Entrevista a Lia Jelin para la Revista Clase Ejecutiva

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DONDE EL HUMOR DICE GRANDES VERDADES,

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CULTURA ◆ Teatro

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BAILARINA Y ACTRIZ–, MONTÓ GRANDES ÉXITOS COMERCIALES DE LA AVENIDA

CORRIENTES,

COMO

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TOC TOC,

CONFESIONES DE MUJERES

EL REY SE MUERE,

30,

MONÓLOGOS DE LA VAGINA QUE ES UN BOOM EN EL

MULTITEATRO. AHORA,

OBRAS APLAUDIDAS POR EL PÚBLICO MASIVO Y TAMBIÉN EXPERIMENTOS CASI ÍNTIMOS.

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CON SU NUEVA PUESTA

EN FORMATO COOPERATIVA,

ALIMENTA CUATRO DÉCADAS DE TRAYECTORIA SIGNADA POR LA CREATIVIDAD Y LA PREPOTENCIA DEL TRABAJO.

Texto: Gabriela Baby Foto: Antonio Pinta

M

ediodía. En la sala Solidaridad, del Centro Cultural de la Cooperación, Lía Jelín da por terminados los ensayos de El rey se muere, de Eugene Ionesco. En un rincón del escenario, los actores –Omar Calicchio, Valeria Lorca, Gabriel Rovito– repasan las marcaciones de la directora. La actriz pregunta por una frase y por un movimiento que no la convencen. “Que ella sea un planeta que da vueltas por el universo, que gire por todo el espacio”, responde Jelín, al mismo tiempo que extiende sus brazos y recorre el escenario como si volara. “Con esa capa hermosa que tenés, girás mientras vas diciendo el texto”, explica. Y es como una paloma –o un águila– que todos observan. “El texto es maravilloso porque Ionesco es un autor increíble. Vamos a tener una pianista, una rockera, que va a tocar en vivo”, arranca nuestra charla mientras comienza a mudar de vestuario. “Las bailarinas no tenemos vergüenza. Y acá nadie te mira”, aclara. “Cuando empezamos a ensayar esta obra, en septiembre, nadie imaginaba lo que iba a pasar en Libia con Kadafi y en Medio Oriente con otros tiranos que no quieren dejar el poder. Leíamos sobre las rebeliones en Irán y Egipto y no lo podíamos creer: las notas periodísticas parecían textos de esta obra. Vamos a tomar un café y te cuento”. Se calza, saluda al elenco, encara rumbo al ascensor. “Por eso, ahora aclaramos que cualquier parecido con la realidad en Medio Oriente es pura casualidad”, desliza, cómplice. Ya en el bar, se impone una certeza: no es pura casualidad que la ficción refleje la realidad. E incluso, que a veces la anticipe.

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¿Cuál es el eje temático de El rey se muere? Hay un rey al que le anuncian que se va a morir. Y él no quiere aceptarlo porque es muy poderoso. Tanto, que inventó todo: le sacó el fuego a los dioses, inventó el caballo, gobernó durante siglos. Y ahora, en una hora, se va a morir. Siente miedo: el miedo del hombre ante la muerte. Aunque, en realidad, la no aceptación de la muerte tiene que ver con la inevitable pérdida de poder. Es teatro del absurdo, aunque Ionesco no quería que lo catalogaran así. Lo que me atrajo del texto es ese tono desopilante en que se plantea la situación, casi como si fuera un vodevil, con personajes que salen y entran permanentemente. Hay algo de los Tres chiflados que me inspira esta obra. Lo trágico puede ser desopilante. La puesta se definió en cinco meses y bajo el esquema de cooperativa. ¿Qué libertades y obstáculos supone esa coyuntura? La dirección del CCC me pidió una obra. Apareció este texto maravilloso en mis manos y, junto con Jorge (N. de la R.: Schussheim, su pareja desde hace 38 años) hicimos la adaptación a la lengua local y también en episodios, para que ganara en agilidad. La montamos en cinco semanas porque, cuando hay claridad en lo que querés hacer, se resuelve rápidamente. El vestuario nos lo prestó el Teatro Argentino de La Plata, porque los $ 15 mil de cooperativa no alcanzaban para otra cosa. No lo considero un obstáculo porque, en realidad, se puede tener toda la inversión en producción del mundo pero ningún éxito. Hay una confusión entre lo comercial y lo no comercial: comercial significa que va mucha gen-

te, no que sea berreta. Existe cierto desprecio por el teatro comercial cuando, en realidad, se trata de hacer el mejor trabajo posible. Hay muchas puestas comerciales importantes en la avenida Corrientes: El descenso del monte Morgan, Un dios salvaje, Todos eran mis hijos... No son pavadas. Y hay mucha gente que va a verlas. También el teatro off convoca al público... Lo que pasa es que no se puede vivir de ese circuito. Y bajo un esquema de cooperativa tampoco: son $ 70 pesos por entrada, hay unas 80 butacas y somos 10 personas trabajando. ¿Quién puede vivir así? ¿Y usted cómo hace? Un día arriba, un día abajo. He tenido –y tengo– bastantes éxitos: Confesiones de mujeres de 30, Juan Moreira Supershow, Los monólogos de la vagina (actualmente de gira), Toc Toc, que hoy es un boom en el Multiteatro. También trabajé en obras menos comerciales, como Mujeres terribles, sobre Alejandra Pizarnik y Silvina Ocampo. Era una maravilla porque trabajábamos los textos de las dos grandes poetisas argentinas... Pero no nos venía a ver nadie. Sin embargo, creo que todo hay que hacerlo con la misma fuerza, ganas y principios éticos. Hay que hacer siempre el trabajo como si fuera para el Teatro Colón, aunque una esté en un cuchitril. SI QUERÉS LLORAR, REÍ Muchos de sus trabajos se caracterizan por cierto ejercicio de humor trágico, esa risa frenética que da pie al estallido de las lágrimas terribles. ¿Cómo es instalarse en ese lugar?

