Pasado, presente y futuro de la localidad de Usme.

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Cรกtedra abierta Bogotรก en localidades

Pasado, presente y futuro de la localidad de Usme



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MARÍA FERNANDA CAMPO Presidenta Ejecutiva

SAÚL PINEDA HOYOS Vicepresidente de Gestión Cívica y Social

MARÍA EUGENIA AVENDAÑO MENDOZA Vicepresidenta de Apoyo Empresarial

Centro Hábitat Urbano

ANA MARÍA HENAO GONZÁLEZ Directora 2006

GLORIA HENAO GONZÁLEZ Directora 2005

Diseño y diagramación María Cristina Garzón P.



Página 5 Presentación

El Centro Hábitat Urbano de la Cámara de Comercio de Bogotá, ha llevado a cabo en los últimos años diferentes iniciativas tendientes a fortalecer los procesos de producción de conocimiento sobre Bogotá, D.C., y a su vez, posibilitado la divulgación y apropiación del mismo a los ciudadanos. El Centro Hábitat Urbano es un proyecto pedagógico y de investigación interdisciplinario que vincula a estudiantes de diferentes universidades al desarrollo de investigaciones en la escala local sobre temas urbanos prioritarios en áreas estratégicas de Bogotá. Adicionalmente lidera y coordina actividades pedagógicas como las Cátedras Bogotá que actualmente tienen vida propia en importantes universidades de la ciudad; la Cátedra Abierta Bogotá que se realiza en asocio con el Comité Cívico, el cual promueve un espacio de participación y discusión sobre temas de ciudad y los Encuentros Urbanos que a través de recorridos temáticos y dirigidos por expertos acercan a los habitantes de la ciudad a la experiencia urbana. Conscientes de que el conocimiento de nuestro entorno es el primer paso para la apropiación e identidad con el mismo y del proceso de descentralización que adelanta la ciudad desde hace varios años, se propone en el marco de la Cátedra Abierta Bogotá un acercamiento a las localidades, y es así como nace “La Cátedra Abierta en Localidades de Bogotá”, un espacio de conocimiento y discusión sobre los temas de interés para las localidades desde diferentes perspectivas, con el fin de crear pertenencia, apropiación e

identidad urbana. En el segundo semestre del 2005 se desarrolló la Cátedra Abierta en Localidades, en la localidad de Usme con el apoyo de Alcaldía Local y la Universidad Pedagógica Nacional. Es satisfactorio para el Centro Hábitat Urbano de la Cámara de Comercio de Bogotá publicar el libro: Pasado, Presente y Futuro de la Localidad de Usme, que permite ilustrar un recorrido por la historia, sus tradiciones, su imaginario urbano y su gente; posteriormente abordar la problemática actual desde los aspectos sociales, económicos, ambientales y urbanísticos y adicionalmente analizar las proyecciones y potenciales, así como también los proyectos vigentes y las propuestas futuras. Los artículos que hacen parte de esta publicación son: “Usme: Urbanización y cambios en la vida urbana” por el economista e historiador urbano Fabio Zambrano Pantoja; “Usme: Retos y oportunidades” por el arquitecto Ignacio Gallo Peña y “Planeación distrital a la cabeza del más ambiciosos plan del sur de Bogotá” por el arquitecto Camilo Santamaría Gamboa. De manera especial agradezco la colaboración de los autores, porque gracias a su aporte investigativo, han hecho posible esta publicación.

MARÍA FERNANDA CAMPO Presidenta Ejecutiva Cámara de Comercio de Bogotá


Los conceptos que se expresan en los artículos que hacen parte de esta publicación son de responsabilidad exclusiva de sus autores. En ningún caso reflejan la posición del Centro Hábitat de la Cámara de Comercio de Bogotá.


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Contenido Pág. Usme:: urbanización y cambios en la vida urbana I. II. III. IV. V. VI. VII. VIII.

Usme: oferta ambiental y urbanización El Barrio La Fiscala El Barrio Los Comuneros El Barrio Sucre El Barrio Nuevo Porvenir El Barrio Juan José Rondón Barrios Nuevo San Luis y El Espino Comuna Alfonso López

9 9 32 36 41 45 49 67 72

Usme: retos y oportunidades

85

Planeación Distrital a la cabeza del más ambicioso plan del su de Bogotá

89

I. II. III. IV. V.

Proyectos específicos Centralidad POT: eje de integración Llanos Nuevos Usme Casco de Usme Parque Minero de Usme Conclusión

Autores

91 95 97 100 101 102



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Usme: urbanización y cambios en la vida urbana1 Fabio zambrano pantoja Agosto de 2005

I. Usme: oferta ambiental y urbanización Introducción

1.

2.

Este trabajo se elaboró con base en una investigación sobre la historia del agua en la localidad de Usme, realizada en la Fundación Humedales, contratada por la Empresa de Acueducto de Bogotá. En este estudio se contó con la asistencia investigativa de Saydi Núñez, Manuel Jaramillo y Wilson Rueda. BERNARD Bret, (1985). “Reflexiones sobre la creatividad espacial en América Latina”, Cahiers des Ameriques Latines, Nº 4. París IHEAL, p. 81.

Cada sociedad va estableciendo distintas formas originales de organización del territorio, en un ejercicio de creatividad espacial que aparece en la distribución de las gentes, de las infraestructuras, de los lugares de producción y de los flujos de todo tipo. Así, el espacio es un producto social, es una obra humana y representa un modo de existencia de las sociedades y como resultado de la elaboración humana, el espacio es producido y organizado en un movimiento constante de transformación, de manera similar a la evolución de la sociedad que ocupa ese espacio. Este proceso social de generar una organización específica del espacio no se encuentra en autonomía de las condiciones sociales y económicas, como tampoco se encuentra independiente del medio. En razón de ello, la construcción social del espacio. Porque crear un espacio social implica conceder lugares específicos para los diferentes grupos sociales, con fines de residencia, de prestigio y de utilización2. Concebir el espacio como un recipiente de fuerzas sociales exige el análisis de los actores, es decir, los consumidores y productores del mismo. Todos ellos, el Estado, las comunidades, los grupos sociales, los individuos, actúan en un sistema complejo de interacciones en diferentes escalas, como la local, la nacional y la internacional. Los distintos actores son portadores de intereses divergentes, que se manifiestan en el espacio bajo la forma de

tensiones y competencias por su uso. Las distintas fuerzas van construyendo diversos sistemas que se entrecruzan y se superponen y desde el poder se van construyendo las jerarquías de los sistemas, es decir, las formas y las estructuras que ordenan el espacio de las sociedades. Además, el espacio es memoria, y por tanto, es necesario explicar cómo ha surgido, estructurado y reestructurado un espacio determinado, así como es importante definir cómo se han establecido las lógicas de inclusión y exclusión, tanto social como territorial.

A. Presentación de la localidad de Usme La localidad de Usme, como unidad políticoadministrativa, comprende el espacio biofísico que se demarcó en el acuerdo 8/77 del Distrito; sin embargo, los linderos de la localidad sólo hasta marzo de 1997 se hicieron efectivos. El acuerdo describió la delimitación así (artículo 2, numeral 5): "Partiendo de la intersección del perímetro urbano en el eje de la antigua carretera de oriente y siguiendo la línea del antiguo límite de Usme, hasta su intersección con el perímetro de Bogotá y siguiendo este perímetro hacia el sur, hasta la piedra de San David; desde este punto y siguiendo el límite de las veredas Pasquilla y Mochuelo hasta encontrar el río Tunjuelo [sic] en el límite del perímetro urbano y siguiendo este hasta encontrar los cerros de la Guacamaya, por éstos hasta el perímetro urbano y por éste


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hasta encontrar el antiguo límite de Usme en su intersección con el eje de la antigua carretera de oriente, punto de partida". Así, dentro de este espacio, Usme posee una superficie global, cercana a los 228,82 km2, donde la ocupación humana, para finales del siglo pasado, alcanza un 38% del total, presentando el suelo urbano un área de 11,3 km2. Sin embargo, en esta pequeña área, 3% del área total, vivía para 1997 casi el 99% de los 350.000 habitantes que tenía la localidad, siendo para el Distrito una de las áreas que presenta mayor concentración de personas por áreas, con cifras alrededor de 309 hab/ha (Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá, 1997). La localidad de Usme, sólo alcanzó autonomía municipal, en un período corto, entre 1911, cuando se creó el municipio, y 1954, cuando es asumida por la administración de la capital, como una de sus localidades periféricas cuando se creó el Distrito Especial de Bogotá, en parte como una geoestrategia para tener control sobre estas tierras, por varias razones: una, la presencia militar de un área que ha sido

geoestratégica para diferentes grupos armados, y la otra, la misma esponja hídrica que representa el páramo y su fortaleza para suplir el servicio hídrico que requiere la ciudad. Aún así en un plano del Distrito Capital esta franja alargada es desconocida para sus habitantes y se pierde por difusa como parte de la territorialidad del Distrito Capital. Hasta 1996, y de acuerdo con Planeación Distrital, la localidad estaba constituida por 18 veredas, algunas de las cuales presentaba ya una intensa dinámica de urbanización, y 136 barrios, de los cuales el 70% correspondía a ocupaciones ilegales. Planeación ha presentado una propuesta de sectorización barrial y veredal de acuerdo con la proximidad y de las problemáticas comunes que les conciernen a los barrios contiguos, la cual se presenta en el cuadro 1.1; en éste, además, se distinguen los barrios que hicieron parte de los lugares en donde se realizaron talleres o que son constantemente referidos en los testimonios de las personas entrevistadas en las distintas actividades.

Cuadro 1.1. Localidad 5 de Usme, relación barrial en 1996 Sector Sector I

Sector II

Sector III

Sector IV

Sector V

Sector VI (6 veredas) Sector VII

Barrios - Veredas La Fiscala, Alaska, Porvenir I, Porvenir, Duitama, El Nevado, Santa Marta, Barranquillita, El Recuerdo, San Juan de Usme, El Pedregal, Las Viviendas, El Rubí, El Danubio Azul, Las Ceibas, Voz de Alerta. San Andrés de los Altos, Cartagenita, Aurora I, Aurora II, La Fortaleza, El Jordán, Tequendama, Regadera, Casa Rey, San Luis, San Juan Bautista, Vianey, El Cortijo, Miravalle, Marichuela, Tenerife II, Granada, C. Quintas del Plan Social, Valle de Cafam. Salazar Salazar, Brasilia, La Peña, Santa Librada, Olivares, Los Tejares, Almirante Padilla, Granjas de San Pedro, Villa Nelly, Betania, La Cabaña, Rincón de la Andréa, Gran Yomasa, Compostela I, Compostela II, Compostela III, El Curubo, La Sureña. Sierra Morena, Alfonso López, El Paraíso, El Progreso, Villa Hermosa, Nuevo Portal de Oriente, Puerta al Llano, Nuevo Porvenir, Casaloma, San Felipe, Altos de los Pinos, El Bosque, La Reforma, Buenos Aires, Chapinerito, La Alborada, La Orquídea, Los Sao. Líbano I, Líbano II, Virrey, Chuniza, Serranías, La Esmeralda, Lorenzo Alcantuz, Villa Alemania II, El Pino, San Miguel, Villa Israel, El Espino, Villa Alemania, El Bosque, El Limonar, El Mortiño, Antonio José de Sucre III, Villa Anita, El Rubí II. Tiguaneque, Los Soches, Uval, La Requilina, Brazuelos, El Corinto, Agualinda o Chiguaza, El Destino, Olarte, Arrayanes, Curubital, El Hato, Las Mercedes, Los Andes, La Unión, Margaritas, Chizacá, Pasquilla, Pasquillita. La Esperanza, Doña Liliana, San Pedro, Las Violetas, La Alemana, San Germán, Flora, Villa Diana, El Porvenir, Juan José Rondón, El Bosque, Arrayanes, Villa Rosita, Costa Rica.


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B. Una apretujada urbanización: de la hacienda a la ciudad en obra gris El paisaje dominante en la historia colonial y en parte de la republicana, descontando los procesos acelerados de mediados del siglo XX hasta el presente, ha sido el paisaje rural frente al paisaje urbano en esta localidad. La configuración de Usme como poblado de carácter rural se remonta al siglo XVIII, cuando la población de San Pedro de Usme, fundada hacia 1650, es erigida como parroquia después de la primera década del siglo XVIII3. En estos paisajes rurales, resalta a la vista la figura de la hacienda, estructura dominante del siglo XIX y principios del XX del sistema productivo agrícola. La hacienda emerge, entonces, como parte de la decadencia de la actividad encomendera, y como una "nueva estructura de dominio republicano", parte también de la incorporación de tierras realengas, o terrenos baldíos que tenían el carácter de tierras de la Corona, y de los cuales Usme contaba con una alta proporción por la relativa "aridez e inaccesibilidad" de su terreno, además de una muy buena proporción de tierras paramunas. Por otra parte, la existencia de la proximidad a la capital, revitalizaban el papel de la hacienda como productora de servicios alimenticios a la ciudad, especialmente carnes, leche y papa. En los testimonios, aún salen a flote los recuerdos que permanecen en la memoria de sus habitantes sobre las viejas haciendas de la región y de la cual accedieron a un pequeño lote, tal como lo refiere, don Emiliano, recordando de dónde salió su barrio Sucre:

3.

Véanse: PIÑA Angel Miguel y LEMUS Pilar (1997). Usme: medio ambiente y hábitat. Bogotá.

"... esto era hermosísimo, porque ha sido una zona que ha dado muchos frutos en cuestión de por ejemplo, la riqueza que tiene el cultivo de la papa, el cultivo de ganado... e... la crianza de ganado digo. Cuando esa época existía la hacienda del

Hato, que era la distribuidora, tenía mucha fama porque se decía que era la distribuidora para Bogotá, distribuía la papa, la leche, la carne...". Testimonio oral, 2002. Esta hacienda, por ejemplo, está ampliamente reseñada desde mediados del siglo XIX, como propiedad de una comunidad religiosa, y en gran parte el mercado de la papa, estaba condicionado por la producción de la hacienda del Hato. Así mismo, esta hacienda es homologable a la situación de haciendas como el Soche o el Chocho, también presentes en la zona, en dirección a la vertiente occidental. La dinámica impuesta en el territorio por la existencia de esta forma de propiedad agraria, marca procesos de una alta oferta demográfica, al propiciar asiento a varias oleadas de campesinos que a ellas llegaban en las primeras décadas del siglo XX, y sobre éstos, gente y tierra, se mantenía el reducto de poder local, de líderes políticos que tenían su morada en la ciudad. Es sólo hasta mediados del siglo XX que el sistema de la hacienda empieza a decaer, descomposición atribuida por varias razones: por una parte, debido a la alta demanda de tierras de nuevos inmigrantes que contraponían el sistema minifundista al de la gran hacienda y, por otra, la agudización del conflicto armado como la incipiente urbanización de la capital que jalonaba su crecimiento desplazando su frontera agrícola. Aún así, en el presente, entre las herencias que quedan del pasado, la memoria del campesino, del paisaje agrícola, se niega a desaparecer, y es común encontrar entre lo tradicional y lo "moderno" adaptado al lugar, al campesino allí en el pueblito de Usme. Parte de sus gentes y aún sus costumbres, formas de vida y cosmovisiones mantienen la herencia del pasado que niega a extinguirse con la rápida urbanización.


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Este cambio drástico del paisaje, en los procesos de larga duración, de territorios rurales a territorios urbanos, está ligado a distintos eventos que marcaron el cambio. Por ejemplo, a manera de la política, la nueva visión traída por la misión urbanística liderada por Lauchlin Currie, como parte de la organización de la ciudad, definió a Usme como la zona 5, como un espacio inherente al área de la capital, en parte previendo una geoestrategia de control de estos terrenos, que en el papel, permitían asegurar un área territorialmente, al pertenecer al Distrito, como una amplia zona productora de agua para una población en crecimiento. La descomunal inmigración que se acelera después de los años sesenta, empieza a registrar algunos testimonios de habitantes que llegaron a la capital, desterrados de sus lugares de origen. Son los inmigrantes campesinos, protagonistas en la construcción de un modelo de poblamiento no conocido por muchos y que sólo las condiciones del entorno, propiciaron una adecuación a su supervivencia y a prolongar la construcción de una cuna para sus nuevas generaciones. Empezando por ocupar una zona, acoplada a sus condiciones, ante la gran demanda de vivienda para los novatos habitantes de Bogotá, yendo a engrosar y expandir los cinturones de miseria a través de las invasiones periódicas y en la constitución posterior de los asentamientos subnormales que dieron paso a la lucha comunal incansable, de acceder a los servicios básicos para mejorar con el tiempo su calidad de vida. Vale anotar, que ante la estrechez del espacio en otras localidades aledañas como Tunjuelito, Rafael Uribe Uribe, San Cristóbal, se incrementó la tendencia del poblamiento de Usme. Así, a partir de los años sesenta, los procesos de poblamiento se han incrementado de manera interrumpida; diversos tipos de asentamiento en el que los procesos de parcelación y posterior arrendamiento o venta de lotes de vetustas

fincas, ocurren de manera gradual, floreciendo,

de forma diseminada y simultánea, y multiplicando los núcleos de asentamiento humano. La construcción de unidades habitacionales, la emergencia de barrios relativamente aislados, están desordenados desde el punto de vista de planificación urbana, pero coherentes como formas de adaptación a las condiciones socioeconómicas de sus pobladores y a las condiciones del entorno geográfico. Así, se pueden reconocer dos tipos de poblamiento: uno efectuado a partir del proceso de oferta de terrenos por parte de las antiguas haciendas que desde la fragmentación de la hacienda, impulsó el poblamiento, siendo determinante el proceso de valorización progresivo de aquellas propiedades en la medida que se extiende la frontera urbana y la poca rentabilidad que presenta los predios rurales, y que puede apreciarse, en algunos sectores de la carretera vía a Usme, en sectores como Santa Librada o Gran Yomasa, por ejemplo; y el otro, aquel poblamiento que resulta de la proximidad de las áreas habitacionales a áreas de actividades económicas, que ofrecen trabajo a pobladores del área, y que inciden a patrones como realizar o mantener la vivienda cerca del trabajo, cerca de minas, canteras, como se da, por ejemplo, en barrios como El Danubio Azul o La Fiscala, que parte de su asentamiento rodean los centros de explotación de materiales arcillosos y las canteras abundantes en estas áreas.

Paisaje rural típico de Usme (Fotografía: Camilo Santamaría)


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En síntesis, es posible reconocer en la localidad quinta, que la mayor parte de los asentamientos han aparecido en forma espontánea, sin desconocer los movimientos propios de cada barrio o unidad residencial que aceleraron el poblamiento; muchos de ellos no controlados por el Estado y sin planificación y reglamentación. Parecería que algunos no hicieran parte de la red urbana, ya que se muestran como núcleos aislados como El Bosque, y un poco Juan José Rondón. Sólo con la consecución de proyectos colectivos, emanados desde las comunidades y en los que tiene un papel

fundamental la adquisición de los servicios básicos buscando mejorar la calidad de vida, entre ellos el agua, la luz, el teléfono, gas, entre otros, se va definiendo posteriormente la red urbana y el entramado de pertenecer a la ciudad. De acuerdo con los datos suministrados por Planeación Distrital, de la fecha de legalización de barrios subnormales de la localidad de Usme, se pueden apreciar distintas etapas en el proceso de poblamiento y de consecución de la legalidad del asentamiento, tal como se describe en el cuadro 1.2.

Cuadro 1.2. Desarrollos legales de asentamientos urbanos en Usme para 1997 Década de legalización

Asentamiento

Area total (has)

Total de Población Densidad de lotes estimada (1997) viviendas

Década del 60

Santa Martha Santa Martha II Tenerife 13,8

9,06 1,14 494

562 83 2.668

3.035 448 35,90

62,03 72,81

Década del 70

El Cortijo San Jacinto San Luis Vianey

5,29 3,44 2,46

317 132

1.712 713

59,94 53,65

Década del 80

Alaska Almirante Padilla Benjamín Uribe Betania Betania II 3,77 Casa Rey 3,17 El Porvenir El Recuerdo Sur Gran Yomasa I La Fiscala. Los Tres Laureles La Fiscala. (sector Daza) La Regadera Sur Las Gjas de S. Pedro (Sta. Lib.) Las Violetas Las Viviendas Lorenzo Alcantuz (I sector) 3,85 San Juan Bautista

5,19 7,55 0,72 9,18 171 215 1,76 0,77 13,9

326 656 64 357 923 1.161 89 58 827

1.760 1.382 346 1.928 45,35 67,82 481 313 4.466

62,81 33,90 88,9 38,9 50,57 75,32 49,08

0,44

43

232

97,73

0,49 5,67

18 389

97 2.101

36,73 68,61

1,75 70,4 1,09

97 248 104

524 1.339 562

55,43 33,51 95,41

270 2,56

1.458 185

70,3 999

72,26

San Juan (I sector)

0,82

51

275

62,20


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San Juan (II y III sector) Sta. Librada. San Bernardino Sta. Librada. San Francisco Santa Librada Santa Librada. Los Tejares Sta. Librada. (sector La Peña) Usminia 6,06 Década del 90

Antonio José de Sucre I y II Barranquillita Danubio Azul Duitama1,27 El Jordán El Refugio Sector Sta. Libr. El Rubí - II Sector Fiscala sector centro 11,8 La Fiscala - sector Rodríguez La Regadera km. 11 0,87 Lorenzo AlcantuzII sector2,94 Los Tejares SurII sector Marichuela III sector Cafam Monteblanco Olivares 2,65 Sta. librada La Esperanza Sta. Librada La Sureña Sta. Librada. Salazar Salazar Santa Marta. II sector Villa Alejandría

0,62

15

81

24,2

0,29

18

97

62,07

0,65 15,9

30 200

162 1.080

46,15 12,54

4,86

223

1.204

45,88

3,82 272

182 1.469

983 44,88

47,64

15,8 31,6 74 -

105 2.541 -

5.692 13.721 58,03 -

66,54 80,53

-

-

-

-

176

950

14,87

2,34

112

605

38

205

43,68

230

1.242

78,23

-

-

-

221

-

83,23

-

-

-

-

-

4,93

273

1.474

54,37

-

-

-

-

-

-

-

-

Fuente: Departamento Administrativo de Planeación Distrital. 1997.

-

47,86


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C. Reconocimiento de la plataforma Como se puede apreciar con esta corta descripbiofísica de Usme y sus áreas visitadas ción geomorfológica, Usme se encuentra Usme, desde una mirada biofísica, no es la misma de lo que sería sin el ser humano hace unos quince mil años. La actual Usme contiene en cada uno de sus cimientos, la huella histórica de multitud de generaciones y que se refleja en los paisajes hoy construidos, los palpables, los que permiten que los actuales hombres sobre ellas se asienten, es un Usme construido, intervenido, en cada una de sus laderas y sus aguas. La localidad de Usme, contiene parte de los cerros surorientales, que a gran escala sería uno de los bordes del altiplano cundiboyacense y de la sabana bogotana, y que a escala micro, constituye un área circundada por montañas y colinas que culminan en su mayor altura en el páramo de Sumapaz.

Cerro Juan Rey. Canteras del parque minero de Usme (Fotografía: Camilo Santamaría)

Usme se encuentra sobre la formación geológica que lleva su nombre, que de acuerdo con Ingeominas, se caracteriza por presentar tres grandes conjuntos rocosos, en los que predomina en su parte inferior un conjunto de areniscas y areniscas guijarrosas (areniscas de la formación regadera), un conjunto medio que contiene arcillas esquistosas y en la parte superior una capa de areniscas con intercalaciones de areniscas y arcillas, en partes con incrustaciones de carbón.

asentada en rocas sedimentarias, donde predominan, como parte de los componentes de los suelos y de la roca madre, las arenas y arcillas, las cuales han sido desde varias décadas atrás la base productiva para algunos grupos, para extraer el material de la construcción, sustento de miles de kilómetros de pavimento, avenidas y edificaciones modernas que mantiene Bogotá, dejando al contrario, en sus lugares de origen los rastros y huellas vivientes de destrucción en las canteras, gravilleras, areneras, ladrilleras, que hacen parte del paisaje suburbano del área.

Destrucción, porque este proceso de extracción minera ha contribuido a acelerar los procesos erosivos, con la pérdida casi total del suelo, pérdida de la cobertura vegetal original y el carcavamiento acelerado que facilitan los movimientos en masa, e incrementan el riesgo natural en la zona con eventos como deslizamientos, derrumbes o represamientos de las quebradas o ríos durante las temporadas de lluvias. Vale anotar, siguiendo a Ingeominas, que el área presenta uno de los cuatro bloques tectónicos, que circundan la ciudad, conocidos como el central hundido o Sinclinal de Usme Tunjuelito, entre la falla de Bogotá, al oriente y la falla inversa del Mochuelo, al occidente. En general, los fuertes procesos de intervención con la apropiación, poblamiento y urbanización de Usme, cambiaron las formaciones superficiales de rocas y suelos como la vegetación original, representada en pequeños relictos hacia los cerros más orientales, y en forma de parches, con especies exóticas de pinos y eucaliptos, así como la presencia del material arcilloso y arenoso expuesto en la superficie en relieve con pendientes superiores a los 30º, que al estar en un área altamente reseca, y con la presencia temporal de fuertes aguaceros, facilita la remoción del material e incrementa el grado de riesgo en el área.


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De acuerdo, con los testimonios recogidos, especialmente en los sectores más surorientales, como en Juan José Rondón, es frecuente durante la temporada de lluvias, la presencia de eventos como deslizamientos, derrumbes o represamientos hacia los bordes de las quebradas, como Arrayanales, por lo cual gran parte de estas áreas han sido declaradas como zonas de alto riesgo. Así mismo, en la mayor parte de los barrios en donde se recogió información oral, el asentamiento se hallaba sobre las colinas alargadas con fuertes pendientes, y con la presencia incipiente o nula de la infraestructura de servicios básicos, hasta ahora en ejecución, como el alcantarillado o los desagües de vías; éstos se vierten en las precarias vías facilitando la erosión de material y dispersando la contaminación en los barrios. En cuanto al clima presente en la región, es etéreo dada las microcondiciones de los lugares; mientras existen barrios sobre laderas expuestos a las corrientes de vientos frías provenientes de los cerros, otros sectores ubicados en las depresiones intercolinas, se hacen más secos. Por lo general, en las áreas de mayor cercanía a los cerros orientales, como los barrios como Juan José Rondón, San Pedro o La Flora, la humedad atmosférica es alta, con una fuerte nubosidad durante el año, a su vez son muy bajas las temperaturas y en las temporadas de lluvias suelen propiciarse aguaceros fuertes o lluvias constantes durante varias horas, siendo así reconocida el área por la gente como el "el páramo". Frente a parámetros como la temperatura y la precipitación en el área de Usme, son variables, mientras que en la temperatura promedio se encuentran grandes diferencias, por ejemplo, hacia el borde más suroriental en barrios como Juan José Rondón, El Bosque, Violetas, sus mismos habitantes la reconocen como el

páramo con temperaturas que de acuerdo con la CAR oscilan entre los 7º C y 14º C, al contrario, las áreas más occidentales, expuestas a mayores corrientes de viento y a mayor radiación durante el día, como Nuevo San Luis o El Progreso, las temperaturas suelen incrementarse, estando por lo general por encima de los 12º C; por otro lado, la precipitación en el área también es disímil, los mayores regímenes de precipitación se presentan hacia los terrenos ubicados en los bordes de los cerros orientales de Bogotá, mientras que en las demás zonas tiende a disminuir, sin descartar que cuando se presentan los fuertes aguaceros, el impacto es grande por la precariedad del sistema de vías, del estado de las viviendas o de las mismas condiciones del relieve altamente deteriorado, que facilitan el arrastre de material, siendo la erosión pluvial muy intensa. Asímismo, la presencia de un clima seco predominante, hace que los terrenos sean especialmente vulnerables a los procesos de erosión hídrica superficial, por escurrimiento difuso, intenso y concentrado. De la misma forma, los altos índices de ocupación urbanística y los problemas de deforestación, explotación de canteras y de material para construcción, convierten estos sectores en áreas de alto riesgo. En términos hídricos, Usme cuenta con el 10% de las corrientes de agua que posee actualmente la ciudad; además, es el corredor directo que conecta al Distrito Capital con la potencialidad que representa el área del páramo de Sumapaz. Entre estas corrientes, la cuenca del río Tunjuelo es la de mayor amplitud con cerca de 41.944 has, vital para el mantenimiento de los sistemas de La Regadera y Chisacá, que se nutren de las aguas del río. En relación con la hidrografía de la localidad, a Usme la bañan los ríos El Lechoso o Mugroso, Curubital, Chisacá, Santa Rosa, Destino, Soate, La Taza, Aguadulce, Yomasa, Olla del Ramo, entre otros. Además, posee lagunas de origen


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La Regadera (Fotografía: Camilo Santamaría)

glaciar, entre ellas, la laguna de Los Tunjos, La Guitarra y cuerpos hídricos artificiales como el embalse de Chisacá y la represa de la Regadera, entre otras; ésta última es reconocida como parte de la infraestructura con la que cuenta la ciudad para proporcionar el servicio de agua a la ciudad. La hidrografía reconocida por las comunidades entrevistadas indican que el principal cuerpo de agua es el río Tunjuelo, al cual desembocan una serie de quebradas de órdenes primario y secundario, que presentan un alto deterioro, tanto en la composición de sus aguas como en la misma intervención que ha sufrido la cuenca. Entre las principales quebradas mencionadas se hacía referencia de la quebrada Yomasa por pobladores de los barrios Juan José Rondón, San Pedro, Violetas, El Bosque y algunos sectores del barrio Alfonso López; las quebradas Santa Librada en Alfonso López y Bolonia por pobladores del barrio que lleva este mismo nombre. Así mismo, los habitantes reconocen, en los testimonios recogidos, que sus terrenos han sido territorios de agua, porque el agua abundaba, cuando llegaron a poblar el barrio; agua que, posteriormente, ha ido disminuyendo, tanto por la llegada acelerada de más habitantes como por el deterioro que han sufrido los cuerpos de aguas presentes en el área.

Así, en cualquier lugar donde se rompía para construir, brotaba agua, un alto potencial de aguas subterráneas especialmente en los barrios de Juan José Rondón, La Fiscala y en las zonas rurales de las veredas Yomasa, Los Soches y El Uval, brota en gran cantidad y constituyó la principal despensa del líquido para los pobladores originales de los barrios; a medida que el crecimiento poblacional, junto a la construcción de vivienda y de la precaria infraestructura establecida, se incrementan las aguas contaminantes que deterioran estos cuerpos de agua; a su vez, los pocos aljibes que existen, hacen parte de las áreas de conflicto de los habitantes, que se los disputan por tener el acceso y control a éstos. Entre los principales problemas reconocidos por la comunidad, se encuentra la invasión de rondas y quebradas, por la alta presión de la urbanización subnormal, haciéndose de una manera antitécnica y, generalmente, en áreas con un alto grado de amenaza por la presencia de movimientos en masa o por ser áreas naturales de desborde del río, tal como sucede en el río Tunjuelo, las quebradas Olla del Ramo, Arrayanales y la de Yomasa, entre otras. Actualmente, la ausencia de un alcantarillado técnicamente construido, es sustituido por la forma tradicional como se ha concebido los cuerpos de agua que atraviesan los barrios, en donde prima la visión que los habitantes de estos barrios tienen de los cuerpos de agua, como si estuvieran diseñados naturalmente para el transporte de desechos, siendo la quebrada o el río el sitio ideal para botar las basuras o para dirigir los desagües de aguas negras o desechos industriales que se producen en la localidad. A manera de ejemplo, podría citarse el caso de la quebrada Bolonia que, de acuerdo con Planeación Distrital, en cerca de 1.540 metros de recorrido por esta localidad, es afectada por una fuerte contaminación con la presencia de basuras y la ausencia de sistemas adecuados de evacuación de aguas negras; o también la quebrada Yomasa que, en su parte


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alta aporta el agua potable a barrios como Juan José Rondón, El Bosque, La Flora, Tiguaque, entre otros, y que al pasar por cada tramo urbano lo que recibe es un acumulado de fuentes contaminantes, desde las mismas aguas negras de cada uno de los barrios por donde atraviesa, como los desechos industriales de cada una de las actividades económicas que en el área se realizan, por ejemplo, los residuos de las curtiembres de Monte Blanco y San Benito, o los residuos de mataderos como Cofrisur, cooperativa frigorífica, ubicada desde antaño en la vereda El Uval, en medio del barrio Puerta al Llano, entre otras. Pero es contradictorio, pese a los alarmantes niveles de contaminación el grado de conciencia en las comunidades es muy bajo, y se da como un hecho natural el estado de contaminación de los cuerpos de agua, sin generarse una actitud de defensa de estos recursos naturales.

D. Una urbanización tardía y conflictiva Para comprender mejor el proceso de urbanización en Usme y las transformaciones que se suceden con la introducción del servicio domiciliario del agua, es conveniente conocer el contexto en que se sucede la urbanización de Bogotá en el último medio siglo, en razón de que este crecimiento acelerado va a convertirse en el escenario que permite entender la singularidad del caso de Usme, donde la urbanización va asumir formas no institucionales, sin presencia del Estado, razón por la cual la construcción de ciudad tiene que ser asumida por los pobladores de los barrios no formales. Son ellos quienes tienen que asumir la construcción de la red social, condición inicial para poder resolver los requerimientos esenciales del hábitat urbano, como son los servicios básicos.

