LA EDUCACIÓN - ELENA G. DE WHITE

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De acuerdo con su fe, fue tratado Job. "Me probará -dijo-, y saldré como oro".* Así ocurrió. Por medio de su paciente resistencia vindicó su propio carácter y de ese modo el carácter de Aquel de quien era representante. Y "quitó Jehová la aflicción de Job. . . y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. . . y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero".* Entre los que por su abnegación han compartido los sufrimientos de Cristo, figuran los nombres de 157 Jonatán y de Juan el Bautista, el uno en el Antiguo Testamento y el otro en el Nuevo. Jonatán, que por nacimiento era heredero del trono, sabía que había sido privado de él por decreto divino; sin embargo, fue el más tierno y fiel amigo de David, su rival, y lo protegió a riesgo de su vida; fue fiel a su padre durante los días sombríos de la decadencia de su poder, y cayó al fin a su lado. El nombre de Jonatán está atesorado en el cielo, y en la tierra es un testigo de la existencia y el poder del amor abnegado. Cuando Juan el Bautista apareció como, heraldo del Mesías, conmovió a la nación. Grandes multitudes constituidas por toda clase de personas seguían sus pasos de un lugar a otro. Pero todo cambió cuando llegó Aquel acerca de quien había dado testimonio. Las multitudes siguieron a Jesús, y la obra de Juan pareció llegar a su fin. Sin embargo, su fe no vaciló. "Es necesario que él crezca -dijo-, pero que yo mengüe".* Transcurrió el tiempo y no se estableció el reino que Juan había esperado confiadamente. En la celda donde lo arrojó Herodes, privado del aire vivificador y de la libertad del desierto, esperó y veló. No hubo despliegue de armas ni se hicieron pedazos las puertas de la prisión, pero la curación de los enfermos, la predicación del Evangelio, la elevación de las almas de los hombres, dieron testimonio de la misión de Cristo. Solo en la celda, al ver a qué fin semejante al de su Maestro lo conducía su senda, Juan aceptó su destino: La comunión con Cristo en los padecimientos. Los mensajeros celestiales lo acompañaron hasta el sepulcro. Los seres del universo, caídos y no caídos, fueron testigos de la reivindicación de su servicio abnegado. 158 Y en todas las generaciones que han surgido desde entonces, las almas dolientes han sido sostenidas por el testimonio de la vida de Juan. En la cárcel, en el cadalso, en la hoguera, los hombres y mujeres han sido fortalecidos a través de los siglos de tinieblas, por el recuerdo de aquel de quien Cristo declaró: "Entre los que nacen de mujer, no se ha levantado otro mayor".* "¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté. . . así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerza de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. "Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles". "Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.". "Y todos éstos; aunque alcanzaron buen testimonio por la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros".* 159 Poesía y Canto "Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa donde fui extranjero". EN LAS Escrituras se encuentran las expresiones poéticas más antiguas y sublimes. Antes que cantaran los poetas más antiguos del mundo, el pastor de Madián registró las palabras que Dios dirigió a Job, palabras cuya majestad no igualan ni aproximadamente las producciones más elevadas del genio humano: "¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?. . . ¿Quién encerró con puertas el mar, Cuando se derramaba saliéndose de su seno, Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad, Y establecí sobre él mi decreto, Le puse puertas y cerrojo, Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, ahí parará el orgullo de tus olas? "¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar?. . . "¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el abismo? ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,


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