La Lupa Sin Trabas - Edicion 13

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Vulnerabilidad e incidencia en el crimen

Yo pensaba que estudiaba mucho, pero me paraba frente a la pizarra y me quedaba Hace dos años que desistió del proyecto de terminar la escuela. Lo cuenta casi con orgullo. Después de todo, la mayoría –y los más populares– de los jóvenes compatriotas que se recrean en el parque también lo hicieron. El fracaso escolar no es sólo la experiencia que Teresa comparte con algunos de sus amigos, sino la historia en común de la mayoría de los niños y adolescentes de este colectivo de inmigrantes. De hecho, el 62% de los jóvenes dominicanos que llegan a España no retoman los estudios, y sólo el 34% de los que los retoman se mantienen en la escuela, según una encuesta aplicada en 2011 por la Asociación Alfredo Morales (Amor), una entidad sin fines de lucro que se dedica al trabajo con inmigrantes. La investigación detalla que el 28% de los jóvenes que retomaron los estudios desertaron y, extrañamente, la mayor proporción –un 38% – se negó a responder. Este desdén por la escuela no había representado una preocupación importante para la primera ola de migrantes dominicanos, una población compuesta principalmente por adultos que se desempeñaban en trabajos de baja cualificación. Actualmente, cerca 15,200 dominicanos con 15 años o menos viven en este país, según los registros del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Esta población va en aumento en 44 • LA LUPA SIN TRABAS

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de psicología que empezó en la universidad. El hijo menor, con 19 años, creció con la idea de hacer lo mismo. “Hacer Frustrante es poco. una carrera no era mi plan, quería trabajar y ganar dinero, como mi hermano”, dice. Pero ahora ninguno de los dos tiene empleo y viven del salario de la Teresa, joven dominicana residente en Madrid. madre y el subsidio por desempleo que recibe el padre. Esta es la situación que sufren miles de jóvenes migrantes que arribaron a este país europeo entre 2005 y 2009, cuando el flujo migratorio juvenil experimentó mayor auge, debido al esfuerzo de los padres y madres para reagrupar a sus familias. Aunque en muchos casos dejar la escuela aparenta ser una clara elección, motivada por razones económicas, en realidad las historias de fracaso escolar se van tejiendo de una manera más compleja. Los estudiantes dominicaFOTO: lery laura piña nos, que por lo general llegan a España con serias carencias educatimomentos en que el desempleo juvenil vas, se tienen que enfrentar a situaciones en España es de 55%, según la última para las que no se habían preparado, tanEncuesta de Población Activa. to en el ámbito estrictamente académiEl hijo mayor de doña Ana tiene 30 años co como en su relación con la sociedad. de edad. Llegó a los 21 a la España del “boom” inmobiliario, y no sintió la “ne- Bajo nivel académico cesidad” de retomar los estudios para El bajo nivel de los jóvenes dominicanos empezar a ganar dinero. La industria en la escuela española se refleja en matede la construcción era para el joven una rias tan básicas como la gramática o las oportunidad económica que no hubie- matemáticas, lo que se atribuye a “los fara encontrado en República Dominica- llos que traen del sistema educativo dona, ni siquiera concluyendo los estudios minicano”, según explican Carlos Báez como paralizada.

Evertsz, sociólogo, y el ingeniero Carlos Méndez López, ambos residentes en Madrid, quienes trabajan de cerca hace muchos años con el tema de los inmigrantes. El testimonio de Teresa es un ejemplo de esto: “Lo primero que me hicieron fue que me bajaron un curso porque decían que no estaba preparada para entrar al nivel que me tocaba. Y después, en el otro curso, yo solamente pasaba educación física y religión”, narra. Agrega que no entiende por qué le ocurrió esto si en Santo Domingo era una estudiante considerada promedio: “Ni la mejor, ni la peor. Estudiante de 80 puntos”. En este sentido, Evertsz explica que si bien la política educativa española contempla la homologación de los estudios que han cursado los inmigrantes, les recomienda ir a un curso más bajo cuando se detecta que tienen un nivel muy inferior al de sus compañeros de clase. Se trata de casos muy comunes entre los estudiantes dominicanos. De hecho, de nueve jóvenes entrevistados por La Lupa Sin Trabas, todos experimentaron un descenso de uno o dos cursos. El 28% de los estudiantes ni siquiera entiende las clases, según refleja la encuesta de la Asociación Amor, que señala también como principales causas de deserción escolar situaciones en que los estudiantes no se adaptan a sus compañeros o en que los profesores no los entienden. Los testimonios de los estudiantes recogidos en la tesis doctoral del sociólogo Luca Giliberti, titulada “Procesos de fracaso escolar y construcción social del estigma. Jóvenes dominicanos en la periferia metropolitana de Barcelona”, también sirven como un indicador de lo que sucede con el colectivo dominicano en la escuela. Giliberti analizó 25 historias de vidas educativas de dominicanos de entre 14