1. Metropolización y crecimiento acelerado de Bogotá. A partir del 1º de enero de 1955, la capital cambió su estatus jurídico de municipio por el de

Distrito Especial. La transformación de la metrópoli se cumplió en esa época con la anexión de los municipios vecinos de Bosa, Usme, Fontibón, Engativá, Suba y Usaquén. Esta búsqueda de la independencia administrativa de la ciudad frente al departamento de Cundinamarca, no evitó que las decisiones políticas fuesen supeditadas a la racionalidad planeadora. La dictadura militar de Rojas Pinilla continuó interviniendo en la ciudad de manera unilateral, contraviniendo las recomendaciones del plan piloto. La construcción de la autopista del norte, así como la del sur, las obras del CAN, y el proyecto e inicio del aeropuerto de El dorado, rompen con la idea del plan de controlar el crecimiento al occidente, y con ello la forma de la ciudad comenzó a cambiar aceleradamente. Al concluir la dictadura, un nuevo equipo de profesionales entró a participar en la administración de la ciudad. Conocedores de las técnicas modernas de la planeación, como Jorge Gaitán y Virgilio Barco, alcaldes en los años sesenta, buscaron conciliar la planeación con la intervención estatal. Sin embargo, la migración a la ciudad rápidamente dejó atrás cualquier intento de regulación y de un poco más de medio millón de habitantes en 1951 se llegó a 2.700.000 en 1973. Este crecimiento acelerado de la población acarreó una urbanización descontrolada, donde el barrio marginal accedía a su normalización urbanística gracias a la intermediación de los políticos. Esta urbanización acelerada, que ocasionó el mayor negocio de tierras y el origen de grandes

Invasión de rondas por vivienda (Fotografía: Camilo Santamaría)


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fortunas en la ciudad, demandó la construcción de una gigantesca infraestructura de servicios públicos. Luego, con el propósito de satisfacer la demanda por vivienda, con un adecuado sistema financiero, en 1972 se creó la UPAC, cuya aplicación significó un cambio radical en la historia de la ciudad. De nuevo, el orden soñado por los urbanistas se estrellaba con los intereses especulativos y financieros que impusieron sus intereses por encima de la racionalidad planificadora. Al mismo tiempo, el dinamismo demográfico de la ciudad estuvo acompañado de un avance en la prestación de sus servicios públicos, dinamismo que también se expresó en la modernización vial y en la renovación arquitectónica. En la década del cincuenta, esto se reforzó extendiéndose a diversos frentes. De este decenio en adelante la ciudad vivió el comienzo de un desarrollo explosivo. Si en 1950 se calculaba que la ciudad llegaría a su millón y medio de habitantes en el año 2000, en realidad esta cifra la alcanzó sólo seis años después. Los demógrafos calculaban que el 15 de enero de 1956 entraba o nacía en Bogotá el ciudadano número un millón. El auge demográfico significó la presencia de varias tendencias moderni-zantes. Para entonces, el automóvil ocupaba ya el lugar central en la ciudad y desde 1952 se había suprimido el tranvía. Comenzaba una era que la ciudad y sus gentes debían adaptarse a ella, hasta el punto de ser calificada por la prensa como la era de la "fiebre de las avenidas". El desarrollo vial se hizo presente introduciendo cánones norteamericanos. La construcción de la avenida Caracas desde la década del cuarenta y de la carrera décima en los años cincuenta, son dos proyectos viales que afectaron a la ciudad y se constituyeron en nuevos ejes de la malla urbana. El afán modernizante pasó por encima de las reliquias de la antigua Santa Fe, y joyas coloniales como Santa Inés y La Casona se demolieron para permitir la ampliación hacia el sur de la carrera décima. Se concebía que la modernización de la ciudad consistiera en su acondicionamiento al automóvil. Claro ejemplo

de ello fue la mutilación que sufrió el espacio público cuando, para construir la calle 26, se mutiló el parque del Centenario. El fenómeno más notorio de este período, lo constituye el crecimiento demográfico. En efecto, el aumento de la natalidad y la reducción de la mortalidad, es decir, el crecimiento vegetativo, continuaron en la década del cuarenta y coincidió con la guerra civil no declarada que se inició entre 1944 y 1946 y concluyó en 1964. Este enfrentamiento desató una nueva avalancha migratoria hacia varias ciudades, de las cuales Bogotá estaba en mejores condiciones para recibir estas oleadas de emigrantes. Las proporciones de la ciudad cambiaron desde entonces de manera dramática, puesto que la ciudad se extendió por buena parte de la sabana y creó exigencias inmensas en todos los servicios públicos, en proporciones descomunales. De los 500.000 habitantes que tenía en 1946, pasó a un millón en 1956, a dos millones en 1966, a tres millones en 1974 y a más de cinco millones en 1993. Esta desproporción demográfica sobrepasó las capacidades de manejo de lo urbano y presentó retos ineludibles. Cabe destacar que el patrón de urbanización seguido por Colombia se apartó de lo que prevaleció en América Latina, donde el crecimiento de una sola ciudad ha sido la norma, mientras que en nuestro país la tendencia fue a la urbanización de varias ciudades. Si embargo, entre 1951 y 1973 el aumento absoluto de la población de Bogotá fue superior al totalizado por las otras tres ciudades que le seguían en tamaño, y por ello la distancia demográfica de la capital y de las otras ciudades se fue acentuando: Bogotá multiplicó por cuatro su población, Medellín por 3,2 veces y Cali y Barranquilla por tres, mientras que el índice del país apenas se duplicaba. Se hacía evidente que la capital se encontraba mejor capacitada para recibir emigrantes que en el resto de las ciudades colombianas. Este comportamiento demográfico ha estado acompañado de otros fenómenos. La reducción


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de las tasas de fecundidad y mortalidad ocasionó modificaciones en la distribución por sexos, efecto conocido como transición demográfica. Así mismo, se ha presentado una creciente participación de la mujer en las actividades productivas y en la demanda laboral, con notorio impacto en la estructura laboral. El efecto en las estructuras de edades es notorio, resultado del profundo cambio sucedido en la curva de mortalidad desde la década del sesenta, en buena parte debido a la aplicación del control de la natalidad. Esta transformación tornó la mayoría de la población de adulta a joven en la década de los sesenta. Hay que tener presente que entre los censos de 1938 y 1951, la tasa general de mortalidad descendió un 70% en Bogotá y la de mortalidad infantil un 80%, con el correspondiente impacto en la esperanza de vida al nacer, indicador que ganó trece años entre 1951 y 1981, aunque cálculos más optimistas ubican en dieciocho años este aumento, indicadores que son superiores en tres años a los de la media nacional. La ciudad no pudo satisfacer este crecimiento poblacional con una adecuada oferta de vivienda. La autoconstrucción se impuso, método con el cual buena parte de la ciudad fue construida por el esfuerzo directo de los emigrantes, a pesar de los grandes esfuerzos que el Estado emprendió para ofrecer vivienda en mejores condiciones que las urbanizaciones "piratas". El acceso a la tierra estuvo ausente de invasión, en razón de la escasa tierra que tenía el Estado en la ciudad, puesto que la que poseía la había vendido en el siglo XIX. Por ello se calcula que únicamente en 14 barrios el acceso a la tierra fue por invasión, de 32 intentos. En buena parte, a causa de esta condición, la urbanización masiva que presenta Bogotá se realizó bajo la modalidad de los barrios informales, o "piratas", denominación originada en el hecho de carecer de la legalidad requerida. Esta urbanización la hacía un "empresario de tierras", quien compraba una hacienda y la parcelaba, para venderla por lotes, cuyas dimensiones normales no pasaban de 6 metros de frente por 12 de fondo,

los cuales eran comprados, a plazos, por estos emigrantes, quienes normalmente habían llegado a vivir en pequeñas piezas, y luego de haber acumulado algunos ahorros, emprendían la etapa de acceder a una casa propia. Más de la mitad de la vivienda construida durante este período se levantó bajo esta modalidad, lo cual produjo cerca del 40% del área construida. Paradójicamente, esta urbanización se realizó en el momento de mayor auge de la planeación. Es interesante destacar que en las zonas donde existía esta urbanización, como era el sur de Bogotá, predominó el barrio como la unidad urbana por excelencia; mientras que en el resto de la ciudad, el barrio comienza a dejar de ser importante, y aparecen las unidades residenciales articuladas alrededor de ejes comerciales, como Chapinero y Sears, por ejemplo. Otro caso es el de Ciudad Kennedy, programa de vivienda apoyado por el gobierno norteamericano como parte de la campaña de la Alianza para el Progreso, y orientado a satisfacer la demanda por vivienda de los emigrantes. Este plan utilizó los campos de aviación que el aeropuerto de Techo dejó vacío al ser sustituido por El dorado. Ubicado en el extremo occidental de la ciudad, exigió la construcción de redes de servicios públicos que valorizaron las tierras que se encontraban entre Bogotá y este distante sector, lo cual generó una fuerte tendencia de urbanización hacia esa parte. El 17 de diciembre de 1961, el presidente Kennedy se hizo presente para entregar la primera vivienda del programa de Ciudad Techo, como inicialmente se llamaba. El período se caracteriza por una fuerte paradoja que nos muestra cómo, mientras el Estado hacía sus mayores esfuerzos por pensar en la ciudad, ésta había encontrado una modalidad práctica de resolver la escasez de vivienda, como era la de la autoconstrucción informal. Al margen de las normas y sin cumplir con las exigencias de cesión de espacio público, de tamaño de las calles, sin mobiliario urbano ni espacio para servicios educativos, y lo más importante, sin servicios públicos, estos barrios tuvieron que


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recurrir a los intermediarios políticos para acceder a la presencia del Estado, en un claro proceso de privatización de la acción urbanizadora. La lucha de los pobladores se centró en el acceso al servicio de acueducto, luego del transporte, la energía y después los demás servicios. El avance en el cubrimiento de los servicios era grande, si se tiene en cuenta el déficit que había. Mientras que en los años veinte y treinta, entre un 20% y un 30% de la vivienda tenía acceso a luz y agua, para 1951 el censo muestra un panorama diferente, pues el 50% de la población bogotana cuenta con el servicio de energía eléctrica. El acueducto logró una mejoría sustancial con la puesta en servicio en 1958 del acueducto de Tibitó. Todo ello muestra cómo la ciudad fluctuaba entre el establecimiento de una fuerte política de intervención y la delegación absoluta al sector privado de la gestión urbana. Así, mientras que en 1951, mediante el decreto 185, se oficializa el Plan Regulador que proponía delimitar la ciudad por el occidente en la carrera 30, al finalizar la década el mismo Estado iniciaba la construcción de Ciudad Techo, en el extremo occidental de los límites distritales, luego de varios años de estar actuando en contra de lo propuesto por el Plan Regulador. De manera simultánea, el decreto legislativo 3640 de 1954, orgánico del Distrito Especial de Bogotá, significó para la ciudad el inicio de su independencia administrativa. En este sentido, y como resultado de las nuevas exigencias, por medio del acuerdo 53 de 1956, se reorganizó la Oficina del Plan Regulador, la cual recibió el nombre de Oficina de Planeación Distrital de Bogotá, y se le encomendó la planificación del desarrollo de la ciudad, realizar la coordinación con entidades similares departamentales y nacionales, coordinar los programas de inversión del Distrito, establecer normas para regular la expansión de las áreas residencial, comercial e industrial y elaborar la legislación necesaria para reglamentar la parcelación de tierras y la construcción de edificios.

Con la conclusión de la dictadura en 1957, un nuevo grupo de profesionales entró a participar en la administración distrital. Desde entonces y hasta 1966, la figura de Jorge Gaitán Cortés, primero como concejal y luego como alcalde entre 1961 y 1966, se erigió como la del planificador por excelencia, y en estos años se logró mantener una continuidad tanto en la planeación como en la instrumentación. En efecto, el Plan fue entendido como una herramienta capaz de ser acondicionada a las variaciones del entorno urbano y debido a ello los esfuerzos se concentraron en convertir a los postulados en programas concretos para facilitar la acción administrativa. La preocupación más recurrente fue la de institucionalizar los procesos derivados de la toma de decisiones en materia de planificación física, y en razón de ello se hizo énfasis en la necesidad de poblar las zonas vacías y configurar una urbanización homogénea. En este sentido, se aprobó en 1961 el Plan Vial Piloto, con el objetivo de fomentar la progresiva compactación de la capital mediante la delimitación de un sistema combinado de cuadrícula ortogonal con anillos periféricos. Resultante de esto surgen las avenidas 68 y Boyacá, la avenida longitudinal de carácter regional para tráfico pesado, combinaban con los ejes radiales: carrera séptima, la calle 80, calle 26 y la avenida de las Américas, y con ello se formó el sistema vial radial anillar de la ciudad que aseguraba la comunicación tanto en el sentido sur-norte, como oriente-occidente. A partir de este proyecto, las vías pasaron a ser programas reales dotados de presupuesto, especificaciones, etc. De esta manera, en estos años se logró un significativo avance en el desarrollo urbano formal, puesto que se retomó la práctica planificadora que había sido desechada durante la dictadura; además, se logró un plan completo para la ciudad, a partir del cual se definieron una serie de mecanismos de acción que comenzaron a ejecutarse con prontitud. Sin embargo, no hay que olvidar que la ciudad estaba padeciendo sus más altos índices de crecimiento y la urbani-


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zación informal era responsable de buena parte de la expansión urbanística. Durante la alcaldía de Virgilio Barco, 1966-1969, se continuó con el impulso planificador que se traía, y hubo una gran continuidad en las obras iniciadas en la anterior administración, y se agregó la dimensión del desarrollo económico y social. Barco propuso la integración de los elementos básicos de la ciudad, como son: los atributos (vivienda, espacio público, equipamientos, transporte), las dimensiones (social, económica, cultural, ambiental) y las instancias reguladoras. Entre las preocupaciones fundamentales de esta administración figuran la planificación, la renovación urbana, la construcción de varios parques metropolitanos, la provisión de servicios públicos, la integración vial, la construcción de viviendas, además de la reorganización administrativa, la terminación de las obras inconclusas, la ampliación del acueducto y el plan maestro de alcantarillado. La visita del Papa en 1968 fue un compromiso que aceleró la ejecución de numerosas obras para aprestar a la ciudad a este evento. Es importante resaltar el cambio de enfoques que se estaba presentando a finales de la década del sesenta en lo referente a la construcción del proyecto de ciudad, en razón de la inclusión de la variable económica en el desarrollo urbano. La influencia del economista norteamericano Lauchlin Currie fue definitiva para el desarrollo de Bogotá. La ciudad es vista como un problema nacional y de allí se deriva la necesidad de que el Estado debe entrar a resolverlo, en razón de ser la ciudad más importante del país. Currie y Barco formaron un equipo de donde salieron varias estrategias definitivas en el proceso de urbanización que vivió la capital y el país en las décadas siguientes. Al iniciarse la industrialización de la posguerra, el potencial industrial de Medellín sobrepasaba al de Bogotá; pero desde 1950 en adelante, en la capital se dejó sentir la ventaja de controlar un mayor mercado interno, condición que le

permitió un mayor crecimiento de su industria y por ello se puede afirmar que el despegue económico de Bogotá se presentó tardíamente, respecto incluso a otras ciudades colombianas, y las décadas de los años cincuenta y sesenta muestra esto. Los cambios institucionales, como la creación del Distrito Especial, así como la aplicación de la planeación económica a escala nacional, beneficiaron este crecimiento. Además, la modernización de la agricultura regional, jalonada por el crecimiento urbano de la ciudad, permitió que Bogotá fuese el centro de una de las regiones agrícolas del país. La industrialización comenzó por la vía de la sustitución de importaciones y luego dio paso a las ramas productoras de bienes intermedios y de capital, así como el fortalecimiento del sector de servicios, con lo cual la ciudad aseguró una estructura productiva bastante diversificada, característica que le ha permitido salir mejor librada que otras ciudades en los momentos de crisis. Este proceso se presenta de manera simultánea al surgimiento de una paradoja: la del desfase entre la concentración demográfica y la concentración industrial en Bogotá. Es notorio que la segunda ocurrió antes de los años sesenta, cuando la primacía de Bogotá aún no era perceptible, pero posteriormente, la importancia de Bogotá en la industria nacional se estabilizó, mostrando un ligero crecimiento, mien-tras que la mayoría de los indicadores demográficos y económicos (no industriales) revelaban un centralismo bogotano cada vez más notorio. Así, la industria se concentró en Bogotá antes que la población, lo cual explica que se haya constituido en un elemento atractivo para las migraciones que arribaron a la ciudad. En las décadas del cincuenta y sesenta, la ciudad vivió un profundo cambio social que silenciosamente transformó, de manera radical, el paisaje social urbano que mostraba la capital. En efecto, la modernización de la infraestructura de servicios públicos permitió el creciente


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acceso a éstos de la mayoría de la población y generó una serie de cambios en la cultura material en el interior de los hogares. Éste es el caso de los cambios que origina la ampliación del servicio domiciliario de agua en los barrios marginales, que reduce los tiempos dedicados a la consecución del líquido en pilas públicas y que permite un sustancial progreso de las condiciones de vida al mejorar la higiene en el hogar. Así mismo, el progresivo avance del servicio de la energía eléctrica permitió el cambio de las estufas de leña y de carbón, que imperaron en Bogotá hasta los años cincuenta en los barrios marginales, por la preparación de alimentos con energía eléctrica y gas. La reducción del tiempo dedicado a los oficios domésticos ocasionó profundas transformaciones en los hogares, pues liberó a la familia, dándole mayor tiempo para dedicarlo al ocio, a la educación y al trabajo fuera de casa. De manera simultánea, la ciudad comenzó a demandar mano de obra más capacitada para la expansión industrial y la modernización del sector servicios. Esta situación provocó el acceso de la mujer al mercado laboral, así como a la educación superior y con ello empezó a cambiar las relaciones familiares. De esta manera, la ciudad comenzó a presenciar una mayor participación de la mujer en las actividades laborales, industriales y de servicios, con notorio cambio con relación al paisaje social que mostraba la ciudad décadas antes. En efecto, hasta las primeras décadas del siglo XX, la alta participación de la mujer en el mundo del trabajo estaba limitada a actividades de baja productividad, como planchadoras, sombrereras, aguateras y servicio doméstico. Ahora, la calificación educativa de la mujer le permitía adquirir una mayor posibilidad de participar en todos los órdenes de la vida urbana. Por supuesto que uno de los efectos de este nuevo panorama fue la reducción del tamaño de la familia. Estos cambios materiales y laborales estuvieron acompañados de profundas transformaciones en el orden de la cultura. La radio se popularizó, así como luego la televisión,

además de otros adelantos en la comunicación, que fueron transformando las relaciones entre los habitantes y su percepción del mundo fue cambiando. Igualmente fue sensible el ascenso y consolidación de la clase media, con toda su lógica secuela de nuevos usos y costumbres. Cabe mencionar la mayor presencia de la juventud en todos los campos de la vida social. La consolidación económica y demográfica de Bogotá tiene una relación directa con el mejoramiento de los medios de transporte, lo cual le permitió consolidar el control de la región económica más grande del país, la que presenta una amplia urbanización y la que disfruta de la mejor y más variada oferta ambiental territorial. Debido a ello, Bogotá ha dispuesto de un territorio de donde se ha proveído de grandes contingentes de emigrantes, lo cual ha sido definitivo para contar con mano de obra barata, así como de compradores de las haciendas que se lotearon como barrios marginales. Igualmente, este mercado regional constituye una salida para las industrias de bienes de consumo, y los servicios de la metrópoli, como los bancarios, educativos, salud, educación superior, comunicaciones y comercio mayorista. El crecimiento de esta región se logró a causa de la consolidación del sistema férreo, que en 1961 llegó a su ápice con la inauguración del ferrocarril del Atlántico, que conectó a Bogotá con Santa Marta, y al sustancial mejoramiento del transporte aéreo con la puesta en funcionamiento en 1958 del aeropuerto de El dorado. Gracias, entre otras, a estas mejoras, Bogotá pasó a controlar la región más rica del país. La consolidación de Bogotá de manera efectiva como capital nacional, en los órdenes económicos, demográficos, culturales y políticos, demandó la intervención cada vez mayor de la planeación macroeconómica originada en el Estado central. El Plan de Desarrollo Nacional de las Cuatro Estrategias, elaborado a comienzos de los años setenta por Lauchlin Currie, diseñó una serie de intervenciones en la economía para incentivar la urbanización de las ciudades, así


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como la escogencia de la construcción como motor de la generación de empleo y, por tanto dinamizadora de la economía. Como resultado de esta estrategia nació en 1972 la unidad de poder adquisitivo constante, UPAC, sistema de financiación de vivienda que transformó de manera radical el proceso de urbanización de las ciudades colombianas. Así mismo, a comienzos de esta década se realizaron varios estudios donde se trazaron estrategias para Bogotá, que quedaron consignadas en el estudio "Ciudades dentro de la ciudad" y en el estudio de "Desarrollo urbano de Bogotá, fase II", de 1972. Con estos elementos, la ciudad inició una etapa de consolidación urbana que le ha permitido afrontar los retos de fin de siglo en mejores condiciones que las otras grandes ciudades colombianas, como la mayor inserción de los pobladores marginales a la ciudad formal, una mejor prestación de servicios domiciliarios, mayor cubrimiento de servicios educativos y hospitalarios, mayor participación ciudadana en los asuntos públicos y la economía más sólida del país. Debido a grandes cambios que realiza el Estado en las políticas urbanas, la propiedad territorial urbana presenta profundas modificaciones durante este período, en razón del aparecimiento de nuevos agentes que en ella intervienen, condiciones que provocan transformaciones profundas en la estructura socioespacial de Bogotá. Los cambios en la concepción de la política urbana estatal son notorios, puesto que se presenta un abandono de las políticas que hasta los años sesenta habían imperado, como era la edificación de vivienda como lucha contra el déficit habitacional, mientras que ahora el Estado se concentra en escoger el sector de la construcción como el motor de la economía, y para ello diseña una estrategia financiera a través de la UPAC, creada en 1972. Este sistema de financiamiento de la vivienda canaliza el gigantesco ahorro captado por medio de las corporaciones de ahorro y vivienda, CAV, recursos que son facilitados bajo la modalidad

de préstamos hipotecarios a largo plazo a quienes necesitaban de crédito para la adquisición de vivienda nueva. Con esta política se resolvió el problema de la oferta de vivienda para estratos medios y altos, sectores sociales que comenzaron a recibir una sobreoferta de vivienda construida preferentemente en el norte de la ciudad y en segunda instancia en el occidente. Sin embargo, a pesar del volumen de los recursos dirigidos a financiar esta nueva oferta de vivienda, desde un comienzo se nota que no satisfacía las necesidades de las familias de menores ingresos. Por ello, la autoconstrucción continuó, de la misma manera como este sistema había sido el único camino que los emigrantes habían tenido para resolver sus necesidades de hábitat. Así, en los años de mayor auge de la construcción bajo la modalidad del UPAC, entre 1973 y 1985, la autoconstrucción fue la responsable de la producción del 33,75% del total de la vivienda producida por la ciudad. Esta urbanización se realizó sin presencia del Estado, con precarias condiciones sociales y altos índices de violencia, sin servicios públicos, situación que obligaba a sus habitantes a recurrir a la intermediación de algunos políticos que intercambiaban votos por el acceso a los servicios domiciliarios. Esta forma perversa de construir la ciudad comenzó a cambiar desde fines de los años ochenta, en razón de la escasez y el precio creciente de los terrenos, aunado a algunas políticas del Estado que comenzó a regular estas urbanizaciones, así como al desarrollo de un mayor nivel de organización comunitaria. Todos estos esfuerzos no lograron reducir el déficit de vivienda que ha aquejado a la ciudad de manera notoria desde el siglo XIX. Si bien este déficit cuantitativo, resultante de comparar el número de hogares con el número de viviendas existentes en la ciudad, ha venido descendiendo, la cantidad de viviendas que él representa no ha dejado de aumentar. Así, si el déficit era del 37,8% en 1951, había descendido a un 31,8% en 1973 y a un 27,1% en 1985. No


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obstante, este déficit estaba representado por un faltante de 138 mil viviendas en 1973, cifra que se incrementó a 247 mil en 1985. Por supuesto que esto no significa que en la década del noventa estos indicadores vayan a mejorar, y esto es lo que explica que más de la mitad de los nuevos habitantes que se agregan a la población bogotana, se inserten en la ciudad por la vía de la autoconstrucción informal, o barrios llamados "piratas". 2. La urbanización reciente de Usme: a la sombra de la marginalidad Se ha señalado que desde las décadas del cincuenta y sesenta la ciudad vivió un gran cambio social que silenciosamente transformó, de manera radical, el paisaje social urbano que mostraba la capital, y que no sólo se limitó al aspecto del crecimiento urbano, sino que también implicó una amplia serie de cambios cualitativos.

4.

Testimonio del barrio La Fiscala.

El barrio de La Fiscala es uno de los que se pobló más tempranamente. Al comenzar la década del cincuenta, este espacio era una finca, y precisamente en 1952 es cuando se comienza a parcelar. Las primeras familias arriban en 1959, siendo emigrantes del altiplano y luego algunos bogotanos comienzan a poblar estos lotes que se estaban urbanizando, trepándose por los cerros orientales. Este hábitat inicial es bastante precario, pues desde un principio la ausencia del Estado es la norma general. El agua se saca de los aljibes, la cocción de los alimentos se hace con leña y la iluminación con velas. Fue necesario que transcurrieran dos décadas para que el barrio lograra su legalización, es decir, su inserción formal en la ciudad. Esta condición jurídica, condición indispensable para recibir cualquier intervención estatal, fue el resultado de un constante batallar de la comunidad a través de distintos tipos de organizaciones. En efecto, en 1965 se había constituido la junta de acción comunal, y pocos años después llegan

los primeros servicios con la energía eléctrica en 1967 y las pilas de agua en 1968, debido a conexiones ilegales. Con la legalización, el barrio pudo tener acceso a las redes del acueducto, y gracias al trabajo comunitario ya se contaba con el alcantarillado. Para lograr estos avances en el mejoramiento de las condiciones de vida, debió transcurrir 40 años para que esta comunidad barrial lograra un equipamiento urbano aceptable; pues sólo hasta 1982, llega la primera ruta de transporte y hasta 1990, el servicio telefónico. Paradójicamente, al completar el equipamiento urbano, los pobladores se encuentran frente a nuevas realidades: el desempleo. La legalización del barrio, requisito formal de gran importancia, no deja de tener un sabor agridulce para los pobladores. Como lo señala un testimonio de un poblador del barrio La Fiscala: "Respecto al agua, durante toda la historia del barrio hemos convivido, con sectores ya legalizados, con casas y nuevos barrios sin legalización de sus servicios de acueducto y alcantarillado. Hoy en día los que tienen el servicio legalizado pueden presionar al que lo tiene piratiado, porque sienten que están pagando cada mes —pues quiéranlo o no, les llega la factura sin falta— lo que el otro está consumiendo de manera irregular. Puede que éste sea visto como si estuviera de gorra en el barrio, aunque realmente no lo esté. Por otro lado, se ha dado el caso de personas que luego de normalizado y legalizado su servicio de acueducto domiciliario, consideran que las facturas no corresponden a lo que han consumido y marcado los medidores; no las pagan, hasta el punto que les cortan el agua y pierden su medidor porque los funcionarios de la empresa retiran con su propia mano el medidor de la acometida. Son personas que vuelven al servicio pirata porque les sale más barato, así no sea el más seguro"4.


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Así, si bien la legalidad es una búsqueda constante, y a ello se orientan buena parte los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, no deja de presentar ventajas relativas la lógica del funcionamiento pirata, pues la informalidad tiene la exigencia de la organización comunitaria para la prestación, bastante precaria de algunos servicios, como es el caso del abastecimiento de agua, pero no tiene la exigencia del pago mensual de la factura por el consumo. Este reclamo se deja sentir con el tema de la construcción del alcantarillado, que fue una obra comunitaria, y que al momento de prestarse el servicio de acueducto, se cobra el otro servicio. "Es que no es difícil de entender las razones que tiene la gente para sacar el agua de los tubos madre cuando la misma empresa de acueducto le ha cobrado a los habitantes el trabajo hecho por la comunidad. Así fue cuando dieron el visto bueno por el sistema de acueducto de aguas negras construido con los recursos y las manos de los vecinos del barrio. La legalización del servicio de alcantarillado significó para la gente pagar otra vez por el sistema que ellos mismos habían hecho. Las empresas a veces se encargan, así, de crear la desconfianza que hacia ellas expresa la comunidad. Muchos de los servicios que se supone permiten la legalización de los barrios, han sido conseguidos por los mismos habitantes, y eso no lo reconocen las empresas"5. La contraposición de dos lógicas se deja sentir cuando se enfrentan la experiencia de haber construido una red de solidaridad social para poder levantar el barrio, con la llegada de la legalización y la formalización de los servicios públicos. Las cuatro décadas de lucha por obtener los servicios, que exigió un gran esfuerzo colectivo, es visto como un capital social que cuenta en el momento de la inserción en la formalidad urbana.

"No puede ser que las empresas de servicios consideren que el barrio se formaliza y arranca de cero en el momento en que se incorpora a las redes legales de servicios, pagando por su conexión, sin tener en cuenta los esfuerzos de los habitantes por levantarlo y mantenerlo durante años. Eso no quiere decir que no sea buena y lógica la instalación domiciliaria de agua potable y de los demás servicios por la vía formal, de hecho eso permite que la gente cree nuevas formas de conciencia y de convivencia. Cambia la conciencia cuando el ahorro en el gasto de agua empuja a los vecinos a recoger el agua 6 lluvia para su uso doméstico " . Bastante diferente es el caso del barrio Los Comuneros. Su origen marca una diferencia total con el caso anterior, puesto que su urbanización se inicia con la presencia del sacerdote Saturnino Sepúlveda, de amplia trayectoria en la organización de las gentes sin techo. En 1981, este sacerdote, caracterizado por su radicalidad política, inicia la convocatoria de gentes interesadas en acceder a vivienda propia, y da comienzo a la organización con una capacitación en liderazgo comunal cooperativo, constituyéndose la Empresa Comunitaria Los Comuneros. Esta organización es la que permite consolidar una capacitación en derechos civiles y en los trámites con el Estado, y con estas bases los pobladores asociados se lanzan a comprar un lote, el cual fue urbanizado con el apoyo profesional de ingenieros y arquitectos, facilitados por el padre Saturnino. El primer servicio que se establece es el del agua, y al igual que la mayoría de estos barrios, el aprovisionamiento se logra perforando el tubo madre que viene de la represa de La Regadera, que transporta agua sin tratar en dirección a la planta de Vitelma, con lo cual abastecen una pila comunitaria. Ahora, en el momento de realizar este trabajo, todo está a punto de cambiar, en razón de la conexión definitiva a la prestación del servicio de acueducto desde la planta de El Dorado, próxima a entrar en servicio.

5. Ibidem. 6. Ibidem.


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Además, con la legalización del barrio, con la cual adquieren el acceso a servicios públicos, se diluye la organización social, la cual había nacido para solucionar, precariamente, la ausencia de estos servicios. Se gana en calidad de vida pero se pierde en capital social. "Eso nos tiene jodidos. Cuando al principio se manifestó la necesidad, todos nos unimos y se lograron cosas"8.

La Regadera (Fotografía: Camilo Santamaría)

El origen del barrio Sucre también muestra sus diferencias. Se inicia en 1985, bajo la influencia de un movimiento político que imparte capacitación para la autoconstrucción. El acceso al servicio del agua convoca a la gente a organizarse en acción comunitaria. Ésta es básica para que la gente se reúna a trabajar los sábados y domingos en las labores comunitarias. Si bien, las gentes compraron su lote, pagándolo a cuotas, parte de la finca es invadida, con lo cual se da inicio a una urbanización pirata, fuente de diversos conflictos. La cercanía al tubo madre les permite tender una verdadera "araña con mangueras", y se establece en cada cuadra una pileta, servicio que no deja de convertirse en fuente de conflictos por la densidad del poblamiento que hace rebasar la escasa oferta de agua. De nuevo, el peregrinaje por la legalización del barrio se convierte en una experiencia contradictoria. Este trámite les hace ver que el acueducto que habían construido no cumplía las mínimas condiciones técnicas para su operación.

7. 8. 9.

Testimonio del barrio Sucre. Ibidem. Testimonio de Leonor Perdomo, barrio Nuevo Porvenir.

"Para el proceso de legalización del servicio, la Empresa (de Acueducto) vino con sus funcionarios e hicieron reuniones donde nos explicaron y nos concientizaron [sic] de hacer las cosas legalmente, porque así como estaba, rústico y caprichoso, y a pesar de suplir nuestras necesidades, no era seguro"7.

En años recientes, 1987, los potreros fueron sustituidos por un barrio, el Nuevo Porvenir en la comuna Alfonso López. Por fuera del perímetro de prestación de servicios, urbanizado bajo la modalidad ilegal, pirata, presenta un cuadro común a este tipo de apropiación de la tierra: una vez vendidos los lotes, el urbanizador desaparece, y es la comunidad la que se tiene que organizar, e iniciar la autoconstrucción de los servicios. Esto se inicia con la perforación del tubo madre y la construcción de un alcantarillado. "La comunidad fue la que urbanizó realmente esto y lo llevó adelante". Igual que en los otros casos, antes que la construcción de las casas, se construye primero el tejido social, y acá se inicia con la junta de acción comunal, organización que logra el acceso al servicio telefónico y de agua potable, y que ha sido fundamental para intermediar con los distintos funcionarios estatales. Acá se nota una mayor presencia del Estado, en comparación con los otros casos ya vistos. Sin embargo, los habitantes del Nuevo Porvenir perciben esto como si fuera gestión de personas y no de la acción estatal. "Para eso han sido muy importantes las gestiones de algunos ediles y alcaldes que prestaban la maquinaria, la retroexcavadora. Apoyados por ellos, hemos 9 logrado la recebada de las calles" . El acceso al servicio del agua fue el resultado de constantes luchas y movilizaciones, como la que sucedió en 1997, que estuvo acompañada del


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bloqueo de las calles. Desde la experiencia de los habitantes de esta comuna, la construcción de la planta de El Dorado es el resultado de las exigencias de los pobladores de Usme. Para ellos, el consumo de aguas sin tratar estaba generando enfermedades gastrointestinales y parasitismo, pues "hay muchas enfermedades a raíz de esa agua sin tratar"10. Para ellos es evidente que los barrios con mejores y más sólidas organizaciones son los que han conseguido mejores negociaciones con la Empresa de Acueducto. Este mejoramiento del servicio del agua dejó sin sentido la organización fundada para el mantenimiento de las mangueras, y ahora se encuentran frente a una nueva lucha, como es la de no pagar por la instalación de la red, y lograr que la conexión se realice bajo la modalidad de gestión comunitaria. El poblamiento del barrio Juan José Rondón se mantiene en la línea que han mostrado los otros barrios. El testimonio de Primitivo Numpaque nos muestra el caso de un emigrante boyacense, quien llega a la capital a comienzos de la década del cincuenta y vive pagando arriendo cerca de treinta años, hasta encuentra la posibilidad de comprar un lote para construir una casa. Esta oportunidad se da cuando escucha los programas que adelanta el sacerdote Saturnino Sepúlveda en los altos de Juan Rey. Allí encuentra un potrero con siete casas, a donde llega, luego de pagar su lote a plazos, en 1984. Para este poblador, lo que hace el sacerdote no deja de ser similar a cualquier urbanizador pirata, a pesar de que les instruye en cursos de principios de política radical. Mientras tanto, el acceso al agua se debe a los pozos que encuentran en los potreros adyacentes. "Nos ha tocado sufrir mucho con la ausencia de agua, en invierno y en verano. Cuando estamos en invierno el clima nos tapa las mangueras, y en verano porque se escasea mucho".

Para solucionar, en parte, estas dificultades, la junta de acción comunal organiza las mangueras, al tiempo que emprende el trabajo de buscar la legalización del barrio: titular, escriturar y superar la piratería, es una prioridad para esta organización, en razón de que es esta condición jurídica la que le puede permitir el acceso a la presencia estatal. Pero esto no es tan fácil, y es por ello que en 1998 tienen que recurrir a un nacedero de agua, de donde se deriva la red de mangueras. Es, entonces, cuando se establece la función del fontanero, personaje que se vuelve de gran importancia en estos barrios. Es él quien se encarga de mantener las mangueras y vigilar que el abastecimiento del agua, a pesar de su precariedad, sea suficiente para la satisfacción de las necesidades elementales de estas comunidades. "Durante mucho tiempo tuvimos que bregar con el problema del agua, inicialmente había unos aljibes y de ahí tomábamos el agua. Ahora, a partir de la constitución de la junta, empezamos a pedir permiso a La Alemana, a Bavaria para traer desde arriba el agua, desde la cordillera, casi cerquita del nacimiento. "Agua pura, porque de allí todavía es limpia, hasta el día de hoy ha resultado mejor que la de acá. Menos contaminada. Entonces tuvimos que colocar las mangueras y traer el agua, hacer unos tanques para que se pudiera distribuir el agua con mangueras. Con la colaboración de la comunidad y de algunas personas que han dado donaciones, se logró comprar las mangueras que fueron instaladas en 1998. "Posteriormente, la comunidad organizada nombró unos fontaneros -pero hace poco-, como desde 1998 y poco a poco ha venido para la distribución del agua, y la traída desde allá porque eso siempre se sufre, la comunidad nombró los fontaneros y ahora por intermedio de ellos hay que pagar algo, algo que cuesta. Un fontanero recibe $ 2.000 por casa mensuales, pero la verdad es que hay gente que no los paga. Eso da como pena"11.

10. Ibidem. 11. Testimonio de Primitivo Numpaque, barrio Juan José Rondón.


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La proximidad de la entrada en servicio de la nueva red de acueducto es vista como el gran momento en que el barrio va a cambiar radicalmente. Se espera como causal de transformación y de avance, como lo fue la construcción de la escuela, la iglesia y el parque. "Yo creo que las obras que se están ejecutando en el barrio van a cambiar notablemente su imagen, porque para el 2003 ya vamos a contar con el acueducto. Ya se ven las obras, la maquinaria, los obreros, todo. Y la vida será otra cuando logremos por lo menos el servicio de acueducto. "El problema de las mangueras se acaba, se mejoran las calles porque las aguas negras serán canalizadas debidamente y los problemas con la gente ya no van a existir, cada uno tendrá su servicio. Yo pienso que son logros y adelantos de este barrio, de estos barrios, de esta zona. "Ahora podemos decir que estamos casi a la par con los otros sectores San Pedro, Villa Rosita, Villa Diana y más adelante también se mejorará Arrayanes, pues hay mucha gente trabajando en eso. Aunque cuando empezamos las gestiones para conseguir los servicios, yo veía que la gente era más unida, habíamos menos pueblo, pero la presión era más por los barrios, por lo que nos reuníamos en los 12 catorce barrios" .

12. Ibidem.

Para una habitante del barrio como la señora Carmenza Guzmán, el consumo del agua sin tratar ha sido la causa de las pésimas condiciones de salud, y foco de enfermedades como los hongos, diarrea, que aquejan a los niños, pues la mayoría de la gente consume el agua sin hervir. Si en un principio, cuando había pocas casas, el agua que se recogía de los potreros era suficiente, pero el crecimiento de la urbanización ha generado la escasez y los esfuerzos del fontanero son superados por la creciente demanda. "Entre más gente, menos agua".

