Violencia Sutil

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Violencia Sutil


La Reserva es: Inoniel Kuranes Nenenki R. Lis Ana Publinsky Frizia Guerrero Paco Nihil

Colaboraciones: Alberto Cortés Torres (Chouseth) Aldo Vicencio Dante Vázquez Guillermo Cardona Onofre Isamar Pinales Blanco Iván DCruz Jairzhiño Trejo Benítez Jorge Alberto Guzmán Cortés Julio Sánchez (Mortajazario). Manuel Madera

letrasdereserva@hotmail.com

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Carta Editorial

Violencia, aquella palabra a la que nos hemos acostumbrado de tal forma que ha llegado a pasar desapercibida. Día a día nos enteramos en los noticieros de masacres, muertes, vapulaciones y sí, puede que nos indigne y hasta logre que sintamos empatía por los heridos, pero basta con pasar a la siguiente actividad para olvidar que del otro lado del mundo acaba de morir un millón de personas a causa de un ataque aéreo. La violencia no sólo se mide en relación al número de personas torturadas, muertas, la manera en que el macho trata a su mujer a base de golpes u ofensas, va más allá y se oculta en cada uno de nosotros, pero no lo vemos, es tan sutil que la tomamos como parte de algo común. Es por eso que Letras de Reserva les presenta en las siguientes páginas: “Violencia Sutil” donde podrán encontrar textos enfocados a la violencia que pasamos de largo, pero que también hiere. Esperamos sea de su agrado y disfruten de una buena lectura.

Letras de Reserva.

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Contenido Sin Título

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¿Has oído hablar a los

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instantes? El ángel de mar

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Simplezas

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Carranca

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El Derrumbe de un sueño

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Hoy (Ego Peccator)

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Represión Infinita

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Obstétrico

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Ratonera

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Cerco Irreal

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Monstruo

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Renuncia

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La violencia: una

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esquizofrenia del presente Fantasmario II

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Ana Publinsky

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¿Has oído hablar a los instantes?

I Los suelo escuchar de madrugada a la hora en que cuento mis suspiros los escupo en bocanadas con forma de colibríes, juegan con mis canas, tan estridente es su aura tan osado es su vuelo. II Mi abajo es el arriba de los dioses posición engreída manantial de mis instantes, portal de mi existencia, ventana de espectadores; un tonto silencio no para de reír, y esta semilla, no para de crecer. Al instante que fenece lo eterniza un relámpago, venado desangrado ágape sin sentido. III Aquí ya no cabe el aire, ausencias de bondad reprochan tan meticulosamente mí bestialidad.

Manuel Madera

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El ángel del mar

Hace tiempo que nadie saca un pez en este puerto, los pescadores tradicionales han desaparecido junto con los puestos de comida, los niños que corrían en la arena, el centro cultural que estaba cerca del arrecife y sus geishas. Todo me hacía recordar al viejo Japón que queda en un recuerdo en las rocas del fondo del mar, esos seres han terminado con todo, y aun así, su cara tan solemne, tan propia de un ser muy humano, quien pensaría que nos traicionarían, ellos que se veían tan buenos, gentiles y serviciales. Mientras pienso esto, corro temerosa a lado de la bahía, mi cabeza no puede llevarme a nada más que pensar y pensar en ellos. Los truenos caen como olas en el arrecife y la oscuridad invade la noche, de pronto se ilumina con el resplandor radiante de un rayo… está ahí, uno de esos seres me revela mi falsa soledad. Parece un ángel, un ángel del mar, sentado en una piedra, bello, con su cara tersa y fina como la de uno de esos modelos de revista, aguardando entre sus mejillas la calma paciente, a que llegue a dar mis dos últimos pasos hacia él y…

