Anecdotario

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Mi Anecdotario… Anécdotas de la vida que no deben olvidarse. “En la vida existen “pequeños gratos momentos” que se quedan guardados en la mente y que algún momento surge en alguna charla, lo que no se escribe no hace historia, hagamos historia de estos recuerdos.” Héctor José Tolentino Muñoz


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La Marca Nominativa Wíinik® esta registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI) con el Titulo de Registro de Marca N° 1209873, Expediente 1136588 de fecha 23 de Noviembre del 2010. Todos los derechos reservados para: ©Tolentino, Muñoz Héctor José y Ramírez, Torres Irma Cecilia (2011).

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Contenido “Mamá, papá…cúac, cúac.” ............................................. 5 “Chupa dedo tú.”............................................................. 6 “¿Quién entro a mi cuarto?” ........................................... 8 “¿Y si mejor compramos un perrito?” ........................... 11 “Mamá… ¿Cece? ¡Prr no!”............................................. 13 “El Chicharrin.” .............................................................. 15 “Perro… ¡guau!” ............................................................ 16 “La cachetada.” ............................................................. 18 ¿Pelados o sin pelar? ..................................................... 20 ¿Por dónde nos vamos? ................................................ 22 Renta… ¿no habla? ........................................................ 23 “Desacoletale, Martín, desacoletale…” ......................... 27 “Mi oga, papá, mi oga…” ............................................... 29 Domingo, 5 de junio del 2011. ...................................... 30 “¡Ay, no sé!” .................................................................. 31 Castúl… “Muchos jejes…” .............................................. 32 “Corre nene, corre” ....................................................... 34 “Totoche… trae el chupe”. ............................................ 36 “Ton, ton, ton” .............................................................. 38 Edwin en las Lagunas de Montebello, Chiapas. ............ 39 “Huallava” Oaxaca. ........................................................ 41

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“Mamá, papá…cúac, cúac.” Zoé Valeria (2010)

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areck, Paola, se encontraban acostados para dormir a la niña. Las luces se encontraban apagadas. Zoé se hallaba en medio de sus papás y la mamá aconsejaba: “Valeria, ya duérmete… No te estés moviendo tanto… calladita para que se cierren tus ojitos…” La niña, que empezaba a pronunciar sus primeras palabras, se quedo pensativa y con tono interrogante comenzó a enumerar a los que estaban acostados, señalándolos con el dedito: “Mamá, papá… mamá, papá…” Enumeraba a ambos padres y Jareck con un movimiento de mano orientó a la pequeña para que ella también se enumerara. A lo que la niña comento: “Mamá, papá… -y señalándose ella,- cúac, cúac”.

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“Chupa dedo tú.” Renata (2010)

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i sobrina, que de acuerdo a su edad, ya debería, hablar por lo menos las palabras más usuales, aún no hablaba. Cecilia, cuya licenciatura esta enfocada a problemas de audición y lenguaje, la reviso en varias ocasiones y lo único que pudo detectar es que la niña esta completamente sana, sin ningún defecto físico que impida o dificulte el habla. Eso sí, con mucho mimo de sus papás, abuelas y también de sus tíos, principalmente de nosotros. Renata, acostumbra chuparse cuando tiene hambre o sueño su dedo pulgar derecho. Un día que la observaba hacerlo me percate que tendía a ocultarse, pues al parecer le daba un poco de vergüenza que la vieran chupárselo. Queriendo reforzar ese sentimiento en busca de que ya no lo hiciera, le dije: “Mira Renata,”… y cerrando mis dedos sobre el pulgar derecho hice el ademán de chuparme el dedo yo también. Momentáneamente, Renata evadió mi mirada y acción, pero continúo chupándose el dedo. Yo, continuaba con el mismo ademan y ella esquivando mi mirada y al cabo de algunos minutos, dado que ella continuaba con el dedo en la boca, enfrento mi mirada y sin dejar de

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chupar levanto el dedo índice y con un ademán de la cabeza me señalo: “Hazlo tú también”. No me quedo otro remedió que volver acerrar mis dedos sobre mi pulgar e imitar su acción. Cosa que hasta la fecha seguimos haciendo.

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“¿Quién entro a mi cuarto?” Vianey (1988)

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omy, Vianney y Sol son mis tres hermanas. Vianney que para ese entonces tendría 20 años, ya trabajaba y el dinero que ganaba ayudaba en parte a los gastos de la casa y el resto lo ocupaba en sus cosas personales.