Los efectos de esta precariedad en el acceso al servicio del agua se dejan sentir en las dificultades que esta ausencia genera en la vida hogareña. En este barrio sólo hasta 1990 se puede construir un sanitario, lo cual es posible cuando llega el agua a las casas. Antes, el agua se recogía "con una manguera que se colocaba desde arriba en unos pocitos de agua, para comer y para el baño". Por consiguiente, lo que predomina mientras tanto son los pozos sépticos, pues no hay alcantarillado, condición que obliga a que se construyan zanjas profundas que cortan las calles, contaminando a todos los habitantes. Por consiguiente, la proximidad de la construcción de las redes de acueducto y de alcantarillado es vista como el gran cambio. "Yo sí creo que el hecho de colocar todos los servicios implica volverse modernos. Ya nos vamos a modernizar...". Este cambio, para las mujeres, significa dejar atrás las enfermedades como las gastrointestinales, puesto que la diarrea, causada por el consumo de aguas contaminadas, es lo que más aqueja a estos pobladores. En estas condiciones de servicio, el fontanero adquiere una importancia similar a la que tuvo en toda Bogotá en el siglo XIX, pues de él depende el acceso al servicio. Su función de manutención del abastecimiento del agua lo convierte en un personaje de gran significado social. "Pero el significado de un fontanero es mucho, es un oficio primordial para subsistir, sin agua no existiría nadie y por cualquier parte brota agua, pero acá, hoy en día está muy contaminada, por ejemplo la quebrada, donde anteriormente se podía tomar agua cristalina, ahora es imposible; esto se ha poblado mucho y la gente no ayuda a cuidar ni a limpiar el agua. "A mí me estiman mucho aquí, por lo menos cualquier persona me estima por el asunto del agua, bueno yo soy un tipo que a las cuatro de la mañana me encuentro ya limpiando el tanque arriba


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en La Alemana, cerrándolo, abriéndolo, poniéndolo a llenar, y dándome cuenta si está llegando agua o no; si no está llegando, entonces me toca ir para arriba a las 5:30 de la mañana para destaparla arriba, y cuando hay mucho verano, muchas veces toca a las doce del día, taponar la manguera para poner a llenar 13 el otro tanque" . Cabe destacar que esta función es ganada personalmente, pues, a diferencia de los fontaneros de antaño que dependían del municipio, acá es un oficio que surge de la necesidad, sin ninguna regulación estatal. Son los vecinos que pagan una cuota. "Para mí, la hora más importante en este oficio es a las siete de la mañana, porque a las siete voy a echarle el agua a todo el mundo, me toca darme cuenta de las mangueras, sacarles el aire y que cada casa coja su agua. Lo único es que yo no le arreglo manguera por el camino a nadie, eso sí no; el día que me llegue al tanque y le ayudo con el mayor gusto, que la sonda, que un caucho, que para amarrarla y eso sí, pero yo no me voy a poner a escarbar la manguera a cambiarla, eso no. Después de eso descanso, porque de 7 a 8:30 a.m. los tanques están desocupados, entonces voy a llenarlos de nuevo. "Yo me siento feliz, así me moje o haga frío, pero la costumbre de trabajar, de hacer cosas me revitaliza. Imagínese que yo tengo 70 años y no me importa subir a las cinco de la mañana al tanque, me le pongo a cualquiera, eso sí. "En este oficio cada casa paga mensualmente un promedio de $ 2.000 a $ 2.500, pero hay muchos que no pagan el ciento por ciento, pero no se le puede quitar el agua porque como viene por una sola manguera, entonces el que paga, está dándole el agua a los otros. El pago es voluntario, pero imagínese usted que muchas veces en el mes me gano entre $

20.000 y $ 30.000 y ¿qué es eso? No se justifica. Pero es que aquí la junta no colabora, debería ser la junta quien 14 llamara a la gente y pedirle que pague" . La ausencia del servicio es vista como una gran carencia en la vida de la comunidad, y la consecución del servicio una prioridad para la misma; es así como cuando aparece la intervención estatal, la respuesta comunitaria es totalmente positiva, como se puede observar en el siguiente testimonio. "En Juan José Rondón se ha sufrido mucho por el agua, se han realizado actividades, festivales, talleres, de todo. Por ejemplo, contamos en noviembre con el Festival del Agua, donde se hacen bazares, espectáculos y presentaciones, se come gallina y se toma cervecita, eso con el fin de recoger fondos para el acueducto, pero ya llevamos varios años en eso y nada. También hemos asistido a talleres, a los cuales nos mandó el acueducto; y nos llevaron a conocer la planta de El Dorado, para informarnos que así quedaría la planta de Altos de Yomasa, o sea, la de nosotros; fuimos allá como 38 personas e hicimos los cursos de los muiscas y aprendimos muchas cosas, sobre el tratamiento del agua"15. En el barrio La Reforma, urbanizado por Alfredo Guerrero, “persona muy caritativa con las personas más necesitadas", según un poblador de este barrio, la legalización del mismo se logró en 1998, y con ello llega la energía eléctrica, el teléfono y el gas. El acueducto requiere de un proceso de trabajo por gestión comunitaria, por medio de talleres de capacitación. Las redes fueron donadas por la alcaldía local, gracias a la financiación del Fondo de Desarrollo Local de Usme. A la fecha, cerca de un 30% de las casas cuentan ya con el servicio de acueducto y el resto se encuentra en proceso de instalación. Esta situación contrasta con lo que se vivió a comienzos de la década pasada, cuando la

13. Testimonio del fontanero Luis A. Peña. 14. Ibidem. 15. Ibidem.


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"gente se agarraba a palo", las epidemias eran frecuentes, las alergias constantes. "Hoy, donde no hay agua potable, cunden los problemas sociales", como está sucediendo en la iglesia Montes de Galilea, en El Bosque, donde varios dirigentes se enterraron para denunciar la ausencia del servicio, hecho que se convirtió en noticia mundial. En conclusión, como resultado del trabajo que se ha hecho con los pobladores de Usme, se puede constatar los efectos que genera la introducción del servicio de acueducto domiciliario y la superación de la precariedad que significa la ausencia del mismo y el abastecimiento de aguas no tratadas: tensiones sociales, demanda de inversión de grandes cantidades de tiempo para suplir estas ausencias, los costos sociales representados en

enfermedades gastrointestinales y la violencia cotidiana que genera la competencia por abastecerse de agua. Lo que ha vivido la ciudad en toda su historia, y que empezó a ser superado desde 1938 con la puesta en servicio de la planta de Vitelma, se encuentra hoy en día en la frontera urbana de Usme. El entrecruzamiento de las condiciones de urbanización ilegal, denominado pirata, ha marcado profundamente esta historia. Pero los pobladores luchan contra esto, y siempre buscan la legalización, condición indispensable para acceder a la presencia del Estado. Pese a las adversidades políticas, económicas, culturales y sociales, el esfuerzo, de manera permanente, es el de la construcción de la red social como precondición para superar la marginalidad urbana y lograr la inclusión social.


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II. El barrio La Fiscala

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El terreno del barrio hoy conocido como La Fiscala era una finca, de propiedad de las hermanas Zapata, de Bogotá, el cual hacía parte del municipio de Usme. En 1952, dichas hermanas vendieron el terreno en parcelas. Así se constituyó la parcelación denominada "La Fiscala". En 1959 llegaron a vivir las primeras familias de apellido Ospina, Vásquez, Olaya, Gómez, Garzón, Torres, Galindo y Cobos, que venían de diferentes partes del país, como Santander y Boyacá. Posteriormente y en forma paulatina, fueron llegando más familias, poblándose la parcelación incluso de gente que venía de otros barrios de Bogotá. En esta época no se gozaba de ningún servicio público. Durante los primeros años de formación de La Fiscala, los habitantes extraían el agua de aljibes, alumbraban con velas y cocinaban con leña. Además, no había servicio de transporte hasta el barrio. Había que caminar seis cuadras hasta la Caracas para coger el bus. La gente que fue llegando desde los años sesenta, ha construido sus casas hacia la montaña, al oriente. Las casas que se ven arriba en el filo de las lomas al fondo, son los últimos que han llegado y que hacen parte del barrio. Para llegar hasta allá hay que caminar media hora, por lo menos, desde donde los deja el bus. Por aquí también había chircales, la tierra es rica en hierro y eso ayuda a fundir los ladrillos. Varias familias vivían del trabajo con el barro. Con el burro amarrado dando vueltas en redondo se pisaba la primera tierra revuelta con agua. Luego eso era pisoteado por varias familias y con esa masa se hacían los ladrillos a mano. La competencia con las ladrilleras que se fueron instalando en este sector acabó con el trabajo artesanal de la fabricación del ladrillo. Las mujeres eran las encargadas de darle forma a los ladrillos y los hombres hacían las hornadas y preparaban el barro para que el burro lo pisara.

En 1965 se organizó la primera junta de acción comunal. Durante su primer período se gestionó y se logró la construcción de la escuela "La Fiscala Alta", en un terreno donado por el señor Carlos Vásquez, quien fue uno de los primeros habitantes del barrio. Además, se logró que la Empresa de Energía Eléctrica prolongara la red de la luz a la parcelación, por la entrada principal, obteniéndose así el servicio en 1967. El servicio era muy deficiente; alumbraba más una vela que un bombillo y si se conectaba la plancha automáticamente se apagaba el bombillo. En este mismo año, llegó el señor Alejandro Sánchez, funcionario de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, a fin de indicar la forma de adquirir el servicio del agua para el barrio. Habló con los señores vecinos del barrio, Alcides Vásquez, Rosendo Galindo, Humberto Plazas y Silvino Gil, ya fallecidos. En dicha reunión se les informó que podían conectarse al tubo madre que traía el agua de los tanques de Vitelma para llevar agua hasta el barrio por medio de pilas. En 1968, se nombró la segunda junta de acción comunal. Durante su período de gestión y con el trabajo, apoyo y colaboración de la comunidad, se construyeron diez pilas, distribuidas así: tres en el sector norte, tres en el sector centro, dos en el sector Escuela Alta y dos en el sector Quebrada Seca. Algunas casas tenían derecho a conectarse directamente de la pila. Otras no. Los que tenían conexión eran los dueños de las mangueras y a ellos se les podía comprar el derecho al agua conectando una manguera a la suya. Cuando la gente ya estaba cansada de cargar agua podía recurrir a esta compra del derecho; de lo contrario, había que hacer cola varias horas para recoger el agua, pues cada pila tenía dos llaves y siempre había mangueras conectadas antes que uno llegara. Posteriormente y por gestiones de la junta, se logró el cambio de "parcelación" a "barrio". En 1972 se obtuvo el reconocimiento del barrio en

16. Este texto se elaboró a partir de las siguientes fuentes: - Escrito titulado “Historia del barrio La Fiscala”, de autoría de Ruth Aguilar e Inés López, elaborado en el marco de los talleres adelantados en este sector. - Entrevista con el líder comunal del barrio La Fiscala, Braulio Acevedo, realizada el 3 de mayo de 2002. Testimonios y opiniones de los participantes de los talleres realizados en el barrio La Fiscala.


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el Departamento Administrativo de Acción Comunal Distrital - DAACD, por lo cual expidieron la personería jurídica Nº 1305 del 20 de septiembre de 1972, debido a las gestiones de la junta de acción comunal de esa época. A partir de esa fecha, el trabajo comunitario se hacía directamente con el Departamento de Acción Comunal. Para darle más peso a la gestión comunal, se solicitó a la ladrillera Santa Fe la donación de un terreno para la construcción del salón comunal, junta que fue aprobada el 8 de diciembre de 1972. En este mismo año, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá inició los trabajos de redes, acometidas y legalización del servicio. Sin embargo, antes de aproximarse esta entidad al barrio, ya se contaba con alcantarillado de aguas negras hecho por los habitantes mediante trabajo comunitario; es decir, con mano de obra y materiales puestos por la gente. Para hacer la obra, el barrio contaba con personas que habían trabajado en acueductos rurales en distintos pueblos, ellos transmitieron el conocimiento. En 1975, la Empresa de Energía Eléctrica comenzó a cobrar el servicio, para lo cual instaló un medidor que marcaba los Kwh. que consumían todos los usuarios, ya que no existían los medidores domiciliarios. Los cobros aproximados eran de $ 17.000 bimestrales para cada usuario. En 1976, los habitantes cocinaban todavía con leña; por lo nocivo de este método, la señora Gloria Vásquez, habitante del barrio, gestionó y logró el primer expendio de gasolina, por medio de Ecopetrol. Este servicio se prestó durante diez años. A finales de 1986, la junta de acción comunal eligió el primer comité del cocinol, saliendo nombrada la señora Bertha de Medina como coordinadora. El comité de cocinol efectuó un censo de familias, a fin de presentarlo a Ecopetrol para solicitarle la venta de gasolina en bidones, la cual fue aprobada. Ecopetrol, con base en el censo, expidió los carnés de usuarios del cocinol. Las ventas se efectuaban cada quince días; los carros de Colgás se ubicaban en

la plazoleta del barrio y los funcionarios exigían la presentación del carné, para la venta de la gasolina. A principios de 1982, se inauguró la primera ruta de transporte. Por gestiones de la junta de acción comunal, se logró que la empresa Expreso Imperial, prestara el servicio. En el mes de julio de 1982 se terminó la obra del salón comunal y se inauguró el 8 de diciembre de 1982, siendo presidente, Marcelino Alonso; vicepresidente, Jorge Enrique Cobos; tesorero, Vicente Manrique, y el fiscal, José Martínez. Los coordinadores de dicha obra fueron: Humberto Plazas, Rosendo Galindo, Manuel Vásquez, Silvino Gil y la secretaria de la junta, Inés Galindo. El salón comunal se construyó con el apoyo y la colaboración de la comunidad. En 1983 se inició la construcción del colegio con el aporte, apoyo y colaboración de la comunidad. No se pudo terminar por falta de recursos económicos, razón por la cual se tramitó el traspaso a la Secretaría de Educación, para que la terminara. Actualmente, el colegio lleva como nombre "C.E.D. Fabio Lozano Simonelli". Por gestiones de las siguientes juntas de acción comunal, se logró la pavimentación de la vía principal de entrada al barrio, a través de la Secretaría de Obras Públicas. Su inauguración se llevó a cabo el 28 de agosto de 1986. A partir de 1987, se realizaron actividades con la colaboración de la comunidad y del padre Lucinio (párroco del barrio), para comprar un terreno para la construcción de la iglesia. Se compraron dos lotes en el barrio sector lotes 16 y 16ª y el urbanizador, Alonso Rodríguez, donó dos lotes para la construcción de la iglesia y la casa cural. La obra se inició con el aporte, apoyo y colaboración de la comunidad y de todo el gremio de los propietarios de las ladrilleras del barrio. La obra fue dirigida por el padre Lucinio, hasta dejarla con las paredes a nivel de teja. En 1990, la Empresa de Teléfonos de Bogotá inició los trabajos de instalación de postes para


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extender las redes para el servicio privado o domiciliario, ya que únicamente se gozaba del servicio de teléfonos públicos, instalados en cinco tiendas de los diferentes sectores del barrio. El 12 de marzo de 1997, por gestiones del consejo comunal, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá vendió tanques domiciliarios para el almacenamiento de agua con capacidad de 500 litros, de forma cónica o cilíndrica, los cuáles incluían tapa, juego de conexiones, válvula y flotador (bola plástica). La medida trataba de contener la creciente demanda de agua en el sector mediante el ahorro del líquido disponible. La mayoría de las urbanizaciones de este sector han sido piratas, es decir, que no han tenido ninguna planificación. La falta de servicios es el principal problema del barrio pirata, aunque progresivamente cada barrio va llevando su proceso de normalización. No quiere decir esto que el urbanizador necesariamente haya tumbado al que le compró. Precisamente, el barrio es pirata porque sus lotes se venden por fuera de los perímetros de prestación de servicios. A veces el urbanizador saca provecho económico de sus clientes, cuando promete la consecución de servicios como parte del lote en venta. Entonces, vienen, venden la tierra, cogen la plata y se van. En esa práctica el Estado tiene mucha influencia, porque la responsabilidad en la creación de urbanizaciones piratas no es sólo del habitante que tiene necesidades previas a la lógica estatal. Es como una cadena de responsabilidades. El problema que actualmente tienen un buen número de casas de este sector, es la falta de escritura pública de los predios. Respecto al agua, durante toda la historia del barrio, existen sectores ya legalizados, con casas y nuevos barrios sin legalización de sus servicios de acueducto y de alcantarillado. Hoy en día, los que tienen el servicio legalizado pueden presionar al que lo tiene pirateado, porque sienten que están pagando cada mes pues quiéranlo o no, les llega la factura sin falta lo que el otro está consumiendo de manera

irregular. Puede que éste sea visto como si estuviera de gorra en el barrio, aunque realmente no lo esté. Por otro lado, se ha dado el caso de personas que luego de normalizado y legalizado su servicio de acueducto domiciliario, consideran que las facturas no corresponden a lo que han consumido y marcado los medidores; no las pagan, hasta el punto que les cortan el agua y pierden su medidor, porque los funcionarios de la empresa retiran el medidor de la acometida. Por tanto, estas personas vuelven al servicio pirata porque les sale más barato, así no sea el más seguro. No es difícil de entender las razones que tiene la gente para sacar el agua de los tubos madre cuando la misma Empresa de Acueducto le ha cobrado a los habitantes el trabajo hecho por la comunidad. Así fue cuando dieron el visto bueno al sistema de acueducto de aguas negras construido con recursos propios y con la mano de obra de los mismos vecinos del barrio. La legalización del servicio de alcantarillado significó para la gente pagar otra vez por el sistema que ellos mismos habían hecho. Las empresas a veces se encargan, así, de crear la desconfianza que hacia ellas expresa la comunidad. Muchos de los servicios que se supone permiten la legalización de los barrios, han sido conseguidos por los mismos habitantes, y eso no lo reconocen las empresas. No puede ser que las empresas de servicios consideren que el barrio se formaliza y arranca

Vista panorámica de Usme (Fotografía: Camilo Santamaría)


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de cero en el momento en que se incorpora a las redes legales de servicios, pagando por su conexión, sin tener en cuenta los esfuerzos de los habitantes por levantarlo y mantenerlo durante años. Eso no quiere decir que no sea buena y lógica la instalación domiciliaria de agua potable y de los demás servicios por la vía formal; de hecho, eso permite que la gente cree nuevas formas de conciencia y de convivencia. Cambia la conciencia cuando el ahorro en el gasto de agua empuja a los vecinos a recoger el agua lluvia para su uso doméstico. A lo mejor a algunos se les facilita la vida con la normalización de los servicios en la medida que los servicios son seguros y no hay que estar remendando los cordones de contrabando de luz como hace cuatro años mientras se expone la vida, ni hay que andar haciendo colas ni atendiendo las roturas de las mangueras y tubos que traían el agua. De todas maneras, como el

Estado invierte en la legalización del barrio, pues cobra, mejor dicho, el progreso cuesta plata y por eso hay gente que no quiere más cambios en el barrio, así toque estar atentos a que no se reviente ningún tubo ni se caiga ningún puente construido por el mismo Estado. Lo que pasa es que cambian los problemas; hoy, lo más necesario para algunos, es la pavimentación de las vías o que se mejore la seguridad, aunque para otros el barrio ya no necesita cambios. El gobierno debería negociar las necesidades de las comunidades y no debería aprovecharse de las luchas y sacrificios que libran los habitantes para formar sus barrios. Para entender el problema detrás del robo de servicios, es necesario interrogar por la falta de veeduría por parte de las empresas públicas, para atender los puntos donde se hacen estos robos y entender sus necesidades como parte de una cadena.


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III. El barrio Los Comuneros

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Este barrio se formó en el mes de julio de 1981, cuando el sacerdote Saturnino Sepúlveda, líder de comunidad, vino con la idea de organizar a la gente destechada. Inició su labor al darnos una capacitación sobre liderazgo comunal y manejo cooperativo; dictó conferencias sobre el cooperativismo, contabilidad, sobre derechos civiles y nos enseñó a tramitar las diligencias con entidades del Estado. Así iniciamos un proceso de tres meses de capacitación que nos llevaría a la conformación de la Empresa Comunitaria Los Comuneros. La primera etapa del barrio Los Comuneros fue entregada el 18 de octubre de 1981 y de allí se inició un proceso, ya que este terreno, entonces de 1.600 m2 fue comprado con los aportes de $ 30.000 que dio cada miembro de las primeras 125 familias que habitó el barrio, y con los cuales nos permitieron hacernos socios de una sociedad cooperativa. Allí tuvimos un gran depósito de materiales, manejado por nosotros mismos a muy bajos costos; aparte de eso, tuvimos una gran empresa en la que contábamos con un buldózer Caterpilar y también tuvimos una volqueta. Todos estos elementos fueron desapareciendo por obra y magia del Espíritu Santo, nadie sabe dónde está el dinero. El padre Saturnino Sepúlveda era para nosotros un ideólogo que representaba al "Movimiento Revolucionario del Pueblo"; era un movimiento político que difundía el proyecto de creación de barrios haciendo publicidad, por radio, con la ayuda de emisoras como Melodía, Continental y Radio Santa Fe. Ellos nos hicieron la publicidad gratis y por intermedio de los amigos y conocidos divulgamos el proyecto de poblar este terreno. Todo lote era de 6 por 12, vino gente que quería 8 metros, 10 metros pero nada de eso, todos íbamos por igual. La entrega de lotes se hizo por sorteo realizado el 12 de octubre, en la oficina de la carrera 12 con calle 15, allí funcionaba la oficina del padre Saturnino. Unos arquitectos e ingenieros amigos del padre hicieron los planos y trajeron las cotas desde el

barrio Juan Rey. Bajo el mismo parámetro se hicieron nueve barrios más en distintos sectores de la ciudad y del país; la parte de arriba de Juan José Rondón el Quintín Lame en Girardot, Manuela Beltrán, el Alto Candelaria y otros, fueron fundados con el mismo modelo de organización comunitaria dirigida por el padre. Estas tierras antes de ser urbanizadas eran sembrados, aquí era una finca de los Arévalo, y los cultivos eran de papa, fríjol, sembraban arveja, haba, etc. En el terreno en que estamos conversando en este momento, yo alcancé a comer papa de la que estaba sembrada acá, de mi propio lote recogí una arroba, y ahorita en donde se encuentra el paradero de Los Comuneros, todo estaba sembrado de arveja y haba; la parte de arriba donde queda la casa del jardín infantil, era trigo y cebolla. El trabajo para levantar las casas era básicamente de autoconstrucción. Las casas más finas que había en 1981, en el 82 e incluso en el 83 eran las prefabricadas. A mí particularmente me ayudó mi suegro, porque con él salía más barato hacer la obra. Yo conté en un principio con casa prefabricada, que hemos venido ampliando poco a poco. Pudimos así construir el segundo piso y varios cuartos. Cuando llegamos había gente de todos los departamentos de Colombia, había paisas, pastusos, santandereanos, boyacenses, que son los más abundantes, chocoanos, costeños, caldenses, del Caquetá que soy yo, del Tolima, de Cundinamarca. Cuando llegamos aquí, teníamos que caminar desde abajo desde la altura del CAI de Yomasa. Todo lo traíamos al hombro, cualquier paquete que trajéramos, la comida, todo era al hombro, no había transporte, no había nada, nos gastábamos media hora, 45 minutos subiendo, de acuerdo al paquete que se trajera. *** Aquí, al pie de una quebradita cuyo nombre no recuerdo, nosotros tomábamos el agua en una hondonada que hay antes de llegar al paradero de Los Comuneros, donde ahora se ve que pasa

17. Testimonio de Luis Orlando Sánchez.


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un poco de agua negra. Ahí el agua era cristalina; el yacimiento quedaba unos doscientos metros arriba desde donde está la carretera. Lo primero que parece haber hecho el urbanizador pirata Guerrero Estrada, fue decirle a la gente que le compró lotes, que votaran las aguas negras en la quebrada, ese fue el beneficio que hizo el urbanizador Estrada para el sector. Recién formada la Empresa Comunitaria de Los Comuneros, cuando apenas empezaba el barrio en los años 81 y 82, lo más urgente eran los servicios. Temíamos por los niños, hoy jóvenes universitarios y algunos ya casados, pues no podían vivir en un lugar con aguas negras, en el que pululaban enfermedades. Lo primero que adelantamos fue lo del agua con la colaboración de toda la comunidad, cuando apenas habían unas 30 casas. Al comprar el terreno para construir el barrio, tomamos el servicio de agua por una ventija de un tubo madre que viene de La Regadera, es decir, de una perforación hecha anteriormente por un señor sargento retirado de la policía. Este señor era habitante de la vereda El Bosque Sur, que es hacia arriba metiéndose en la montaña. De aquí hasta el actual barrio El Bosque era zona veredal y sus habitantes sacaban agua pero de aljibes. El hecho es que nosotros necesitábamos agua y ese señor no quería compartir la conexión con nosotros; sólo un terreno vecino al del sargento, propiedad del difunto Álvaro Gómez Hurtado tenía agua. Ante esta situación, los de las veredas se unieron con nosotros para trabajar y así éramos los del barrio y los de la vereda, alcanzamos a completar casi mil personas. Cada uno de los habitantes llamaba a tres personas y en cuatro jornadas de trabajo, o sea, en cuatro domingos hicimos la excavación y la sentada de los tubos hasta una pila instalada en un punto por donde actualmente pasa la avenida al Llano. Nosotros construimos esa pila y desde allí se transportaba agua para todos los habitantes. Una anécdota: la noche en que fuimos a hacer la instalación, el sargento retirado dijo que iba a matar a todas las

personas que estaban allá metidos en el hueco, y yo le dije: - Si quiere ¡sáquenos! Amagó sacar el revólver, pero afortunadamente yo me adelanté y le hice un disparo a los pies. Me dijo: - Si tiene tanto calibre y se siente tan berraco, arreglemos. Mis compañeros se quedaron trabajando y me fui con él como una hora a tomar cerveza. A partir de esa noche no necesitábamos permiso de nadie para tomar el agua. Al día siguiente, cuando el padre Saturnino llegó, abrimos el registro como acto de celebración. Fue una jugada muy bonita porque el trabajo se hizo en forma comunitaria, no se veía envidia ni se veía nada raro, sólo se veía el sentido comunitario. Más adelante, el padre Saturnino nos dio la plata que había sobrado de la compra del terreno, entonces hicimos dos pilas más y de ahí se seguía aprovisionando la gente mientras iban llegando más habitantes. Cogían su balde y sus canecas y recogían el agua directamente de la pila. Sin embargo, en el período de las pilas se presentaron muchos problemas. Se formaron muchas peleas por el agua, por el turno y la cantidad, por lo cual decidimos cambiar el sistema y hacer la instalación en cada una de las casas. Con eso se evitarían los conflictos. Hasta el día de hoy ha funcionado el acueducto que nosotros mismos construimos, a pesar de no haber contado con una planeación inicial. Para el sistema domiciliario que construimos, fue necesario instalar registros en la mitad de la cuadra para surtir el agua a la parte más alta del barrio; en esas circunstancias, los de la parte de abajo del sector sólo podíamos tomar agua en las horas de la mañana y por las horas de la tarde tomaban agua las partes altas del sector. Pero también hubo problemas con esos mecanismos, entonces dijimos: vamos a perforar el tubo para conseguir más presión y agua para todos. Y así fue, primero se montó el galápago y después se le puso su registro, conseguimos una persona del acueducto, un habitante de aquí del barrio


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que trabajaba en la Empresa del Acueducto haciendo perforaciones. Nos hizo la perforación y se le pagó. Entonces, ya hubo mayor caudal y quitamos los registros de la calle. Nuestro acueducto fue construido por los ingenieros que hicieron el plano y por la comunidad que contaba con sus líderes. La obra de la luz también fue dirigida por ingenieros. Toda esta obra se hizo inicialmente con tubos de tres pulgadas. A medida que fue creciendo el barrio, cuando llegó la segunda, la tercera y la cuarta etapa, y se fueron ampliando las comunicaciones de la comunidad, se optó por dividir el barrio en sectores que identificamos como etapas. La primera etapa es por los lados de la iglesia, por la calle 95 sur, desde la carrera cuarta G y de la carrera cuarta F hasta la carrera quinta, todo el sector de la calle 95 sur y calle 91 sur, las cinco primeras manzanas del barrio; la segunda etapa es de la calle 95 sur a la calle 96 sur con las mismas carreras, y la cuarta etapa es de la 96 sur a la 98 sur, pero ya con las carreras cuarta F y la carrera cuarta H. Esta subdivisión nos llevó a utilizar otro sistema adicional para el manejo del agua, el de manguera aérea, que permite ganar un poco más de presión, que se estaba perdiendo con la tubería de gres y con el poblamiento del barrio. A medida que llegaba la gente, cada vez se hacía más frecuente tener que desenterrar mangueras y trasladarlas para otros lados. Con ese movimiento se rompía, perdíamos material y agua. El sistema aéreo que construimos posteriormente para arreglar la situación, fue hecho por encima de la carretera y nos ha dado bastantes resultados; se ven feas las mangueras por la calle principal, pero tenemos buena presión. Ahora tenemos un buen servicio de agua y aproximadamente en 20 días, a más a tardar un mes, se inician los trabajos con la empresa de acueducto para lograr el agua potable, ya tenemos el contratista, ya está todo listo para iniciar el trabajo. ***

Las vías que se ven actualmente fueron construidas en un principio por nosotros mismos. La primera vía que abrimos fue la principal, es la que limita con el montallantas que queda en la esquina de la carretera al Llano; la hicimos a pica y pala para que entraran los camioneros. Llamamos carretera a la calle principal, puesto que allí están los primeros que empezaron a hacer negocios en el barrio. Cuando teníamos el buldózer, la ampliamos para darle entrada a los buses. El primer sistema de transporte con lo cual contamos fue un servicio colectivo, que funcionaba como servicio periférico, pues cubría sólo el sector de abajo del barrio Tenerife. La primera empresa que llegó hasta donde actualmente queda el centro de desarrollo comunitario Julio César Sánchez, fue Expreso Imperial, que era en ese entonces una empresa pirata así como lo era Cootransabastos. Los primeros buses urbanos que transitaron por aquí eran de la Empresa Sidautos y nos tocaba cogerlos en la parte de abajo del barrio, pasaban cada veinte minutos o media hora. Hoy tenemos buses de transporte para cualquier lado de la ciudad y un paradero de los alimentadores del Transmilenio cubre este barrio. La energía fue fácil de obtener, pues cuando nosotros llegamos acá en el año 81, vimos que cerca de la carretera pasaban los postes de la luz. Yo personalmente me subí al poste, conecté los cables y puse luz en mi casa. No pasamos navidad sin corriente. De allí pasé energía eléctrica a los otros que estaban viviendo acá, que eran unas pocas familias. Más adelante compramos postes de madera, herrajes y los tacos para conectar los transformadores. Así se hizo la instalación para volver la alta tensión, baja. Se compraron seis transformadores en el 82. Para el jueves santo del año 82, ya teníamos todo listo para decir que teníamos nuestra instalación domiciliaria, no había, ni queríamos más alambritos colgando por cualquier lado. La noche del jueves santo fuimos al frente del puente peatonal del barrio Marichuela. Ahí quedaba el poste donde se bajaban las cañuelas que podían quitar o activar el servicio energético hasta el Sumapaz y el pueblo de Usme.


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Subimos al poste a las once de la noche y bajamos las cañuelas; entre tanto ya teníamos un poste para subirnos e instalar la energía para todos los del barrio que la necesitábamos, se hizo la conexión de altas y de bajas. Para hacerlo contamos con seis agentes de la policía que vivían en el barrio, ellos nos protegían esa noche. Hacia las dos de la mañana llegó un carro blanco, era de los del Movimiento Revolucionario del 19 de Abril que venían a apoyarnos, venían armados con metralletas. Ellos habían sabido de lo que nosotros estábamos haciendo, del progreso y toda esa cuestión y venían a colaborarnos. Para iluminar a los que estaban en los postes trabajando llevamos una camioneta tanqueada de gasolina que prendiera las luces para iluminar a los que hacían la obra. Para tomarnos el agua y la energía hicimos un proceso de disciplina continua. Fuimos a hablar con el señor gerente de la Empresa de Acueducto y le hicimos el comentario de nuestra necesidad de agua y del proyecto que teníamos; nosotros le llevamos el plan y eso no estaba dentro de la cota sanitaria, pero que los servicios son del pueblo, los servicios son para que los utilice el pueblo. De igual manera nos respondió el señor gerente de la Empresa de la Energía, a lo cual nosotros le dijimos: -Señor, muchas gracias, tenemos en cuenta sus palabras. Cuando el señor gerente de la Empresa de Energía mandó retirar las cañuelas que nosotros habíamos instalado para dejarnos sin corriente, le dijimos al operario que esperara un momento. Teníamos grabada la voz de su jefe el gerente, ¿sí es la voz? ¡Ah! bueno, entonces si quiere salir bueno de aquí, y si quiere llevar el carro en buen estado váyase hermano, y dígale lo que usted escuchó al gerente. Así utilizamos sus propias palabras. El servicio de teléfono lo tuvimos dos años después de asentados en este terreno, en ese entonces logramos adquirir los teléfonos comunitarios que funcionaban por altoparlante y se encontraban instalados en algunas casas del

barrio. Llegaba la llamada y recibía uno el aviso por altoparlante, entonces se pagaba tanta plata por la contestada. Posteriormente nos instalaron el servicio telefónico domiciliario por medio de la Empresa de Teléfonos. *** Las diferencias entre los sistemas de acueducto comunitario y el sistema de la Empresa son varias: para construir el nuestro hace veinte años, cada habitante se comprometió a traer de a tres personas. Entre los dos frentes, la vereda y nosotros llegamos a completar mil personas, todos teníamos que trabajar para hacer los seis metros de profundidad necesarios para un buen acueducto. Eso fue rápido, lo hicimos en seis meses. Seis meses para los seis metros de largo por 1,85 o 1,90 de profundidad, y más de quinientos metros de extensión. En cambio, la Empresa de Acueducto se demora, con maquinaria, un año. Tuvimos acueducto al año de haber llegado al barrio y tenemos alcantarillado instalado por la Empresa a los veintiún años. Otra diferencia es que gracias al sistema que aún funciona, el construido por la comunidad, podemos decir que somos los únicos del sector con acueducto de energía solar, porque la manguera se calienta y el agua viene tibiecita. De todas maneras el agua que vamos a recibir con la obra de la Empresa es potable, a nosotros nos aprovisionaron de agua proveniente del tanque Piedra Herrada que queda subiendo por la avenida al Llano a 800 metros, y provee los otros barrios nuevos. *** El proceso de legalización del barrio ha avanzado sobre todo desde el año 91, cuando inició el desenglobe de los lotes, ya que éstos conformaban un mismo terreno. No todos tienen la escritura, de hecho apenas sesenta de casi quinientos propietarios tienen este papel. A otros los han estafado en ese procedimiento y les han tumbado la plata que cuestan las escrituras. Otra gente ha ido despoblando el barrio, de los que llegamos en 1981 apenas queda el 5% de los habitantes. La mayoría de


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gente se ha ido y otros han llegado a arrendar y eso representa un problema comunitario. El otro problema es el deterioro de los entes legales de acción comunitaria, que han dejado que algunos problemas nos cojan ventaja y no se vea el progreso. De la Empresa Comunitaria Los Comuneros creada en 1981, surgió la figura de la Asociación Los Comuneros que actualmente sigue funcionando, pero que no tiene ningún funcionamiento como entidad porque fue

desplazada por la junta y dejó de representar intereses comunitarios. A los siete años de fundado el barrio, creo que en 1988, surgió la junta de acción comunal, que infortunadamente dividió a los habitantes por las inclinaciones políticas que han llevado a cometer abusos. El principal problema hoy es que en el barrio viven muchachos con cuestión de ladronismo, alguna gente que ha llegado al barrio han traído vicios y esto ha afectado negativamente en la falta de progreso del barrio.


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IV. El barrio Sucre18 Hace 17 años llegamos a habitar el sector que se conoce como Sucre. Yo vivía en el barrio Centenario y me vine a vivir aquí por la situación en que quedé cuando fui huérfano. Me tocó salir al ruedo sin saber torear. Cuando era niño conocí Usme, porque mi papá era constructor. Veníamos a la zona a comprar materiales en los chircales y las canteras. A veces tocaba sacar el material en mula por lo precario de las vías. Cuando vinimos a urbanizar había solo cerca de alambre y algo de ganado allí abajo en esas hondonadas. El punto de referencia era Santa Librada. El barrio se inició como un movimiento político. Los dirigentes nos dieron capacitaciones en contra del gobierno, ellos nos imponían la idea de que podíamos levantar una vivienda sin ayuda del gobierno. Nos decían que podíamos construir nuestras propias casas mediante autoconstrucción no sólo de la vivienda sino también de los servicios. No sé si esas ideas y acciones pertenecían a un sistema comunista o qué. Llegamos aquí ingenuamente con el deseo de tener vivienda, la mayoría pagábamos arriendo en otros lados, vivíamos en una crisis precaria, sin empleo y todas esas cosas. Sucre empezó como una necesidad real, tal como otros barrios en la ciudad.

