Suplemento Medicina Clinica. Seguridad del paciente

Page 77

Vázquez-Espinosa E et al / Med Clin (Barc). 2010;135(Supl 1):67-72

aprecia que un cierto número de características no se cumplen, ya que en nuestro conocimiento no había datos publicados sobre la ca­ lidad de las guías y protocolos de lavados de manos en España. En cuanto a la captura de documentos, del proceso de búsqueda y recogida de los documentos, podemos destacar las dificultades en­ contradas para disponer físicamente de ellos, derivadas de la inexis­ tencia de un registro nacional centralizado. Como el grupo de la Uni­ versidad de Murcia, hemos encontrado pérdidas e inaccesibilidad. Este hecho explica en parte las pérdidas y que sólo estén representa­ das nueve comunidades autónomas y Ceuta y Melilla, lo que plantea interrogantes sobre el acceso de los profesionales a estos instrumen­ tos e identifica una oportunidad de mejora. En cuanto a la comparación de resultados, no hemos encontrado en la bibliografía estudios equivalentes en nuestro país, lo que dificul­ ta la posibilidad de comparar nuestros datos con otros estudios. De lo estudiado en protocolos de atención primaria para poder hacer un estudio comparativo, se pone de manifiesto la baja calidad general de las guías y los protocolos evaluados; los datos disponibles vienen de los estudios de protocolos de otros ámbitos, y el cumplimiento es en casi todos los casos inferior al 50%, excepto en una guía con un 87,5%. La evaluación del área de Cambridge da mucha importancia a que el 38% de los documentos no tenían fecha de elaboración20, y sólo el 50% de las guías y los protocolos de nuestro estudio lo incluyen. En otro estudio21, el año de publicación sólo se recogió en un 12,8-23% de los casos. La importancia de este dato se debe a la caducidad de la evi­ dencia científica y la necesidad de establecer fechas de actualización del contenido del protocolo, fecha que sólo se recoge en un 14,3% de los protocolos de otra revisión21. Los problemas con las referencias bibliográficas alcanzan al 90% de los casos en el estudio de Cambrid­ ge21 y el 74,2% en otra revisión22, frente a una cifra en nuestro caso del 77,7%, lo que parece identificar este defecto como uno de los más im­ portantes y frecuentes en los protocolos de lavado de manos, máxime si tenemos en cuenta las guías relativamente recientes que han apa­ recido en lengua inglesa23-25. En definitiva, en ninguno de estos estu­ dios se analizan los resultados a fin de identificar los factores que se relacionan con una mejor calidad estructural de los protocolos. En relación con la aplicabilidad práctica de los resultados, cree­ mos que la investigación sobre la calidad de los instrumentos asis­ tenciales que se aplican a nuestros pacientes es de gran interés y actualidad, entre otras cosas por su repercusiones en la salud y los costes económicos de la atención. Como comentario a los resultados, consideramos que la población diana26 no se define en algunos de los protocolos, probablemente porque son protocolos generales y se pretende que sean adaptados a cada centro o situación concreta. El incumplimiento del criterio de “organización y funciona­ miento”27 hace que no queden claras cuáles son las funciones de cada profesional. No delimitar las funciones concretas de cada pro­ fesional puede dar lugar a duplicidades de trabajo y que haya as­ pectos que queden sin cubrir. La inclusión del “sistema de registro”28 facilita el seguimiento y la evaluación de los protocolos, ya que lo que se registra puede ser fá­ cilmente evaluado. El “periodo de evaluación y normas de evaluación”29,30 debería aparecer en todos los protocolos, ya que el cumplimiento de estos dos criterios facilita la adaptación de los protocolos puestos en fun­ cionamiento a las dificultades que van surgiendo sobre el terreno y su adaptación posterior a las situaciones concretas donde se deba aplicar cada uno. Los “recursos necesarios”11, tanto humanos como materiales, pre­ sentan en la actualidad una importancia creciente en las nuevas téc­ nicas de gestión. Especificar los recursos humanos resulta positivo ya que, si se cuantifican correctamente, se facilita una planificación in­ tegral. La bibliografía31 de referencia facilita posteriores investigaciones sobre algún aspecto concreto que nos resulte de interés.

