Estructura Mental a las Estrellas

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cd /compilado Este CD es parte de la revista ESTRUCTURA MENTAL A LAS ESTRELLAS, su venta por separado no está permitida.

Escarabajo, Me Darás Mil Hijos | 1 Cruz del sur, Me Darás Mil Hijos | 2 Fusil, Me Darás Mil Hijos | 3 Años dorados, Elvin y los rompehielos | 4 Triste despertar, Elvin y los rompehielos | 5 Cuartos tristes, Elvin y los rompehielos | 6 El silencio es salud, Edu Schmidt | 7 Cosacuosa, Edu Schmidt | 8 Tu mundo feliz , Edu Schmidt | 9 Mr. Brown , Aleman grup | 10 Utopic song, Aleman grup | 11

12 | Aleman grup, Bebe de mi cabernet 13 | Jaime Roos, Postales para Mario 14 | Jaime Roos, Vida numero dos 15 | Jaime Roos, Conversación BONUS TRACK VIVO 16 | La Sobrecarga, Viejo truco 17 | Tiro Libe, Tempestad 18 | Vincha trío, La última vez 19 | Cachimba Candela, El otro pescador 20 | Orquesta Típica la Flor, La típica


sumario 4 reseñas 6 entrevista | Cesar Dominici 11 del otro lado del objeto | Jaime Roos y La Margarita 16 nota de tapa | No voy en tren 22 arte y arquitectura | La arquitectura es música congelada 24 personaje | Pin, el comandante intergaláctico 30 ficción | Entrevista a Gervasio Puig

staff Editorial Estructura mental a las estrellas Director Agustín Arzac Redacción Verónica Stedile Agustín Arzac Diseño Francisca Gortari

Arte de tapa Francisca Gortari Markel Orcaizaguirre Ilustración Facundo Marcos Colaboradores Juan José Chelia Germán Cifre Marcos Borras

Julián Cabrera Lilian Marcos Oscar Jalil Gabriela Guarino Josefina De Dominicis Victoria LLorente Contacto festivalnovoyentren@yahoo.com.ar www.festivalnovoyentren.com.ar

Estructura mental a las estrellas no se responsabiliza de las opiniones expresadas por los colaboradores.


editorial

Hubo un tren que comenzó a contar... ...la historia de un tiempo que no llegó. Un sueño que se sostenía con la fuerza de vagones veloces. El Expreso Imaginario invitaba a un viaje sobre los rieles de su época, pero también a contrapelo de ella. Eran tiempos bulliciosos, disputados por la resistencia y la lucha; donde pese a la represión imperaba el deseo de subvertir el orden de cosas, de hacer implosión en el sistema desde él, y no sobre él. Y para sorpresa de muchos y deseo de otros tantos, fue el rock el género musical que comenzó a trabajar bajo esas sensaciones, el que se comenzó a mover como gestante de pequeñas revoluciones. Pero pronto dejaría de ser sólo eso para ser la conjunción de ideas y proyectos que caracterizaron lo que se llamó la contracultura. Era un rock que se basaba en el pacifismo, en una prédica extensiva desde el asesinato de personas, que estaba ocurriendo por esos años, hacia los efectos devastadores del mundo industrial y el deterioro del medio ambiente. Se trató de un concepto cultural, como trama de temas y discursos singulares, opuesto a la diversión sin compromiso estético y a la evasión sin conciencia. Un concepto que implicaba la conjunción de diversos mundos, donde se fundían bajo el mismo proyecto, el ritmo de las guitarras, la cadencia de los poetas y el vuelo de los pintores. Entonces, decir rock era pensar en Spinetta dedicando uno de sus mejores discos a un poeta, dramaturgo, y diseñando sus propias tapas. Aquel tren, quizás tragado por el propio mundo interior que intentó construir, fue desviando sus rieles hasta esfumarse; en democracia, su manifiesto resultó no sólo inocuo sino anodino. Y como todas las consigna de sueños que quedan inconclusos, o se reinventan, o se gastan de nostalgia, débiles de color. “No voy en tren” se para sobre las estaciones que aún persisten, y como si capturara parte de antiguas imágenes en fotografías con protagonistas de hoy, se apropia de una porción de aquella época. De ese espíritu fresco que pensó en las manifestaciones artísticas como coágulo y estallido de la inquietud social. El festival, propuesto al interior de la Provincia de Buenos Aires, se direcciona en dos sentidos: retomar, por dos días, el aura de ese viaje cargado de energía, volver a confiar en el rock como concepto cultural e integrador, y luego, al mismo tiempo, desvanecida aquella fotografía, asumir que ya nos hemos bajado del tren. Pero las vías y las estaciones están allí para rehacerse, con la misma fuerza, sobre otro motor. El público de los buenos recitales conforma un sujeto colectivo de espíritu crítico. Sobre esa base, hoy algo dispersa y cuestionable, podemos reformular aquellos cimientos contraculturales y alternativos, hacer rodar viejas ideas que fueron cristalizadas con los años y vapuleadas por la desilusión de la posmodernidad. Así, con la fuerza del ruedo y la aspereza del camino, se cargan de nuevo sentido las astillas y fisuras de ese cristal entonces roto. Un cuerpo nuevo, pero con la misma esencia. Estructura mental a las estrellas, no trata de flotar en la superficie. Ni siquiera se esfuerza por nadar. Quiere zambullirse y llegar al fondo. Casarse con una sirena. Que la presencia de la música y la literatura nos empuje de forma implacable a abandonar la pasión por la idiotez; porque las referencias culturales con las que hemos crecido nos han dejado el cerebro tiznado de hollín.