18. Testimonio de Emilio Valderrama.

Nos hicimos escasamente a un lotecito de seis por cuatro metros. No había agua, no había alcantarillado. Entonces nos reunimos con la gente, con el movimiento y con los líderes. En esa época lideraba Alfrecio Quiroga, el tipo era muy astuto, siempre lo sabía manejar a uno muy bien, él nos daba unas soluciones que se convertían en decisiones muy realistas porque uno esperaba que el gobierno nos diera una casa digna, pero realmente no había opción de eso. Duramos tres años en recibir el lote, porque nos dieron facilidad para pagar. Pagábamos en cuotas de por ahí $ 5.000; con $ 5.000 le entregaban a uno el lote, o no le entregaban sino que adquiría el derecho sobre el lote con servicios. El requisito consistía en cumplir con un

horario de sábados y domingos para echar pica y pala. Había un arquitecto que se llamaba Hernando Rafael Hernández, él nos presentó un plano, y sobre ese plano nosotros fuimos haciendo las avenidas, las calles y las carreteras. De allí surgió la necesidad de unirnos mediante la gestión comunitaria. Para eso trabajábamos sábados y domingos a mano limpia: pica y pala. Hasta llegamos a aguantar hambre porque la llegada aquí era muy difícil, tenaz. El bus nos traía hasta Monte Blanco y desde allí era camino de herradura. En época de lluvia había que luchar mucho con el barro para llegar hasta acá. Alcanzamos a completar unas mil o mil trescientas personas en el grupo para trabajar. Antes de venir al terreno, nos ofrecieron orientación para realizar nuestra vivienda mediante la acción comunitaria. Eso significó que entendimos que no necesitábamos al gobierno para tener vivienda. Para atraer gente hicieron publicidad por radio, colocaron unas pancartas, ofrecieron lotes en Usme. El terreno donde construimos fue comprado legalmente al dueño, un señor Armando Montoya, era un lote inmenso, una finca grande, sin embargo, hubo fuertes conflictos de invasión en la misma finca; vino este señor urbanizador Guerrero Estrada con los invasores a lotear. Se adueñaron de más terreno del que se había comprado y como no llegaron a un convenio y siguieron vendiendo piratamente, hubo conflictos. *** Cuando llegamos al terreno nos dieron mucho ánimo para empezar a trabajar, porque esto estaba muy desolado. Los primeros habitantes llegaron con un ranchito de "paroid", construido con tablitas, y hasta con cartón; los primeros que empezamos, empezamos así. Entonces vimos crudamente la necesidad de los servicios. Lo primero que solucionamos fue la necesidad del agua. De noche nos tocaba hacer las chambas para la tubería, teníamos la ventaja de la cercanía del tubo madre, pues pasaba por aquí encima del paradero de Sucre, ahí va el tubo por donde se desplazan los buses actualmente;


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entonces, teníamos de papayita el agua, no era sino conectarla y listo. Así nació una araña con mangueras; en cada cuadra colocamos una pileta y ahí tuvimos una solución al problema de la carencia de agua, lo que fue muy importante para nosotros. Eso hizo que las entidades y las empresas públicas se dieran cuenta de que se hicieron invasiones; investigaron quién hizo esto, y tan, tan, al momento se llenó el terreno de ejército y policías, detuvieron a los dirigentes y se los llevaron. Y nosotros sigan trabajando, haciendo nuestra avenida, nuestras calles, echando pica y pala. En cada cuadra se nombró un dirigente para coordinar el arreglo de cada calle, y un comité para trabajar y organizarnos. El primer acueducto lo hicimos provisional, hicimos zanjas y tubería por lado y lado de la calle. En época de invierno esto era un barrial terrible, por eso colocamos tubos pequeños y conectados a cada casa para evitarnos tantos problemas con las piletas. Más adelante intervino la Empresa de Acueducto y Alcantarillado y nos ayudó con una tubería más definitiva, nosotros pusimos la mano de obra y ellos los materiales. Así instalamos acueducto y alcantarillado, por lo cual nos salió más barato. Hoy en día no tenemos el problema que tienen otros barrios cercanos que han debido pagarle a la Empresa los materiales y el trabajo de la obra. Por haber hecho la obra mediante gestión comunitaria se logró un descuento que nos favoreció. Hubo conflictos entre la gente por el uso de las pilas porque nos tocaba hacer cola y eso era para problemas, porque Zutano le quitó el turno a no sé quién. Porque la presión no era constante y unos conseguían más agua que otros. Cada uno debía cargar con su vasija, dejar que el uno llene y el otro llene, y como aquí hay gente de temperamento muy fuerte e impaciente, actúan de una manera violenta. Mientras existió la pila, nosotros solucionamos el problema. También instalamos la tubería provisional, cuya única falla fue técnica porque fue hecha muy rústicamente, casi no hubo asesoría y de por sí el terreno no es

muy parejo topográficamente, es muy montañoso y por eso tocaba hacer la acometida muy caprichosamente. Cuando hubo la plata compramos la tubería, tres camionadas de tubos en gres. Comenzamos a hacer chambas, son hartos metros, claro, nos organizamos para que cada cual trabajara en la respectiva cuadra donde se debía meter la tubería. Y otra vez vino la autoridad y prohibieron hacer eso, porque eso no estaba aprobado, y no tenía soporte técnico, no tenía autorización de arreglo ni nada. Ahí mismo fue otro conflicto y el movimiento político que nos había organizado, por ninguna parte, desaparecieron y nos dejaron solos con el problema. Entonces vino Bancop, para asumir las labores administrativas que hacía la cooperativa anterior. Se armó un enredo el berraco, porque los del Bancop querían manejar esto a su manera, y pretendían cobrar el lote otra vez y cobrar una cuota por su aporte en capacitación para el montaje de servicios. Como dicen, lo barato sale caro, lo del alcantarillado fue un lío tenaz, porque ni lo logramos hacer ni lo dejaron terminar y se llenó de problemas porque no había condiciones. No eran los únicos que querían cobrar por dos los lotes, como otros urbanizadores piratas, se aprovechaban de que las obras no estaban aprobadas y eso permitía hacer estafas. La cooperativa que funcionó en la primera etapa del barrio nos dejó un gran problema, porque nosotros supuestamente habíamos firmado la promesa de venta del lote con agua, luz y alcantarillado y supuestamente nos tocaba pagarles a ellos los derechos de la luz y el alcantarillado. Actualmente los predios están en proceso de desenglobe para hacer las escrituras de cada casa y recibimos mensualmente los recibos de luz y de acueducto y alcantarillado, sólo pagamos estos servicios a las empresas. Para el proceso de legalización del servicio, la Empresa vino con sus funcionarios e hicieron reuniones donde nos explicaron y nos concientizaron [sic] acerca de hacer las cosas legalmente, porque así como estaba, rústico y caprichoso y a pesar de suplir nuestra necesidad, no era seguro.


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Después vino el conflicto por la luz. Nos tocó cogernos a un contador del barrio Lorenzo Alcantuz, pero se nos presentó el inconveniente de que la gente de ese barrio no permitía que nos conectáramos a su transformador, porque este aparato no era capacitado para eso; hubo el conflicto allá entre la comunidad y luego vino el enfrentamiento. Otra vez problemas con la policía, otra vez allá nos llevaron, nos detuvieron. *** El problema original del barrio es que funcionaba como negocio de unos pocos, que aunque nos capacitaron mediante el movimiento, nos impusieron una cooperativa que cobraba permanentemente cuotas a la comunidad. Además, nos dejaron solos con el problema de los servicios. Después de solucionar la luz, no teníamos nada. Con la platica que se había recogido empezamos a parar postes de madera, y a obtener pagos de la comunidad; nosotros mismos nos dedicamos a levantar los postes y a tender el cable. Se compraron lámparas y se compró el estabilizador, instalamos uno provisional y colocamos nuestro contador. Ya que tuvimos capacidad de luz, se fomentó en la comunidad la idea de que nada del barrio era oficial, pero ya estábamos instalados y viviendo aquí. La falta de aprobación oficial nos llenó de conflictos, ni siquiera tuvimos licencia de construcción, que era el requisito mínimo para realizar la obra. Nos trajeron a este sector con promesas falsas. Cuando llegamos, supuestamente nos iban a dar empleo e íbamos a tener vivienda. Nos pintaron supermercado, nos pintaron unas bodegas de talleres que eran para quienes supieran ornamentación y carpintería. El que tuviera la profesión tenía su taller, su empresa. Una cantidad de mentiras dichas a través de estatutos y de estrategias que le sacaban plata a la gente, cuotas que se debían pagar de papelería, administración, no hallaban cómo sacar plata. Con lo de la cooperativa alcanzamos a comprar un buldózer y los dirigentes del movimiento lo

empezaron a explotar, a alquilar a otros lados y ni siquiera se utilizó para nosotros. Ha sido tan complicada la legalización de este barrio que aún hoy estamos en un pleito con el liquidador de la cooperativa. El problema que tenemos es que firmamos unas promesas de compra de los lotes, que incluían nuestro compromiso de pago de los derechos por utilizar los servicios de acueducto y energía, cuyos sistemas nosotros mismos construimos. De acuerdo a las cuentas del liquidador, prácticamente debemos pagar otra vez el lote porque no hemos liquidado los materiales utilizados en las obras que construimos hace quince años para adecuar el barrio. La construcción de éste y otros barrios fue un negocio que tenía el Movimiento Cívico Popular; ellos comenzaron comprando el terreno de abajo, Sucre I, a medida que iban entregando lotes, iban cosechando la plata y con esa plata compraron los terrenos de más arriba, Sucre II, y de todo el capital que recogieron compraron Sucre III. Así se crearon los sectores de Sucre. Cuando logramos liquidar la cooperativa se nombró y empezó a funcionar la junta de acción comunal. La junta se interesó por el transporte y es un servicio que ha mejorado bastante. Al principio, el bus nos dejaba en Monte Blanco, era de la empresa Transporte Imperial y desde ahí tocaba subir a caballo, en mulas, o a pie. Progresivamente, los sectores se fueron uniendo y con la construcción del barrio Lorenzo de Alcantuz se ampliaron las rutas y vino el Transporte Universal. Hoy son varias las empresas que tienen ruta por Sucre o que llegan aquí al paradero. Además, el alimentador del Transmilenio nos deja a dos cuadras del barrio. *** Los cambios en el barrio han sido muy notorios. Ya tenemos los servicios básicos pero hace falta liderazgo para resolver los problemas actuales. Hoy tenemos el derecho y la libertad de reclamar a las empresas las arbitrariedades en el suministro de agua o luz, porque uno paga mensualmente el servicio. El agua, además, es más potable y está más controlada tecnológicamente para un servicio mejor. Y ellos mismos se


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responsabilizan de arreglar cualquier anormalidad. Antes, con la araña que extendía sus mangueras por todo el barrio, permanentemente nos tocaba desenterrar y enterrar porque se reventaban. Cuando llegamos nos unimos por cosas esenciales como el agua o la luz y necesariamente debíamos elegir nuestros líderes para coordinar la autoconstrucción de los servicios en el barrio. Hoy es más difícil que los jóvenes se sacrifiquen por la comunidad, no se sienten impulsados al trabajo comunitario a pesar de la notoriedad de problemas de la comunidad como el manejo de basuras o la inseguridad. En la actualidad hay mucho individualismo, cada quien jala por su lado, defiéndase cada uno. Eso nos tiene jodidos. Cuando al principio se manifestó la necesidad, todos nos unimos y se lograron las cosas. Hoy necesitamos un manejo más balanceado de la zona. Al comparar Usme con Usaquén se da

uno cuenta, nosotros estamos en un embudo y todos los gobiernos van para el norte. Los gobiernos siempre han abandonado a la zona, pero cuando hay elecciones, ahí sí vienen por los votos. No reconocen la riqueza de la oferta histórica de Usme para la ciudad. Antes de urbanizarse, cuando funcionaba la hacienda del Hato, tenía mucha fama la región porque se decía que era la distribuidora de papa, leche y carne para Bogotá. Actualmente se sigue sembrando porque hay grandes terrenos veredales y hay cultivos por todos lados, uno ve cebolla, mazorca, habas, etc. Además, el oxígeno es natural, se puede respirar aire de verdad. Todavía se ven personas nacidas acá. Viejos con joroba y con ruana que tienen las manos ya gastadas de trabajar la tierra. Todo eso es Usme. Sin embargo, los jóvenes tienden a coger mañas por la falta de oferta educativa y laboral y ese es el gran problema.


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V. El barrio Nuevo Porvenir. Comuna Alfonso López19 Yo vivo desde 1987 en el sector que se conoce como Nuevo Porvenir. La primera gente que llegó al barrio se tuvo que organizar para trabajar los terrenos, porque esto prácticamente eran potreros. El trabajo era obligatorio para todos y se hacía en los domingos. Ese era como un compromiso para que nos dieran el lote. Guerrero, el urbanizador de estos terrenos, hizo una inversión buena en el sentido de que compró su terreno, muy barato, y lo loteo. Por ejemplo, el mío nos valió $ 150.000. El único inconveniente que se encontró fue el de los servicios públicos, estábamos por fuera del perímetro de prestación. Las empresas dijeron que si esto era urbanización era algo pirata, Guerrero se lavó las manos y se marchó tras esta determinación, mas, sin embargo, la comunidad sugirió varias cosas. Los primeros alcantarillados se hicieron por autoconstrucción, pusimos los tubos comunitarios, así nos uníamos; hicimos las zanjas y las arreglábamos. Lo mejor era cuando nos tocaba poner el tubo, uno rogaba porque nadie lo fuera a joder, y por fortuna nadie lo hizo. En ese entonces nos ayudaron los ediles y el alcalde de la zona, nos colaboraban con la manguera; cuando no se podía por el lado de la JAL, entonces nosotros aportábamos y ayudábamos, hacíamos las instalaciones y se pagaba la perforación al tubo madre. Es que el señor Guerrero, era muy listo, como acá la empresa no le solucionó a nadie el problema del agua por estar fuera del perímetro, Guerrero dijo: bueno, hagan lo que puedan. Él se fue a comprar otros lotes con lo que había recibido de vender este potrero. La comunidad fue la que urbanizó realmente esto y lo llevó adelante.

19. Testimonio de Leonor Perdomo.

La junta de acción comunal ha sido definitiva para que tengamos teléfono y agua potable en algunos sectores. La parte alta del barrio no tiene servicio potable todavía, aunque ya está construido el tanque de carga, hace falta la plata para la distribución de las redes. Todos los de la

comuna pronto quedaremos con agua potable. Los ediles y los alcaldes están colaborando en eso desde la UPZ, allí se reúnen cada 8 o 15 días. Para que el agua llegara hasta aquí, se convocaba a la gente y se hacían las acometidas con algunas tácticas. Subíamos tubería hasta donde lo permitía la gravedad, después tocaba subirla con motobomba. En la parte alta se organizaron por comités, compraron la motobomba, e hicieron ellos mismos las instalaciones. Dieron cuotas para comprar la máquina, la manguera y todo lo necesario. También había comité para recoger la cuota mensual por si se dañaba la motobomba y para la parte administrativa también había comité, o sea, para hacer diligencias y para el transporte. Eso funcionaba independientemente de la junta, era trabajo comunitario. La luz también se conectaba en forma, digamos, en forma pirata. Después, las juntas se organizaron, y organizaron la comunidad, pasaron a la Energía y se legalizaron. Así llevamos varios años, ya no tenemos servicio pirata, ya es legal, tenemos los contadores. El teléfono también está legalizado, no tenemos ningún inconveniente, nos lo prestan dos empresas, la Empresa de Teléfonos de Bogotá y Comcel, un poquito caro pero de todas maneras es buena. Pues cuando yo llegué acá, ya había un transformador en el barrio Nuevo Porvenir. En ese entonces, existía el Nuevo Porvenir y El Triángulo, y aunque la zona es grande, eran barrios pequeños. Cuando se incorporó la junta con su autonomía, se unió la comunidad y logramos que se construyera otro transformador, hasta que conseguimos cuatro; después, El Triángulo hizo las diligencias y se consiguió otro transformador. Luego de que se legalizó esto, pues instalaron un contador; entonces cada barrio adquiere aparte sus servicios. La luz para este barrio tiene su propio transformador y todo está completamente legalizado. Cuando llegamos había mucho terreno, digamos mucho potrero, esto era un potrero enorme. A medida que fue llegando la gente, se fueron uniendo los sectores para su mejoramiento y se


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ampliaron las vías importantes. Para eso han sido muy importantes las gestiones de algunos ediles y alcaldes que prestaban la maquinaria, la retroexcavadora, apoyados por ellos, hemos logrado la recebada de las calles. Este trabajo ha sido hecho, sobre todo, por las juntas en unión con la administración local, que han ido por la maquinaria a la alcaldía. El problema es que a veces nombran alcaldes que no conocen la localidad y se demoran mucho en gestionar. Así se han trancado programas que han sustentado el desarrollo del sector; uno de ellos es un programa de reinserción que viene funcionando desde hace once años, de la alcaldía y la Presidencia de la República. El proyecto que nosotros tuvimos aquí fue el de educación en un colegio muy bueno, con profesores de muy alta calidad. Los ex alumnos estamos peleando para que ese proyecto continúe. Por el agua siempre ha habido conflicto, porque a raíz de eso, precisamente en el año 93, se organizaron movilizaciones pacíficas, nunca violentas. Hace cinco añitos que incluso se hizo sacar al gerente, lo hicimos salir a la mitad de la calle porque no quería si no atender a unas cuantas personas y al resto de la gente no; entonces empezaron a movilizarse los vecinos y no permitieron que el gerente trabajara para unos pocos. Al gerente le tocó sacar el escritorio a la mitad de la Caracas, y ahí tuvo que gestionar. Se hicieron otras movilizaciones hasta que conseguimos que nos aprobaran la planta de El Dorado, para surtir la parte de acá de Usme. Exigíamos, por un lado, mayor cantidad de agua y, por otro, la construcción de la planta, porque a raíz de que consumimos agua sin tratar, los niños especialmente sufren de mucho parasitismo, mucha desnutrición y de enfermedades de carácter social. Hay muchas enfermedades a raíz de esa agua sin tratar. A pesar de que en los jardines infantiles la tratan, la hierven, no es suficiente. En la parte alta del barrio el servicio es ineficiente, en la Puerta al Llano han sido más organizados, allá tienen convenios con el Acueducto y les traen agua potable; ellos dicen que nos ganan al Nuevo Porvenir, a El Triángulo y a

todos estos sectores porque hemos sido un poquito menos organizados, porque nos hemos conformado con tomar agua sin tratar. En la actualidad, nueve barrios estamos peleando por la construcción de la red de agua potable, porque el tanque ya está construido para acceder al servicio. Ya tenemos alcantarillado de aguas negras. Para la construcción del acueducto actual ha habido un poco de problemas, no directamente con la Empresa de Acueducto, sino con el contratista, porque algunos han trabajado mal, porque han querido ganarse la plata a costa de comprar materiales de mala calidad. Infortunadamente ha habido gente que se ha prestado para perjudicar, siendo los damnificados ellos y nosotros mismos, porque algunos trabajos han quedado muy mal hechos. Algunos de nuestros dirigentes han sido preparados para diligenciar las cosas; pero eso no es suficiente, porque no es gente que entiende los problemas del barrio, porque desde una oficina no se aprende tanto como con la pica y la pala como nos tocaba anteriormente en la época en que no había alcantarillado, cuando teníamos que andar arreglando las mangueras. Todavía tenemos que hacerlo pero con una organización distinta, que se rompió una manguera entonces salimos los de la cuadra y la arreglamos. Nosotros no esperamos que los de la junta vengan a arreglarnos el problema cuando se rompen las mangueras, ahora nos

Vista panorámica de Usme desde el cerro Juan Rey. En el primer plano el barrio Alfonso López (Fotografía: Camilo Santamaría)


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reunimos en familias por cuadras. Como avance ya no tenemos la necesidad de andar destapando el alcantarillado, ni cosa por el estilo, pues porque eso ya lo hizo el Acueducto con la instalación del alcantarillado legal. La lucha ahora es lograr mediante gestión comunitaria que no nos toque pagar toda la instalación de la red, pues tenemos asignada una cuota de $ 150.000, que con mucho esfuerzo y sacrificio se fijó, porque por aquí hay un desempleo tremendo. Si no se hace por gestión comunitaria, pues sería muy difícil pagar, porque $ 500.000 o $ 600.000 por cada predio es imposible. La pelea de la comunidad es ésa, la de lograr que catorce barrios gestionen su instalación por gestión comunitaria. Entre ellos están: Nuevo Porvenir, El Triángulo, Puerta al Llano, El Portal del Divino, El Refugio, La Esperanza, y otros arriba de La Huerta. Todos estos barrios iniciaron su poblamiento y su problemática social de manera similar. Mentiras, El Triángulo no, El Triángulo es otro terreno, es un proyecto que viene de Ciudad Bolívar, con unos damnificados, una ONG los apoyó, les compraron la finquita acá para construirle las casas por autoconstrucción, que es el sistema que ha predominado en este sector. A medida que la familia crece se van haciendo los arreglos respectivos a las casas. *** Yo llegué al norte de Bogotá en el año 1968, por los lados de la 127. Y del puro norte me vine al puro sur. Fui campesina, nací en la ciudad pero me críe en el campo con muchas dificultades, mucha pobreza. Mis padres se separaron debido a la violencia intrafamiliar, quedamos con mi mamá que era muy pobre, entonces nos pusieron a trabajar a los hijos y eso que estábamos en sitios de guerras políticas donde se daban los conflictos tradicionales en los que el uno no podía ver al otro. Me acuerdo que al tener la edad de quince años vi matar a una familia de quince integrantes por el único delito de ser liberales. Mataban papás, hijos, tíos, esas son cosas que uno nunca va a olvidar, son escenas

que quedan grabadas para la eternidad. Otro día llegaron unas personas, no sabíamos si era guerrilla, si eran militares; obligaron a mi mamá a cocinarles almuerzo siendo un grupo numeroso. A los ocho días llegó un señor a preguntar, a averiguar por nosotros. Lo cierto es que llevaba la misión de matarnos; en vista de que no le comentamos nada, le dijo a mi mamá que le iba a dar un consejo: coja sus niños, lo que tengan y váyanse de acá. Vivíamos en el Huila en la vereda el Batán y desde ahí nos tocó dar una vuelta, como decir desde Los Comuneros hasta el 20 de Julio por detrás de la montaña, caminando día y noche, escondiéndonos para que los guerrilleros no nos vieran. El señor le había dicho a mi mamá que si no nos mataba, el muerto sería él. Así que le informó a mi mamá que él iba a decirle a quienes lo habían mandado que no había encontrado a nadie, pero que teníamos que volar. Hoy estamos apretados económicamente pero bien relacionados con la comunidad y eso es un alivio ante ese pasado tan pesado que nos tocó vivir. Con mi familia venimos del barrio Primavera de Bogotá. Nos vinimos buscando una forma menos costosa de vida; en ese entonces nosotros teníamos los niños pequeños, estaban iniciando bachillerato, y la ilusión de nosotros era darles al menos el bachillerato, y pagando un arriendo, pagando servicios, claro, era totalmente imposible. Nos tocó venirnos a conseguir un lotecito y construir una casa propia. Teníamos la esperanza de que podíamos salir y vea, pues a la final ellos estudiaron y nosotros también, la recompensa fue que terminaron y mejoraron las condiciones de los cambios que ha tenido y que tendrá el barrio. El primer año de vivir aquí fue terrible, porque nosotros veníamos como de otra cultura, de otro ambiente totalmente diferente, donde vivíamos teníamos agua, luz, todos los servicios, y hasta avenidas, aquí llegamos a no tener nada, la situación fue muy dura. Por su parte, la gente del barrio es de todas partes del país, hay tolimenses, boyacenses, costeños, huilenses, llaneros por la proximidad


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con la región oriental. Hay mucha gente morena, de la costa, de la parte norte, y hay gente desplazada que le tocó venirse porque por allá les da mucho miedo, pero ha llegado hartísima gente de por allá de ese sector de la costa. Es gente que se enfrenta duramente con el desempleo. A algunos de ellos les ha tocado, en cuanto a vivienda, invadir por necesidad algunos lotes comprados en el pasado para engorde. Hoy se ve harto invasor que llega muy alcanzado de necesidades. Algunos tienen el problema de estar viviendo en lotes que tienen dos o tres dueños a pesar de haberlo comprado; mejor dicho, son predios que han sido vendidos dos y tres veces. Son lotes sin escrituras manejados por urbanizadores que sin ningún problema se lo entregaban por tanta plata a quien fuera llegando. *** De todas maneras ha sido mucha la transformación del barrio, hemos contado con buenos dirigentes que han sabido hacer contactos y a pesar de los problemas esto no va para atrás. Aquí ha llegado gente que tenía su casa de "paroid" y hoy tiene su ranchito de pared. El problema grave que ahora tenemos es la falta de empleo, eso sí está grave aquí. Hay gente aguantando física hambre, les cortan la luz, les cortan el teléfono porque materialmente no tienen con qué pagar, no es porque no quieran pagar sino porque no tienen, familias de cuatro, cinco, seis personas, en casas en las que viven cuatro, cinco o seis familias en la pobreza más

tremenda. La forma de vivir de la gente del barrio sale más que todo del rebusque, o como se dice. Se trabaja en lo que se pueda, en lo que salga, de vendedor ambulante o de lo que sea. Es que las familias que van llegando no se piensan dejan morir de hambre. Yo, por ejemplo, puedo estar entre los ricos de la comuna porque tengo mi casalote, vivo con mi esposo y mi hijo, también desempleados, pero ahí vivo de alguna manera sin hambre ni enfermedades. De alguna manera vivimos, no muy holgadamente, pero tampoco en la miseria, nos faltan cosas, todavía nos falta arreglo, pero ahí vamos saliendo. Por aquí la gente es muy unida, hay conflictos, pero hay momentos en que la gente se pone de acuerdo si hay un proyecto grande, como cuando nosotros llegamos aquí había un proyecto grande, era la construcción de la planta de El Dorado para el tratamiento de agua potable. Ahora, el gran proyecto que tenemos es la construcción de la universidad para la localidad de Usme. La planta de El Dorado no fue construida porque el Acueducto dijo que esa gente de Usme la necesitara, no, sino porque nosotros fuimos a golpear allá. Fuimos barrios ilegales pero porque el señor urbanizador nos los vendió así. Nosotros no nos hemos quedado esperando a que nos solucionen los problemas, sino que para buscar la solución nos hemos unido, hemos hecho, por ejemplo, reubicación de predios que se habían levantado en zonas de riesgo. Así vamos mejorando, la calidad de vida y ahora lo más importante es dejar la casa de los hijos.


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VI. El barrio Juan José 20 Rondón Mi nombre es Primitivo Numpaque, nací el 8 de noviembre de 1934 en un pueblito de Boyacá, llamado Chivatá, como a dos horas de Tunja. Mi grado de escolaridad fue primaria, por causa de la pobreza, me tocó trabajar y por eso estudie a medias. Soy viudo y de mi matrimonio quedaron 7 hijos: 5 mujeres y 2 hombres; tuve otro hijo por fuera pero falleció. Actualmente soy retirado de las Fuerzas Armadas, estuve 22 años en el ejército, soy pensionado y me dedico a una tiendita de comestibles. Desde pequeño venía a Bogotá por temporadas y cuando entré al ejército me quedé definitivamente en esta ciudad. El primero de noviembre de 1952 entré al ejército como soldado raso y luego seguí la carrera militar. En ese tiempo, estuve viajando por todo Colombia en distintas partes, estuve en los Llanos, en el Magdalena Medio, en la Costa, en Cali, en Nariño y por muchos más lugares. De esa época recuerdo que la violencia fue muy brava, me tocó en los Llanos con los Fonseca, los Guadalupe, y con todos ellos. Eso se intensificó desde 1948, pero en esa época no se le llamaba guerrilla, se le llamaba la Chusma; era una violencia que no tiene conciencia de nada, eran como una especie de bandoleros, porque vivir de reivindicación social, uno de eso debe ser consciente, y luchar por conciencia de clan, pero eso era bandolerismo, un terrorismo, esto siempre es así. Yo llegué a Bogotá en esa década, pero vivía en la Escuela de Caballería Cantón Norte en Usaquén; en ese momento todavía estaba soltero. Ya como en 1964 me casé. Pero fue muy difícil porque me tocaba patrullar, trabajar fuera de la guarnición, a donde me mandaran y mi esposa se quedaba sola. 20. Testimonio del señor Primitivo Numpaque.

Cuando me dieron la baja en el ejército, me radiqué en el barrio Las Ferias, pero entonces por

aquellas cosas de la vida, supe del barrio Juan José Rondón y me vine a vivir acá. *** En el año de 1980 me enteré, por intermedio de un amigo, que Saturnino Sepúlveda Niño estaba ofreciendo lotes a bajo precio y que en distintas zonas de Bogotá ese cura ofrecía casas para los pobres, en Bosa y Usme cerca al Lorenzo Alcantuz, se llama Los Comuneros. También tenía lotes en Ciudad Bolívar, en el barrio María Cano. Mi amigo me dijo que había unos lotes en el alto de Juan Rey, en un sector llamado Tiguaque, entonces un día vine a conocer y me gustó. Recuerdo que no pasaba ni carro, ni bus; había un bus municipal que llegaba hasta Juan Rey y de allí tocaba a pie hasta acá. Me dieron las señas para llegar, un nombre de jardín Juanito Rondón; esto eran potreros y bueno de todas maneras estaba haciendo un día como hoy y estuve mirando toda esta urbanización. Había unas siete casas, entonces me gustó todo esto que estaba urbanizado, o sea, el primer sector. Llevé la razón a la casa de que esto me había gustado y que había estado en un sector bueno y que tenía que volver; entonces, allí mi señora me dijo que si me quería venir que comprara, pero que ella no se venía para acá, que me viniera solo, a ella le parecía esto muy frío y vino dos o tres veces y dijo que no aguantaba ese frío. Nosotros vivíamos en arriendo allá en Las Ferias, pero a mí me gusto por acá por los campos, como siempre he sido bueno para la agricultura porque mi oficio en la niñez era la agricultura, me vine con esa ambición de comprar un lote para cultivar algo; aunque no lo conseguí, sí logré tener matas. Me fui para la oficina del padre Saturnino y pregunté cómo era la cuestión de los lotes, me dijeron que costaban entre $ 40.000 y $ 50.000. Hice el negocio con el padre, le di $ 20.000 y le quedé debiendo el resto; le pagué en tres contados y ya en 1982 le acabé de pagar, esto


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me lo entregaron en 1983 y del todo me vine para acá en 1984. Pero para conseguir un lote, en primer lugar uno tenía que hacer un curso de capacitación, que no sirvió para nada, era para un gobierno revolucionario que quería hacer el padre, pero eso no convenía, a mí no me convenía, sólo el terreno, y yo quería luchar por el terreno; a pesar de que yo no estaba de acuerdo con esa rutina del padre, yo adquirí mi lote porque ya estaba pago, me interesaba, era lo mío, a la mayoría de la gente lo único que le interesaba era el terreno mas no el gobierno de él, de todas maneras le pagamos. Saturnino Sepúlveda era un cura, un sacerdote que estaba radicado aquí en Bogotá y en varias partes del país; fue párroco del barrio Florencia en Boyacá, que se volvió revolucionario en la época del padre Camilo Torres y por eso digo que él era revolucionario, parece ser que se aburrió de estar en el monte, y entonces se vino para acá y compró el terreno, se metió a ser urbanizador pirata. Se dedicó a la compra ilegal, piratear esa es la palabra y por eso tenemos todos estos problemas con los servicios. Porque una urbanización legalizada se entiende que la entregan con todo. Sepúlveda trabajaba con su equipo para poner los servicios; como él tenía su asociación, la asociación era la que tenía que hacer esos trabajos. Saturnino Sepúlveda bautizó a este barrio con el nombre de Juan José Rondón, porque a él siempre le gustó que cada barrio o urbanización que fundara llevara el nombre de héroes o líderes de la historia, por ejemplo: Juan José Rondón, María Cano, Lorenzo Alcantuz y así. *** Esta finca tuvo varios dueños, tuvo una dueña que se llamaba Marta López, después Alfredo Torres Pachón. Si nos ponemos a revisar esto pasó por varias manos, y llegó a manos del cura; por último, la tomó la asociación Juan José Rondón.

La asociación fue una organización que creó Saturnino Sepúlveda encargada de coordinar las actividades de los lotes y de los compradores; él tenía una asociación en cada barrio y nombraba a un encargado, como por ejemplo acá el presidente de la junta don Rafael Cañizales, quien es el que firma la escritura; ellos eran los que tenían que hacer el trámite de todos los servicios, pero no le pararon bolas porque no estaba legalizado, por lo tanto, yo cuando vi eso, decidí formar la junta de acción comunal. La junta de acción comunal la formamos en 1985 y en 1986 se inscribieron como 80 personas, el trámite se inició en 1986 y en 1987 obtuvimos la personería jurídica; empezó el barrio su desarrollo local y para nosotros venirnos ya el acueducto que hubo en principio fue un pozo que tuvimos que abrir desde arriba de casetera y el otro en una finca donde había un yacimiento y bajaba una zanja de esas de arroceras, eso arriba tenía un establo donde bajaba agua muy sucia, pero así se tomaba el agua; ese fue el primer acueducto del sector. Nos ha tocado sufrir mucho por la ausencia de agua, en el invierno y en verano. Cuando estamos en invierno el clima nos tapa las mangueras, y en verano porque se escasea mucho. Sin embargo, con el tiempo y conformada la junta de acción comunal, empezaron a participar más líderes y yo entregué mi cargo. Después se inició la compra de mangueras y el trabajo de ubicarlas arriba, cerca de la finca La Alemana, pidiéndole permiso a Bavaria (porque ese terreno le pertenece a Bavaria, era la antigua cervecería Alemana), nos tocó pedir permiso, fue un trabajo tremendo. Después con lo de la legalización, que se empezó a solicitar desde 1987 o 1988, se nombró a don Rafael Cayetano para viabilizar esa situación, pero tardaríamos mucho para conseguir la legalización y en ese aspecto, nadie podía hacer nada. ***


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Recuerdo que cuando llegué al barrio, por allá en el año de 1984, había solamente siete familias; de los primeros que llegaron fueron Humberto Sánchez, ese señor se fue; José Joaquín Sanabria, Roberto Cadena, Inés Ardila, Aminta Bolívar, y una señora Susana, no recuerdo el apellido; el resto ya habíamos comprado, pero entonces ellos eran los únicos que habían aquí después de que yo llegué. Don Rafael Cayetano y yo fuimos los que hicimos las escrituras. La construcción de las casas fue poco a poco, cada familia iba construyendo así en esa forma y pues el progreso del barrio ha sido a paso de tortuga, porque esto por acá es muy pobre. Los fundadores del barrio eran personas que venían de distintos lados y por diferentes motivos; por ejemplo, la familia Sanabria se dedicaba a vender flores, otros a la construcción y yo a mi profesión. Pero como ya estaba pensionado, pues permanecía en la casa. *** Yo fui el primer presidente de la junta de acción comunal. Y por eso tuve muchos inconvenientes, porque el padre Saturnino no quería que existiera una junta, él decía que para eso estaba la asociación; pues él sólo quería su gobierno por muchos sentidos, seguramente porque él tenía una cuestión, él quería sacar plata por algún medio y dominar este barrio. Entonces, la asociación se dedicó a firmar para la escrituración y la junta comunal a pedir servicios para la legalización; pero en vista de que él no pudo seguir más acá porque la situación se empezó a tornar muy pesada, entonces él fue saliendo, es decir, su papel llegó hasta donde ya se habían vendido todos los lotes. Él quería hacer su gobierno y en vista de que no pudo y que la junta comunal asumió la dirección, entonces ya estuvimos nosotros con la alcaldía y con todos los entes del gobierno, tuvo que salir. Luego seguimos en la escrituración y hasta la presente hay mucho lote sin escriturar, otros pocos que son lotes de engorde están

pendientes, porque la gente compra y no construye. Eso afecta al barrio bastante, porque esos lotes ahí no tienen ningún progreso, son lotes que están ahí baldíos, yo no sé si es que nos les gusta vivir acá o que tienen casas en otros barrios, pues después vienen aquí y tienen los lotes simplemente para venderlos a mejor precio. Luego vino el proceso de consecución de la luz, para eso nos colgamos de la torre que atraviesa Cáqueza y Chipaque; ese fue otro artefacto que se convirtió en un problema porque como tenían tanto voltaje los cables de la torre de energía se quemaban, la estufa, el radio, el televisor, no quedaban sirviendo para nada, entonces pues a mí me tocó empezar con eso. Ya como mucha gente me conocía, acudí al concejo. Allí contacté al doctor Ernesto Samper Pizano, a la doctora Marta Helena Morales y a Álvaro Pinzón, amigos míos. Yo les comenté el asunto; gracias a Dios ellos no me cerraron las puertas, ellos estuvieron de acuerdo y fuimos a la Energía con el doctor William Cruz director de acción comunal en ese momento y con el doctor Julio César Sánchez, alcalde mayor e hicimos una tramitología en la Energía y nos ayudaron mucho. *** Durante mucho tiempo tuvimos que bregar con el problema del agua, inicialmente había unos aljibes y de ahí tomábamos el agua. Ahora, a partir de la constitución de la junta empezamos a pedir el permiso a La Alemana, a Bavaria, para traer desde arriba el agua, desde la cordillera, casi cerquita del nacimiento. Agua pura, porque la de allí todavía es limpia, hasta el día de hoy ha resultado mejor que la de acá. Menos contaminada. Entonces tuvimos que colocar las mangueras y traer el agua, hacer unos tanques para que se pudiera distribuir el agua con mangueras. Con la colaboración de la comunidad y de algunas personas que han dado donaciones, se logró comprar las mangueras que fueron instaladas en 1998.


