María la de El Paraíso

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María la de El Paraíso presenta el texto completo de las transcripciones de seis sesiones del tribunal que, entre enero y febrero de 1957, en la televisión nacional de Colombia, juzgó a la María de Jorge Isaacs, ficción principal de las que se consideran como literaturas colombianas y latinoamericanas. Junto con la “Vindicación de la María de Jorge Isaacs”, que hizo Jorge Luis Borges en 1937 y la respuesta de Eduardo Caballero Calderón a “Por qué ya no amamos a María” de 1938, este juicio demuestra que la novela de Isaacs fue —y quizá lo siga siendo hoy en su sesquicentenario— un objeto litigioso en el campo de los estudios literarios. Como complemento, este libro ofrece informaciones acerca del tribunal que juzgó la novela y los cuatro conceptos claves del litigio: cuadro de costumbres-costumbrismo, idilio, novela y Romanticismo. En él aparecen también las reacciones que la sentencia de condena de María suscitó entre varios renombrados intelectuales de la época, como Germán Arciniegas, Emilia Pardo Umaña o Hernando Valencia Goelkel. Finalmente, el volumen se complementa con dos estudios actuales escritos por los investigadores Barbara Dröscher y Carlos Rincón: el primero acerca de María como ficción fundacional fracasada de Colombia y el segundo sobre la Apoteosis de Isaacs en Medellín.

Editor académico Carlos Rincón Autores Bernardo Ramírez Germán Arciniegas Pedro Gómez Valderrama Juan Lamus Camilo López García Emilia Pardo Umaña Pedro Gómez Valderrama Carlos López Narváez Academia Colombiana de la Lengua Ernesto Cortés Ahumada Hernando Valencia Goelkel Barbara Dröscher



Ma ría l a de E l Paraí s o


Pontificia Universidad Javeriana

Ma ría l a de E l Paraí s o El juicio en televisión de la novela de Jorge Isaacs: los ecos y el dolor de lo que pudo haber sido y no fue

Carlos Rincón Editor académico ◉


Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © De la edición, Carlos Rincón © Carlos Rincón, Barbara Dröscher

Diagramación Diana Murcia

Primera edición: Bogotá, D. C., abril de 2018 ISBN: 978-958-781-213-8 Número de ejemplares: 300 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia

Cuidado del texto Marcel Camilo Roa Rodríguez

Diseño de cubierta Diana Murcia

Impresión Javegraf

Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7 n.° 37-25, oficina 1301 Edificio Lutaima Teléfono 3208320 ext. 4752 editorialpuj@javeriana.edu.co www.javeriana.edu.co/editorial Bogotá, Colombia MIEMBRO DE LA

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Rincón, Carlos, 1940-, editor académico, autor María la del paraíso : el juicio en televisión de la novela de Jorge Isaacs : los ecos y el dolor de lo que pudo haber sido y no fue / Carlos Rincón, Barbara Droscher. -- primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018. 206 páginas ; 24 cm ISBN : 978-958-781-213-8 1. Isaacs, Jorge, 1837-1895. María - Crítica e interpretación. 2. Novela colombiana – Historia y crítica. 3. Literatura colombiana - Historia y crítica. 4. Televisión – Historia – Colombia – Siglo XX. 5. Juicio televisado. I. Droscher, Barbara. II. Pontificia Universidad Javeriana. CDD C863.09 edición 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. ________________________________________________________ inp 23/03/2018

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.


§ . C ontenid o

Proemio 9 i. El pro c eso c ontr a M aría y l a recep ción de su sentenc ia Las sesiones del tribunal

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A propósito de la María Bernardo Ramírez

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El fusilamiento de Jorge Isaacs Germán Arciniegas

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¿Qué hago con este fusil...? Pedro Gómez Valderrama

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Isaacs ante el estrado Juan Lamus

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Encuesta: pro y contra María Camilo López García

77

El caso de María Emilia Pardo Umaña

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El Romanticismo Pedro Gómez Valderrama

87

El linaje sentimental de María Carlos López Narváez

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El fallo sobre María Academia Colombiana de la Lengua

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La María y la idea de la novela Ernesto Cortés Ahumada

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Entre lo menesteroso y lo ridículo. Evolución de la novela en Colombia, inclusive María Hernando Valencia Goelkel

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El tribunal y sus miembros

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Glosario 121 Fuentes 133 Bibliografía de la primera parte

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II. María y Jorge Isaac s e n el dra ma de un proy ec to de nac ión f racas a d o María o la ficción fundacional fracasada de Colombia Barbara Dröscher

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La Apoteosis de Jorge Isaacs: crónica de un acto de reconciliación fallido Carlos Rincón

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l os au tores

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Índice onomástic o

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Proemio

Este volumen presenta, en su primera parte, el texto completo de las transcripciones de seis sesiones del tribunal que juzgó entre enero y febrero de 1957 en la televisión nacional de Colombia a María (1867) de Jorge Isaacs (1837-1895), ficción principal de las que se consideran literaturas colombianas y latinoamericanas. Todas las correcciones y enmiendas de letras, palabras o partes de frases que fue necesario hacer a las transcripciones auténticas realizadas in situ no tuvieron nada de adivinatorio o coyuntural y son registradas con el detalle requerido. Esto es igualmente válido para el resto de materiales acerca de la recepción de las sesiones y la sentencia condenatoria del tribunal, debidos a personalidades de primer plano en la actividad literaria y cultural de entonces, que se consiguió recopilar para incluirlos en este volumen. Su publicación, basada en los procedimientos de la filología, se realiza a título de versiones definitivas de los textos de ese conjunto de documentos, autorizados por sus autores. Con este volumen se tiene así por fin acceso a una documentación relevante, sellada por la diferencia medial de lo auditivovisual y el dispositivo tipográfico, no disponible en su conjunto hasta hoy sobre aspectos básicos de problemáticas relacionadas con María. Desde los inicios de los estudios literarios a comienzos del siglo x i x en Prusia y Francia, la búsqueda, restauración, reconstrucción, recopilación, comentario y publicación de textos se consideraron con razón actividades definitorias de las disciplinas filológicas, y la ampliación de las fuentes algo indispensable para el trabajo sobre los textos y los estudios histórico-literarios. Las dimensiones alcanzadas por esas labores exigen cada vez, en el caso de las literaturas mayores, examen por aparte. Más tarde, la vinculación de esos trabajos eruditos con interrogaciones sociológicas, psicológicas, comparativistas, didácticas, de historia de la edición, estético-receptivistas, de estética del afecto y mediales, que echaron las bases para los abordajes interdisciplinarios en la investigación literaria, expandió permanentemente el terreno de pesquisa y la utilización de fuentes documentales. Las literaturas minores y mínimas no han sido ajenas a esos procesos básicos. Han sido preparadas de manera suplementaria informaciones sobre el tribunal y sus miembros, las fuentes que se pudieron localizar para acudir a ellas en busca de la documentación presentada y un glosario de términos literarios relacionados directamente con la temática del volumen. Completan