Cada quien tenía su habitación y nuestra madre nunca acostumbró cerrar la puerta de ellos, mucho menos con llave; sin embargo, Nany, como de cariño le decíamos a Vianney, no le gustaba que le movieran sus cosas o le tomaran algo sin su consentimiento, por lo que antes de salir a trabajar acomodaba sus pertenecías en la cómoda o el buró con alguna seña que le permitiera reconocer si Romy o Sol habían entrado a la habitación y tomado algo sin su consentimiento. Aún con la puerta cerrada con llave, desconfiaba. Las llaves de las puertas estaban bajo el reguardo de mi madre en el “cajón de las cosas perdidas”, que se encontraba en el mueble del comedor y que era donde se depositaban todos aquellos objetos que se encontraban fuera de su lugar y no se supiera quien los había dejado regados. Tomar las llaves, abrir la recámara

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y mover sus cosas, alterando “sus señas”, no tenía problema, por lo que Vianney, en un arrebato de molestia, trajo un carpintero para que le instalara otra chapa, de la cual solo ella tenía la llave. Esto no solo causo malestar a mis hermanas, sino que mi madre lo tomo como un una señal de envidia, ya que “esto no se acostumbra en la casa”, le dijo a Nany llamándole la atención. Aún con la doble chapa, Vianney seguía dejando señas para verificar que no se metieran a tomar sus cosas y cada día, después del trabajo, al llegar revisaba cuidadosamente que todo estuviese en orden y posteriormente ondeaba la bandera del triunfo frente a mis hermanas. Buscando como vengar la afrenta de la doble chapa, Romy y Sol encontraron la forma de volverla a hacer enojar. Descubrieron que la ventana de la habitación, la cual contaba con protecciones y que daba hacia el jardín trasero de la casa no cerraba bien, la abrían e introducían una pértiga que servía para cortar los aguacates, y con cuidado movían las cosas de Vianney, tanto de la cómoda como del buró, desarreglaban la cama y marcaban la almohada para que pareciera que alguien se había acostado en ella y aventaban alguna revista o libro, para exacerbar la molestia de su

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hermana que todos los días montaba en cólera al descubrir lo que sucedía en su habitación. No sin antes reclamarle a mi madre: “Mamá, ¿quién entró a mi cuarto?” A lo cual mi madre que estaba al tanto de esta batalla contestaba: “pues nadie Vianney, quien se va a meter si cierras tu cuarto con llave”. La “Guerra de la doble chapa”, cesó hasta que Vianney se dio por vencida y optó por ya no cerrar la puerta de su habitación. Por supuesto nunca le revelaron, solo hasta muchos años después, cual había sido la estrategia que la derrotó.

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“¿Y si mejor compramos un perrito?” Jareck (1989)

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l 23 de abril de 1989, nació Christian. Jareck, cumpliría el 23 de junio cuatro años.

Los primeros meses de espera fueron de emoción y expectativa para todos, sobre todo para el niño que por fin tendría con quien jugar y compartir sus juguetes, de los cuales se sentía orgulloso y cuidaba con esmero. La expectativa mes con mes crecía. No sabíamos que tendría, si un hermanito o una hermanita, sin embargo, teníamos que prepararlo para que al nacer y crecer su hermanito…ha, compartiera sus juguetes y no pelearan por ellos. Cierto día que estábamos sacudiendo y acomodando su juguetes en su recámara, le aleccionaba sobre como debería comportarse con el bebé: “Cuando nazca el bebé debes presentarle tus juguetes sin enojarte… si te pide que jueguen a algo, hazle caso, él está chiquito… préstale tu bicicleta y enséñalo a andar en ella… comparte tus cosas…” y así una lista de innumerables recomendaciones.

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Jareck, que con sus manitas tomaba los juguetes que yo iba sacudiendo, los acomodaba con cuidado en su lugar y guardaba silencio mientras yo hablaba. En una pausa que hice, volteó a verme e inclinando la cabeza me dio: “Papá… y si mejor compramos un perrito”.

