Los ateneos

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LOS ATENEOS: ¿UNA ALTERNATIVA EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DOCENTE? María Cecilia Borel - Ana María Malet mcborel@criba.edu.ar - amalet@criba.edu.ar Universidad Nacional del Sur

Introducción La investigación que estamos desarrollando (período 2008 – 2009) busca identificar el grado y el carácter de la incidencia de las actividades de docencia, investigación y extensión en la formación profesional. Como un objeto de investigación emergente analizamos la práctica de los ateneos médicos como espacio de formación profesional. En esta ponencia nos proponemos explicitar en primer término el sentido del concepto “ateneo”. Luego presentamos una descripción de un ateneo, elaborada a partir de la experiencia compartida, cuyos datos se obtuvieron por medio de observaciones, filmaciones y entrevistas a los profesionales participantes en el mismo. El ateneo se centra en el desarrollo de un caso y en este trabajo consideramos posibles respuestas a los interrogantes que la situación nos fue generando y de esta manera nos acercamos a comprender su potencial formativo: ¿Cuál es el sentido pedagógico de los ateneos? ¿Vinculan de manera significativa a los profesionales noveles y futuros con problemáticas propias del campo médico?; la participación en los mismos ¿promueve el desarrollo de competencias profesionales?, ¿permiten interpelar las prácticas profesionales? Esta experiencia nos orientó en la formulación de nuestra hipótesis respecto a si los ateneos pueden constituirse en una alternativa posible en la formación profesional docente de grado y continua. Consideramos a los ateneos, en la hipótesis propuesta, como un espacio grupal educativo en el que las diversas modalidades en que pueden desarrollarse, permiten procesos de comprensión, intervención y reflexión en y sobre la acción docente y los vinculamos con un enfoque clínico de estudio de la formación profesional. Finalmente presentamos una síntesis de los aportes relevantes encontrados para la formación docente y la prospectiva de la investigación.

Acerca de los ateneos.1 El término ateneo ha sido utilizado para designar instituciones literarias y científicas, en las cuales, según el gusto reinante y el criterio de la época, se presta culto libre y desinteresado a la belleza artística y la investigación de la verdad. En este sentido, conserva la significación tradicional de la cultura griega. Así como la investigación rigurosa de la verdad corresponde a las universidades y a los cuerpos docentes, y la cultura especializada en un solo y único sentido a academias y sociedades científicas creadas con determinado fin; se reserva la significación de la palabra ateneo para aquella institución que se dedica a estudios libres consagrados a expresar el amor a la cultura. Evoca el alcance heredado de la cultura clásica, cuando en los primeros tiempos del Renacimiento se le otorgaba ese sentido se le otorgaba a la palabra Humanismo. Implica un intercambio social, vivo, de palabra y en discusión, acerca de todos aquellos problemas que interesan a la generalidad, porque en ellos se debaten los futuros e inmediatos destinos del individuo y la especie, y que solicitan la atención de pensadores y científicos por el vuelo especulativo y por el relieve artístico que hayan de tomar en el organismo social. Es un campo donde pueden manifestarse todos los puntos de vista que deban ser examinados en una cuestión, aquello que es opinable; que puede ser expresado como ciencia que no es la información lógica y severa del maestro, y como crítica que no es la del retórico, que tiene patrón y reglas fijas inmutables. Toda asociación conocida con el nombre de ateneo conforma esa corriente misteriosa que expresa el mundo intermediario entre el conocer y el hacer, que comunica la ciencia y el arte con la realidad y con la vida. Éste era también el spiritus intus de la cultura griega, por eso la acepción tradicional de la palabra ateneo puede referirse a los orígenes históricos del Templo de Minerva y de la Asociación humanista, culta y de cultura al modo ateniense, La fundación del primer ateneo se atribuye a Calígula entre los años 30 y 37. En esa época el emperador romano fundó en Lyon una escuela llamada Ateneo que contribuyó mucho a la