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4 reseñas

Blow Up

(Deseo de una mañana de verano)

Guión: Tonino Guerra & Michelan-

gelo Antonioni Música: Herbert Hancock (AKA Her-

bie Hancock) Fotografía: Carlo Di Palma Reparto: David Hemmings (fotógra-

fo), Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Jane Birkin, Verushka Año: 1966 Origen: Gran Bretaña El film inglés, inspirado en la obra "Las babas del diablo", del escritor argentino Julio Cortázar, fue ganador del Festival de Cannes en 1967. Producida por Carlo Ponti. Entre los ‘50 y los ‘60 se produce una crisis del cine clásico y asoma un cine moderno diferente, revolucionario, de ruptura con lo preestablecido en ese momento. En “La ventana indiscreta” (Alfred Hitchcock, 1954) y “Blow Up” (Michelangelo Antonioni, 1966), con doce años de diferencia en el tiempo, un fotógrafo descubre que se ha cometido un asesinato. Ni los medios ni los fines, del cineasta inglés primero y del italiano luego, son similares. Tampoco el de los fotógrafos. En lo que coinciden ambos es en la búsqueda de un cine distinto. El existencialismo de la época queda reflejado en lo errante y móvil de los protagonistas, que no parecen tener un lugar de destino. En un mundo dominado por las apariencias y las imágenes se

esconde un secreto indecible. En “Las babas del diablo” el personaje se reconoce a sí mismo como alguien que sabe mirar, y “todo mirar rezuma falsedad, porque es lo que nos arroja más afuera de nosotros mismos, sin la menor garantía. (…) De todas maneras, si de antemano se prevé la probable falsedad, mirar se vuelve posible; basta quizá elegir bien entre el mirar y lo mirado, desnudar a las cosas de tanta ropa ajena”. Cortázar desarrolló su relato en París. Antonioni lo traslada al Londres del “Pop” que se adapta mejor a la nueva mentalidad que será el entorno del personaje. Impregnado por el swinging de los jóvenes artistas, publicistas y músicos, da un valor importantísimo al cielo gris-neutro londinense en contraste con su tratamiento meticuloso del color. Esto le resulta de gran ayuda para exponer la mascarada de sus personajes y los ubica en los suburbios que se transforman en escenario ideal para revelar la superficialidad y la farsa de lo cotidiano En ese sentido, Antonioni declara que la mayor dificultad con la que se ha encontrado fue con la de representar la violencia de la realidad. “Los colores embellecidos y edulcorados son a menudo los que parecen más duros y agresivos. En 'Blow up', el erotismo ocupa un lugar de máxima importancia, pero, a menudo, se pone el acento en una sensualidad fría, calculada. Los rasgos de exhibicionismo y de voyerismo están especialmente subrayados: la joven mujer del parque se desnuda y ofrece su cuerpo al fotógrafo a cambio de los negativos que tanto desea recuperar". Lo que el ojo no pudo ver a simple vista, queda capturado por una cámara fotográfica. Un asesinato puede ser aclarado con tan sólo ampliar y ampliar… Cortázar nos dice, "Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tem-

pranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata de estar acechando la mentira como cualquier reportero, y atrapar la estúpida silueta del persone que sale del número 10 de Downing Street" texto Lilian Marcos

todos somos extranjeros

Alemán grup Producción artística: Daniel Maza Ingeniero de sonido: Eduardo Herrera

