Mi memoria

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Irune Virgel | Kike Infame


Mi Memoria 1ยบ ediciรณn: 20/02/2020 @Irune Virgel - Kike Infame El presente cuadernillo recopila el material publicado en la revista La Resistencia (2016-2019)


QuĂŠ raro se hace estar aquĂ­ sin ella.

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La última vez que venimos a su casa.

Bueno, ya están todos los papeles hechos.

Hacía tiempo que no estábamos tan unidas como los últimos tiempos cuidándola.

Después de todos estos años, creo que debíamos seguir quedando.

Al final ha seguido siendo el punto de encuentro, como siempre

Podíamos vernos los miércoles.

La que pueda cada semana, claro

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Cariño, tu abuela quería que te diésemos este libro.

No es mucho por todos estos años ayudando.

Y nuestra tía.

Era nuestra madre.

Pero todo lo que has hecho siendo su nieta...

La abuela era muy especial para mí también. No lo sé. Nunca nos dejó leerlo.

Parece una especie de diario.

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Me llamo Antonia porque mi padre siempre quiso tener un hijo que se llamase como él.

Después de 3 hijas pensó que era el momento de que llegase el chico pero nací yo.

Nací en 1915. una época difícil para ser mujer si tu propósito en la vida no era solo tener hijos y criarlos.

Mi padre trabajaba en un periódico.

Mi padre siempre quiso ser músico. Yo le adoraba. Recuerdo de niña pasar las hojas de las par tituras mientras él tocaba el piano.

Desde niña me apasionó el mundo de las rotativas.

Recuerdo como si fuese ayer el 1 de octubre de 1931.

Aquel día acompañaba a mi padre a las cor tes a cubrir la sesión.


laba de la amor hab jeres o p m a C Clara s mu de que la necesidad r. os vota pudiesem

Recuerdo la emoción que sentí al oír sus palabras. Ese día mi vida dió un vuelco.

Es curioso cómo las palabras pueden cambiar una vida. He conocido grandes mujeres. Periodistas que dejaron su vida bajo carros de combate.

Pintoras que llenaban de color su dolor postradas en una cama.

Mujeres que llegaron al espacio.

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Mujeres a veces olvidadas pero inolvidables siempre.

Todas ellas forman par te de mi memoria, una historia para recordar siempre.

La historia de su vida.

Es su diario.

Ella quiso que lo tuvieses tĂş. TenĂ­ais una complicicidad muy especial.

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Mamá.

Nunca me has hablado de la vida de la abuela.

Ella tenía sus dos canarios y los llamó como nosotras

Ya sabes que tu abuela y yo no nos entendíamos muy bien

Las tenía separadas porque siempre estaban discutiendo

Ves, Isabel, son como nosotras.

No pueden estar juntas pero no pueden vivir separadas

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Cómo quería a la muy cabezota.

Bueno, es hora de marchar.

Vamos a tomar algo, Clara.

Voy mamá.

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“Nací en 1915, una época difícil para ser mujer.”

“Mi padre quería haber tenido un hijo y me llamó Antonia para que alguien de su sangre llevase su nombre.”

“Fui la menor de cuatro hermanas a las que quise como a nadie aunque nuestras ideas de la vida no pudiesen ser más diferentes.”

“Cuando fui creciendo, mi padre pronto entendió que no era mi camino casarme y dar hijos a un marido.”

“Tuve una infancia felíz en un Madrid que se hacía cómplice de nuestros juegos.”

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“Mi padre, liberal para la época, no entendía en qué momento las chicas perdían la batalla. Nos veía más listas que los niños de nuestra edad, más aplicadas en los estudios y se preguntaba en qué momento se da la vuelta el mundo para que pierdan pie.” Bueno, hija, mañana tengo una sorpresa para tí

“Aunque mi padre hubiese querido ser músico, continuó la tradición familiar y ejerció de periodista. Lo que para él era una carga, para mí sería una pasión y siempre que podía le acompañaba al lugar de los hechos.”

Me gustaría que vinieses a Las Cor tes a cubrir la sesión.

Pero padre...

“Mi juventud se desarrolló en una época convulsa. España se movía entre sus contradicciones, como yo misma, e intentaba romper con los prejuicios de la época anterior.” ¡Muchas gracias!

Eso es. Encima dale alas a la niña.