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-Claro, tiene mucho sentido, recuerdo uno de sus primeros modelos en televisión, presumido como un juguete más de la humanidad, con sus ojos llenos de indiferencia y frialdad, a menudo no podían sincronizarlos, por alguna extraña razón, lloraban sin tener lagrimales, eran un producto o al menos eso era lo que ellos pensaban. No aparentaban una emoción, siempre serenos, sosegados como el ocaso en la playa, dejando una sensación de armonía y simpatía. Los fluidos que dejaban derramados eran parecidos a la lubricación de un motor y a su vez como la saliva de un rinoceronte mientras se ve su cara somnolienta y semimuerta por el sol- Quizás este último rasgo era el que los hacia ver como lo que eran unas verdaderas criaturas frías e indiferentes, dispuestas al caos. Sigue relampagueando, él, camina con los pasos bien alineados y una postura correcta como la de un artista escénico, camina como un gato hacia a mí, los segundos parecen eternos. Recordé aquellos días soleados y llenos de naturaleza como intentando invocarlos, como intentar que este rostro y este


escenario desapareciera en un instante, recordaba a alguien especial para mí. Su cara ovalada, nada atractivo, moreno, con ojos saltones y desorbitados pero con una mirada tan inocente que parecía una bestia recién nacida, si, él amaba lo natural y los buenos momentos y yo lo amaba a él… Pero nada cambiara mi destino, él se acerca con la perversidad de su creador, me toma por la cintura y pone su regazo en mis glúteos, siento como ese acero me penetraba de una manera violenta, en mi mente no haya motivo de tal atrocidad y agresión hacia mi cuerpo, de pronto me siento ajena a mi silueta, y mientras, imagino lo que me ocurriría después. Ella sería abatida con fuerza, después llegaría otro de esos robots, y otro y otro, su ano sangraría y la playa se llenaría de su sangre, pero ¿Por qué no acabarían con ella?, ¿porque le tendría que hacer pasar por esta humillación moral?, lo único que le consolaba era la idea de que tal vez era la última habitante del planeta, la última sobreviviente. El shock emocional sería tan fuerte

que quedaría desmayada, Cuando por fin las maquinas se marchasen, sus piernas habrían quedado rotas y no podría ir a ningún lado, además de sentir que su estómago pesaba cuatro veces su peso. y tendría un tamaño anormal, no podría parar de quejarse pues sentiría como sus tripas se estirarían más de lo que pudiesen, sentiría como ellas reventaban por dentro, pero algo le mantendría viva, y después no sentiría nada, no respiraría más. No estoy segura si esto estaba pasando o fue una de mis tantas pesadillas en esta tierra desolada, pero estoy aquí, sola, tirada en la playa, mi vientre es más delgado y estético que antes, mis huesos se sienten pesados, fríos, gruesos y fuertes, mi corazón deja de latir y mi mente se vuelve indiferente, el alma me abandona… Todo el recuerdo de aquel maravilloso mundo se desvaneció, entonces ellos vuelven, fue real. Me visten con ropa de oficina y me llevan a un mundo de montañas grises y rectangulares. Alberto Cortés Torres (Chouseth)

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Simplezas

Ni todo el dolor sufrido durante la tortura había logrado arrancarle su secreto, inmutable cual mártir permanece en completo silencio, ni un solo grito ha salido de su boca. Su verdugo lo observa una vez más y decide poner fin a la situación. De un solo tajo corta una de sus extremidades y con los ojos puestos en su víctima sonríe maliciosamente. Un último suspiró pone fin a su existencia. De pronto, alguien irrumpe en la escena, totalmente indiferente al atroz espectáculo lanza un reclamo: —Hijo ¡Cuántas veces te he dicho que no juegues con insectos, qué no vez que son sucios y desagradables!

Jorge Alberto Guzmán Cortés

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Carranca

Por que vens, noite? Por que não adormeces o teu crepe Por que não te esvais –espectro- nesse perfume tenro de rosas? Deixa que a tarde envolva eternamente a face dos deuses Noite, dolorosa noite, misteriosa noite! Vinicius da Moraes, A máscara da noite