En 2001, Eduardo Herrera ingresó en la órbita de Alemán Grup y resultó la mejor inversión para los trenquelauquenses después del acercamiento de Daniel Maza, o la compra de la primera guitarra que fundó Agripina. Sermón de vino se grababa semanas antes de aquel quilombo de balas y cacerolazos; la dupla HerreraMaza le daba sonido y forma al disco que hoy encontramos en todas las casas de Trenque Lauquen. Ocho años después la banda desembarca nuevamente en capital y bajo la dirección de estos monstruos concibe Todos somos extranjeros. Su álbum más logrado, un álbum esencial. Como si se tratara de una fastuosa superproducción destinada a perdurar, el nuevo material de


reseñas

los hermanos Azpiroz arranca con una introducción de nuevas y más cuerdas, renovando su repertorio. Ajustados arreglos de violín anticipan un cambio estético y de mensaje: Todos somos… abandona la denuncia social para cantarle al hombre, indagando en sus inquietudes existenciales. Así Jorge “alemán” (que en el año 2005 editó el libro de cuentos y poesías Bailando sobre la espuma), endulza su voz y se anima a derramar toda su poesía, simple y aguda, como los versos de Tejada Gómez y la prosa de Isidoro Blaistein, homenajeados en “Soneto y medio” y “Cerrado por melancolía” respectivamente. En “bebe de mi cabernet” desnuda un amor con un susurro y una gui-

tarra criolla, en una habitación que es refugio de mundo. Y enseguida la fuerza movilizadora de una canción utópica (“Utopic song”) dedicada a los niños. Con un ascenso arrollador que nos empuja a soñar con los que sueñan, a sembrar con los que siembran, alentados por el saxo de Walter Ledesma que se funde en un final de bandoneón. Aplaudimos en “Telefunky”, la parodia a la caja boba; quizás el tema que guarda mayor parecido con el disco anterior. El punto más alto lo alcanza “vamos afuera” y “Mr. Brown”. Este último es un verdadero homenaje al “padrino del soul“, que comienza bajito con una introducción en contraritmos percusivos de Yeyé Lopez, para luego estallar en efectos de

teclados y guitarras y la poción mágica de groove del bajista uruguayo Daniel Maza. Los vientos se lucen, en back de trompetas que parecer provenir desde Nueva Orleáns. En el final, en otra prueba de que la banda no le teme al paso del tiempo, sino que por el contrario, sigue construyendo su obra basada en la coherencia y el compromiso y disfruta evolucionando su música y su estilo, un ritmo electrónico contemporáneo de batería eléctrica, acompaña la hermosa letra “De espumas y naufragios”. Todos somos extranjeros, desde el interior, está destinado a perdurar

rock y dictadura

comunicados, en operativos. Incluso aquellos que parecerían tener un protagonismo especial, como Charly García, León Giego, el “Flaco” Spinetta y Mercedes Sosa, son referencias direccionadas al objetivo del libro: dar cuenta del espíritu de una época. Los discursos del poder militar funcionan bajo la misma estrategia de escritura; la mención al ideal “occidental y cristiano” recorre cada uno de los capítulos, sin desviarse de la estructura temática del libro y sin horadar en cuestiones que exceden a estas páginas Es que Rock y dictadura no pone en contexto la producción musical de aquellos años, sino que busca “punzar un contrapunto entre dos formas irreconciliables de ver el mundo”. El mensaje oficial se basaba en una cosmovisión nacional. Un patriotismo sumiso, capaz de acatar cualquier mandato en pos del orden y la armonía del país. En tanto el rock sentía una empatía generacional, cuya búsqueda era ser diferentes y el mayor pecado, la complacencia estética. Quizás esto fue lo que hiciera del rock una paradoja. Por un lado, se vio culturalmente cuestionado por lo militantes políticos, ya que el horizonte de la utopía era la música. Y sin embargo, fue el ámbito de los recitales, donde se ponía el cuerpo literalmente, a sabiendas de que en

