ECR #21

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En clave REVOLUCIONARIA ECR Nº 21. Publicación de la Liga por la Revolución Socialista - LRS Costa Rica - Enero/ Feb. 2012. Precio ¢300 - solidario ¢500

EGIPTO

UNA

REVOLUCION EN CURSO

INTERNACIONALES

NACIONALES • La lucha contra las medidas de ajuste del gobierno de Chinchilla y la necesidad de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. P. 2 • Por la movilización obrera y popular contra el Plan Fiscal y los ataques de los empresarios. P. 5 • Convergencia regresa a la FEUCR después del fracaso “Progresista”. P.7

• Egipto: Una revolución en curso P. 9

• Chile: La emergencia de una juventud combativa y el rol destacado de los trotskistas del PTR (FT) P. 13 • Abajo las leyes antiterroristas P. 15

LI G A P O R LA R EVO LUCION S O CI A LI STA │LR S


En Clave Revolucionaria

Enero-Febrero

La lucha contra las medidas de ajuste del gobierno de Chinchilla y la necesidad de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas

Paralelamente a las últimas medidas tributarias y presupuestarias impulsadas por el gobierno de Chinchilla, que combina por una parte el plan fiscal y los recortes de presupuesto en distintas instituciones, con el reciente aumento de 5 mil colones en el salario de los trabajadores públicos; ha recomenzado una lenta coyuntura de movilización y descontento social en el país. Es que si bien es cierto el año 2011 transcurrió sin grandes movilizaciones,[1] por fin distintas organizaciones sindicales han comenzado a impulsar medidas contra los ataques impulsados desde la Casa Presidencial. Este es el caso por ejemplo de la primera reunión “nacional” de dirigentes sindicales en la ADEP (Asociación de Educadores Pensionados), el “piquete” del jueves 19 de enero convocado por el SEC en contra del injusto decreto salarial de 5 mil colones, así como la movilización al Ministerio de Trabajo del 25 de enero y la asamblea definida para el lunes 24 de este

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primer mes en la APSE, convocada por este sindicato en conjunto con un sector sindical más reducido agrupado en la Coordinadora Nacional de Lucha; que reaparece después de casi cuatro años. Hay que decir que en el marco del inicio de la resistencia a los planes del gobierno, éste ha tratado por diversos medios de condenar toda movilización y demanda de un mayor aumento salarial. Por ejemplo Sandra Pisk, frente al reducido piquete hacia el Ministerio de Trabajo dijo que era “imposible” un mayor incremento en los salarios de los servidores públicos, y que cualquier ajuste lo terminarían pagando todos los costarricenses, colocando en perspectiva de choque al conjunto de trabajadores del sector privado con los públicos, que lamentablemente son una minoría de la clase trabajadora y que son los sectores que relativamente gozan de mayor estabilidad laboral y condiciones de vida. Lamentablemente y como es de esperarse

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en estos casos, un sector mayoritario de las direcciones sindicales del país han apostado a movilizarse únicamente en contra del insuficiente aumento salarial de 5 mil colones; este es el caso por ejemplo de la ANEP de Albino Vargas, o el caso de ANDE, organización del sector magisterial que reúne cerca de 50 mil afiliados. Esta política ha dejado reducido a la impotencia al sector público que dicen representar, y todavía sin haber vuelto de vacaciones los docentes secundarios (la parte gruesa de los trabajadores del Estado), las acciones se han caracterizado por su debilidad. Por esa causa los dirigentes que han convocado las movilizaciones han recurrido a la amenaza, planteando que de no dar respuesta el gobierno, se pospondrá el ciclo lectivo programado para este inicio de febrero. La necesidad de un gran plan obrero y popular de acción para que la crisis la paguen los empresarios y su gobierno www.lrscostarica@gmail.com

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En Clave Revolucionaria Definitivamente lo que ha quedado al descubierto con las pequeñas acciones de finales de 2011 y principios de 2012 es que si bien son justas, no son ni suficientes ni obedecen a una orientación de conjunto correcta para acumular todas las fuerzas posibles contra el gobierno de Chinchilla. Lo anterior lo sostenemos porque creemos que la dimensión de la crisis económica y política en curso requiere una respuesta que supere el “luchismo” sindicalista alrededor de una o dos consignas “que movilizan”, lo anterior es necesario junto a un programa y una estrategia para que la crisis la paguen los empresarios del país y su junta de negocios representada por el gobierno. Esta discusión va tanto dirigida hacia el grueso de dirigentes sindicales que nos parece que se han burocratizado e impulsan una política abierta de conciliación con el gobierno -ANEP, ANDE, por ejemplo- como hacia un sector ubicado más a la “izquierda” y que habla de “independencia de clase” agrupado en la CNL; que si bien en reuniones recientes ha reivindicado que la lucha debe trascender la demanda salarial, se ha resistido desde su dirección a definir un claro programa de combate contra el gobierno. La CNL es un espacio de coordinación sindical encabezado por APSE,[2] que reapareció casi repentinamente tres semanas antes de que finalizara el 2011después de una Conferencia y una movilización el 13 de diciembre. Este espacio, compuesto -a excepción de la asociación de profesores- por casi una docena de pequeños sindicatos, se remonta a la lucha en contra del TLC con los Estados Unidos, y aunque tiene un discurso más de “izquierda”, lo cierto es que no ha significado una gran diferencia respecto a la política de “sindicalismo” clásico del resto de direcciones sindicales. Es que mientras las direcciones de ANEP y ANDE -para nombrar los casos más emblemáticos- han decidido concentrarse denunciar el aumento de 5 mil colones, la dirección de APSE ha tomado exclusivamente hasta el momento la lucha contra el plan fiscal como su demanda central. Desde luego ambas luchas son justas, pero por sí solas no son suficientes para desencadenar todo el potencial posible en la movilización callejera. El gran problema con la CNL liderada por APSE, además del grave hecho de que pueden asistir empresarios cuando gusten (como los de CRECEX, uno de los grandes

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Enero- Febrero sectores empresariales de exportadores, pero que se oponía a los nuevos impuestos), es que ha actuado prácticamente a tientas, improvisando, y con un espíritu más de reaccionar contra la política de los burócratas sindicales tradicionales que con el ánimo de construir un plan de lucha. Lo anterior puede demostrarse en el hecho por ejemplo de que en la reunión preparatoria de la marcha del 13 de diciembre convocada por ese espacio, desde la LRS planteamos que la lucha contra el plan fiscal no podía librarse en “abstracto”, sino que era necesario prepararse para enfrentar los despidos, las suspensiones y las rebajas salariales en el sector público y privado; y que en ese marco, era necesario mantener total independencia respecto a cualquier variante patronal, lo decíamos mientras mirábamos de reojo a los empresarios cómodamente instalados en el local de la APSE.

restringido a los “sindicatos” y acordar la acción del 25 de enero frente al Ministerio de Trabajo, en conjunto con las otras organizaciones sindicales. En resumen, a pesar del eje de la convocatoria no se definió absolutamente ningún “programa anticrisis” como estaba prometido. Por un plan obrero y popular de acción en Costa Rica Desde nuestra pequeña liga revolucionaria creemos que la crisis capitalista mundial en curso[3] se caracteriza por una profundidad que puede ser igual o mayor que la de la década del ’30. Recientemente en el Foro Económico y Social de Davos ante las preguntas de un periodista de que qué pasaría en Europa, si se salvaría Grecia, si se solucionaría la situación

La respuesta a nuestra insistencia en librar una lucha contra todo lo que significa el plan fiscal, que involucraría muy probablemente alzas generalizadas en los precios de los servicios y bienes, fue respondida por Héctor Monestel –dirigente del MAS- con la pobre falacia de que no debíamos “hacer una carta al niño” y “diluir” demasiadas demandas. El compañero Monestel, fiel a su trayectoria sindical y política de apegarse a la consigna “que moviliza”, aunque reaccionó contra nuestra propuesta, lamentablemente no reaccionó igual frente a la asistencia de empresarios en la asamblea, posiblemente para “no romper la unidad” con los empresarios, como señaló posteriormente Ferreto desautorizando nuestros planteamientos. El hecho es que si bien más recientemente la Presidenta de APSE y principal dirigente de la CNL -doña Beatriz- viene planteando que no es suficiente la lucha contra el insuficiente aumento salarial o contra el plan fiscal porque la crisis es demasiado profunda; pareciera que lo hace a la rastra de la necesidad de diferenciarse por “izquierda” de la burocracia sindical tradicional del país, lo que vuelve poco creíble que la CNL actúe como un referente de lucha y organización para los trabajadores del país que quieran participar de toda acción para que la crisis la paguen los empresarios y el gobierno que los representa. Es que como si no bastara, a pesar de que APSE convocó a una nueva reunión el martes 24 de enero para acordar un “programa nacional anticrisis”, todo el encuentro consistió en intervenciones cuyo contenido era diferenciarse de la ANEP y ANDE, nombrar un “comité coordinador” bastante

económica, etc; Henry Paulson respondió con tono severo que “nadie sabe qué pasará”. La respuesta de Paulson -quien predijo hace casi cuatro años la quiebra de Lehman Brother’s- deja entrever que ni siquiera los economistas burgueses más reconocidos o prestigiosos del mundo son totalmente conscientes de la magnitud de la crisis económica, y que no han tenido más remedio que “patear hacia adelante” las tendencias más catastróficas, esencialmente a través de la intervención del FMI y el BCE en países con problemas de pago como Grecia, pero la gran contradicción es que no es una salida muy viable en el largo plazo, y lo que se vislumbra es la posibilidad de que las grandes potencias se vean forzados a dejar caer ya sea a grandes bancos e inclusive Estados, ante la imposibilidad de sostener planes de salvataje para quienes vienen más afectados,