Y con todos los silencios acumulados en su piel se hizo una voz lacerada, sin nombre, como la de un andar exhausto, el mismo al que, finalmente, mutiló con cada uno de sus pasos. La noche no era la opción… dentro de cada luna un brillo de sal se cristalizó colina abajo, haciendo ríos con los que surcó cada letra del mismo sollozo que hiló el tono inarticulado de un coro harto de desvelos. No era de pizarra el trazo en tiza que habló por él, ni sólo suyo el tiempo innavegable del peso de los días tras un cristal roto; tampoco lo fue la caricia de brisa que lo repudió en su beso… sólo la mirada de vacío que había en él lo hizo un reflejo huidizo; quizás sólo le pertenecían el miedo a caer y el terror a perderse en su propia sombra, con la angustia de seguir amaneciendo… Y sin embargo, juzgó, con absurda benevolencia, la locura del encierro en el que se había confinado entre líneas de impronunciable ansiedad. No miró más al abismo, sólo arrojó el dolor de cada hueso e incendió la eternidad en un cálido abrazo,

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el mismo con el que aceleró su pulso, a tal punto de abandonarlo helado, sin rostro, sin la fraternidad de reconocerse más… Exactamente ese era yo… o por lo menos el fragmento que aún me queda de la primera de edad, un reflejo herido de cuyas facciones ya no encuentro similitud, ni nostalgia… ni alivio… Y quizás sólo mi palabra sea el trazo de abandono que la piel persiguió en su ruta innombrable, la que siempre es negada por aquél que se ha perdido, el que no encontró el buen comienzo… tal vez sólo se trate de concertarle al olvido media tregua o por lo menos eco…ya no lo creo… No es de la noche la oscuridad ni de las pesadillas la sombra que ahora soy; tampoco es ya silencio el grito de hurto que volvió un dulce sueño de inocencia en pesadilla de venganza… la misma que, impunemente, cicatrizó, con la terrible puntualidad de las deshoras, con el irrefrenable tiempo de hombre que me hizo sombra sin rostro, uno más de los silenciados en la navegación sin puerto, la de aquellos que miran los días alargarse y se niegan, tibiamente, a forzar el rostro para sonreír...

Guillermo Cardona Onofre

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El derrumbe de un sueño

Él: Ya no te necesito Ella: Guardé un suéter envuelto en plástico. Un suéter blanco, bonito, que tiene mi olor. Para que me recuerdes de siempre. No me iré…mucho. Él: Vete entonces, con todos tus bonitos amigos, con toda la gente que te presta atención siempre y que te quieren tanto, y te responden siempre a cualquier hora, a cualquier día tan incondicionalmente. Ella: Estoy cansada de esto. No quiero peleas. No tenemos que hacerlo. Él: Prometiste que me amarías siempre. Tú lo prometiste, Olivia. (Ella, mira por la ventana. Atardece como en una película romántica). Él: Prometiste tanto. Quédate. Mírame. ¡Te digo que me mires! (Ella, se sobresalta y sale del estupor que le provocó la puesta de sol). Ella: Resplandeces, eres un príncipe, mi príncipe encantado. Resplandeces, eres mi sueño dorado. Mi comedia en rosa. (Lo abraza. Mientras mira hacia la puerta principal). Él: Los atardeceres siempre me dan asco. Ven conmigo, cazaré estrellas, dormiremos juntos, juntos por siempre. Por siempre. Por siempre. (En cada “siempre” ella intenta zafarse sutilmente de los brazos de Él.)

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Ella: No nos queda vida, ni tiempo....Te esperaré con rosas cultivadas con mis manos, una cena opulenta y llena de todas esas cosas, seré una mujer esbelta y fuerte... Quiero alcanzar la manija, ir corriendo por los altos truenos para encontrar el justo para que caiga en tu cabeza...Tan linda, con tus cabellos preciosos y el universo estupendo que llevas dentro... ¡Socorro! ¡Auxilio! (Forcejean de manera ridícula. en alguna ocasión ella tiene oportunidad de escapar pero termina no haciéndolo. El forcejeo está mezclado con placer carnal que culmina en un beso y un acto de sexual). Ella: Tienes razón, siempre la has tenido. Soy una tonta. No me iré nunca. Te lo prometo. Me he portado mal, pero juro jamás volver a hacerlo, jamás de los jamases. El: El amor es único, Olivia. (Sale de escena) (Olivia se acerca a la ventana. Se quita rápidamente el suéter y lo envuelve en plástico para alimentos. Va hacia la puerta principal. Está a punto de abrir. Vuelve sobre sus pasos. Se cerciora que el suéter aún conserva su olor. Busca un lápiz o algo para escribir una nota. Hace mucho ruido. Se acerca a la puerta principal de nuevo) El: ¿Qué haces Olivia? Ella: Falta pan. Voy por él. El: La puerta está cerrada. Yo tengo la llave.