la puerta aguardaba la policía, el espacio que convirtió a la juventud en depositaria de la rebeldía y terminó de forjar una identidad. Esta es la complejidad que ofrece un libro que esquiva sentencias estériles, como el análisis simbólico de las letras, o el enjuiciamiento de flaquezas. No hay epopeyas ni hechos heroicos. Sobre el final, cuando el rock como contracultura se estaba fraccionando por los astillazos de un mercado discográfico con el que soñaban tantos músicos, Pujol nos deja el panorama lo suficientemente abierto como para que cada lector reformule la idea principal: el rock adquiere su identidad en las antípodas del mandato totalitario, no, como la militancia hubiera esperado, en su oposición política activa. Se afirmó como práctica social y expresión artística, en la medida en que rechazaba la cultura de los adultos. No existió un plan sistemático para exterminarlo, porque no se lo consideraba políticamente peligroso. Y mientras tanto, las canciones socavaban en los puntos más incómodos de una superficie aparentemente ordenada. Un sutil debate que queda pendiente a lo largo de todo el libro. Militancia y contracultura, enfrentándose con las violentas fuerzas militares

Crónica de una generación (1976-1983)

Autor: Sergio Pujol Editorial: Emecé Año: 2005 Paginas: 296

Si algo le interesa especialmente al autor, es que este relato, como él lo define, no trate de ir más allá de lo que sus personajes mostraron, en canciones, en recitales, en

texto Agustín Arzac

texto Verónica Stedile

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La Sobrecarga de gira en Neuquén

vuelve la sobrecarga La entrevista se realizó el último sábado de noviembre en la plazoleta Almirante Brown, donde varios “amigos de la plazoleta” suben a tocar sus temas bajo la organización de la AMI (Asociación de Músicos Independientes). Una charla que comenzó en una tarde muy calurosa, luego de que César terminara los ajustes de sonido. Un sábado con poco público, ideal para una entrevista con el líder de La Sobrecarga, a semanas del reencuentro de la banda. Tres chicos subieron a tocar y nosotros nos ubicamos en los banquitos de ajedrez…


entrevista

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uando se juntaron en el 2001 había un disco detrás, todo un proyecto para encarar con temas nuevos. Este sería otro regreso, ¿cómo se vive eso? En el 2001 había otra expectativa, estábamos ensayando todos los del grupo, estaba Pop Art que nos alquilaba la sala de ensayo, íbamos a grabar un disco. De hecho hicimos muchas fechas, en el teatro San Martín, en Niceto… La mayor parte de aquellos temas eran de tu autoría, ¿quedaron archivados, o hubo algunos que vieron la luz en el disco de PH Pampa? Entró alguno en el disco, “Una mañana”. Que de hecho en el 2002 lo tocamos. Y después había algunos más, “Fuera de la ciudad”, “Agosto”, un tema de Horacio. En ese concierto, que está por ahí la grabación, hubo cuatro o cinco temas nuevos. Invitamos a una tecladista que estaba ensayando con nosotros para grabar el disco, o sea, estábamos para más, para relanzarnos… pero 2001, las torres gemelas, De La Rua. Willy se fue a Grecia. Y ahora dice que la parte artística la abandonó, que se dedica sólo al tango, baila tango, bailador de tango (risas). Y él dijo que no iba a poder venir, no sé qué historia. Entonces le pedimos un video para un tema, que se llama Canción del riachuelo, porque no venía, pero así podría estar, era una cosa más... Es un esfuerzo grande que están haciendo. Es una producción de una productora que armaron Nito (Otero), Rauli (Goya), Lucas (Rodriguez). Y claro, se nutrirán de otra gente. Van a hacer otras cosas, van a traer folclore, para solventar cosas que no den dinero, pero siempre con la idea de seguir haciendo producciones. Y yo también estoy siempre haciendo cosas. Estamos terminando un disco con Igoagrio; toco con ellos, con La Sobrecarga, y sino subo y se llama Cesar Dominicci y La Sobrecarga, o PH Pampa,