En escenario como el descrito anteriormente, los jóvenes –que confrontan dificultades para retomar sus estudios o dejan la escuela– son particularmente tendenciosos a ingresar a pandillas o establecer grupos de amigos en los que encuentran refugio y con quienes establecen una especie de pacto de protección. El sociólogo Báez Evertsz explica que el tema de las pandillas ha definido, en gran manera, la imagen que la sociedad española percibe de los dominicanos. “La evidencia es que hay parte de los jóvenes dominicanos que se agrupan en una serie de bandas juveniles que se distribuyen por la geografía urbana de las grandes ciudades donde residen los dominicanos en España”, expresa. “Naturalmente, nada de esto contribuye a una percepción positiva de la presencia barrial de estos jóvenes dominicanos y latinoamericanos en general”, añade. A esto suma el hecho de que los dominicanos tengan, proporcionalmente, una población de reclusos penitenciarios más elevada que otras minorías. En detalle, la tasa de ingreso a prisión de los dominicanos triplica y hasta llega a cuadriplicar la de otras nacionalidades, como las que registran los rumanos o los ecuatorianos, por ejemplo. Además es alta la frecuencia con que la prensa recoge historias de sangre en los crímenes perpetrados por jóvenes dominicanos que, en muchos casos, son menores de edad. Uno de los casos más reciente y dramático fue el asesinato de un dominicano de 16 años ocurrido en Puente de Vallecas, Madrid, en abril pasado. En este caso la Policía señaló como presuntos agresores a unos jóvenes integrantes de la banda “Dominican Don’t Play” (incluyendo a un niño de 13 años), que es considerada como una de las más activas de Madrid. También la agrupación conocida como “Los Trinitarios”, conformada mayormente por dominicanos, se percibe como una de las más peligrosas, con presencia importante en varias ciudades españolas.

y 19 años de edad y encontró que, en general, estos inmigrantes son considerados por los maestros como “los peores” y que casi todos están en los grupos de bajo nivel (algunas escuelas agrupan a los estudiantes por nivel de rendimiento) o la etapa obligatoria. El estudio corrobora el fracaso escolar generalizado de la población dominicana, aunque hace la salvedad de que existen algunas excepciones. “En las escuelas concertadas los estudiantes dominicanos son pocos en la ESO (Educación Secundaria Obligatoria, 1-2 por grupo), casi todos obligados por la administración pública dentro de las políticas de repartición de los flujos migratorios, y completamente ausentes en la etapa postobligatoria. En los centros públicos analizados, los dominicanos representan alrededor del 1012% de la población en ESO, pero son absolutamente minoritarios en los recorridos postobligatorios, donde no llegan ni al 2%”, detalla.

El estigma

Giliberti halló también que los jóvenes dominicanos son objeto de un estigma social muy pronunciado que no afecta a otras minorías con poblaciones más numerosas, como los ecuatorianos, bolivianos, marroquíes o peruanos. En este sentido, encontró que la presencia juvenil dominicana es considerada demasiado visible y ruidosa: “En primer lugar, sus comportamientos son juzgados negativamente por los adultos que trabajan con los jóvenes por un exceso de visibilidad (gritan, hacen ruido, etc.). En segundo lugar, se habla mucho de ellos en términos de rumores y estereotipos, y los mismos sujetos acaban por ser conscientes de su estigma”. En muchos casos dicho estigma es reproducido por los propios profesores y afecta incluso a los dominicanos que empezaron su proceso educativo en España y, por ende, no se supone que arrastren las deficiencias del sistema dominicano. 13 de FEBRERO de 2013

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