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“Mi padre abrazó la República con optimismo. Como escribiera Dickens, era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas.” A su edad sus hermanas ya estaban prometidas y mírala. Pensando siempre en cosas de hombres.

Mujer, las cosas están cambiando.

Pronto será posible el voto de la mujer y Antonia llegará donde quiera.

Si la Residencia de Estudiantes dió a Lorca, Dalí o Buñuel, de sus aulas están surgiendo nombres de mujeres brillantes.

Mira la Residencia de Señoritas.

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Es gracioso ver cómo, dentro de su propio par tido, Clara Campoamor tiene que defender el voto a las mujeres, enfrentándose a su compañera Victoria Kent.

Consideran que las mujeres votarán lo que el clero y su marido digan y eso acabará perjudicando a la República.

¡Ay, Antonio!, siempre estás con lo mismo. Acaba de comer y déjate de política.

Ya sabes que no me gusta hablar de esas cosas.

Bueno, hija, recuerda. Sobre todo, silencio.

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Hoy vas a vivir un momento histórico.


Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer...

... he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad.

¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar?.

¿Es que no han luchado las mujeres por la República?.

Disculpen.

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Perdón.

Lo siento.


Yo, señores diputados, me siento ciudadana antes que mujer...

... y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros.

A la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.

“Podrá parecer hoy día que era un discurso ingenuo, pero en la época lo viví con gran intensidad.”

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“La sensación de que alguien pusiese al fin palabras a mis anhelos me rompió por dentro.”

“Con esa fuerza de la juventud que convier te los ideales en realidades.”

tiempo nca bastante No tendréis nu n de la ge dejar al mar para llorar al esenta pr re e mujer, qu República a la eva. una fuerza nu

Una fuerza joven; que ha sido sim y apoyo pa patía ra los homb res que es taban en las cárc eles.

“Ese día fue un gran paso para todas pero para mí fue un nuevo comienzo.”

“Pensaba que el mundo cambiaría su rumbo y dejaría de girar en la misma dirección de siempre.”

.Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate.

muchos casos Que ha sufr ido en os, y que como vosotros mism licándose a sí está anhelante, ap a. mism

que Perdonadme si os molesté, considero ante que ; habla que la es mi convicción te. un ideal lo defendería hasta la muer

Que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza. “Sería la primera de las decepciones de una vida plagada de ellas.”

“Sin embargo, aprendí también que ninguna victoria se consigue sin un precio.”

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“Las votaciones mostraron el triunfo de la derecha.”

“Se culpó al voto femenino, considerando que, en efecto, había sido condicionado por el clero.”

“Clara perdió su escaño y con la guerra civil tuvo que abandonar el país.”

“Entonces no sabíamos que aquellos cielos amenazaban tormentas aún peores.” ¿Me estás oyendo, Antonia?

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¿Eh? Ah. Sí, padre.


Alba, vete con la yaya.

Dale un besito a la yaya. ¡Aaaasí!

¡Muy bien, Albita!

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Parece mentira cómo crecen los niños de una semana a otra.

Mamá.

Es sobre la abuela. ¿Sí? Dime, hija.

Estoy leyendo su diario.

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Pero hay algo que no entiendo.

Hay unos años en el diario de los que apenas habla.

¡Bruuum! ¡A ver el avión! ... No hay nada escrito sobre la guerra civil.

Es un periodo del que mamá nunca quiso hablar.

¡Ay, hija!, La guerra civil.

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De hecho, ella siempre se refería a esa época como “eso”, ni siquiera quería nombrarlo. Tu bisabuelo fue republicano y pacifista. Se negó a ir a la guerra y sus ideas no pasaron desapercibidas. Las envidias salieron a la luz y familiares y vecinos se dedicaron a resolver las viejas rencillas con muchas denuncias.

Las hermanas mayores ya habían construido una familia y sus maridos enseguida encontraron un buen acomodo en el régimen mientras que las hermanas pequeñas, Isabel y tu abuela acompañaron a sus padres en el viaje.

Querida familia. Me duele ver la situación en la que os he metido, pero un amigo de delegación me ha adver tido que lo mejor que podía hacer es dejar el país. Lo siento, padre, pero yo ya tengo una familia aquí formada al lado de Manuel y no pienso huir sin destino. Mi vida y la de mis hijos está en Madrid

Lo mismo digo, padre. El nuevo trabajo de Rafael es un gran opor tunidad que no podemos dejar pasar.