qué sé yo, los nombres ya.... en Sadaic me miran con una cara, ja, porque claro, las canciones son las mismas; entonces les digo, soy yo el que las hace, por qué me tienen que poner tanta burocracia. La gente en Trenque Lauquen está acostumbrada a ir solo a espectáculos gratuitos, y eso dificulta la evolución de los músicos, porque no pueden abandonar el ambiente under, mucho menos encarar un disco, costearlo, pagar una sala de grabación. Vos fuiste un poco faro de eso con Sería mejor. Es decir, hay gente que sabe, que conoce el oficio, y hay que tomar de estas personas lo que pueden dar, consultarlos. Es preferible el peor ruido de uno que un ruido conocido. Y es muy lento, y la situación del mundo y de los jóvenes está archicomplicada. Pero yo creo que hay que hacerlo y no queda otra cosa más que hacerlo, y va apareciendo gente. El tema es que siempre haya continuidad, si vos hacés la cosas con continuidad en el tiempo eso empieza a dar resultado. Pero si vos pusiste las bandas, el marco y no te fue del todo bien, o te fue más o menos, las expectativas no se te completan y lo paraste… bueno, engancharlo otra vez es una historia. Entonces hay que ir batallando, batallando, de a poco, de lo que sea, y bueno, la gente irá aprendiendo y van a confiar y van a pagar la entrada, porque va a haber una buena producción y van a confiar en el trabajo local. Sí, pero no creés

que esto juega un poco en contra, que el tinte localista le quita méritos al músico y desvaloriza su trabajo, en algún sentido. Es verdad, pero como te digo, hasta que la gente se enganche con las bandas. El problema está en que uno no se puede desarrollar profesionalmente porque no alcanza para vivir, y es triste… ante un Estado que mira para otro lado, y por ahí encontrás alguna punta, pero siempre con un encuadre político, que tenés que estar

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8 entrevista

agrupa: tal día suben los que hacen ska, el martes los de metal, el jueves los de blues. ¿Qué opinión tenés sobre el hecho de mezclar géneros en un mismo festival? Nosotros acá pregonamos otra cosa. Vamos por la mezcla, para abarcar a todos los públicos, si no estás restando. En el interior hay que actuar diferente. Ahí porque como hay tanta cantidad de grupos, de alguna manera se trabaja en esa división. Yo siento que en el interior hay que trabajar desde otro lugar, la apertura de cabeza, de sumarse a otra cuestión, de folclore, de tango, de cumbia, de lo que venga. Creo que el gusto está en eso, a mí particularmente me gusta eso. Me acuerdo en las primeras reuniones para armar lo del playón dos pibes hablaban por dos cuestiones nomás, el rock y la

respondiendo a cosas, siempre algo que te está tirando. Pero ahí es cuando hay que gritar más fuerte, redoblar la apuesta, consultar más gente, hay que seguir haciendo cosas. Vos participaste en varios festivales con Sobrecarga… ¿Crees que los festivales ayudan a superar? Los festivales estaban buenos, lo que pasa es que los festivales ahora son un resultado de algo que fue Cromañón. Se tiró para ese lado porque si no, hay bandas que ni siquiera podrían tocar, porque no hay lugares para tocar en Buenos Aires. De hecho, en estos momentos, hay una criminalización del gobierno. Usaron lo de Cromañón y ahora no abren más lugares, persiguen a los lugares pequeños que se abren espacio. Es toda una cosa rara, que la gente

en los 80 se estaba haciendo, y en los 90 vino el negocio, que elevó el festival a un lugar de mega pero a su vez lo corompió

no se entera. Entonces, con los festivales actuales, hay un gran pulpo que los organiza y se chupa todo. También las bandas se empiezan a cansar del trato, en el último Pepsi iba a tocar el Naty Combo y le dijeron 20 minutos en el escenario allá en el fondo, y el pibe dijo no, me están tomando el pelo. En otra época había más glamour. En los 80 se estaba haciendo, y en los 90 vino el negocio, que lo elevó a un lugar de mega pero a su vez lo corrompió. Ahora hay que salir y ocupar el lugar, si no lo está ocupando una franja de músicos que vos decís, ¿este de dónde salió? ¿Y que pasa con la mixtura de géneros en un mismo escenario? En los mega festivales tocan las bandas cortadas por la misma tijera, y si hay una diferenciación, por más minima que sea, se las

cerveza, ¿Y el rock qué? ¿Y la cerveza qué? Es muy cuadrado eso, es una caja, te largan al mundo y es rock y la cerveza, y no, hay un montón de otras cosas. Pero imagino que vos esto lo fuiste valorando con el tiempo, la diversidad de géneros, porque cuando eras mas pibe estarías con el rock todo el día. Yo me acuerdo que cuando escuchaba música era ultra cerrado, era la progresiva y no me hables de otra cosa. Ni siquiera el rock sinfónico… Claro, es así. Igualmente tenia la cultura de escuchar, por ejemplo, Correo Radial, que te pasaban folclore, cumbia… y te queda en algún lugar, y te vuelve. Me acuerdo que cuando viajé a España por primera vez en el ‘89, no es que lo descubrí, lo redescubrí a Yupanqui. Y casi me muero,

