X Premio de poesía 2015

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X PREMIO «GUADALMESÍ»

Sombra

X Premio de Poesía 2015

Guadalmesí


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X PREMIO «GUADALMESÍ»


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Sombra X Premio de Poesía «Guadalmesí»

Edita:Asociación Cultural «Guadalmesí» Imprime:

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PRÓLOGO

Cuando Guadalmesí nació, yo no era más que un niño de 6 años golpeando una pelota, comiendo bocadillos de Nocilla y jugando a educarme. La cultura para mí era un concepto vacío o, siendo generoso, las lecturas inocentes de los primeros libros de Barco de Vapor. En ese momento, cuando vio la luz el número 0 de la revista, Guadalmesí plasmó su deseo de «no quedarse en torrente impetuoso y llegar a ser el río que le da nombre». Esas palabras resucitan ahora con más fulgor que nunca. En 2016, 20 años más tarde de que la revista destruyera el cordón umbilical que le ataba al mundo de la ficción, al mundo del mero proyecto mental, el flujo de las aguas no sólo continúa su cauce sino que ha generado numerosos afluentes de incalculable valor. Alabanza al río, pero especial dedicatoria al sistema hidrológico: a las nubes, por expulsar el agua que cae sobre la cima y desciende tímidamente silbando por los regajos; al mar, que absorbe el sudor de la geografía que por el Guadalmesí discurre y al leve vapor de agua si hace falta. Pero dejemos las metáforas, porque quiero agradecer sin titubeos, sin resquicios y, en definitiva, diáfanamente, este esfuerzo colectivo tanto a las personas que conforman el proyecto como a los colaboradores y lectores que han hecho germinar tan acentuado empeño. Agradecimiento expreso a los componentes del Consejo de Redacción de Guadalmesí. Agradecimiento expreso también, agregado a la ya citada mención, a la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras por su apoyo económico a esta iniciativa cultural. Diría, para describir el número sucintamente, que no sólo 5


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destila la calidad derivada de una participación que supera la centena de poetas y poetisas de alto nivel, sino que además congrega a gentes de todos los rincones del mundo, convirtiéndose en un paradigma del multiculturalismo y en una muestra palpable de las múltiples conexiones que han logrado germinar en torno a este proyecto denominado Guadalmesí. Son muchas las poesías que merecen el elogio, muchas las florituras que podría ejecutar emulando a los artistas y las artistas que han participado en esta experiencia. Sin embargo, ni soy bueno recreándome ni gozo del espacio infinito para explayarme a mis anchas comentando cada una de las obras. Por ello y porque es merecido ganador de este X concurso de poesía, me centraré en el trabajo de Pablo José Conejo Pérez «Sombra». Pablo, aunque periodista e ingeniero agrícola, ha demostrado ser un experto arquitecto que con sutiles palabras ha descrito con belleza inusitada una situación vivencial que, lejos de ser excepcional, es de las más comunes. Esa luna que hiere, que claudica y que aplasta su sombra contra el suelo, pero sobre todo que pasa. Una luna con forma de nube o una nube con forma de luna, pero sobre todo sombra. Son vivencias que obnubilan el cielo claro y son recuerdos reflejados en ese cielo teñido de temporalidad, de paso, de adiós y, por tanto, de pena por la pérdida del ayer. Esta poesía me habla del hombre, de ese ser que no sólo tiene presente, sino que tiene futuro y especialmente pasado. ¿Cómo volverá el instante fugaz, el primer beso adolescente y el mambo de la orquesta Pérez Prado? Son, más que una mera luna, una mera nube o una mera sombra, una cadencia de retazos del pasado interconectados en una imagen: la foto de esta magnífica poesía. Seguro que llegará un momento en que el autor fenecerá, en que su beso adolescente y sus instantes de placer también lo harán; no habrá musiquilla de fondo ni tan siquiera sombras. Sin embargo, quedará este 6


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ápice de beso, de instantes de deleite y de musicalidad plasmados sobra esa sombra con forma de nube que asola, en un momento concreto, su presente. Sin más dilación, les agradezco la oportunidad que me han dado de escribir este prólogo y les animo a leer detenidamente los veinte poemas más valorados de esta X edición del concurso de poesía de Guadalmesí, que quedan recogidos en la publicación que tenéis frente a vuestros ojos. ANTONIO CÁDIZ APARICIO Concejal de Juventud, Fomento y Participación Ciudadana Ayuntamiento de Tarifa

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PABLO JOSÉ CONEJO PEREZ Natural de Olias del Rey de la provincia de Toledo. Es periodista e ingeniero agrícola. Vive en Madrid. Ha dirigido varias publicaciones periódicas especializadas en el sector agroalimentario. Ha trabajado como periodista económico en varios periódicos de ámbito nacional. Fue director de comunicación del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y formó parte del equipor negociador en materia agrícola de la adhesión de España a la Unión Europea en 1985. Está en posesión de varios premios literarios y ha sido finalista en importantes certámenes de relato y poesía. Es autor del libro «Crónica de los años olvidados». Parte de su obra está recogida en varias antologías.