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especialmente Italia, Portugal o el Estado Español. A pesar de las tenues tendencias a la recuperación de la economía norteamericana, anunciadas por Obama en su “informe anual” de labores, la posibilidad de que quiebren grandes bancos en Europa o Estados, puede meter de lleno al viejo continente en la vía de la recesión, afectando de forma directa en Norteamérica y poniendo de forma instantánea un límite a la ya deporsí maltrecha situación económica yanqui. Pero esto no es todo, a la aguda crisis que azota a través los pueblos europeos, se suma la disminución del crecimiento económico de China, un país que -después de intervenir con inyecciones de recursos en su economía- venía absorbiendo buena parte de las exportaciones de los países de “tercer mundo” latinoamericanos y ayudando a que la crisis se desarrollara desigualmente, pues mientras en los países centrales la crisis impactaba fuertemente, en los semicoloniales continuaba el crecimiento económico. El rol de China como “contratendencia” a la crisis económica internacional, ha comenzado a agotarse. Toda este repaso es necesario para afirmar que la profundidad de la crisis capitalista mundial exige respuestas tanto en el terreno de la acción concreta (marchas, paros, piquetes, etc) como en el del programa que estén acordes a la altura de las necesidades, esto por lo menos frente a la posibilidad de un escenario igual o más grave que el del 2008, que en Costa Rica se expresó en fenómenos como la huida patronal de Domino’s Pizza, los despidos masivos en la cartonera Envaco en Limón junto a decenas de otras empresas, o los recortes y rebajas salariales, que se impusieron sin ninguna consideración en el sector privado y que se llevaron adelante en el plano público a través del Plan Escudo. Ante un escenario como el que señalamos, creemos necesario comenzar a divulgar por todos los medios posibles un programa que parta de la independencia de los trabajadores y sus necesidades inmediatas para hacer que la crisis la paguen los empresarios. Este programa creemos que se hará carne en primer lugar luchando contra el plan fiscal, denunciando el injusto aumento salarial que decretó el gobierno; pero sobretodo planteando salidas más de fondo, como que toda empresa que cierre o despida sea ocupada, estatizada y puesta a producir bajo control obrero, nacionalizando todas las ramas de la industria o la economía que se declaren en quiebra, derogando el TLC con

Una CNL con tareas pendientes

La Coordinadora Nacional de Lucha surgida alrededor de 2005 durante la lucha contra el TLC tuvo el mérito de emerger como un agrupamiento que esencialmente planteaba que la derrota del tratado debía darse en las calles y no precisamente en las instituciones gubernamentales como creía un sector más “institucionalista”. En ese marco impulsó importantes jornadas de movilización, como por ejemplo las de 2005, que unidas a las protestas contra RITEVE conllevaron a que el gobierno de Pacheco quedara diezmado tras una ola de renuncias en su gabinete, o las grandes movilizaciones de octubre de 2006 o febrero de 2007 contra el TLC. Lamentablemente la CNL en los momentos decisivos de la lucha contra el convenio comercial, terminó cediendo al sector de la burguesía patriótica agrupado tras Eugenio Trejos y quienes se organizaban en el CPOF (Comité Político Facilitador), un espacio de “cúpula” con el que pactaban los principales dirigentes de la Coordinadora y que terminó usurpando la dirección del movimiento de oposición al TLC. La suerte de la CNL quedó echada definitivamente cuando en una gran asamblea de trabajadores, estudiantes y activistas contra el TLC, -realizada el 13 de octubre del 2007 en el comedor de la UCR- sus principales integrantes colocaron en una mesa coordinadora a un Eugenio Trejos abatido y desmoralizado por su desastrosa política

institucional para enfrentar al gobierno. Algunos dirigentes de la CGT, como por ejemplo Luis Salas, pidieron a Trejos contra su propia voluntad que por favor se sentara en la mesa de coordinación, junto a Patricia Ramos Con (PRT) y Jessica Barquero (MAS). En aquella oportunidad, contrariamente a disputarle la dirección a los sectores más moderados, la CNL –con la CGT en su seno- actuó en el sentido de preservar la influencia de los sectores “patrióticos” sobre el movimiento de masas. Lo demás es bastante conocido: siguió la dispersión, desmoralización y desorganización obrera y popular en el año previo al inicio de la peor crisis económica desde los ’30. Pero esto no es todo, el 30 de agosto de 2008 los principales dirigentes (junto al MAS, el PRT y la JS!) participaron de una asamblea popular, convocada nada más y nada menos que por Rolando Araya, Óscar Campos y un sector de los “Empresarios por Costa Rica”, en una muestra de que los principios como el de la “independencia de clase” no pasan de ser pura retórica para algunas organizaciones, incluso autoproclamadas como “trotskistas”. La CNL de la actualidad tiene un menor peso por parte de una serie de sectores barriales y sindicales que tenían presencia durante la lucha contra el TLC, y tampoco existen los “comités patrióticos” –por pequeños que fueran-; pero todavía está a prueba que sea un espacio que sirva para luchar en los hechos bajo las banderas de la independencia de clase y un programa obrero y popular consecuente, desde luego en el marco de la unidad de fuerzas con todos los restantes sindicatos del país; y que no se convierta precisamente en una herramienta electoral para ningún oportunista, como sucedió en un pasado reciente.

EE.UU. que ha significado una mayor evasión fiscal y garantías sin límites para las grandes transnacionales, y apoyando las causas de todo sector oprimido que salga a la lucha; en la perspectiva de poner en pie a la clase obrera bajo su propia bandera. Notas [1] Esto a excepción de dos procesos de movilización: el 29 de setiembre protagonizado por los estudiantes de las Universidades estatales, centralmente la UCR y la UNA; y por otra parte la marcha del 13 de diciembre, apenas tres semanas antes de que terminara el año, impulsada por más de una docena de pequeños sindicatos junto con APSE, la FEUCR y otras federaciones estudiantiles. [2] La APSE a su vez está liderada por Beatriz Ferreto Ferreto, vinculada al stalinismo histórico organizado en el Partido Vanguardia Popular. [3] Ver artículo sobre el plan fiscal y la posibilidad de ajustes “a la Europea” en Costa Rica.

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Por la movilización obrera y popular contra el Plan Fiscal y los ataques de los empresarios. ¡Que la crisis la paguen los capitalistas! Por Bryan Brenes y Johanán León Las movilizaciones organizadas por los empresarios agroindustriales, los de la educación privada, así como los de las propias zonas francas[1] “contra” los impuestos del Plan Fiscal durante los últimos meses, anunciaron de forma incipiente el programa que los distintos sectores burgueses preparan para descargar la crisis económica sobre los hombros de los asalariados y sectores empobrecidos de Costa Rica. Es que los empresarios, utilizando como carne de cañón a transportistas independientes, estudiantes, así como trabajadores del sector manufacturero, tomaron las calles exigiendo la “no aprobación” del Plan de Solidaridad Tributaria que impulsa el gobierno desde principios de 2011 en el Congreso. Esta oposición de los empresarios[2] no se daba como producto de defender el nivel de vida de la mayoría de la población trabajadora costarricense, ni siquiera de los sectores que ellos mismos ponían en movimiento, sino más bien para evitar que una parte de los nuevos tributos fueran asumidos por los dueños de empresas dedicadas a distintos servicios, afectando con esto su tasa de ganancia. Contrario al impresionismo de ver a “campesinos”, “estudiantes” o “trabajadores de la maquila” movilizados, pareciera que estas acciones las impulsaron los empresarios con el fin de cubrirse la espalda frente a un muy probable programa consistente en descargar generalizada pero desorganizadamente la crisis económica sobre los trabajadores, con o sin Plan Fiscal. Esta realidad parecen estarla confirmando los sectores que invierten en el campo de la educación, con su anuncio de que aumentarán aproximadamente entre un 4 y 10% el costo de sus matrículas, y con los aumentos que ya se vienen aplicando en algunas universidades privadas; a pesar de no haberse aprobado siquiera los nuevos impuestos, que según ellos, constituirían la causa de un incremento en el costo de sus servicios. Según el diario La Nación, abanderado de uno de los sectores empresariales que se oponen al plan fiscal varias universidades han implementado ya la subida de precios “Por ejemplo, la Universidad Hispanoamericana subió los costos de las materias en un 8%; aumentaron

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de ¢67.000 a ¢73.000”. Entre tanto, Pablo Guzmán Stein, rector de la Universidad de Ciencias Médicas (Ucimed), dijo que el alza ahí ronda el 5%.” Mientras tanto “Otra institución que cobra más es la Universidad Metropolitana Castro Carazo (UMCA). Aquí, la matrícula es de ¢53.000 y la tarifa de cada materia quedó en ¢61.000.”[3]

agrícolas, supuestamente por el “incremento en los costos de producción” que significa la puesta en marcha del IVA, que además de incrementar el porcentaje del actual impuesto de ventas, comenzaría a gravar una serie de servicios intermedios actualmente exentos[4], esto sin duda golpearía enormemente sobre las condiciones de vida de los trabajadores y sectores populares[5].

Como puede verse ya los empresarios de la educación se adelantaron en las intenciones de un sector empresarial que apuesta a las alzas tarifarias para capear de alguna forma

De esta forma el beneficio para los empresarios agroindustriales[6] que producen desde el arroz hasta el azúcar es doble: mientras incrementan sus ganancias con aumentos de

Luis Fishman del PUSC junto a Juan Carlos Mendoza del PAC. El primero impulsor de los recortes presupuestarios y la “austeridad”, mientras que el segundo forma parte del PAC, aliado del gobierno para el plan fiscal. Ambas agrupaciones son piezas clave de la Alianza por Costa Rica

no tanto la disminución en sus ganancias que provocarían los impuestos, sino la contracción que ya comienza a presentarse en la economía nacional, muy dependiente tanto de Estados Unidos como de Europa para mantener su dinamismo y crecimiento. Sin embargo este mecanismo no queda restringido a la educación privada, sino que sobretodo impactará directamente en el precio de producto básicos como los alimentos, comenzado por los productos

precios -detrás de los cuales sería un tanto inocente creer que se encuentran aumentos proporcionales de costos-, pagarán por materias primas y servicios tasas de impuestos preferenciales del 2% [7]. Tras la creciente presión de las cámaras empresariales, los empresarios de la construcción (uno de los más subsidios ha recibido durante los últimos años de parte del gobierno) también tendrán un trato privilegiado en materia tributaria, mediante el que pasarán varios años antes de verse afectados directamente por los nuevos impuestos.