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(Olivia intenta abrir la puerta pero no puede. Desiste. Se va haciendo de noche. Toma el suéter y lo desenvuelve. Se asoma de nuevo por la ventana y lo arroja a la calle. Se queda mirando largo rato su caída, nosotros también. Se oscurece el escenario lentamente a lo largo descenso mientras ella asoma más el cuerpo para mirarlo. Se sienta en el filo de la ventana. Su silueta a contraluz) Ella: Adiós. Querido (Ella desaparece de la ventana. Oscuro. El ciclorama se ilumina, miramos la silueta de suéteres cayendo. Mientras un globo va subiendo al cenit) (Oscuro Final)

Julio Sánchez (Mortajazario)

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Hoy (Ego peccator)

Aún aquí, aún en los prados con soles - me siento inútil aún andando entre perfume y suavidad hallo aspereza Las escaleras son agudas la luz desorienta los edificios son indiferentes Las paradas del placer subterráneo no detienen la pena, que irrita e inquieta, que excita y tienta Un punto sobre un plano, una hoja sobre nubes, aún en la comodidad hay tristeza

¿Cómo co-mulgar la falta? Cortando la im-perfección cercenando la im-prudencia Los semáforos iluminan al pecador, que huye atormentado ¡Soy yo!

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Y O, que quisiera el anonimato de las mescolanzas y el gris de las caminatas ¿Aún hay olvido que ofrecer? ¿Aún hay sonrisas que merecer? NO

la negación es la razón que le falta a la pasión Negarme - negarnos - es expiación, es ausencia que LLENAR camino

para ya no merecer

Me lo dicen las calles Me lo susurran los parques ¡qué ganas de aparentar! ¡qué ganas de ahuyentar! Y sin embargo esta atmósfera inquisidora me aterra: aún sigo aquí, poseso por la pena.

Aldo Vicencio

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Represi贸n Infinita Iv谩n DCruz

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Obstétrico

Después de algunas horas desperté, no sabía que estaba pasando; más tarde me enteré que la dosis anestésica había sido demasiada alta. No era la primera vez.

blanca, supo toda mi vida, de repente sonreía o se tocaba el rostro con una actitud seria. El maldito no paraba de excitarse, pero entonces yo era muy tonta para saberlo.

Me parecía increíble que me realizaran una cesárea. El dolor llegó de la nada, se volvió insoportable, mi piel respiraba por debajo de mi estómago, podía sentir la carne viva, escuchar gritar cada vaso sanguíneo.

Debí saber que todo estaba mal desde

Cuando asistí la segunda vez, ya tenía tres meses de embarazo. Hablé de una infección que sufría, pero no paré de ser la burla de todas las enfermeras, que esta vez inundaban el consultorio justificando que era necesario tomar más datos que sirvieran a mi expediente. Como siempre yo les creí. Después de dos horas entre sonrisas disimuladas me recetaron una crema que pude comprar bajo la recomendación de cualquier persona. Nunca funcionó.

el primer día de mi consulta. El médico en principio pidió privacidad, no dejó de atacarme con preguntas acerca de mi vida sexual, entonces, le hablé de mis parejas sexuales, de cómo había sido mi primera vez, de cuantas veces tuve sexo oral, anal, si me gustaba o no. Aquel individuo que vestía bata

Ricardo jamás se enteró que estaba embarazada, así que fui sola a todas esas consultas, después de todo, no podía llevarme su cadáver para sentirme acompañada. Estaba sola, mi único compañero era Ferrum, mi querido gato pardo. Todas las tardes era

Cuando me dijeron lo que pasó, no me quedó más que llorar, sabía que no estaba muerto.