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el volumen, en la segunda parte, dos artículos, escritos por la investigadora Barbara Dröscher y por mí, sobre María como ficción fundacional fracasada de Colombia y la apoteosis de Isaacs, que pronto se ignoró y olvidó, como acto nacional de reconciliación fallido. Destinado a aparecer al cumplirse ciento cincuenta años de la primera edición de ochocientos ejemplares de María, la preocupación principal de este volumen es que sea apto para todos los públicos. “Never apologize, never explain” (“nunca te disculpes, nunca expliques”) fue el precepto dado por Benjamin Jowett a quienes comenzaban su carrera. Si no ha sido posible acatarlo respecto a mi decisión de reunir y publicar la parte de documentación sobre el juicio de María, lo es menos para la de preparar los dos artículos y los materiales suplementarios que la acompañan. Unos y otros fueron escritos con un horizonte preciso, pero el grado de su desajuste respecto a los debates que estaban en el orden del día, en dominios colombianos e hispanoamericanos, entre tanto parece hoy haberse reducido tendencialmente. Dos procesos generales en los campos de la teoría de la literatura y las investigaciones histórico-literarias formaban parte de su determinación. Cuando se preparó el manuscrito hacía tiempo que un hecho había resultado obvio. El camino tomado hacía décadas por la teoría de la literatura como subdisciplina y como discurso, con sus transformaciones, cambios y complejizaciones innovativas, acababan por conducirla a un callejón sin salida. Después de que la teoría de la literatura fuera instancia salvadora para los estudios literarios, propiciando la eternización de la crisis estallada en los años veinte del siglo pasado, esta los abocó a situaciones dilemáticas. Por lo que tocaba a la teoría y la práctica de la historia de la literatura, también se había hecho patente su innegable endeblez, hasta la de sus últimas flamantes versiones. Se trataba institucionalmente, es ahora claro, de una construcción edificada gracias a conceptos teóricos e imaginaciones plásticas, cuyas formulaciones y enunciados metafóricos estaban destinados a que series de textos resultaran comprensibles. Pero si esos precarios andamiajes convertían más mal que bien aconteceres y objetivaciones literarias en matrices y modelos, a cada paso su flexibilidad —de la que, en últimas, dependían sus pretensiones de validez— estaba puesta a prueba. De modo que, tal como la teoría de la literatura no había conseguido producir siquiera un concepto metahistórico y supratemporal de ella, las respuestas acerca de cómo estaban construidos los textos se relacionaban con sus sociedades y, sobre la media, los papeles y las situaciones comunicativas concretas, lo mismo que las incidencias de los giros lingüístico, cultural e icónico habían

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hecho tambalear consuetudinariamente hasta las más monumentales historias de la literatura, desde cuando estaban recién acabadas de imprimir. Con todo, había en ese momento sectores de la investigación con perspectivas que resultaban halagüeñas. Las búsquedas sobre la jornada de Leopold Bloom y el sueño de Humphrey Chimpden Earwicker, por ejemplo, se encontraban entre los desarrollos más conspicuos. No solo entreveraban la pragmática de los textos, las aproximaciones semióticas y las consideraciones mediales, sino que propiciaban investigaciones de punta sobre el potencial de sentido de los textos y su despliegue sucesivo. Había conseguido perfilarse así un teorema: la historia de la multiplicación de interpretaciones parciales, equivocadas, lo mismo que de visiones y cegueras, de rodeos incoherentes o reflexivos, de intervenciones acomodaticias o capaces de poner un texto en crisis, permite saber sobre qué es el texto. Cuando ya se dibujaba ese horizonte, realicé en 1996 en Berlín, dentro de las actividades de docencia e investigación corrientes en el Instituto Central de América Latina de la Freie Universität Berlin, un seminario sobre María. El año anterior en Bogotá, después de establecer los contactos necesarios y de días de trabajo de hemeroteca con Gerda Schattenberg-Rincón, pude obtener versiones de las sesiones del tribunal de María en la televisión en 1957 y de la mayoría de glosas, artículos y comentarios que dieron forma a ese acontecimiento. Luego en Berlín, estos formaron parte de los materiales sobre los que trabajaron estudiantes alemanes y norteamericanos de maestría inscritos en el seminario. A ellos les resultó muy extraño que para la época de publicación de María hubiera todavía en los Estados Unidos de Colombia letrados que, como José María Vergara y Vergara y Miguel Antonio Caro, recurrieran a la retórica normativista para ponerse a buen recaudo y encasillar la novela con los códigos del género idilio. A esto se agregaba, en el caso de Caro, su imposibilidad absoluta de entender qué era una ficción novelesca y sus delirios filológicos para hacer de Gonzalo de Oyón la ideal, invisible, completa y perfecta epopeya que sus intereses le hacían anhelar. Chocó, además, la estultez con que ellos reclamaban autoridad y que se la reconociera aún casi un siglo después. Hubo, sin embargo, momentos regocijantes. ¿Eran de zoilo o de trujamán —esos términos los traían los estudiantes de su paso por Salamanca— las habilidades de Carlos López Narváez, el defensor ante el tribunal, para pretender “citar” muy campante —sin especificar que no estaba hablando sobre las literaturas a las que pertenecían entre otros Goethe, Rousseau, Diderot, Laclos, Richardson, Defoe o Fielding, de la época del rescate inglés y alemán de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, repudiado

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en la España en ruinas (“no hay nadie tan necio que elogie el Quijote”, decía Lope de Vega)— que “el siglo x v i i i fue estéril en novelas”? Parecía, además, que aquel y el acusador, Pedro Gómez Valderrama, se habían negado los placeres deparados por Jane Austen, contemporánea de Madame de Staël, con Orgullo y prejuicio, Mansfield Park, novela en tres tomos, y Emma, que reseñó anónimamente Walter Scott. Extrañeza, asombro e hilaridad eran reacciones esperadas. No preví, en cambio, hasta qué punto podía llegar el estupor ante dos posiciones permanentes entre los participantes del evento de 1957. Su primera premisa parecía haber consistido en eludir de forma sistemática —¿qué clase de censura podía impedirlo?— toda alusión a los costos en democracia, republicanismo, moral pública, devastaciones sociales y económicas que había tenido, a más tardar desde la misma década de 1830, la reincorporación a la Nueva Granada de la esclavocracia separatista del Cauca. La segunda parecía suponer tanto encerramiento, ignorancia voluntaria, como inepcia o desidia literaria y cultural. Faltaba a su modo de ver cualquier cotejo con la literatura del sur esclavista en Norteamérica, anterior a la guerra civil. El cuarto volumen de la historia de la “American Literature” de Van Wyek Brooks, The Times of Melville and Whitman (1947), una obra estandarte de referencia ineludible, había tratado a espacio sobre el peso de los intereses de esa sociedad esclavista en las letras, el ascendiente de los cotton snobs, el gusto jeffersoniano de los propietarios en esa sociedad. Pero lo que los confundía no era esto únicamente. Se ignoraba o se pretendía ignorar que el más grande narrador latinoamericano del siglo xix era Joaquim Maria Machado de Assis, que la culminación de su arte la había alcanzado al asumir el paradigma de Tristram Shandy (1759) en sus Memorias póstumas de Brás Cubas (1881) —“Brás” por Brasil y “Cubas” por Cuba, los únicos países americanos en donde se mantenía entonces oficialmente la esclavitud—. No ayudó a apaciguarlos en nada señalar que se trataba de ignorancias hispanas compartidas. Así Laurence Sterne y el fundador y presidente de la Academia de la Lengua del Brasil fueran traducidos y comentados en muchos idiomas, no hubo versiones al castellano de sus novelas antes de la última parte del siglo xx. De modo que descartadas las imaginaciones acerca de la acumulación y continuidad de las lecturas de María, por tratarse cuando más de puras proyecciones deseantes, se impuso una evidencia. La más elemental consideración de las condiciones de comprensión o de los intereses interpretativos de la ficción de Isaacs hacía patente que la historia de las lecturas de María no proporcionaba asidero alguno para demostrar el teorema sobre los despliegues de las potencialidades de sentido de ese texto. Tomaba así todavía