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SOMBRA (Primer Premio X Concurso de Poesia «Guadalmesí» Lo peor de la luna es cuando pasa por el desierto de las mariposas que volaron un día sobre tu vientre. Lo peor de la luna es cuando hiere, cuando sucede al sol en el quebranto de un triste atardecer, cuando claudica la desmemoria torpemente esquiva tras el último rayo del ocaso y emergen los recuerdos machacados y surgen las imágenes lechosas y vuelven los fantasmas del pasado en otro plenilunio, así, de golpe, cuando la luna exhibe, obscenamente, su plato desvaído por el tiempo, la vez aquella de un beso adolescente y un corazón a punta de navaja con otro corazón sobrecogido,

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flechados a la vez en la corteza de un álamo del parque. Lo peor de la luna es cuando pasa como una exhalación tras los jirones de alguna nube negra, fugitiva, aplastando mi sombra contra el suelo, contra la arena blanca que se bebió la sangre de las viejas peleas.

Lo peor de la luna es el suspiro del tiempo derramado, la belleza de un instante fugaz, la comparsita, el mambo de la orquesta Pérez Prado tras el bayón de Ana la trompeta, llora mi corazón, ¡ay!, el alarde del viejo trompetista contagiado. Lo peor de la luna es su pericia para abrir las heridas mal curadas.

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Alejandro Rafael Alagón Ramón. Huesca EL NIDO DE LAS DEUDAS Las cucarachas son demasiado ambiciosas, pretenden conquistar la casa hipotecada, el nido de las deudas, insisten cada día con numerosas huestes, tropiezan con espacios donde abunda la grasa y la humedad se esconde. Rodean los envases de comida caduca, observan cada noche a ese dueño abrumado que enciende las miserias de una vida ruinosa, las pisadas que crujen en las viejas baldosas, el sonido del miedo que despierta en el timbre. Hay familias de insectos que minan, que profanan los armarios oscuros, la nevera vacía, ignoran sin complejos las trampas de otro tiempo, el veneno olvidado, el dibujo caduco de los cebos que yacen como cáscaras rotas. El propietario cede, asume su derrota en las fotografías hurañas y amarillas que cada madrugada se llenan de inquilinos, en los espejos secos, callados por el polvo, que devuelven un mundo envejecido y mudo. La figura abandona con pena el escenario y el joven secretario judicial pisotea las larvas con torpeza, respira la zozobra, ordena fumigar el piso deprimido. Un rosal desafía a este cielo grasiento. 11


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María Claudia Caño Rivera, Sevilla

POEMA A UNA GENERACIÓN Anoche era 13 de septiembre. Yo, embriagada de paz y noche, volvía a casa bajo estrellas que son cúpula. Abrí la ventana y me tumbe en la cama. No pude soportar el hedor a muerte que se avecinaba. Somos los testigos indemnes de la espontánea destrucción. Nuestra cómoda cotidianidad, a la que llamábamos hogar, entre lengüetazos de adversidades arde y se derrumba en polvo, en estelas de nada. Todo es lágrima desde que fuimos testigos de la sangre derramada: la guerra acecha bajo la piel, pero nunca parece estar demasiado cerca. Ahora el terror se esconde detrás de cada esquina, sabiéndose más fuerte. Ahora, paralizados, nos limitamos a temer. No se puede recomponer la inocencia si entre las esquirlas todavía gotea el miedo.

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Marlon Flavio Cutipa Tiza, Madrid

VOLVER A LOS DIECINUEVE Volver a los diecinueve, retomar la inocencia y la travesura a fondo. Volver a soñar libre y profundo, rastrear la lira con impaciencia. ¿Miedo a mirar atrás? No, si es por un inmortal segundo. Creo que a veces nos debemos Un poco de paciencia. 13


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Adular el último siglo es rememorar situaciones e himnos. Volver a mimar el viejo afiche, ¡qué lindo! El viejo ideal seduciendo la mente. De repente, ser otra vez tan adolescente, y abrazar aquel tiempo en que no era ajeno a las atrocidades. Así se sentía el ser a esas edades. Volver a los diecinueve y estar otra vez frente a Dios, ¡cómo te oraba Señor! Dime, ¿por qué huyo ahora de tu voz? Llevar el caprichoso recuerdo de cinco minutos, el gran amor a ciertas sensibilidades. Así se sentía mi ser, eran tiernos despertares. Volver, volver… pero nunca con la memoria marchita. Vibrar, latir gracias al pensamiento. Volver a rodar, contornearme al viejo sentimiento… y sentir, creo, que aún crepita. El amor en toda su vertiente siempre ha sido importante. Lo es ahora, ¡vaya! Es mi sentir trepidante.

