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Pymes y morosidad, una relación con muchos riesgos por Miguel Serrahima, abogado y director de Geseme Legal

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o podemos negarlo, los datos de morosidad en la hostelería son alarmantes y es que este sector ha sufrido un crecimiento exponencial en los últimos años. Las cifras publicadas recientemente indican que uno de cada cinco créditos concedidos a la hostelería no está al corriente de sus pagos. Es decir, este negocio tiene un ratio del 20% de mora y acumula un total de 6.282 millones en deudas, lo que supone una subida de más del 55% comparada con los datos anteriores. Ante un panorama tan negro, es normal que cada día pequeñas y medianas empresas acaben en quiebra. En España una de cada tres pymes cierra cada año por problemas de liquidez derivados del retraso en el cobro de sus facturas, los números confirman que en los últimos años más de 60.000 firmas de este tamaño han bajado la persiana a causa de la morosidad. Y lo que todavía agrava más esta situación, con ellas se han destruido más de 600.000 puestos de trabajo (1). Un ejemplo ajeno pero relacionado con esta actividad lo encontramos en el transporte los especialistas apuntan a que muchos de los cierres de las empresas no son por culpa del cargador principal, sino por las subcontrataciones, que no pagan. Aunque no es el único ámbito; en los tiempos de crisis que corren, las empresas luchan para conseguir un respiro a la hora de pagar en efectivo. En este contexto, muchas pymes optan por agotar los plazos de pago a proveedores para no pedir créditos bancarios. A pesar de ello, la morosidad bancaria sigue creciendo y se sitúa en un 13%, que traducido a números exactos equivale a 192 mil millones de euros que los bancos no recuperan(2). Por tanto, es un hecho que la morosidad se ha convertido en un problema de gran magnitud para todas las pymes de España, hasta el punto de ser la primera preocupación para la mitad de ellas (3). Tampoco es algo nuevo, el pago aplazado siempre ha existido en el tráfico mercantil y se da por hecho que es un fenómeno intrínseco de la actividad empresarial. El problema llega cuando, como ahora, se ha producido un alargamiento excesivo de estos plazos, que acaba derivando en un incumplimiento y que, finalmente, se ha traducido en una cultura de morosidad muy extendida en España. Nuestro país es, de toda la Comunidad Europea, el que actúa con mayor premeditación a la hora de no pagar las facturas

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»» Un equipo especializado puede ayudar a recuperar los impagos y a la vez ‘salvar’ la relación con el cliente, a través de la insistencia y negociación. y dilatar los plazos para abonarlos. Según un estudio de la CE, el 62% de los retrasos son deliberados e intencionados. Hoy en día muchas empresas trabajan con márgenes de beneficio muy reducidos. Si a horquilla comercial es de un 10% y se acumula un porcentaje de morosidad de un 10% sobre el total facturado, el beneficio que se habría obtenido sería absorbido y anulado por la deuda no cobrada a su vencimiento. Cuanto más tiempo acumule, mayores posibilidades tendrá de convertirse en impago y, por lo tanto, en las tan temidas pérdidas.

La clave: deuda joven

Ante esta situación cada vez más frecuente, ¿qué hacer? Es evidente que se deben tomar cartas en el asunto por el bien financiero de la empresa. En Geseme Legal contamos con una experiencia acumulada de 5.000 casos en los que hemos trabajado la morosidad con un alto porcentaje de éxito y consideramos que la clave es actuar lo más rápido posible, ya que si las deudas son inferiores a 2 meses, el éxito de cobro de esa deuda se produce en un 87% de las intervenciones. Por el contrario, si suman más de 6 meses, se reduce el porcentaje al 50%. Es lo que conocemos como ‘Deuda Joven’. Por tanto, una primera premisa sería tener en mente que cuánto antes se decida actuar, mejor se puede prevenir la morosidad. Por otro lado, la empresa a la que le deben dinero debe procurar que esta cantidad esté presente en el listado de deudas del moroso, de modo que no quede en el olvido. Como decíamos, está demostrado que cuanto más antigua sea, menores posibilidades habrá de cobrarla. Por ello, es importante que esta tarea se deje en manos de profesionales que se dediquen a trabajar activamente para que la deuda sea lo más baja y joven posible. Confiar en un equipo especializado que lleve el control y el seguimiento necesario de la morosidad de los clientes es la


mejor solución para muchas pymes que no cuentan con un departamento específico dedicado a los impagos y que deben dedicar sus esfuerzos a su actividad principal para sacar adelante el negocio.

La importancia de mantener el cliente

Uno de los principales miedos de muchos empresarios es verse obligado a reclamar ese pago no realizado por temor a que se puedan romper las relaciones y perder a un cliente potencial. En la recuperación de los impagos debe entenderse la importancia que tiene cada cliente y nuestra relación con el deudor tiene que ser siempre a través de un trato correcto, con estricta confidencialidad y con grandes dosis de ética profesional. Lo más importante es no perder la relación ya que el mayor activo con el que cuenta hoy en día cualquier empresa son sus clientes, sean o no morosos. A través de insistencia, negociación y comprensión, conseguimos acelerar y recuperar los impagos a la vez que se mantiene el contacto con el cliente.

Los costes de no cobrar a tiempo

Los retrasos en el cobro suponen un alto coste para las empresas y no todas las pymes son conscientes de lo que supone el hecho de que un cliente no pague a tiempo. En primer lugar, la empresa puede no disponer de liquidez. Es posible que para recuperarla acuda a pedir algún tipo de crédito, lo que implica un coste adicional. Además, pierde oportunidades de trabajar con otros clientes que sí abonarían, por lo que podría ver limitadas sus oportunidades de crecimiento. Sin olvidar que sigue haciendo frente al pago de nóminas de trabajadores que realizan tareas para un cliente que no paga. A todo esto hay que añadir los impuestos y la obligatoriedad de pagarlos trimestralmente con independencia de que se haya cobrado o no la factura. A la vez, también existe un importante riesgo de perder proveedores a los que no puede pagar a tiempo como consecuencia de su falta de liquidez. En resumen, muchos riesgos por acumular deudas. Todos estos factores hacen que la morosidad tenga unos altos costes para la empresa que no recibe los pagos a tiempo y que van mucho más allá del impago en sí. Por eso, bienvenidos sean todos los esfuerzos dirigidos a prevenir que nos veamos en una situación así. IH IH

Miguel Serrahima, abogado y director de Geseme Legal www.geseme.com

(1) Según estudio de la Confederación Española de Pequeñas y Medianas Empresas (Cepyme). (2) Según datos proporcionados por el Banco de España (3) Según la ‘Radiografía de las Pymes 2013’ realizada por la consultora Sage.

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