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CORREO

de las Culturas del Mundo

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Correo de las Culturas del Mundo

Director Leonel Durán Solís

Editor Mariano Flores Castro

correodelasculturas@gmail.com

Correo de las Culturas del Mundo, Año 2013, No. 131, (15 de mayo de 2013), es una publicación

quincenal editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Córdoba 45, Colonia Roma, C.P. 06700, Delegación Cuauhtémoc, México, Distrito Federal. Editores Responsables: Leonel Durán

Solís y Mariano A. Flores Castro. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo: 04-2012-091912305300-203.

ISSN: en trámite. Domicilio de la publicación: Moneda 13, Centro Histórico de la Ciudad de México. Distribuidor: se distribuye por vía electrónica correodelasculturas@gmail.com

Este número se publica el 1º de junio de 2013. ©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR LOS RESPECTIVOS AUTORES DE LOS ARTÍCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFÍAS.

Publicación fundada el 15 de agosto de 2007.

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• El nacionalismo español frente a la lengua catalana • Literatura catalana • La Alpujarra y sus 4,000 telares de seda

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Diversidad

El nacionalismo español frente a la lengua catalana por Antoni Castells i Talens

Ponencia presentada en el II Foro Condiciones y posibilidades de la independencia catalana UNAM, Ciudad de México, 6 de mayo de 2013

1996, Mérida, Yucatán: Un grupo de catalanes se propone montar una asociación cultural para reunirse, hablar su lengua, ver partidos de futbol, ofrecer clases de catalán y realizar otras actividades destinadas a promover el intercambio entre la cultura catalana y la cultura maya. Los dueños catalanes de un hotel yucateco prestan las instalaciones y un abogado meridano casado con una catalana inicia los trámites para redactar los estatutos y convertirse en A.C. Todo parece listo para la inauguración. Los organizadores catalanes reciben entonces una llamada del presidente de otra asociación civil de Mérida, la Casa de España, que les afirma e insiste que no pueden crear su organización porque no les han pedido permiso a ellos. 2004, Guadalajara, Jalisco: La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del continente americano, propone a Cataluña como país invitado. La idea no gusta al gobierno español, que protesta. “Cualquiera menos Cataluña”, se dijo en Madrid, al 5


plantearse la mera idea de la invitación, según recoge el profesor J.M. Murià en su libro Breve historia de los catalanes de México. 2005, Cholula, Puebla: Una docena de estudiantes de intercambio, la mayoría valencianos y el resto catalanes, decide participar en una feria de culturas de la Universidad de las Américas montando un carpa de los Países Catalanes, cocinando cuatro paellas y preparando agua de valencia, una explosiva bebida hecha de cava, licor y jugo de naranja, para dar a conocer su cultura. Tres estudiantes españoles se enteran y les dicen que no pueden participar en la feria con carpa propia, que se tienen que incorporar a un stand español. Los estudiantes valencianos y catalanes se niegan y los españoles van a protestar ante la rectora. Estos ejemplos, verídicos los tres, muestran cómo un antiguo conflicto europeo viaja a México. En ninguno de los casos, las presiones españolas por suprimir expresiones culturales catalanas triunfaron. El Casal Català de la Península de Yucatán acaba de cumplir 17 años, ante los ojos supongo que todavía atónitos, de la Casa de España. La FIL de Guadalajara se celebró con normalidad en 2004 y fue un escaparate magnífico para la lengua, la literatura y otras manifestaciones de la cultura catalana. Y el festival cultural de la UDLA se realizó con un enorme stand de los Países Catalanes, que además ganó el premio a la mejor muestra gastronómica, no sólo porque las paellas quedaron espléndidas, sino también, supongo, porque los miembros del jurado acabaron más que contentos con el agua de Valencia que les habían preparado los estudiantes. Lo que me interesa es entender algunas de las ideas de fondo que llevan a la gente de esos ejemplos a creerse con el derecho de intervenir en iniciativas civiles catalanas, y no sólo eso, sino que además lo hagan en México, un lugar en donde no tienen ningún tipo de autoridad política. ¿Qué ideas hacen que estos personajes se crean con capacidad de prohibir en donde quieran? ¿Que empuja a una AC en México a intentar impedir la creación de otra AC? ¿Por qué el gobierno de un país intenta presionar a los organizadores de un evento cultural de otro país que les queda a 9000 km de distancia? 6


