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Un cuentecito corto


Quiero que leáis el cuentecito corto y reflexionéis.

Es importante el resultado pero muy importante, yo diría mucho más importante, es el esfuerzo para conseguir un buen resultado. Para recoger los frutos hay que preocuparse antes de echar buena tierra, regar las plantas, quitarles las malas hierbas, y así saldrán frutos sanos y con muy buen sabor. Si no trabajamos, o si trabajamos lo justito, la fresa, el tomate o la cereza serán fresa, tomate o cereza, pero probablemente el aspecto o el sabor podrían estar un poquito alterados, porque no se ha regado o no se ha cuidado la tierra. Y si tuviéramos que vender el producto conseguido no podríamos decirle al comprador que nosotros merecemos que nos lo compre, porque lo hemos plantado; y si las fresas, el tomate o la cereza hablaran dirían: - No me has regado a tiempo o no te has dado cuenta que tenía demasiada agua y tengo una mancha negra que me afea y por eso no me llevarán al mercado. El comprador no tiene la culpa, lo siento, pero la tienes tú, tú eres el responsable.

En fin, leamos el cuento y después comentaremos:


Las hojas del jardín En un día otoñal el maestro del monasterio reunió a los monjes y les comunicó que al día siguiente iban a recibir la visita de un Gran Maestro que estaba de peregrinación y les hacía el enorme honor de visitar su monasterio. Para honrar su presencia los monjes debían limpiar de hojas el jardín para que estuviera perfecto para la visita del Gran Maestro. Ilusionados los discípulos con la visita, se pusieron manos a la obra y fueron recogiendo las numerosas hojas que había en el suelo, una por una y depositándolas en unos grandes sacos. Cuando acabaron su tarea estaban muy satisfechos y llamaron al Maestro para mostrarle el resultado y preguntar dónde debían tirar las hojas recogidas. El maestro se acerco, observó el jardín con aire satisfecho pues en él no quedaba ni una sola hoja y entonces cogió los sacos y los volcó de nuevo en el jardín. Los monjes no pudieron reprimir un sonido de asombro y uno de ellos se atrevió a preguntar: - Maestro, ¿por qué nos has hecho recoger las hojas para volverlas a tirar? - El jardín está bien como está, con sus hojas. Pero vosotros debéis aprender que el énfasis hay que hacerlo recaer en el esfuerzo, no en el resultado. Los resultados de nuestros esfuerzos van y vienen. Pero el esfuerzo y la satisfacción por la tarea realizada, cuando se hace con placer, permanece.


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