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Para rematar, el propio gobierno y sus jerarcas se han hecho eco de esta táctica, y a partir de las directrices de “austeridad” que ha girado Chinchilla, se incentiva el incremento en las tarifas de servicios básicos bajo el supuesto de mantener sanas las finanzas, lo que ya ha dado pie a que instituciones como el ICE -del que el gobierno toma millonarias sumas por la vía fiscal- planeen para este año aumentos abismales por ejemplo en la electricidad.[8] Con lo anterior tratamos de mostrar que hayan o no impuestos nuevos en la Asamblea, es muy posible que los distintos sectores empresariales apuesten por las alzas tarifarias como forma de descargar su crisis sobre los trabajadores y sectores populares, intentando quedarse con una parte mayor del salario y los ingresos de las capas más empobrecidas. Las dos razones de fondo parecen ser que, de aprobarse nuevos impuestos, los gastos serían recargados a los consumidores; mientras que si no hay impuestos, entraría en dificultades el Estado para seguir subsidiando a los empresarios como lo ha hecho tranquilamente todos estos años. Lo anterior afectaría las tasas de interés en el crédito (al aumentar las tasas de interés), y amenazaría al sector empresarial, que se quedaría sin la sabia vital de los recursos públicos para estimular sus negocios. Con o sin plan fiscal se vislumbra un escenario “a la Europea” en Costa Rica Pero los anteriores elementos son solo parte de un escenario más amplio y menos benévolo económica y políticamente, pues ya ciertas esferas burguesas, como la que representa el propio diario La Nación, vienen presionando por un “plan B” ante la parálisis del plan de reforma fiscal en la Sala Constitucional. Los editorialistas de este diario se quejan, ya que para ellos el gobierno “…no ha querido practicar una verdadera reforma del Estado, como sí lo han hecho otros países cuya situación fiscal se ha hecho inmanejable, incluyendo Grecia, España e Italia, donde se recortó el empleo público y redujeron los salarios de los servidores para compensar años de expansión real que no se correspondía con los verdaderos recursos disponibles.”[9] Aún y con todo lo que significan los recortes de empleo público y salarios (mayor contracción económica y conflictividad social por ejemplo), los redactores de este periódico presionan por ajustes a la europea dentro de

Anabelle González, Ministra de Comercio y una de las más enérgicas impulsoras del TLC con Estados Unidos, es una de las principales defensoras de los empresarios de las zonas francas y sus millonarias exenciones ante el gobierno

las fronteras costarricenses. Estas medidas, aunque inicialmente las exigen como “plan B”, lo cierto es que es muy complicado que no las lleve adelante el gobierno; sobretodo tomando en cuenta que los nuevos impuestos resolverían solo una parte del déficit fiscal y no el problema de conjunto (cerca del 1,8% del PIB respecto al poco más de 5% en que han estimado el déficit del 2010 y 2011), ante lo que el gobierno deberá actuar forzosamente en el sentido de los despidos y los recortes salariales. Y que no quepa duda de que tienen el estómago para intentarlo, pues ya lo llevaron a la práctica durante el 2008 en medio del primer pico de la crisis capitalista, a través de despidos masivos, suspensiones y rebajas salariales, y una variada serie de mecanismos para atacar las condiciones laborales como la flexibilización de las jornadas laborales que incluyó en su momento el llamado Plan Escudo de Arias, únicamente que en el sector privado. La necesidad de una política de independencia de clase para que la crisis la paguen los capitalistas En medio de este panorama, sin duda sigue teniendo gran importancia la lucha por tirar abajo el plan fiscal, pero confiar en el espejismo de que esta acaba con lo que defina la Sala IV si bien sería esperable desde la perspectiva de un parlamentario o algún escéptico de la movilización, se traduciría

en un gran favor para el conjunto de los empresarios al neutralizar cualquier intento organización y movilización popular serio. Por otro lado, sería criminal e inviable pretender llevar esta lucha adelante restringida al Plan Fiscal en sí, dejando de lado y para otro momento la movilización contra los aumentos de precios (incluidos los alimentos, servicios públicos como la electricidad, los transportes, entre otros), los ajustes y recortes en el sector público, y sobre todo los despidos y cualquier ataque a las condiciones de trabajo en las empresas privadas, donde se agrupa el grueso de la clase trabajadora; lo cual abriría enormes posibilidades de sumar aliados y ampliar cada vez más la lucha contra los planes del gobierno y el empresariado. Por esto creemos que la única forma de impulsar efectivamente una lucha bajo estos ejes es partiendo de la organización y movilización de los trabajadores y sectores empobrecidos bajo una completa independencia de clase, es decir, de los empresarios y sus partidos políticos (impulsores unos del Plan Fiscal – PLN y PAC- o de los recortes y ajustes presupuestarios como el PUSC y el Movimiento Libertario[10]) , pues al mismo tiempo que estos no tienen ningún problema en hacer “frente único” con los sectores opuestos al plan fiscal e incluso utilizar

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En Clave Revolucionaria a trabajadores y estudiantes para hacer presión a su favor tal como ocurrió el año pasado; siguen impulsando con todo el resto de ataques y medidas que desde su óptica representan la alternativa al Plan Fiscal del gobierno de Chinchilla.

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Convergencia regresa a la FEUCR después del fracaso “Progresista”

A diferencia de algunas burocracias sindicales – y sus respectivos aprendices -, la burguesía y el gobierno ya comenzaron una verdadera guerra de clases poniendo en marcha los primeros mecanismos para intentar descargar la crisis capitalista sobre nuestras espaldas, demostrando que no van a titubear en sus acciones para preservar sus ganancias y negocios. Apostamos junto con cada compañero y compañera que coincida con nosotros en esta perspectiva, por un plan de lucha que se dirija a hacer pagar todos los efectos de esta profunda crisis a los verdaderos responsables: los capitalistas. ______________ [1] “Lunes y martes: días clave para el plan fiscal”, Diario Extra, 14/11/2011 [2] Encabezada por los de las zonas francas. [3] “Alumnos de “U” privadas pagarán entre 4 y 10% más este año”, La Nación, 8/1/2012 [4] “Gobierno cede a presiones de cámaras de la construcción e industriales ante el plan fiscal”, www. elfinancierocr.com, 11/11/2011 [5] Así, según lo que indica la misma nota, la ilusión populista para legitimar el paquete fiscal que tanto el gobierno como el PAC han intentado generar con la aparente ampliación de la canasta básica (bienes básicos exentos), muestra toda su falsedad pues todos los productos allí “exentos” de igual forma estarían en los hechos aumentando de precio, aparte de que como ya es conocido la condición de bienes exentos dentro del plan es temporal y puede ser modificada a conveniencia del gobierno una vez que estuviese aprobado el mismo. [6] La imagen idílica del campesino pobre que produce y vende sus cultivos hace ya tiempo que fue transformada por la realidad capitalista prácticamente generalizada del obrero del campo explotado en enormes fincas. [7] “Nuevo plan fiscal amenaza precios de los bienes básicos”, www.nacion.com, 17/10/2011 [8] “ICE pide aumento de 24% en tarifa de luz para vivienda”, La Nación, 30/09/2011 [9] “Alternativas al plan fiscal”, La Nación, 9/1/2012 [10] Ambos miembros de la Alianza por Costa Rica en la que participa el Frente Amplio a través de Jose María Villalta, con la mira puesta en cuidar “la semillita” de lo que para el FA sería una coalición electoral para el 2014 con estos partidos políticos. (“Tiempos de esperanza”, http://www.frenteamplio.org/?p=2219)

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Por Bryan Brenes En el pasado mes de diciembre después de una sorpresiva segunda ronda electoral en las elecciones para la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR), asumió el partido Convergencia para el directorio de esa organización para todo el año 2012. Esto luego de haber vencido 52.4% de los votos contra un 47.5% de Progre, en el marco de un ajustado resultado y más de 75% de abstencionismo por parte de la población estudiantil. Con esta victoria los compañeros del MAS -que impulsan Convergencia junto a activistas independientes- se han asegurado su regreso nuevamente a una posición relativamente importante dentro del movimiento estudiantil, después de haber cesado su actividad casi por completo en la UCR durante el año 2011, cuando Progre estuvo en la dirección de la FEUCR sin haber promovido una sola movilización de los estudiantes. Es que los compañeros militantes del MAS/Convergencia en la UCR (que tampoco esperaban la victoria!) ganan la contienda electoral no precisamente por haber significado en el último año una alternativa de lucha, sino por el acelerado desgaste que sufrió Progre. Hay que decir

que Convergencia salió beneficiado en buena medida por la actividad que desplegaron los dirigentes de la JFA y sus amigos, que consistió en convertir a la Federación en una oficina auxiliar de las autoridades universitarias, ayudando a realizar los trámites de inclusión en la matrícula o impulsando numerosos foros “informativos” en conjunto con las autoridades de la UCR; lo que fue resentido por algunas franjas del movimiento estudiantil que castigaron a los “progresistas” por su pasividad y decidieron dar un voto a lo que muchos consideraban lo menos malo. Entre las ilusiones y la realidad Y es que a pesar de que los compañeros de la dirección del MAS dicen que reconstruyeron a Convergencia con su participación en el Encuentro de Mujeres Universitarias y el Congreso Universitario -y agregaríamos nosotros la marcha del 29 de setiembre, que utilizaron visiblemente para reunir a sus contactos y prepararlos centralmente para las elecciones que se acercaban- no nos dicen que precisamente que fue el desencanto con Progre el factor determinante para su victoria. Lo anterior es necesario reintroducirlo en el balance porque ya el MAS/Convergencia estuvo durante 6 años dirigiendo la federación universitaria y perdió contra la juventud del FA en 2011, en medio de un importante


En Clave Revolucionaria descontento con su administración, que tuvo como una de sus pruebas decisivas la lucha por presupuesto para las universidades públicas; donde se impuso la política de las autoridades a pesar de las grandes movilizaciones. Más allá de los éxitos del MAS en los espacios institucionales, y los intentos pujantes que vienen haciendo por reconstruir relaciones sociales por abajo (sobre todo en las Asociaciones de Sociales, en conjunto con el PRT) pareciera que fue el estado de ánimo de los estudiantes lo que los ha premiado y castigado electoralmente, y decimos lo anterior porque actualmente existe cierta ilusión en que esta nueva gestión de Convergencia será diferente a las anteriores, aunque sea el mismo grupo, con los mismos métodos y la misma “tradición” con que gobernaron durante un sexenio. Pero más allá de una Convergencia que ha resucitado gracias a la actividad institucional de sus dirigentes y al declive “progresista”, quienes tengamos y no tengamos ilusiones o fe en su administración, debemos estar dispuestos a unir fuerzas para reorganizar al movimiento estudiantil y prepararnos para retomar la movilización de los estudiantes a gran escala; especialmente en el marco de una situación política transitoria hacia mayores enfrentamientos entre las clases sociales tanto en el plano mundial como en el nacional. A nivel mundial hemos visto como se han detonado profundos procesos revolucionarios que tienen su epicentro en el mundo árabe, las movilizaciones y huelgas generales en Grecia, el surgimiento del movimiento de

Enero- Febrero los indignados en varios países europeos, el estallido del descontento en las barriadas más empobrecidas de Londres, el Occupy Wall Street, las movilizaciones de cientos de miles contra la reforma a las pensiones en Francia; o en Latinoamérica la lucha de los estudiantes chilenos, una de las más largas e intensas de los últimos años en el movimiento estudiantil latinoamericano. Dentro de las fronteras nacionales hemos comenzado a ver cómo se ha desgastado el gobierno de Chinchilla en poco más de un año, teniendo que recurrir a crear conflictos internacionales como el de la Isla Calero, no solo para cumplir con el protocolo de sumisión que impone la Casa Blanca, sino para alcanzar la “unidad nacional” necesaria entre las distintas fracciones burguesas para descargar cohesionadamente sus ataques contra los trabajadores. Muchos elementos parecen señalar que este 2012 condensará las fricciones por arriba y la necesidad de la unidad más amplia entre “los de abajo” para responder a los ataques empresariales, sobretodo ante la posibilidad de despidos en el sector público, recortes presupuestarios o alzas generalizadas en los servicios como forma de atacar el salario en momentos de crisis económica. Todas estas medidas estamos seguros que afectarán tanto a los trabajadores del país como a los estudiantes, entre ellos los de la UCR. Es por eso que le proponemos a los compañeros del MAS/Convergencia unir esfuerzos en el marco de la más absoluta independencia política respecto de las autoridades, el gobierno y los empresarios.