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“Mamá… ¿Cece? ¡Prr no!” Renata (2010)

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enata aún no habla. Pasamos las vacaciones de diciembre en Cuyutlán y como se ha venido acostumbrando, Alejandra, junto con las niñas, duerme en una de las habitaciones de la planta baja. Todos los días que estuvieron las niñas allá, muy de mañana, Renata, sube a la habitación para que la chiqueemos un rato. Cecilia, a quien Renata por su corto vocabulario llama como “Cece”, la besa y abraza con mucha fuerza, cosa que no le agrada y como señal de desaprobación la pelea emitiendo la trompetilla bucal: “prr”. Cecilia, le da más besos; Renata la vuelve a pelear, “prr”; y continúan con ese juego hasta que le llamo la atención a Cecilia convidándola a que deje de fastidiar a la niña. Acordamos que Cecilia ya no la fastidiaría con besos y abrazos fuertes, y que Renata ya no la pelearía con trompetillas, puesto que de seguir “nos íbamos a ir a nuestra casa y ya no se verían”. Terminaron las vacaciones las niñas se despidieron y se fueron a su casa en el Puerto de Manzanillo.

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A los pocos días, ya estando en Guadalajara, Alejandra le hablo a Cecilia por teléfono y le comentó que Renata quería verla, que ya no la iba a pelear. A lo cual Cecilia le preguntó que ¿cómo se lo había dicho? “Mamá... ¿Cece? Prr, ¡no! Traducción de Alejandra: “Mamá, ¿dónde esta Cecilia? ¡Ya no la voy a pelear!”

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“El Chicharrin.” Teresa Torres Reyna (2011)

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n una visita que realizamos a la casa de Don José y la Sra. Teresa al Tuito, Jalisco, nos platicó la señora sobre una anécdota que era utilizada hace muchos años, cuando eran niñas por su mamá, Doña Chuy, para ejemplificar lo mal que se veían los hermanos cuando peleaban entre ello. Platicaba Jesús Reyna que cerca de su casa vivía el “Chicharrín” con su mamá, quienes constantemente discutían, de todo, por todo y se daban con todo: “cuando peleaban salían de la casa trenzados como una bola peleando y rodando por la puerta hasta media calle, sin saberse quien era quien. En cierta ocasión pelearon tanto que el Chicharrín, de tan enojado que estaba, agarro a la mamá, la embroco en el escusado y le jaló, y la mamá… se fue por el escusado.”

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“Perro… ¡guau!” Christian (1993)

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hristian desde pequeño siempre fue inquieto, atrevido y arriesgado.

En cierta ocasión que caminábamos por la playa de Chamela, a lo lejos vimos que de entre unos troncos se levantó un perro cuya apariencia era agresiva. Mi papá, llevaba tomado de la mano izquierda al niño, lo atrajo hacia el y cambiándolo hacia su derecha le dijo: “cuando pasemos cerca del perro, ni lo voltees a ver, parece muy bravo y no te vaya a morder”. Continuamos caminando. Al acercarnos el perro tomó una actitud amenazante y empezó a gruñir, mostrando levemente los dientes. Todos bajamos el paso y nos alejamos un poco de los troncos, acercándonos a la orilla de la playa. Christian se había soltado de la mano y mi papá, preocupado buscó su mano, sin embargo en ese preciso momento, cuando el perro mostró más agresividad, el niño saltó del lado donde se encontraba el perro y con un grito exclamó: “Perro, ¡guau!”

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El perro, antes agresivo, salió corriendo llorando por el susto. Christian, campante, se acercó a donde estábamos los adultos miedosos y continuó su camino.

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“La cachetada.” Sol (…)

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i hermana Sol, (Soledad del Carmen), es cariñosa, alegre y sobre todo, muy respetuosa con todos, especialmente con mi

mamá.

En cierta ocasión mi mamá la regañaba injustificadamente, en la cocina, por algo que Romy y Nany, habían hecho. Sol se encontraba recargada en el fregadero, viendo de frente a mi mamá; mientras ella, daba la espalda a la puerta de la cocina que da a la sala. Romy y Nany, escondidas al lado de esa puerta, en la sala, se asomaban y con el dedo se burlaban de Sol, haciéndolo: “liro, liro”, lo cual hacía que Sol, esbozara una leve sonrisa. Cada vez que se asomaban, Romy y Nany, aparte de hacerle: “liro, liro” gesticulaban y le hacían caritas, quien no aguantó más y soltó una carcajada, en el momento cúspide del regaño, mi mamá, sin saber lo que le hacían mis hermanas, le soltó tremenda cachetada a Sol. Mis hermanas corrieron asustadas y Sol, nunca le dijo nada a mi mamá.

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Fue hasta muchísimos años después que en una plática de navidad, Romy y Nany, le dijeron la verdad sobre esa única ocasión que mi mamá le pegó a Sol.