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Proemio

más relevancia el cambio completo de coordenadas propuesto tan brillantemente por Doris Sommer, en su contribución al libro Nación y narración (1990), editado por Homi K. Bhabha, y en el capítulo sobre la enfermedad de María, incluido en su emblemático libro Ficciones fundacionales. Las novelas nacionales de América Latina.1 Teniendo en cuenta, además, una curiosa circunstancia colombiana: la transformación anacrónica, exclusiva de Colombia, de una controvertible opinión de Jorge Luis Borges como tabla de salvación para María, la del Paraíso. Esta opinión había formado parte, dirigiéndose en 1937 a un público muy específico, de las reiteraciones de Borges acerca de la legibilidad e ilegibilidad, del disfrute o desabrimiento y del papel del Romanticismo en la literatura argentina. Se procedía ignorando no solo cuanto podía haber sucedido entre tanto en la investigación, sino también en los hechos básicos. En Colombia, las celebraciones que han debido establecer definitivamente el carácter de “clásico nacional” de Isaacs y su novela tuvieron un colofón en el artículo “Por qué ya no amamos a María” (1938), del entonces joven escritor Eduardo Caballero Calderón. Con él, Caballero asumió la responsabilidad de contar los motivos que movían a negarle la condición sine que non de clásico: la lectura repetida.2 Las tres carillas publicadas sobre María en la revista femenina bonaerense El Hogar, el 7 de mayo de 1937 por Borges, fueron reeditadas apenas medio siglo después con el número 60 entre los 208 textos incluidos en el libro de la Colección Marginales, titulado Textos cautivos. Ensayos y reseñas en “El Hogar” (1936-1939).3 Para tomar en Colombia el sello del Borges dixit. 1 Con ese título el Fondo de Cultura Económica publicó en 2004 en Bogotá la versión en español del libro de Doris Sommer, Foundational Fictions: The National Romances of Latin America, editado en 1991 por la University of California Press, Berkeley. Entre esas dos fechas, la única mención del libro que se hizo en Colombia apareció en la documentación internacional compilada por Sarah de Mojica, Mapas culturales para la América Latina. Culturas híbridas, no simultaneidad, modernidad periférica (Bogotá: Ceja, 2001, 102-103). 2 Carlos Rincón, “Canon y clásicos literarios en la década de 1930”, en Entre el olvido y el recuerdo. Ìconos, lugares de memoria y cánones de la historia y la literatura en Colombia, ed. por Carlos Rincón, Sarah de Mojica y Liliana Gómez (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2010), 419-477. 3 Jorge Luis Borges, “Vindicación de la María de Jorge Isaacs”, en Textos cautivos. Ensayos y reseñas en “El Hogar” (1936-1939). Ed. por Enrique Sacario-Gari y Emir Rodríguez Monegal (Barcelona: Tusquets, 1986), 127-130. En “Un acontecimiento editorial”, las páginas introductorias de María, el primero de los once volúmenes de las Obras completas de Jorge Isaacs, editados por María Teresa Cristina (Bogotá: Universidad del Valle, Universidad Externado

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Esa era la situación en el campo investigativo que movió a preparar los dos artículos de marras: “María o la ficción fundacional fracasada de Colombia” y “La apoteosis de Jorge Isaacs: crónica de un acto de reconciliación fallido”. Hubieran podido entregarse a cualquier revista especializada en Europa o en los Estados Unidos. Empero, el destino de los que habían sido materiales de trabajo para un seminario y de esos dos estudios cambió a raíz de un cargo de profesor visitante del Johann Gottfried Herder-Programm del Servicio Alemán para el Intercambio Académico (da a d) en Bogotá en 2013. Así, estos dos artículos pasaron a formar parte de la preparación de un proyecto de publicación que como tal —de ahí los suplementos— pudo cerrarse en ese año. El trabajo constante y calificado de Marcel Camilo Roa Rodríguez fue una colaboración indispensable para concluirlo. Quiero agradecer a la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana por acoger este libro en su catálogo, pues hace posible el disfrute y debate entre sus lectores. C a r l o s R i nc ón

de Colombia, 2005), se recurre así a esa nota: “Con sus apreciaciones, Borges desmantelaba falsos esquemas de lectura de María y dejaba sin piso la tesis de que Isaacs hubiera sido simplemente romántico“ (xi).

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i. el pro c eso c ontra m a rĂ­a y l a recep ciĂłn de su sentencia



L as sesiones del tribu na l * Primera sesión Enero 16 de 1957. Siendo exactamente las ocho y cincuenta y siete minutos de la noche se dio comienzo a la sesión, estando presentes el señor acusador, doctor Pedro Gómez Valderrama, el señor defensor, doctor Carlos López Narváez, y el jurado integrado por los doctores: Bernardo Ramírez R., presidente, y Jorge Vélez García. Previa excusa y por hallarse fuera de Bogotá, no asistió a la audiencia el jurado doctor Gonzalo González, g o g. El presidente, doctor Ramírez, declara abierta la sesión solicitando al relator, señor Díaz Granados, dé lectura al texto de la demanda presentada por el acusador. Demanda: Señores miembros del jurado del proceso de la novela María. E. S. M. Señores jurados: Yo, Pedro Gómez Valderrama, por medio del presente escrito demando ante ustedes la novela María, del escritor colombiano Jorge Isaacs, para que, previa la tramitación del juicio correspondiente, este tribunal formule las siguientes declaraciones condenatorias: Primera: El relato o novela María adolece de fallas, desde el punto de vista de la estructura y de la técnica novelísticas, que no permiten considerarla como ejemplo del género literario en el cual se clasifica. Segunda: María, producto de la época romántica, ceñido harto fielmente a sus moldes europeos, nace como toda la literatura-reflejo de aquella época en la América Latina, cuando se inicia ya el período de liquidación del Romanticismo. Y así como las cualidades, recoge y hasta cierto punto amplía todos los defectos y errores de aquel movimiento.

