Estilos educativos, normas y límites

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negativos que no favorecen una buena relación entre padres e hijos. • No enseña conductas alternativas. La bofetada te dice que dejes de gritar, que te estés quieto, que no pegues (menuda contradicción, ¿no?), pero no te enseña a hablar más bajo, a estar atento, a pedir perdón o arreglar las cosas. • Sólo funciona cuando está presente el castigador. El niño se comporta «bien» cuando está presente la persona que le castiga. • Cada vez es necesaria más violencia. Si únicamente se utiliza el castigo físico para cambiar el comportamiento del niño, éste necesariamente irá en aumento. Si un niño recibe una bofetada para que se calle, la primera vez lo hará, pero se irá acostumbrando y la siguiente vez serán necesarias dos bofetadas, y luego tres... ¿Dónde estará el límite? • Provoca violencia. El niño aprende que la ley del más fuerte es la que funciona, así que no durará en pegar a sus compañeros, a otros adultos, a quien haga falta, para conseguir lo que quiere. Pegar al niño es ineficaz; el padre libera su tensión, pero demuestra su falta de control para enseñar a su hijo a comportarse de forma adecuada con otras estrategias más positivas. Si alguna vez has pegado a tu hijo no te culpes por ello, forma parte del pasado. Pero convéncete de que existen otras maneras de conseguir mejorar su comportamiento, que además contribuirán a fortalecer las relaciones que existen entre vosotros. Diez pistas para recordar • Establece una normativa clara, sencilla y coherente. Los niños se portan mejor si saben a qué atenerse. • Tener un horario nos permite saber en cada momento lo que hay que hacer. Elabora uno que cubra vuestras necesidades. • No te olvides de incluir normas que hagan referencia al respeto hacia los demás y hacia todo cuanto nos rodea. • No vivas la relación con tu hijo como una lucha de a ver quién puede más. Acepta el conflicto como algo que os enseña a ambos a mejorar vuestra relación. • Confía en tu capacidad como educador. Cuida lo que dices y cómo lo dices, muéstrate firme y convincente y dirígete al niño con mucho respeto. • Olvídate de las etiquetas que inmovilizan al niño. • La atención es la mejor estrategia para mantener comportamientos adecuados. No dudes en mirar a tu hijo, felicitarle, abrazarle, etc., para animarle a que siga así. • Favorece la autonomía. Tu hijo necesita que le apoyes en sus progresos, que le recuerdes que él puede. • No abuses de los reforzadores materiales. Favorece el encuentro con tu hijo y compartid actividades y experiencias que os ayuden a disfrutar estando juntos. • Acompaña la retirada de reforzadores o el tiempo para pensar con otras técnicas que te permitan fortalecer los comportamientos adecuados. bibliografía


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