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Sandra Fernández Jurado. Barcelona

HE SIDO. HE VIVIDO Por el agujero de la cerradura

Labios temblorosos en los primeros besos, un beso de tacto suave como tu suéter azul de algodón, miradas ajenas de burla e incomprensión, viajar a otros mundos desde mi habitación con las lecturas de libros, pozo de aguas profundas, madrugadas de sombras y dudas, madrugadas de alcohol y poemas imperfectos, fruto madurándose al sol de mediodía, amaneceres de sábanas frías, mañanas insomnes, la ausencia de un mañana glorioso, el olor caliente del pan recién hecho, tardes de confidencias, tazas de café y reposiciones de clásicos del cine, lo que debí callar y no callé, lo que debí decir y no dije, los colores de una puesta de sol en la playa reflejados en nuestros cuerpos, el calor que desprendían las viejas calles empedradas, decisiones equivocadas, lanzar la última carta en una apuesta que no gané, ciudades y campos borrosos a través 15


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de las ventanas del tren, los viajes que aún están por hacer, vivir vidas diferentes a la mía y hacer vivir vidas diferentes a las suyas en un escenario de teatro, cajón de ilusiones cerrado, reflejos de interrogantes en un mar dorado, camino poco hollado, caminos bifurcados, flores y espinas en el camino, noches de cerveza y olvido, noches de recuerdos y vino, media luna, luna menguante, veranos de juegos infantiles y adolescentes en el pueblo blanco, pueblo de cal, pueblo seco, el intento de arrojar a la hoguera los termómetros, brújulas y cronómetros, el intento de navegar por los mares sin asir el timón, el intento de que el barco me lleve hacia lo lejano, lo ignoto, la deriva, el naufragio, cenizas, rescoldos, hojas y ramas secas, carbón, columna de humo, columna de fuego, resurrección. He sido. He vivido. He vivido. He sido.

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David García Jiménez, Tarifa (Cádiz) VOLVEREMOS A LAS RAMAS La bruma cubrirá las almas inertes, y no se verá más allá de las sombras, difuminados, permaneceremos en un mar de sentimientos atrapados en una ridícula existencia. Y los humanos volverán a los árboles, y los árboles acogerán a los nuevos monos. Mientras duela el aire permaneceremos sentados, agotados por tanto dolor, no haremos más daño. La vida se abrirá de nuevo camino, temerosa, imparable entre un elixir de esperanza nos mirará con recelo. Y seguiremos sentados queriendo atrapar vida, y pereceremos en el intento vano de resurgir. Se acercarán a observarnos, con miedo, temblorosos, como quienes ven al diablo, pero habrá perdón para los nuevos monos, bajo las estrellas y la luna seguiremos en silencio, y la noche será quieta, fresca, inundada de sonidos extraños. Y todo será nuevo para los nuevos monos que aún seguirán sobre las ramas. Todo fuera habrá desaparecido, no recordaremos nada, tan sólo que ya estuvimos allí, devorándonos unos a otros. Y pasarán siglos, milenios, para que podamos bajar, mientras, permaneceremos fundidos con los árboles, mudos, absortos, se nos estará prohibido soñar, tener fe, esperanza. Y los humanos volverán a los árboles, y los árboles acogerán a los nuevos monos. 17


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Isabel García Viñao. Jaca

LA NOCHE La noche nos envuelve y nos acoge en su regazo. Nos abraza con sus alas y volamos, volamos y... volamos. Las cinco bellas estrellas de Casiopea nos miran con ojos sorprendidos y coquetos, pintados con sombras azules miosotis, y nos envían guiños que hacen sentirnos niños. Las estrellas testigos de nuestro amor quieren contarlo enseguida a la luna, la luna a Venus y Venus a Sirius, y así, como si tuvieran teléfonos en sus manos se van pasando el mensaje. Mientras, abajo, en la tierra, escuchamos riñas de gatos, peleas callejeras, pitidos estridentes, zureos de palomas trasnochadoras, el griterío de búhos y mochuelos y aullidos imaginarios de lobos. Enigmática noche cerrada en la que titilan con esplendor los astros.

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En la grandiosa noche, derroche de amor, nuestros cuerpos insaciables, amables y acogedores a nuestras caricias, desean que la oscuridad, sedosa como el terciopelo, no cubra manos callejeras de ladrones ni manos violentas manchadas de sangre, que la noche sea hecha para manos ciegas que acaricien sin veda los cuerpos que se aman. Noches. Noches cerradas, estertores de suspiros que envuelven de negro lo que tocan, los grillos, las rosas, los ojos verdes de gato los amelados de perros, las gotas de lluvia. Todo. Todo, salvo las luciérnagas verdes de los caminos. Noche elegante, con traje de noche te vistes, y llegas sonriente como si tú fueses, en realidad, la única y verdadera estrella de la bóveda que siempre tiñes.