Los instamos a impulsar en unidad con todos los grupos oficiales y no oficiales de la universidad el Encuentro Nacional de Estudiantes (que ya los compañeros vienen anunciando), permitiendo democráticamente la participación en su organización y convocatoria, para asegurar un verdadero encuentro de estudiantes que sea democrático, que sirva para discutir y armar al movimiento estudiantil frente a los desafíos que se ven cada vez más cerca. Pero además de esta propuesta concreta -en la que esperamos estén de acuerdo nuestros interlocutores- desde la LRS llamamos a los estudiantes más activos y que forman parte de las franjas más conscientes y avanzadas políticamente dentro de la Universidad a que hagamos un serio balance de la actuación de las distintas organizaciones dentro del movimiento obrero y estudiantil, especialmente de los momentos decisivos; y así preparar una alternativa que supere la socialdemocratización de las organizaciones y el activismo institucionalista que ha prevalecido históricamente en la UCR en los últimos años. A todos estos compañerxs lxs llamamos a construir un nuevo movimiento estudiantil, que sea combativo además de internacionalista e independiente de toda fuerza proempresarial, y que aprenda de las lecciones que ya nos dan lxs estudiantes y trabajadorxs que comienzan a luchar en otras partes del mundo, como por ejemplo en Latinoamérica y Europa.

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Egipto:Una revolución en curso

INTERNACIONALES

Por Claudia Cinatti A diez meses de las movilizaciones de enero-febrero de 2011 que derribaron al odiado dictador Hosni Mubarak, una tercera oleada de movilizaciones y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad sacudió las inmediaciones de la emblemática Plaza Tahrir. Esta nueva ola de protesta comenzó el 16 de diciembre cuando la policía militar intentó desalojar violentamente a un grupo de manifestantes que exigía la renuncia del primer ministro Kamal Ganzouri y del gobierno del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA). Durante cinco días una multitud compuesta por jóvenes, mujeres y trabajadores resistieron la feroz escalada represiva del régimen militar que dejó un saldo provisorio de 14 muertos y más de 800 heridos. Las imágenes de soldados arrastrando a una mujer, golpeándola en el piso y desnudándole el torso, terminaron por hacer estallar la bronca popular. El 20 de diciembre alrededor de 10.000 mujeres marcharon por las calles del Cairo para repudiar el accionar del ejército y exigir el fin del gobierno del CSFA. Según la crónica del diario New York Times, los historiadores consideran que esta movilización que unió a mujeres islamistas y laicas fue “la mayor manifestación de mujeres en la historia egipcia moderna, la más significativa desde que una marcha en 1919 contra el colonialismo británico inauguró el activismo femenino en el país y una rareza para el mundo árabe” (NYT, 2112-11). Indudablemente, la entrada en escena de las mujeres, un sector tradicionalmente oprimido, es expresión inconfundible de la profundidad del proceso revolucionario. Una vez más, el intento de aplastar por medios militares a los sectores de vanguardia que permanecen en la Plaza Tahrir, separándolos de las amplias masas, terminó fracasando. Ante la contundencia de las imágenes que muestra los abusos y la violencia represiva, la política del ejército de acusar a los manifestantes de “infiltrados de Mubarak” y “contrarrevolucionarios” se fue diluyendo. La contundencia de las mujeres movilizadas y el mensaje del gobierno de Estados Unidos, su principal aliado y sostén, que a través de Hillary Clinton les hizo saber de que se estaban pasando de la relación de fuerzas, llevó a que retrocedieran coyunturalmente. El CSFA intenta proseguir “normalmente” con una nueva fase de las elecciones legislativas, que se reiniciaron el 21 de diciembre, aunque según los medios locales,

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con una participación mucho menor que las dos elecciones anteriores. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para cerrar la crisis. Para el viernes 23 está convocada una nueva movilización masiva, mientras tanto siguen los enfrentamientos y las protestas. Las últimas movilizaciones estallaron a solo un mes de que decenas de miles de egipcios salieran a las calles contra el intento del ejército de perpetuarse, mediante “cláusulas supraconstitucionales” que le garantizan derecho a veto, como la principal institución del estado y el régimen, permitiendo, en el mejor de los casos, el establecimiento de una democracia tutelada como cobertura del poder militar. Estas movilizaciones de mediados de noviembre dejaron un saldo provisorio de 42 muertos y unos 2.000 heridos en violentos enfrentamientos con la policía militar protagonizados principalmente por una alianza de jóvenes de clase media y jóvenes trabajadores y plebeyos, a los que la prensa bautizó como los “soldados de la Plaza Tahrir”, que mostraron una organización superior para resistir los embates de la represión que la que se vio durante las jornadas de enero, incluso algunos medios hablan del desarrollo de “comités populares”, aunque con un programa limitado de exigir la renuncia del CSFA y la transferencia del poder a un “gobierno civil de salvación nacional”. Esta respuesta de masas derrotó la línea represiva del régimen, que si bien mantuvo una fuerte presencia policial y militar, trató de evitar que la represión estatal terminara desatando un proceso de movilización aun más masivo y radicalizado. Tras la renuncia del gobierno civil títere de E. Sharaf, la Junta Militar selló un pacto con la Hermandad Musulmana, la principal organización

político-religiosa burguesa del país, para salir de la crisis, ofreciendo concesiones mínimas como adelantar un año las elecciones presidenciales, para sostener las elecciones legislativas del 28 de noviembre, pero sin ceder a las demandas centrales del movimiento de masas. Aunque siguieron las movilizaciones no alcanzaron para derrotar el plan de la junta militar, que inició el proceso electoral como estaba previsto. Una de las debilidades de las protestas de noviembre fue que no intervino la clase obrera organizada, que fue decisiva en la caída de Mubarak. El rol contrarrevolucionario del ejército al descubierto Tras la caída de Mubarak, el ejército jugó un rol clave para detener la movilización revolucionaria, usurpando el triunfo popular y transformándose en el artífice de una supuesta “transición” hacia un régimen democrático burgués, política que contó con el aval del gobierno de Estados Unidos. Esto fue posible porque las fuerzas armadas conservan algo de su prestigio por su pasado “nacionalista”, porque el ejército no fue el eje de la represión durante las movilizaciones sino que posó de “amigo del pueblo”, evitando de esa manera una fractura en sus filas y porque producto de esta ubicación logró la confianza de alrededor del 80% de la población. Además, la Hermandad Musulmana, la principal organización político-religiosa del país, a la que pertenecen sectores de la burguesía local, actuó como sostén del gobierno del CSFA, lo que provocó la ruptura de gran parte de su juventud(1). Estas ilusiones en que el ejército podía jugar un rol progresivo se fueron disipando. Entre otras medidas, el CSFA mantuvo la ley de


En Clave Revolucionaria emergencia, sancionó una legislación que prohíbe las huelgas y la organización sindical, detuvo a unos 12.000 activistas, que fueron juzgados por tribunales militares, torturados y muchos de ellos condenados. Aunque ensayó algunos gestos políticos de mayor autonomía (permitió que pasaran por el Canal de Suez barcos iraníes, lo que no ocurría desde 1979, momento en que se rompieron las relaciones diplomáticas entre ambos países) mantuvo los compromisos internacionales como el acuerdo de paz con el Estado de Israel y su rol de policía hacia el pueblo palestino. Con las fuerzas armadas en el gobierno, amplios sectores de masas hicieron la experiencia de que la política del CSFA era mantener la mayor continuidad posible con el régimen de Mubarak y conservar su rol como pilar del estado y del régimen al servicio de preservar los intereses económicos y políticos de la clase dominante local y el imperialismo. La brutal represión, en particular el abuso y ataque contra manifestantes mujeres, puso más en evidencia el rol del CSFA y hace que los enfrentamientos y las demandas sean más radicalizadas. Quizás por esto, el diario New York Times le aconseja a Obama que lo que llevó a pedir el retiro del CSFA del gobierno. Un intento de desvío no consolidado La estrategia de la Junta Militar, apoyada por Estados Unidos y otras potencias imperialistas, es tratar de ir desviando el proceso poniendo en marcha un calendario electoral complicado y extendido que durará al menos hasta marzo, con la promesa de realizar elecciones presidenciales en junio de 2012. Por eso era muy importante para el régimen realizar las elecciones del 28 de noviembre para desmovilizar y lograr recuperar algo de legitimidad. La participación en las dos primeras rondas de las elecciones, que en promedio se ubicó en un 62%, objetivamente mostró que a nivel de masas hay ilusiones en los mecanismos de la democracia parlamentaria para ir desplazando, de manera gradual, el poder militar, aunque algunos analistas dicen que por ser el voto obligatorio y tener multa quienes no van a votar no es muy significativo. Sin embargo, la presunción de que en la tercera ronda electoral –que coincide con las movilizaciones de diciembre- la concurrencia fue mucho menor, podría estar indicando los límites de estas ilusiones cuando se chocan con la represión en las calles. Hasta el momento, los resultados electorales favorecen ampliamente a los partidos islamistas: el Partido de la Justicia y la Libertad (Hermandad Musulmana) obtendría alrededor del 40% de los votos y el Partido Al Nour ligado al islam salafista