Y ¿cómo es que tres estudiantes extranjeros de 20 años se sienten autorizados para intentar prohibir que otros estudiantes participen en una feria cultural? Saliéndome de estos ejemplos, pero quedándome en México, ¿cómo se puede entender que durante el exilio del franquismo, en los años 40, 50 y 70, los refugiados catalanes organizaran concursos de poesía catalana y refugiados españoles, también víctimas de la represión y la intolerancia fascista, se opusieran a la celebración de estos concursos? Estas preguntas inspiraron mi ponencia de hoy. No es fácil encontrar una sola respuesta, pero sí uno de los temas latentes que esconden, el del nacionalismo español, un nacionalismo que se cree con legitimidad para actuar sobre lo catalán, sea dentro de las fronteras del Estado español, o sea en cualquier parte del planeta. Para iniciar una reflexión sobre este tema, y en general, para entender la relación entre la cultura y la lengua catalanas frente al nacionalismo español, es útil el trabajo de Michael Billig. En su libro Nacionalismo banal, Michael Billig explica cómo para las ciencias sociales europeas, el nacionalismo se entiende como algo de extremismos independentistas, como en el caso de los irlandeses del norte o los quebequeses, o de extremismos ultraderechistas y xenófobos, como en el caso del Frente Nacional francés. Por esta razón, a diferencia de lo que sucede en México, la palabra “nacionalismo” tiene en Europa o en Estados Unidos connotaciones negativas. El nacionalismo es lo que practicaban Hitler y Mussolini, no Gandhi o Lázaro Cárdenas, es lo que ha llevado a guerras y masacres y sería el gran enemigo de la integración europea, es decir, de buscar la paz y la prosperidad económica para toda la región, en lugar de que cada país lo haga por su lado, a costa de perjudicar a otro. Sin embargo, para Billig, el nacionalismo no se puede reducir a los casos de extremismo. Hay otro nacionalismo, para el que no hay nombre, que permite que los estados nacionales se reproduzcan de manera cotidiana, en el día a día y le da normalidad a la nación. Este es el nacionalismo de los países occidentales, el nacionalismo invisible, el nacionalismo de los que no se consideran a ellos mismos nacionalistas. 7


Según Billig, en esos países, el nacionalismo se ha tratado como si fueran las creencias “de los otros”, de la periferia. Las creencias propias son patriotismo, lealtad o identificación social (p. 16). Sólo las de los otros tienen la connotación negativa de ser nacionalistas. El autor británico propone llamar a este nacionalismo nacionalismo banal, no en el sentido de trivial o sin sustancia, sino en el sentido que tiene en inglés la palabra banal, es decir, aburrido, común. Nacionalismo banal significa, pues, “nacionalismo mundano”, “nacionalismo común”. El nacionalismo banal hace que los temas relacionados con la nación no sean considerados “nacionalistas”, sino temas “de sentido común” (p. 4). Esta aceptación y normalización de la nación, no obstante, no significa que el nacionalismo banal sea benigno. Michael Billig advierte que aunque no tenga manifestaciones totalitarias como las de la ultraderecha, no puede ser considerado inofensivo. A través del nacionalismo banal, las fuerzas armadas de un país se pueden movilizar sin largas campañas propagandísticas de convencimiento ni de preparación política porque la gente ya está preparada previamente para la lógica de la nación (p. 7). En España, el poder ha hecho un esfuerzo por esconder su nacionalismo desde hace tres siglos. Hoy en día, el nacionalismo banal español se llama a él “no nacionalismo”. José María Aznar, presidente de gobierno de 1996 a 2004, afirmó hace tres años: “No existe el nacionalismo español. No ha existido el nacionalismo español. Existe la idea de una España unida. Lo que existe es un sentimiento nacional español muy fuerte, muy vigoroso” (Gibson, 2010). Repasemos este nacionalismo que no existe. Es un nacionalismo que ha tenido un sueño imperial, en donde la lengua siempre ha sido un elemento clave. Ya a finales del siglo XV, Antonio de Lebrija, en el prólogo de su Gramática de la lengua castellana, escribió: “siempre la lengua fue compañera del Imperio”. Pero seguramente es a partir del siglo XVIII, cuando los objetivos españolizadores empiezan a ocultarse. Así, en 1716, el rey Felipe V da órdenes secretas a sus funcionarios en Cataluña para que pongan: “el mayor cuidado en introducir la lengua castellana, a cuyo fin darán las providencias 8


más templadas y disimuladas para que se consiga el efecto sin que se note el cuidado”. (Ferrer i Gironès, 1985, p. 24) La idea de forzar el español como lengua común y legalmente superior de todos los ciudadanos, independientemente de cuál sea su lengua materna, es una de las premisas aceptadas como normales por el nacionalismo banal español. De la supremacía legal que impone el español a los que no la tienen como primera lengua no se habla, se acepta como ley natural. Un modelo como el suizo, en donde ninguna de las cuatro lenguas oficiales está por encima de la otra, no encaja en el pensamiento nacionalista español. En España, como decía la propaganda en tiempos de Franco, “si eres español, habla español”. En la cruzada castellanizadora, lo que ha fallado a lo largo de los siglos es el disimulo, “se nota el efecto pero también el cuidado”, para ponerlo en términos del s. XVIII. El rey Juan Carlos de Borbón intentó este disimulo en 2001 cuando afirmó: “Nunca fue la nuestra, lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se le obligó nunca a hablar en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suyo, por voluntad libérrima, el idioma de Cervantes” (Marcos y Company, 2001). No deberían sorprender las palabras del rey Borbón. El nacionalismo banal español a menudo niega la imposición violenta del español de la misma manera que niega la persecución del catalán y la presenta como ficción, atribuyéndola a propaganda nacionalista catalana. En respuesta, es necesario repasar los trabajos de Francesc Ferrer i Gironès y de Josep Benet, que demuestran cómo esta persecución no solo ha existido, sino que ha sido sistemática y lo hacen acudiendo a los archivos de España y citando documentos legales. De Felipe V a Juan Carlos I, son imparables los esfuerzos legales de prohibir y limitar el catalán y de expandir el uso del español en Cataluña. En 1715, “por derecho de conquista”, quedan cerradas las universidades catalanas, se queman libros en catalán, y el español se convierte en lengua exclusiva de los asuntos oficiales. Con los siglos, la prohibición del catalán en las escuelas es una constante, “para que de una vez se llegue a conseguir el que se extingan los diferentes idiomas y sólo se hable el castellano”, 9