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¿Pelados o sin pelar? Dago (2008)

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uyutlán es un pueblo ubicado en las costas de Colima. Acostumbramos vacacionar ahí, cuanta ocasión lo permite.

Algo característico del lugar, son las innumerables sombrillas que se encuentran en la playa propiedad de los pequeños restaurantes locales. Dagoberto, mejor conocido como Dago, es propietario de uno de estos lugares. De profesión Ingeniero, su madre le heredó el lugar y con mucho gusto por la atención al cliente y disposición de servicio, él, junto con su equipo de trabajo atiende el lugar. Es de mencionar que por la atención, disposición y amistad, somos acérrimos asistentes de todos los días, mientras estamos allá. Siempre tiene gente que atender, sin embargo, sábados, domingos, días festivos, vacaciones y sobre todo de semana santa su capacidad de atención se ve mermada por la gran cantidad de gente que demanda sus servicios.

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Casi siempre nos sentamos en unas mesas que están cerca del mostrador y en cierta ocasión que la gente los abarrotó escuchamos lo siguiente: Mesero -“En la mesa de la playa, donde esta el señor con la camisa naranja y cachucha del Atlas, con la grabadora pidieron unos camarones a la diabla – hablaba con prisa pues tenía muchas ordenes que atender. A lo que el cocinero cuestionó: Cocinero -¿Los camarones pelados o sin pelar? Mesero -¡Pelados! Cocinero: Entonces, ¿pelados o sin pelar? Mesero-¡Que pelados! Cocinero -¡Por eso! ¿Pelados o sin pelar? Mesero: ¡Tan güey, pues mejor hazlos sin cáscara!

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¿Por dónde nos vamos? Cecilia (2003).

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ra nuestra primera ocasión en la Ciudad de Oaxaca, por lo que no recordábamos exactamente la forma de cómo llegar al hotel donde estábamos hospedados. Ese día, veníamos ya tarde, de la Zona Arqueológica de Mitla. Cecilia de regreso, cansada, durmió todo el camino y al llegar a la ciudad la desperté y dándole el mapa que nos dieron en el hotel, le pedí que me guiara por las calles para llegar. Tomó el mapa semi dormida y con docta voz me señaló: “En la próxima calle das vuelta a la derecha.” Y giró el mapa hacía la izquierda. “En la siguiente calle, das vuelta a la derecha.” Girando el mapa a la izquierda. “Ahora das vuelta a la derecha.” Y de nuevo, giró el mapa hacia la izquierda. “Y ahora…” volteo a ver simultáneamente el mapa y la calle… “llegamos al mismo lugar donde me diste el mapa y no sé donde estamos.”

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Renta… ¿no habla? Renata (2011).

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enata, aún no habla. Acaba de cumplir tres años en el mes de abril.

Muchas veces nos hemos preguntado… ¿no habla? Con Renata se han tenido profusas pláticas, como las siguientes: Estando en su casa, en Manzanillo (2010), la temperatura era agobiante y Alejandra, su mamá, nos ofreció un vaso de agua de sabor. Todos aceptamos y también se le sirvió un poco a la niña. Minutos después se acerco y le dio el vaso Cecilia quien le pregunto: “- ¿Te sirvo más agua? Moviendo la cabeza negativamente Renata. - Entonces ¿lavo el vaso? Moviendo la cabeza negativamente Renata. - ¿Qué quieres? - ¡Pssssss! – dijo Renata, girando la mano derecha sobre la izquierda, señalando de inmediato a la mesa. - ¡Ahhh! Quieres refresco.”

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………………………………………………………………………. Cuando tenía hambre, la niña puntualizaba si deseaba que se le diera algo sólido para comer o si quería biberón. Con su dedo índice derecho apuntando hacía su boca, lo movía lentamente si el dedo estaba fuera de su boca, significaba “bibi”; si lo introducía un poco, “comida”. ………………………………………………………………………. Días después de su cumpleaños tres, coincidió con en inicio de las vacaciones de Semana Santa, por lo que Alejandra decidió pasarlas con nosotros en Cuyutlán. Cierto día, por la mañana, Cecilia me pidió que le ayudara a prepara extracto de Jamaica para mas tarde prepara agua. Junto con Renata en la cocina separamos la cantidad necesaria de flor, la medimos en una taza, y como tenía polvo antes de colocarla en el agua para que hirviera, le soplamos para eliminar el polvo, la vaciamos al recipiente y con una cuchara la empujamos hacia el fondo para mojarla toda. Ya en la tarde, Fernanda, su hermana, me pidió que les pusiera una película en la terraza, así que ubicamos las sillas de playa frente a la televisión y ya instaladas les pregunte si querían refresco u otra cosa para beber, Renata me dijo:

