Caperucita verde

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CAPERUCITA VERDE

Érase una vez una muchacha muy buena, ecologista y solidaria; con sólo verla todos la querían mucho, y especialmente su abuela. Una vez le regaló un poncho de terciopelo verde, y, puesto que le quedaba tan bien que ya no quiso llevar ninguna otra, siempre la llamaban Caperucita Verde.


Un día su madre le dijo: -Ven, Caperucita Verde, aquí tienes un trozo de bizcocho y zumo de naranja recién hecho; llévaselos a tu abuela. Está débil y enferma y con esto se recuperará. Ponte en camino antes de que haga demasiado calor; y, cuando estés fuera, pórtate bien, si te encuentras a alguien por el camino le saludas, y si ves algún papel tirado por el bosque lo recoges. Y, cuando entres en su habitación, no te olvides de decirle buenos días y preguntarle como está. -Así lo haré - le dijo Caperucita Verde a su mamá.


Pero la abuela vivía fuera, en el bosque, a media hora de la aldea. Y, cuando llegó al Bosque, Caperucita Verde encontró al lobo, que estaba sentado en un banco del camino leyendo. -Buenos días, Caperucita Verde le dijo. -Buenos días, lobo. -¿Adónde vas tan temprano, Caperucita Verde? -A casa de mi abuela, a visitarla. Y tú lobo, ¿qué estás leyendo? -Pues verás, Caperucita, estoy intentando aprender a leer, pero es muy difícil. Y esta es una cartilla de 1º que me han dejado para aprender.


- ¡No me digas! ¿Tú sabías que mi abuela ha sido maestra durante muchos años? Ahora está jubilada, pero seguro que le encantará ayudarte. - Pero es que me da mucha vergüenza, bueno por si acaso, ¿dónde vive tu abuela, Caperucita Verde? -A buen cuarto de hora desde aquí, en el bosque, bajo tres grandes encinas; allá está su casa, debajo de la mancha de avellanos- dijo Caperucita Verde.


El lobo pensaba: “Esta niña es tan buena… y además su abuela puede ayudarme a aprender a leer mejor, tengo que aprovechar esta oportunidad”. Hizo parte del camino junto a Caperucita Verde, y le dijo: -¿Ves Caperucita Verde, cuántas hermosas flores? ¿Sabes que cerca de aquí hay un Jardín Botánico con flores exóticas? ¿Oyes cómo cantan los pajarillos? Me han dicho que tú eres muy ecologista, y te encanta la naturaleza.


Caperucita Verde levantó la vista y, cuando vio los rayos del sol danzando a través de los árboles, y todo en torno lleno de flores, pensó: “Si llevo a la abuela un buen ramo fresco, le agradará; es tan temprano, que aún llegaré a tiempo”. Desde el sendero corrió al bosque en busca de flores. Y, cuando había cogido una, creía que más allá había otra más hermosa y corría hacia ella y se adentraba cada vez más en el bosque. Y además tenía ganas de conocer ese Jardín Botánico del que el lobo le había hablado.


Pero el lobo fue de prisa a la casa de la abuela y llamó a la puerta. -¿Quién es? -Hola buenos días, ¿es usted la abuela de Caperucita Verde? Y el lobo entró a la casa de la abuela de Caperucita Verde, que estaba en ese momento haciendo Tai-Chi en el salón de la casa…


Mientras tanto Caperucita Verde había vagado en busca de flores y, cuando había recogido tantas que ya no podía ni llevarlas, se acordó de la abuela y se encaminó a su casa. Se asombró de que la puerta estuviera abierta de par en par y al entrar en la habitación tuvo una impresión tan extraña que pensó: “¡Oh, Dios mío, qué miedo! ¡Y habitualmente me siento tan a gusto en casa de la abuela!”. Exclamó: -¡Buenos días! - pero no obtuvo respuesta. Entonces se acercó a la cocina, y de pronto sólo vio de espaldas a la figura del lobo, sentado al lado del sillón de su querida abuela. - ¡Abuelaaaa! ¡Yo te salvaré!, gritó mientras salía corriendo hacia el sillón.


Pero justo en ese momento la su abuela se levantó del sillón con un libro en las manos y le dijo a Caperucita Verde: - ¿Qué te ocurre, por qué gritas tan fuerte? ¿No te das cuenta de que el lobo y yo estamos intentando leer un poco?


¡Vaya metedura de pata! Caperucita había creído que el lobo le había hecho algo a su abuela y era justo todo lo contrario… El lobo había buscado la casa de la abuela para que le enseñara a leer, y además le estaba haciendo un dibujo a Caperucita Verde para darle las gracias por el consejo.


Menos mal que en ese momento apareci贸 Alberto Cazador de los Montes, el novio de la abuela, que era un magn铆fico cocinero, con una gran tarta casera de chocolate y galletas, para que todos y todas pudieran merendar y descansar.


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