71

Hacemos hincapié en aspectos como las evidencias disponibles, dado que las guías recientes ya los incluyen y son un elemento de calidad indiscutible para apoyar las prácticas de lavado de manos. Los resultados obtenidos en nuestra revisión son concordantes con otros trabajos similares32-34, y se aprecia la necesidad de mejorar la calidad de los protocolos. Además requieren una actualización de contenidos, ya que ninguna hace referencia a “los cinco momentos” de la OMS ni al proceso de evaluación previstos. En resumen, podemos afirmar que estamos ante protocolos mejo­ rables desde el punto de vista estructural. No hay una calidad estruc­ tural homogénea y se pueden mejorar si se siguen unas normas de diseño y elaboración que se dan en las mejoras propuestas (anexo I). Agradecimientos A mis compañeros de Máster en Calidad Asistencial y Seguridad del Paciente, por su apoyo y colaboración en la obtención de algunos de los protocolos evaluados en este trabajo. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. Heather Palmer R. Evaluación de la asistencia ambulatoria. Principios y práctica. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 1989. 2. Saturno PJ, Imperatori E, Corbellá A. Evaluación de la calidad asistencial en aten­ ción primaria. Experiencias en el marco de la cooperación ibérica: diseños de pro­ yectos. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 1990. 3. NHS. Scoping the Guideline. En: National Institute for Clinical Excellence. [Inter­ net]. Guideline Development Methods: Information for National Collaborating Centres and Guideline Developers. London: National Institute for Clinical Exce­ llence; 2004 [actualizado 14 Mar 2005; citado 12 Ago 2008]. Disponible en: http:// www.nice.org.uk/page.aspx?o=247886 4. Schenbaum SC, Gottlieb LK. Algorithm based improvement of clinical quality. Br Med J. 1990;301:1374-6. 5. Agency for Health Care Policy and Research: Guideline definition and attributes. Rockville: Department of Health and Human Services; 1990. 6. The AGREE Collaboration. Evaluación de guías de práctica clínica. Instrumento AGREE, 2001 [citado 12 Ago 2008]. Disponible en: http://www.agreecollaboration. org/pdf/es.pdf 7. Grupo de trabajo sobre GPC. Elaboración de Guías de Práctica Clínica en el Sistema Nacional de Salud. Manual Metodológico. Guías de Práctica Clínica en el SNS: I+CS N.o 2006/OI. Madrid: Plan Nacional para el SNS del MSC. Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud-I+CS; 2007. 8. Jovell AJ, Navarro-Rubio MD. Guías de práctica clínica. FMC. 1995;2:152-6. 9. Jovell AJ. No todas las guías son guapas y bonitas. Aten Primaria. 2001;28: 525-34. 10. Guarga Rojas A, Marquet Palomer R. Protocolización en atención primaria. En: Martín Zurro A, Cano Pérez JF, editores. Manual de atención primaria: organiza­ ción y pautas de actuación en la consulta. 2.a ed. Barcelona: Doyma; 1989. 11. Field MJ, Lohr KN. Guidelines for clinical practice. From development to use. Was­ hington: National Academy Press; 1992. 12. Rodríguez F, Ortún V. Los protocolos clínicos. Med Clin (Barc). 1990;95:309-16. 13. Lleras Muñoz S. Programación y protocolización de patologías agudas en atención primaria. Aten Primaria. 1992;10:625-8. 14. Field MJ, Lohr KN. Clinical practice guidelines. Directions for a new program. Was­ hington: National Academy Press; 1990. 15. Health Services Directorate: An inventory of quality iniciatives in Canada toward a national strategy for quality and effectiveness in health care. Practice guidelines. Canadá: Minister of Supply and Services; 1993. 16. Saturno Hernández PJ, Saura Llamas. ¿Qué es un protocolo clínico? Definición, requisitos y evaluación de una herramienta de diseño de la calidad asistencial. Aten Primaria. 1998;17:109-13. 17. Leal Hernández M, Saura Llamas J, Saturno Hernández P. Evaluación de protocolos del Programa FMC. ¿Cumplen los criterios para la elaboración de protocolos clíni­ cos? Aten Primaria. 1997;19:426-30. 18. Saura Llamas J, Saturno Hernández PJ. Evaluación y mejora del diseño de los pro­ tocolos clínicos. Aten Primaria. 1994;13:355-61. 19. Eddy DM. Practice policies —What are they? JAMA. 1990;263:877-80. 20. Hibble A, Kanka D, Pencheon D, Pooles F. Guidelines in general practice: the new Tower of Babel. BMJ. 1998;317:862-3. 21. Cluzeau FA, Littlejohns P, Gimshaw JM, Feder G, Moran SE. Development and apli­ cation of a generic methodology to assess the quality of clinical guidelines. Int J Qual Health Care. 1999;11:21-8. 22. Shaneyfelt TM, Mayo-Smith MF, Rothwangl J. Are guidelines following guidelines? The methodological quality of clinical practice guidelines in the peer-reviewed medical literature. JAMA. 1999;281:1900-5.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.