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- ¡Pssssss! No. Y semicerrando su mano derecha, soplo sobre ella e inmediatamente la cerro, haciendo el ademán con los dedos índice y medio de empujar hacia abajo. A lo que le conteste: - ¡Ah! Quieres agua de Jamaica. - ¡Schi! – dijo Renata ………………………………………………………………………. Alejandra, días después del Día del Niño (2011), le platicaba a la tía Teresa, sobre la forma en que en el preescolar al que asiste Renata los habían festejado: - “Nos avisaron que les llevarían una alberca para que mandaran a los niños con traje de baño, Renata, llegó con él puesto, pero otras mamás los mandaron vestidos y con sus cosas en una mochila… Arreglaron de forma muy colorida, con globos de distintos tamaños. Les dieron su ambigú y…”-. Alejandra se quedo callada recordando que otra cosa les organizaron cuando Renata le interrumpió: - ¡Mamá! - levantando el dedito índice de la mano derecha, y moviéndolo de un lado a otro lo agito varias veces.

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- ¿Qué Renata?- pregunto Alejandra. De nuevo agitando el dedito le recordó a la mamá: - ¡Ah!... también les hicieron piñatas. – contestó Alejandra.

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“Desacoletale, Martín, desacoletale…” Alberto Zúñiga, (1990)

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urante algunos años mi compadre Beto, trabajo para la constructora del Arq. Max, y tuvo la oportunidad de convivir con un gran número de trabajadores. En cierta ocasión al terminar una de las obras se dieron cuanta que uno de los aljibes había quedado sucio, por lo que le pidieron a dos de los chalanes que apenas iniciaban que lo limpiaran. El depósito era grande y por lo tanto oscuro, por lo que a uno de ellos se le ocurrió introducir una extensión y colocarle un foco para alumbrar. Uno se introdujo y otro permaneció afuera para lo que se ofreciese. El aljibe tenía poco agua y mucho escombro. Al estar limpiándolo accidentalmente, el que estaba dentro, jaló la extensión, rompió el foco. El chalán gritó asustado: - ¡Desacolétale Martín… desacolétale! Martín que estaba fuera – ¡No se dice desacolétale, se dice desaconéctale!

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- ¡Como tú quieras Martín, desaconétale o desacolétale, pero desacolétale que me estoy eletrocutando… hijo de la…!

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“Mi oga, papá, mi oga…” Chistian, (1994)

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hristian nació en 1989. Fue apático para hablar y su hermano era el traductor oficial.

En un mes de noviembre, que era cuando nos correspondían las vacaciones en el Club Chamela de la Sección 47, Christian se encontró un trozo de soga con el que se la paso jugando toda la semana. Ya en los últimos días se encontraban en la alberca Jareck, Christian a quien estaba abrazando mi papá. De repente Christian empezó a gritar: - ¡Mi oga, mi oga! - Las otras personas que estaban en la alberca voltearon rápidamente mirando, acusadoramente a mi papá, quien apenado dijo: – No hijo, te estoy cuidando bien. - ¡Auxilio, mi oga, mi oga!- señalando la soga que se había encontrado y que un niño tomaba para jugar.

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Domingo, 5 de junio del 2011. Zoé Valeria

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oy solo lo citaré así, fue un día muy importante.

Mientras jugábamos con una pelota en el jardín de la casa, mi nieta Zoé, me dijo: - ¡Espera abuelo! Por primera vez, a su casi tres años me llamo abuelo.

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“¡Ay, no sé!” Renata (Agosto del 2011)

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as niñas, hijas de Alejandra, pasan generalmente sus vacaciones de verano en Guadalajara, por lo que las invitamos al cine.

Alejandra las trajo a casa y gustosos prendimos la computadora para seleccionar el horario de la función. Cecilia se terminó de arreglar, les puso perfume, fueron al baño y nos dispusimos a salir. Por seguridad las tres, (Cecilia, Fernanda y Renta), ocuparon el asiento posterior del auto, se pusieron los cinturones de seguridad, por cierto una odisea ya que no cerraban, e iniciamos la marcha. Cecilia terminaba su arreglo pintándose los labios y Renata que iba a su lado le pidió que la pintara, y al terminar dijo: - Mira, Héctor, me pusieron pi… me pusieron pi… pi… pi… (Pausa larga y cara de duda de la niña), ¡Ay no sé! - ¡Pintalabios! - dijeron a coro Cecilia y Fernanda.