* Las sesiones del proceso contra María fueron originalmente publicadas en el periódico Intermedio, entre febrero y marzo de 1957 (véase más adelante el capítulo “Fuentes”, 130).

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Tercera: El mayor de los mencionados defectos es el que surge del sentimentalismo que cultivó en Europa el Romanticismo y que se convierte, al cruzar el mar, en el extremo del sentimentalismo elemental. Cuarta: María es el representativo mayor de la primera etapa de la novela americana, en la cual hay todavía una servidumbre hacia la novela europea en el tratamiento de los hechos y aun del ambiente, además de otros elementos que dan al libro un matiz que lo distancia del proceso de la vida colombiana de la época en que se escribió. Es un libro que queda parcialmente al margen de los propios problemas de la época en la América Latina. Quinto: Aun admitiendo que el libro haya tenido una zona de influencia benéfica en la literatura colombiana, hay un amplio sector en el cual sus proyecciones ofrecen aspectos perjudiciales. Señores del jurado, [firmado] Pedro Gómez Valderrama. Concluida la lectura del escrito anterior, el señor presidente del jurado, doctor Ramírez, concede el uso de la palabra al señor acusador, doctor Gómez Valderrama. Señor acusador, doctor Gómez: —Señores miembros del jurado, señor defensor, señoras, señores: La distancia a que hoy nos encontramos del Romanticismo del siglo x i x parece suficiente para intentar su examen crítico. Acaso la última generación que al iniciar su vida experimentó las consecuencias del fenómeno romántico fue la generación a la cual yo pertenezco. En ningún caso puede decirse que la generación que ahora comienza haya experimentado, en ninguna de sus formas, ni literariamente ni siquiera desde el punto de vista vital, la influencia del fenómeno romántico. Es un fenómeno para esta generación un poco distante y extraño. Por consiguiente, la distancia con el Romanticismo es suficiente para empezar a juzgarlo. En la América Latina, la obra con la cual se puede entrar a juzgar mejor lo que fue el fenómeno romántico es la novela María, de Jorge Isaacs. Los fundamentos de la acusación los habéis oído en el memorial que fue dirigido a los señores miembros del jurado. Considero honradamente que el fundamento del progreso es el examen de conciencia permanente con respecto al pasado. A través de este proceso, me propongo que hagamos este examen de manera honrada,

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aproximando la crítica literaria a un terreno que hasta el momento muy pocas veces ha pisado el examen de la novela María. Con la María ocurre un fenómeno literario, muy explicable desde luego. En noventa años que lleva de publicada, los panegíricos, los elogios, los ensayos admirativos han abundado. La crítica equilibrada y serena ha sido sumamente escasa. ¡Es explicable! Hasta el momento no había sido posible hacerlo porque todavía estaba demasiado cercano el fenómeno. Hoy en día se puede. Todavía las viejas generaciones la recuerdan como una parte integrante de su vida y ese es un fenómeno que no se puede desconocer. Pero las nuevas generaciones se encuentran lo suficientemente distantes como para poder pensar de otra manera, y entrar en este examen que vamos a hacer de acuerdo con los cargos formulados en el memorial de acusación. En los demás países latinoamericanos, María es el representativo más calificado de la época romántica, tal vez con Amalia, del argentino José Mármol. En Colombia, además de esta calidad, presenta otro aspecto: en Colombia existen dos Marías. La María del libro y la María de la leyenda.1 Fuera de este personaje de leyenda que va mucho más allá del libro, que se sale de sus páginas, tenemos la novela y es ella la que vamos a examinar aquí, señores del jurado. Con este examen crítico del libro pretendemos determinar su valor exacto. Aislando el problema de las consideraciones afectivas y sentimentales, de los hechos memorables que se encuentran vinculados al libro. Vamos a tratar de examinarlos fríamente. Me voy a referir al primer punto de vista de mi acusación: María desde el punto de vista de la estructura y de la técnica novelísticas. Sobraría hacer un recuento de lo que es el argumento de la María, para todos suficientemente conocido. Sin embargo, me voy a permitir leer, presentándolo al mismo tiempo como primera prueba, un escrito de don José María Vergara y Vergara, es el resumen del concepto de dicho autor expresado el mismo año de la publicación de la novela. Este artículo está reproducido en la revista literaria La Patria de don Adriano Páez, en la edición correspondiente a la época de la muerte de don J. M. Vergara y Vergara. Dice lo siguiente: María no es un hogar excepcional sino común y muy común. No hay simetría ni resortes creados ad hoc. No hay soledad, gran recurso para el caso. Ni sociedad abundante que es otro recurso muy

1 En las dos transcripciones se leen las frases siguientes: “La María que nica [sic] novelísticas. Sobraría hacer cia [sic] a lo largo del Valle del Cauca. Del paisaje más hermoso de Colombia y uno de los más hermosos de América, sin duda alguna”.

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grande. Lo primero fue el principal auxilio de Chateaubriand y Saint-Pierre. Lo segundo es el mejor cómplice de Dumas y Sue. En María figuran el padre y la madre. Dos hijos: Emma, personaje de comparsa en el cuadro y Efraím, joven que vuelve de Bogotá a la casa paterna y se enamora de María, huérfana criada por sus tíos los padres de Efraím. Hay un niño, hermano de esta, personaje innecesario para el inventor y del cual saca mucho partido el narrador, haciéndolo asistir a los castos y ardorosos diálogos de los dos amantes como un garante de la pureza de aquellos amores. El niño Juan representa el papel del ángel de la antorcha en La huida a Egipto de Vásquez. Su antorcha sirve solamente para iluminar el rostro de la Virgen. Hay criados, colonos, vecinos que se visitan y un perro viejo llamado Mayo. Cacería, pasiones, deudas, trabajo, pesares, esperanzas, intrigas, personajes secundarios útiles. Hay en fin todo lo que se encuentra en una casa. María y Efraím no son dos niños en una isla desierta como Pablo y Virginia, ni dos jóvenes solos en el desierto como Chactas y Atala. María y Efraím son dos jóvenes vestidos con telas europeas, que vivieron en una hacienda del Cauca, se amaron se fue él y… [¿]para qué decir el fin de la novela? Es la prosa de la vida vista con el lente de la poesía. Es la naturaleza y la sociedad traducidas por un castizo y hábil traductor. María es un idilio, un canto de hogar, una crónica casera, un conjunto de escenas dichosas y tristes hábilmente descritas. El mejor carácter, el más sostenido es el de María la protagonista y después de ella siguen por su orden de méritos el del padre y el de Efraím. Los de la madre, Enma y el niño son los de una madre, una joven y un niño. Quiero decir que no tienen nada ni de particular ni de irregular. Son las medianías del hogar.2

Con esto basta por el momento y es interesante recordar que don José María Vergara y Vergara fue uno de los primeros que descubrió los valores literarios de la María e introdujo a Isaacs a los círculos de las letras en Santa Fe de Bogotá.

2 La primera publicación del juicio crítico la hizo Vergara y Vergara en su periódico La Caridad, lecturas del hogar (Bogotá, 5 de julio de 1867, 650). La cita se incluye aquí, ajustándola al texto de esa edición.