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José Ignacio Lorente Lafuente. Zaragoza

CUARENTA Y DOS VERSOS DE SUTURA Esta realidad es un páramo con briznas. Ahí están los túmulos de hojas secas recostándose tristemente bajo el ailanto, y las pequeñas montañas de carne desmembrada. Los tardíos rayos de sol se pierden sobre dedos inertes, se va la luz de esas manos que aún sostienen llanto o ese salado líquido que pretende ser rocío. Al alzar la vista puedo reinterpretar el cuento, olvidar las migas de pan y seguir otra estela, otros restos, un camino de piezas humanas que se alejan, huyen -no puede ser de otra manera si dan la espaldade esa ciudad con una torre lánguida nacida del agua cuyo interior recuerdo como una ilusión de Escher. De lejos, atrás en el tiempo, llega otro nombre, una obra grabada en blanco y negro: «Los desastres de la guerra» pero no es aquí, aquí no hay sangre, no están ni Palafox ni los franceses, no hay enemigo siquiera en el espejo. Aquí, en esta tierra yerma, se descosen soldaditos troquelados, figuritas de papel tatuadas con línea de puntos aunque sospecho, con exacta presunción, que las figuras, o soldados, apenas son un frágil símil de persona. 20


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Es el albor la tijera de este guiñapo desmontable, el asimétrico filo que hiere ajeno a voluntad y engendra un dolor silente en el pecho cotidiano como germen, o desecho, de una íntima pulsión rasgada, atónita, desorientada. Y van cayendo miembros con halo de llovizna, pies exhaustos de arrastrarse sucios en parqué corazones devastados por amor, muerte, ausencia o ira cabezas extenuadas, vientres magullados o indigestos -imposible determinar lo que traga cada unobocas obedientes, mudas, hambrientas o lascivas, sin pausa hasta el oscuro manto del anochecer. Entonces, la bendición del silencio se deshace en sutura, remienda los jirones de esta tropa desgarrada, rota y teje sus sueños efímeros alejados del sol, aunque la sombra de una vida tenue aguarda al nacer el día. Cada mañana, desde un veintiocho de junio, las cicatrices del hombre recortable se dibujan en mis labios.

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Luís Carlos Mendías Márquez. Sevilla

SONETOS DE SÚPLICA «Y yo de pie, tenaz, brazos abiertos, gritando no morir. Porque los muertos se mueren, se acabó, ya no hay remedio» Blas de Otero

SEÑOR, NO TE LO LLEVES (A mi padre cuando todavía estaba)

Señor, no te lo lleves que no es justa tu decisión de haberme mantenido volcado a la ilusión y que ahora, herido el corazón, me ahogues. No me asusta cuestionarte. Recuerda que al crearme hijo tuyo y señor de mi momento me diste libertad y atrevimiento; ahora sería injusto silenciarme. Porque creo y reclamo mi derecho, -lo que dialogaremos apacibles cara a cara mañana-, me consagro esta noche, Señor, ante su lecho. No te pido milagros imposibles sino que hagas posible este milagro. 22


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«Que vengo muy mal herido, herido de amor huido, herido, muerto de amor.» Federico García Lorca

ARRAIGADA ESPERANZA Dime que será tuya, Señor, y habré entendido que debo disfrutarla día a día. No más dolor inútil. La alegría vencerá la negrura. A oscuras vengo herido, costado abierto y roto, muerto de amor el nido que alberga entre sus plumas la agonía del nido desvalido que quería ser luz con vocación de pájaro aterido. Pero la fe me arraiga y la esperanza levanta un alto muro contra el que choca el llanto y a tierra lo derriba hecho cristales. que brillan en la noche oscura de quebranto. Dime, Dios, que tu dulce luminaria le alcanza y mi alma habitará en tus mechinales. (A mi madre, Laura, en sus últimos días)

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«De tanto hablarle a Dios, se ha vuelto mudo mi corazón…» Blas de Otero

EQUÍVOCA PLEGARIA Qué quieres, Dios, por qué me la arrebatas si habita ya contigo la alegría, la risa a bocanadas, la osadía radiante de alma y cuerpo. Si me matas con su ausencia, Señor, no te sorprenda que no acepte en mi orilla tu oleaje, arroje por la borda el equipaje y deje mi alma al pairo, o que pretenda enmudecer tu voz en mi locura… Perdón, no sé que digo; el desespero trastoca mi plegaria; no te alejes del corazón que grita de amargura, sin encontrar el modo pajarero de suplicarte, Dios, que me la dejes (A mi Dios, por mi hija Cristina)

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«…bajo un cielo que a fuerza de no ver nunca el mar se olvidó de llorar» Joan Manuel Serrat

PIRATA DE TUS MARES Acuérdate de mí, Dios marinero, que navego al amparo de tus olas. No dejes a mis velas dormir solas izadas sin tu soplo en mi velero. Mis traiciones olvida cuando oriente toda mi arboladura por confines de otras playas lejanas más afines a la piratería independiente. Si por todas mis culpas me condenas a no ver más tu mar ni tu camino, olvidarán mis ojos hasta el llanto. Necesito su sal y sus arenas para ser bucanero y peregrino que va a tu asalto para amarte tanto.

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Juan Molina Guerra. Ubrique (Cádiz)

DE AMOR Y TIEMPO HERIDO I ¿A qué puede aspirar un hombre herido por la saeta amarga de la pena, que ve pasar los días en la arena del reloj de la vida sin sentido? Acaso, como pájaro aterido que trata de cantar, y apenas suena su trino, amordazado en la cadena del invierno, del desolado nido, anhelo el tiempo, la hora en que se abra la estancia donde habita la palabra, donde se oculta el inasible verso que deshoje la rosa de tu arcano, de tu amor, ay, distante y tan cercano, la esencia azarosa de tu universo.