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educación literaria de los galos, en la que se establecieron cursos de elocuencia griega y latina. Un siglo después el emperador Adriano creó un ateneo en Roma para que en él explicaran públicamente los profesores y diesen lecturas solemnes de sus obras o ejercicios prácticos de oratoria. Surge una conexión y analogía del espíritu del ateneo con la aparición espontánea y la creación libre (semi-democrática) de las universidades de la edad media, que tuvieron en sus comienzos el carácter de asociaciones libres, espontáneamente nacidas y conservadas por el creciente amor al saber, aunque finalmente fueron consagradas a la enseñanza dogmática y regularizada. En Francia, Inglaterra, Bélgica, España, entre otros países, existieron más tarde asociaciones literarias y científicas que tomaron el nombre de ateneo, en algunos casos sustituido luego por el de museo y liceo. El término ateneo también se ha utilizado para designar el edificio o lugar en el que se reúne cualquiera de dichas corporaciones. En la actualidad, su uso más extendido se refiere al `ateneo clínico´, una práctica habitual en el ámbito hospitalario de las ciencias de la salud, cuya implementación intenta constituirse en una instancia de formación, intercambio y discusión sobre los casos clínicos. Los ateneos se organizan a partir de presentaciones programadas de diferentes casos, por profesionales que desarrollan sus actividades en las instituciones sanitarias. En algunas ocasiones esta instancia se usa para discutir casos complejos con el objetivo de tomar una conducta institucional. En algunas instituciones se dispone, a partir del resultado documentado de estos encuentros, trabajar con los profesionales en la elaboración o mejoramiento de normas, protocolos o guías internas de consenso, a fin de disminuir la variabilidad en el diagnóstico y tratamiento de los pacientes. También se utiliza la expresión `ateneos bibliográficos´, para efectuar revisiones, evaluación de artículos científicos, trabajos para publicación, actualización de temas, etc. No podemos dejar de señalar que no ha sido sencillo elaborar este desarrollo conceptual. Pareciera que se utiliza el término, se realiza una práctica, pero no se reconoce una construcción conceptual que señale su sentido. En un documento de la Universidad del Litoral (1994/1995) encontramos que los ateneos son pensados como proyectos de intervención tendientes a modificar la realidad de prácticas consuetudinarias, como procesos de producción de conocimientos de acuerdo a los cánones científicos; forma de participación de los actores académicos, fuente para la adquisición de un soporte teórico más profundo, respecto de un objeto de estudio, “lugar” para explicitar dudas y para reflexionar. “El Ateneo es el lugar privilegiado para el descubrimiento y la validación de hechos; se validan hechos (ex post facto) por referencia a evidencia fáctica, pero la validación aparece como procedimiento para descubrir hechos, en tanto producción de información fáctica” (UNL, 1995).

Un ateneo clínico en el ámbito hospitalario En el ateneo clínico los casos particulares son estudiados por especialistas y consultantes logrando, desde un enfoque multidisciplinario, a partir de los interrogantes que el caso desencadena, respuestas que acuerdan con las prácticas realizadas con respecto a lo que el caso muestra, otras pueden ser alternativas y también más completas, como asimismo se puede observar el planteamiento de dudas a partir del señalamiento de prácticas que se pudieron haber realizado. En los ateneos observados médicos de distintas especialidades, expertos, algunos noveles y residentes describen situaciones experimentadas que por sus características merecen un tratamiento multidisciplinar. En la experiencia que consideramos en este trabajo, la situación es narrada como un caso por los médicos a cargo y su presentación se va fragmentando de acuerdo a los distintos momentos por los que fue pasando el tratamiento del paciente: entrevista inicial, entrevista con la familia, análisis requeridos, otros estudios, resultados, etc. En el ateneo hay un coordinador que formula preguntas al auditorio buscando la participación del grupo. El caso es de clínica médica y por sus características requiere de la consulta a otros servicios. La descripción abarca la contextualización del caso (lugar de origen del paciente, estudios previos, desarrollo temporal de las distintas instancias de tratamiento). Esta presentación de la información del caso en fragmentos favorece la intervención del coordinador quien interroga al auditorio acerca de su acuerdo o no con las prácticas realizadas.