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Hay muchos aspectos que se pueden analizar en este tema de la estructura novelística de María. El primero de ellos es el tema en sí. El amor adolescente que es tema que de por sí excluye la originalidad. Y en el fondo, lo fundamental del libro no está en el tema ni tampoco el fondo de la obra. Pero si vamos a buscar la acción no encontramos mayor acción, señores del jurado. Para no decirlo con palabras mías quiero, como prueba segunda, presentar esta cita del maestro Rafael Maya, correspondiente a una oración consagrada a Isaacs en su primer centenario: La María no es más que una serie de cuadros patriarcales, una pura y tranquila égloga tropical en su parte descriptiva, y un poema de la vida campestre que sólo al final se entenebrece, como esas tardes de nuestros climas, que comienzan vestidas de luz y acaban rasgadas por el relámpago. [...] La novela [dice más adelante] carece de una acción exterior dominante; no juegan en ella personajes de condición excepcional, ni las descripciones del ambiente son pinturas de parajes exóticos. Todo se reduce a unos cuantos sucesos caseros, y a hechos y circunstancias de ocurrencia habitual en las residencias campestres. Hay, además, un idilio intermitente que si le infunde su tono sentimental y su inmensidad lírica a la obra, no constituye, con propiedad, el cuerpo de la novela, que en las tres cuartas partes de su extensión, es un lienzo de trazos realistas, una ancha galería descriptiva.3

Sorprende realmente, señores del jurado, la coincidencia entre diversos autores —no solamente los dos citados— en señalar como una de las calidades más importantes de la María el aspecto descriptivo, cuando la María para todos y ante todo es una novela de amor, si es novela y se la puede considerar como tal. Desde luego, en la María operan dos fenómenos que no se pueden descuidar y que al considerarla en su conjunto hay que tener en cuenta, especialmente uno de ellos: el fenómeno de lo que yo llamaría la salvación por el paisaje. Así como el argumento, débil en muchas ocasiones, se salva por el estilo. No quiero entrar ahora a discutir el problema del paisaje que estudiaré más adelante en otra de mis intervenciones. Por esta razón, en gracia de la

3 Rafael Maya, “Jorge Isaacs y la realidad de su espíritu”, en Alabanzas del hombre y de la tierra (Bogotá: Librería Voluntad, 1941), II: 79-81.

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brevedad del tiempo, quiero referirme a otro aspecto que es fundamental en el de María: el problema del costumbrismo. El costumbrismo es el descendiente directo de la picaresca española que al llegar a la América Latina se vuelve ingenuo y sencillo, como la vida patriarcal que se llevó en los tiempos de la Colonia y en los primeros tiempos de la República. En la María el costumbrismo aparece patente. Lo encontramos utilizado en dos formas: una de ellas, en ciertos casos muy adecuadamente para realzar el patetismo de las situaciones. (El momento del entierro de María, etc.). En otros momentos, el costumbrismo aparece en María como si se emplease con el propósito deliberado de extender la obra en amplitud material. De llenar huecos; de suplir fallas. Desde luego, no voy a decir que las páginas de costumbres que se intercalan allí no son extraordinariamente bien escritas y de una gran penetración, y documentos muy importantes para la historia de las costumbres en Colombia; pero dentro de la unidad de la acción la quiebran fundamentalmente. Conspiran contra la belleza del romance. Son inadecuadas. Se podrían citar muchos ejemplos: digamos el más claro de todos: el regreso de Efraín por el Dagua. Todo ese cuadro de la naturaleza, hermosa, sobrecogedora. Pero Efraín está pendiente en ese momento del canto de los bogas, está pendiente de las serpientes, está pendiente de las rompientes del río. Está atento a todo, absolutamente a todo, pero no recuerda en ese instante que su amada está muriendo, que acaso ya ha muerto. Es una cosa que sorprende, que inclusive ata un poco al lector. Le ata a pesas de plomo para poder seguir adelante. Se podrían multiplicar los caso[s]: las visita[s] a Emigdio, por ejemplo. La misma cacería del tigre. Son aspectos muy interesantes, desde luego, pero rompen definitivamente la unidad de acción de la novela. El señor defensor, doctor López Narváez: —¿Me permite, señor acusador, una pequeña interpelación que puede servirnos para orientar la discusión en las sesiones venideras? El señor acusador: —Desde luego, señor defensor. El señor defensor: —¿Cree usted que “el canto a la selva” en la novela La vorágine, de José Eustasio Rivera, interrumpe la unidad estructural de la obra? El señor acusador, doctor Gómez: —¡No, señor defensor! No creo. Y no creo porque a mí me parece que el tratamiento del paisaje en Isaacs y Rivera es perfectamente distinto. El señor defensor: —Como son distintos el valle de la selva.

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Las sesiones del tribunal

El señor acusador: —¡No importa! Desde luego que son distintos y en eso estamos perfectamente de acuerdo... Pero no se trata de esto. Se trata de que en La vorágine el tratamiento del paisaje es netamente americano. En Isaacs el tratamiento es todavía europeo y definitivamente influido por los románticos. A mí me parece que la novela americana se inicia con La vorágine. El momento y el único antecedente que tiene esto, señor defensor, es el “Nocturno” de José Asunción Silva. La noche del “Nocturno” no es la noche de los románticos. Es la noche americana que es mucho más importante que el mismo personaje, que el mismo dolor del personaje. Esa es mi opinión al respecto. El señor defensor, doctor López Narváez: —Muy respetable. El señor acusador, doctor Gómez: —Volviendo al análisis de la obra encontramos que se podrían citar episodios que [f]allan. Momentos en que la técnica novelística se hace elemental e inclusive es inferior a la grandeza del tema. Hay casos, por ejemplo, en que Isaacs salva la unidad del relato al evitar la tentación de describir la vida de Efraín en Londres. Pero hay casos en que no la salva como en el caso ya mencionado de los cuadros de costumbres. Otro hecho, por ejemplo, que anota Enrique Anderson en su prólogo a la edición de María hecha recientemente en México por el Fondo de Cultura Económica: el caso de Carlos, el pretendiente de María, es en realidad vago, sobrante dentro de la trama del libro y no recibe una solución adecuada. Es un episodio que perfectamente se habría podido suprimir. Entrando al examen de los personajes, desde luego, María es en gran parte una novela de vida íntima. Sin embargo, se cumple el fenómeno de que la descripción del alma que hace el novelista es semejante a la descripción del paisaje. Es una descripción hasta cierto punto epidérmica. No penetra psicológicamente en los personajes. Desde luego, se me puede decir, la María no es una novela psicológica. Pero hay este aspecto, muy interesante de estudiar: es el caso de la riqueza de intimidad que hay en la María y de su superficialidad. Como todos los problemas de intimidad de la María flotan y naufragan un poco en el mar de lágrimas del romanticismo. No hay un buceo espiritual profundo. Las descripciones de los estados afectivos se cumplen siempre por la manifestación externa de ellos. La palidez, las lágrimas, los suspiros. Es lo que Anderson llama la “fisiología del amor”.4 Por

