1 minute read

EDITORIAL

LA VIDA VALE Mesa del fondo de un bar con todas las letras. En mi versión personal se trata de un espacio para pensar sin compañía. Primer día en el que se legalizó el ingreso a un 20 por ciento de la ocupación regular. El mozo avanza con paso ágil, los ojos le brillan, marche un café con leche. No descubro ahora que la felicidad es eso, un café con leche a las 8 de la mañana, sin teléfono en la mano, sin pendientes, con una libreta naranja para escribir y tachar. La televisión muda tira títulos: cantidad de casos de COVID-19 durante el fin de semana, rebrote europeo, economía al rojo vivo. Ya no llegan imágenes de conciertos en los balcones, no hay réplica de aplausos, no se comparten estrategias para vencer la ansiedad. El espejo de Europa deforma las expectativas, otoño versus primavera. Del otro lado de la ventana hay un lapacho que ejerce la elegancia sin aspavientos, la presencia. La pantalla vuelve a la carga, el plebiscito en Chile, las vacaciones porque parece que sí, un emprendimiento que en la emergencia se transformó en un suceso… El mozo va y viene, hoy volvió a la rutina. No es igual, es otra. “Todos mutamos, caminamos, doblamos, nos enderezamos y a cualquier situación nos acoplamos como marcianos”. CA7RIEL tiene razón, mientras exista un motivo, un lapacho que salude por la ventana, una cifra de personas recuperadas, la esperanza de un abrazo, nadie para, todo sigue, la vida gana la apuesta.

Ana Torrejón

Advertisement