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Formula preguntas tales como: ¿Qué otros estudios se pudieron hacer?; ¿Podría ser…? ; ¿ Les parece que se podía…?; ¿Se podría haber hecho…? ¿Qué comentario harían…? Las preguntas abren la posibilidad a distintas alternativas y de acuerdo a las respuestas que se van formulando, algunas preguntas son dirigidas a los especialistas: ¿Doctora…está de acuerdo con…? En este desarrollo el coordinador además de formular preguntas, plantea hipótesis que son corroboradas o refutadas por los participantes. Además de regular las intervenciones y la continuidad del desarrollo del caso, va formulando aportes teóricos mediante los cuales justifica las acciones realizadas y amplía las probables alternativas formuladas por los participantes. En el auditorio se encuentra un número significativo de jóvenes residentes quienes se mantienen silenciosos y no son interpelados para dar respuestas, pero participan del espacio en que los datos son puestos en tensión con las prácticas. A uno de los médicos especialistas, a cargo del ateneo, se le pregunta acerca del por qué de una práctica y responde: “Fue más por experiencia que por literatura…” Frente al desenlace del caso, uno de los médicos explicita la necesidad de contar con un servicio, que por razones presupuestarias ha sido suspendido, que hubiera permitido llegar a conclusiones más ajustadas en la reflexión sobre las prácticas realizadas.

Nuestros interrogantes…respuestas inacabadas ¿Cuál es el sentido pedagógico de los ateneos? El ateneo puede reconocerse como una estrategia integradora de la teoría y la práctica, formulada en cierta forma desde una visión reflexiva, “reparadora”, ampliatoria, justificativa, de las prácticas realizadas. Podemos interpretar al ateneo, en su funcionamiento, como un dispositivo en el que se imbrican factores sociales, subjetivos e instrumentales. Souto define al dispositivo pedagógico instrumental “como un acuerdo de personas, tiempos, recursos, que crea las condiciones para la producción de transformaciones en los sujetos y en el ejercicio de su profesión” (Souto, 2007:7). Se constituye en un artificio que crea condiciones para que se analicen las relaciones de poder. En la experiencia presentada las relaciones de poder y la asimetría se observaron en la ausencia de intervención de los residentes e inclusive en el orden asignado a la palabra según especialidades y campos de especialización. Brinda la posibilidad a la explicitación de capacidades diversas en quienes participan; su finalidad es provocar cambios, es estratégico al plantear una red de relaciones, combinatoria de componentes complejos, respondiendo a las situaciones cambiantes con las que se opera; se constituye en un espacio potencial que da lugar a lo nuevo, a la transformación, incluye diversidad de dimensiones: social, histórica, psíquica, epistemológica, institucional, entre otras; y en su desarrollo se identifican procesos visibles e implícitos. Contenidos, relaciones interpersonales y actuaciones personales, secuenciación no lineal del tratamiento de conocimientos profesionales, entrecruzamiento de aspectos organizacionales e institucionales, prácticas profesionales, constituyen un conjunto de factores diversos que nos llevan a afirmar que, en este caso, el ateneo es un dispositivo que se desarrolla “integrado al trabajo”, se realiza dentro del mundo del trabajo y la profesionalización y puede dirigirse tanto a los novatos como a los experimentados (Souto, 2007). Se prioriza el acto de trabajo y se reflexiona sobre el mismo. En este encuadre la formación se entiende como realización reflexiva de las prácticas, las que son analizadas para poder plantear alternativas de modificación a las mismas. “Se basa en una epistemología de la acción que plantea la teorización a partir del análisis de la práctica: trabaja sobre competencias, saberes de la acción, detentados en la práctica y puede desde allí construir e incluir saberes teóricos” (Souto, 2007:10) Podemos afirmar que el ateneo es un dispositivo de enseñanza, aprendizaje y formación. ¿Los ateneos vinculan de manera significativa a los profesionales noveles y futuros con problemáticas propias del campo médico? La vinculación con las problemáticas del campo específico está dada por los casos seleccionados. Los casos como estrategia de estudio y análisis, representan situaciones problemáticas de la vida real. Su análisis se realiza desde la propia experiencia y el conocimiento. Plantean a veces finales

