Resena Historica de Casanare

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fijar su singularidad cultural, con el propósito de encontrarle salidas comunitarias a una problemática local que no era tenida en cuenta por las autoridades locales ni regionales. En aquella ocasión no se abordó en ningún momento el tema petrolero, pues no había ninguna expectativa en sus habitantes. En las distintas reuniones y diálogos directos que en esa ocasión se sostuvo con los pobladores, no se planteó nada con respecto a yacimientos petroleros pero sí fue explícito el interés marcado de su población por el tema de la pertenencia a Nunchía. No había voces disidentes que abogaran por pertenecer a Pisba o Paya. Su relación comercial, económica y legal con Nunchía, remarcaba su carácter casanareño. La Escuela de la vereda Tocaría los congregaba, y su profesora constituía el vínculo directo con la alcaldía de Nunchía, labor por la cual nunca estuvieron interesadas las autoridades del municipio boyacense de Paya. Dado el interés e insistencia de ciertos pobladores por pertenecer al departamento de Casanare, se hizo alguna ilustración sencilla del procedimiento legal sobre problemas limítrofes entre entidades territoriales y algunos comentarios someros del proceso histórico de la zona y la región, en el entorno de la historia y cultura casanareña. Terminado el trabajo pedagógico-cultural de campo, se elaboró una ponencia que se presentó en Ibagué, a nombre de la Secretaría de Educación de Casanare, en el Encuentro de Sondeo Nacional de Experiencias Significativas. Hoy nos corresponde volver a la zona limítrofe en conflicto, con un interés definido: presentar elementos que ayuden a aclarar una problemática entre las administraciones departamentales de Casanare y Boyacá. Desde aquella visita, no hemos tenido la oportunidad de volver a la zona. Hoy creemos que las cosas deben haber cambiado radicalmente; Nunchía ya no es el mismo poblado de hace 7 años; en el contexto departamental se le percibe “como un nuevo rico, el petrolero”, alrededor de su nombre se siente y respira la dinámica opulenta asociada al oro negro. No tenemos conocimiento sobre cuanto han

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cambiado las condiciones de extrema pobreza de los habitantes de la zona; sin embargo, se debe deducir que las inversiones hechas por las distintas administraciones municipales y departamentales, habrán cambiado la pobreza y miseria de sus gentes. Las obras públicas habrán aparecido como pruebas fehacientes para crear sentido de pertenencia, respecto a las entidades territoriales que se disputan la zona. Las escuelas, los puestos de salud las trochas carreteables, los programas de vivienda, etc., para la fecha, deben estar en pleno apogeo, y los interesados, tratando de hacer ver la bondad de sus gestiones y conveniencia de pertenecer o no, a sus entidades territoriales. Estamos convencidos que la riqueza petrolera de la zona es para autoridades municipales y departamentales de Casanare y Boyacá, el salvavidas a las maltrechas finanzas públicas y su mejor posibilidad de obtener recursos para mejorar las condiciones de vida de sus comunidades. De ahí que cada vez más el tema limítrofe adquiera una relevancia vital, en uno y otro bando. Conocidas son las dificultades económicas y de tesorerías de los municipios Paya y Nunchía. Sus habitantes, por muchos años, desconocidos y marginados del Estado Central adquieren ahora una importancia capital en esta discusión, para encontrar una salida justa a este problema limítrofe, que si bien supone un asunto complicado y difícil, es de urgente necesidad para beneficio directo de sus pobladores. Es bueno recordar que mientras la riqueza petrolera del subsuelo era conocida exclusivamente por las multinacionales interesadas -con carácter secreto-, la dirigencia de la región no se preocupó por la gente que habitaba en la zona. Ni Yopal ni Tunja, en las décadas del sesenta y setenta, aunque si tenían conocimiento preciso de la situación de extrema pobreza de la región, y como tal, ninguna estaba interesada, en ese momento, en reclamar su dominio. Cuando se creó la Intendencia Nacional de Casanare en 1973, se trazaron sus límites con algún conocimiento de leyes e informaciones que podrían indicar dichos linderos. Pero sin basarse en un conocimiento geográfico, cultural e histórico de la zona y sus habitantes. Se trataba, en efecto, de un deslinde apresurado hecho en los escritorios en Bogotá de la dirigencia política de Boyacá y Casanare,


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