SEIS

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SEIS

Ezequiel Hill


Posadas, Misiones Argentina Mayo de 2020


Las horas se estiran como un chicle viejo. María Soledad Fernández.


1 Trampa. Qué hacemos con esta juventud que no perdimos todavía y que se daña como una posta como una posta de plastilina arrojada hacia delante. Trampa. Vimos caballos cansados en el humo de nuestros cigarrillos nos detuvimos y les dimos palmadas en la noche augur, descansos de querer hacer historia tirando años lejos del alcance viajando ligero en varios destinos. Trampa. 4


2 Qué hacemos con esto que recordamos con estos diálogos que imaginamos porque no dijimos, que logramos plasmar en cuadros en inolvidables cuadros segundo por segundo que no descolgamos que permanecen como muertos emperadores discutiendo leyes y declarando guerras en países que ya tienen otro nombre y viveros clausurados en primavera. Qué hacemos dando vueltas como ansiosos bichitos de luz iluminando con rojo la memoria con estas colillas encendidas que arrojamos ansiosamente, imitándolos. Cuadros tras los ojos como abandonadas represas que no nos dejan dormir, que no nos dejan ver el sol pegando en la nieve alrededor de la cama llena en la mañana de huellas. 5


Nos conformamos con giratorias causas en largas calesitas pegajosas como tentáculos bajo la luz roja del semáforo que organiza los recuerdos en este parque de insomnios. En este parque de insomnios ¿por qué siempre nos encontramos? 6


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Ahora que abril termina pareciéndose al viento, a una ráfaga en la costanera un domingo encapotado y vacío, afirmemos que el tiempo es una suma en la que algunos días aportan cero, en la que no hay mentiras que no exploten en sincericidios.

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4 De qué hablamos cuando hablamos de no hacer cosas, a qué rito sagrado nos doblamos para conseguir el presente sin ansiosos vertiginosos toboganes sin el ocio y su torrente comiendo como a una rosa el tiempo No hacer cosas no sacudirnos en la mañana no despertar en todo el día fui feliz pero tuve que volver la ráfaga marina del azar desde la arena la reposera es quietud frente a la madurez activa de aceptar que es ineludible remar en la incertidumbre de los augurios del boicot y hacer cosas con las manos para pensar en las manos y obtener un resultado. 8


De qué hablamos cuando hablamos de no hacer cosas, qué hacemos con todo lo que rompemos eso es también hacer alguna cosa qué hacemos con esta banda negativa de fe sin ticket que subastamos todavía viendo de lejos los últimos rayos del sol que veremos antes de tocar el fondo. Qué hacemos con los días buenos que nos quedaron grandes y que llenamos de deseos como inflando globos guardados hace tiempo con un poco de talco. Qué hacemos con las imágenes de los cumpleaños. Qué hacemos con la sobriedad inconclusa. Qué hacemos con el tercer día cuando resucitemos entre los muertos. 9


5 Qué hacemos con esta dimensión donde está mi cama y todas las camas, en la que apoyo los pies después de una pesada madrugada en la que no sé si dormí o si fui vaciándome, esta que es la misma dimensión que la de cada día, que la del 27 de Mayo del 1995, con la misma luz, las mismas cesáreas, que la del 25 de Diciembre del 2003, cambian les niñes olvidándose de todo, no cambiarán los experimentos que hacíamos que hacen y que harán los estómagos infantiles con las emociones inciertas. La misma, atemperada por distintas manos de distintas maneras para los versos distintos que se maquinaron siempre. 10


Pasa, pasa que un día cada tanto despertar es incómodo entre los despojos turbios de tu réplica más perfecta, menos parecida, todo te parece desconocido agotador, sos libre y eso te cansa la energía está desordenada en el desierto profundo habitando como rígidos cúmulos de arena. Pasa. A veces falta sentimiento en lo que escribo porque escribo para encontrar espacio saco fotos de lo que muestra su otra cara bajo la luz distinta con que alumbran los relámpagos cuando ya no les temo, cuando pienso en ellos como el símbolo de una mañana rajada al medio en el segundo en que apoyo el pie y toda mi vida con la velocidad del rayo que acompaña al tornado me escupe a kilómetros del día. 11


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Y ahora tengo que escupir porque ya no padezco dolores porque me los tragué a todos porque estoy al borde de convertirlos en mí mismo y ya es momento de tocar con la lengua el piso sentir el gusto del piso todo el piso de mi casa arrodillado de punta a punta seca la lengua porque los tragué a todos ahora sí porque todo eso molesta puedo enojarme. Y ahora que debo escupir y ahora que no hay agua y ahora que algunas casas son infiernos puedo sacar la lengua y sentir en mi boca lo que pisan mis pies y tragarlo todo como siempre arrastrar el cuerpo dar cuerpo a las palabras que tienen el gusto 12


verdadero de la vereda la lengua rota y sangrante sin poder mostrar la geta sin nada. Y ahora sí ya es tiempo la hora del deber del deber escupir marrón la saliva y sucia la sangre las manos callosas las rodillas abiertas el rastro para regresos basta de lamer y abrir más las heridas es hora, ya es hora de tragar la calle como una boa con el estómago preparado por el ácido de haber tragado largas horas de dolores y es ahora por fin romper la lengua para hablar mil voces que recolecto del suelo los labios llenos de sangre las voces como basura dar la forma de arrugado envoltorio de caramelo a las palabras engullidas como un espejo triturado 13


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