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Castúl… “Muchos jejes…” Alberto Zúñiga, mi compadre, (2000)

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i compadre Beto, trabajó durante muchos años para la constructora del Arquitecto Max. Tenía contacto con muchos de los trabajadores pues era el encargado de las compras y estaba permanentemente en contacto con las distintas obras para cubrir sus necesidades y requerimientos. Trabajaban también en esa constructora su cuñado José, su sobrino Pepe y su hermano Federico. En una de las obras se afanaba a diario un peón llamado Castul, un hombre de unos cuarenta años quien tenía un tanto disminuidas sus facultades mentales, o por lo menos así deba la sensación; a quien por su buena disposición todo mundo ocupaba con alguna tarea de cualquier índole. Cierto sábado, antes de la paga, día específico que todos lo habían estado ocupando en demasía con un sinfín de actividades, se despidió de todos, argumentando que ya no trabaría más allí, cosa que desconcertó a todos pues sabían de su necesidad, por lo que el arquitecto Max le preguntó:

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- Pues que pasó Castúl, ¿por qué te vas, no que tenías

mucha necesidad de trabajar? - Mide adquitecto- hablaba de esta forma pues en una caída se había cortado un trozo de lengua- uted, jeje (jefe); Don José… jeje; Beto… jeje; Pepe… jeje; Fededico… jeje; adbañile…, jejes; muchos jejes. Yo mejod me voy a chinagad a mi made, allí menos tdabajo.

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“Corre nene, corre” Zoé Valeria (octubre de 2011)

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stando en el hospital, en el nacimiento de mí segunda nieta que se llama también Renata, (nunca se pusieron de acuerdo mi hijo y Alejandra, mi cuñada para seleccionar los nombres), pedí permiso a los papás de llevar a Zoé al Oxxo para comprarle algo. La idea era sacarla del hospital dado que no se permitía el ingreso a niños, sin vacilar la niña acepto y juntos caminaos un rato por la calle rumbo a la tienda. Al llegar a una esquina observamos el semáforo y Zoé quien apenas contaba con tres años exclamó: –

Corre nene, corre.

Tome su manita y juntos empezamos a correr para atravesar la calle. Al llegar a la siguiente esquina sucedió lo mismo. Observamos el semáforo y Zoé exclamo: -

Corre nene, corre.

Yo le explique a mi niñita que no debía tener miedo, que los autos se detiene al ver la luz del semáforo, que siempre debemos cruzar por las esquinas cuando la luz

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esta en verde, y un sinfín de explicaciones que la niña no escuchaba. Lo cierto es que al día siguiente que pase por ella para llevarla a museo, ya sentada en el auto, llegamos a una esquina donde el semáforo marcaba alto y la niña observándolo dijo aumentando poco a poco la velocidad: -

Cooode, nene, Cooode; coode, nene, coode; corre, nene, corre.

Pensé en la necesidad de pasar más tiempo con ella para conocerla más. La expresión era por el muñequito que parece correr en los semáforos y señala el tiempo que tienen para cruzar los peatones la calle.

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“Totoche… trae el chupe”. Christian (1993)

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ada año acostumbrábamos tomar en familia una semana de vacaciones en los búngalos de los maestros de la Sección 47 del SNTE en Chamela, Jalisco. Asistamos mi mamá, mi papá, mis hermanas, quienes al principio aún no se casaban, y nosotros. Christian tenía cuatro años, Jareck, siete. Generalmente, por ser un tiempo compartido, convivíamos con las mismas familias que acudían en las mismas echas y con las que ya teníamos un tanto de familiaridad. Cierto miércoles, que era el día que mas solo estaba por ser el día que terminaba la estancia para uno e iniciaba para otros (nosotros nos quedábamos de domingo a domingo), mi madre llego a nuestro bungalo y con un tono molesto me dijo: -

Pepe, Christian -que estaba en la alberca- te esta gritando.

Nosotros estábamos preparando la comida, por lo que limpiándome las manos salía a la terraza y de ahí le grite

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a “Jon Jon”, (de cariño así nombraba a Christian que se llama Jonathan Christian). -

¿Qué pasó Jon Jon?