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II Teje la araña su liviana trama cual levanta la abeja su celdilla, y culmina callada la semilla su singladura en savia hasta la rama. Cantando sin descanso, amor reclama en celo el ruiseñor, desde la orilla del verdecido abril, donde amarilla fulge, de luz, la flor de la retama. Y liba el abejorro entre la rosa, y todo en derredor es movimiento. Todo se mueve, mientras, yo destierro el pulso de la vida deleitosa, dejando quedo que se lleve el viento el tiempo sin provecho hacia su entierro.

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Ramón Molina Navarrete. Úbeda (Jaén)

SIEMBRA EN LA CONSTANCIA Dar siempre es lo que hacen los padres. BALZAC

Si tu hijo no comprende por qué llueve, hazle sentir el gozo del agua sobre el pecho. Y si llora por culpa de la noche sin luna, revestida de miedo, dale la mano y ve con él al mar de las estrellas que brillan en su adentro. Y si lo desconciertan los relámpagos, el rugir de sirenas a lo lejos, el murmullo del aire en los cristales, el ladrido de un perro, la risa de un peluche guardado en el armario..., cuéntele un cuento que hable de conquistas imposibles y de sencillos sueños. Y si tiene cansancio y pena y frío, arrópalo en tu seno y bésale la frente con labios de ternura. Y si se siente enfermo, hundido, triste, solo..., y sus ojos anidan extraño abatimiento, acércate y susúrrale al oído: «Vamos hijo, levanta el vuelo; 28


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yo estoy contigo, abriéndote las alas, haciéndome de viento». Y si todo es fracaso y ruina y desaliento, enséñale que el sol de primavera llega siempre después de ser invierno. Y si pierde las ganas de vivir, dile tan solo así: «Hijo, te quiero». Mas si todo es de fiesta y danza y risa..., aléjate en silencio. Él sabrá que su gozo es también tuyo. Y tú comprenderás, al verlo, que el trabajo de siembra en la constancia valió la pena hacerlo.

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Juan Orozco Ocaña. Sevilla CON SUS LUCES Y SUS SOMBRAS A Rafael de Cózar

I Con sus luces y sus sombras de añil cobalto, tu honda despedida de rompeolas suavizase la fuerza impenitente del mar, aclamado por los feroces vientos del levante. De colibríes fuese el calor de la tarde, cual el aroma de tenues avellanas tostadas, de sorpresa que elude la voluntad suprema, de raíz remansada en la inmensa ternura. De seguro que yo te quise más que tú a mí. Pero, ¿qué importa a estas horas, si te has ido y ya no estás con nosotros, efluvio luminoso de los dorados racimos? II Cimbreamos el perfume del coñac y del café, mientras el humo azulado del tabaco ascendiese frenético sobre la barra del bar en aquella mañana temblorosa y radiante. Reposado te sirvieron el brandy en copa de balón. Mientras yo absorbiese el café solo largo, mirándote fijamente a los ojos, e intentando escudriñar los recovecos ocultos de tu alma, con sus sombras y sus luces reverberantes, cual las cristalinas y diamantinas ondas de ese mar que se conmueve en el silencio actual de tu memoria, innegable y perdurable. 30


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Saliese un lazo negro de tu boca al inicio de una primavera repleta de azahares; y el luto en mis ojeras, en mi llanto y mis pestañas, de forma atropellada, en borbotones compungidos. III Cantaban los pájaros en la mañana solariega. La calle San Fernando estaba a la sombra del ángel anunciador del fatal desenlace del mundo; y tú, Rafael, reías entre cínico e irónico tras las lentes. A veces pensé en el lacónico e histriónico cosquilleo de tu bigote sobre la pelvis suavísima de las adormecidas damiselas: si bien te suponía fiel a tu hermosa esposa. Por eso me lluevo, dolorido, como un aguacero sordo que se empotra contra el muro dormido de la enlutada Facultad de Filosofía y Letras. Lluevo como un agua densa y lenta, entretenida, que va formando cúmulos y sinsabores; que se desliza sinuosa como una culebra azul por las lívidas y pálidas mejillas del llanto, vomitando incluso laberínticas arcadas. Sí, te echo en falta, te extraño, te añoro, rubor de romanzas matinales y crepusculares, fulgor de espejos, saeta cantarina de la fuente. Mas la luna asoma ahora por el balcón caudal del firmamento, con semblante adusto y serio, recordándote de cascabeles, Rafael de Cózar, mientras la serena brisa mece los naranjos de la antigua y flemática fábrica de tabacos... 31


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José Carlos F. Parrilla Montero Santiago de Compostela