Enero- Febrero (una versión religiosa más extrema que tiene como ejemplo a Arabia Saudita), un 25%. Si bien los partidos religiosos no son hegemónicos en las movilizaciones, es decir, que aunque participa su base no imponen su programa (en esto se diferencia de la revolución iraní de 1979 en la que el clero jugó un rol más importante y terminó imponiendo a Komeini), estos tienen un importante peso cuando intervienen las masas y los sectores más atrasados. Los partidos liberales del Bloque Egipcio quedaron relegados a un tercer lugar. Mientras que la Alianza la Revolución Continúa (formada por los movimientos juveniles de la Plaza Tahrir) quedó sexta en la mayoría de los distritos. En gran medida el sistema electoral está diseñado para favorecer a organizaciones con un aparato y una red de financiación propia, como la Hermandad Musulmana, ya que no hay financiación estatal de los partidos políticos. Aparentemente, el plan para la “transición” que contaría con el respaldo de Estados Unidos, es ir a un régimen similar al de Turquía, en el que el ejército conserva un gran poder y es el garante de mantener controlado al islamismo político, aunque circunstancialmente gobiernen partidos islámicos moderados, como el actual Partido de la Justicia y el Desarrollo (con este esquema Turquía se mantuvo en la órbita norteamericana, con un acuerdo con Israel, aunque recientemente hay un cambio significativo de esta ubicación). Este “modelo turco” también estaría planteado en Túnez donde el principal partido islamista viene de ganar la mayoría de las bancas en las elecciones constituyentes. Sin embargo, ya hay quienes señalan que este “modelo turco” privado de su éxito económico, perdería todo atractivo(2). No está claro aun hasta dónde podrá avanzar este intento del ejército de legitimar un régimen donde siga siendo el principal resorte del poder. Todo indicaría que por una combinación de factores objetivos y subjetivos que desarrollaremos a continuación, estamos ante un proceso revolucionario profundo para el cual no vemos posibilidades de estabilizar un desvío reformista relativamente fácil, a la manera en que se implementó la política de “reacción democrática” en América Latina en la década de los ’80 que puso fin a las dictaduras militares que se habían impuesto tras la derrota del ascenso de los ’70. El proceso egipcio como punto de inflexión en la lucha de clases En la editorial de la revista Estrategia Internacional Nº 27 definimos que tras un

período de 30 años de restauración burguesa, la oleada de movilizaciones en el Norte de África y el mundo árabe contra regímenes proimperialistas, dictatoriales o despóticos anunciaba el inicio de un nuevo ciclo de la lucha de clases. Como analogía histórica, lo comparábamos con la “primavera de los pueblos” de 1848 señalando el límite de que, a diferencia del siglo XIX, estamos en la época imperialista, de crisis, guerras y revoluciones, y con una clase obrera que ha pasado la experiencia de la revolución y la contrarrevolución del siglo XX. Si bien por las décadas de retroceso de la clase obrera y la crisis del marxismo revolucionario nuestra visión es que estos procesos serán más tortuosos, a diferencia de otros momentos, también serán más difíciles de contener en el marco de una crisis histórica capitalista, comparable en su significado a la crisis de 1930, y de una decadencia hegemónica norteamericana que hace que la situación internacional sea más convulsiva. Transcurrido un año desde que hicimos esa definición, en la que aun dejábamos abierto los contornos precisos que podría tomar este nuevo ciclo ascendente de la lucha de clases, podemos decir que por una combinación de factores la situación más avanzada se está dando en Egipto, donde creemos se ha abierto la primera revolución del siglo XXI. Entre estos factores los determinantes son:

a) La crisis capitalista Los motores de la primavera árabe en general y de Egipto en particular son profundos y articulan demandas estructurales económicas –como el salario, el empleo, la obscena desigualdad social- con demandas democráticas –el fin del régimen militar, la expulsión de los personeros del viejo régimen de los puestos gerenciales de las empresas, etc. En Egipto, las masas se han rebelado contra las condiciones impuestas por el giro neoliberal que si bien se inició con la apertura económica bajo el gobierno de Sadat en la década del ‘70, se profundizó de manera decisiva con los planes del FMI implementados por Mubarak desde mediados de la década de 1990 y dio un salto a partir de 2004. Entre otras medidas, se privatizó gran parte de la industria estatal, se revirtieron medidas agrarias que habían favorecido a sectores campesinos pobres permitiendo la vuelta del latifundio, se incrementó la precariedad laboral y creció la cantidad de pobres urbanos, que por millones habían fluido a las grandes ciudades a principios de la década de 1970. La cúpula del ejército resultó ampliamente beneficiada con estas medidas y se quedó progresivamente con el control de entre el 20 y el 30% de la economía. El deterioro en el nivel de vida

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En Clave Revolucionaria de los asalariados y la desigualdad social obscena que se fue consolidando en las últimas tres décadas ya habían llevado a duras experiencias de huelgas bajo la dictadura de Mubarak (2006 y 2008). Estas condiciones se agravaron con las consecuencias de la crisis económica mundial que llevó a un proceso inflacionario que se sintió en la canasta básica, debido a la suba internacional de los precios de las materias primas que Egipto está obligado a importar, combinado con la baja de los subsidios estatales. Ya en 2008 la suba del precio del pan derivó en una “revuelta del hambre” a la que muchos analistas compararon con el proceso de radicalización de los años ’70. Según estimaciones extraoficiales, la desocupación llega al 24% y la mitad de la población vive con menos de dos dólares diarios (entre ellos buena parte de los empleados públicos). En contraste, Egipto es el país con mayor cantidad de multimillonarios del continente africano (7 de 40) según la revista Forbes. A pesar de que algunas potencias imperialistas tuvieron la política de condonar una parte de la deuda y hacer un plan de ayuda financiera, por las condiciones más generales de crisis económica, que golpea fuertemente las economías centrales, no hay posibilidades de poner en marcha un plan que permita hacer concesiones significativas. Por dar solo un ejemplo, a cambio del apoyo de Egipto a la primera guerra del Golfo, Estados Unidos condonó unos 7.000 millones de dólares de la deuda, este año, lo que ofreció fue una garantía para préstamos por 1.000 millones.

b) El lugar de Egipto en el esquema regional de dominio imperialista Egipto es el país más importante del mundo árabe, con una población de alrededor de 82 millones de habitantes y una estructura de clases moderna, surgida de diversos procesos de industrialización y urbanización emprendidos a comienzos de la década de 1950 y desarrollados durante los años de Nasser, que transformaron su estructura anterior predominantemente rural. Aunque el sector agrario sigue teniendo mucho peso, la clave son las grandes ciudades como El Cairo o Alejandría. El bonapartismo nasserista era reaccionario hacia el proletariado egipcio, prohibiendo su organización independiente (era un régimen basado en el ejército y en un partido único), pero en el escenario internacional lideraba el bloque antinorteamericano y antisionista. Producto de esta ubicación, Egipto había sido un actor central en las cuatro guerras árabes más importantes contra el estado de Israel (194849; Suez en 1956, guerra de los seis días en 1967 y guerra de Yom Kipur en 1973).

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Enero- Febrero Nasser fue uno de los principales impulsores del Movimiento de Países No Alineados, y luego de la derrota en la Guerra de los Seis días, estrechó sus relaciones políticas y militares con la Unión Soviética. Esta ubicación empezó a cambiar tras la guerra de Yom Kipur bajo la presidencia de su sucesor, A. Sadat, que en 1978 bajo el auspicio del presidente norteamericano Jimmy Carter, firmó la paz con el estado sionista. De esta manera, Egipto se transformó en una de las piezas clave del dispositivo de seguridad norteamericano en el Medio Oriente, lo que compensó en cierto sentido la pérdida de Irán como aliado fundamental del imperialismo

como Arabia Saudita en Bahrein no fue suficiente para revertir la relación de fuerzas y estabilizar la situación.

norteamericano tras la revolución de 1979. Desde entonces, el régimen egipcio basado en un partido único (bajo Mubarak el Partido Nacional Democrático) y en el poder militar ha venido garantizando la estabilidad regional y la seguridad del estado de Israel. Por esto mismo es el segundo receptor de ayuda financiera de Estados Unidos, después de Israel (el tercero es Colombia). Entre otros servicios, mantiene cerrada la frontera con la Franja de Gaza, lo que contribuye al ahogo y el aislamiento del pueblo palestino, a la vez que ejerce un poder coercitivo sobre Hamas (este rol lo jugaba fundamentalmente O. Suleiman, el hombre de elección de Washington a la caída de Mubarak que no pudo permanecer en el poder por presión del movimiento de masas). Si bien una de las debilidades que tienen los procesos árabes de conjunto es que no levantan como demanda central la lucha contra el imperialismo y el estado sionista, la gran mayoría de la población se opone a la injerencia norteamericana y es profundamente antiisraelí. Una expresión de esto fue el ataque contra la embajada israelí en El Cairo en septiembre que desató una aguda crisis diplomática. La intervención de la OTAN en Libia y la política represiva sostenida por aliados norteamericanos

la disolución del partido de gobierno –la otra burocracia estatal con control de órganos de seguridad especial que garantizaba el orden. La esencia de este esquema de dominio, heredado de la etapa del bonapartismo sui generis de Nasser transformado luego en un bonapartismo completamente reaccionario y proimperialista, es innegociable tanto para la burguesía egipcia (a la que pertenece la cúpula del ejército) como para el imperialismo. Tras la caída de Mubarak se está configurando un escenario en el que el islamismo de la Hermandad Musulmana, una organización que cuenta entre sus filas a sectores importantes de la burguesía y dice abiertamente defender la “economía de libre mercado”, aunque presenta ciertas contradicciones al imperialismo y al ejército, emerge como potencial garante de la estabilidad de un régimen de democracia tutelada. En este escenario las demandas democráticas se entrelazan con las reivindicaciones económicas, como sucede en varias de las huelgas obreras, y hace concreta la necesidad de un articular un programa transicional.