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el único que estaba allí para absorber el stress que me producía saber que pronto me correrían del trabajo, que en unos cuantos días más se darían cuenta y, tendría que enfrentarme a una dura caída. Las consultas comenzaron a hacerse más cotidianas, en cuanto pudieron, me dijeron el género sexual de mi bebé, ellos estaban felices al ver que el feto evolucionaba de forma positiva, pero a mí me seguían tratando como lo que era: una puta. Todos en el hospital me conocían, sabían quién era el médico que llevaba mi caso, jamás me enfrentaban con palabras, tenía que ser víctima de sus miradas lacerantes. Solo escuchaba murmullos sobre una esposa, sobre hijos y una vida destrozada, pero como todo durante los últimos nueve meses, nunca supe lo que en realidad pasaba.

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Casi a los seis meses de embarazo, más de lo que esperaba, tuve que enfrentarme al despido y la humillación de mis compañeros de trabajo, que no pararon de pedirme que me largara. Carlos, mi jefe, sin decir una palabra, me extendió un buen cheque de liquidación, pero hacía tiempo que no cedía a sus acosos, sin embargo creo que fue lo más dulce que pudo hacer por mí, gracias a eso no me faltó nada por los meses que seguían. Al día siguiente de cobrar el cheque, me compré un vestido para embarazada que vi en oferta, mi ropa ya no me quedaba y aunque significó un sacrificio, fue el último lujo que pude darme. Esa tarde asistí a una cita en el seguro social, me dijeron que pasara al consultorio del quinto piso, nunca me atendían allí, pensé que esta vez sería diferente, y así fue. Al llegar Me colocaron una mascarilla, me hicieron


firmar unos papeles y dijeron que era un procedimiento de rutina. Al despertar, tenía mis brazos cubiertos por hematomas, mi vestido se levantaba hasta mis senos y el dolor que sentía en mis genitales no se comparaba a ningún dolor que había sentido en mi vida, hasta el día de hoy. Comencé a llorar consternada por lo que pasaba, el hospital estaba inmerso en la oscuridad y casi vacío, solo me levante y salí corriendo del lugar, sabía lo que había pasado, pero no quería preguntármelo, solo apreté mis parpados como si quisiera que jamás se abrieran. Al llegar me bañé como nunca, me recosté y dormí abrazada de Ferrum, imaginando que nunca

un examen, una introspección a mi cuerpo, pero siempre decían que era por el bien del bebé, que así tenía que ser, de lo contrario mostraría mi disgusto por ser madre, mostraría que no quería a mi bebé, que era una maldición. A pesar de todo, nunca fue así.

había pasado nada. Tal vez fue culpa del vestido.

mismo procedimiento. Una tarde, antes de irme, Rebeca me llevo a solas a un consultorio, me dijo que había pensado mucho en lo que le había dicho, que lamentaba mi situación, que sabía que no podría mantener al bebé, así que sin

Mi embarazo se convirtió en mi peor pesadilla y el hospital, en la entrada al infierno, cada consulta era un tacto,

Rebeca, una enfermera que no era del todo mala, pronto comenzó a portarse agradable conmigo, así que se volvió el único ser al que podía contarle mis penas y sabía que me escuchaba, las citas a veces eran tres veces por semana por lo que nos volvimos amigas y aunque el mismo médico continuaba siendo el encargado de mi caso, siempre me atendían distintas personas bajo el

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dar vueltas me ofreció venderlo, dijo que fue idea del médico que llevaba mi caso y que más de la mitad sería para mí si aceptaba. Enseguida me negué rotundamente y salí de allí más molesta que nunca. Podía soportar que me lastimaran a mí, pero todo era en nombre del próximo a nacer, todo era en nombre de ser una buena madre, después de todo ellos son los estudiados. A los meses que siguieron jamás volví a ver a Rebeca, creo que la corrieron, pues nunca nadie me dio razón de ella y el encargado de mi caso se notaba nervioso, siguió mandando otros médicos y me evitaba, creo que supo lo de Rebeca y solo quería protegernos a las dos, o temían ser descubiertos pues ella me dijo que no era la primera vez que lo hacían.