como dijo Carlos III, hijo de Felipe V (Ferrer i Gironès, 1985). Pasando por los reinados de Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII, son incesables los documentos legales que prohíben el catalán o que, en algún corto período, lo toleran, siempre en condiciones legales inferiores al español. Las casi cuatro décadas de dictadura de Franco fueron un intento más de genocidio cultural. Franco prohibió la lengua catalana por primera vez cuando la guerra aún no había terminado. Y en los siguientes años la fue ilegalizando en cada vez más aspectos de la vida social, como documenta Benet. Las leyes y decretos prohibieron el uso del catalán en un número cada vez mayor de ámbitos: letreros y nombres de calles, universidades, servicios públicos, cines, hoteles, bares, restaurantes, correspondencia y telegrafía internacional, estampas religiosas, conversaciones telefónicas, vida religiosa, cárceles, radio, esquelas mortuorias, nombres de barcos y cementerios son sólo algunos de los lugares en donde el catalán estaba explícitamente prohibido a través de alguna ley (Ferrer i Gironès, 1985; Benet, 1995). Pero Franco ha muerto. De hecho, lleva casi 40 años muerto. Bueno, en los últimos años, la lengua catalana ha sido sometida a numerosas sentencias del Tribunal Constitucional. Como si fuera criminal, siempre tiene algún juicio pendiente, sospechosa de romper la Constitución. A la lengua catalana se la acusa ahora de imponerse sobre ciudadanos españoles, sobre los cuales la ley dice que saber catalán es un derecho y saber español es un deber. Con la muerte de Franco, la desigualdad de condiciones continúa. Así, escuelas, universidades y ayuntamientos de Cataluña han visto cómo sus esfuerzos de acción afirmativa por revertir la situación de discriminación histórica y dar preferencia al uso catalán han sido declaradas anticonstitucionales. La ley de normalización lingüística, aprobada por unanimidad en 1983 por el parlamento de Cataluña, propone que la lengua vehicular del sistema educativo sea el catalán, para garantizar que todos los niños, al acabar su enseñanza, sean bilingües. Durante los últimos 30 años, si una familia pedía que su hijo fuera educado en español, se le daba atención individualizada hasta que tuviese un nivel de catalán que le permitiera integrarse con sus compañeros. Para el curso 2012-2013, sólo 17 familias 10


pidieron educación en español. A pesar del consenso que existe en Cataluña sobre este tipo de educación, inspirada en el modelo de inmersión lingüística quebequés, la ley lleva 20 años bajo el ataque del nacionalismo español. Apenas en abril de 2013, un tribunal dictaminó que si un solo niño pide que sus clases sean en español, esas clases deberán ser impartidas en español y todos los otros niños recibirán las clases en español. De nuevo, la ley y la Constitución española se ponen al servicio de la desigualdad lingüística. Si el nacionalismo español no ha sido hábil a la hora de esconder sus intenciones de substitución lingüística, en lo que sí ha sido efectivo, sobre todo desde la muerte de Franco, es en transformar las lenguas en un terreno de conflicto en donde el español es tratado como una lengua banal, mundana, natural, y el catalán como lengua de imposición, de poder. El nuevo discurso del nacionalismo español argumenta que el español está siendo perseguido en Cataluña por un poder nacionalista, a menudo comparado con Franco e incluso con el nazismo. Cuando la prensa nacionalista española compara las políticas del gobierno catalán con el franquismo, minimiza las muertes y el terror del franquismo, pero también hace otras cosas, de manera más sutil. Lo que hizo Franco y sus antecesores nacionalistas españoles fue imponer una lengua ajena en un territorio que tenía una lengua propia. Al decir que se impone el catalán en Cataluña, lo que se está diciendo es que el castellano es la lengua natural de Cataluña y que el catalán es la lengua artificial, impuesta. Este argumento es una premisa, cuidadosamente disimulada, del nuevo nacionalismo lingüístico español. Si el catalán es una lengua que se impone, el castellano es la lengua natural de Cataluña. El argumento de que el catalán es una lengua impuesta cuenta también con presuposiciones políticas. Una es que el catalán tiene instrumentos de poder a su favor. El poder que tiene el estado español, con Constitución, control de tribunales y asignación de partidas presupuestarias, quedan invisibilizados, como si Cataluña tuviera poder de decisión absoluto y el gobierno catalán fuera soberano. La otra presuposición, que el poder en Cataluña está en manos de nacionalistas catalanes conservadores y autoritarios y que las decisiones no son tomadas de manera democrática, ignoran 11