c) El carácter dictatorial del régimen y el rol del ejército A diferencia de las luchas en países con regímenes democrático burgueses, que cuentan con mediaciones políticas y sindicales con una influencia más sólida en el movimiento de masas, en Egipto las masas enfrentan un régimen totalitario, una dictadura en la que el ejército concentra el poder del estado, del régimen y ahora también del gobierno, luego de la caída de Mubarak y

d) La dinámica de las clases En el levantamiento de enero-febrero 2011,


En Clave Revolucionaria aunque no fue hegemónica, la intervención de la clase obrera se sumó de hecho al bloque de la Plaza Tahrir compuesto fundamentalmente por jóvenes de las clases medias, desocupados y pobres urbanos, y fue decisiva para acelerar la caída de Mubarak. De haber persistido esta situación se podría haber desarrollado la tendencia, ya presente, hacia una alianza de clases entre los trabajadores y la juventud. Justamente el ejército forzó la renuncia de Mubarak para evitar esta perspectiva. Luego de la caída de Mubarak, las clases tomaron una dinámica divergente, lo que ocurre casi como ley en todo proceso revolucionario: la clase obrera continuó una oleada de huelgas y ocupaciones que combinaban demandas económicas y políticas, y en sectores avanzados se aceleró el proceso de organización de sindicatos independientes y la liquidación de los sindicatos y la central obrera mubarakista. Las clases medias a excepción de sectores de vanguardia, apoyaron mayoritariamente a la Junta Militar, ejerciendo una fuerte presión sobre los trabajadores para que abandonen la lucha y así garantizar la “transición”. Esta fue la base social para la política represiva del régimen (ataque a la vanguardia, leyes antiobreras, persecución a la minoría de cristianos coptos, etc). Pero a pesar de la prohibición de las huelgas, estas siguieron desarrollándose. Según una nota reciente(3) sobre la situación de la clase obrera, el punto más alto de esta oleada de huelgas se registró en septiembre, con la participación de alrededor de 750.000 trabajadores, principalmente docentes, trabajadores de la salud, el transporte y de refinerías de azúcar. Estas acciones fueron convocadas por sindicatos independientes y en algunos casos tuvieron alcance nacional. Las demandas de los trabajadores van más allá del pago o el aumento del salario, enfrentan la precarización laboral, reclaman la renacionalización de empresas privatizadas, e incluyen demandas populares, como el derecho a la educación y la salud. Estos son síntomas de que si bien en las últimas movilizaciones de noviembre y diciembre la clase obrera no jugó un rol central, evidentemente es un actor político fundamental que está haciendo una experiencia acelerada. Tanto el régimen militar como las variantes políticas burguesas que se preparan para asumir el poder perciben el peligro latente de una potencial alianza obrera y popular. Una etapa revolucionaria Con la caída de Mubarak, nuestra corriente definió que estábamos ante los inicios de un proceso revolucionario y que la asunción del

Enero- Febrero gobierno de la Junta Militar no resolvía por sí misma a su favor la relación de fuerzas, aunque la instalación de este gobierno de “transición” basado en el prestigio que mantenía el ejército por no haber sido el eje de la represión durante los 18 días de movilización había fracturado el bloque de clases que llevó a la caída de Mubarak(4). La dinámica que tomaron los acontecimientos en estos diez meses confirma que se abrió una etapa revolucionaria prolongada, que con las diferencias del caso, podemos comparar al ciclo de luchas que en diversos países dieron lugar al ascenso de 1976-81, como el Cordobazo en Argentina, aunque desde el punto de vista de la crisis histórica del capitalismo, las condiciones se asemejan más a los ’30. Con esto queremos decir que el proceso revolucionario egipcio es superior a las Jornadas Revolucionarias como las del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina, las de febrero/octubre de 2003 en Bolivia, o antes las jornadas que derribaron la dictadura de Suharto en Indonesia en 1998. Pero no se trata de un proceso similar a la revolución rusa de 1917 que entre febrero y octubre llevó a la toma del poder por parte del proletariado. En el momento de la caída de Mubarak hemos diferenciado este proceso de la “revolución de febrero” principalmente porque no ha dividido al ejército ni ha dado organismos de doble poder obrero, y aunque la clase obrera intervino, no fue hegemónica(5). Nuestra hipótesis es que probablemente estemos ante un proceso análogo al de la revolución española que se abrió en 1931 con la caída del rey Alfonso y se cerró con la derrota de la guerra civil en 1939. Es decir que estamos ante un proceso con ritmos prolongados, en gran medida por la debilidad subjetiva y sobre todo, por la ausencia de una dirección revolucionaria, que puede pasar por diversas situaciones –electorales, de retroceso, etc.- antes de que se resuelva en uno u otro sentido. Para Trotsky, era fundamental para definir la política, poder determinar con la mayor precisión posible los ritmos de desarrollo de una revolución, aunque en el caso de períodos prolongados esos ritmos no se pueden prever más que interpretando correctamente los síntomas de la lucha de clases y los fenómenos políticos en función de las experiencias que hagan las masas (6). Al inicio de la revolución española, Trotsky tomaba los elementos objetivos y subjetivos que hacían prever que sus ritmos iban a ser más lentos que los de las revoluciones rusas de febrero-octubre de 1917. Entre los objetivos, el elemento decisivo en la dinámica de la revolución

rusa era la guerra que había aumentado las penurias de las masas campesinas y obreras acelerando el proceso revolucionario. Desde el punto de vista subjetivo, la gran diferencia era que el proletariado y las masas campesinas rusas habían tenido su “ensayo general” revolucionario en 1905 y que existía el partido bolchevique, elementos con los que no contaban las masas españolas. Este desarrollo más lento también daba más tiempo para la construcción de un partido obrero revolucionario. Salvando las distancias, creemos que podemos aplicar el método de Trotsky para el proceso revolucionario egipcio: como en el caso de la revolución española no hay guerra pero la crisis económica es comparable con la crisis de los ’30. El proletariado egipcio es mucho más débil desde el punto de vista subjetivo, que lo que era la clase obrera española y, como en el caso de España, tampoco tiene un “ensayo general” revolucionario próximo en el tiempo que permita, como decía Trotsky de la clase obrera rusa, “recorrer un camino conocido”. En 2001, habíamos planteado que las jornadas del 19 y 20 de diciembre en Argentina habían abierto una etapa revolucionaria con “ritmos españoles”. Sin embargo, retrospectivamente corregimos esa definición, ya que fueron desviadas por la rápida recuperación de la economía, ligada a la devaluación y a la suba del precio de las materias primas, y la preservación del PJ como partido de la contención, lo que facilitó el proceso político de desvío con el surgimiento del kirchnerismo. En el caso de Egipto, por los elementos que señalamos en el punto anterior, no vemos posibilidades de salidas reformistas “a lo Kirchner” más que cierto maquillaje del poder del CSFA tras alguna forma de democracia burguesa tutelada por el poder militar. Esta realidad es la que expresaban justamente las normas supraconstitucionales y las propias declaraciones del jefe del ejército, el mariscal Tantawi que admitió sin tapujos que más allá de la constitución que se vote, el ejército va a continuar jugando el mismo rol de siempre, es decir, ser el garante del poder burgués y del imperialismo. Que hablemos del inicio de una revolución no quiere decir de ninguna manera que tiene asegurado el triunfo, ni que no sea posible a través de diversos mecanismos como la cooptación combinada con represión selectiva, ir agotando las fuerzas de las clases que intervienen. Probablemente por debilidad subjetiva y por la ausencia de una organización revolucionaria esto sea lo más probable. Pero sería un error confundir los procesos de la lucha de clases con sus resultados. Al inicio del proceso afirmábamos que la

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En Clave Revolucionaria caída de Mubarak marcó el inicio y no el fin del proceso revolucionario. El desarrollo de los acontecimientos está demostrando que ninguna de las demandas democráticas y estructurales profundas del movimiento de masas puede ser resuelta en los estrechos marcos del capitalismo y que es necesario no solo tirar un gobierno reaccionario sino destruir el estado burgués y las relaciones sociales de explotación en las que se basa y a las que defiende. Para derrotar los intentos contrarrevolucionarios del ejército, la burguesía egipcia y el imperialismo es necesario forjar la alianza obrera y popular para preparar una huelga general insurreccional que tire abajo el gobierno militar y abra el camino a un gobierno de los trabajadores y el pueblo. _________________

Enero- Febrero Chile:

La emergencia de una juventud combativa y el rol destacado de los trotskistas del PTR (FT)

Notas 1. Fue fundada en 1928 en el contexto del dominio colonial británico y la desaparición del califato otomano, abolido por K. Ataturk en 1924 que transformó a Turquía en una república laica. Adquirió características de una organización de masas en la década de 1940 por su rol contra el colonialismo británico y por su extensa red de asistencia social. Al comienzo la Hermandad Musulmana apoyó el golpe de los Oficiales Libres pero al poco tiempo rompió con Nasser, quien luego de sufrir un atentado, detuvo y ejecutó a sus principales dirigentes, incluido S. Qotb. Bajo Sadat y Mubarak tuvieron una existencia semilegal a cambio de no atacar ni al gobierno ni al estado, como organización le servía al régimen para intentar controlar la radicalización de estudiantes y trabajadores y la influencia del partido comunista y la izquierda nacionalista. Esta moderación produjo rupturas en sus filas y permitió que se fortalecieran grupos más radicales, entre ellos quienes asesinaron a Sadat. En las movilizaciones actuales la Hermandad Musulmana viene actuando como contención limitando los procesos de radicalización. Gran parte de su juventud rompió debido a esta orientación conservadora y fundó el partido Corriente Egipcia que participa regularmente en las movilizaciones e integra la coalición que agrupa a las organizaciones surgidas de la Plaza Tahrir. 2. M. Davis, Spring Confronts Winter, New Left Review 72, Nov-Dec 2011 3 A. Alexander, The strike wave and the crisis of Egyptian state, Ahram Online, 16 de diciembre de 2011. 4. Perspectivas del proceso revolucionario en Egipto, EI Nº 27, marzo de 2011. 5. Refiriéndose a esta comparación, B. Kagarlitsky plantea que a diferencia de febrero de 1917, en Túnez o en Egipto “bajo la presión de las multitudes el sistema de instituciones estatales fue sacudido pero ahsta ahora se mantiene en pie. Si hay un “octubre árabe” aquí, la analogía no es con octubre de 1917 sino con el Manifiesto de Octubre del zar Nicolás II en 1905. En Rusia en octubre de 1905 el viejo régimen se vio obligado a otorgar libertades al pueblo, pero no tenía ninguna intención de entregar el poder. Mientras tanto, las reformas sociales y económicas ni siquiera estaban oficialmente en la agenda, aunque estaba implícitas en las demandas planteadas por la población”. Reflections on the Arab Revolutions, Links, 30-11. 6. L. Trotsky, Escritos sobre España, La revolución española y sus peligros, 28 de mayo de 1931.