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Posteriormente, la comunidad organizada nombró unos fontaneros —pero hace poco—, como desde 1998 y poco a poco ha venido para la distribución del agua, y la traída desde allá, porque siempre se sufre; la comunidad nombró los fontaneros y ahora por intermedio de ellos hay que pagar algo, algo que cuesta. Un fontanero recibe $ 2.000 por casa mensualmente, pero la verdad es que hay gente que no los paga. Eso da como pena. Como en 1989, para el descargue de esa luz viva, entonces el doctor Julio César Sánchez García le dijo al doctor William que si no había un transformador periférico para enviarlo al barrio y poco después lo mandaron, ya con eso hubo un poquito de regularización pero a medias, aquí eso era como una telaraña, porque era cable por allí, cable por allá, corto por allí, corto para allá, y agarrados todos por la luz. Lo mismo que sucede hoy con el agua, porque el uno que quería tener mejor luz, el otro que yo no sé qué y así por el estilo, y con el agua sucedió la misma cosa, un corte de manguera corte aquí y corte allá, que arregle allí, a ver si llega el agua; y entonces cuando llegó la luz a pagar. Nosotros estuvimos como tres años a punta de velas, alumbrándonos con velas y echando radio con pilas y sucede que por no pelear, pues no me gustan las peleas, muchos me dejaban sin luz cuando querían. Uno se pregunta porqué la gente actuaba de esa forma si el servicio nos beneficiaba a todos. Por ejemplo, aquí, nosotros, lo primero, el nivel de estudios es muy poco; lo segundo, es que reina la incomprensión y, lo tercero, es que como la mayoría de los que vivimos acá, hemos vivido en inquilinato, uno no sabe qué es cordialidad, qué es vivir con el pueblo, uno no sabe sino que estaba sufriendo y eso sí lo paga. Pero a medida que los servicios van llegando, se suaviza el problema, eso siempre existe en todo lado. Pero poco a poco se ha venido arreglando, a medida que los servicios van llegando eso va

pasando, y es obvio que eso existe casi en la mayoría de todos los barrios marginados, eso no es acá no más, eso existe ya en casi en la mayoría de los barrios abandonados, y un barrio legalizado se entiende que llega todo el mundo compra y listo, que tiene que dar para su servicio y del lote que tenga los servicios, pues uno llega y no tiene ningún inconveniente, pero aquí la historia ha sido otra. *** Después vino el asunto de los teléfonos; ese servicio se legalizó como en 1990 gracias también porque hubo quien mediara. Un concejal, el doctor Antonio Galán Sarmiento, la misma Marta Helena Morales y una señora que trabajaba en los teléfonos, Virginia Rozo, ayudaron mucho para eso. Todos los servicios han sido logros de la junta de acción comunal: el arreglo de calles que ahorita se está cumpliendo, el preparar los mismos servicios, las actividades de capacitación. Cuando yo hacía parte de la junta de acción comunal, trabajé mucho en Asojuntas, como delegado y todo eso me ayudaba con los demás líderes, cuando el barrio pertenecía a la localidad cuarta de San Cristóbal. En los años noventa, por decisión del Concejo de Bogotá, este sector pasa a ser parte de la localidad quinta de Usme. Esta situación no nos benefició mucho por la tramitología que se tiene que hacer para conseguir las cosas, a uno le cuesta más transporte, le cuesta más vueltas, se gasta más tiempo y estamos más distanciados y eso que habiendo teléfono estamos distantes, pero en esta época cuando no había teléfono y no había nada tan solo transporte. Otro logro de la junta para el barrio fueron las gestiones ante la alcaldía para solicitar el arreglo de las calles. La Alcaldía Mayor, por ejemplo, cuando existió Obras Públicas, gestionó el arreglo del camino; la recebada nos favoreció mucho para salir de aquí, los que vivimos en el centro del barrio teníamos que salir a un barrial de esos cuando está bastante lluvioso, y era tremendo porque nos tocaba conectar una


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manila y subir jalados. Ahora no, es por eso que sirvió mucho la asesoría del alcalde. La consecución de los servicios públicos fue algo muy complejo, pues inicialmente nadie daba un peso por esta tierra. Por ejemplo directamente con el Acueducto, y hasta con los mismos concejales, se hicieron trámites y solicitudes, pero ellos argumentaban que como era un sector rural no había posibilidades, porque no se sabía si lo aprobaban o no; entonces para acá no había servicios. Además, otro inconveniente es el terreno que se encontraba por encima de la cota de nivel de servicios y era imposible obtenerlos.

las acometidas de las redes para el agua en el sector. Esta cooperativa se crea antes de legalizar…para que por intermedio de ella se pueda tener agua más fácil; como esta cooperativa tiene personería jurídica, se puede controlar más, pero lógicamente es el Acueducto el que debe cobrarnos el manejo del agua y no la cooperativa. Colbaus está liderada por algunos habitantes de estos barrios, Juan José Rondón, Arrayanes, Villa Diana y otros; el presidente es el señor Salomón Vázquez del barrio San Pedro y el gerente es el señor Hernández. Ellos son los encargados, pero no me parece que esa cooperativa sea viable para nosotros. Y en realidad se han hecho reuniones y se empiezan a centrar en el problema del agua, pero a partir de la legalización del barrio es que se han logrado más cosas porque ahora sí nos tienen en cuenta.

Sin embargo, yo creo que hay un avance del barrio por muchas cosas; hay escuelas, iglesia y parques. En cuanto a la educación, hay un convenio con el Distrito y contamos con la escuela de Violetas; allí vienen niños como de siete barrios y eso lo hemos logrado nosotros. Pero aquí también hay que agradecer a las Hermanas Adoratrices, que han ayudado en la junta, porque se consiguió la construcción de la iglesia; ellas han conseguido viviendas un poquito modernas y siempre hay logros, siempre hay progreso. Tenemos ahora el trabajo del Acueducto y ya comenzó a organizarse mediante la cooperación de todos, aunque hay personas que no estamos de acuerdo con la cooperativa Colbaus.

*** Otra organización que ha sido importante para el barrio son las Madres Adoratrices; ellas llegaron acá porque el padre Saturnino les vendió terrenos en 1989, para hacer casas para albergue de señoras que recogían de la calle; ellas las rehabilitan y las ponen a trabajar en diferentes oficios. Son mujeres que trabajan en prostitución, y dentro de las obras benéficas de las Adoratrices está la rehabilitación; ellas les dan vivienda y les pagan un salario.

Es una organización que se constituyó en el barrio con el apoyo del Acueducto para fomentar los servicios en el sector; se formó hace cuatro o cinco años con ese fin, una cooperativa de servicios. Tal vez fue una forma de hacerle competencia a la junta, pero entonces nosotros nos dejamos meter a esa cooperativa y ahora la mayoría ya la estamos rechazando. La cooperativa Colbaus fue una idea que surgió entre algunos miembros de la junta y el Acueducto. Eso significa Cooperativa de los Barrios Altos de Usme y funciona como intermediaria entre esa entidad para gestionar

Ellas siempre han liderado las actividades comunitarias, además venden lotes y casas para la gente que ellas traen a trabajar con sus familias. Esta labor es benéfica para el barrio en la medida que la gente que compra empieza a construir y se ve el progreso del barrio. Aquí hay gente demasiado pobre que no tiene ni para el sustento diario de sus familias; muchas mujeres son madres cabeza de familia que trabajan en diferentes oficios, pero con esos salarios de hoy que no alcanzan para nada, entonces ellas se benefician porque les traen mercaditos, y eso es una ayuda; entonces una de las labores buenas


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que han hecho además es constituir jardines infantiles para los niños, les dan el almuerzo porque tienen un restaurante escolar. *** Yo creo que las obras que se están ejecutando en el barrio van a cambiar notablemente su imagen, porque para el 2003 ya vamos a contar con el acueducto. Ya se ven las obras, la maquinaria, los obreros, todo. Y la vida será otra cuando logremos por lo menos el servicio de acueducto. El problema de las mangueras se acaba, se mejoran las calles porque las aguas negras serán canalizadas debidamente y los problemas con la gente ya no van a existir, cada uno tendrá su servicio. Yo pienso que son logros y adelantos de este barrio, de estos barrios, de esta zona. Ahora podemos decir que estamos casi a la par con los sectores San Pedro, Villa Rosita, Villa Diana y más adelante también se mejorará Arrayanes, pues hay mucha gente trabajando en eso. Aunque cuando empezamos las gestiones para conseguir los servicios yo veía que la gente era más unida, habíamos menos pueblo, pero la presión era más por los barrios, por lo que nos reuníamos en los catorce barrios. Todavía quedan barrios olvidados, que no progresan como el barrio El Bosque, ubicado en el kilómetro 14 Chipaque, el barrio que no tiene progreso, no tiene nada, no hay transporte, ése sí es un barrio estancado. *** Otro de los problemas con los cuales contó el barrio en sus comienzos fue el del transporte. Primero se organizó una cooperativa de colectivos, que fueron los primeros vehículos que llegaron a Juan José Rondón. Cuando yo llegué aquí existían los buses municipales, uno o tres buses hasta Tiguaque, pero eso fue en la medida que esto se fue poblando. Doña Marianela Roncancio gerente de Coltrás, enviaba cada 45 minutos un bus, cada media hora, cada hora, entonces nosotros hablamos con ella para

solicitarle un servicio permanente, pero nos dijo que era imposible porque por acá no había nadie. Un día decidimos gestionar ese servicio por intermedio de la Secretaría de Tránsito y Transporte, después hablamos con las empresas La Republicana, con Expreso Suroriente, con La Universal, y nada. Después de muchos años, solicitamos de nuevo el servicio y en vista del poblamiento tan grande que tuvieron barrios como Villa Diana, San Pedro y Villa Rosita, se hizo un convenio con la empresa Suroriente, que se encargó de hacer el trámite ante la Secretaría de Tránsito, y conseguimos que nos pusieran una ruta más regular en 1996. En los últimos años han llegado buses de empresas como Codiltra, entre otras. *** En el sector siempre ha habido inconvenientes, asperezas y diferencias por el agua. Alguna vez recuerdo que un negrito llamado Mina, me sacó machete cuando me vio sobre el tanque. Resulta que yo me fui durante mucho tiempo del barrio, y después regresé, entonces ese señor no me distinguía, cuando me vio en el tanque se dirigió a mí con palabritas duras, de alto calibre: "Es que usted no tiene nada en qué meterse, porque usted no tiene nada que ver aquí, usted está recién llegado, y nos vamos a dar machete". Y la verdad es que a mí me gusta poner orden, porque todos tenemos derecho, entonces lo que se imaginó era que yo seguramente estaba recién llegado, pero mentiras, yo me había ido como un año pero tenía mi casa aquí y regresé. Esos inconvenientes ocurren con mucha frecuencia y no hay nada de malo, es el pan de cada día. Aquí, a veces uno se toma sus cervezas y puede cometer bestialidades como en todas partes, pero más bien aquí el barrio es calmado, a pesar de que dicen que esto es zona roja y que la policía no se aparece por acá. Si usted observa, no se encuentra una estación de policía. Siempre dicen que esto se lo tomaron, que la guerrilla, pero no es cierto. Cuentan que


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en el barrio El Bosque una vez tumbaron un retén, pero esa vez nada más, ahorita no hay nadie. *** Ahora el problema de la salud. El Sisbén que hay acá quiere que la gente esté en la indigencia; se supone que este sistema cubre a la gente de estrato uno, pero si hacen la visita a la casa y se dan cuenta que tienen un televisor o una licuadora, entonces no la inscriben. Lo segundo es que nunca hay presupuesto para construir el centro de salud; entonces, si se ofrece una emergencia, para un herido grave, hay que ir al hospital de La Victoria o para el CAMI de Altamira, entonces la gente se nos muere porque es muy lejos. Ojalá que con la llegada del acueducto le pongan mano a eso, a ese centro de salud. Sería un cambio bastante bueno para este sector. Otro problema es la atención de enfermedades frecuentes en el barrio; por ejemplo, los niños sufren de sarampión, viruela, brotes o alergias y diarrea por causa del agua. Las madres deben recurrir a otros lugares para la atención médica, eso es bastante complicado, pero continuamos en la lucha. Para terminar, quiero agregar que el gobierno, cualquiera que sea, nos tenga en cuenta para poder progresar, que no estamos en ninguna zona roja, lo que aquí hay es gente trabajadora. Yo siempre he sido trabajador y sé que aquí hay gente buena, que no nos olviden, que las entidades tengan en cuenta que somos colombianos, que hay mucho qué pedir: salud, trabajo y garantías sociales.

A. Testimonios de varios habitantes del barrio Juan José Rondón

vivo en Bogotá y en Juan José Rondón hace seis años estoy radicado. Yo salí de mi tierra buscando oportunidades para vivir mejor. Allá en Manizales me estaba yendo muy mal, yo trabajaba la herradura y todo lo relacionado con ello, pero ya cuando me vieron muy viejo y que me iba a acabar, me sacaron. En la actualidad soy viudo, pues mi señora murió hace seis años. Mi ocupación es en trabajos varios, cuando sale por allí un trabajo de limpiar un lote, el día me sale por 10.000 pesitos, eso es lo que me ayuda y a veces le colaboro a la hijastra mía. Yo he tenido que vivir muchas cosas en la vida, recuerdo que antes de salir de mi región, me hirieron una pierna en San Miguel. Con esa dolencia yo me vine para Bogotá el 18 de agosto de 1985 y en ese momento me ubiqué en donde queda el batallón de la Guardia Presidencial. Afortunadamente, cuando llegamos aquí, un amigo me dijo que arriba en el Hotel Tequendama necesitaban una persona para cuidar un carro de leche, yo me fui para allá la primera noche, recuerdo que fue un viernes y que me fue muy mal porque había mucho frío; pero esa primera noche me conseguí $ 45.000 y con eso compré una cama de hierro con cobijas y todo. Después de vivir en el centro, nos trasladamos al barrio Siete de Agosto en una casa de inquilinato, allí nos robaban las cucharillas, la panela y la ropa, como vivían diez familias, cuando uno preguntaba por las pérdidas, nos trataban mal y hasta nos llegaron a amenazar de muerte; allí vivimos como un año hasta cuando decidimos venirnos a este barrio. Aquí se encontraban siete hijastras que yo crié en Manizales. Nos ubicamos en una casita a medio construir, pues en invierno se nos caía, pero empecé a hablar con la señorita Nury, amiga de la hermana Esther y ella nos adjudicó una casita mejor. Aquí organizamos nuestro hogar con dos hijos legítimos y las siete hijastras.

Don Daniel Murillo Yo me llamo Daniel Murillo, nací en Manizales el 10 de septiembre de 1934; hace dieciséis años

*** Yo he visto muy pocos cambios en el barrio, recuerdo que desde que yo llegué aquí no se ha


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transformado, está casi lo mismo, lo que sí hay es mucha construcción, lotes y casas en obra negra; pero el monte está igualito. Veo la desorganización de la gente, muy incumplida, ya que cuando se va hacer una reunión o se programa alguna actividad no asisten y teniendo en cuenta que muchas cosas que se hacen son en beneficio del barrio. Esta indiferencia de la gente se ve reflejada también en los servicios públicos. Por ejemplo, hay mucha discordia, mucha violencia entre la gente de la comunidad por el servicio del agua surtida para el barrio a través de mangueras. Hay muchos conflictos porque unos quieren tener más agua que los otros, tener agua todos los días y algunas veces prefieren derramarla para evitar que a todos nos llegue. Y si uno llama la atención, lo tratan mal y lo amenazan, esto es bastante delicado. En tiempo de verano, la crisis del agua en el barrio es muy fuerte, pues hay que ahorrarla, pero la gente es poco considerada, porque precisamente en esos momentos la desperdician y terminan violentándose. De verdad que se desperdicia mucha agua. *** En la actualidad, mi hijo está pagando la casita donde vivimos, esa casa nos la avaluó la hermana Ester en nueve millones de pesos, pero a nosotros nos sale en dieciséis o diecisiete millones por los intereses, es muy caro. Sin embargo, no contamos con servicio de alcantarillado todavía, algunas veces la casa se llena de agua y al parecer fue que se construyó encima de un pozo de agua cuando eso se estaba construyendo allí. *** Para mí el agua es un elemento muy importante, porque es el líquido de la vida. Sirve para todo, para el consumo humano y para el consumo de las plantas y también es medicinal; para el baño diario es el único líquido y el más precioso. Es muy desconcertante que muchas veces no sepamos utilizarla, la dejamos desperdiciar. Yo pienso que a nosotros nos falta una educación

para entender cómo debemos manejar el agua. *** En la actualidad existen muchos programas que se están efectuando en el barrio, eso gracias a la orientación de las hermanas quienes colaboran mucho con la comunidad. Tenemos un programa que fue organizado por un grupo de adultos mayores llamado Comfavisor, está dirigido fundamentalmente a la tercera edad; ya conseguimos la personería jurídica. Infortunadamente, los de la tercera edad no tienen protección del Estado ni mucho menos de la alcaldía y por eso nos toca buscar una casa, estamos consiguiendo los recursos para eso. En el sector también contamos con una coopera-tiva denominada Colbao, se trata de la coope-rativa del agua, de los servicios públicos, ellos se encargan de recoger el dinero para construir la red del agua, para que nos llegue con prontitud el servicio de acueducto. Ya se han organizado bazares y el famoso festival del agua que anualmente convoca a toda la comunidad. Allí se venden comestibles, hay presentaciones de grupos musicales y se realiza un concurso de belleza. La idea es lograr recoger los fondos suficientes para la construcción del tanque de agua potable. Esta cooperativa lleva funcionando seis años, los mismos que celebra este año el Festival del Agua. Este evento es muy importante para la comunidad. *** Al barrio han venido muchos políticos a ofrecernos su ayuda; por ejemplo, una vez vino Teófilo Forero, quien nos ofreció unas redes; él vino acá y nos ofreció 500 metros de manguera, nos las trajo y en agradecimiento le dimos 90 votos y salió elegido como concejal. También vino Adolfo Prado y otros tantos que ofrecían muchas cosas, pero al final eran una partida de mentirosos. Doña Carmenza Guzmán Mi nombre es Carmenza Guzmán, tengo 56 años de edad y nací en Coyaima (Tolima); hace


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40 años llegue a Bogotá y vine a trabajar, a ayudar a mi mamá y a mi familia (...). Yo me he dedicado a oficios varios, he trabajado como empleada doméstica, cocinera, lavandera, aseadora, en fin todo el oficio del hogar. En la actualidad estoy casada y tengo cuatro hijos. Cuando yo llegué a esta ciudad, el primer barrio que habité fue el Santa Fe y allí duré como dos años trabajando. Después me fui a vivir al Siete de Agosto, también estuve trabajando allá. Después me fui a vivir al barrio Bello Horizonte por espacio de veinticinco años. Recuerdo que pagaba una pieza pequeña. Después como en el año de 1993 o 1994 nos adjudicaron el lotecito aquí en Villa Diana. Al principio hicimos un ranchito de "paroid", porque estábamos muy aburridos de pagar arriendo y como los niños estaban pequeños y estudiando la plata no alcanzaba para nada.

conexiones afectando al resto de la comunidad. Por eso, el sistema de Juan José Rondón no alcanza a servir el barrio Villa Diana; además, en el último año ha llegado mucha gente y si le sale agua a uno no le sale al otro. El agua que se utiliza aquí viene de Villa Alemana, que es el lugar donde se encuentra el tanque que nos abastece. *** En el barrio existen muchos problemas entre los cuales se cuentan las epidemias, hay muchos niños enfermos de gripas, hongos, alergias y diarrea. Lo que pasa es que nosotros consumimos agua que no es tratada y en muchos casos no se hierve, entonces se generan alergias y varias enfermedades. Unido a ello, no hay centros de salud en el sector, sólo hay una casa donde asiste un médico, por lo regular dos veces a la semana. Don Laurentino Pacachique

Nosotros llegamos acá porque un compañero de mi esposo, le dijo que la esposa tenía un lote para vender, y que si quería ella se lo vendía a él. Además, era muy económico, entonces nos vinimos a vivir aquí con los cuatro hijos que ya se crecieron, pues tenían hasta esposa e hijos; entonces, hicimos el rancho de "paroid", hicimos dos piecitas en bloque y cubrimos el lotecito. El servicio del agua ha sido muy difícil en este barrio; nosotros inicialmente conseguíamos el líquido en un pozo que quedaba como a seis cuadras de nuestra casa de los Pinos, pero el agua se dañó porque por allá construyeron el alcantarillado. Se contaminó, huele feo y no sirve ni siquiera para lavar y tampoco sirve para el baño. Ahora pedimos el agua donde el vecino, a veces nos la regala o a veces cuando llueve la recogemos por canaletas para lavar ropa y hacer aseo. El sistema que cubre a Juan José Rondón se constituye de una manguera para cada catorce casas, estas mangueras son pequeñas de tres cuartos y el agua viene por un cauce al cual se adjudicaron ocho mangueras para surtir en total 78 familias; pero muchas personas a quienes se les puso manguera dañaron las

Me llamo Laurentino Pacachique, nací en Siachoque (Boyacá) a 20 minutos de Tunja. Mi profesión son oficios varios, me dedico a lo que me salga, la construcción y la agricultura. Yo llegué a Bogotá en vista de una operación que le iban a hacer a mi esposa. Cuando llegamos a la clínica, nos remitieron a otro hospital y terminamos recorriendo casi todas las clínicas de Bogotá y no le salía la operación y por últimas salió. Entonces, le cambiaron ambas córneas y a raíz de esa situación, para no viajar tanto de Tunja a la casa decidimos venir a vivir acá. Aprovechando que había una hija radicada en Bogotá y que se había hecho a un lotecito ubicado en este barrio, fuimos a visitarla y logramos conseguir un lote que nos vendieron las hermanas y fue cuando nos quedamos. Llegamos como en 1996 al lote que adquirimos en el barrio Juan José Rondón, segundo sector. Ese lote lo compramos a un señor Luis que nos lo vendió a mi hija y a mí, desde entonces hemos vivido aquí. Allí tuve que trabajar dos años para levantarlo, primero remover la maleza, explanar y construir en principio una chocita con tejas de zinc comprada de


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segunda mano. Mucha de esa teja estaba rota y al llover se entraba toda el agua, entonces compramos un hule y forramos el techo; así nos ahorramos el arriendito. El problema es que todo ese tiempo hemos bregado mucho por el agua ya que en tiempo de verano hay que madrugar para recogerla en La Alemana al lomo con un garrafón y para hacer un viaje o dos al día tiene que estar uno a la cinco de la mañana por el agua, porque ya después no se consigue. Para trasladarnos allá, debemos caminar como uno o dos kilómetros por aquí por esta avenida, yo vivo bien abajo y en tiempo de invierno ya está instalada el agua aquí y entonces nosotros tenemos una manguera instalada al tanque de abastecimiento aquí al frente de la iglesia y allí tenemos una manguerita; pero hay mucho trabajo y muchas veces como no dejan esa manguera quieta, se tapa o pasa un camión y la daña, entonces no llega fácilmente. Otras veces la gente daña las mangueras o se roban las flautas. Hay mucha envidia. En la actualidad me dedico a sembrar y recoger papa; hay unos señores de apellido Cuenca y ellos de vez en cuando me llaman para que trabaje con ello, pero son trabajos temporales donde me gano $ 10.000 al día y me dan el desayuno y el almuerzo. Por acá las cosas están fregadas, porque si tengo trabajo para una semana es mucho y la siguiente ya no hay nada.

Yo considero que el barrio no ha progresado, porque así como cuando yo llegué, así se encuentra; no ha habido casi nada de avance, las pocas construcciones que se hacen son financiadas por el Inurbe, porque todos somos muy pobres, yo todavía vivo en la enramadita que hicimos cuando llegamos. Además, no contamos con servicio de acueducto, yo creo que si llegara el servicio la vida de la gente mejoraría en un ciento por ciento, porque lo principal es el agua que hace falta para todo, sin el agua no se puede hacer nada. Lo otro es el alcantarillado, porque allí para ir al baño nos toca en el bosque. No contamos con pozo séptico, muchas personas como yo carecemos de ese servicio. Todos sufrimos esa misma problemática. Doña Mercedes Pacheco

Uno de los problemas del barrio es la inseguridad, no hay autoridad, pues el puesto que quedaba ubicado en el barrio La Ye como a quince minutos de aquí, lo volaron. Dicen que por aquí es zona roja y la policía de vez en cuando viene, hace un patrullaje y se va. Si en la noche hay peleas o muertos, sólo hasta el día siguiente se aparece la policía, es muy complicado. Yo vivo al pie de un bosque y eso por allí para abajo recién que nosotros llegamos mataron a un señor cerca de nuestra casa, muchas veces hay atracos y para cruzar al barrio más cercano que se llama Alfonso López, sólo se puede hacer de día, tempranito.

Mi nombre es Mercedes Pacheco, nací en 1943 y vengo del Tolima. Llegué a Bogotá cuando tenía 16 años, no recuerdo muy bien. Me vine con una señora que tiene familia aquí en Bogotá, entonces ella me trajo a trabajar acá en el barrio Santa Fe y ahora vivo aquí en Villa Diana desde 1988. Yo llegué aquí buscando vivienda, pues ya uno va entrando en años y tiene que buscar la forma de no pagar arriendo; primero una casa, después un apartamento y luego una pieza, los costos son muy altos y empiezan a subir y subir y ya no había

Barrio Alfonso López (Fotografía: Camilo Santamaría)


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para pagar un arriendo y entonces llegué acá en arriendo y el señor dueño de la casa donde yo vivo, una casa prefabricada, me dijo que por qué no le comprábamos y entonces le dije que si nos daba facilidad, entonces nosotros le compraríamos y así fue, nos vendió la casita en un millón de pesos, es una casa lote. Uno de los problemas que tenemos es el agua, en principio nos tocó cargar porque todavía no había manguera, no había nada y nos tocaba sacar de un pozo que era el acceso al líquido, teníamos que cargarla y para lavar tenía que ir a los pozos. Allí había uno que se llamaba Los Pinos y uno iba a recogerla para todo. Después se realizaron algunos trabajos donde instalaron una bomba y ya era mejor la salida. Se trataba de una motobomba, donde la gente recogía el agua más fácil. Muchos llevaban vasijas y baldes para surtirse, pero la gente se encargó de dañarla. La problemática que tenemos en Villa Diana es el agua, porque no nos llega a diario, hay días que no sale y la gente tapa las mangueras para que no le caiga a los demás, hay que buscar a un fontanero para que mire si están tapadas, y recoja el agua del alcantarillado. Normalmente la gente le paga al fontanero $ 2.000 mensuales para que controle la entrada del agua. Al comienzo nos tocó pagar $ 50.000 para que entrara el agua y después seguimos pagando $ 2.000 en quince jornales que cada usuario debe trabajar. Ya sea en la postura de la manguera o cuando se dañen, arreglarla. Sin embargo, la gente daña las mangueras, en época de verano entra el desespero y algunos quieren agua para ellos solos; entonces las tapan, aunque el fontanero solicita por el altavoz que no vayan a dañar la manguera, que no hay agua, la gente no hace caso y para completar como ha llegado muchísima gente a vivir en el barrio, el agua no alcanza para todos. Y es que cuanto más llegue gente menos agua hay para todos; anteriormente llegaba un carro tanque que surtía a este sector, pero como la

gente tenía que hacer fila, se presentaron muchos problemas y, por tanto el carro no volvió. En el barrio hay una junta de acción comunal que lidera el presidente William Jaramillo, pero no ha hecho muchas cosas por el barrio, principalmente con el asunto del agua. Y es que como el barrio no está legalizado y no tenemos escrituras, entonces no nos quieren traer los servicios públicos. Darwin Parra Mi nombre es Darwin Parra, tengo 11 años, vivo en Villa Diana hace siete años y estudio en la escuela de Violetas. Recuerdo que nosotros vinimos del Tolima y llegamos a Bogotá porque había guerra en nuestro pueblo. Antes de llegar a este barrio, vivíamos en Alfonso López. En la escuela donde yo estudio hay 300 niños y casi no nos llega agua, nos toca muy poquita. Y es que hasta ahora están construyendo el tanque de Violetas de la localidad quinta de Usme. Sandra Patricia Gutiérrez Mi nombre es Sandra Patricia Gutiérrez, estudio en el Centro Comunal Distrital en sexto A y vivo en el barrio Villa Diana. Yo gasto media hora desde mi casa al colegio. Para mí el espacio más importante del barrio es el monte, porque allá hay más espacio para jugar, allá hay montañas, árboles y todas esas cosas. Pero en la noche me da miedo porque uno escucha que la gente grita. Don Lucio González Mi nombre es Lucio González Castiblanco, nací en Suesca (Cundinamarca) y en este momento tengo 67 años; hace cuarenta años que llegué a Bogotá, pagué arriendo por allá en el barrio Las Ferias, después en el barrio Fátima, en el Claret y por último viví en el Boyacá Real. Entonces, un hermano compró un lotecito en este barrio y esa fue la primera casita que levantó aquí la de mi hermano.


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En ese tiempo, los lotes pertenecían al padre Saturnino Sepúlveda quien estaba urbanizando aquí. Este sector correspondía a una finca y él la destinó para urbanizarla, ahí entonces fue cuando yo me vine, pero todo ya estaba vendido pero nadie había construido. No había mucha gente por aquí, yo me traje a mi mujer y a los hijos, me iba a la una de la mañana a trabajar, llegaba a las ocho o nueve de la noche, mejor dicho, pues no sabía ni quién llegaba ni quién se iba. Aquí había solamente una casa que era de un señor que llamaban el Periodista, un señor que le llamaban José Niño, era el más antiguo en este barrio y tenía muchas fotografías de este barrio. Recuerdo que el Padre Saturnino me vendió el lote en $ 70.000, eso fue en 1985, yo llegué aquí el 10 de mayo de 1985 y llevo 17 años. Cuando llegamos acá nos tocó muy duro, yo trabajaba con un taxi, era taxista, y me tocaba madrugar a trabajar a las cuatro de la mañana y entregaba a las siete de la noche y me venía. En ese tiempo nos tocaba de Juan Rey hasta este barrio media hora a pie, pues no había transporte.

a poco nos empezamos a organizar. El barrio ha avanzado después de que empezaron a ser construidas la iglesia, el Salón de la Amistad y el parque. La iglesia hace poco la construimos, más o menos unos siete años. Doña Edilma Rojas Hernández Mi nombre es Edilma Rojas Hernández, pero me dicen Juanita, vivo en el barrio Arrayanes desde el año 1981. Tengo 65 años, fui madre comunitaria por espacio de diez años y me ocupo de los hogares de la casa. Compré un lote y al poco tiempo compré una casita, pero me mudé en 1984 y me vine para allí a vivir donde actualmente estoy. Al principio me robaron toda la instalación que había hecho para la luz eléctrica, pero cuando tomé posesión de mi casa las cosas cambiaron. Durante el último tiempo he sufrido por el servicio del agua, ya que en principio teníamos una manguera que servía al barrio Arrayanes, el agua salía de un tanque que construyeron para abastecer mejor el sector, pero un día el tanque se rompió y empezaron los problemas. Eso fue en el año 1986, después se construyó la bocatoma con la colaboración de la hermana Luz Elena, quien empezó a venir al barrio para ayudarnos. Para conseguir el agua, tuvimos que hablar con el dueño de la finca La Alemana para poder cruzar las mangueras por sus terrenos.

En ese momento sólo venía un bus municipal hasta Tiguaque, porque el resto de los buses sólo llegaban hasta Juan Rey, porque había un retén en Juan Rey y no dejaban pasar de ahí para acá porque esto era reserva forestal; el problema es que ese bus no venía sino en el día, o sea, no hacía sino dos o tres viajes en el día, el resto nos tocaba a pie. Años después, llegaron las Hermanas Adoratrices y ellas empezaron a lotear más y a organizar este barrio.

1. La consecución de lotes

Cuando llegamos a este barrio, el agua escurría del barranco y nosotros la recogíamos en un balde, después que llegaron las hermanas aquí organizaron las mangueras y empezaron a vender casas, asistimos a La Alemana y pedimos el permiso para poder cruzar las mangueras por esa finca. Con la colaboración de Tobías Corigua, presidente de la junta y del doctor Luis Carlos Galán, quien nos regaló los rollos de mangueras, se instaló la red. En 1988 vino el sistema de cableado para conectar la luz y poco

Muchos de los que llegamos a este sector, nos entregaron lotes para construir, a otros les dieron unos lotes más grandes y entonces construían su casa y quedaban como dos o tres lotes que podían dividir. El problema es que no tenían servicios, entonces teníamos que utilizar una manguera que colgaban en postes, pero se hacía difícil tomarla. En cuanto a las aguas negras, hay partes donde cada propietario pone tuberías y construye pozos en la parte trasera de sus casas para el desagüe.


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mismos no sabemos cuidar; hemos pedido colaboración a las autoridades para que nos ayuden a que allá en la bocatoma que se hizo no se contamine el agua. Antes de hacer la bocatoma no teníamos el tanque, había una quebradita pequeña, y ahora ha crecido, pero la gente el fin de semana, sube allí a bañarse sin pensar que es la misma agua que utiliza para los alimentos, eso es terrible. Nadie reclama frente a esta situación, nosotros le dijimos al alcalde de Usme, un día que subió hasta la planta, que nos colaborara con celaduría pero dijo que eso le correspondía a la comunidad, que eran ocho barrios y que debíamos nombrar celadores para cuidar el agua, porque él no podía poner celador. Hace falta mucha autoridad.

3. La venta de lotes Cerro Juan Rey. Avances de urbanizaciones (Fotografía: Camilo Santamaría)

Existen muchas cosas que le faltan al barrio, la junta ha hecho muy poco por sacar al barrio adelante. El año pasado, Héctor Mora, el presidente, consiguió cornetas para informar al barrio de las diferentes actividades. Ahora en el barrio se han organizado muchos eventos, proyectos y talleres. Hay muchos talleres en este momento, pero todos se realizan en el Juan José Rondón este es el barrio piloto, este es el lugar de encuentro, pues para estas actividades todos nos reunimos acá. Como aquí se encuentra la iglesia, el salón de La Amistad, todo. Y en los otros barrios no existe un espacio para que se reúna la gente. Sin embargo, hace falta muchas cosas, en este momento el sector cuenta con el colegio Fe y Alegría, hay varios jardines comunitarios del ICBF y el programa de madres comunitarias del bienestar social.

2. El agua según el fontanero El agua es lo más necesario en la vida humana, lo que aquí tenemos es un factor que nosotros

En el año de 1985 cada lote era vendido a $ 30.000 o $ 40.000. Por lo general, el dueño hacía una promesa de venta y por intermedio de la junta de acción comunal se hacía el negocio, pero la verdad nos engañó, porque esto no tenía escrituras. Cómo iba a tenerlas si estas tierras eran ilegales. Y esta es la hora, que muchos de nosotros no tenemos escritura. El problema fue que los propietarios de las fincas, unos decidieron vender a urbanizadores y otros empezaron a lotear y vender, la gente compraba su lotecito y comenzaba a edificar, pero sin permiso de construcción y como esto es tierra tan lejana, nadie dijo nada. Hasta la iglesia acá se construyó a la brava; la iglesia está construida en una parte que se llama zona verde que allí está en el plano. Aquí hay muchos lotes que están dentro de la zona verde del plano, zona de alto riesgo y tienen escritura. Hay sectores que ya fueron legalizados como El Porvenir, San Pedro y el primer sector de Juan José Rondón. Para el caso de Villa Diana, entró en un programa de legalización de 500 barrios que hizo el alcalde Enrique Peñalosa, la cual


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incluía Violetas y Villa Rosita, pero sectores como El Bosque y Arrayanes, no han sido legalizados porque están ubicados en terrenos que son reserva forestal y frente a eso, nada se puede hacer. Para el caso de nuestro barrio Juan José Rondón, la legalización fue iniciada por la junta de acción comunal. Se hizo la petición, entonces por medio de un decreto quedó legalizado conforme a las disposiciones del alcalde en 1998. Pero el segundo sector no ha sido legalizado, allá tenemos como 75 lotes que no pueden ser construidos porque están en zona verde y están en zona de alto riesgo; pero hasta ahora que piensan poner los servicios públicos, es cuando se están dando cuenta del problema. Las casas en alto riesgo se han empezado a agrietar, porque el terreno se desliza y se inundan porque están ubicadas sobre yacimientos de agua muy profundos. Pues esta tierra está muy cerca al páramo del Sumapaz, de donde viene el agua que nosotros tomamos.