La risa es un trabajo muy serio. Porque en Toc Toc, por ejemplo, en realidad hemos hecho un trabajo en profundidad sobre el padecimiento que implica tener un trastorno obsesivo compulsivo, que es realmente algo muy serio. Entonces, el humor es una forma muy penetrante de llegar al espectador con ciertas verdades. A veces, más que con un drama explícito porque el humor duele y provoca risa al mismo tiempo: duele por identificación y la risa aparece por lo absurdo. Como con las películas de Chaplin, donde la risa es la última mueca del dolor. ¿El humor de Toc Toc se diferencia, entonces, de sus otras puestas? Es una obra francesa y su humor es cartesiano. Quiero decir: está muy preparado, es un humor de la palabra donde cada chiste recoge todos los hilos que se fueron tirando antes. Si uno pudiera armar el mapa semántico de la obra, vería que en un vocablo se reúnen todos los hilos. Igualmente, el humor es un recurso muy particular que prende según la intensidad del público. En México, la gente se daba vuelta de la risa, se agarraba la panza. A los porteños cuesta más seducirlos: somos más esnobs, más rebuscados, mucho psicoanálisis, mucho qué dirán. ¿Cómo es el trabajo con los actores en esa vena? Donde realmente experimenté la variedad fue en Monólogos de la vagina: la obra tuvo 16 elencos y más de 40 actrices. Y el resultado fue que un mismo monólogo, dicho por distintas actrices, era otro monólogo: cambiaba radicalmente. Entonces, cada actor y cada actriz es un instrumento que hay que tocar –no sabemos bien

Brújula ◆ Toc Toc: Con Mauricio Dayub, María Fiorentino, Melina Petriella, Gimena Riestra y elenco. Funciones: Miércoles a domingos. Localidades: $ 120. Multiteatro (Av. Corrientes 1283). ◆ El rey se muere: Con Omar Calicchio, Valeria Lorca, Gabriel Rovito y elenco. Funciones: Viernes y sábados. Localidades: $ 70. Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543).

dónde– para que suene afinado. Por eso, trabajo poco con las intenciones y pongo el acento en las circunstancias. Creo que definir el subtexto es matar la intención: si tengo un propósito definido, seguramente pierdo riqueza. Después de haber transitado obras con cierto enfoque de género, ¿podría decir que hay una mirada diferente de la mujer en el teatro? Me parece que la inteligencia, el concepto y los principios son iguales. Sin embargo, hay cuestiones diferentes. Por ejemplo: la mujer es abarcativa, recolectora, y el hombre es puntual. Su sexualidad también es puntual. En cambio, en la mujer, no se sabe por dónde viene, es más difusa. Pero generalmente, como en el amor, las cosas se ensamblan. A veces me doy cuenta de que hay hombres a los que le resulta difícil que una mujer los dirija. Se arrastran clichés del siglo XIX, prejuicios muy sutiles que suponen que el varón tiene más eficiencia, que es más compinche. Sin embargo, en sus obras se resalta la cercanía que se juega en lo femenino. Es verdad que en las obras que hablan de temas de mujeres puedo comprender más ese mundo.

Recuerdo 9º B, una obra que hice en 1982, sobre una mujer que volvía a su casa después de un día de trabajo... (N. de la R.: Jelín se transforma. Son pequeños gestos: una mirada, movimientos mínimos, un vaso de agua que cambia de lugar. De repente, es la mujer que está sola en su casa luego de un día laboral. La cronista se transforma en la platea privilegiada de un unipersonal). Ella llegaba, se sacaba los zapatos, iba al baño, ordenaba algo, se hacía una sopa, miraba televisión. Yo actuaba y no decía ni una palabra: todas acciones minuciosas, hiperrealistas. Movimientos cotidianos, domésticos... Cada tanto iba al teléfono a ver si tenía tono. ¡Tenía sus tocs, también! Y, finalmente, se acostaba a dormir: le daba cuerda al reloj, trataba de leer, se levantaba a buscar agua, se tomaba un somnífero, miraba las pastillas y las ponía en fila... (N. de la R.: Jelín observa esos fármacos imaginarios sobre la mesa del bar). Entonces, otra pastilla y agua. Y otra y otra más. Hasta que se quedaba sin agua. Hasta que se acercaba al minibar y se tomaba el último somnífero con un trago de licor. Eso era todo. Tanto con tan poco. ¿Puedo preguntarle por qué eligió este recuerdo? Hubo debates sobre la obra, recibí cartas de personas que se identificaban con el personaje. También me deprimí porque ella estaba sola de verdad. Y porque el teatro organiza un universo pequeño que, en ese momento, era mi realidad escénica. Quiero decir que, en escena, muchas veces, la fantasía se torna tan potente como la realidad misma.◆ Clase Ejecutiva

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