que el Parlament de Cataluña es elegido cada cuatro años mediante elecciones transparentes. El proyecto nacionalista español no sólo existe sino que ha variado poco en los últimos 300 años en cuanto a sus objetivos culturales. El ministro de Educación español, José Ignacio Wert, lo dejó claro en octubre de 2012: “Nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes” (Sanz, 2012). En los últimos 300 años, el proyecto nacionalista español ha demostrado que no cabe una lengua catalana desarrollada como los catalanes deciden. La lengua catalana molesta a un nacionalismo que sigue empeñado en españolizar a niños y que no concibe una España sin la supremacía de la lengua española. Ante los continuos ataques a la lengua catalana, son cada vez más los catalanes que llegan a la conclusión de que la única manera de que la lengua sobreviva al hambre devorador del nacionalismo español es la independencia. Es decir, teniendo un estado propio que la defienda, en lugar de un estado ajeno que la intente eliminar.

Referencias Benet, Josep. (1995). L‘intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya. Barcelona: Publicacions de l‘Abadia de Montserrat. Billig, Michael. (2002). Banal nationalism. Londres: Sage. Ferrer i Gironès, Francesc. (1985). La persecució política de la llengua catalana. Barcelona: Edicions 62. Garcia i Aranzueque, Raül. (4 de abril de 2013). Només 17 famílies demanen l‘escolarització en català. Avui. Consultado en http://www.elpuntavui.cat/noticia/ article/2-societat/5-societat/633753-nomes-17¬families-demanen-lescolaritzacio-encastella.html Gibson, Gary. (Director). (2010). Spain‘s Secret Conflict [documental]. Endboard. “Igual que Franco pero al revés: Persecución del castellano en Cataluña”. (12 de septiembre de 1993). ABC, p. 1. 12


“Las frases lapidarias de Aznar sobre el nacionalismo”. (22 de septiembre de 2012). elPeriódico.com. Consultado en http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/lasfrases-lapidarias-aznar-sobre-nacionalismo-2210044 Marcos, P y Company, E. (25 de abril de 2001). La afirmación del Rey de que ´nunca se obligó a hablar castellano´ provoca una tormenta política. El País. Consultado en http:// elpais.com/diario/2001/04/25/cultura/988149601_850215.html Murià, José María. (2012). Breve historia de catalanes en México. México, D.F.: Instituto Nacional de Antropología e Historia. Partal, Vicent. (27 de diciembre de 2012). Desmuntar la bogeria valenciana. Vilaweb, consultado en http://www.vilaweb.cat/editorial/cerca/4068897/desmuntarbogeria¬valenciana.html Sanz, Luis Ángel (10 de octubre de 2012). Wert: “Nuestro interés es españolizar a los niños catalanes”. El Mundo. Consultado en http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/10/ espana/1349858437.html

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Entrevista

Literatura catalana por Rosa Mora

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l escritor, crítico y editor Josep Maria Castellet valora la encuesta de EL PAÍS sobre las 15 mejores obras de la literatura catalana. En su opinión, “las que están han de estar”, pero lamenta la

ausencia de algún autor vivo. Las dificultades a que se ha enfrentado el mercado editorial de una lengua pequeña hacen difícil, desde su punto de vista, juzgar globalmente su literatura. A Josep Maria Castellet (Barcelona, 1926) le parece injusto que los “señores de EL PAÍS” quieran resumir 8 siglos, casi 9, de literatura catalana en 15 títulos, pero está de acuerdo en que “los que están han de estar”, aunque hubiera preferido que, además de Ausiàs March y Joanot Martorell, encabezara también la lista Ramon Llull, porque, para él, son tres referentes imprescindibles. Siente mucho que no haya entrado algún autor vivo. Y asegura que las dificultades a las que, por motivos de diversa índole, ha tenido que enfrentarse el mercado catalán hacen difícil juzgar en su totalidad la literatura catalana. Castellet, el Mestre (el Maestro), como es conocido en el mundo de las letras, habla con superior conocimiento de causa: desde finales de los años cincuenta es arte y parte de lo que se cuece literaria y culturalmente en Cataluña. Tiene en su haber libros como La hora del lector (1957), 14