4. El agua para la comunidad El agua es un líquido necesario para el consumo humano, para los animales y para los campos, la agricultura y para los peces, es un don de Dios, es un elemento muy especial para la vida. Sirve para cocinar, para tomar, para lavar y para el aseo. También sirve para apagar incendios y regar las plantas, además, sirve para generar energía. El agua es importante tanto para los hombres como para las mujeres. Ellas la utilizan más, porque permanecen todo el día en la casa, cocinan, lavan, hacen aseo, muchas cosas; los hombres, en cambio, la utilizan si trabajan en el campo, o sea, en la agricultura, en la ciudad la utilizan para lavar los carros y así, pero son más las mujeres que la utilizan. Si no tuviéramos agua, no habría alimentos, ni lágrimas, pues de ella salen las lágrimas; tampoco podríamos orinar ni mucho menos sudar y

todo el día viviríamos con sed. El agua es sinónimo de higiene, de limpieza y salud.

5. El problema del agua Uno de los grandes problemas que tenemos con el asunto del agua es el baño, en algunas casas contamos con inodoro pero en otras funciona el pozo séptico. El inodoro comenzó a funcionar a medias desde 1990, cuando hubo agua en las casas, porque en ese tiempo se cogía con una manguera que se colocaba desde arriba en unos pocitos de agua para comer y para el baño. Pero el inconveniente que tenemos es que como no hay alcantarillado, las aguas negras corren por las calles. La gente hace zanjas profundas para que el agua salga de las casas y corra por esos canales. Por ejemplo, donde yo vivo colocaron un tubo, y hacia atrás en un lote hicieron un hueco, y allí llegan todas las aguas negras. Parece ser que el alcantarillado lo van a colocar pronto. Yo sí creo que el hecho de colocar todos los servicios implica volverse modernos, ya nos vamos a modernizar, lo primero que debe llegar es el agua potable, que va a llegar pronto ya están metiendo redes; lo segundo, es el alcantarillado de lo que estamos hablando y eso ya es un hecho, y por ultimo, la canalización de las aguas lluvias.

6. Problemas de salud En el sector, la enfermedad más frecuente es la diarrea, porque se adquieren muchos parásitos ya que no se lavan bien los alimentos, no hierven bien el agua, el aseo personal siempre influye. Otra enfermedad es la gripa por el cambio de clima, la bronquitis porque hay mucha humedad. Algunas personas utilizan remedios caseros en vista de que no contamos con un centro de salud permanente, para los parásitos se utiliza el agua de canela, la hierbabuena, el toronjil, el perejil, agua de bicarbonato y limón. El suero casero también es bueno para curar la diarrea, el cilantro, la cebolla.


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Entrevista con don Luis Alberto A Bogotá llegué en 1980, porque la guerrilla dejó Peña, fontanero y residente del una carta que decía: "Se va o se muere". Como yo tenía familia aquí en Bogotá, decidí venirme y barrio Juan José Rondón Mi nombre es Luis Alberto Peña Medina, soy nacido en Otanche, territorio Vázquez (Boyacá) el 13 de agosto de 1931, soy bautizado en la parroquia de San Pablo, Boyacá, pero me crié y viví más tiempo en Caparrapí, soy huérfano. Llevo 22 años de estar en Bogotá. Actualmente resido aquí en Juan José Rondón, vivo en unión libre y tengo dos hijos, el hijo mayor tiene 19 años, cumpliditos y la niña 18 años, ambos tienen una escolaridad hasta quinto de primaria porque no alcanzamos a más; el joven está trabajando aquí en el barrio en una panadería, es panadero, y la hija está donde una hermana; en esta casa no estamos sino la señora y yo. Cursé hasta el quinto año de primaria y lo terminé hace poco en un programa de la Alcaldía Mayor porque me lo exigieron en la empresa de vigilancia, donde yo estaba trabajando. Mi ocupación ha sido en el campo, la agricultura, y aquí en Bogotá trabajé durante quince años en el sector de vigilancia; ahora, soy el fontanero en Juan José Rondón, porque ya con la edad que tengo, 72 años, nadie me recibe en ningún trabajo, entonces yo me ocupo como fontanero. Echarles el agua aquí a los vecinos, esa ha sido mi ocupación. Yo dejé mi pueblo a la edad de siete años, salí para Manzanares (Caldas), me fui con unos aserradores que llegaron a Otanche. Como me gustaba trabajar con mulas, en la arriería y la madera, me encarrilé con ellos; después de siete años decidí regresar a mi pueblo, pero infortunadamente cuando llegué mi madrecita se había venido para la Palma (Cundinamarca); fui a buscarla, la encontré en Caparrapí y allí me quedé. Como Caparrapí y Yacopí limitan, me fui a trabajar a Yacopí, con el tiempo me pude comprar una finquita y allá viví muchos años, pero en los años sesenta me tocó dejarla por la violencia.

al poco tiempo conocí a mi señora. Cuando llegué acá me puse a trabajar en Corferias; en ese entonces la señora vivía en el barrio El Quindío y era muy amiga de una hermana que tiene una casita allá y pues, ahí nos conocimos. De ahí nos fuimos a vivir a un barrio que se llama Arabia, en Ciudad Bolívar, cerca al Lucero Alto. Allá compré un lotecito, pero nos tocó venderlo y salir porque la situación era bastante pesada, violencia e inseguridad.

Allí se presentaron muchos problemas y perdí la casita que había conseguido, entonces me fui a vivir donde mi hermana durante ocho años en el barrio El Quindío. Conocí a una señora que había adquirido un lote en el barrio Juan José Rondón y tenía una casa prefabricada para vivienda, ella vivía allá donde mi hermana y me hizo el ofrecimiento para que yo se la comprara. Vinimos a mirarla, le di $ 2.500.000, con la sorpresa que después tenía que seguir pagando la casa porque ella no había pagado las cuotas. Posteriormente, para conseguir las escrituras tuve que pagar $ 400.000, porque ella solo me había hecho una promesa de venta. Cuando yo llegué a este barrio en el año de 1996, el lote donde está ubicada mi casa era una laguna, porque las Hermanitas Adoratrices mandaron construir unas casas en la parte alta y las aguas negras venían a parar en la parte baja y como no hay alcantarillado, corrían para acá. El problema es que nos encontramos en zona de alto riesgo, porque la quebrada está muy cerca y eso limita la acometida de los servicios. Para la época en que yo compré la casa, no había muchas casas, excepto las que las Adoratrices mandaron a construir como treinta; del resto había mucho lote desocupado y yo creo que todavía se mantienen. Considero que no se ha hecho nada por remediar esa situación, porque esos lotes desocupados no permiten el progreso del barrio y no ha habido, por parte de la junta, un


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interés por solucionar el problema de 182 lotes que se utilizan para el engorde en este barrio. Alguna vez, yo visité este barrio, recién que empezaron a lotear; recuerdo que los lotes eran a $ 30.000, decidí no comprar porque hacía mucho frío; la neblina muy pesada y compré uno aquí abajo en el barrio Los Comuneros. Esa zona también estaba siendo urbanizada por el padre Saturnino Sepúlveda y tenían el mismo precio; para mí ese padre lo que hizo, fue buscar la forma de darles vivienda a muchos pobres. Según cuentan, antes de ser vendidos al padre, estos terrenos pertenecían a un señor Moisés, quien tenía 36 lotes, pero él cometió errores porque organizó una asociación cívica y obtuvo subsidio de vivienda para darle a la gente materiales de construcción. A muchas personas les daba cemento, ladrillos, de todo; pero como le gustaban las fiestas, parece que se gastó todo el dinero del subsidio, que en ese tiempo valía $ 1.500.000, en total fueron como 75 subsidios, y no repartió ni diez; luego como se acabó la platica se voló, está perdido. *** Cuando yo empecé en mi oficio como fontanero, prácticamente yo recogí lo que había dejado el anterior encargado; él dejó botadas las llaves y las mangueras deterioradas. Parece ser que se aburrió, porque como no solamente es abrir el registro y echar el agua, sino que aquí hay que subir a 40 minutos y revisar el tanque, es el trabajo más duro que hay. Yo había tenido experiencia digamos en asunto de mangueras, porque había trabajado en una finca donde nos tocaba sacar el agua por manguera y sabía más o menos cómo era que se arreglaba una manguera, cómo era que venía el agua por manguera, en los riegos, en la sementera; uno sabe ya el manejo que se hace del agua. En esos años, más o menos en 1999, yo estaba sin trabajo y entre dos personas cogimos la fontanería que hay en el segundo sector, pero después el otro se fue y yo me quedé hasta el día de hoy.

Pero el significado de un fontanero es mucho, es un oficio primordial para subsistir, sin agua no existiría nadie y por cualquier parte brota agua, pero acá, hoy en día está muy contaminada; por ejemplo, la quebrada, donde anteriormente se podía tomar agua cristalina, ahora es imposible. Esto se ha poblado mucho y la gente no ayuda a cuidar ni a limpiar el agua. A mí me estiman mucho aquí, por lo menos cualquier persona me estima por el asunto del agua, bueno yo soy un tipo que a las cuatro de la mañana me encuentro ya limpiando el tanque arriba en La Alemana, cerrándolo, abriéndolo, poniéndolo a llenar, y dándome cuenta si está llegando agua o no, y si no está llegando, me toca ir para arriba a las 5:30 de la mañana para destapara arriba, y cuando hay mucho verano, muchas veces toca a las doce del día, taponar la manguera para poner a llenar el otro tanque. Para mí, la hora más importante en este oficio es a las siete de la mañana, porque a las siete voy a echarle el agua a todo el mundo, me toca darme cuenta de las mangueras, sacarles el aire y que cada casa coja su agua. Lo único es que yo no le arreglo manguera por el camino a nadie, eso sí no, el día que me llegue al tanque, le ayudo con el mayor gusto, que la sonda, que un caucho, que para amarrarla y eso sí, pero yo no me voy a poner a escarbar la manguera a cambiarla, eso no. Después de eso descanso, porque de 7 a 8:30 a.m. los tanques están desocupados, entonces voy a llenarlos de nuevo.

Rondas deterioradas por lavado de ropa (Fotografía: Camilo Santamaría)


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El agua de la que nos beneficiamos, viene de arriba de la quebrada La Alemana, de allá viene por una manguera de tres pulgadas, y al llegar al barrio se desprende en brazos de dos pulgadas, ese es el diámetro de agua que se está dando; pero aquí hay mucho desperdicio, la gente no tiene cuidado y desperdicia el agua; mucha gente que no tiene una llave en la casa, deja que el agua se derrame en la calle. La manguera se encuentra enterrada, viene y se conecta a cada casa, pero cuando se está llenando el tanque, como a medio día, la gente no tiene el servicio sino hasta las tres de la tarde que vuelvo a abrir. En mi casa tengo canecas, tres canecas llenas de agua que utilizo para comer, para lavar la ropa, lavar el baño o para lo necesario. Por tanto se cuenta con servicio de agua pero por horas. La gente está acostumbrada y sabe que le llega a tales horas. En la noche toca dejar el agua para el día siguiente, entonces cada tres días, toca volver al tanque. El tanque inicialmente era para Juan José Rondón y le llegaba el agua a todas las casas, pero cuando esto se fue poblando y apareció el segundo sector, el agua se fue apocando, porque hay demasiada gente y la capacidad es muy baja, no da abasto. Yo me siento feliz —así me moje o haga frío—, pero la costumbre de trabajar, de hacer cosas me revitaliza. Imagínese que yo tengo 70 años y no me importa subir a las cinco de la mañana al tanque, me le pongo a cualquiera, eso sí. En este oficio cada casa paga mensualmente un promedio de $ 2.000 a $ 2.500, pero hay mchos que no pagan el ciento por ciento, pero no se le puede quitar el agua porque como viene por una sola manguera, entonces el que paga, está dándole el agua a los otros. El pago es voluntario, pero imagínese usted que muchas veces en el mes me gano entre $ 20.000 y $ 30.000 y ¿qué es eso?. No se justifica. Pero es que aquí la junta no colabora, debería ser la junta quien llamara a la gente y pedirle que pague.

1. El acueducto En Juan José Rondón hay una cooperativa que se llama Colbaos; hace aproximadamente unos cinco años se fundó pensando en el asunto del agua. Pero infortunadamente hicieron una cosa mal hecha, en principio les dieron una partida que la tomó la Universidad de los Andes, vinieron e hicieron estudios del terreno, hasta cuando se acabó la platica. Con esa platica se hubiera construido un tanque en esa época, arriba en la bocatoma y no se sufriría por agua. Hace más de dos o tres años, con la cooperativa y la alcaldía de Usme, dieron una partida para comprar tubos para el acueducto, pero como no se hizo nada, ya se encuentran en mal estado, eso fue una plata perdida. En Juan José Rondón se ha sufrido mucho por el agua, se han realizado actividades, festivales, talleres, de todo. Por ejemplo, contamos en noviembre con el Festival del Agua, donde se hacen bazares, espectáculos y presentaciones, se come gallina y se toma cervecita, eso para recoger fondos para el acueducto, pero ya llevamos varios años en eso y nada. También hemos asistido a talleres, a los cuales nos mandó el Acueducto; y nos llevaron a conocer la planta de El Dorado, para informarnos que así quedaría la planta de Altos de Yomasa, o sea, la de nosotros, fuimos allá como 38 personas e hicimos los cursos de los muiscas y aprendimos muchas cosas, sobre el tratamiento del agua. Ahora parece que nuestra lucha se va a hacer realidad, pues ya se están haciendo los trabajos necesarios, faltan las cometidas, falta conectar los tubos al tanque de allá a la tubería que está en San Pedro, para que llegue a nuestro barrio. Dios quiera que cuando terminen los trabajos, tengamos agüita. Y si las cosas son así, el fontanero desaparece, ya no hay fontanero, de ninguna manera porque la manguera hay que recogerla, entonces ya no hay trabajo para eso.


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Uno de los inconvenientes que se presenta en tiempos de verano, es el racionamiento del agua, y es el inconveniente más grande que tiene este barrio, puesto que los caciques viejos que vivieron acá, hicieron un tanquecito muy pequeño allí en el primer sector, por lo que era poca gente, pero ese tanque es de los ricos porque no le dejan poner un registro; tiene que mantenerse día y noche lleno porque es la primera parte a donde llega el agua entonces esa gente no permite que uno vaya a quitarles ni una gota de agua, y uno que yendo a echarla muchas veces allá. Aquí incluso me ha tocado, a

pesar de que soy el fontanero, coger una carretilla e ir a la quebrada por agua. Lo más gratificante de ser fontanero fue una anécdota que me ocurrió hace tiempo. Resulta que una vez se nos dañó una manguera más abajo del barrio Las Violetas y nos fuimos a arreglarla; pero por la pereza de no ir a cortar el agua y como eso tiene tres pulgadas de diámetro, con el empuje que tenía, mi compañero levantó la manguera, el agua me golpeó el pecho y fui a parar tres metros abajo, esa fue una buena experiencia.


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VII. barrios Nuevo San Luis y El Espino21 Doña María Inés Castrillón Mi nombre es María Inés Cadavid Castrillón, nací en San Roque (Antioquia), en el año de 1916 y estoy separada. En la actualidad soy ama de casa y, pues, una hija ve por mí. Llegué a Bogotá en el año de 1980, porque me vine con mis hijos. El primer barrio que conocí fue el que queda cerca al hospital San Pedro Claver. De ahí nos trasladamos para otra parte porque ya éramos muchos y conseguimos otra casa más grande. Al poco tiempo de estar en Bogotá, como en el año de 1982, mi hija consiguió un lotecito para vivir, pero al comienzo, mientras lo construían me ubicaron una casita, cerca de este barrio. Nosotros le pagábamos una cuota a un señor llamado Carlos Valderrama, hasta que pudimos adquirir todo el lote. *** Cuando yo llegué acá, esto era una finca llamada San Luis y había una casa grande que cuidaba el señor Carlos Valderrama y otra persona. Ellos eran los loteadores, porque la finca se la habían vendido a ellos, entonces ellos empezaron a urbanizar. Mi hija compró el lote, poco a poco fuimos edificando y construimos dos piezas, luego nos pasamos y dejamos de pagar arriendo. Yo fui la primera persona que compró el lote y que habitó este barrio. Después de mí, llegó don Zoilo García, después don Hernán Garzón y don José Sánchez. Ellos todavía viven aquí. Recuerdo que el problema de los lotes es que no contábamos con los servicios; pero don Carlos y don Pedro, miembros de la junta de acción comunal, lucharon por conseguir los servicios y se lograron algunas cosas.

21. Testimonio de varios habitantes.

Recuerdo que para el asunto del agua, tuvimos que instalar un tubo que se conectaba directamente con la represa de La Regadera. Coloca-

mos mangueras, para que nos llegara el agua a las casas, ese período fue muy difícil. Pero poco a poco uno veía que iba llegando más y más gente que construían sus casitas o se acomodaban en los ranchitos. La primera que empezó a construir la casa fui yo. Y a medida que la gente llegaba se iba organizando. Pero no teníamos ni luz; nos alumbrábamos con pura vela, tampoco había teléfono, ni mucho menos agua. Don Raimundo Ruiz Mi nombre es Raimundo Ruiz, nací en Bolívar (Santander del Sur). Actualmente vivo en el barrio Nuevo San Luis, llegué a este lugar en el año de 1996. Cuando llegué aquí ya estaba construido el salón comunal y sus alrededores, en ese momento había como 15 o 20 casas. Las que hace poco se construyeron son las que adjudicó la fundación Minuto de Dios, para los recicladores del Cartucho. En cuanto a los servicios públicos, cuando empecé a habitar el barrio ya se contaba con el agua, había luz y después gestionamos para que nos colocaran el medidor. Mi lote tuvo un valor de $ 1.600.000 y se lo compré a un tal Anteno, y el socio de él, Alfonso López, me hizo la escritura. Yo dejé mi lote un tiempo y me fui a trabajar a Casanare, a las compañías de Ecopetrol; trabajé en una compañía de mantenimiento de carreteras y en otras labores del campo. Después regresé a Bogotá y no sabía dónde vivir, pero como el lote que había adquirido tenía paredes, entonces comencé a construir con la plata que había conseguido de la compañía. *** El crecimiento del barrio realmente ha sido lento, pero se ven ya como unas 60 casas, hay en el momento como diez o veinte lotes por lo menos, que no han sido comprados. Sin embargo, creo que hemos avanzado, ya tenemos un salón comunal, la iglesia apenas y se está organizando por las Hermanas de la Presentación. Hay un comedor infantil donde también funciona el puesto de salud. El comedor se maneja a través


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del Bienestar Familiar, hay una señora de la comunidad que se encarga de eso. En este momento hay 150 niños que asisten a ese comedor. En cuanto a la educación, los niños asisten a las escuelas que están ubicadas en Israel y El Espino. *** La primera junta de acción comunal que hubo aquí en el barrio fue liderada por el presidente Manuel Artunduaga. Eso fue como en 1995, pues este barrio no lleva mucho tiempo de constituido. Es pequeño, no cuenta con muchas manzanas, pues hay alrededor de seis o siete. Aquí han venido muchas comunidades religiosas que han ayudado a la construcción del barrio, por ejemplo, está el Minuto de Dios, que hizo unas casitas para ayudar a los recicladores del Cartucho y a familias desplazadas por la violencia llegan hasta aquí. Hay mucha gente de diversas partes del país, gente que se dedica a varios oficios, por ejemplo, unos tienen tiendas, otros trabajan en fábricas, otros son celadores u obreros, otros venden chicha o son vendedores ambulantes.

barrio está bien poblado, han traído materiales para hacer las vías, porque era muy difícil el acceso de los carros a la principal y ya se han construido bastantes casas. Uno de los problemas que presenta este barrio es que no está legalizado, algunas personas tienen su escritura pero otras no. Existe un plano pero en Catastro no está reconocido, parece que a nadie le importa este barrio o este sector, quizás porque es que es muy lejano. Cuando me preguntan que por qué vivo acá, siempre me dicen que está lleno de ñeros, o dicen que esto es muy lejos, siempre me molestan, sin embargo me gusta vivir aquí. La inseguridad siempre se presenta en cualquier barrio, lo que me preocupa realmente es la falta de pavimentación y arreglo de las calles, porque en verdad se requiere que todas las calles estén pavimentadas, se vería mucho más comercio y se vería una mejor estructuración; la problemática es más que todo de las vías de las calles, y que hubiese una estación de policía y un centro de salud. Pues siempre toca ir al barrio Lorenzo Alcantuz, allá se encuentra el más cercano.

*** Hay muchos líderes que han hecho cosas por el barrio, por ejemplo, el señor Artunduaga es uno de ellos, porque él es una persona muy colaboradora, él se ha preocupado porque el barrio progrese. Otro señor es don Hugo Pérez, quien también fue presidente de la junta, le sigue don Jorge Jiménez que estuvo en la junta en 1999.

En cuanto a los servicios como el agua, pues es buena pero como no tenemos acometidas, el recibo casi nunca llega y muchas veces nos preocupa los altos costos que tendremos que asumir cuando empiecen a facturar. Ahora el recibo está llegando en $ 20.000, cuando no, se paga $ 30.000.

Don Harold Fernando Rodríguez

Don Daniel Morales

Mi nombre es Harold Fernando Rodríguez, nací en Bogotá y me crié en el barrio Buenos Aires; mi mamá es bogotana y mi papá es de Caldas. Tengo 19. Yo llegue aquí al barrio en 1997, porque no teníamos casa y decidimos comprar aquí porque nos pareció muy económico. Actualmente soy el secretario de la junta de acción comunal del barrio Nuevo San Luis. Cuando llegamos acá, la casa tenía servicio de agua y luz; había unas veinte casas, ahora el

Mi nombre es Daniel Morales, nacido en Boyacá el 31 de diciembre de 1937; en 1953 llegué solo a Bogotá, vine a donde un tío que vivía acá y me llevó donde un señor que trabajaba en Paz del Río, Boyacá; allí dure dos años. Yo decidí venirme para Bogotá, porque aquí la vida es buena y estas ciudades se levantan, me capacité en el SENA como maestro general, y de allí trabajé como constructor con varias firmas


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que se hicieran, para que se realizaran los barrios, pero luego se terminó a finales del gobierno de Virgilio Barco. Eso, por ejemplo, en el gobierno de Belisario Betancurt, nos abrió muchos espacios para saber qué era lo que teníamos que hacer, y el gobierno nos ayudaba mucho. *** Yo llegué a este barrio porque había comprado un lote en La Aurora, hice una bodega y la permuté a un señor que pertenecía a una iglesia evangélica; él me dijo que necesitaba esa bodega para montar una iglesia evangélica, entonces él me dio la casa y yo le di la bodega.

Ronda deteriorada por basura (Fotografía: Camilo Santamaría)

En la construcción; de ahí me dieron un apartamento aquí en La Aurora, el Instituto de Crédito Territorial, estuve en el comité de la junta de acción comunal de La Aurora, participé en los tiempos de la subversión, cuando el M-19 se encontraba allí. En La Aurora fundamos comités, porque en realidad los barrios del sur no eran nada, no estaba ni Santa Librada. Entonces cogimos la dirección del barrio La Aurora, como barrio del sur, fundamos una asociación que se llamaba la Asociación Nacional de Arrendatarios, se extendió dentro de todo el país, no solamente a nivel Bogotá sino también a nivel nacional; pero se presentaron muchos problemas dentro de esa asociación, nosotros apoyábamos invasiones como El Danubio, Antonio José, Monte Blanco. Nosotros apoyábamos las invasiones porque teníamos personería jurídica, situábamos la gente y estimulábamos las construcciones, para

Cuando llegué al barrio en diciembre del año pasado vi que era un barrio nuevo y que funcionaba bien, pues se abren nuevos horizontes para trabajar; en los barrios viejos se queda uno encerrado sin trabajar. Me parece que hay que apoyar a la comunidad, porque es la única manera de que progrese el barrio, hasta ahora no tengo muchos conocidos, así mismo hay personas que sólo compran lotes para engorde y no les importa el barrio; pero si la comunidad permanece unida, por lo menos los que habitamos aquí, podemos solucionar esa situación que le da mal aspecto al barrio. Uno de los problemas que se ven en el barrio es el asunto de las basuras, toca gestionar, porque normalmente la gente saca las basuras y las deja regadas por todo el barrio; yo he ido conociendo algunas problemáticas del barrio y he ido participando en los asuntos de la junta, entonces a través de las reuniones se ha gestionado esa problemática. Los carros vienen algunos días a la semana y se ha disminuido un poco el asunto. Don Narciso Mi nombre es Narciso, yo nací en Icononzo (Tolima), el 6 de agosto de 1948; vivo en Sucre III y llegué hace aproximadamente quince años. Mi profesión es oficios varios. Yo vivía en Funza y me salió trabajo aquí en Bogotá; me vine a trabajar


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con comunidades religiosas, monjas y sacerdotes. Yo recuerdo que cuando llegué aquí como en 1987, el urbanizador me vendió el lote en $ 50.000. Según me contaban, él compró las fincas y loteó, lamentablemente no se llevó a cabo la legalización y de la noche a la mañana desapareció y nos quedamos sin la escritura para poder trabajar y sacar adelante el barrio. Decidimos montar una organización, como una asociación para conseguir las escrituras. Inicialmente estuvimos pidiendo asesorías para obtener las escrituras, pero lamentablemente los dueños de la finca ya eran personas que estaban mal de salud; les hicimos la propuesta de pagar un poco más de dinero y a cambio ellos nos entregaban las escrituras y así fue. Hicimos el trámite con la escrituración, nos dieron el lote y la asociación hizo el desenglobe del predio. La organización se denomina "Asociación Col Sucre" y el presidente ha querido que todo salga bien, darle a cada uno un documento como propietario para que no tengamos problemas con el orden público. En cuanto al mantenimiento de las avenidas, yo como presidente tuve que asumir esa responsabilidad. En la actualidad hago parte del comité de salud de Coolpaco, de la Secretaría de Salud. También participo en el comité de usuarios donde estamos haciendo seguimiento a los hospitales y servicio de salud de la localidad. Nos interesa saber cómo es la contaminación del hospital, cómo se atiende al usuario, cómo se manejan los medicamentos y cómo es el manejo en general del hospital. *** El desarrollo de mi barrio ha sido un poco lento, ha habido mucho desorden en cuestión de los lotes; muchas personas compran lotes y no se construyen, eso limita las posibilidades de un barrio. En cuanto a los servicios públicos, debo decir que fue una lucha muy fuerte, pero ahora podemos disfrutar de ellos. Se han logrado

cosas importantes. Me ha gustado participar en las organizaciones comunitarias, porque la comunicación con la comunidad es importante. He participado en muchos talleres de capacitación, por ejemplo, con el Acueducto, donde se aprende sobre manejo del agua, usos y cuidados. El sector cuenta con los servicios básicos primarios, pero todavía faltan muchas cosas: la pavimentación de las calles, seguridad, educación y salud. Para el sector contamos con un solo centro de salud, hay otro en San Cayetano y el de Usme. Éste último es el más importante, parece que va a quedar como un CADE. En cuanto a los servicios públicos, debo decir que el Acueducto ha sido una entidad que no ha prestado un buen servicio, en el sentido de que en el barrio las redes que se encuentran instaladas son nuestra propiedad, de lo único que nos surtimos es del agua pero existe un control del registro por parte del Acueducto; pero como la comunidad llama al Acueducto cada vez que hay un daño, entonces ellos disponen de ese control, aún así el costo de los materiales lo asumimos nosotros como comunidad. A la fecha tenemos una cantidad de facturación muy costosa, hasta de $ 50.000; yo creo que es injusto porque nosotros correspondemos al estrato uno. Cuando nosotros compramos los lotes, el agua fue instalada por el urbanizador directamente a las casas, es lo que llamamos unos tubos conectores de agua tratada; pero únicamente sacar el agua de allí y sacar la red e instalarla. El tubo grande traía el agua del acueducto; pero resulta que la urbanización de donde viene el tubo, sacó una red y sobre ella sacó unos trozos, entonces la red está construida a pedazos. Yo quisiera que nos colaboraran para mejorar el servicio de acueducto. ***


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Son diversos los problemas del barrio, por ejemplo, la inseguridad, nos afecta tremendamente; la inseguridad es aparte porque hay desempleo, porque desde que existe la falta de trabajo con ello se avanzó más la inseguridad. Y

para acabar de completar, la policía casi no frecuenta la zona, tenemos una estación muy cerca, pero el servicio es pésimo. Hace poco se presentó un problema y se llamó a la policía y llegó como a las tres o cuatro horas.


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VIII. Comuna Alfonso López A.

Barrio Villa Hermosa22

Mi nombre es Millares González, yo nací en Bogotá en el barrio La Victoria, tengo 20 años. Viví prácticamente hasta los siete años en San Jorge, luego mis papás compraron en 1989 un lote acá en el barrio Villa Hermosa de Alfonso López, el cual construyeron y nos vinimos para acá. En la actualidad, estudio administración de empresas y finanzas en una corporación y aunque terminé el bachillerato no he podido conseguir trabajo. Antes de llegar acá vivimos en La Victoria y en San Jorge; allí estaba la casa de mi abuelita que era un inquilinato, entonces me la pasaba yo con mi abuela porque mi papá y mamá trabajaban, entonces ella era la que me cuidaba. Cuando nos trasladamos acá recuerdo que tenía como siete años. Recuerdo que cuando nosotros llegamos, nuestra casa no tenía puertas ni ventanas, nos tocó ponerle unas tablitas, unas tejas de zinc para podernos pasar. Había como tres casitas más y el resto eran potreros, se veía sólo pasto y la escuela más cercana era en Los Comuneros, que fue donde yo empecé a estudiar. Para coger transporte tocaba ir hasta Monte Blanco, conseguir alguna cosa o una tienda, lo mismo porque cerca casi no había nada. Era muy despoblado este sector. Recién que llegué empecé a estudiar en Los Comuneros, igualmente allá tam-poco había casi casas, era un poquito menos construido que acá, había sólo tres salones porque de resto la escuela era como muy escasa, no había baño. Había una casita prefabricada en donde nos daban el almuerzo. Unas madres de familia, que habían hecho un convenio con los otros padres, nos daban el almuerzo, porque en esos tiempos tanto el papá como la mamá trabajaban, ellas nos daban de comer y nosotros estábamos ahí mientras nos recogían en la tarde. Casi no había gente, nosotros teníamos nada más que dos vecinos y los hijos de ellos eran con

quienes yo jugaba. Cuando entré a segundo de primaria, ya habían construido la escuela La Alborada; entonces yo estudiaba en Los Comuneros y en La Alborada el mismo año, porque no se sabía si La Alborada continuaba o la cerraban. La escuela La Alborada tenía como cinco salones; en la mañana estudiaba en Los Comuneros y en la tarde en La Alborada. Después definieron que yo continuaría sólo en La Alborada. Allá hice toda la primaria y año tras año se iba poblando más, iba conociendo más amigos, entraban más niños a estudiar, se estaba mejorando todo. En esos tiempos, recuerdo que para conseguir el agua tocaba desde el tubo madre de La Regadera, coger una manguerita y conectarse de allá. Nosotros compramos la manguera y del registro nos conectamos todos. Al principio eso fue una pelea porque todo el mundo quería conectarse allá y era un problema porque caía muy poquita agua. Después en la cuadra se había decidido que todos iban a aportar para conseguir un tubo más grande y de ahí sacar agua para todos. Pero eso también fue un problema, porque todos querían tener ese tubo y bueno al fin cada cual cogió su manguera y empezó a bajar el agua. Pero después hubo problemas con lo de la represa, nos cortaron el servicio y no se podía conseguir agua por ningún lado. Por lo que sucedió en 1994, cuando encontraron dos o tres personas muertas cerca de la represa y que estaban haciendo investigaciones, no nos dejaban acercar. Entonces, el agua no se podía consumir. Empezaron los problemas con el agua, que no había ni para lavar los baños. Nos tocaba ir a las fincas a traer el agua, habían cerca unos lagos, de allá sacábamos agua aunque fuera para los baños; en baldes, en galones cargábamos el agua en carretilla. Todos los días tocaba ir y nos íbamos todos, por ejemplo, aquí en la cuadra nos íbamos todos con galones y todos colaborábamos para traer el agua.

22. Testimonio de Millares González.


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Los problemas empezaban cuando llegaba el carro tanque de agua potable, porque la fila era grande y cuando se acababa el agua, todos se agarraban con los baldes, se pegaban, bueno, algunos robaban el agua de otros y así, si había un balde lleno, el otro lo intercambiaba por uno desocupado y dejaba al otro sin agua. Un día yendo para el barrio El Portal, había dos señoras muy escandalosas y las dos pusieron el balde al mismo tiempo para que lo llenaran; pero al recoger el agua los baldes se confundieron, jalaron y se mojaron, se echaron el agua y se agarraron del pelo, se pegaron con los baldes, bueno, rompieron hasta los baldes y se fueron sin agua y bien mojadas y mechoneadas. El señor del carro tanque se puso de mal genio y la gente se reía, al punto que las llevaron hasta un potrero para que pelearan mientras los otros recogían agua. Casi nunca sabíamos a ciencia cierta cuándo llegaba el carro tanque, nosotros teníamos que tener todo listo porque de un momento a otro llegaban y empezaban a gritar: llegó el carro tanque, eso era una sorpresa para todos. Pasaban hasta dos días que no venían y cuando de un momento a otro llegaba, todo el mundo estaba sin agua, se hacían las filas más largas y el agua sólo alcanzaba por ahí para dos o tres barrios. La gente decía que esos carro tanques venían de la empresa de un lugar cerca al barrio El Virrey y de Monte Blanco, parece que hay una planta del Acueducto y el agua la traían de allá. Después, arreglaron el asunto de La Regadera y dijeron que el agua venía de La Regadera, ampliaron las redes y metieron mangueras más grandes. Metieron tubos más gruesos para las casas, llegaba mejor el agua; llegaba más cantidad aunque algunas veces llegaba sucia. Tocaba hervirla muy bien para los alimentos, porque no era tratada y venía como amarillenta. Ya como en 1997 hicieron unos tanques provisionales, pero como la junta de acción comunal

se encargó de eso, entonces fue un problema porque primero se surtían los de la Junta y después las demás personas. Entonces, se agarraban porque todos teníamos el mismo derecho, era el mismo problema: botaban el agua y nadie decía nada; se acababa el agua y otra vez a conseguir el agua a otro lado. Aunque a lo último allí no se podía coger agua, me acuerdo que acá nos toco ir a la bomba de Yomasa —como a tres kilómetros de acá— y allá nos regalaban el agua. Ahora, hace como un año que están en el proceso del acueducto, como un año y medio fue que empezaron a arreglar lo del alcant-arillado y creemos que por fin nos va a llegar el agua potable. Aquí en Villa Hermosa y sus alrededores hicieron las cometidas para el acueducto y arreglaron los tubos para el agua potable. Ahora estamos consumiendo esa agua. Es más tratada, más limpia y no hay problemas. Al comienzo el agua se iba y duraba como dos o tres días, nosotros le preguntábamos a los de la junta y nos decían que era por la adecuación a las otras casas, que todo el mundo no estaba conectado allá. Hace como un mes que no se ha vuelto a ir el agua. En los momentos en que se iba a ir el agua la junta avisaba, decía que se iba ir el agua, que recogieran agua porque eran tres o cuatro días. Entonces, como nosotros teníamos el tubo del agua que no esta tratada, cogíamos agua para comer y la otra la utilizábamos en los baños, para el aseo. En cuanto a los otros servicios, también fue muy complicado. Por ejemplo, con la luz, como en 1994 había un transformador pequeñito y todos teníamos que ir a conectarnos allá con un cable desde la casa; pero la luz era muy baja, casi no alumbraba. De un momento a otro, cuando la gente empezó a llegar al barrio se fueron conectando más y más y el transformador se quemó, duramos un buen tiempo sin luz, hasta que vinieron los de la Energía y pusieron otro transformador más grande. Pero duramos sin luz como 15 o 20 días, nos tocaba con velas y por la madrugada a oscuras, nos daba como miedo.


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Con el tiempo empezaron a colocar en cada sector dos o tres transformadores, entonces la gente se iba soltando de unos y se iban conectando en los otros, quedaron más livianos los transformadores y llegaba mejor energía. Después de que pusieron los transformadores Codensa empezó a recoger las direcciones y empezaron a llegar los recibos. El servicio de teléfono fue hace como cinco años. Empezaron a llegar las primeras cuentas, al comienzo todo el mundo se agarraba por el único teléfono público que había, porque se demoraban mucho hablando y a veces la fila ocupaba toda una cuadra. Al final lo dañaban, porque en todo el barrio Alfonso López había sólo como tres teléfonos públicos. El gas llegó este año. Hicieron la acometida el año pasado y hasta este año comenzaron a conectarlo. Son muy poquitos los que tienen el gas, pues es un servicio siempre costoso. El barrio ha avanzado mucho, se ha construido, tiene acueducto, luz, teléfonos. Sin embargo, hay problemas todavía como el de la pavimentación, hay vías que están intransitables, algunos problemas todavía con el agua, la educación. A pesar de que ha avanzado, de todas maneras el barrio sigue muy mal en muchos aspectos. A nivel comercial se ha desarrollado muchísimo, hay muchas tiendas, famas, almacenes, droguerías, panaderías; hoy es más fácil conseguir las cosas que antes. Pero le falta mucha seguridad, porque existe un CAI pero nunca se hace presente cuando se necesita. Yo creo que uno de los grandes problemas del barrio es, precisamente, la inseguridad, porque en las noches, en cada esquina del barrio se puede decir que hay ladrones, drogadictos y eso afecta a todo el barrio. Pero esto tiene que ver mucho con el desempleo, porque muchos de los jóve-nes que roban o se drogan eran bachilleres, terminaron su bachillerato y al buscar algo qué hacer, sin dinero ni posibilidades de ayudar a su familia el desespero los lleva a que roben, tengan que atracar a las personas para conseguir plata y por las malas influencias terminen en las drogas.