Y entendí la molestia del comentario de mi mamá. -

“Totoche” (“Héctor José”, así me decía su madre) – gritaba Christian – tráeme un chupe.

Cuando yo me servía un “chupe”, les preparaba a ellos una rusa de refresco.

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“Ton, ton, ton” Renata (Enero 2012)

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lejandra, mi cuñada que vive en Manzanillo, tuvo que estar los meses de noviembre a enero en Guadalajara, tramitando su comisión ante Secretaría de Educación, para irse a trabajar a Cihuatlán, Jalisco. Cuando podía, comía con nosotros en casa. Cierto día nos platicó que en el fin de semana que estuvo con las niñas, Renata y Fernanda, en Manzanillo, iban en la camioneta, una Honda Odisey, grande y bonita que tenían y las niñas, como de costumbre, iban entre jugando y peleando. De repente, Fernanda airada, exclama: -

Mamaaá, Renata me está diciendo tonta.

Alejandra, voltea para llamarle la atención a Renta, quien en ese preciso instante estaba iniciando a decir -

Ton… ton… ton… ¡no “cheto”!, ´toy tocando lachs campanas.

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Edwin en las Lagunas de Montebello, Chiapas. Héctor y Cecilia (2003)

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n unos de los viajes que realizamos al sureste mexicano, en nuestras vacaciones anuales de diciembre, visitamos el hermoso estado de Chiapas, nos hospedamos en el Hotel Mesón del Márquez, en San Cristóbal de las Casas y de ahí, nos trasladábamos a los distintos lugares turísticos. Salimos muy de mañana rumbo a las Lagunas de Montebello, era un día nublado y lluvioso, llegamos al lugar cuando aún no se levantaba la neblina y hacía un frio intenso. Estacionamos el auto, un Nissan Máxima rojo, y a encaminarnos hacia los restaurancitos que hay para comprar café, observamos que a medio estacionamiento, se encontraba un niñito de algunos tres años, indígena lacandón, vestido con una camiseta y calzoncitos, despeinado y mocoso, y que se abrazaba a sí mismo tiritando de frío. Desconcertados nos acercamos para preguntarle donde están sus papás y que es lo que estaba haciendo ahí, a lo que nos contesto:

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Me ´toy cudtiendo. ¿Qué estas haciendo?- le preguntamos otra vez. Me ´toy cudtiendo. ¿Qué, qué?- preguntamos a coro los dos otra vez ya que no entendíamos dado que hablaba gangoso por la cantidad de mocos que traía en la nariz Mi mamá me puso aquí para cudtidme y aguantad el fdrio.

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“Huallava” Oaxaca. Héctor y Cecilia (2003)

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odos los viajes son interesantes y uno de sus mayores aportes es el aprendizaje que estos dejan.

Maravillados caminábamos por el mercado municipal “Benito Juárez”, de la ciudad de Oaxaca. En sus coloridos puestos se pueden observar artesanías perfectamente alineadas; verdura lustrosas amontonadas en alteros listos para su venta; enormes botellones llenos de aguas de sabores que tan solo por el color se antoja probar; enormes tinas tapadas con una pintoresca tela que cubre una bebida tradicional elaborada a base de cacao, un tanto rara a la vista pero de un sabor agradable y poco común. Sin embargo el atractivo que nosotros buscábamos era el corredor de los alimentos, un corredor donde se encuentran los asadores de carne. En esta área se encuentran distribuidos a lo largo de la nave, una gran cantidad de puestos donde, en unos, se selecciona la carne, tasajo o adobada; otros ofrecen salsas, cebollas, chiles…; otro tortillas, hechas a mano o elaboradas en máquina; un puesto de refrescos, uno de cervezas, uno más de aguas; y otros más, que desprenden un

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aromático humo donde se lleva a asar la carne seleccionada junto con los chiles y las cebollitas cambray. Sin embargo esto último no lo hace uno personalmente. Ya seleccionados los principales ingredientes te invitan a sentarte en unas mesas de madera comunitarias donde se te acercan algunas mujeres y te ofrecen los productos de sus puestos, y uno los selecciona de acuerdo a sus gustos, mientras un chico de alguno de los asadores, ya pasó por tu carne e ingredientes para llevarlos a cocinar al asador entregándote una ficha con un número para identificar la cantidad, tipo de carne e ingredientes que se lleva. Después de algunos minutos regresa con un canasto plano y grande cubierto con papel de estraza en el que lleva una carne perfectamente cocida y lista para compartirla con el resto de los alimentos. ¡Delicioso! Al salir de este oscuro y aromático espacio, observamos a una señora sentada a un lado de un enorme canasto tapado con una tela tradicional oaxaqueña; por un costado del lienzo se sujetaba un palo con un letrero elaborado a mano, con una caligrafía digna de un niño de primero de primaria con mal de Parkinson, donde se leía: “Huallavas”. Encandilados, pero sobre todo intrigados nos preguntamos qué fruta típica y desconocida estaría

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Mi Anecdotario…

vendiendo la señora, por lo que nos acercamos y le preguntamos a la señora: -

Señora, ¿Qué fruta es la que usted vende?