traducido al catalán 30 años después; Poesia catalana del segle XX (1963); Ocho siglos de poesía catalana (1969); Nueve novísimos poetas españoles (1970); Iniciación a la poesía de Salvador Espriu (1971); Josep Pla o la raó narrativa (1978); Per un debat sobre la cultura de Catalunya (1984) o el primer espléndido volumen de sus memorias Els escenaris de la memòria (1988). Escritor, crítico, editor y agitador cultural, se le atribuye el invento de la llamada Escuela de Barcelona (Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo...). PREGUNTA. Los dos autores que encabezan la lista de obras más votadas son Ausiàs March y Joanot Martorell, ambos del siglo XV. En el puesto siete aparece Ramon Llull (1235-1315). Y estaría aún más adelante si los encuestados no hubieran dividido su voto entre Blanquerna y El llibre de les meravelles. En cualquier caso, la encuesta realizada por Babelia, constata no sólo la potencia de la literatura catalana medieval sino que sus autores están muy vivos entre los lectores. RESPUESTA. Me parece muy lógico porque no se trata solamente de clásicos sino que son obras de gran importancia en su época. No quiero mencionar una vez más el elogio de Cervantes a Tirant lo Blanc, pues es bastante conocido, pero también Ausiàs March tuvo su influencia. Y yo diría que la obra de Llull, escrita en catalán, en latín o en alguna de las muchas lenguas que dominaba, es, por supuesto, un referente. Llull es la figura señera del pensamiento en la literatura, de una ideología de tipo universal que se manifiesta a través de todas sus obras. Si alguien hiciera una encuesta de tipo parecido en español no podrían faltar Cervantes y los grandes escritores del Siglo de Oro. Afortunadamente, hemos entrado en una época de relativa normalidad en la enseñanza y por tanto estos libros, que quizá algunos de los que los han votado no los habían leído en la escuela, porque en aquellos momentos no se permitía la lengua catalana, los han recuperado después. Yo mismo los he leído después. 15


P. ¿Cuarenta años de dictadura y represión cultural han perjudicado el nivel de conocimiento en alguna generación? R. Sí, puedo hablar precisamente de mi generación. Tenía nueve años cuando empezó la Guerra Civil, no fui nunca a ninguna escuela catalana. En el manual de Guillermo Díaz Plaja, con el que yo estudié y además le tuve de profesor, se mencionaban estos nombres, pero los libros no estaban en las librerías y los que se habían publicado anteriormente eran inencontrables. Y a esto hay que añadir otra cosa: si los libros no se encuentran con normalidad en el mercado no se puede juzgar en su totalidad a una literatura, cronológicamente hablando. Y no es un problema exclusivo de los 40 años de represión franquista. Durante muchos años el mercado editorial en lengua catalana había sido bastante débil, excepto en la época de la República. P. A pesar de todo ello, el peso de March, de Martorell y de Llull se ha mantenido. R. Bueno, diría que peso literario lo han tenido básicamente Tirant lo Blanc y las poesías de March. Llull es un caso distinto, no es tanto la creación pura como la de los otros dos autores, como su aportación filosófica y literaria en el ámbito general del pensamiento medieval. Las poesías de March se han popularizado a través de la enseñanza en la escuela en catalán desde la Transición y también gracias a los cantautores catalanes. ¿Tirant lo Blanc? Es una de esas novelas que se imponen, que se filtran a través de consideraciones de literaturas ajenas, como es el caso de Cervantes. Además, es un libro muy legible actualmente, del que se han hecho muchas ediciones. Tirant es una de las obras señeras de la literatura catalana. P. Según muestra la encuesta, cronológicamente se pasa de March, Martorell y Llull a Jacint Verdaguer ya en el siglo XIX. ¿A qué se debe este enorme vacío? 16


R. Es un salto de siglos y aquí tendríamos que entrar en unas consideraciones que no tenemos espacio para hacer. Quizá un catedrático de historia y no sólo de historia de la literatura hubiera podido explicar cómo las constantes variaciones y altibajos de la política en Cataluña produjeron unos vacíos difíciles de llenar hasta lo que se llama la Renaixença: el renacimiento de una literatura en el siglo XIX. Me refiero ahora sólo a literatura para no hablar de aspectos políticos, que no es el momento, pero que repercutieron en la literatura. En cualquier caso nunca dejó de escribirse literatura en catalán. Verdaguer muere a principios del siglo XX y a finales del XIX crea una obra de tipo gigantesco, de gran calidad literaria, una obra en cierto modo épica y mítica que es la que, en mi opinión, ayuda a dar el empujón que tendrá la literatura catalana en el XX. Verdaguer es una figura importante, esencial. Con muchos siglos de distancia, es uno de los pilares sobre los cuales se asienta la literatura catalana en su época de más plenitud, que no de normalización, que es la del siglo XX. P. De los 15 libros más votados, cinco son de poesía: March, Carles Riba, Gabriel Ferrater, J. V. Foix y Verdaguer. Si añadimos a otros que no han entrado en la lista, como Josep Carner o Joan Salvat-Papasseit, pero que han tenido muchos votos, se nota el gusto en Cataluña por la poesía. R. Una encuesta no es un estudio con detalle y hay que tener en cuenta los factores sociológicos en los que se ha producido la literatura catalana. Con mentalidad moderna, no se puede obviar lo que hay que llamar mercado. Y el catalán ha sido 17