En cuanto a la educación, cuando llegue acá era muy escasa, para entrar a bachillerato era un problema porque no había cupo, entonces tocaba ir a la Secretaría de Educación y hacer una protesta. Prácticamente tocó pelear esos cupos. Después no había profesores y algunas veces estudiábamos dos o tres horas y el resto de tiempo perdido en el colegio, no habían profesores y los pocos que habían por ahí medio explicaban. Ellos hicieron protestas, nos pedían la colaboración, que fuéramos a hacer marchas con ellos, eran paros que duraban uno o dos meses, tiempo que se perdía porque en ese tiempo no se recuperaban las clases. Actualmente el problema de la educación en el barrio es muy delicado, porque se ha llegado a un punto en que la comunidad está protestando por muchas falencias que tenemos. Por ejemplo en el barrio el Bosque, en la Iglesia llamada Montes de Galilea mucha gente se sepultó para protestar por el agua, por las vías y por la educación; porque al parecer piensan suspender la educación nocturna.

B. Barrio La Reforma23 Mi nombre es Álvaro Cano, nací en Chivor (Boyacá) el 6 de agosto de 1961, una región esmeraldífera. Mis estudios los comencé en Chivor, la primaria y un año de bachillerato. Al trasladarme a Garagoa, a la edad de doce años, me enteré de que mi padre había fallecido; comencé en la aventura de la minería, de las esmeraldas, de allá mi hermano mayor y yo nos integramos a trabajar en la mina de esmeraldas en Chivor. Allí tuve que dedicarme a oficios varios, hacer mandados, llevar tintos y almuerzos. A la edad de 17 o 18 años cuando me desenvolvía mejor, me pusieron a atender la gente que llegaba de diferentes partes; yo manejaba los radioteléfonos del dueño de la mina, el señor Quintero. Allí trabajé hasta la edad de 22 años y me regresé, la mina se puso pesada, pues no sacábamos nada; entonces nos fuimos para Muzo a

23. Testimonio de Álvaro Cano.


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con las personas más necesitadas, él todavía incluso vive aquí en la comuna Alfonso López. La idea de venir para este sector surgió, en primer lugar, porque yo tenía una plata ahorrada y en ese momento teníamos un familiar en el barrio Diana Turbay, y como el doctor Guerrero había urbanizado allá, él nos comentó de los lotes de la comuna Alfonso López y entonces vinimos a mirar que no fuera zona de alto riesgo y nos dimos cuenta que no, que esto era un potrero, sólo había cultivo de papa, haba y vacas. Barrio Alfonso López (Fotografía: Camilo Santamaría)

echar guaquería. Entre 1981 y 1982 estuvimos en Muzo y nos fue muy bien, estando allá nos vinimos aquí a Bogotá, en ese momento vivíamos en el barrio Santa Fe y de ahí salimos para el barrio Diana Turbay, donde teníamos un familiar y nos contó que estaban vendiendo unos lotes en la comuna Alfonso López Pumarejo, localidad quinta de Usme. El 6 de agosto de 1987 el doctor Alfredo Luis Guerrero Estrada dio la autorización de construir lotes en este sector, lotes que habían sido adjudicados por él, sin servicios públicos. Se nos había advertido que esto era sin servicios y como a nosotros nos ha gustado el mundo de la aventura, con la ilusión de tener nuestro lote; compramos a razón de $ 200.000 cada lote y algunos salían por $ 120.000 o $ 100.000. De igual manera, el doctor Guerrero —quien ha sido una persona muy caritativa— ayudó a mucha gente que no podía conseguir su lote. Me compré dos lotes, en seguida se vino mi hermano y casi toda la familia. El señor Alfredo Luis Guerrero Estrada es un reconocido urbanizador, tildado de pirata -pero eso no es cierto, porque lo que ha hecho es solucionar el problema de vivienda a las personas más necesitadas-. Él urbanizó el barrio Cuba en Armenia, aquí en Bogotá los barrios El Quindío, La Igualdad, Juan José Rondón, La Fortaleza, Diana Turbay y la comuna Alfonso López, que es la más grande de la localidad quinta de Usme. Es una persona muy caritativa

El doctor Guerrero compró esta finca y decidió lotear, pero con todo su debido orden por manzanas y lotes. Aquí se formaban cuadrillas en el 86 para que la gente recogiera las aguas negras que no vertieran al caño, se hizo una zanja por la orilla de la quebrada Yomasa, para que esas aguas no cayeran allá. De igual manera, cuando compramos en el 87 y el doctor Guerrero dio la orden de construcción, nos vinimos y comenzamos a construir. Nuestra meta era la de comenzar a abrir las zapatas y las chambas para meter piedra, hacer las columnas y echar el bloque para construir nuestra casa. Comenzamos a construir y nos apoyábamos entre los vecinos para que no construyéramos ranchitos de "paroid", para que no hubiera mucho tugurio; así comenzamos, porque cuando llegamos compramos sobre planos únicamente. Sobre los planos se sabía que por aquí cruzaba una calle ancha, uno anhelaba tener su negocio y así se hizo. *** Todos nos apoyamos mucho después de ser entregados casi todos los lotes, pensamos en abrir las calles para poder entrar los materiales, porque como era potrero, en época de verano entraban los carros pero cuando llegaba el invierno nos tocaba pensar cómo abrir las calles; pero con el buldózer del doctor Guerrero se abrieron las calles. Comenzamos las brigadas para recebar porque esto era muy fangoso, terreno muy negro porque eran cultivos de papa,


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nos tocó hacer brigadas y fuimos a las ladrilleras a solicitar materiales, nos colaboraron en volquetas y recebamos las avenidas principales hasta la avenida al Llano. En la comuna Alfonso López hay gente de todas las regiones del país, del Chocó, del Atlántico, de Cundinamarca, de Santander, del Huila, del Tolima y de Boyacá, tal vez el 40% de los habitantes somos boyacenses. Toda la gente con la misma necesidad de vivienda, llegó acá porque encontraron la oportunidad fácil de comprar un lote barato y comenzar a construir su casa. Todos nos comenzamos a integrar. Los primeros habitantes tenían diferentes oficios, se dedicaban a la construcción más que todo; algunas personas estaban pagando arriendo en el centro de la ciudad y venían los sábados, hacían su brigadas y comenzaban a abrir las zapatas y las chambas para construir sus casas. Eran brigadas más que todo sábados y domingos. Íbamos echando para delante con nuestro barrio, la gente se dio cuenta que esto resurgía. Ahora, el 7 de agosto del 2002 vamos a cumplir quince años de inaugurada la comuna Alfonso López Pumarejo. Este proceso de construcción del barrio ha sido lento pero seguro; el doctor Guerrero Estrada ha sido un reconocido político que nos ha colaborado en toda esta tarea. Él fue el de la iniciativa, compró fincas, loteó y nos vendió; pero no teníamos conocimiento de que él era político. *** En la década de los noventa empieza a surgir el barrio, en 1988 fundamos la primera junta de acción comunal que se llamó Alfonso López primero y segundo sector; comprendía desde la quebrada Yomasa hasta la nueva autopista al Llano. Se llamó Alfonso López porque el doctor Guerrero Estrada ha sido un liberal, admirador del ex presidente López Pumarejo, entonces él bautizó así a la comuna.

Se organizó de esa forma en vista del alto número de barrios. La gente comenzó a abrirse y cada uno buscó su propio sector ahora existen quince sectores que son: Puerta al Llano, El Triángulo, La Reforma, Buenos Aires, Villa Hermosa, Chapinerito, El Progreso, El Nuevo Porvenir, El Porvenir, El Paraíso, La Esmeralda; éste último es el barrio más nuevo que hay en la comuna Alfonso López, tiene tres años de fundado, pero es otro barrio que está casi todo construido, son 51 predios, casi el 70% está construido. Los otros barrios son: Charalá, Chicó Sur, El Bosque y Bolonia. La Reforma es uno de los barrios más grandes de la comuna Alfonso López, donde actualmente soy presidente de la junta de acción comunal. Nos ha tocado una lucha tremenda, porque el servicio de acueducto ha sido difícil; para conseguir el agua tuvimos que perforar el tubo madre que atraviesa por el sector. Es un tubo de 32 pulgadas que suple el tanque de Vitelma, el agua viene de la represa de La Regadera. De ahí nos colgábamos y sacábamos mangueras que se instalaron en tres pilas para que la comunidad se acercara allí, abrieran su llave y recogieran agua de ahí, tenían que llevarla a sus casas. Después que construimos nuestras casas, cada uno pensó más bien en ampliar las redes de

Barrio El Progreso de Usme (Fotografía: Camilo Santamaría)


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manguera que había para tener agua de manera independiente. Comenzamos a organizarnos, en ese tiempo don Parmenio fue el fundador, luego Hernando Benítez aquí en La Reforma; otro señor de El Paraíso y la familia Cano en el barrio La Reforma. Sin desconocer a otros líderes, también don Pedro Bonilla, Germán Ladino, Luis Sierra quien en el período pasado estuvo de presidente aquí en La Reforma. Ellos eran líderes que formaban sus comités cívicos para poder traer el agua, la luz, bueno, una cosita y otra. La familia Ortiz de El Progreso, el ex presidente de El Progreso, Gustavo Ospina y algunos líderes han muerto de enfermedades. Recuerdo a Alberto Parada, del barrio El Progreso, la mona Yasinte, José Ospina, Pedro Osorio, Víctor Ruiz y Germán Pérez, todos ellos líderes que han trabajado y luchado por la comuna Alfonso López. Nosotros comenzamos a liderar el proceso de organización del barrio y eso no fue tan fácil, porque veníamos de tierra boyacense donde éramos trabajadores en la guaquería; y llegar a cambiar de trabajo es difícil. Empezar a solicitar las diferentes entradas de las rutas de transporte. Nosotros fuimos los iniciadores para que las empresas llegaran a la comuna Alfonso López. Con algunos de los líderes que anteriormente nombré, luchamos para conseguir la luz, que fue traída de Bella Vista, colocar postes de madera y traer dos o tres líneas de alta tensión; el primer transformador que se puso fue el 23 de diciembre del 87, en la carrera sexta con calle noventa sur y se empezó a dar luz a los vecinos que iban llegando. Luego comenzamos a dar la orden, entre nosotros mismos, de que las aguas negras no las dejáramos enfrente de la casa sino que hiciéramos una tubería provisional; el vecino que fuera llegando debía meter también su tubería para no tener que aguantar esos olores y así evitarnos enfermedades. El 2 de octubre de 1998 con la resolución 0420 de octubre de ese año, en el gobierno del doctor Enrique Peñalosa Londoño se legalizó el barrio;

ese asunto también fue liderado por la junta. Debido a ello, comenzaron a entrar los servicios públicos, se legalizó la energía, Codensa empezó a trabajar con el sistema PINC, donde todos nos vinculamos y todos esos postes viejos, todas esas telarañas que habíamos levantado, fue reemplazado; colocaron nuevos postes, medidores nuevos y comenzaron a implementar un nuevo sistema en la comuna Alfonso López. En la actualidad están instalando el alumbrado público. Después vino la Empresa de Teléfonos, nos instalaron las redes de teléfonos, las respectivas líneas a las casas. El gas es nuevo, porque llegó con el presidente anterior don Luis Sierra. Yo estaba como delegado de la junta de acción comunal y comenzamos a gestionar para el barrio La Reforma; en este momento está ejecutado el noventa por ciento. Comenzamos con una compañía de tuberías y montajes para las acometidas internas y Gas Natural nos instala las redes y las acometidas. En cuanto al servicio de acueducto, también es un proceso que lleva dos años; con el presidente anterior y con las demás juntas de cada barrio se solicitó el agua potable. Se empezó a trabajar por gestión y participación comunitaria en el Acueducto con la doctora Teresa Pabón y nos hicieron reuniones, talleres para capacitarnos en la solicitud del servicio. Posteriormente nos tocó consignar $ 150.000 en el Banco Caja Social. Poco a poco la gente iba abonando para tener el derecho de acometida, las redes fueron donadas en la administración del alcalde local doctor Nelson Cruz por el Fondo de Desarrollo Local de Usme. Ellos nos aportaron $ 3.000 millones para la mayoría de barrios de la comuna Alfonso López, entre esos entraron catorce y nos instalaron las redes. El 30% de las casas del barrio La Reforma cuentan actualmente con agua potable, el 70% están en proceso de instalación de las redes. Pero ha sido una experiencia dura, porque además del acueducto, del gas, el IDU nos


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priorizó algunas vías para pavimentar, entonces estamos en el proceso de censar a los dueños de viviendas ubicadas por donde van a pasar las vías. Mi carisma como líder surge de la necesidad de tener una casa, en colaboración con aquellos que, sin recursos, buscan un techo y la posibilidad de brindarles ayuda. El lema mío es ser copartidario con los demás vecinos que lleguen. Yo quiero mucho a mi barrio porque conocemos a todo el mundo, estar aquí es como estar…, donde todo el mundo se conoce… el nombre de don Pedro, don Pablo, nos conocemos así y la gente le brinda confianza a uno. Recuerdo una anécdota cuando nos invitaron a ver una película a la casa de un vecino para integrarnos a la comunidad; en ese momento no sabía que se pensaba fundar la junta de acción comunal y la reunión tenía como objetivo elegir un presidente. Nos invitaron y llegó la policía, nos requisaron y nos quitaron nuestra arma, la que utilizábamos para cuidar al barrio, me la quitaron; pero hablando con ellos de que éramos personas buenas se concientizaron [sic] y nos la devolvieron. Entonces, a raíz de ese incidente, se empezó a trabajar para organizar a la junta. La primera junta lideró muchas cosas, las cosas no estaban bien, primero porque no podíamos tener acceso a los servicios en vista de que no era un barrio legalizado, entonces ni pensábamos de gestiones con el Acueducto. Por acá no cruzaban redes de agua potable, esas redes estaban en Bella Vista, abajo en el Virrey, en el Líbano y en todos esos barrios; aquí no había posibilidad. Pues tocaba ingeniarnos para sacarla más bien y distribuirla por mangueras. Si uno va al barrio Los Comuneros todavía cruzan mangueras para los barrios de abajo, como es el Chicó, Los Sauces y aun todavía en la comuna Alfonso López en barrios como El Refugio, El Portal del Divino, Puerta al Llano I, Puerta al Llano II, El Triángulo, El Nuevo Porvenir, todos esos barrios hasta ahora están haciendo la solicitud para las redes. Esperamos que ahora el alcalde

doctor Iván Mauricio Martínez, desembolse $ 762 millones para la redes de agua potable de esos barrios. Pero ya se ha disminuido notablemente esa problemática; recuerdo que por allá en 1989 había muchos conflictos por el agua, a pesar de que la gente es unida, teníamos problemas porque la gente no se respetaba el turno en las largas filas que se hacían en las pilas para recoger el agua en ollas. Recuerdo que la gente se agarraba a palo. Una vez una señora agarró a un presidente de la junta de acción comunal y le dio con una llave en la cabeza. Yo creo que eso ahora se convierte en anécdotas. Algunas veces llegaba la gente y se agarraba a pelear porque alguien se colgaba del cable de la luz a las malas. Nosotros tratábamos de solucionar esas situaciones, en vista de que había que pagar $ 5.000 por colgarse al cable, muchas veces los dejábamos sin que nos pagaran, porque era gente muy pobre. *** En lo social hay mucho desempleo en el barrio, la situación del país no atraviesa su mejor momento, hay mucha juventud que no tiene oportunidades y terminan en la drogadicción más que todo. Debido a la violencia intrafamiliar, debido al desempleo, los chinos se agrupan en los parques, se reúnen y llega un malo y daña a todos los muchachos. En toda la comuna Alfonso López hay drogadicción. A la localidad quinta de Usme ha llegado mucha gente desplazada, eso genera más desempleo, es tremendo ver la gente que llega acá, y su familia los acomoda en cualquier rincón. Eso afecta de manera negativa, porque la gente que llega demanda muchos servicios, y éste es un barrio pobre, nos hacen falta muchas cosas, la salud, la educación, etc. A raíz del problema del agua, cuando empezamos a conectar el agua sin tratar, hubo epidemias, alergias en los niños, de igual manera nos tocó subsistir con esa agua. Ahora, debido a la lluvia en el páramo Sumapaz,


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el agua llega demasiado turbia, casi amarillenta. En vista de que algunos barrios no tienen el servicio de agua potable, se han generado algunos problemas sociales, la gente decidió hacer una toma pacifica de la iglesia de El Monte Galilea, ubicada en el barrio El Bosque, en frente de la comuna Alfonso López Pumarejo. La gente está haciendo ayuno de oración, es un ayuno pacífico, la gente se está enterrando; el primer día se enterraron seis personas, al segundo día aparecieron tres más; la gente está cansada de las necesidades básicas insatisfechas que hay en la localidad. Líderes comunales, algunos presidentes de juntas de acción comunal, algunos líderes cívicos han tomado la determinación de hacer este sacrificio para que las entidades del Distrito y del gobierno nos escuchen y resuelvan la situación por la que atraviesan estos barrios. Aunque yo creo que esto es inhumano, se ha empezado a tener presencia de medios de comunicación de diferentes países. Han llegado Univisión de Costa Rica, Telemundo de Estados Unidos, canales peruanos, los canales nacionales han centrado los ojos en El Monte de Galilea, una iglesia muy humilde, pero nos ha servido. Seguimos y seguiremos en esta lucha, nos metimos a este cuento de líderes comunales y vamos a salir adelante como presidentes de juntas, algunas personas seguirán, de pronto no pero lo cierto es que vamos pa'lante para sacar a la comuna Alfonso López y a nuestra localidad, nuestro Distrito y nuestro país adelante.

C. Barrio Buenos Aires24

241. Testimonio de Pedro Pablo Bonilla.

Mi nombre es Pedro Pablo Bonilla, yo nací el 8 de octubre de 1950 en Bogotá, pero me llevaron muy pequeño para Villavicencio. Luego regresé en 1969 cuando empecé a prestar el servicio militar. Mi estudio realmente fue muy poco, porque mi familia era de muy bajos recursos económicos y no alcancé a estudiar sino hasta

tercero de primaria en Cáqueza (Cundinamarca). En la actualidad vivo en unión libre y tengo tres hijos. Como cualquier ser humano, cuando llegué a Bogotá, empecé a dar botes por un lado y otro, trabajar en una empresa y otra, tratando de encontrar un mejor modo de vida como todos los colombianos y haciendo cursos de relaciones humanas y capacitándome día a día. En el primer barrio donde viví después de salir del ejército, fue en el barrio 20 de Julio, después pasé a vivir en Tunjuelito, San Carlos, El Carmen, Tabora y en el año 87 nos vinimos para el Alfonso López. Me enteré por cuestiones políticas que el doctor Alfredo Guerrero Estrada estaba haciendo política para el concejo en esa época y vendía estos lotes baratos, sin servicios pero con la condición de que él nos iba a ayudar con los servicios mínimos públicos. Para conseguir el lote, el trámite era que uno iba a la oficina que quedaba en la calle 27 sur y abonaba un dinero para que le apartaran el lote; cuando acababa de pagar, llamaban para que uno participara en un sorteo para saber el número de lote y el número de manzana que le adjudicaban, que lo hacían con unas balotas, en la balota llevaba el número de lote y el número de manzana que le correspondía. A las personas que terminábamos de pagar el lote nos informaban qué pasos debíamos seguir, a los otros les daban crédito y les hacían firmar unos pagarés para participar en el siguiente sorteo. Yo me metí en el negocio viendo la necesidad de buscar protección para mis hijos, de tener un rancho propio para que ellos vivieran mejor, todo mundo buscamos el tener casa propia, de ahí que la ilusión era de tener un lote para luego poder construir una casita. Inmediatamente después de que me entregaron el lote comencé a construir, a hacer la primer construcción que era una piecita en medios bloques; cuando llegué aquí nos toco así, a


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muchos de los que estamos aquí nos ha tocado construir por etapas. Hoy se compran 100 bloques, mañana otros 100 y hasta recuperar así para poder culminar una construcción. En 1987 nos vinimos a vivir acá. Esto fue duro porque llegamos aquí como ganado, esto eran potreros, no había agua, no había luz, no había vías de acceso para carros, no había nada. Cuando llegamos aquí comenzamos a contratar maquinas para abrir calles, contratar un ingeniero de la Empresa de Acueducto para que nos autorizara la rotura del tubo para el agua. Reunir a la comunidad, a los pocos que habíamos, para llegar a un acuerdo sobre la cuota que cada lote debía pagar por el agua. Se fijó una cuota de $ 3.000, que le daba a cada familia derecho al agua, no era que se cobrara el agua, sino lo que valía el derecho a la manguera, para comprar la manguera y los diferentes implementos que se necesitaban para poder traer el agua. Los domingos nos reuníamos para hacer las chambas y enterrar las mangueras, para traer el agua. El tubo venía de La Regadera hasta Vitelma, es el tubo madre que surte a media Bogotá de agua potable, es agua que viene sin tratar, como baja de la laguna. De allí trajimos el agua para todas las comunidades, con diferentes cantidades de mangueras; en este proceso no tuvimos apoyo de ningún político, nos tocó trabajar con las uñas. El doctor Guerrero Estrada dio una manguera para algunos sectores, pero para los sectores Villa Hermosa, Buenos Aires y el sector Alborada, no dio ninguna manguera, tampoco nos ayudo en nada para el agua, ni para la luz, ni para nada. Cuando se inició esta comuna Alfonso López que el doctor Guerrero urbanizó, nunca se pensó que fuera a dividirse en tantos sectores, quizás para un mayor avance debía ser así. Inicialmente se dividió en primero y segundo sector: el primer sector quedaba del barrio La Alborada hasta el Alto de la Cruz, hacia la parte de abajo donde hoy es La Reforma, El Progreso, Chicó, Chapinerito, El Paraíso, La Esmeralda; y el segundo sector de esa época era lo que hoy en día es Villa Hermosa,

Buenos Aires y La Alborada. Cuando se dividieron estos sectores, habíamos metido la manguera del agua y se cobraba la cuota, pero muchas personas nunca la dieron y ésta es la hora que todavía no han pagado. *** A la Empresa de Acueducto varias veces le solicitamos que nos legalizaran el servicio. Estábamos conscientes de que el agua era "robada" y además no tratada,; queríamos, si era necesario, pagar el servicio pero tenerlo. En la Empresa de Acueducto siempre nos contestaban que era imposible porque el barrio era ilegal. Había cierta persecución contra el doctor Guerrero, quien fue denominado urbanizador pirata, y por ese hecho no se nos tenía en cuenta, ni en la Empresa de Acueducto ni en la Empresa de Energía, éste último es otro cuento todavía muy parecido al del acueducto. Comenzamos con las mangueras, se colocaron inicialmente cuatro pilas para que la gente llevara el agua a sus casas en baldes o en canecas. La primera pila quedó cerca del paradero de buses del Nuevo Horizonte; la segunda pila quedó donde hoy en día es la carrera 6 con calle 97 sur; la tercer pila quedó en la calle 96 sur con carrera quinta H; y la cuarta pila en la carrera quinta G con calle 95 sur. De ahí se extendió una quinta pila que bajaba por la carrera quinta E hasta la calle 93 sur, para todo el sector de La Alborada. Comenzaron los problemas porque la gente se cansaba de cargar el agua en baldes y en canecas; y cada uno compraba sus pedazos de mangueras y las conectaban a sus llaves. Hay que recordar mucho al señor Garzón, quien compró 250 metros de manguera para llevar el agua desde la pila hasta la casa, extendía la manguera y abría la llave; pero cuando uno llegaba a la casa, ya le habían cerrado la llave y desconectado la manguera, otra persona se había conectado y así por el estilo fueron cantidades de problemas. Era triste y a la vez daba risa de ver que la gente no respetaba, no le importaba


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desconectar la manguera del otro. Hubo muchos problemas y agarrones entre familias. Recuerdo a unos señores que se fueron del barrio y trozaron la manguera; fuimos a hacerles el reclamo y nos sacaron a "peinilla", a mi señora la hirieron en dos partes, a mí me hirieron también, dure quince días incapacitado. Al señor Garzón lo hirieron de gravedad, pues duró incapacitado un mes, a don Luis Mantilla le pegaron un machetazo, le bajaron una oreja. Todo a raíz de los problemas que tuvieron que ver con el agua. Muchos querían tener agua a toda hora, algo que no se podía, otras personas pensaban que nos estábamos llenando de plata con los $ 3.000 que pagaban. En ese momento yo era el presidente de la junta. Fui el primer presidente de Villa Hermosa, Buenos Aires y La Alborada, que en ese momento se denominaba II sector; duré once años de presidente. Después se dividió Villa Hermosa de Buenos Aires y de La Alborada y yo quedé como presidente de Buenos Aires, que es el sector en donde actualmente vivo. Realmente era imposible tener agua a toda, puesto que bajaba muy poca, era muy limitada y se sabía que como no había buena presión, era difícil tener agua constantemente, además era un servicio mínimo. Se calculó inicialmente para 150 familias, pero en el sector de Buenos Aires había 600 familias y en ese momento era imposible. Pusimos una manguera de pulgada y media para cubrir las necesidades de las familias que en ese momento éramos treinta o cuarenta familias y el agua no era suficiente. Las pilas no daban abasto, no eran suficientes. Entre otras cosas, por desconocimiento, cuando se hizo la rotura del tubo se dejó muy encima, entonces cuando el tubo bajaba lleno había presión, pero cuando el tubo bajaba de nivel no había presión y muchas veces no había agua. Eso también suscita a los problemas porque al no haber agua, la gente pensaba que otro tenia una llave abierta o habían cerrado el registro y no

era así, simplemente que no había agua. Pero ahí venían los problemas, insultaban a la persona que estaba cerca a las pilas, iban a mirar si habían cerrado el registro, todo eso producía problemas. Un día, un señor que tenía tres lotes y no había pagado sino apenas uno colocó el agua dentro de la casa, se le reventó el tubo a las once de la noche y llegó aquí a golpear a la casa, que yo tenía que ir a esa hora a cerrar el registro principal porque se le estaba inundando la casa. Tuvimos un encontrón, porque era inaudito que yo tuviera que desplazarme hasta arriba casi un kilómetro a esa hora para cerrar el registro. En esa problemática duramos como catorce años. Tuvimos que hacer marchas de aquí a la Plaza de Bolívar, de aquí a Santa Lucía, no recuerdo exactamente el año en que prácticamente obligamos al doctor Ochoa, quien era el gerente de la Empresa de Acueducto, a que se sentara con nosotros en plena Caracas a la altura de Santa Lucía y de ahí salió el proyecto para la construcción de la planta de El Dorado. También le hicimos dos marchas al doctor Antanas Mockus en la alcaldía anterior, hasta la Plaza de Bolívar nunca nos atendió, nunca nos dio la cara para hablar con él. En este momento y a raíz de tanta lucha, Nelson Cruz que fue un gran edil y un gran alcalde, logró la ejecución de la planta de El Dorado y hoy en día tenemos el agua potable, aunque quedan algunas comunidades sin agua, es un proceso demasiado lento. La energía es otro cuento más triste todavía. Cuando llegamos aquí no estaban incluidos los servicios. Nos tocó ir a robarnos la luz arriba a una finca que la llamábamos el Cebollal. Una noche que estaba peleando Antonio Cervantes a las once de la noche, nosotros estábamos por allá parando palos, templando cables y cuando finalmente llegamos a las seis de la mañana, llegamos acá con los cables todos conectados y todo prendimos el bombillo y resulta que


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alumbraba más una vela, no alumbraba para nada, no servia para nada la luz. Vino un presidente, en esa época era Guillermo Cárdenas del sector La Alborada, me pidió el favor de que le dejara bajar el poquito de luz que había y vendió como cincuenta servicios; por eso hubo problemas, porque tocó desconectarlo, afortunadamente no nos fuimos a las manos, pero fue delicado. Gracias a un político, el doctor Jaime Casablanca, quien nos abrió las puertas de la Empresa de Energía, nos colocaron un transformador; con tan mala suerte que el doctor Martínez, encargado de instalarlo, fue manipulado y no se hizo cargo de la obra, decía que el servicio que prestaba la Empresa de Energía era para barrios que tenían catorce años de fundados y que nosotros teníamos plata, porque como teníamos una pieza en ladrillo o en bloque, no teníamos derecho a eso y que nosotros podíamos pagar. Debido a esa negativa nos fuimos de nuevo a la Empresa de Energía, pusimos en conocimiento al encargado de la oficina en esa época, el doctor Jaime Garavito, y le comentamos lo que estaba sucediendo y él nombro otro ingeniero y para diciembre del 89 tuvimos luz con la Empresa de Energía. Aunque fue más rápido se logró a raíz de luchas, sacrificios y agarrones con el urbanizador. El doctor Guerrero decía que teníamos que pagarle un dinero, porque él abonaba una parte y nosotros la otra. Cuando hablé con una doctora de la Empresa de Energía, ella me dijo que la Empresa de Energía no cobraba nada por instalar los transformadores. Eso nos convenció de que tocaba hacer los trámites directamente con la Empresa de Energía y gracias a eso obtuvimos la luz sin pagar un peso. La misma historia con los teléfonos, haga cartas y preséntelas a la Empresa de Teléfonos. Por la misma época, en que ocurrió lo de la luz,

teníamos un teléfono comunitario, se formaban las colas ahí en ese teléfono y se formaban peleas en los teléfonos. Para legalizar el barrio, debía tener el visto bueno de la Empresa de Acueducto, teléfonos, alcantarillado, prevención de desastres en tanto el terreno no estuviera en zona de alto riesgo, todas estas cosas para que fuera legalizado. Pero todos ellos decían lo mismo, que no había orden para ello. No sé dónde estaba la falta de planeación, porque lógicamente todas las empresas debían de hacer un estudio de todos los sectores, mirar la viabilidad de los servicios y presentar eso ante Planeación para la legalización de los barrios. Aquí durante muchos años nos tuvieron por ese concepto de ilegales por falta de los servicios públicos y el problema de planeación. Afortunadamente en 1998, el doctor Enrique Peñalosa por decreto legalizó una cantidad de barrios a nivel de Bogotá. Él vino a darnos la mano, porque si él no hubiera legalizado, tal vez estuviéramos en las mismas condiciones. *** Considero que en mi trayectoria como presidente de junta y líder comunitario, en colaboración con la comunidad, se han logrado muchas cosas. El caso de conseguir las rutas de transporte, los primeros teléfonos, el alumbrado domiciliario, eso es muy importante porque nos tocó muy duro, trabajar con las uñas, lograr el levantamiento topográfico del barrio, eso se lo debemos al doctor Jaime Casablanca. Fue muy duro el camino, hoy en día los que entran prácticamente encuentran todo hecho, pero los que llegamos aquí hace quince años fue muy duro. Recuerdo que para ir a trabajar, teníamos que bajar a pie de aquí hasta el CAI de Yomasa, para conseguir transporte y si tenía turno hasta las diez, tenía que bajarme del bus allá y caminar una hora para llegar a la casa y todo el camino sin luz, se perdía uno de la casa porque era un potrero. Eso fue realmente tenaz.


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Así mismo, se inició la construcción del salón comunal, lo dejé muy adelantado, ese fue un terreno realmente peleado con el doctor Guerrero, porque el ingeniero que él tenía quería lotear esa zona. Se logró el terreno de la cancha de microfútbol, que también después de que contratamos un buldózer y adecuamos ese terreno para fútbol, llegó el doctor Carrasquilla a lotearlo, nosotros le invertimos plata a esos terrenos para adecuarlos para las obras y el ingeniero venía a vender los lotes. A mí me parece que son unos logros muy importantes, tanto la cancha de micro como el salón comunal, el de la iglesia también, todo ese terreno donde está la iglesia, donde está la escuela, todo eso fue una lucha porque prácticamente "invadimos", porque los ingenieros querían vender esos terrenos. Ahora, las relaciones con el urbanizador son relativamente buenas, ya que el doctor Guerrero es consciente de la necesidad de que todo el mundo tenga sus escrituras y finalmente está terminando de dar las escrituras, a un costo que me parece demasiado alto. Pues salen por $ 150.000 y la Caja de Vivienda Popular es la encargada de escriturar. Hace unos años el doctor Guerrero cobraba $ 50.000 por las escrituras, luego subió a $ 100.000 y después a $ 200.000. Hasta el momento, la Caja de Vivienda Popular recibió y embargó algunos predios, porque aquí hay muchos problemas de invasión, gentes que se tomaron los lotes sin ningún papeleo, simplemente vieron el lote desocupado y se lo tomaron. Algunos casos porque les vendió el primer dueño del lote, pero no les dio papeles y ellos tomaron posesión; otros, porque algunos empleados del doctor Guerrero les vendieron con papeles falsos y otras personas que les entregaron el lote, pero que no se lo pagaron en

su totalidad sino que habían firmado un pagaré, a través de los años se olvidaron y ahora resulta que tienen una deuda más los intereses. En este momento no le hace falta ningún servicio al barrio, falta el pavimento nada más, creo que es algo que debe esperar unos días, porque la gente no tiene plata para todo al tiempo. En este momento se están pagando las cuotas del gas y la cuota del acueducto. *** En cuanto a lo social, el barrio tiene algunos problemas. El problema de la educación, no hay suficientes colegios y no hay suficientes profesores. El otro problema es la inseguridad, no hay suficiente seguridad no sé qué pasa con las administraciones, pero la realidad es que no les preocupa la seguridad; constantemente está uno yendo a la estación de Usme y se les pide que vigilen, sobre todo, los parques, las entradas de los colegios, ciertos lugares de la calle 94 (principal), pero no le prestan atención; la realidad es que los agentes pasan en las motos muy de vez en cuando por la calle principal; pero en los parques, abajo de la escuela La Alborada, no se cuenta con vigilancia. Todas las juntas han hecho algo y todas se han quejado. Hemos hecho reuniones en el salón comunal de Buenos Aires, con los comandantes de la Policía y ellos en el momento se comprometen y toman nota, pero pasan unos días y luego se olvidan. Aquí en Bueno Aires existen siete frentes de seguridad, pero me parece que ésa no es la solución; el frente de seguridad sirve para prevenir el delito. Considero que la solución serían centros de prevención contra las drogas, centros de salud o centros de atención al infantil, recursos para el deporte, más apoyo por parte del gobierno.



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Usme: retos y oportunidades Ignacio Gallo P. procesados en el estudio "plan zonal de Usme"27 se consignan las siguientes consideraciones:

Vista panorámica de la localidad de Usme. (Fotografía: Ignacio Gallo P.).

Usme cuenta con una extensa historia en cuanto a poblamiento y uso de su territorio; en términos urbanos, se constituye en hecho físico en 1619 y comienza su vida integrada al desarrollo de Bogotá en 1954. La localidad de Usme enfrenta en la actualidad un acelerado proceso de transformación de su territorio derivado de las condiciones de desarrollo de la gran ciudad. Durante las últimas tres décadas ha sido protagonista de un desarrollo urbanístico acelerado que ha cambiado radicalmente sus condiciones y vocaciones rurales y ambientales. Hoy en día, Usme es uno de los sectores que concentra la población más pobre y con mayores problemas urbanísticos y sociales de Bogotá. Sus 251.299 habitantes pertenecen en su totalidad a los estratos más pobres (1 y 2).

25.

GARAY, L. J. y MOLINA, H. (2003). De Bogotá a la región. Apuntes para un modelo de desarrollo regional. Bogotá. 26. DAPD (2002). Subdirección de Desarrollo Social. Monografía de la Localidad de Usme. Bogotá. 27. DAPD (2004). Subdirección de Gestión Urbanística “Plan Zonal Localidad Usme”, Camilo Santamaría, estudio de consultoría, sin publicar.