La señora volviendo el rostro nos observó de arriba abajo con cara de descontento y destapando el canasto nos mostró: ¡Guayabas!

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“No porque me comen los cocodrilos. Renatita (2013)

R

enatita es mi segunda nieta. Nació el 15 de agosto del 2011. Es la hermanita de Zoé Valeria, hija de Jareck y Paola.

Es una pequeñita sonriente, vivaracha, cariñosa y muy, pero muy agradable. Sin embargo, algunos podrían decir que tiene un defecto de fábrica… igual que Renata, mi sobrina, y que Christian, mi hijo, no quiere hablar. A la fecha que escribo (octubre de 2013), solo dice: Mamá. La oficina de Wíinik, nuestro negocio, a la fecha, está en la casa de mi amigo Ernesto Eugenio, quien nos hizo el favor de rentárnosla. Tiene a un costado un jardín muy amplio, y, desde la entrada hemos colocado unas huellas en el pasto de piedra llamada “Corazón de Pichón”. Cierto domingo, invitamos a comer a Jareck, su familia y a Christian. Cuando entraron, recibimos a Zoé y Renatita (que la nombro así para distinguirla de Renata, mi sobrina), en el cancel de la entrada y Zoé, al ver las huellas en el pasto dijo inmediatamente: -

“Abuelito, jugamos al equilibrio”.

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Renata tenía poco tiempo caminando, y aunque se equilibraba bien, para hacer más emocionante el juego, agachándome junto a las niñas, les dije: -

¡Záz! Renatita, vamos a cruzar sobre las piedras de éste río,- (hice con los dedos como si caminaran) - ten cuidado porque el que pise el pasto (que simulaba el río), se lo comen los cocodrilos (abriendo y cerrando la mano como si mordiese)…

Y empezamos a caminar sobre las piedras, con los brazos extendidos para guardar el equilibrio. La tarde transcurrió, comimos, charlamos y sobre todo, jugamos con las niñas. Paola, estaba trabajando y quedó que cuando terminara su jornada, le hablaría a Jareck para que la recogiera en algún lugar. Jareck fue por ella y nos pidió dejar a las niñas mientras regresaban. Nosotros estábamos recogiendo los platos y lavándolos en la cocina. Las niñas jugaban en la sala. Mientras hacíamos esto, no les quitaba la vista de encima, y en un voltear para comentar algo con Ceci, y… ¡Renatita desaparición!

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Mi Anecdotario…

Rápidamente la empezamos a buscar, la recámara donde están los juguetes, la sala, la bodeguita donde se guardan los talleres, abajo del limón, el jardín… -

¡El cancel! ¡Y sí Jareck, lo dejó abierto!- dijo Cecilia

Salí rápido hacia la calle y agarrada del cancel, que estaba cerrado, se encontraba Renatita, observando el pasto. -

Vente hija- le dije desde el otro extremo- no estés ahí solita…

Y me contestó con estas cuatro señas: Movió su dedito índice de forma negativa, después, haciendo como si caminaran los dedos índice y medio, señalo las piedras y con la mano derecha sobre la izquierda hizo la señal de caerse, para luego decir, abriendo y cerrando la mano como si mordiese. -

¡No Pedacito de Cielo,- dije yo – no te comen los cocodrilos!

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Mi Anecdotario…

PENDIENTES POR ESCRIBIR: Dago y la orden de camarones de tres tipos que no llegó a la mesa, porque Pablito se los comió. Sergio y Teresa, cuando por latosa le quiso pegar la tosferina. “A mi papien” “El anzuelo”. César Gómez (1970). “Yo los quiero mucho”. Tío Raúl “No me hables por favor, estoy en un closet…” Dra. Pastrana (2010) “Se va a caer.” Renatita (2013) “Me prestas tu iPad.” Renatita (2013)

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