MIS MITADES La mitad de las veces, me muero solo La otra mitad, me duele vuestra presencia Me da un poco de vergüenza Admitir que no lo soporto Que todo es una farsa, una representación El gran teatro de la hipocresía El fingimiento de unos sentimientos Que no existen, también aquí En lo que escribo, en lo que siento En todo lo que como, y en lo que vomito Incluso en el bien, y en el oscuro Nadie dice, ni una verdad Nadie es absolutamente íntegro, ni sincero Ni siquiera en sus pesadillas No hay más que ver el miedo Solo somos inocentes cuando nacemos A partir de ahí, existirá el mal, siempre Acaso defendiendo a los tuyos Te habrás equivocado, como en noviembre Nadie, nadie se escapa a las tinieblas Del pensamiento, o de la ira y de la estupidez Al brillo de la falsedad A todo lo que causa dolor, a lo ponzoñoso Por todo eso, me voy a morir Mi otra mitad. 32


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María del Rocío Redondo de la Calle Valladolid

PAISAJES DE CRISTAL No se ha borrado el sacrificio ni esa triste demencia que me hacía ser isla sitiada por hombres que vienen del frío y son una amenaza para el sosiego. Una cama abierta a la derrota donde cada visita era un insomnio hueco aderezada por las flores del cementerio de gorriones. Latidos como ecos de muerte temprana injusta enredadera donde perderlo todo tanto esfuerzo bordado en cada año tanto odio padecido tanta paciencia atesorada para aguantar el decorado paisaje de un imbécil. ¿Puede la muerte detener el frío o ser un alivio a la desolación? ¡Enjuago tantos lienzos! esa fea costumbre de quererte a toda costa y añadirte a la lista de insatisfacciones que es muy larga.

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Me ha quedado pendiente una mirada he limpiado mis sueños amortiguando el dolor y los cálices bendicen mis horas pares, he bebido la paz de los rincones mudos donde la quietud unía mis pedazos. Mientras desembarcan las borrascas y todos los paisajes de cristal, arrojo mi frágil geografía el abrazo forzado las lágrimas viejas del destierro. Me traslado a la estación de la niñez y me lleno de sábados los bolsillos.

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José Manuel Romero Santos. Badajoz

COSMOGONÍA DEL HOMBRE SOLIPSISTA I En el principio existía la Palabra, pues la Palabra lo era todo y todo era la Palabra: alfa y omega; llanto y gemido. II El Hombre solipsista es serena consciencia y ausencia de inconsciente. Esto es así porque usa la Palabra como sangre y la carne como cuerpo del delito. Pródigo en atributos contempla cómo cae la máscara mas calla, consciente de que en esa gris tautología reside su poder. 35


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III Era la oscuridad trazada en cuatro dimensiones. Solo un hilo de luz intoxicaba su estatuto de libre realidad. Y era la luz la que hundiría naciones. Con la sola materia de la sombra el superego concibió su nuevo origen: su consistencia sería lo no-frágil y se ordenó de modo que la sangre (apenas negra posibilidad) fuera atraída por su brillo. Se le llamó, a falta de otro nombre, ____. IV Llamé carbono a lo que moriría. Morir sería entonces _____. y caería corrupta la cuarta dimensión cuando el carbono se vaciara de luz y a través de él pudiera verse el futuro. V Qué es el hombre para que Te acuerdes de él. El fuego era cierto y que el silencio ardía en nuestras manos era cierto. Cosechamos con manos de niebla los cadáveres y supimos que eran polvo desde antes. No temíamos a la muerte; se nos había revelado que era solo ____. Amanecieron en los bancales fósiles trilobites, 36


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y supimos que eran los bocetos del Hombre solipsista: No había de quedar ni un solo cabo suelto. VI Nos engañaron con hombres milenarios. Se nos dijo que del caos nacieron ángeles. Aparecieron por fin semejantes a la niebla y hablaron en un idioma como todo inventado. La estructura de las rosas les caía de los labios y eran ciegos a los hombres. Pero las mujeres hablaban en sueños y susurraban sus nombres: Anael, Miguel, Baal, Lucifer. Y he aquí que el Ángel de la Muerte, así llamado por su amplio conocimiento del caos, vino a buscar a los sedientos y a ofrecerles la emoción del silencio. VII Habíais sometido vuestros huesos a la lenta erupción de la nada. Solo quedó la luz y su fantasma: la derrota del carbono (la Palabra amenazó con revelar su osamenta de óxido). No quedaría nada en pie. Todo cayó y se descubrió mi juego: Había sido así todo este tiempo.