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inacabados, dilemas, tensiones entre distintos puntos de vista y no proporcionan soluciones sino datos concretos para reflexionar, analizar y discutir en grupo. Llevan a pensar y a contrastar conclusiones. El puente que vincula el caso con el campo profesional está dado por las preguntas que se formulan y el desempeño del coordinador. En el apartado anterior pueden identificarse preguntas que inducen a los participantes a examinar las distintas instancias problemáticas del caso. Las preguntas acompañaron a los distintos momentos de la exposición dando lugar a un cierto ordenamiento, de un avance desde datos básicos (datos de laboratorios, entrevistas) a situaciones más profundas como los sucesivos diagnósticos, sus respectivas terapias y resultados. Las preguntas estimularon el examen reflexivo y se formularon con un “tono” particular: invitaban en lugar de exigir. Así como se demandó reflexión, se requirió la formulación de hipótesis, se contrastaron cuestiones teóricas, y algunas preguntas fueron generativas, en tanto se promovió a los participantes a aportar nuevas alternativas, a conjeturar, a teorizar. El coordinador tenía un conocimiento profundo del caso y esto nos lleva a suponer que fue lo que facilitó la formulación de las preguntas. Generó un clima de confianza y de respeto mutuo que permitió el aporte colaborativo de todos aquellos que participaron. Escuchó, prestó atención y no emitió juicios evaluativos a las ideas que se fueron aportando.2 La participación en los ateneos ¿promueve el desarrollo de competencias profesionales? Según Barbier un profesional competente es alguien que logró resolver un problema en forma eficiente. La formación y la enseñanza entrenan, movilizan competencias, pero no las producen. La competencia como tal es construida, es una construcción intelectual, lo real es la actividad. “Si hago análisis de las prácticas sobre mi práctica es un medio muy importante de profesionalización, esto permite a la vez cambiar la acción y cambiar yo mismo en la acción” (Barbier, 1999:24). El análisis de las prácticas, en este caso médicas, es un proceso de desarrollo de competencias o de profesionalización. Podemos suponer que el impacto de esta actividad difiere en novatos y en expertos. Los primeros incorporan esta actividad en su proceso formativo, junto al tránsito hacia la profesionalización ya constitutiva en la identidad de los expertos. ¿Los ateneos permiten interpelar las prácticas profesionales? La respuesta a este interrogante nos lleva a recuperar una de las expresiones formuladas en el desarrollo del ateneo: al preguntársele a un especialista sobre la justificación de una práctica respondió “Fue más por experiencia que por literatura…” Consideramos que en los ateneos se pone en juego una “epistemología de la práctica profesional” definida como “el estudio del conjunto de los saberes utilizados realmente por los profesionales en su espacio de trabajo cotidiano, para desempeñar todas sus tareas” (Tardiff, 2004:188) Estos saberes abarcan conocimientos, competencias, habilidades, y actitudes y el ateneo facilita que sean revelados, que los participantes intenten comprender cómo se integran en concreto en las tareas de los médicos y cómo estos los incorporan, los producen, utilizan y aplican y transforman según los límites y los recursos inherentes a sus actividades. Desde la epistemología de la práctica profesional se sostiene que es preciso estudiar el conjunto de saberes movilizados y utilizados en las actividades y de esta manera analizar, investigar la posible articulación de los conocimientos científicos y los saberes temporales, heterogéneos, singulares y situados que se constituyen en la práctica. La teoría, en el ateneo planteado, se desarrolla a partir de la acción de una manera espiralada: una construcción conceptual da un marco de interpretación y al mismo tiempo la realidad singulariza y enriquece respecto de lo que la teoría ofrece. No se sustituyen las intuiciones por ideas elaboradas, sino que se promueve la confrontación de los saberes con la realidad.

Hipótesis propuesta El análisis realizado dio lugar a nuestra hipótesis respecto a si los ateneos pueden constituirse en una alternativa posible en la formación profesional docente de grado y continua. Consideramos a los ateneos, en la hipótesis propuesta, como un espacio grupal educativo en el que las diversas