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Por Leandro Bravo, estudiante de Historia USACH y militante del PTR El movimiento estudiantil tuvo un lugar protagónico en la enorme lucha popular por la educación pública, gratuita y de calidad del 2011. Si bien esta lucha tuvo como tema central el educativo con un fuerte cuestionamiento a la educación de mercado, parte de la herencia pinochetista, entendemos que el telón de fondo de este proceso estuvo marcado por un profundo cuestionamiento al régimen y a todas sus instituciones, y logró dar paso a un debate mucho más trasversal sobre el Chile neoliberal de la Concertación y la derecha que tiene sus orígenes en la dictadura, que no tiene nada que ofrecerle al pueblo trabajador y mucho menos a sus hijos que solo reciben educación precaria, los preparan para ser mano de obra barata y con endeudamiento de por vida para poder estudiar. A pesar de estos meses de intensa actividad y lucha, con un gobierno debilitado y sin estrategia, y cuestionado por amplios sectores, el gobierno logró desviar el conflicto hacia el parlamento con entrega de más becas y créditos blandos, pero sin afectar la estructura de la educación universitaria. Y que ahora golpea a los secundarios con cancelación de matrículas y despidos a profesores. Y lo pudo hacer en parte por la política de las direcciones oficiales como la JJCC (juventud del PC chileno) o los colectivos populares, que buscaron llevar la lucha al callejón sin salida del parlamento binominal, buscando apoyarse en los falsos amigos del pueblo de la Concertación. Pero aún así, esta lucha cambió la subjetividad de cientos de miles en el país, y será imposible

para los empresarios y sus políticos sacar de la retina de miles el enorme alcance de esta lucha, los profundos cuestionamientos que se le abren al régimen y un despertar en la juventud, que se muestra dispuesta y empieza a organizarse y combatir las miserias de este sistema, no solo en el plano de los discursos sino en el plano de la acción, juventud con la cual luchamos codo a codo los trotskistas del PTR (FT). La segunda vuelta de las elecciones en la Feusach y la radicalización del movimiento estudiantil A nivel nacional, las elecciones a federación de los distintos planteles cobran un especial significado después de la lucha y el desvío de la misma. En la Universidad de Santiago de Chile (Usach), principal universidad estatal después de la Universidad de Chile, la lucha contra la burocracia estudiantil de Ballesteros (JJCC y Concertación) cobró un rol central para decir que tenemos que enfrentar los obstáculos que no nos dejaban ir a pelear por nuestras demandas, y abrió un cuestionamiento directo a la JJCC, sus políticas de confianza en la Concertación y los intentos de imponer burocráticamente esta política, bajo un clima de polarización abierta en algunos casos y que se trasladó al escenario de las electoral presentándose 4 listas y una votación histórica como venimos reflejando en estas páginas. La segunda vuelta mantuvo la misma tendencia de la primera, es decir, un proceso de polarización en frío, pero en una situación de retroceso, de colapso académico y en momentos donde el gobierno fortalece el discurso y la política represiva. En este escenario, 2 listas con las primeras mayorías


En Clave Revolucionaria se enfrentaron en la segunda vuelta: lista C, Impulsa Usach, la lista de rectoría y del régimen; y la lista D “Seguimos en Pie”, la lista de izquierda que impulsamos los trotskistas del PTR (FT), junto a los sectores combativos y anti-burocráticos que no están dispuestos a enterrar la perspectiva de lucha que se trazó el movimiento estudiantil contra la educación de Pinochet. Finalmente, el resultado se inclinó hacia la lista C, con 3035 votos contra los 2030 votos de la lista D, ubicando como vencedora a una lista integrada por figuras estudiantiles desde los más moderados que estaban contra la lucha y salían en la prensa junto a dirigentes de la derecha, hasta militantes del PS que al igual que ahora, tuvieron la vicepresidencia el año pasado con Ballesteros. La victoria de la Lista C, Impulsa Usach, claramente representa una merma a las posibilidades de organización del movimiento, pues Rectoría ha ganado un aliado estratégico para intentar mantener el orden dentro del plantel y lograr seguir profundizando su plan neoliberal de restructuración, que consta de despidos de funcionarios y profesores, aumento del autofinanciamiento, precarización de la educación, etc. La JJCC vota por la lista C Es claro además que las listas que quedaron atrás en segunda vuelta (“Verde Usach” liderada por el PPD-Concertación, y la lista de la JJCC que quedó tercera después de dirigir durante el 2011 la Federación) su voto se volcó de conjunto a la lista C por sus llamados a votar silenciosamente (“por abajo”) a esta lista, que le permita mantener una “Usach estable” ante su política de presentar a Ballesteros como candidato a alcalde por la comuna de Estación Central donde se ubica la Usach, para las elecciones de octubre de este año. Una enorme conquista en la USACH y para el movimiento estudiantil Los 2.030 votos de la lista D “Seguimos en Pie”, de la cual formaron parte decenas de activistas anti-burocráticos y combativos y fuimos parte también como PTR, pese a que fueron insuficientes para dirigir la Feusach, son una gran conquista para todo el movimiento estudiantil, pues representa un jalón tremendo en la Usach, dando cuenta que es posible lograr poner en pie una alternativa consecuente con nuestras demandas y nuestra lucha contra la educación de Pinochet. Es sin lugar a dudas un paso adelante para todos los sectores combativos, anti burocráticos, de izquierda y que mantienen las perspectivas de la movilización de 2011 aún en alto. Además, donde ya nos empezamos a organizar con académicos y funcionarios en la perspectiva

Enero- Febrero de rearticular una oposición combativa este año. Un tercer balance Por otro lado, las elecciones Feusach permitieron instalar a nivel local y nacional un tercer balance del proceso de 2011, que es clave para no perder sus hilos de continuidad y evitar el “partir de 0”. Pues existen 2 balances

instalados, el del gobierno y el régimen que plantean que nuestra lucha estaba condenada y no tenía ningún efecto en la realidad. Por otro lado el de las direcciones oficiales de la Confech, que independiente de las diferencias de matices, todas responsabilizan a las bases, planteándolas de “inmaduras”, sin hacerse cargo del rol desmovilizador que tuvieron estas direcciones en el proceso mismo. La lista D salió a decir a todo el movimiento estudiantil, un “tercer balance” de que sí pudimos conquistar nuestras demandas, que las direcciones tuvieron un rol fundamental en la desarticulación y llevando la confianza en el parlamento binominal que nada podía resolver. Una gran alianza de los explotados y oprimidos para terminar con la herencia pinochetista Por último es la demostración de fuerzas de un nuevo mapa en la Usach, pues para Rectoría y todos los sectores moderados, es un echo insoslayable que a la hora impulsar nuevos ataques como el plan de restructuración, tendrán como respuesta la oposición de una nueva fuerza social, combativa y antiburocrática, que ha salido a tejer la unidad con académicos y funcionarios para enfrentar los futuros ataques y unificar las siguientes luchas. Y porque permite también a nivel nacional empezar a luchar por la unidad real de los explotados y oprimidos que supere las actuales divisiones existentes entre secundarios y universitarios, entre organismos distintos que agrupan a diversos sectores cada uno luchando por su lado, y permita estructurar una nueva alianza de los trabajadores, pobladores, estudiantes y el pueblo mapuche para acabar con toda la herencia pinochetista que no tiene nada que ofrecernos.

“Nos estamos preparando para nuevos desafíos y luchas que se avecinan” Entrevista a Javiera Márquez, candidata a presidenta de la federación de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y militante del PTR ¿Qué balance hacen de la lucha estudiantil y las elecciones universitarias? Javiera: Existen 2 balances instalados a nivel nacional. El del gobierno que plantea que nuestra lucha estaba condenada de antemano y no tenía ningún efecto en la realidad salvo cambios parciales como inyectar mayores recursos a través de becas (aumentándolas de 170 a 280 mil) y créditos blandos para poder estudiar con un menor costo de endeudamiento. Y eso, manteniendo la educación de mercado que instaló la dictadura. La Concertación, en esta misma lógica, peleaba por más recursos y leyes que fiscalicen el lucro manteniendo también el mercado educativo. Por otro lado el de las direcciones oficiales de la Confech, que independiente de las diferencias de matices, creen y dicen que era imposible conseguir la educación gratuita, que era una ilusión que sólo podía conseguirse en varios años como acumulación gradual. Para ellos era posible sólo obtener educación gratuita para algunos sectores de escasos recursos vía mayores beneficios de becas y una mayor “regulación” del negocio educativo en universidades privadas. Esto era común. Y decían que la única forma de conseguir esto era presionando al parlamento para que en la Ley de Presupuesto esto se expresara en conquistas concretas. Aunque luego los colectivos populares hayan salido diciendo que la Concertación los traicionó y que el parlamento no servía, fueron parte de la política de desvío y desmovilización llevando todo al callejón sin salida del parlamento binominal. Nosotros, y como parte de la lista “Seguimos en pie” en la USACH salimos a instalar un tercer balance del conflicto y llegar a miles de estudiantes que rechazaron la política de las direcciones de que sí pudimos conquistar nuestras demandas, que había una relación de fuerzas para hacerlo: un gobierno debilitado, sobrepasado y sin estrategia; un apoyo popular increíble; movilizaciones de masas históricas e incluso con jornadas de trabajadores y estudiantes en las calles como el 25 de Agosto; una juventud que salió a pelear por sus derechos y la desnaturalización de una ideología neoliberal de que la educación gratuita era impensable. Nosotros dijimos que las direcciones oficiales que mantuvieron todo burocráticamente para imponer su política tuvieron un rol fundamental en la desarticulación y llevando a confiar en el parlamento binominal que nada podía resolver. Y llegamos a la actualidad, donde pese a que el gobierno no

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En Clave Revolucionaria logró imponer hasta el final su agenda, hoy da pie para que hayan ataques a secundarios y profesores. Pero aún así, emergieron amplios sectores que se empiezan a organizar y con mucha experiencia que les ha dado el proceso, los desvíos y la desconfianza hacia los partidos políticos patronales. ¿Cuál fue la política de LAC y del PTR en estos meses? Javiera: Desde el PTR nos opusimos a la salida pactada con los rectores y con el gobierno, que lo único que pretendían era llevarnos a negociar al parlamento binominal para imponer sus criterios técnicos e intereses mercantiles. Finalmente fue eso lo que pasó. Creíamos y creemos que la fuerza radicaba en los cientos de miles que marchaban, en las tomas que las direcciones se jugaron por desgastar y no amplificar para que se transformaran en fenómenos de masas donde los estudiantes pudiéramos deliberar las políticas y salidas al conflicto; el apoyo popular creciente y que se reflejó en cacerolazos y manifestaciones; en la pelea por incentivar la salida de los trabajadores, que eso podía dejar de rodillas al gobierno, y que era justamente lo que no quería la burocracia sindical de Arturo Martínez (PS) de la CUT y Gajardo (PC) del Colegio de Profesores. Para eso era clave buscar la unificación real con los distintos sectores a través de organismos comunes con cientos de delegados que expresen la masividad, combatividad y el ánimo que durante meses se expresó en multitudinarias protestas. En vez de eso, hubieron organismos corporativos, que dividían la fuerza real y orgánica de los estudiantes, no solo entre secundarios, universitarios y profesores (¡No existió ni una sola asamblea en común en todo el proceso!), sino incluso había una división profunda entre secundarios creada por la misma burocracia estudiantil y los colectivos populares. Se mantuvieron divididos y profundamente burocratizados mientras en las calles había unificación y cientos de miles manifestándose de diversas formas. Nosotros tratamos de hacer pequeñas experiencias donde estábamos. En secundarios dimos la batalla en la COMES y ACES para unificar los organismos y luchar por delegados de liceos unificados que pelearan por una perspectiva en común. En la Confech lo mismo, y luchamos por impulsar una Asamblea por la Educación Gratuita que en un primer momento organizó a cientos de estudiantes. Y en lugares como la USACH donde dimos una amplia pelea contra la burocracia, desarrollamos asambleas de zonales buscando una real coordinación mientras nos querían imponer un programa de “reforma” de la educación neoliberal y la salida pactada con el gobierno. En el A90, un liceo de la comuna de San Miguel, fuimos parte de una de las experiencias más avanzadas que fue la auto-gestión que sentó