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Juan Manuel Seco del Cacho. Madrid CUIDADO Por tu bien, mucho cuidado, precaución y cuarentenas con los que creen que piensan porque existen, con esos gerifaltes que te quieren retocar el mapa sin venir siquiera a cuento y los que traen un orden nuevo, con legiones de metáforas carnívoras. Con el que ve botellas medio llenas y sabe qué mitad te toca a ti; con quien te aconseja siempre aquello que conviene a quien no seas tú. Con los que sueñan rebeliones de amplio espectro sin haberlas ensayado en sus adentros. Con quien no sabe decir ni donde vive sin consultárselo a una máquina; con los que solo cuentan novelas ejemplares de final archifeliz o los que dicen siempre qué está mal, sin saber nunca jamás qué demonios está bien. Con todo aquel que te quiera a ti cambiar sin saber cambiarse a sí, y todos los maestros, padres, gobernantes y profetas cuya misión primera sea que tú no seas tú. 38


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Con el que crea que buscarse a uno mismo es escribir el nombre en Google. Con aquel a quien jamás le cabe duda alguna y aun con quien ya sabe que no sabe y ahí se queda. En definitiva, mucho cuidado con los pasos en falso, las décadas prodigiosas, los destinos manifiestos y con quien no tiene nada que perder. Abre, empero, tu corazón, tu mente y aun tus brazos a quien proclame, jure y perjure que no tiene las respuestas, que no le fue revelada maldita la cosa y que saben los magos que no hay magias, para bien o para mal; pero, a pesar de los pesares, bien te escuche y te ayude a escuchar como está mandado. A quien acierte a ver medio vacío ese vaso envenenado de las verdades a medias o llegue, con la profundidad de un gesto, a contagiar su nostalgia por la tierra que no viste. A quien te haga sentir muy pequeño, sin decirte que lo eres, sepa hablarte de su dios sin menosprecio del tuyo y quiera compartir contigo la música de las esferas. 39


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Asterio Sorribes Andrés. Valladolid MIEDO A MIEDO Cuántas veces sucede que te despiertas del otro lado de la cama y sientes velluda la piel de las mañanas hasta que abres la ventana y te incorporas a la vida con la certeza de las cosas por hacer en esta ubérrima soledad que nos acosa. Huellas los días en gris repetición sin preguntar lo idéntico de la razón que dicta el reloj y pones rumbo a luz recién llegada. Encarnas lo ilusorio, sin embargo en esa extrañeza de caminos arrojas migas de pan a los peces y piedrecillas a la rúbrica efervescente de las hormigas vacías el barreño miccionado de la noche anterior y hasta pisas las afueras del otoño con la punta diurna del lenguaje. No se trata de borrar únicamente la herida en el sentido de la pérdida o el trance que se te viene encima cuando en el pensamiento contiguo los pájaros no encuentran su nido y lo cotidiano se hace asfalto en la ciudad hasta devorar esa inquietud que aviva las preguntas como el sol que se abre entre las grietas contra el cielo y atraviesa los ojos que el tiempo guarda en la memoria. Es ante el espejo del pasado cuando la sombra permanece, se posa o se alza en los días relativos 40


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de una mirada ausente y cuántas veces en el origen del interrogante el aire se hace denso y la última certeza reclama el egoísmo que alimenta la desnudez de un corazón sin sonido. Tan ancho el camino y tan estrecha la vida que es inútil la crecida de los días en su lucha miedo a miedo con la carne envejecida y su rutina. Nunca oíste los miedos, si llegaban, nunca tus pasos cuando huías. Dónde tu vida. También de amor la noche se vuelve impura que el frío empaña y me pregunto, con la muerte como límite, qué lejana nostalgia y su ceniza forman los recuerdos.

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Manuel Terrín Benavides. Albacete DITIRAMBOS A LA IMAGINACIÓN CREADORA El hombre se termina pero nunca su estela. Situemos una noche profunda y luces proyectadas desde el epicentro hacia horizontes cismontanos. Situemos al individuo en cuyas células germina la belleza del arte, la verdad de la ciencia, la que convierte la palabra santo -la santa inquisición, al santo oficio – en la palabra epiquerema. Ellos, ríos hambrientos abrazados a piedras y raíces, embellecen paisajes, sedimentos, la poesía, la música, la piedra elaborada. Situemos su causa. Levantemos un himno a la imaginación creadora, al latido inmortal que nos redime de la esclavitud, de la monotonía de los peces. Prisioneros en las mazmorras de las ideas, adictos a probetas, tubos de ensayo, conciben, estructuran, comparan, elaboran elementos imaginativos 42


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para formar nuevos esquemas y configuraciones. Son cerebros dotados del esplendor de las candelas, son lábaros, son faros, son lampiones, son neuronas en roja rebeldía que gestan mundos sin perímetro, sin el corbacho de los galeotes. Bendita inundación: madre purísima del arte y de la ciencia. Ellos, guiños confidenciales convertidos en puntos suspensivos, artífices de pasarelas entre la imagen y la forma, discurren, enarbolan las antorchas del renacimiento, el pebetero de las inundaciones. El Universo, frente a sus ojos, es inmensa pregunta.

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Esteban Torres Sagras. Úbeda (Jaén) CIRCUS Escalofriante y sublime, como todas las primeras veces, este circo. Algoritmo de un bestiario que se cuece dentro de nosotros y que ahora sabemos que siempre estuvo en ese territorio íntimo adobando un deseo que se tuvo. Escenas que al cerrar los ojos cobran vida entre amalgamas de polinomios, el descubrimiento de América, las polis griegas y poemas amorosos de Cernuda, en las que el subconsciente se persona como acusación particular reclamando una recompensa de imágenes extrañas. Me falta la barraca de la mujer barbuda, la que vende su promiscuidad al mejor postor desde que dejó de ser muchacho, y el señor forzudo, con su maillot a rayas, su pelo de lamé, -también a raya- y su bigote, casi inverosímil. La magia sirve de contenedor al circo. Sórdidas miradas de desprecio encandelan la avutarda del mal fario en un carro de grímpolas.