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modalidades en que pueden desarrollarse, permiten procesos de comprensión, intervención y reflexión en y sobre la acción docente. Al reconocer el potencial formativo de los ateneos “integrados al trabajo” consideramos la posibilidad de que los mismos puedan implementarse en la formación docente continua. Asimismo “dado que las prácticas de ensayo, pasantías, residencias, y otras alternativas de formación en la práctica, se desarrollan en el contexto real de trabajo profesional, el estudiante enfrenta allí, la necesidad de resolver un conjunto de problemas prácticos ligados al campo de intervención profesional. Tales problemas suelen presentarse bajo la forma de episodios o sucesos inéditos que ponen de manifiesto situaciones de carácter complejo, para las cuales no existe una respuesta modélica predeterminada; no pueden ser tipificadas en base a categorías derivadas del conocimiento teórico o técnico disponible y encierran en muchas ocasiones cuestiones valorativas e ideológicas que comprometen la necesidad de adoptar una perspectiva ética en su momento de solución. La posibilidad de enfrentar episodios tales como los descriptos constituye una de las claves para comprender el impacto formativo de la práctica” (Andreozzi,1998:36), es que nuestra hipótesis se extiende a suponer que los ateneos pueden constituirse en un dispositivo a considerar en las prácticas pre-profesionales. Estas prácticas son una anticipación del trabajo profesional, a través de la ejecución de competencias, la transferencia de capacidades, de saberes, de la acción en situación real pero preparada y supervisada a los fines de la formación (Souto, 2007) En esta instancia los incidentes de la prácticas pueden constituirse en casos a ser abordados por los grupos de estudiantes en formación, quienes transitan un espacio de pasaje entre el mundo del trabajo y el de la formación. Esta hipótesis la vemos fortalecida en el marco de nuestra investigación, si vinculamos los ateneos con un enfoque clínico de la formación profesional.

Una mirada clínica de la situación de formación

Si la formación se entiende como realización reflexiva de las prácticas, “sólo se puede formar practicantes reflexivos a través de un procedimiento clínico global que afecte al conjunto del programa de formación” (Perrenoud, 2004:103). El enfoque clínico es entendido como “un modo de conocimiento cuyo objetivo central es la comprensión de una persona total en situación y en interacción” (Blanchard Laville, 2004:79). El adoptar un enfoque clínico en ciencias humanas implica una dimensión básica, que es el reconocimiento de la existencia de fenómenos inconscientes, que actúan a pesar del sujeto, con una fuerza difícilmente dominable y orientados por su propia lógica. Por lo tanto estos fenómenos no serán identificables por el sujeto o por el grupo, y necesitarán de un dispositivo que pase por la palabra y cuente con la presencia de alguien que ayude en su identificación, al no estar implicado en la situación. Para Blanchard Laville (2004), como segunda dimensión del enfoque clínico surge la implicación, como forma de relación del observador con el sujeto o el grupo observado. En la perspectiva clínica la implicación no es un obstáculo, sino que actúa como un motor. La tercera dimensión es el reconocimiento del carácter irrepetible de los hechos que se estudian, son algo dinámico que evoluciona, que nunca se repite, singular, por lo que no es posible recomenzar la situación. Por último, una dimensión que plantea que no hay clivaje entre normal y patológico. Según la autora, el trastorno o disfuncionamiento actuará revelando algo del funcionamiento normal. Cuando se implica la perspectiva institucional, en la que los participantes se conocen y trabajan juntos, el principio de realidad está más cerca y, si alguien dice algo, otro puede pensar “pero en la realidad esto no es así”. Considera que hay que luchar para que puedan implementarse ese tipo de enfoques a nivel institucional. La autora privilegia como herramientas de investigación para este enfoque la entrevista clínica, la historia de vida (el enfoque biográfico) y el estudio de caso. Para Perrenoud (2004) en un procedimiento clínico, la práctica no es un simple ejercicio de aplicación de los conocimientos adquiridos. Es un trabajo de construcción de conceptos y de saberes teóricos nuevos a partir de situaciones específicas y un trabajo de integración y de movilización de los recursos adquiridos. “Un procedimiento clínico desarrolla saberes previamente situados y contextualizados y luego conectados a las teorías académicas y a los saberes profesionales acumulados. A su vez desarrolla en paralelo capacidades de aprendizaje, de autoobservación, de autodiagnóstico y de autotransformación…Este saber analizar (Altet, 1994,1996) puede alimentarse de una iniciación a

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la investigación, pero procede sobre todo de un entrenamiento para el análisis de situaciones educativas complejas” (Perrenoud, 2004:105). Se trabaja con casos reales y se plantea la cuestión de saber cómo organizar en la formación el vaivén entre la experiencia y la reflexión sobre la experiencia. Parecería más sencillo implementar este enfoque en la formación continua, pero a veces los participantes sienten el temor de ser juzgados por sus pares. Los condicionantes son menores en la formación de grado, pero se dificulta fundamentar el procedimiento en una experiencia “sustancial”. Por este motivo adquiere relevancia la organización de pasantías, residencias, regímenes de alternancia. El ejercicio de reflexión posterior a la acción se incorpora a la práctica clínica y es el disparador de la integración y movilización de los recursos adquiridos y por lo tanto del desarrollo de competencias. Si recuperamos el primer párrafo de este apartado, Perrenoud sostiene que este enfoque no puede limitarse a instancias aisladas en los procesos de la formación inicial y continua sino que “el ejercicio de la competencia clínica” implica abarcarla con diversos dispositivos para la construcción de un habitus reflexivo.