México.

¿México?.

Afor tunadamente, les acogieron en México unos tíos suyos que fueron años antes a hacer las Américas. El camino para llegar es algo que mamá nunca quiso recordar. Tuvieron que pasar por Francia dónde les acogieron unos amigos.

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“Me enteré de ello hace pocos años mientras estaba cuidando a tu abuela”.

“Estábamos viendo la televisión cuando la abuela empezó a llorar”.

“En las noticias hablaban de la muer te de Elisabeth Eidenbenz con casi 100 años”.

“Me imagino que la historia le removió y recordó su propia experiencia”.

“Elisabeth Eidenbenz era una maestra suiza que, durante la guerra civil, se presentó voluntaria para ayudar a los niños en la zona republicana”.

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“En la época, la malnutrición supuso una muer te segura para miles de pequeños”.

“Cuando acabó la guerra se dirigió a ayudar en los campos de refugiados del Sur de Francia”.

“Allí las mujeres daban a luz en establos y eran devueltas inmediatamente a los barracones”.

“Elisabeth removió cielo y tierra hasta que consiguió que le cedieran un viejo caserón para que las mujeres pudieran dar a luz en mejores condiciones”.

“Con ayuda de algunos voluntarios consiguió habilitar la casa y así salvo la vida de 600 niños y otras tantas mujeres”.

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“Aunque no la llegó a conocer, la abuela recordó las condiciones de aquellos campos”.

“Y por primera vez me habló de ellos”.

No puedo imaginar cómo debió ser ese horror.

Venga, Albita, vamos un poco a la cuna ya. Solo pensar que le pudiera pasar algo así a la niña se me revuelven las tripas.

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.. la reunión de hoy debe servir para poner sobre la mesa “enfoques innovadores” en los que los gobiernos “participen en la búsqueda de soluciones para los refugiados sirios”

“Menos mal que ya no suceden esas cosas.”

... de los casi cinco millones de refugiados sirios...

... los países desarrollados sólo han acogido a un 1,39%.... … El tiempo previsto para mañana...

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La llegada a MĂŠxico supuso un soplo de aire fresco despuĂŠs de tanto sufrimiento.

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Nuestra familia vasca, los Arocena, nos acogieron y dieron todo tipo de facilidades para rehacer nuestras vidas.

De hecho, incluso habilitaron un hotel para dar cobijo a todos los refugiados de la guerra civil española.

Recuerdo las conversaciones con ellos, explicando cómo Pancho Villa intentó robarles las tierras.

Teodoro le hizo frente a Villa y a él le hizo gracia.

Mira al vasquito, decía, y se fue entre risas.


Decían que Pancho Villa viajaba siempre con un juez porque las mujeres con las que se quería acostar le decían que antes debían de casarse y lo hacía con todas ellas.

Después de tanto sufrimiento ya no recordaba el sonido de la risa.

Mi padre no levantó cabeza y arrastró fuer tes depresiones hasta el final de su vida.

El periodismo nunca fue la vocación de mi padre pero a mí me abrió la puer ta a otras realidades y México supuso mi gran opor tunidad de desarrollar mi pasión.

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Con ayuda de los Arocena conseguí un puesto en el periódico El Nacional, donde pasé algunos de mis mejores años profesionales.

Su confianza en mí fue absoluta y pronto me destinaron a cubrir las elecciones de México en un momento de especial tensión.

La Segunda Guerra Mundial era una realidad a la que América no podía dar la espalda y abundaban los rumores filtrados desde Nor teamérica de una revolución nazi-comunista en México.

La vida puso una feliz casualidad en mi camino. El gran fotógrafo de la guerra, Rober t Capa, había sido enviado por Life para cubrir las elecciones.


Al entrar al bar le vi. Allí estaba él, jodido y radiante al final de la barra. El gran Capa, que años después cubriese el desembarco de Normandía y fundase la Agencia Magnum. ¿Señor Capa? Ese acento...

Le saludé y agradecí sus fotos en la Guerra Civil. Me miró con cara cansada.

¿Es usted española?

Sí.

Tengo grandes recuerdos de España Allí perdí a una gran mujer Gerda

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Después conocería la historia de Gerda Taro, la mujer con la que decidió conver tirse en un gran personaje.

Eran una joven pareja de fotógrafos que buscaban su opor tunidad. Como los periódicos nunca atenderían a unos inmigrantes sin recursos decidieron inventarse un personaje: Rober t Capa, un millonario americano de vacaciones que pretendía vender sus fotos.