un mercado limitado, restringido, en algunas ocasiones prácticamente inexistente. ¿Qué pasa con esto? Muchos escritores, grandes autores, han escrito sus obras en un ambiente de intimidad, de pensamiento introspectivo, más inclinado a la poesía que a la novela, que inexorablemente necesita un mercado por razones de todo tipo, entre ellas económicas. Esta eclosión de la poesía se produce en el siglo XIX y a principios del XX, cuando la literatura catalana vuelve a estar en auge, aunque se producen muy pocas novelas en catalán, muy pocas de una cierta categoría. A mi entender, ésta es una explicación de por qué hay un predominio notable de obras de poesía. Sin consideraciones sociológicas de este tipo creo que no hay explicación. P. Josep Carner no está entre los 15 primeros, pero sí entre los 25 más votados. R. Sí, y está con más de una obra [Nabí y Poesia 1957]. Volvemos a lo mismo: es normal que el voto de los encuestados se divida entre varias obras de un mismo autor, lo cual perjudica al poeta en su conjunto. Poesia 1957, el volumen de su obra revisada por él mismo, es un libro notable, que hubiera tenido que figurar entre los primeros. P. También es curioso que de un poeta tan cercano como Salvador Espriu se haya elegido Primera història d‘Esther, una obra de teatro, y no La pell de brau, un libro emblemático. 18


R. No es tan raro. Por una razón. Espriu tiene una obra de visión global, universal, de penetración general, que es Primera historia de Esther. Que no esté escrito en verso, que no sea poesía, no importa. Es la suma de sus conocimientos, de sus ideas, de su visión del mundo y creo que merece estar incluso por encima de su poesía. Hay, además, otro factor y es que Espriu es un excelente narrador, uno de los mejores narradores en lengua catalana. En cambio, por razones diversas, algunas de tipo político, en un momento determinado, Espriu fue algo así como el poeta nacional de Cataluña en los años duros del franquismo y todo el mundo puede pensar que éste es el gran Espriu. Para mí, que he estudiado su poesía, queda la duda de si el gran Espriu no es en primer lugar el de Primera historia de Esther; en segundo, el de las narraciones, y en tercer lugar, el de la poesía. En esta duda se han debatido también los otros encuestados. P. Gabriel Ferrater queda en un lugar destacado. R. Tiene mucho sentido. Les dones i els dies recoge toda su poesía, tres libros solamente. Significó en su día la aparición de una literatura nueva, rompedora, como ahora se dice. Rompió con el Noucentisme, con la poesía anterior. Rompió con un predominio, de gran calidad, de gran importancia, pero que a lo largo del tiempo quizá supuso una rémora excesiva para los poetas que empezaban, Gabriel Ferrater

para los poetas que querían otras cosas.

P. ¿Tuvo Ferrater un papel similar al que desempeñó Jaime Gil de Biedma en castellano? 19


R. Sí. Tuvieron un peso determinante en las generaciones de jóvenes escritores catalanes y españoles. Ferrater y Gil de Biedma eran muy amigos y ambos tenían esa ambición de ruptura. Los dos fueron personas de altísima cultura, que habían bebido de las mismas fuentes, que se propusieron que la poesía fuera, al menos teóricamente, más cercana. A mi entender, son los dos poetas que han dominado la poesía catalana, uno, y castellana, el otro, durante el último cuarto de siglo del XX. P. ¿Josep Pla está donde tiene que estar, en el tercer lugar de la lista con el Quadern gris? R. En el tercero, en el cuarto o en el quinto, pero tiene que estar. Pocas veces se da el caso de un escritor que haya escrito una obra tan extensa y de una calidad literaria globalmente tan importante. Pla decía que era un payés sofisticado por la cultura. Con un catalán sencillo, de raíces rurales, convierte ese mundo agrario en una interpretación global del mundo. Lo cual no quiere decir que no estuviera en contra de determinados avances tecnológicos del mundo contemporáneo. P. Es obligatorio hablar de Mercè Rodoreda, que aparece en la lista con dos títulos, La plaça del Diamant y Mirall trencat. R. No es que sea obligatorio, es que hay que rendirse a la evidencia. Sus novelas son de primera calidad, y sin llegar a tener una obra tan extensa como Pla, escribió muchas novelas y libros de narraciones de primer orden, que desde hace años han ido descubriendo las otras literaturas. Rodoreda está en esta lista no sólo por dos de sus obras importantes sino como la escritora que seguramente resume mejor la capacidad narrativa de los novelistas catalanes del siglo XX.

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Mercé Rodoreda

P. No aparecen autores contemporáneos en la lista. Quim Monzó, por ejemplo, se queda casi en el límite, en el puesto 17 con Vuitanta-sis contes. R. Ciertamente, aunque uno escriba poesía y otro narrativa, con la diferencia de edad, lo que he dicho de Gabriel Ferrater sirve para Quim Monzó. Monzó es el innovador, es el rupturista, es el narrador catalán que con más originalidad e imaginación recoge el sentido del mundo contemporáneo, con mucha ironía y con la profundidad que esta ironía le da a sus obras. Creo que Monzó podría estar en esta lista, junto quizá con algún otro, pero no está por las limitaciones que ustedes han puesto con el número quince. 21


