Monografía del Municipio de Amatitlán

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Municipalidad de Amatitlán

LA tierra del AMATLE

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La desgracia ocurrió después de misa, al quedar el templo solitario. Un sacristán de nombre Salvador la encontró hecha una antorcha, quemado todo el Niño que tenía en los brazos. Al dar la voz de alarma el sacristán, los vecinos se consternaron, unos lloraban mientras otros gritaban, y no faltó quien pensara en un mal augurio para los combatientes amatitlanecos. En medio de la fatalidad, como pudieron, apagaron las llamas y evaluaron la situación. La imagen era de una sola pieza, tallada en madera de cedro inluyendo el vestido, aunque se acostumbraba vestirla con preciosas telas con bordados de oro. El daño era casi total. Para reparar los daños que el fuego causó a la imagen de la Virgen del Rosario, se formó un comité integrado por la señora Elisa de Granda, señoritas Eugenia Mejicanos, Dolores Godoy y Luz Ardón, quienes se dirigieron a la ciudad capital para localizar en su estudio al artista nacional don Julio Dubois, quien en aquellos días había terminado la imagen de la Virgen de Loreto que se venera en el templo del Sagrado Corazón de Jesús; además de otras esculturas muy apreciadas que le valieron renombre y prestigio a dicho escultor. El maestro Julio Dubois fue contratado y llegó a Amatitlán, alojándose junto con dos ayudantes en una casa que había estado desalojada durante mucho tiempo y que era conocida como la “casa de la ahorcada” porque en ella habían estrangulado a una anciana de apellido Aguilar; los ladrones se aprovecharon de la circunstancia que la anciana vivía sola, una noche de 3 de mayo, luego de acecharla durante todo el día, penetraron a su casa para robarle y matarla. El alma en pena de aquella desdichada se aparecía por las noches y espantaba a quienes osaban alojarse en la tenebrosa casa que se encontraba cincuenta metros al norte del templo parroquial, hasta que finalmente se vino al suelo con los terremotos de 1917-18. Durante muchos años se mantuvo solo como un predio baldío, hasta que la adquirió en propiedad don Emilio Pineda. Para llevar a cabo su ardua tarea de restauración, Dubois evaluó los restos calcinados y tomó medidas, comprendiendo que sólo podría aprovechar el cuerpo de la antigua escultura, después de quitarle todo lo quemado que estaba convertido en carbón. Hizo de nuevo la cabeza, manos y pies de la Virgen; al mismo tiempo que reconstruyó totalmente la imagen del Niño Jesús. Se basó en la descripción de la feligresía y en algunas fotografías que le fueron proporcionadas, esmerándose en que la nueva imagen se pareciera a la original. El domingo 29 de julio de 1906, el presbítero don Salvador Solís Corleto, director de un colegio católico de la capital, bendijo solemnemente la nueva imagen de la Virgen del Rosario de la Parroquia de San Juan Bautista de Amatitlán. Cuatro días después, el 2 de agosto, regresaron los combatientes amatitlanecos que habían participado en la “Guerra de Regalado”, siendo recibidos con alegría y regocijo por la población, atribuyendo a la Santa Patrona el milagro que ninguno de sus hijos faltara ni hubiera fallecido en combate.


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