Gerda inventaría un nombre basado en el pintor japonés Taro Okamoto.

Sin embargo, sería Rober t Capa el nombre con el que ambos triunfarían. Su trabajo empezó a ser apreciado convir tiéndose la pareja en un referente del periodismo de guerra.


Después pensé en cuantas mujeres a lo largo de la historia habían tenido que esconderse tras un nombre de hombre para ser admitidas sin problemas.

Gerda tuvo que esconder su identidad y su sexo tras la figura de Capa para ser reconocida.

Escritoras como Cecilia Böhl de Faber y Larrea, que con el sobrenombre de Fernán Caballero ocultaba su realidad. Mujeres como Amandine Aurore Lucile Dupin que con el nombre de George Sand conseguirían pasar a la historia.

Gerda Taro murió en la Guerra Civil, aplastada por un carro de combate. Algunos dirían que algunas de las fotografías más emblemáticas de la época salieron de su cámara.

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Allí estaba, conociendo a Rober t Capa, un hombre transformado en el personaje que había creado.

Fueron cinco minutos en un bar que recordaría siempre.

Un hombre que miraba en el vaso el recuerdo de una mujer que había amado.

Gerda, que solo quiso comprometerse con la República.

Gerda, que renunció a su nombre para conver tirse en leyenda.

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¡¡Ya estoy en casa!!

Ya dormida, pero ha estado muy bien en el parque.

Si no te impor ta voy a la cama a leer un poco. Ya fregaré mañana

¿Qué tal el día?

Agotada. ¿La niña qué tal?

¿Sigues con el diario de tu abuela? Sí. Me da la sensación de que ha tenido que morir para llegar a conocerla..

“El periodismo llenaba mi vida en ese México inagotable.”

“México era visceral, salvaje y mantenía aún ecos de la revolución.”

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Con mis padres continuábamos frecuentando la casa de mis familiares, los Arocena. Si en España me veía como la sombra de mi familia aquí era libre para conocer una nueva realidad. Y México acabó siendo José.

José era el mediano de los tres hermanos. Al principio no fui consciente, pero poco a poco comencé a notar su interés por mí.

Entonces era España el centro de nuestras conversaciones. Una España mitificada por el recuerdo de sus padres que él nunca había conocido.

Hombre culto y liberal, me encantaba conversar con él sobre lo divino y lo humano, fascinado él por mi ansía de conocimiento.


Yo le hablaba de mi vocación, de poder dar voz a mujeres silenciadas y él sonreía felíz.

Poco a poco se fue metiendo en mi vida. Él no era maravilloso, eso vendría después. Ya está cerca el momento en el que el gobierno asuma el derecho a voto de las mujeres...

...Tenías que haber visto aquel día a Clara Campoamor.

José se convir tió en un compañero, un amigo, el cómplice ideal.

¿De qué te ries?

Con él me sentía libre y capaz de afrontar nuevos retos y con él decidí emprender el mayor de ellos.

Me encanta tu pasión.

¡Qué tonto!

Y al cabo de un tiempo nació Isabel. Oh! Vamos mamá. Ya estás como siempre.

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Yo era tu razón de ser... Lo más impor tante de tu vida...

Vamos hija, no empieces como siempre.

blablabla...

Pero luego. ¿Dónde estabas?

Siempre detrás de un repor taje.

Ya hemos hablado de esto muchas veces.

Siempre buscando mujeres que reivindicar fuera de casa.

Era impor tante que tú lo supieses, que todo el mundo lo supiese. Que pudieses elegir y conocer lo que otras mujeres habían conseguido.

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¿Y no crees que hubiese preferido tener una madre en casa que me lo explicase en lugar de una periodista que quería salvar al mundo?

Siempre parecía que lo de fuera de casa era más impor tante...

Por mí pero sin mí, mamá..

Pero hija. Tenía que trabajar, por tí, por mí, por todas.

Tú nunca estabas.

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Vamos hija, las cosas cambiaron.

Yo era lo más impor tante sí y también querías mucho a México pero tampoco tuviste reparos en marchar te.

La empresa estaba fatal y la familia no tenía muchas salidas. Franco había muer to y yo quería...

Yo quería, siempre yo quería.

Siempre igual Isabel. Si no quieres entender...

