Edición 70

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LA HISTORIA Lecciones de la crisis Pues bien, todo eso se vino a menos al finalizar la década del 90. Si bien la crisis financiera afectó a toda la economía nacional y a la banca en particular, la crisis del sector cooperativo impactó más en la mente de los colombianos, porque naufragaron los ahorros de miles de familias y los sueños de millones de personas del común que habían puesto su confianza en las más grandes organizaciones solidarias de la época. Al comenzar el siglo XXI, entre los años 2000 y 2013, se ha restablecido parcialmente la confianza. Es cierto, no del todo. Hay todavía prevenciones. Aún no brotan con firmeza, los frutos de la esperanza solidaria. Las raíces de los árboles cooperativos, todavía no se afincan en terreno firme.

Por: Alveiro Monsalve Z

¿Se habrá perdido el norte? De otro lado, los tires y aflojes de la integración cooperativa a nivel nacional –en ella los organismos de representación-, que resaltan aún más la magnitud de los egos personales, regionales e institucionales. Ascoop, ahí, apocada, otrora líder, pudiendo acrecentar su capacidad de representación y de convocatoria. La Equidad Seguros, perdiendo el liderazgo que la caracterizó en el mercado asegurador y en el sector. La Aseguradora Solidaria y el Grupo Los Olivos, haciendo dinero con ánimo capitalista. Coomeva, tratando de acertar

Consultor

en su camino de grupo empresarial. Analfe, sin mayor peso decisorio y con riesgo de escisión entre sus entidades integradas. El cooperativismo productivo, fuera de Colanta, ausente del Producto Nacional y sin conexión fuerte con los mercados externos. La Superintendencia de la Economía Solidaria, una entidad inocua para supervisar la dinámica social de las organizaciones solidarias. En tanto, desapareció el Dansocial –anterior Dancoop-, y pasó a ser, por disposición del actual gobierno de Santos, una Unidad Administrativa más del Ministerio de Trabajo.

Tropiezos evitables Es que todavía el panorama no está claro. Hay nubarrones que lo enturbian. Inquieta mucho, por ejemplo, observar –en el espacio de los últimos diez años-, situaciones fallidas o falta de norte en entidades representativas del sector: De un lado, Coopcentral cuando se vió afectada en el 2004 por una crisis que menoscabó sus finanzas, aunque con fortuna la superó a tiempo mediante la fusión con Coopdesarrollo –disuelto y liquidado éste a pesar de su fortaleza interna-. La pérdida de Megabanco, patrimonio del sector cooperativo. El colapso de la estructura empresarial con el nombre de Saludcoop, marca cooperativa. El fracaso inaudito de las Cooperativas de Trabajo Asociado. La crisis de Coomeva-EPS por malos manejos administrativos, superada hoy en día para bien de este grupo empresarial. Las cooperativas financieras, con prácticas capitalistas, perdiendo su propia identidad y queriendo competir con la despiadada industria financiera.. www.gestionsolidaria.com / Edición 70

Comodidad entre lo establecido No aporta mucho un inventario así sobre la perspectiva histórica que se acaba de enunciar. Pero se trata de mirar con realismo la última etapa del movimiento cooperativo colombiano, la del presente siglo. Una etapa floja, sin fuerza, anclada en lo establecido, sin mayor innovación, sin capacidad transformadora, sin impacto económico, social, cultural, político y ambiental en la sociedad colombiana. Una etapa donde se ha hecho más de lo mismo, sin deseos de enfrentar al sistema agobiante que a todos nos rodea. Dirán algunos que las cifras demuestran lo contrario y éstas aparecen con colores en todos los informes, pero por dentro hay muy poco de valor. Es la energía del

sector lo que debe contar para la historia, su capacidad transformadora. El cooperativismo colombiano se ha mimetizado en el sistema capitalista del país y sufre al mismo tiempo de asincronía social en sus comunidades de base. Como en la famosa frase sobre Dinamarca, algo huele mal en la cúpula del sector cooperativo. Esto no es del todo malo si ello condujera a cambios en la alta dirigencia. Es conveniente que los enquistados en el poder, por muchos años, den paso a las generaciones de relevo. Es necesario que los jóvenes y los un poco mayores, que ya tienen experiencia, asuman un nuevo liderazgo que conduzca al sector cooperativo por caminos más elevados de futuro.

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