P. Sí, también se ha quedado fuera Camí de sirga, de Jesús Moncada. R. No es el mismo caso de Quim Monzó, sino que es el caso de la modernización de la tradición. Camí de sirga no deja de ser un canto nostálgico a un mundo que se va. Pero Moncada es un gran escritor como todo el mundo ha sabido reconocer. P. Monzó ha creado escuela. R. Su prosa es clara, limpia, fresca, muy trabajada, de gran contención, que le conduce a ser probablemente un escritor de primera fila y por lo tanto que tiene la capacidad de influir en los demás escritores. Es lo que decía de Ferrater. Los dos son rupturistas y eso junto a una calidad literaria indiscutible los convierte en maestros de los escritores más jóvenes. P. El cuento forma parte de la tradición catalana. Podría haber entrado en la lista Pere Calders, pero Cròniques de la veritat oculta se queda a bastante distancia. R. Podría haber entrado y hay libros de cuentos de Mercè Rodoreda que también podrían haber entrado. El cuento es un género muy cultivado en Cataluña, yo no sé hasta qué punto las consideraciones sociológicas sobre el mercado que hice antes han influido o no sobre el hecho de que se escriban y publiquen tantos libros de relatos. El cuento al ser una extensión limitada puede haber tenido más salida. Por ejemplo, Calders publicó muchos cuentos en revistas catalanas que se publicaron en el exilio. Insisto en lo sociológico e histórico. Creo que hace falta y es imprescindible que se haga lo que Arnold Hauser llamaría una historia social de la literatura catalana.

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P. Se refiere usted continuamente a las dificultades políticas o de mercado de la literatura de una lengua pequeña. ¿Funciona ahora más o menos correctamente? R. La respuesta tiene que ser que sí. Hay todavía, como herencia de épocas anteriores, ciertas dificultades, pero sobre todo hay problemas de competencia. Uno entra en una librería de Cataluña y excepto algunas que sólo se dedican al libro en catalán, la presencia de los libros escritos en castellano simplemente, puramente y estadísticamente, sin entrar en consideraciones de ningún otro tipo, hacen que el espacio dedicado a los libros en catalán sea menor. Ésta es una competencia con la cual los escritores catalanes tienen que luchar porque es un hecho que parece inevitable en una economía de mercado. P. Hay algunos casos curiosos. La sombra de viento, de Carlos Ruiz Zafón, y Soldados de Salamina, de Javier Cercas, fueron escritas originalmente en castellano y luego sus editores decidieron traducirlas al catalán. Y funcionaron, funcionan, muy bien. R. Sí, y ¿por qué no? Otra cosa es que yo prefiero leer siempre una obra en su lengua original, cosa que los catalanes pueden hacer con todas las obras que se publican en castellano. P. ¿Las relaciones entre la literatura castellana y la catalana son buenas? ¿Hay fluidez? R. Si se trata de relaciones de autores no hay demasiada fluidez. Pienso que hay una cierta ignorancia. Cada uno se dedica a lo suyo y probablemente se bebe en general más en fuentes extranjeras que en fuentes de las literaturas de España. P. Hace unos años se decía medio en serio medio en broma que había tres escritores 23


periféricos: Manuel Rivas, Bernardo Atxaga y Quim Monzó. Eso ha ido cambiando ¿verdad? R. Afortunadamente ha cambiado, porque era una respuesta muy fácil, era una respuesta muy cómoda y era tan cómoda que uno estaba dispuesto a imitarla. Creo que en este momento este trinomio se ha roto y se reconoce que hay otros autores más o menos conocidos y que se traducen. Quisiera subrayar también que algunos editores, pocos, han asumido con responsabilidad el hecho de traducir de las lenguas periféricas al castellano un conjunto de obras notables. Es el caso de Jorge Herralde que me gustaría ver reproducido en otros editores. Pero todos sabemos que Herralde es un editor inteligente y no está de más destacarlo en este caso. P. ¿Qué ha aportado la literatura catalana a la universal? R. Toda literatura periférica, toda literatura minoritaria, toda la literatura que haya producido un solo libro de calidad ha aportado algo a la literatura universal. No se trata de entrar en competencia con otros idiomas, porque todos sabemos que en Estados Unidos y en el Reino Unido no existe más lengua que el inglés y traducen poquísimo. Ellos se lo pierden. Se pierden la literatura francesa, la alemana, la italiana, la española, la japonesa... ¿Qué ha aportado la literatura catalana? Algunas de las obras que están entre estas 15 de la lista y otras de las que hemos hablado son aportaciones a la literatura universal. ¿Más o menos conocidas?, esto ya es otro problema. No hay ningún autor catalán que sea conocido como Shakespeare, como Cervantes, como Dante..., esto es otra historia. Pero, insisto, un solo libro importante puede haber aportado a los lectores tanto como cualquier otro libro en cualquier otra lengua. Fuente:http://www.ducros.biz/corpus/index.php?command=show_news&news_ id=3760 24