4 Enrique Anderson Imbert, prólogo a María (México: Fondo de Cultura Económica, 1951), xxvii.

23


María la de El Paraíso

otra parte sobra mencionar las situaciones convencionales del idilio que a veces cumplen la misión de aproximar al lector realmente a la novela, para llevarlo por ese camino a páginas de mayor altura. Tal vez no vale la pena entrar en detalle en estas situaciones convencionales, pero baste con decir que en realidad ese es uno de los fenómenos que a la vez que acusan una mayor aproximación desde el punto de vista sentimental, entre el lector y la novela, distancian más al crítico de esta. En realidad, la María es una novela con dos personajes y la sombra del padre. La madre, Emma, son pasos fugitivos nada más. Desde luego, con dos personajes se puede hacer una novela, como se puede hacer con uno, como se hizo el Robinson Crusoe; pero en María son personas de novela, son más bien símbolos, síntomas de referencia, y todos se diluyen en lo poemático. Antes de terminar quiero, en relación con el aspecto novelístico de María, aducir una prueba importante. Es una cita de don Miguel Antonio Caro. Desgraciadamente no pude conseguir el ensayo original, “El darwinismo y las misiones”, en el cual se encuentra. Sin embargo, creo importante y conveniente leerla, del tomo i v de Historia de la literatura colombiana de don Antonio Gómez Restrepo. El señor Isaacs —dice el señor Caro— es conocido en Colombia y en otras regiones panamericanas como novelista y poeta, mejor dicho, como poeta exclusivamente, porque María no es una novela (y si como tal se juzgase sería una mala novela); es un idilio, un sueño de amor, como es idilio en prosa, y modelo de todos los demás, el Pablo y Virginia del inmortal Saint-Pierre, como es idilio en verso, menos puro y sencillo que aquel, el Joselyn de Lamartine.5

—En esta forma termino mi intervención de hoy, señor presidente, rogándole me permita extenderme en algunos de estos conceptos en la próxima sesión. El señor presidente: —Se da por terminada la sesión de hoy y se convoca para el próximo miércoles a las nueve de la noche.

5 Antonio Gómez Restrepo, “Jorge Isaacs”, en Historia de la literatura colombiana (Bogotá: Dirección de Extensión Cultural de Colombia/Imprenta Nacional, 1946), 187.

24


l os au tores

Carlos Rincón

Es Profesor Emeritus de la Freie Universität Berlin, donde se desempeñó como profesor y subdirector del Instituto Central de Estudios Latinoamericanos. Se doctoró en la Universidad de Leipzig en 1965 y recibió en 2002 el título de Doctor Honoris Causa de la misma universidad. Ha sido investigador y profesor invitado de las universidades de Harvard y Stanford. Ha dirigido proyectos de investigación y realizado estancias investigativas y de docencia patrocinadas por las fundaciones Volkswagen, Fritz Thyssen, Johann Gottfried Herder y el Servicio Alemán para el Intercambio Científico (DAAD). Además, ha participado en actividades investigativas apoyadas por la Paul Getty Foundation. En 1995 recibió en Colombia el Premio Nacional de Ensayo y en 1996 en México el Premio de Ensayo Hispanoamericano de la Fundación Lya y Luis Cardoza y Aragón de manos de su presidente, Gabriel García Márquez.

Barbara Dröscher

Fue profesora en el Instituto Central de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlin, entre 1998 y 2005. Recibió la habilitación de la Facultad de Humanidades de la misma universidad en 2005, con una conferencia que versó sobre Rubén Darío y Heinrich Heine. En el campo de la germanística publicó el libro Zur Poetik Christa Wolfs; en el de los estudios latinoamericanos es autora del estudio Mujeres letradas. Fünf zentralamerikanische Autorinnen und ihr Beitrag zur modernen Literatur: Carmen Naranjo, Ana María Rodas, Gioconda Belli, Rosario Aguilar und Gloria Guardia (2004). Fue coeditora de los volúmenes Acercamiento a Carmen Bullosa (1999), La Malinche. Übersetzung, Intertextualität und Geschlecht (2001) y Carlos Fuentes‘ Welten. Kritische Relektüren (2003). Actualmente adelanta investigaciones biográficas.