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Una semana antes de que me programaran para el parto, llegó una mujer muy agradable, me preguntó como quería que se llevará a cabo el maravilloso suceso, así que pedí fuera lo más natural posible y así se decretó, o al menos eso me dijeron, firmé oficios que así lo respaldaban y quedé citada para el fin de mi pesadilla un veinte de marzo. Hoy es un día después del veinte de marzo, y la pesadilla no acaba, mis ojos se ahogan en mi delirio y mis entrañas brotan por mis heridas quirúrgicas. Siempre les creí a todo lo que me decían, siempre confié en ellos, incluso hice caso omiso de aquello que jamás debió de haber pasado, solo quería a mi bebé. Cuando me avisaron de la cesárea, pedí ver a mi querido hijo enseguida, pero se acercaron un par de enfermeras solo


para acusarme de aborto, dijeron que de haber elegido el tratamiento con oxitocina sintética mi bebé no hubiera muerto, pero por aferrarme a ideas “naturales” el bebé se había ahogado y tuvieron que extraerlo de la única forma en que pudieron, que debía agradecer al maravilloso Dr. Hernández, pues me había salvado la vida, que debía de estar orgullosa de que él llevará mi caso. Fue cuando no pude más, me levanté llena de furia y dolor, tiré lo que había alrededor, grité desconsolada para en pocos minutos caer desmallada por el dolor de las heridas. El resto de mi estancia en el infierno permanecí muda, solo esperaba que al llegar a mi casa Ferrum siguiera con vida, pues era lo único que me quedaba.

de mi hijo, jamás me explicaron nada, solo iban a acosarme las enfermeras diciéndome cosas horribles sobre lo pésima mujer que era, sobre como pude evitar la muerte de aquel ser.

El tres de abril me dieron de alta, salí en silencio caminando como podía, justo al llegar a la entrada vi al “Dr. Hernández” llegando en un bonito auto nuevo, ni siquiera me saludó, pasó derecho saludando a todos como el gran ser humano que decía ser. Yo solo camine a mi hogar, alejándome del infierno y pretendiendo que todo era como tenía que ser. Pretendiendo que nada había pasado. Estaba a punto de despertar.

Nunca supe lo que en realidad pasó, pues jamás me entregaron el cadáver

R.Lis

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Ratonera

Gritos en casa, en la calle y en la escuela. Estrés hasta en las coladeras. Correr como rata al cruzar una avenida a mediodía, para evitar ser alcanzado por la tristeza, la desesperación y la ira de corazones baldíos, es casi imposible. Por cada voz cálida desmembrada, en el hocico de la muchedumbre, nace una vocal sorda, una letra ciega, una palabra muda y una oración con ojos, labios y oídos cosidos. ¿En qué instante aprehendimos en el alma el egoísmo soberbio de la podredumbre de Narciso? Con valentía se asume el pasado, con elegancia se es en el presente, y con amor se crea el futuro. Dante Vázquez http://dantevazquez.wordpress.com/

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Cerco Irreal

Emerger, ostentar algún Yo y, prorrumpir el exterior. Ansiar desvincularse del propio cadáver. Impeler la materia. Perseguir a agonía, sufrimiento e infortunio. Recrearse. Insinuar suave presencia adherida. Flotar por encima de irrefutable energía. Acompañar al golpe, dolerse. Incrustar una evocación malgastada. Así, ahí, allí, aquí, por mí: Suplicar. Desertar al silencio.

Punzones en los párpados. También emergen, retoños de flores muertas. Atravesar la mirada de quien no quiere ver. Concebir la evaporación del pánico. Auto-Aguijonearse: “Dominio de indumentaria heredada”. Impregnarse el veneno interno. Saborear toxicidad, variación y mortandad. Conversar/Versar. Introducción/Inducción a la extenuación. Acompañados por ninguno. Adivinar el diálogo. Congregar analogías.