hoy tengo todo de Yupanqui, todo lo que ha hecho, libros, todo. Es mi ídolo, como guitarrista incluso, por supuesto no el único; está Jimmy Hendrix. Y en esto estás trabajando… Y sí. Redescubrí eso y me di cuenta de que tengo que abrirme a otras cosas. Porque la vida está llena de muchos colores, ¿porque te vas a quedar con uno? Eso es lo próximo, es a lo que voy, calculo que el próximo año. Ahora estoy en ver cómo sale el 2 de enero. Los músicos necesitamos cada vez más tocar que grabar. Algunos hacen un disco y te lo tiran, y vos decís, ¿me lo querés cobrar todavía? Es como un curriculum, me dijeron en Pop Art. El disco es un curriculum, y vos decís ¡mirá la guita que me gasté en este curriculum! Porque uno quiere hacerlo bien, tampoco vas a hacer uno todos los años. Pero bueno, en ese material ya empecé a trabajar, estoy buscando la gente con la cual hacer cada cosa. Vas a hacer un disco con estilos que por ahí no te son tan propios, y te vas a juntar a tocar con gente de otro palo para hacer temas fusionados… Si, es la idea. Acá hay un grupo que se llama los Palas, que hacen un exhibicionismo de bombos, y bueno, desde un lugar así. O con la Orquesta Sinfónica, o con los coros, y buscando alternativas, la manera y darle participación para que la mayoría de la gente dispare, que sirva de disparador. Porque por ahí dicen, otra vez este. Pero te aparecés con algo distinto, te relacionás, y los chicos redescubren canciones. La parte de folclore me gustaría hacerla con gente que yo hacia ya en Victorino, buscar puntualmente un bajista, un guitarrista y grabar, las canciones son estas… Pienso que va a salir algo diferente. Repetirte, hacer 20 discos de rock dark, creo que no, que no va.


Porque igual lo dark va a estar en todo lo que haga, folclore dark. Es mi estilo, y sumado va a salir una fusión interesante. Hay muchas deudas de fusiones, porque aunque se está fusionando casi todo, hay cosas que te pueden dar un paso más y pueden explotar. Cuando volvió en el 2007 Igoagrio lo hicieron bajo un lema que me pareció fenomenal: “La coronación del fracaso terrestre”. La banda volvía con un nuevo mensaje, que era este, nosotros ya lo dijimos hace 20 años, y ahora volvemos y es lo mismo, todo lo que podíamos de alguna forma denunciar en aquel momento, se adecua a lo que pasa hoy. ¿Cuál sería el mensaje de La Sobrecarga en este regreso? Y… que estamos más sobrecargados que nunca (risas). Ahí está el tema. Veo que hace falta ese sonido. Bien podría estar en cualquier festival, en cualquier lugar, de hecho está sonando en todos lados. (Nos reímos, porque justo en ese momento los chicos desde el escenario interpretan Conexión París) El otro día pedí unas cosas en Santa Rosa y viene el tipo y me dice: “che, en Santa Rosa suena mucho La Sobrecarga”. Acá en Trenque Lauquen no sé, yo creo que sí. Pero por qué no salir con sangre nueva. Tocando con chicos que nunca habíamos ensayado, una vez hacemos los temas de Sobrecarga y salen de 10, y digo, acá esta la banda, es esto. En el recital del 2 puntualmente, vamos a tocar las canciones que todos conocen, no sé si haremos temas nuevos. Yo viajo ahora a Buenos Aires y ya programamos 4 días

Dominici en el teatro San Martín de Buenos Aires

de ensayo a full en una sala. Pensamos llegar de la mejor manera. La cortamos de nochesita. La camioneta Saveiro que transportará el sonido aguarda impaciente. Le tomo un par de fotografías que quedan entre nosotros.

Las tardes de sábado en la plazoleta continuarán, lo mismo los domingos en la Estación. Y Dominci tocará, porque parece que a su historia “todavía le falta lo mejor”. texto Agustín Arzac































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