199



Índic e onomástic o

Acosta de Samper, Soledad: 110, 112

Benjamin, Walter: 121, 165

Agudelo, Avelino: 180

Betancur, Belisario: 118, 119

Alarcón, Pedro de: 31, 99, 100

Beyle, Henri (Stendhal): 102, 128

Alas, Leopoldo (Clarín): 99, 100

Biver, Marie-Louise: 179

Alighieri, Dante: 50, 87

Blanco García, Francisco: 64, 65

Almario, Oscar G.: 147

Blasco Ibáñez, Vicente: 31, 99

Alonso, Dámaso: 113

Boccaccio, Giovanni: 95, 98

Álvarez R., Ana: 188

Böhl de Faber, Cecilia (Fernán Caballero): 99, 123

Anderson Imbert, Enrique: 23, 71, 92 Andrade, Luis Ignacio: 116

Bolívar, Simón: 71, 90, 173, 191

Arango del Llano, María Ignacia: 169, 178

Bonald, Louis de: 88, 126

Arango, Carlos: 187

Boswell, James: 87, 126

Arango, Dionisio: 176

Botero Guerra, Camilo: 169, 178, 180, 187, 188

Arbeláez, Juan Clímaco: 167, 169, 171, 172 Arbeláez, Juan G.: 175

Bowen, Elizabeth: 29

Arboleda, Julio: 47, 55, 72

Brecht, Bertolt: 116

Arciniegas, Germán: 69, 71, 73, 112, 135

Byron, George Gordon: 89

Aristóteles: 125

Caballero Calderón, Eduardo: 13, 111

Arouet, François-Marie (Voltaire): 189, 190

Caballero, Fernán: Véase Böhl de Faber, Cecilia

Atila: 103 Augusto: 125, 126

Cadalso, José: 90

Austen, Jane: 12, 128

Caicedo Rojas, José: 173

Bal, Mieke: 142, 149

Caillois, Roger: 106

Balzac, Honoré de: 30, 45, 102, 105, 123

Calderón de la Barca, Pedro: 79

Barba-Jacob, Porfirio: 83, 102

Camacho Roldán, Salvador: 173

Baroja, Pío: 31, 106

Campoamor, Ramón de: 130

Barrès, Maurice: 102

Cano, Alcides: 60

Baudelaire, Charles: 97, 98, 122, 130

Cano, Fidel: 169, 180, 184, 185, 193-195

Bayona Posada, Nicolás: 52

Cano, Gabriel: 119

Bécquer, Gustavo Adolfo: 6, 130

Cano, Luis: 180

Beethoven, Ludwig van: 85

Caro, José Eusebio: 47, 55, 72

Bello, Andrés: 91

Caro, Miguel Antonio: 11, 24-26, 28,

Belting, Hans: 179

40- 46, 49, 56, 58-61, 70, 93, 96, 97, 112,

Benjamin, Jessica: 152

116, 121, 129, 130, 166, 175-177, 179, 184

201


María la de El Paraíso

Carrasquilla, Rafael María: 116

Font Castro, José: 134

Carrasquilla, Tomás: 28, 29, 102, 112, 113, 187

Fontane, Theodor: 123

Cela, Camilo José: 103

Franco, Francisco: 117

Campazas, fray Gerundio de: 98

Freud, Sigmund: 54, 151

Cervantes, Miguel de: 50, 85, 125, 128

Fromm, Erich: 151

Charry Lara, Fernando: 78

Gaitán Durán, Jorge: 78, 85, 118

Chateaubriand, René de: 20, 34, 70, 71, 73,

García Sarmiento, Félix Rubén (Rubén Darío): 167

75, 88, 89, 91-93, 102, 126 Chejov, Anton: 76

Genette, Gérard: 129

Chevalier, Sulpice Guillaume

Geßner, Salomon: 126 Giesey, Ralph E.: 193

(Gavarni): 122 Coleridge, Samuel Taylor: 130

Giraldo Jaramillo, Gabriel: 80

Coloma, Luis: 99, 128

Goethe, Johann Wolfgang von: 11, 126, 150, 151

Colón, Cristóbal: 88, 97, 103 Connell, Robert: 145

Gogol, Nikolái: 76

Córdoba, José María: 167

Gómez, Efe: 28

Cortés Ahumada, Ernesto: 135

Gómez, Laureano: 116, 117

Croce, Benedetto: 97

Gómez Restrepo, Antonio: 24, 27, 33, 40- 44, 46, 121

Cuervo, Rufino José: 56, 97, 179

Gómez Valderrama, Pedro: 12, 17, 18, 22,

Curcio Altamar, Antonio: 109-113 Daumier, Honoré: 122

23, 25, 26, 30-32, 36, 41, 48, 57, 67, 71, 72,

Díaz, Eugenio: 28

77, 79, 81, 86-88, 90, 92, 98, 113, 118, 119, 133, 135

Díaz Granados, Norberto: 17, 32, 41, 48,

González, Gonzalo (gog): 17, 32, 41, 48, 56,

119, 133

67, 77, 78, 80, 119

Dickens, Charles: 102, 128 Dickinson, Emily: 130

Grandville, J. J.: 122

Diderot, Denis: 11, 128

Greiff, Luis de: 181, 185, 188, 196

Dostoievski, Fiodor: 30

Greiff, Otto de: 80

Dumas, Alejandro: 20, 34, 99

Grillo, Max: 173, 174

Echeverría, Esteban de: 91

Güderode, Karoline von: 129

Encina, Juan de la: 125

Gumbrecht, Hans Ulrich: 123

Escobar L., Víctor: 185

Gutiérrez González, Gregorio: 56

Estébanez Calderón, Serafín: 99

Grueso, Delfín Ignacio: 148, 149

Fallon, Diego: 130, 173

Haines, Helen: 69

Fernández de Lizardi, José Joaquín: 90

Hardenberg, Friedrich von (Novalis): 129

Fernández Madrid, José: 47

Hawthorne, Nathaniel: 29, 129

Fielding, Henry: 11, 128

Henao Restrepo, Darío: 136, 141

Figueiredo Jaime, M. I.: 150

Herder, Johann Gottfried: 14, 126

Flores, Juan de: 98

Hernández de Mendoza, Cecilia: 90

202


Índice onomástico

López Narváez, Carlos: 11, 17, 22, 23,

Hernández, José: 102

29- 32, 41, 48, 77, 95, 118, 135

Herodiano: 188 Herrera Restrepo, Bernardo:176

Lorenzo, Silvia: 82

Hesíodo: 180

Machado de Assis, Joaquim María: 12, 129

Hitler, Adolf: 103

Maistre, Rodolphe de: 88

Holguín, Carlos: 25, 44, 61

Malaparte, Curzio: 102

Holguín y Caro, Margarita: 25, 26, 44-46,

Malherbe, François de: 108 Mann, Thomas: 153

58-61 Homero: 126

Mármol, José: 19

Hugo, Víctor: 88, 89, 91, 99, 128, 130

Marroquín, José Manuel: 102, 165, 176, 177, 179, 183

Isaacs, Jorge: 9, 10, 12, 13, 14, 17, 18, 20-25, 28, 30-33, 37, 39-46, 49-52, 54-61, 64, 67,