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Inmunidad detestada: “Seguir viviendo”. No acertar el suicidio. No hay anfitrión para la llegada. No hay espera. En la vida no estoy, acercar y mirar, reconocer que el vaivén colisiona con nada. Lacerar insignias. Convencerse con el sonido de la corriente. Precipitarse, desanudarse, procurarse el encierro. No escapar del tiempo. Ocupar la historia de alguien, hasta que, la herida constante sea suplantada.

Delinear un cerco irreal con tranquilidad pero, no estar seguros jamás. No morir, ni siquiera al hacerlo. No morir, ni siquiera al desearlo. Ser del conocimiento de Otro, añadirse al recuerdo de Otro, a la emoción de Otro. Convicción frágil. Vehemente indagación en ideales arcaicos. Discrepancia. Desviar la eternidad. Insistentemente demoler lo real. Aceptar la peculiaridad. Abortar palabras, aniquilar la escritura, asesinarse. Otra vez.

Frizia Guerrero

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Monstruo

Quiero pedir perdón por la bestia que vive escondida al lado de mi pecho. Que me posee insensata en el precio colateral de la pasión. A la que no le importa el turquesa de los sueños. El topacio de la noche perfecta. Quiero pedir perdón por el silencio que hace trizas y mancilla con su rabia. Por las miradas que apuñalada coartando los encuentros. Quiero pedir perdón por las lágrimas que lleva al borde de sus ojos. Por la piel destrozada en remolinos de amargura, en girones de sin sentido. Para Liberarme de su funesto yugo. Soltarme de las cadenas imprecisas de sus tinieblas. Domarla para siempre y convertirme en su verdugo. Desarmar la trampa que con parsimonia me coloca. Escapar por siempre de su infinita decadencia. Quiero destruir la bestia que vive escondida al lado de mi pecho.

Kuranes

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Renuncia

Renunciemos al miedo. Escapemos de sus formas. Batallémosle con fuerza Renunciemos al miedo que nos coarta la alegría.. que viene como bestia furtiva a nublarnos enteros a convertirnos en sombra. Renunciamos al miedo que nos hace prisioneros Que nos mutila la solemne libertad de vivir. Escapemos de su ajedrez fúnebre, de la rutina de sus pasos de sus tangos de agonía. Escapemos de su insensata mirada, de la enredadera de sus brazos que limitan el movimiento. Batallémosle con fuerza, sin darle tregua sin darle respiro, mantengámoslo contra las cuerdas. Batallémosle con fuerza, con el cuchillo entre los dientes, con el escudo a la altura del pecho. Recuperemos la calle, el parque, los rincones. Recuperemos la noche, la mañana, el ocaso.. Recuperemos la alegría, la templanza, el No callarse. Renunciemos al miedo. Escapemos de sus formas. Batallémosle con fuerza …….Si vivimos con miedo……………ELLOS GANAN.

Kuranes

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La violencia: una esquizofrenia del presente. “La primera táctica de la violencia es la deshumanización de sus víctimas.” Carlos Monsiváis.

Entender la violencia desde la noción física por excelencia es interpretarla parcialmente. La violencia, hoy en día, ha adquirido una sutileza importante que ha desproporcionado de visibilidad y sensibilidad al hombre. La construcción del capitalismo, como modelo hegemónico, ha desarrollado la esquizofrenia de la violencia a medida que no se pueda dimensionar; sin embargo, el concepto de biopolítica propuesto por Foucault, y los estudios anticolonialistas de Fanon, ayudan a entender este fenómeno. La biopolítica se puede entender como “una tecnología de gobierno que intenta regular procesos vitales de la población, tales como, natalidad, fecundidad, longevidad, enfermedad, mortalidad, etc., utilizando condiciones sanitarias económicas, urbanas, laborales, familiares, policiales, que permiten que las personas tengan una vida productiva al servicio del capital” 1. Consecutivamente, la utilización del poder para someter al oprimido, o para incorporarlo al campo de trabajo, se