Tú, siempre tan independiente. No querías venir a vivir con nosotros y al final ¿quién tuvo que cuidar te?.

¡¡BASTA!!


Por lo menos está vez podíais dejarlo estar.

Vamos mamá. Abuela. No empecéis como siempre

Estoy intentando conocer mejor la historia de la abuela, Mamá.

Si quieres continuar abuela...

Ay, Sí, perdona. ¿Dónde estaba?

Cuando acabe de leerla creo que tendremos que hablar mejor.

¿Señora Kahlo?

En ese México conocí a mujeres notables que construirían un mundo a su medida.

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Pase, pase. Por favor.

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2 1

1 3

4

4

Estimado lector. Este humilde dibujante no se ve preparado para dar color a nuestra protagonista pero le invitamos a hacerlo conforme a su gusto con las siguientes indicaciones: 1 Rojo sangre (en su defecto rojo pasiรณn). 2- Azul celeste, como la casa de Frida. 3 Amarillo atardecer. 4.- Color pura vida.


Nací el año que nació la revolución.

He sufrido mucho.

Y crecí en una época en la que era raro que las mujeres estudiásemos.

Y todo lo he pintado.

Pero solo tenemos una vida.

He querido a mi México sobre todas las cosas.

La vida está llena de dolor.


En este pequeño altar veo las fotos de las personas que han sido fundamentales en la de Frida Kahlo.

Hay vidas que no se pueden contar sin la huella que dejan.

Vivos y muer tos, cada uno está deseando contar su cachito de historia.

Es la hora señora.

Vamos allá entonces.

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La poliomielitis hizo que una de sus piernas fuese un poco más cor ta.

Aquel tranvía le cambió la vida.

A la de tres. Espere, que aún no la tengo bien agarrada.

Frida lo ocultaba y se dedicaba a practicar depor tes vetados entonces a las mujeres.

Atravesada por la barra del tranvia...

Mi pequeña Frida... Siempre tan fuer te y frágil.

... Ella bromeaba sobre cómo había perdido la virgindad aquel día.

¿Todo listo doña?. Qué sí, venga vamos. Una, dos y...


Aquella chiquilla...

Ese México estaba lleno entonces de ar te y cultura.

En 1953 se realizó la primera exposición de Frida Kahlo en México. Después de más de 30 operaciones el cuerpo de la ar tista ya empezaba a desistir de la lucha...

Era puro afán de vida.

El ar te era compromiso y las noches estaban llenas de grandes genios.

Se refugió en la pintura y quería seguir aprendiendo.

Y entre todos ellos Diego Rivera. Estaban hechos el uno contra el otro.

Postrada en la cama, el médico le prohibió ir a la inauguración de su exposición. “No puede salir de la cama”. Le dijo. Pues llevaremos la cama a la exposición.


Recuerdo la primera vez que ví sus dibujos.

Y lo intentamos.

Eran algo nuevo y diferente a lo que conocimos nunca.

Pero ninguno supimos cambiar.

Con cuidado chingones!! Pero Doña, el suelo...

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¿Cómo no eramorarse de ella?.

Nunca me perdonó lo de su hermana Cristina.


Fue un error que nunca superó.

Probablemente se juntó a sus fantasmas por no poder ser madre...

No le gustábamos los surrealistas París nunca le gustó.

¿Seguro que este era el camino?.

Con Diego siguió viviendo hasta el fin pero cada uno hacía su vida.

Y nunca quiso que se le vinculase con el movimiento.

Creo que nos hemos despistado. Vamos a ir por la derecha.


Exiliado, la casa azul fue un refugio para mis últimos días.

En EEUU ella se ahogaba.

La luz de Frida iluminaba la casa. Sentí mucho que me matasen y que se viese implicada.

Necesitaba su México y convenció a Diego para volver.

Aquí está la señora.

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Creo que él nunca se lo perdonó.

Qué guapa va... Parece una virgen.

En la cama además, como si fuese su altar....


Un año después de la exposición Frida murió...

Tras amputarle la pierna la carga de la vida se le hizo demasiado dura.

Pocas veces he conocido una mujer así. Nadie convir tió como ella el sufrimiento en ar te. Su mayor obra sería su vida. Contada por los retratos de su altar, por sus pinturas y los lugares en los que vivió. Frida, la pintora. Frida, la mujer. Frida... la diosa. La que nunca muere. 52


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