labor que le compete: ser el “despertador” de nuestra conciencia misionera.

Secretariado de la Pontificia Unión Misional

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