Marroquín, Lorenzo: 128

69-72, 75-83, 85, 86, 92, 93, 95-97, 99,

Matheu, José María: 99

101-104, 106-109, 112, 113, 115, 133, 135,

Maurras, Charles: 103

141-143, 145, 147-151, 155, 157-160, 162,

Maya, Rafael: 21, 27-29, 33, 46, 49-55, 61- 63, 70, 91, 118, 119, 121

165-172, 174, 175-178, 180, 181, 182-196 Isaacs, Lisímaco: 172

Melville, Herman: 129

Isla, José Francisco de: 98

Méndez Valencia, Jorge: 174

James, Henry: 29

Menéndez y Pelayo, Marcelino: 90, 95

Jitrik, Noé: 141, 146, 151

Mercier, Louis-Sebastien: 121

Joyce, James: 127

Mesonero Romanos, Ramón de: 99, 122

Kafka, Franz: 79, 127

Mirabeau, Octave: 190

Kantorowicz, Ernst: 193

Mojica, Sarah de: 13

Keats, John: 129

Montaigne, Michel de: 88

Krauss, Werner: 125, 126

Montalvo, José Antonio: 116

Labrunie, Gérard (Gérard de Nerval): 79

Montoliu, Manuel de: 98

Ladrón de Guevara, Pedro: 39, 40, 65

Moravia, Alberto: 102

Lamartine, Alphonse de: 24, 42, 43, 85,

Moretti, Franco: 127 Morgan Foster, Edward: 112

89, 91, 102 Larbaud, Valéry: 110

Múnera, Alfonso: 146, 148

Las Casas, Bartolomé de: 88

Musset, Alfred de: 85

Lawrence, D. H.: 29

Naranjo Villegas, Abel: 80

León y Román, Ricardo: 31, 57

Nieto, Juan José: 110

Lessing, Gotthold Ephraim: 151

Nieto Arteta, Luis Eduardo: 90

Lleras Camargo, Alberto: 116, 119

Núñez de Arce, Gaspar: 130

Longo: 126

Núñez, Rafael: 56, 71, 107, 167, 168, 175, 179

Lope de Vega, Félix: 12, 79, 98, 125, 126

Obeso, Candelario: 98

López García, Camilo: 135

Olaya Herrera, Enrique: 195

López, Luis Carlos: 135

Ortega y Gasset, José: 89

203


María la de El Paraíso

Ortiz, José Joaquín: 56

Rivera, José Eustasio: 22, 69, 72, 83, 102, 113

Osorio, Fanny: 82

Rivera y Garrido, Luciano: 65, 93

Ospina, Eduardo: 107

Rodríguez del Padrón (de la Cámara), Juan: 95

Ospina, Pedro Nel: 170, 171, 177, 182, 193 Pacheco, Jesús R.: 150

Rojas Pinilla, Gustavo: 116, 118, 119, 134, 135

Pachón de la Torre, Álvaro: 119

Rousseau, Jean-Jacques: 11, 88, 190

Páez, Adriano: 19

Rubens, Pedro Pablo: 180

Palacios Valdés, Armando: 99

Ruíz, Jorge Eliécer: 79

Palma, Ricardo: 103

Sagan, Françoise: 101

Pardo, Joaquín: 26

Saint-Pierre, Bernardin de: 20, 24, 34, 37, 42, 43, 70, 88, 91, 92, 102, 126

Pardo Umaña, Emilia: 85, 135 Pedro II: 150

Salvador Rueda, Emilia: 99

Pereda, José María de: 39, 99, 113

Samper, José María: 102, 110, 112

Pérez Galdós, Benito: 31, 99

San Pedro, Diego de: 95, 96

Pérez, Santiago: 47, 71

Sanclemente, Manuel Antonio: 176, 177

Piccolomini, Eneas Silvio (Pío II): 95

Sand, George: Véase Sand, Jorge

Picón, Jacinto Octavio: 99

Sand, Jorge: 99, 128

Plauto: 105

Sanín Cano, Baldomero: 92, 118

Podewils-Dürnitz, Gertrud: 110

Sannazaro, Jacopo: 125

Poe, Edgar Allan: 130

Santa, Eduardo: 81

Pombo, Rafael: 51, 56, 102, 130, 173, 178, 179

Santander, Francisco de Paula: 71

Poquelin, Jean-Baptiste (Molière): 105

Santos, Eduardo: 134

Posada, Jaime: 81, 118, 133

Sarda y Salvany, Félix: 176

Proust, Marcel: 127

Sarmiento, Domingo Faustino: 91, 102

Quevedo, Francisco de: 98

Sartre, Jean-Paul: 103

Quintero, Guillermo: 176

Schiller, Friedrich: 126

Ramírez, Clodomiro: 169

Schlegel, August Wilhelm von: 129

Ramírez R., Bernardo: 17, 18, 25, 32, 41, 48,

Schlegel, Friedrich von: 129 Scott, Walter: 12, 37, 99

57, 67, 77, 78, 116-119, 134, 135 Restrepo, Antonio José: 72, 174

Scribe, Eugène: 176

Restrepo, Carlos E.: 182, 184, 193, 195, 196

Shelley, Percy Bysshe: 129

Restrepo, Félix: 116

Severus, Septimus: 188

Restrepo, Juan de Dios: 179

Sigaud, Claudio: 150

Reyes, Rafael: 176, 180, 184

Silva, José Asunción: 23, 69, 70, 83, 85, 102

Ribeiro, E. C.: 150

Sommer, Doris: 13, 142, 152, 157, 158

Richardson, Samuel: 11, 128

Sotomayor, Jorge: 125

Rincón, Carlos: 13, 141

Spillmann, Joseph: 40

Rivas Groot, José María: 130, 131

Stäel, Madame de: 12, 88

Rivas Sacconni, Fernando: 80

Sterne, Lawrence: 12, 128

204


Índice onomástico

Stierle, Karlheinz: 121

Valle Inclán, Ramón de: 31

Sue, Eugène: 20, 34

Vásquez de Arce y Ceballos, Gregorio: 20, 34

Szondi, Peter: 151

Vega, Garcilaso de la: 97

Tassis y Peralta, Juan de (conde

Velasco Madriñán, Luis Carlos: 60

de Villamediana): 96 Teixier, Edmod: 122

Velásquez, Diego: 107

Tejada Córdoba, Benjamín: 188

Vélez García, Jorge: 17, 32, 41, 48, 77, 78, 119

Téllez, Hernando: 77, 85 Tennyson, Alfred: 43

Vélez, Marcelino: 175, 176, 178, 180

Teócrito: 124-126

Vélez, Mariano: 171

Thackeray, William: 123

Vergara y Vergara, José María: 11, 19, 20, 33, 35-39, 49, 102, 107, 116, 121, 124, 143

Tobón Mejía, Marco: 186 Todorov, Tzvetan: 129

Verlaine, Paul: 130

Tolstoi, León: 102, 127

Villaverde, Cirilo: 160

Torres Villaroel, Diego de: 98

Villarreal, José María: 116

Tovar Concha, Diego: 118

Virgilio: 112, 124-126

Trueba, Antonio de: 99

Voss, Johann Heinrich: 126

Trujillo Largacha, Julián: 192

Wallace, Lew: 129

Unamuno, Miguel de: 85

Weidlé, Wladimir: 105

Uribe, Juan de Dios (el Indio): 72

Wordsworth, William: 129, 130

Uribe Uribe, Rafael: 47, 71, 171, 174, 176

Zalamea, Alberto: 78, 134

Valencia Goelkel, Hernando: 109, 136

Zalamea Borda, Eduardo: 119

Valencia, Guillermo: 49, 83, 102, 107

Zorrilla, José: 130

Valera, Juan: 99

Zuluaga, Francisco: 147, 148

205


§ María la de El Paraíso se compuso con tipografía de la fuente Minion Pro. Se terminó de imprimir en los talleres de Javegraf en el mes de abril de 2018. §


María la de El Paraíso presenta el texto completo de las transcripciones de seis sesiones del tribunal que, entre enero y febrero de 1957, en la televisión nacional de Colombia, juzgó a la María de Jorge Isaacs, ficción principal de las que se consideran como literaturas colombianas y latinoamericanas. Junto con la “Vindicación de la María de Jorge Isaacs”, que hizo Jorge Luis Borges en 1937 y la respuesta de Eduardo Caballero Calderón a “Por qué ya no amamos a María” de 1938, este juicio demuestra que la novela de Isaacs fue —y quizá lo siga siendo hoy en su sesquicentenario— un objeto litigioso en el campo de los estudios literarios. Como complemento, este libro ofrece informaciones acerca del tribunal que juzgó la novela y los cuatro conceptos claves del litigio: cuadro de costumbres-costumbrismo, idilio, novela y Romanticismo. En él aparecen también las reacciones que la sentencia de condena de María suscitó entre varios renombrados intelectuales de la época, como Germán Arciniegas, Emilia Pardo Umaña o Hernando Valencia Goelkel. Finalmente, el volumen se complementa con dos estudios actuales escritos por los investigadores Barbara Dröscher y Carlos Rincón: el primero acerca de María como ficción fundacional fracasada de Colombia y el segundo sobre la Apoteosis de Isaacs en Medellín.

Editor académico Carlos Rincón Autores Bernardo Ramírez Germán Arciniegas Pedro Gómez Valderrama Juan Lamus Camilo López García Emilia Pardo Umaña Pedro Gómez Valderrama Carlos López Narváez Academia Colombiana de la Lengua Ernesto Cortés Ahumada Hernando Valencia Goelkel Barbara Dröscher


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