conjuga mediante el uso de la violencia puesto que esta se diversifica en modelos de inferioridad y sublevación con base a un discurso singular. Frantz Fanon señala que “la inferiorización implica el socavamiento de las condiciones de reproducción de sus sistemas de referencia” 2, es decir, que al oprimido se le despoja totalmente de su historia, de su vida y se le desculturiza mediante la asimilación y/o enajenación. Mientras que el poder juega el papel de sujeto, la violencia se afirma como el verbo de este enunciado, dejando claro algunas cosas. La violencia pasa de ser visible a ser invisible en cuanto los grupos de poder y las grandes industrias adquieren el control total de CASTRO, Gómez Santiago. “Michel Foucault y la colonialidad del poder”. Instituto pensar, Universidad Javeriana, pag-3. Consultado el día 9 de febrero de 2014 desde http://antropologiadeoutraforma.files.wordpress. com/2013/04/lido_vol_4_michel_foucault_y_la_colonialidad_del_poder.pdf. 1

RESTREPO, Eduardo. “Inflexión decolonia: fuentes, conceptos y cuestionamientos”. Edit. Universidad del Cauca. Primera edición. Colombia, 210, p.47 2

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la vida humana bajo el régimen de la adaptación/ asimilación y administran de alguna manera la historia, la economía, la política, la cultura y la sociedad de aquellos invisibilizados o excluidos. Es así, que además de que la violencia juega el rol de la imperceptibilidad, también adquiere el papel de lo particular, es decir, de lo privado. La violencia pasa de ser habitual y común a ser inconsciente y privada. Asumiendo el Estado y los grupos de poder, la utilización única y legitima de la violencia por medio de lo que llamamos democracia de masas y de mercado. Tanto la democracia como el mercado, y su proceso perseverante de globalización, van legitimando las transformaciones de la violencia y el poder, o mejor dicho, de la política contemporánea. Es por ello que “la globalización está produciendo la alteración de los patrones de producción, de comunicación y acelerando el proceso de acumulación de capital a costa de miles”.3 La desigualdad del trabajo, educación, salud, entre otras, son algunos ejemplos de la representatividad y de la crudeza que el poder, el discurso y la violencia almacenan en sus entrañas. La violencia

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es constante, es sutil y es orbicular, ya que se mueve en todos los sentidos, en cada tiempo, espacio, altitud, latitud y en cada parte del cuerpo, tanto así que lo llega a esquematizar. La violencia sutil, es la bio-lencia que rige la vida, “es la voluntad del poder soberano sobre los cuerpos, esculpiendo y moldeando, manipulando y manejándole a su antojo”4. La violencia visible es el cuerpo, “ahí nace el rechazo, el trato diferente, el racismo y el clasismo, la exclusión y la discriminación. Empieza por el color de piel, el pelo o los ojos, por la estatura o la más corporal, por la delgadez o la obesidad, por las capacidades diferentes, por el género o la apariencia física en general5. La bio-lencia y la violencia son la dualidad perfecta que hoy en día marca la modernidad, son sólo nuevas formas de poder y de someter a través de una tanato-política de la ignominia. Jairzhiño Trejo Benítez ARTEAGA, Nelson. “Violencia y estado en la globalización.” Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. México 2004, p.38-39 3

TEJEDA, José Luis. “Biopoder en los cuerpos” Educación Física y ciencia, p.23. En Memoria Académica. Consultado el día 14 de febrero de 2014 en http://www. memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5663/pr.5663. pdf 4

Ibíd,p.23

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Fantasmario II

Las gotas sigueron rondando no era tu sombra la que andaba por los pisos sucios de una cabeza enredada. Era una demencia de alcohol y de vidrios rotos fue tu corazón el que estalló (o fue el mío) -no lo séUn pescado muerto seguía buscando aliento si es que es aliento lo que busca un pez. Esa sombra... ¡ Esa sombra que andaba ! ¡Ah! ¿Ah? -Era un vidrio clavado en mi pie.-

Julio Sánchez (Mortajazario).

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Inoniel, Kuranes Nenenki. R. Lis, Ana Publinsky, Frizia Guerrero, Paco Nihil http://letras-de-reserva.tumblr.com/ letrasdereserva@hotmail.com



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