Aportes y Prospectiva Las conceptualizaciones desarrolladas en este trabajo constituyen el soporte teórico a partir del cual en el transcurso de 2009, estudiaremos la implementación de ateneos en la formación docente de grado y en la formación continua. Reconocemos como aportes teóricos relevantes:

el ateneo como un dispositivo de enseñanza, aprendizaje y formación el análisis de las prácticas es un proceso de desarrollo de competencias o de profesionalización el ateneo se constituye en un espacio de aprendizajes complejos y colaborativos: el caso de estudio es un objeto complejo y como tal requiere de la interdisciplinariedad y la multirreferencialidad para su abordaje. en los ateneos se pone en juego una “epistemología de la práctica profesional” se puede formar practicantes reflexivos a través de un procedimiento clínico global que afecte al conjunto del programa de formación.

Al concluir la formación docente de grado, al menos en la universidad, el egresado comienza a trabajar, aprendiendo su oficio en la práctica y constatando que los conocimientos adquiridos en su formación no se vinculan fácilmente a la acción cotidiana. Interpretamos que este trabajo se constituye como un desafío a enfrentar, en tanto supone generar rupturas con prácticas consuetudinarias e incluso con modelos formativos. Aunque coincidimos con Gimeno Sacristán (1997) en que la investigación educativa puede ayudar más por lo que ilumina y devela que por proponer cursos de acción determinados, consideramos que los resultados que se logren al implementar un dispositivo de formación como los ateneos para la formación docente, resultarán significativos desde el punto de vista de:

el debate en la UNS. con respecto a las características que asume la formación y la capacitación docente. la divulgación de los resultados de la implementación, que posibilitará trabajar con otros docentes interesados en reflexionar sobre la práctica a partir del conjunto de marcos conceptuales construidos. el encuentro e intercambio con docentes de otros proyectos de investigación, así como la participación en jornadas y reuniones científicas en las que se presenten trabajos sobre la temática de la docencia y la formación docente continua.

Bibliografía

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ANDREOZZI, M. (1998): “Sobre residencias, pasantías y prácticas de ensayo: una aproximación a la idiosincrasia clínica de su encuadre de formación.” Revista del IICE. Nº 13. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. BARBIER, J. (1999): Prácticas de formación. Evaluación y análisis. Buenos Aires, Novedades Educativas. BLANCHARD LAVILLE, C. (2004): Saber y relación pedagógica. Un enfoque clínico. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras – UBA y Ediciones Novedades Educativas. GIMENO SACRISTAN, J. (1997): Docencia y cultura escolar. Reformas y modelo educativo. Buenos Aires, Lugar. PERRENOUD, P. (2004): Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar. Barcelona, Grao. SOUTO, M. (2007): El carácter de artificio del dispositivo pedagógico en la formación para el trabajo. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. UBA. - Ficha de cátedra -. TARDIFF, M (2004): Los saberes del docente y su desarrollo profesional. Madrid, Narcea. UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL. “Síntesis y reflexiones acerca de los ateneos sobre problemática curricular”. 1995

Páginas web http://www.e-torredebabel.com/Enciclopedia-Hispano-Americana/ (consulta 13/02/09).

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Agradecemos los aportes para la conceptualización de los ateneos, de participantes médicos en un curso de Formación Pedagógica desarrollado por las autoras de este trabajo en el Hospital Municipal de la ciudad de Bahía Blanca. 2 Consideramos conveniente señalar que en otra experiencia de participación en un ateneo el rol del coordinador tuvo otras características: evaluaba, hacía comentarios irónicos, se movía desde la “autoridad” indiscutible del experto, generándose en nosotras observadoras una situación de “incomodidad” frente a la descalificación pública de quienes presentaron el caso. Dialogamos informalmente con los médicos luego de la experiencia y para ellos era “natural” esa forma de proceder.

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