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Dos se besan, no necesariamente coetáneos ni heteros, en la penumbra de un túnel en estas instantáneas vividas, procaces. El silencio empaña las miradas lujuriosas y los dientes sirven de tilde a las sonrisas. Me entristece pensar que todo es un sueño donde aúllan las musas y los efebos en la misma orgía, pero el calibre de mi imaginación no alcanza más cota y huelo a tigres derrengados que devoran los últimos pedazos de Madame Pájaro, a bailarinas etéreas que no duermen desde 1895 ensayando su coreografía, a domadores sin caspa y sin miedo a la halitosis y a trapecistas sonámbulos que se precipitan al vacío y saludan a la concurrencia mientras caen. Un hombro se convierte en pista improvisada donde aterriza la emergencia su avión de cinco dedos. Una espalda puede entenderse como un paraíso donde arraigue el tomillo de los besos y se vuelvan para siempre sedentarios. Un vientre es un páramo donde escarba una barbilla su refugio antiaéreo. Se fuma una contorsionista, En un suspiro largo, su abandono… y yo me alejo de la carpa desvaída, con sublime escalofrío, sin el niño que fui cuando saque la entrada. 45


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María Paz Valdebenito González Santiago de Chile BALADA DEL TRISTE EXTRANJERO Hay días en que mis cantos son en blanco y negro. El tiempo, sirenas que con sus dulces melodías hicieron a los marinos chocar contra las rocas. Pues bien, la traición de la belleza es así, por un instante la música de las formas desaparece y suena el coro audaz de la vida tan fuerte como la risa de un niño jugando por primera vez con sus pies debajo de la arena. Yo vengo de un país en blanco y negro. Mis fugaces rebeldías son también en blanco y negro, oscuras y a veces brillantes como el sol de Encamp, como el sol de un pueblo en el que yazco, pero que desconozco a cada instante. En todas sus calles me extravío y me vuelvo en su inmensa soledad sombra de un quillay, árbol del sur de Chile que algún día, con mis ojos de india herida, espero volver a ver. 46


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Le grito a la noche. Trato de alcanzar un tono al que mi registro jamás me dejará llegar. Me he vuelto silencio, pedaleando hacia el vacío de un acorde agitado por el viento. Avanzo hacia los caminos de Toulouse, para escapar de un monte en el que toda palabra duele en catalán, en donde no hay a quién decirle «buenos días». Este inventado país en blanco y negro es tan triste como mi país, pero quizás allá las melodías me sean de vez en cuando menos dolorosas. Por último, allá, al otro lado del mar, siempre habrá una indígena balada sanando mis lesiones más profundas, acariciando con dulzura mis altos pómulos de niña. Allá, a diferencia de aquí, siempre una dulce balada bailará en el centro de mi rasgada y colonizada frente.

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ÍNDICE: Prólogo de Antonio Cádiz.....................................................5 PABLO JOSÉ CONEJO PÉREZ.........................................8 Sombra................................................................................9 FRANCISCO RAFAEL ALAGÓN RAMÓN El nido de las deudas..........................................................11 MARÍA CLAUDIA CAÑO RIVERA Poema a una generación.....................................................12 MARLON CLAUDIO CUTI PA TIZA Volver a los diecinueve........................................................13 SANDRA FERNÁNDEZ JURADO He vivido. He sido..............................................................15 DAVID GARCÍA JIMÉNEZ Volveremos a las ramas.......................................................17 ISABEL GARCÍA VIÑAO La noche............................................................................18 JOSÉ IGNACIO LORENTE LAFUENTE Cuarenta y dos versos de sutura..........................................20 LUIS CARLOS MENDÍAS MÁRQUEZ Sonetos de súplica..............................................................22 JUAN MOLINA GUERRA De amor y tiempo herido....................................................26 RAMÓN MOLINA NAVARRETE Siembra en la constancia.....................................................28 JUAN OROZCO OCAÑA Con sus luces y sus sombras...............................................30 JOSÉ CARLOS F. PARRILLA MONTERO Mis mitades........................................................................32 MARÍA DEL ROCIO REDONDO DE LA CALLE Paisajes de cristal..............................................................33.


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JOSÉ MANUEL ROMERO SANTOS Cosmogonía del hombre solipsista.......................................35 JUAN MANUEL SECO DE CACHO Cuidado.............................................................................38 ASTERIO SORRIBES ANDRÉS Miedo a miedo..................................................................40. MANUEL TERRÍN BENAVIDES Ditirambos a la imaginación creadora..................................42 ESTEBAN TORRES SAGRAS Circus.................................................................................44 MARÍA PAZ VALDEBENITO GONZÁLEZ Balada del triste extranjero..................................................46

Portada e ilustraciones interiores JESÚS MUÑOZ VILLANUEVA


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