Enero-Febrero un importante emblema en el movimiento secundario. ¿Cuáles son las perspectivas que ven? Javiera: El conflicto educativo sigue abierto. Ni los empresarios quedaron contentos con esto, ni el movimiento estudiantil. Y sigue abierta una profunda crisis del régimen político heredero de la dictadura. Las últimas encuestas siguen señalando que hay un 80% de apoyo de la población a las demandas estudiantiles, y crece el rechazo al gobierno, a las instituciones y a los partidos empresariales, mientras baja fuertemente su aprobación a mínimos históricos. Eso mismo

de RN haya dicho que el Instituto Nacional Femenino era un “puterío” abrió un escándalo en la comuna y a nivel nacional, con protestas reprimidas por la policía y escraches. Io Guria, vocera del Liceo y militante del PTR salió en la prensa a denunciar estos hechos y se armaron varias manifestaciones que reunieron a cientos de secundarios que resisten estas políticas criminalizadoras. Por otra parte, los pobladores están saliendo nuevamente a luchar reclamando por viviendas. Asimismo los damnificados del sur. Y el pueblo mapuche resistiendo. Aunque no sabemos los ritmos, este año será muy político y hay cientos de procesos de organización en curso,

hace que en el régimen se sucedan los roces: en la propia derecha (coalición de gobierno) y entre la propia Concertación. Pues ahora buscan cambios cosméticos de reformar el binominal para oxigenar al régimen en crisis. Y a la vez, tensionan más al ambiente al criminalizar al pueblo mapuche con los incendios en el sur; los alcaldes salen a atacar con despidos de profesores y pérdida de matrículas. En una comuna, Ñuñoa (epicentro de “los cacerolazos”) esto, y que el alcalde

algo subterráneo pero donde la juventud, y centralmente los secundarios, han despertado sin miedo, que quieren ir por todo y echar abajo la herencia del pinochetismo. La alerta de los empresarios, del “cuestionamiento al modelo” se empieza a traducir en organización y politización que no habíamos visto en años, pero que empieza a emerger con fuerza, pues 2011 ha sido un primer round, y nos estamos preparando desde ya para nuevos desafíos y luchas mayores que se avecinan.

Abajo las leyes antiterroristas Por Miguel Raider PTS, Argentina La sanción de la llamada ley antiterrorista despertó el rechazo de amplios sectores de la sociedad civil y puso al desnudo la orientación del gobierno “de los derechos humanos” de criminalizar la protesta social y la persecución contra delegados y activistas combativos, al abrir la posibilidad real de la condena a prisión efectiva. (…) En la denominada izquierda kirchnerista, numerosas personalidades y organizaciones no ahorraron epítetos para pronunciarse

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negativamente. El juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni declaró que “esta ley, en algún momento, puede ser utilizada por alguien contra la protesta social o contra los sindicatos” y acto seguido la tachó de “disparate” y una “extorsión del GAFI”[1]. Zaffaroni pone en evidencia la entrega de la soberanía nacional que paga el gobierno de Cristina para conservar las relaciones con el G-20 y el GAFI, el organismo dependiente del FMI y EE.UU. que bajo el pretexto de la “lucha contra el lavado de dinero y el terrorismo” extorsiona a los países periféricos con inversiones externas como moneda de cambio de estas legislaciones represivas,

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mientras permite el lavado de dinero en los países centrales así como la proliferación de paraísos fiscales donde banqueros, magnates de las mafias y narcotraficantes hacen pingües negocios.

Por su parte, Horacio Verbitsky y el CELS denunciaron la vaguedad e imprecisión de la ley que “criminaliza modalidades de participación sin precisar cuáles son los delitos a los que la figura está destinada”[2]. Gracias a estos elementos, la legislación antiterrorista vigente en Chile y Honduras resultó letal para los pueblos originarios. Continuando la tarea de los gobiernos de la Concertación, el derechista Piñera mantiene más de cien presos políticos activistas mapuches por defender sus tierras de las agresiones de los terratenientes. Asimismo, Estela Carlotto y las Abuelas de Plaza de Mayo manifestaron “preocupación” por los efectos de la ley que presuntamente “tiene deficiencias legales que podrían derivar en la criminalización de la protesta social”[3]. Para pasar de las palabras a los hechos, si tanto el CELS y las Abuelas de Plaza de Mayo como muchas otras organizaciones kirchneristas se oponen realmente a esta ley reaccionaria, por lo menos deberían convocar a una serie de medidas de acción para evitar que se aplique. Sin contar con esta ley, la Justicia procesó a miles de luchadores con la misma saña que elevó la población carcelaria (predominantemente pobre y joven) a cifras record. ¿Qué podría esperarse entonces de la Justicia, plagada de jueces ultraderechistas y funcionarios vinculados a la dictadura militar, con herramientas represivas de semejante calibre? Una gran campaña democrática con miles en las calles La ley aprobada introduce una reforma en el Código Penal que abre la posibilidad real de la prisión efectiva de los luchadores y activistas combativos pues duplica las penas, sean máximas o mínimas, de todos los delitos contenidos cuando tengan por finalidad “aterrorizar a la población” u “obligar a las autoridades públicas nacionales o extranjeras a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”[4] (artículo 41). Si ya la asunción de su nuevo mandato por Cristina estuvo signada por el ataque a los sindicatos y el cuestionamiento del derecho de huelga como “extorsión”, el horizonte de la ley traza una nítida perspectiva

de terror para el pueblo trabajador.

Análogamente, el gobierno de Cristina vuelve sobre una experiencia represiva similar del gobierno del general Perón, cuando en enero de 1974 envió la ley 20.642 introduciendo una reforma reaccionaria del Código Penal con nuevas figuras penales como la “coacción agravada”[5] para incrementar el poder represivo del Estado, que terminó ilegalizando las medidas de acción directa que llevaban adelante los trabajadores. (…) Las consecuencias las padecemos hasta hoy día heredando una legislación con figuras como “privación ilegitima de la libertad agravada” con penas de 2 a 6 años de prisión, “incitación a la violencia colectiva” con penas de 3 a 6 años, o “coacción agravada” con penas de 5 a 10 años de cárcel al que coaccione a un funcionario estatal[7], como quisieron endosarle a los dirigentes Raúl Castells y Roberto Martino (…) Con la crisis económica internacional como telón de fondo, el gobierno de Cristina y los grandes capitalistas se valdrán de la ley antiterrorista y la legislación represiva legada por las distintas dictaduras (conservada por los sucesivos gobiernos constitucionales, incluidos los K) para obligarnos a pagar los platos rotos de la crisis. Por eso, es necesaria una gran lucha en las calles para tirar abajo toda esta podrida legislación antiterrorista, así como por el desprocesamiento de las causas que arrastran más de 5.000 luchadores obreros y populares, el freno a la persecución de delegados y activistas combativos y la libertad de los presos políticos. Para estar a la altura de esas circunstancias es imperativo poner en pie una gran campaña democrática con todas las organizaciones que se reivindiquen como tales para movilizar a decenas de miles hasta que no quede piedra sobre piedra de esta política represiva. [1] Clarín, 24/12. [2] Ibídem. [3] www.portalba.com.ar. 21/12. [4] Artículo 41. [5] Myriam Bregman, “Descubriendo el velo de los delitos”, www.rebelion.org, 9/10/02. [6] Noticias, 28/05/1974. [7] Myriam Bregman, “Descubriendo…”.

Puede leerse la nota completa en La Verdad Obrera Nº458. www.pts.org.ar

Por la derogatoria de la Ley Antiterrorista Desde la LRS apoyamos con todo las denuncias que nuestros compañeros del PTS de Argentina han venido realizando desde años atrás como parte de la lucha contra la Ley Antiterrorista. De igual forma nuestros compañeros del PTR han denunciado en distintas ocasiones la aplicación este mecanismo represivo en Chile, donde se ha dirigido centralmente a recrudecer la represión y persecución sobre el pueblo Mapuche [1]. También en países como Honduras y Puerto Rico ha sido ya utilizada para criminalizar la lucha de sectores obreros y pueblos originarios. En Costa Rica esta Ley comenzó a ser impulsada desde el 2008 por organismos imperialistas como el Grupo Egmont y el GAFI, y fue aprobada desde Febrero del año 2009 de forma unánime en la Asamblea Legislativa contando con el respaldo y completo silencio del Frente Ampliorepresentado en ese momento en el Congreso por José Merino del Río- tal como señalamos en distintos artículos y comunicados [2] . Ante las muy posibles luchas que puedan detonarse ante los intentos del gobierno y los empresarios por descargar la crisis sobre los trabajadores, estudiantes y sectores empobrecidos, la vigencia de esta ley se convierte en una peligrosa arma contra del movimiento obrero y popular, por lo que se plantea ahora más que nunca tomar con todo la lucha por su derogatoria. [1] Ver “Basta de represión y criminalización al pueblo Mapuche”, por Virginia Peña, PTR. www.ptr.cl [2] Ver “Una peligrosa “legislación con dientes” contra el movimiento obrero y popular”, por Bryan Brenes. ECR Nº14. Sobre la votación puede verse el Acta de la Sesión Plenaria Nº136 (5 de Febrero de 2009).

La LRS (Liga por la Revolución Socialista) de Costa Rica integra la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional, junto con el PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) de Argentina, la LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, PTR-CcC (Partido de Trabajadores Revolucionarios) de Chile, la LTS-CC (Liga de Trabajadores por el Socialismo - Contracorriente) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de Venezuela; y en Europa Clase Contra Clase del Estado Español, la IK (Internationaler Klassenkampf) de Alemania y Militantes de la FT en la Plataforma 4 Revolucionaria, del NPA de Francia.

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