El déficit cuantitativo de viviendas de Usme es 25 de aproximadamente 19.000 unidades . Cerca del 29% de la población de Usme vive …en condiciones de hacinamiento crítico, con viviendas inadecuadas y con carencia de servicios públicos, especialmente se acueducto y alcantarillado, con hogares que tienen alta dependencia económica y donde por lo menos un niño de 7 a 11 años no asiste al colegio26. De acuerdo con datos tomados de la "Encuesta de calidad de vida 2003" realizada por el DAPD y

• El 20% de los hogares de Usme están localizados en zonas de riesgo, de los cuales casi el 15% presenta problemas por hundimiento del terreno (2,3% para Bogotá). • El 51% de los hogares de Usme se ubican cerca de focos de afectación, como fábricas o industrias (5,7%), basureros (35,3%), caños de aguas negras (21,7%), entre otros. • El 71% de la población de Usme está afiliado al sistema general de salud (78% para Bogotá), de los cuales sólo el 57% pertenece al contributivo (81% en Bogotá). • De los niños que asisten a un hogar comunitario, guardería o preescolar, cerca del 36% va a hogares comunitarios de bienestar familiar (25% para Bogotá), el 31% a jardines del Bienestar Social del Distrito (11% en Bogotá) y sólo un 15% a guarderías o jardines infantiles privados (47% en toda la ciudad). • En el rango etario de 5 a 34 años, 71.383 personas de Usme no estudian, en su mayoría (50%) por los altos costos educativos o falta de dinero (para Bogotá el 45%). Si a esto se suma un 15% que no lo hace porque necesita trabajar (13% para Bogotá) y un 12% por responsabilidades familiares (igual porcentaje para Bogotá), la cifra aumenta a un 77% de los que no estudian por razones económicas (70% para Bogotá). • De la población de Usme mayor de cinco años matriculada en algún centro educativo, cerca del 80% de los estudiantes de preescolar, básica primaria y básica secundaria y media, están en establecimientos del sector oficial. En los estudios de educación superior, las matrículas en el sector oficial son menores que en el sector privado: en carreras técnicas y tecnológicas el 52%, en


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nivel universitario 69% y en posgrados el 100% están en centros no oficiales. Respecto al sitio de trabajo sobresale el 10% de trabajadores ambulantes en la calle (6% para Bogotá). Si a ellos se le suman los trabajadores estacionarios en la calle, los que laboran en quioscos o casetas y los trabajadores puerta a puerta la cifra se aumenta en algo más de tres puntos (13,4%) de trabajadores que muy probablemente corresponden al sector informal de la economía. Con relación a los medios de transporte utilizados, el 50% lo hace en buses urbanos, el 20% en Transmilenio, el 16% a pie y el 0,9% en automóvil de uso particular. La posibilidad en Usme de tener miembros de un hogar que por falta de dinero no hayan consumido alguna de las tres comidas por lo menos una vez en la semana (13%), supera en varios puntos al promedio general de la ciudad (9%). La tenencia de algunos bienes, muestra igualmente los bajos recursos económicos de la población: -

-

-

En Bogotá, un 46% de los habitantes tienen lavadora de ropa. En Usme tan sólo un 15% la tienen. En relación con la tenencia de neveras, mientras que en Bogotá el 78% la tienen, en Usme la cifra corresponde al 56%. Se destaca la diferencia radical en la tenencia de carros particulares entre los habitantes de Usme (3%), el promedio para Bogotá (23%) y las localidades de Usaquén (54%) y Chapinero (60,5%).

Estas cifras muestran un panorama complejo para la localidad de Usme; para comprender esta situación y posibles líneas de actuación que permitan transformar esta realidad, se pueden esbozar cinco temas centrales alrededor de los cuales deberá soportarse la discusión pública y la orientación de las políticas y programas de desarrollo:

1. Integración regional y urbana. La localidad de Usme se encuentra desarticulada de procesos de desarrollo regional y urbano, pues presenta atrasos sustantivos frente a potencialidades de localización de actividades económicas, los cuales se ven aumentados por su desarticulación funcional en cuanto a infraestructura vial y equipamientos. Aprovechar sus ventajas de localización frente al acceso con la zona oriental del país y Venezuela, así como promover su integración y posicionamiento frente a la salida sur a lo largo de la cuenca del Tunjuelo y mediante la avenida Circunvalar del Sur, además de la construcción de la infraestructura vial que mejore su integración urbana, permitirán desarrollar su posicionamiento para la localización de actividades de mayor jerarquía y generadoras de empleo. 2. Sostenibilidad ambiental. Usme cuenta con uno de los mejores paisajes de la ciudad: el valle del Tunjuelo, rodeado de un sistema montañoso escénico que a su vez cuenta con una oferta de recursos naturales de importancia para la ciudad. La explotación de estos recursos ha generado altísimos impactos ambientales con muy bajo beneficio para la población. Las explotaciones mineras de gravilla, materiales pétreos y arcillas, configuran una compleja situación para la localidad, con situaciones de riesgo inminentes asociadas al río Tunjuelo. A esto se suman los efectos ambientales de dotación como el relleno sanitario. La construcción de un esquema más equitativo referente a las cargas y beneficios asociados a estas actividades económicas y de éstas en el contexto de su aporte a la ciudad, constituyen la base para la construcción de un modelo de desarrollo sostenible que permita mejorar las condiciones ambientales y de la población allí asentada.


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4. Defensa de la ruralidad. Usme junto con Ciudad Bolívar son las localidades con áreas más caracterizadas y productivas desde el punto de vista rural y de economía campesina, las cuales han pasado inadvertidas en las políticas distritales. Éstas constituyen una importante oferta ambiental, cultural, económica que requieren integrarse a los procesos de desarrollo distritales. Estas áreas, especialmente las de borde con la ciudad construida, forman una de las áreas más vulnerables a la ocupación con usos urbanos y proclives a urbanización informal. Vista Panorámica de la localidad de Usme. (Fotografía: Ignacio Gallo P.).

La defensa de la ruralidad, la promoción y fortalecimiento para su articulación e integración con el desarrollo de Bogotá y de la región, deberán ser temas de la agenda pública en el marco de la política rural actualmente en formulación. Así mismo deberá avanzarse en la búsqueda de nuevas vocaciones económicas, sociales y culturales que le permitan permanecer y no pasar a ser territorio de consumo de la ciudad.

3. Crecimiento urbano controlado. Usme es hoy una de las localidades de mayor dinamismo demográfico, además de contar con la mayor oferta de suelo para vivienda en la población de bajos ingresos. Esta presión experimentada con gran fuerza en las últimas dos décadas ha generado una porción de ciudad con grandes debilidades funcionales y sociales, soportada en la oferta ilegal de lotes que han impedido la generación de áreas de espacio público, 5. Reducción de la pobreza. Los críticos equipamientos, trasladándole los sobreindicadores muestran la necesidad de costos de estas carencias a la adminispolíticas que cambien las tendencias de tración distrital, limitando así su posibilidad empobrecimiento de la población. La adede acción. cuación del territorio respecto a su integración con la economía de la ciudad y de la La creación de un borde urbano, el freno a la región, que incluye el desarrollo de las áreas urbanización sobre las áreas de la de expansión y procesos de renovación estructura ecológica principal (por ejemplo, urbana para la localización de nuevas activiParque Entrenubes), el desarrollo del área dades productivas y la generación de de expansión con la perspectiva de generar empleo, deberán ser incorporadas en la un área que permita de forma integral suplir agenda de la localidad. las carencias de la Usme construida hasta ahora y el control a los procesos de densiCon visión de largo plazo, la educación ficación para que no se traduzcan en surge como el ingrediente más importante hacinamiento crítico, constituyen el sopora gestionar desde hoy, a fin de contar con te para un manejo más idóneo del territorio, una población con más calificación que le con menores costos sociales y ambientales permita aumentar sus ingresos y con una para la localidad y la ciudad. mayor demanda y capacidad de pago e


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inversión que atraiga o propicie la creación de nuevos y mejores empleos en la localidad. Usme no escapa a los grandes problemas que afectan a Bogotá en su conjunto y que se repiten en muchas otras localidades. Sin embargo, tiene el reto de lograr posicionar políticamente los temas propios que carac-

terizan su problemática y sus potencialidades. Esto implica una mirada a la forma en que se han orientado las políticas y en que ha operado el mercado para intervenir de forma más estructural en las causas de los problemas aquí enunciados, más que en acciones de tipo remedial que sólo aminoran las problemáticas persistentes en la localidad de Usme.


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Planeación Distrital a la cabeza del más ambicioso plan del sur de Bogotá Camilo Santamaría Gamboa Septiembre de 2005 En Usme existe la mayor reserva de tierra para construir vivienda para los estratos 1 y 2 de Bogotá y complementarla con actividades productivas regionales.

Una de estas consultorías, "El plan zonal de Usme", desarrollado por el urbanista Camilo Santamaría, entre el 2003 y 2004, se encargó de establecer las directrices urbanas de la escala de planeación intermedia de la zona, que sirven de base para realizar los demás estudios de ordenamiento, de reparto de cargas y beneficios, los planes parciales, la propuesta de vías intermedias y locales y los estudios de las siete unidades de planeamiento zonal que componen la localidad.

Vista panorámica de la localidad de Usme. (Fotografía: Camilo Santamaría).

En la actualidad, Usme se caracteriza por ser una zona deprimida y marginada en la que se mezclan usos rurales, explotación de canteras y urbanizaciones de carácter informal. Es un lugar que muchos bogotanos conocen sólo como un El plan zonal del sur busca convertir la localidad lugar de paso en la vía a Villavicencio. Sin de Usme en un punto estratégico de la ciudad y embargo, esta condición está destinada a camde la región, con grandes oportunidades de biar por razones de carácter regional. empleo y desarrollo de vivienda para estratos bajos, es uno de los objetivos de los estudios que Por el corazón de la localidad, está proyectada la la administración distrital llevó a cabo en esta Avenida Circunvalar del Sur que tendrá un ancho zona de la ciudad. de 60 metros, con cinco carriles por sentido y permitirá comunicar Villavicencio con Girardot. La directora de Planeación Distrital, Carmenza Este importante corredor significará para Usme, Saldías, y el entonces subdirector de gestión no sólo la oportunidad de vincularse con la región urbanística, Ignacio Gallo, fueron los encargados occidental de Cundinamarca, sino también la de coordinar por primera vez, en una misma posibilidad de convertirse en la articulación del localidad de la ciudad, la totalidad de los estu- eje internacional Caracas - Bogotá - Quito. dios para planificar su crecimiento y proponer estrategias de desarrollo. Se contrataron varias Por medio de las propuestas del "Plan zonal de consultorías con el propósito de articular Usme" que se enmarcan dentro de las operadiferentes escalas de planeación, con estudios ciones estratégicas determinadas por el plan de urbanos, de vías, económicos, de ordenamiento ordenamiento territorial (POT), se pretende territorial y normativo. consolidar la localidad como un área próspera,


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dinámica y autosuficiente. Se plantean las estrategias urbanas y de gestión para ser desarrolladas en un período de 20 años, dando herramientas importantes a los administradores distritales y locales para enfocar la inversión y realizar sus planes de desarrollo. En el área urbana y de expansión de Usme (2.940 hectáreas) existe una población aproximada de 250.000 habitantes. Al densificar el área desarrollada y urbanizar el área de expansión, la localidad podría duplicar su población. Para esto se desarrollarían grandes proyectos de vivienda que corresponderían a Metrovivienda (6.000 viviendas y 24.000 habi-tantes), Ciudad Nuevo Milenio (7.495 viviendas y 30.000 habitantes) y la Operación Nuevo Usme (30.000 viviendas y 120.000 habitantes). Complementario a la vivienda, en Usme se podrán localizar actividades relacionadas con el abastecimiento, procesamiento y distribución de los alimentos y productos procedentes de la región oriental del país. Así mismo, se podrá promover un centro regional con servicios turísticos y empresariales. Los mayores retos del Plan consisten en proponer una estructura urbana completa, con centralidades y concentraciones de industria, comercio y empleo de diferentes escalas, con provisión de infraestructura, de espacio público y de equipamientos (educativos, de salud, recreativos, deportivos, de abastecimiento de alimentos, etc.). Otro de los retos del Plan consiste en desarrollar un urbanismo que permita competir con el sector informal, que respete las condiciones paisajísticas y topográficas de la zona y que integre las áreas ecológicas frenando así su invasión (Parque Entrenubes, rondas del río Tunjuelo y de quebradas, reservas forestales, etc.). Para los sectores desarrollados, las acciones consisten en suplir las deficiencias de zonas verdes, vías y equipamientos, características de

muchos desarrollos informales y en dejar demarcados los usos que pueden desarrollarse en las áreas de actual explotación de canteras una vez se vayan venciendo las licencias de explotación. De esta manera, Usme, como nuevo centro de integración regional, será un destino atractivo lleno de oportunidades para los actuales y nuevos habitantes. El Distrito Capital tiene una misión importante en cabeza de Planeación Distrital para promocionar, coordinar y dirigir este importante proceso de transformación.

Gráfico 1.1. Formulación "Plan zonal de Usme". Fuente: Camilo Santamaría.


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ran vitales para el futuro funcionamiento de la estructura urbana y del modelo propuesto. A continuación describen los principales proyectos estratégicos propuestos y existentes en la localidad de Usme y en la UPZ Monteblanco en Ciudad Bolívar:

A. Corredor río Tunjuelo Este proyecto consiste en la restauración del río Tunjuelo y consta de dos tramos con tratamientos diferentes: 1. Barrio Alfonso López. (Fotografía: Camilo Santamaría).

I. Proyectos específicos

Proyecto Metrovivienda. (Fotografía: Camilo

En el modelo territorial se plantearon proyectos específicos relacionados con las diferentes determinantes del POT. Estos proyectos hacen parte de las centralidades, de la estructura ecológica principal, de los sistemas generales o de las áreas complementarias al área de estudio. Adicionalmente se tuvieron en cuenta proyectos propuestos por la administración distrital que no se han desarrollado y se conside-

Restauración y equipamiento del parque ecológico (entre el embalse Cantarrana y la desembocadura del Tunjuelo en el río Bogotá). La operación estratégica del río Tunjuelo plantea el desarrollo progresivo de este parque urbano de recreación pasiva, ligado al fomento de actividades económicas (gracias a la consolidación de la nueva centralidad Danubio). De esta manera, se busca darle al área el carácter de "gran espacio integral, productivo y simbólico para el sur de la ciudad". Adicionalmente, las acciones deben buscar la recuperación morfológica de las zonas de extracción minera, para lo cual se debe involucrar en el proceso a los poseedores de licencias de explotación del río. En la actualidad, el Acueducto de Bogotá se encuentra elaborando los diseños generales para el espacio público de los 30 kilómetros del Corredor.

2.

Restauración y equipamiento de la reserva forestal distrital (entre el embalse de la Regadera y el embalse seco de Cantarrana). Restauración ecológica del Corredor, entre el embalse de la Regadera y el embalse seco de Cantarrana.


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Estas intervenciones están incluidas dentro de los proyectos de ejecución de corto plazo (2004-2007), definidos por el POT en el artículo 70 del decreto 469 de 2003.

B. Parque Entrenubes (cerros Juan Rey y Cuchilla del Gavilán) Este parque de 626 hectáreas y 30 kilómetros de perímetro, puede acoger proyectos de preservación, restauración y educación ambiental. Pueden darse actividades de recreación pasiva y algunos usos institucionales ligados a esta actividad y a su cuidado. Excepto una parcela de 30 hectáreas que pertenece al Distrito, el parque es de propiedad privada, situación que dificulta su gestión. El principal problema del parque es la construcción ilegal que avanza hacia la cuesta sin ningún control. Así mismo, la extracción de material vegetal está degradando sus condiciones ambientales (parque atravesado por siete quebradas, dos de las cuales nacen en él).

kilómetros del casco urbano de Usme, consta de una zona inundable de 27 hectáreas y de una zona de manejo y preservación ambiental (ZMPA) de 16 hectáreas.

Área de expansión de Usme. (Fotografía: Camilo Santamaría).

En la actualidad se está trabajando en la reglamentación de incentivos fiscales para los propietarios, con disminuciones que varían entre el 2 y el 16/1.000 (máximo valor del impuesto rural), dependiendo del nivel de arborización y otro tipo de cuidados ambientales de los predios. Además de la construcción de caminos y senderos ecológicos, peatonales y de bicicletas, que incentiven recorridos y delimiten y protejan el parque, a escala de plan zonal, se propone incluir proyectos como sede alterna del Jardín Botánico, del Observatorio y de los Carabineros.

C. Embalse seco de Cantarrana Ubicado en el curso del río Tunjuelo, entre la avenida Caracas y el parque Doña Juana a 2

Gráfico 2.1. Esquema de la estructura ecológica principal. Fuente: Camilo Santamaría.


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El embalse es una reserva del Acueducto de Bogotá para amortiguar las crecientes del río Tunjuelo y evitar inundaciones en el sur de la ciudad. El embalse permanecerá seco y en el evento de una creciente tendrá capacidad de almacenar hasta 2,5 millones de m3 de agua que descargará de forma controlada y en caudales bajos. En la ZMPA se tiene previsto un parque de recreación pasiva, con circuito de ciclorruta y sendero peatonal de 4 kilómetros que delimita y protege la zona. Se integrará a la red de parques lineales proyectados en Usme (río Tunjuelo, quebradas Yomasa, Chuniza, el Piojó, etc.) y a los proyectos del parque zonal San José de Usme (aproximadamente 21 hectáreas), que lo complementa con usos de recreación activa y el proyecto de restauración ecológica del predio La Loma (37 hectáreas) que lo complementa con usos de educación ambiental y paseos ecológicos.

D. Reserva la Requilina y parque zonal Mirador del Uval En la zona de expansión de Usme, se encuentra una importante reserva forestal de 16 hectáreas denominada la Requilina. Está caracterizada por la presencia de varias quebradas y vegetación nativa abundante. En los alrededores se encuentran áreas de fuertes pendientes (mayores del 25%), que no son aptas para la urbanización. Se delimitó un polígono con los terrenos de mayores pendientes, para formar un parque zonal de aproximadamente 34,25 hectáreas. En las áreas más planas (pendientes menores del 20%) se propone la ubicación de equipamientos. Un ejemplo de estas áreas planas está dado por las dos canteras del Uval que existen actualmente. Se recomienda que los polígonos 1, 2 y 3 de la operación Usme, ubiquen parte de sus equipamientos propuestos en las inmediaciones de este importante nodo verde.

E. Circuito Av. Caracas Av. Uval - Av. Usminia Av. Páramo - Av. Cerros (véase gráfico 2.2) Conecta la zona en sentido norte-sur. Atraviesa la localidad por su eje principal, vinculando a su paso importantes centralidades y zonas comerciales existentes tanto en Usme como en las localidades vecinas (centralidad 20 de Julio y centro de la ciudad). Es importante para el desarrollo y consolidación de nuevas áreas de actividad múltiple y centralidades propuestas, que aportarán a la localidad áreas dotacionales, de equipamientos, zonas comerciales y de servicios que contribuyan a la generación de empleo y sean complementarios a la vivienda (centralidad Danubio - río Tunjuelo, Santa Librada, centro regional Nuevo Usme y ampliación casco urbano de Usme, entre otros).

F. Circuito autopista al Llano - Av. Circunvalar del Sur (véase gráfico 2.2) Corredor Villavicencio-Usme-Girardot. Este corredor tendrá vital importancia en integración nacional e internacional de la ciudad. A los costados de la autopista al Llano, justo en la entrada oriental de Bogotá, se encuentra prevista la centralidad POT: eje de integración LlanosNuevo Usme.

G Circuito Av. Darío Echandía - Av. Boyacá (véase gráfico 2.2) Esta conexión vial está formada por el tramo sin construir de la Av. Boyacá (entre autopista al Llano y avenida de Los Cerros) y la futura Av. Darío Echandía, que se conectará a su vez con la Av. Fernando Mazuera (carrera 10). Estas vías


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permitirán conectar la zona con la importante centralidad POT del Restrepo y por medio de la carrera 10 con el centro de la ciudad.

H. Av. Perimetral de Usme (véase gráfico 2.2) Esta vía quedó clasificada por la revisión POT como vía regional tipo V-4R de 22m de ancho. Se encuentra en el límite del corredor ecológico de borde en suelo rural. Sería deseable que coincidiera con algunas referencias físicas como límites de predios o vías veredales existentes y que en lo posible marcara el límite del área de expansión de Usme.

Gráfico 2.2. Estructura y función del plan vial arterial. Fuente: Camilo Santamaría.


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II. Centralidad POT: eje de integración Llanos Nuevo Usme Según el POT, esta centralidad de 112 hectáreas está destinada a concentrar actividades de carácter regional: agroindustriales comerciales y de transporte relacionadas con el sector económico producto del corredor vial Villavicencio-Usme-Girardot (abastecimiento de alimentos, intercambio de pasajeros y de carga). El "Plan zonal de Usme" propone la vocación principal a los terrenos, los cuales pueden ir cambiando en el tiempo:

1. Nodo logístico regional de Usme Se encarga de recibir todos los alimentos que vienen de los llanos y de otras regiones (sur, norte y occidente) a fin de organizarlos y clasificarlos para distribuirlos en el sur-oriente de la ciudad. Funciona con distintos elementos que se distribuyen en el terreno alrededor de la central de distribución o plataforma logística (cross docking). Estos elementos son: -

Plataforma logística de cross docking (central de distribución física) Planta de procesamiento de alimentos Centro de negocios Central de empaques Bodegas de temperatura ambiente Bodegas de congelación Bodegas de refrigeración Bodegas de productos secos (deshidratado y liofilizado) Otros servicios (serviteca, central de servicios)

2. Parque industrial (lotes de 2 2 14.400 m , 8.020 m , 18.714 2 m) Se propone ubicarlo al oriente y al occidente de la terminal de carga, en una franja de terrenos con un promedio de 250 m de ancho frente a la autopista al Llano y en una longitud de 1,5 kilómetros. La idea consiste en tener industrias con un bajo impacto de contaminación y bodegas, con índices de ocupación y paisajismo similares a los de la zona franca de Bogotá a los del corredor de la avenida El dorado. Este proyecto sirve de soporte a las actividades de la plataforma logística regional que se ubican en terrenos al norte de la autopista al Llano, es decir, frente al parque industrial. También sirve de soporte para la terminal de carga. Se reservan unos terrenos para estos usos industriales, que en el futuro podrán tener usos comerciales y de actividad múltiple.

3. Terminal de transporte interurbano (se reserva un área de 3 hectáreas) Esta terminal tiene un doble objetivo: por un lado, recoge la totalidad de los paraderos de las rutas urbanas del sur-oriente de Bogotá (Usme y ciudad Bolívar principalmente) y, por otro, sirve de satélite para las rutas que ingresan por el sur-oriente de Bogotá (Yopal, Villavicencio, Cáqueza, Chipaque, Une, entre otras). Debe complementarse con las conexiones al portal de Transmilenio para mejorar su funcionamiento. Se propone ubicarlas al sur de la autopista al Llano a 2,5 kilómetros del perímetro urbano de la ciudad y a 5 kilómetros del portal de Usme de Transmilenio.


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4. Terminal de carga (12.370 m2) En la medida que crezcan las actividades económicas a lo largo del corredor entre Villavicencio, Usme y Girardot, el acceso de Usme se constituye en un puerto para recibir la carga y, posteriormente, distribuirla a Bogotá.

Está previsto que a este terminal lleguen todo tipo de productos distintos a los del abastecimiento de alimentos, los cuales llegarán a una plataforma definida para este uso en terrenos distintos. Se encuentra ubicada en el costado sur de la autopista al Llano a 2 kilómetros del perímetro urbano.


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B. Centro regional Nuevo Usme (17,5 hectáreas) Área reservada en el POT con un área mayor (20 hectáreas) y en otra ubicación. El presente plan redefinió su ubicación en la intersección de la Av. Circunvalar del Sur con la Av. Usminia, dado que hay una mayor área disponible para su desarrollo y con pendientes muy bajas. Esta área se empezará a desarrollar en diez años complementando el desarrollo de vivienda previsto por la operación Usme.

Panorámica del casco de Usme. (Fotografía: Camilo Santamaría.).

III. Casco de Usme A. Consolidación y ampliación del Núcleo fundacional (4,5 hectáreas) La propuesta para el casco histórico de Usme está dirigida a fortalecerlo como centralidad del área de expansión, teniendo en cuenta su condición de sector de interés histórico y cultural y las posibilidades de consolidación derivadas de los vacíos urbanos existentes. Igualmente, se propone la eliminación de usos más conflictivos, en particular el matadero, que será trasladado a la zona de expansión. La actividad de expendio de carnes, que depende en un alto porcentaje de la presencia del matadero y que constituye posiblemente la principal fuente de ingresos del casco histórico, puede seguir funcionando, pero será necesario reorganizarlos y potenciar sus posibilidades de generación de empleo e ingresos. El casco histórico puede así mismo albergar equipamientos que presten servicios a la zona, en especial centros educativos, plaza de mercado y plazas públicas.

El objetivo de esta área urbana integral múltiple es el de proporcionarle a Usme la localización de usos regionales distintos a los que se van a ubicar en el nodo logístico, a la industria y al transporte. Es decir, son los usos deseables para convivir con la vivienda, con los equipamientos y con los del casco de Usme. Los usos que se proponen son, principalmente, de carácter regional, pero a la vez le servirán a la localidad de Usme.

C. Borde urbano-rural (459,21 hectáreas) Según el POT, artículo 94 del decreto 469 de 2003, debe existir una franja mínima en el suelo rural contigua y paralela al perímetro urbano en la cual se desarrollen usos forestales. A esta área se le llama: Corredor Ecológico de Borde. Sería recomendable dejar esta franja delimitada por senderos para demarcar el área y evitar invasiones. Podrían considerarse algunos usos de recreación pasiva y educación ambiental, con la infraestructura y equipamientos asociados, para promover el reconocimiento y cuidado de la zona tanto por los habitantes del área rural como por los del área urbana. Un tipo de proyecto que se puede reproducir en esta franja de transición entre el suelo de expansión y el rural para involucrar tanto a habitantes de la ciudad como rurales, es el "parque agroindustrial de los Soches". La idea


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es la de promover proyectos de agroturismo y granjas experimentales. D. Centro educativo regional de Ciudad Bolívar (209,79 hectáreas) El propósito es el de dotar a la zona con institutos de educación superior que reciban jóvenes tanto de la ciudad como de los municipios vecinos de Cundinamarca, para capacitarlos en áreas técnicas agroindustriales y otras carreras científicas como medicina, biología, ecología, etc., para que, a su vez, puedan revertir su conocimiento en los proyectos de la zona y de la región. Está compuesto por:

1. Sede de la Universidad Antonio Nariño (68,05 hectáreas) Esta universidad tiene una gran reserva de predios en el área en los que actualmente funcionan algunas facultades de formación agropecuaria. Se propone formar un gran campus universitario con énfasis en facultades agropecuarias, agroindustriales, forestales, etc. así mismo crear la facultad de medicina, que incluya la construcción de un hospital regional de III nivel y complementar el campus con un centro recreativo y deportivo con estadio y piscina olímpica.

2. SENA - ICA (20 hectáreas) Se proponen en lotes de, aproximadamente 10 hectáreas cada uno. Incluyen centros de capacitación y de investigación.

a partir de una selección planeada de un globo de terreno, se aglutinan unidades de organizaciones empresariales, laboratorios, centros de desarrollo tecnológico, centros de servicios de apoyo al desarrollo productivo, núcleos de información, documentación y comunicaciones, empresas tractoras y relacionadas, incubadoras y centros de innovación. Estas unidades deben estar en conexión con una universidad, aunque no necesariamente con la presencia física de instalaciones universitarias dentro de sus límites, con áreas habilitables como zonas francas tecnológicas y con el desarrollo de infraestructura complementaria requerida para el logro de los fines sociales. Deben tenerse en cuenta criterios de desarrollo sostenible y en armonía con procesos de ordenamiento territorial, desarrollo regional y urbano que favorezcan la localización habitacional próxima de científicos, investigadores, trabajadores y empleados de alta calificación con sus respectivas familias. El parque tecnológico requiere de un lote de 16 hectáreas. La ubicación de éste en el Centro Educativo Regional es estratégica por la presencia de centros universitarios y tecnológicos y por la cercanía a la oferta de vivienda de la zona de expansión de Usme.

4. Hospital regional y facultad de medicina Área propuesta para el hospital: 1,5 hectáreas Complementario a la facultad de medicina propuesta en el campus universitario, se propone la construcción de un hospital regional de tercer nivel

3. Parque tecnológico (20 hectáreas)

5. Vivienda estudiantil

Un parque tecnológico, según la definición del Ministerio de Desarrollo Económico, es una composición institucional y empresarial, donde

Podría ser conveniente desarrollar proyectos de vivienda estudiantil en el campus universitario, sobre todo para atraer estudiantes de otros municipios.


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E. Borde urbano-rural (Ciudad Bolívar) Esta área rural hace parte de los terrenos de la Universidad Antonio Nariño y, por tanto, hará parte integral del Centro Educativo Regional de

Ciudad Bolívar. Debe promoverse en conjunto con la Universidad, la formación de granjas experimentales, de una sede alterna del Jardín Botánico encargada de la restauración y conservación de las especies nativas y de la educación ambiental y de áreas delimitadas de bosques.


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IV. Parque Minero de Usme El Parque Minero Industrial de Usme y sus áreas de suspensión de actividad minera (aproximadamente 100 hectáreas). está constituida por seis empresas ladrilleras medianas: Guizor, Zigurat, Helios, Prisma, Yomasa y Alemana. Se desarrolla en un área de 100 hectáreas, aproximadamente. Su explotación está programada para alrededor de cien años o más. Genera quinientos empleos y al finalizar el período del actual gobierno distrital, se aspira a subir esta cifra a ochocientos. Una vez se termine su explotación, el área está definida por el POT como zona de desarrollo urbano. Cada una de las seis empresas que forman el parque, tiene un plan de trabajo y obras (PTO), que incluye diversos temas relacionados con la forma en que se realiza la explotación, y un plan de manejo ambiental. Las industrias mineras que no contaban con título legal antes de la expedición del POT, están obligadas a suspender su actividad en un plazo máximo de seis años. A partir de ese momento, se realizará la respectiva recuperación morfológica y ambiental. Para la localidad de Usme, las áreas de suspensión de la actividad minera comprenden las zonas IV (contigua al río Tunjuelo y los barrios Granada y Monteblanco) y V (contigua a los barrios La Fiscala, Alaska y Santa Marta, excepto las zonas que forman el Parque Minero Industrial de Usme).

Para la zona IV, el área correspondiente a la suspensión de la actividad minera en zonas de reconformación morfológica es de 23 hectáreas y para la zona V de 44 hectáreas. Las zonas de reconformación morfológica de Usme tienen como propósito desde el POT, integrarse al tejido urbano, con desarrollos de vivienda y equipamientos. Para la zona V, es importante resaltar que cuenta con dos tipos de suelos: el correspondiente al Parque Minero Industrial de Usme, cuya explotación se calcula para un período aproximado de cien años, y el de las zonas de suspensión de la actividad minera, que deben parar los trabajos en un corto período de tiempo, por lo cual es posible proponer proyectos a mediano plazo. En cualquiera de los casos, para esta zona se propone su utilización en proyectos de equipamientos, que contribuyan a suplir el déficit existente en el sector.

Área de extracción de minera. (Fotografía: Camilo Santamaría.)


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V. Conclusión Con el Plan zonal de Usme, el Departamento Administrativo de Planeación Distrital tiene en sus manos un instrumento de planeación que permite definir y precisar las condiciones de ordenamiento de una localidad con mucho potencial dentro la ciudad. Es muy importante que este plan sea aprobado y adoptado, para que por medio de él, se fijen criterios urbanísticos como la definición de infraestructuras, del sistema de espacio público y equipamientos, el ajuste de la normativa urbanística y de los usos asignados por el POT a la zona. Todo esto, con el propósito de generar suelo para el desarrollo de urbanización prioritaria para estratos bajos. Cabe resaltar que Usme representa una oportunidad única para la expansión de la ciudad y no deben desconocerse sus características

paisajísticas y de ubicación geográfica excepcionales: está situado más cerca al centro de la ciudad que otras zonas en las que se han desarrollado proyectos de vivienda de interés social, como la localidad de Bosa o los muni-cipios de la sabana aledaños a Bogotá; así mismo, la oportunidad de articulación que tiene con la región, significa la posibilidad de involucrar en su desarrollo nuevas actividades económicas que permitan generar empleo para sus habitantes. Por todo esto, adoptar las propuestas del Plan Zonal, podría contribuir no sólo a ponerle freno al desarrollo de vivienda informal, sino también a incrementar la oferta de vivienda formal, de suelo urbanizado y de oportunidades de desarrollo. La población de la localidad podría llegar a los 500.000 habitantes (el doble de la población actual) y adquirir así, el carácter de una ciudad de gran escala, autosuficiente en la generación de empleo y en la provisión de equipamientos gracias a las estrategias y proyectos complementarios propuestos.


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AUTORES Fabio Zambrano Pantoja Economista, Magíster en historia de la Universidad de París I Pantheon Sorbona, con estudios doctorales en historia de la Universidad de La Sorbona. Ha sido profesor titular del departamento de historia de la Universidad Nacional, director del Departamento de Historia de la Universidad Nacional y coordinador académico del postgrado de historia de la Universidad del Atlántico. Además, es profesor de la Universidad de Los Andes, investigador asociado del Observatorio del caribe colombiano, y consultor en diversos proyectos de investigación para el sector público y privado. Maitre de Conference de la Escuela de altos estudios en ciencias sociales de París y profesor invitado en la Universidad de la Sorbona, París. Especialista en historia urbana, ha publicado libros y artículos sobre el desarrollo urbano en Colombia, el proceso de doblamiento, la ocupación del territorio y la construcción de identidad en nuestras ciudades.

terio de Desarrollo Económico para el desarrollo metodológico y reglamentario de la Ley 388 de 1997, asesor para el trámite del proyecto de modificación de la Ley 388 de 1997 y la redefinición de las acciones de la Dirección de Espacio Público y Ordenamiento, consultor de apoyo a la Dirección de Desarrollo Urbano del MDE, Director y Subdirector del Centro de Planificadores Urbanos de la Universidad de los Andes, Director del Taller de Gestión Urbana en Centros Históricos de la Maestría en Restauración de Monumentos Facultad de Arquitectura Pontificia Universidad Javeriana, Coordinador del área de Urbanismo y miembro del Consejo de Facultad de Arquitectura Universidad de los Andes, Profesor de Planta y de Cátedra en los ciclos superiores de pregrado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes, docente de la Universidad de los Andes y Javeriana y consultor privado en diferentes lugares del país.

Entre sus publicaciones están: El proceso de poblamiento en Colombia (1993), Bogotá; La ciudad colombiana (1993), Bogotá; y numerosos artículos sobre historia urbana e historia del caribe en revistas especializadas.

Entre sus publicaciones están: Lineamientos para la Política de Hábitat en el Distrito Capital, Departamento Administrativo de Planeación Distrital (2005); Unidades de Planeamiento Zonal, Departamento Administrativo de Planeación Distrital (2004); Desarrollo Urbano en Cifras, Boletín del Sistema de Información Urbano, M.D.E. CENAC (1996) colaborador; Revista Misión Local No. 2 Universidad Distrital, Artículo sobre descentralización y Ordenamiento Territorial en Bogotá (1993).

Luis Ignacio Gallo Peña.

Camilo Santamaría Gamboa

Arquitecto de la Universidad de los Andes con estudios en Ciencia Política, experto en el desarrollo y aplicación de políticas públicas territoriales en particular en el desarrollo de instrumentos de planeación y gestión de suelo, ordenamiento territorial, hábitat y vivienda. Ha sido asesor de la Alcaldía Mayor y Subdirector del Departamento Administrativo de Planeación de Bogotá, director del Plan de Ordenamiento Físico Territorial del Area Metropolitana de Bucaramanga, consultor del PNUD y Minis-

Arquitecto de la Universidad de los Andes, con especialización en Planificación Urbana para Países en Desarrollo en University College en Londres. Profesor de los Andes de la Facultad de Arquitectura Taller 6 (1996); Profesor de Especialización en Planificación y Desarrollo Regional - Énfasis en Diseño urbano (2003). Profesor de Especialización en Planificación Administración del Desarrollo Regional - Énfasis en Ordenamiento Territorial (2006).


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Durante los últimos 15 años ha participado en proyectos que se pueden agrupar en cuatro grandes temas: Proyectos de Diseño Urbano, Proyectos de Planificación Urbana, Proyectos de Transporte y Planes Parciales. Entre sus proyectos están: Director de la Oficina de Planificación Urbana, de Diseño Urbano y de Diseño Arquitectónico, CAMILO SANTAMARIA - Arquitectura - Urbanismo (desde 1992); Arquitecto de la Unidad Coordinadora encargado de los proyectos que el Fondo Nacional de Ahorro desarrolló en Ciudad Salitre.

(1989), Bogotá; Parque Central Bavaria, participación en el diseño de la propuesta preliminar de estructura del espacio público y del plan vial del sector. (1988), Bogotá. Entre sus publicaciones están: Proyecto las Margaritas de Suba - Premio a la Excelencia Inmobiliaria - Categoría Residencial, Federación Internacional de Profesiones Inmobiliarias FIABCI - Colombia (2004); El uso del ladrillo en la Vivienda de Interés Social, Revista Terracota ANFALIT No. 5 (2002) y numerosos artículos sobre Proyectos Urbanos.



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