Quim Monz贸

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Historia

La Alpujarra y sus 4000 telares de seda por Aurora Intxausti

N

o hay más que empezar a leer su último libro para darse cuenta de que el escritor Justo Navarro (Granada,1953) es un enamorado de la Historia

y mucho más de la historia de su tierra. Con sencillez y cierta timidez es capaz de hablar de El país perdido. La Alpujarra en la guerra morisca, un nuevo título de la colección Ciudades andaluzas en la Historia, editado por la Fundación José Manuel Lara, con un entusiasmo que contagia a quien se sienta frente a él. En esta obra se descubre, entre otras muchas cosas, que hace 400 años, el tiempo al que se ha trasladado el autor para relatar a través de un recorrido histórico y geográfico, que “el rey Boabdil fue engañado por los Reyes Católicos de forma miserable y que mediante intrigas el objetivo final era expulsar a los moriscos de la Alpujarra”. El libro va acompañado de un cuaderno de imágenes, de Ricardo Martín, que muestra “un país rico y abierto al mundo a través de sus huertos y de los mercados de la seda, pero que acabó convertido en un campo de batalla por culpa de la guerra de la Alpujarra (1568-1571), que conllevó, tras tres años de asedio, la definitiva expulsión de los moriscos”. Si al lector le interesa este periodo histórico de España puede seguir el curso de la guerra, desde el levantamiento en la Nochebuena de 1568 cuando un grupo de moriscos entra en el Albaicín, llamando a la rebelión, hasta el final. “Si la guerra duró tanto tiempo fue porque siempre quedaba algún lugar en el que los moriscos se

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podían esconder y atacar a las tropas cristianas”, puntualiza el escritor. En los años anteriores a la guerra, la Alpujarra poseía uno de los más importantes mercados de seda de España, hasta tal punto que cuando los moriscos habitaban esas tierras estaban registrados 4,000 telares y cuando son expulsados no quedan más de 25. Justo Navarro explica que “la sublevación morisca fue una guerra determinada por las características del territorio, que se extiende por la vertiente sur de Sierra Nevada y las faldas de las sierras costeras hasta el Mediterráneo, entre los ríos Guadalfeo y Andarax. Vergel y tierra escarpada, la Alpujarra es un país incitante y a la vez hermético, encastillado en la naturaleza y con prestigio de irreductible frente a los invasores prerromanos, romanos, godos o árabes, una zona que se extiende a lo largo de 90 kilómetros, de este a oeste”. Un recorrido por esas zonas te descubre la riqueza de una tierra que durante años fue abandonada y que derivó en grandes épocas de emigración a lo largo de los siglos. “Los moriscos pagaban por mantener su manera de vestir, comer y de disfrutar de sus fiestas. Era como pagar por un rescate permanentemente”. Para poder instaurar una verdadera monarquía en España, explica el escritor Justo Navarro,”la Corona debía tener presencia social, económica y cultural en el reino de Granada y para ello necesitaban que los moriscos desapareciesen de España. La monarquía que instauraron los Reyes Católicos para la creación de un Estado moderno implicaba la existencia de una única ley, de una única religión muy ligada al sistema legal y de una sola cultura”. La conclusión a la que llega Justo Navarro en su estudio es que “la rebelión de la Alpujarra pudo ser un hecho provocado porque la zona en la que estaban ubicados los moriscos era un vergel y una fortaleza natural con fama de irreductible”. 27


Granada en el siglo XVI pintada por Joris Hoefnagel.

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Además, no se puede obviar que esa zona de España era una fuente de riqueza importante por la seda, “los ovillos que hilaban los moriscos era una fuente de ingresos muy importante que aportaba el reino de Granada a la Corona. Cada familia podía recoger entre 40,000 y 50,000 capullos de seda”. ¿Qué provocaba todo ello? “Que esta actividad era motivo de rivalidad económica entre los cristianos nuevos del reino de Granada y las ciudades que se dedicaban a esa misma tarea en otras zonas de Castilla”. Navarro explica “que los principales cabecillas del alzamiento pertenecían a familias dedicadas a la seda, un mundo netamente morisco, y una población muy rentable, que sostenía prácticamente el aparato, ya que se les hacía pagar los efectos derivados del especial cuidado que había que tener con ellos, por sus relaciones con el norte de África”. La Corona tenía a los moriscos de la Alpujarra como rehenes que “pagaban por mantener su manera de vestir, de comer, de disfrutar de sus fiestas y de sus ritos, aunque solo fuese en el espacio de su familia. Era como si permanentemente pagasen un rescate, un precio por que se les dejase vivir según sus costumbres y hablar como sabían hablar. Con dinero habían conseguido ir aplazando el cumplimiento de las leyes”. Hasta que en 1568 se les prohibió todo. “La intención de la nueva monarquía era extirpar a unos individuos que no se ceñían al modelo de súbdito que deseaban. Pero la eliminación definitiva de los moriscos estuvo precedida por un proceso de expolio continuado, ejecutado por los funcionarios judiciales y eclesiásticos. Las viejas relaciones de vasallaje habían pasado a la historia”, continúa Navarro, quien no olvida que los tres cronistas de la rebelión –Mármol Carvajal, Pérez de Hita y Diego Hurtado de Mendoza– “pertenecían al bando vencedor. Creo que es algo que hay que tener en cuenta”. Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/29/ 29


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MÉXICO, D.F., 1º DE JUNIO DE 2013.

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