Resena Historica de Casanare

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Fondo Mixto de Casanare ganadera de los llanos está constituida en su mayor parte no por los grandes latifundios y cuantiosos hatos de unos pocos hacendados, sino por los pequeños fundo s de muchos propietarios, y de corto número de ganados mansos. Estos hombres llaneros son, a decir verdad, pocos amigos del trabajo "de mano", o sea el ejecutado a pie, y en cambio les encanta andar a caballo. En las vaquerías o trabajos de "sabana" de los hatos, están más por diversión que por espíritu de lucro. Resisten sin cansancio diez o más días de activas jornadas, desde antes de amanecer hasta que oscurece, corriendo tras el ganado, enlazando reses ariscas o bravas, arreando los rodeos, encerrando en los corrales, coleando y marcando los becerros. Con frecuencia todas esas faenas se cumplen sin comida alguna, sin otro desayuno que el "trago" de café amargo del momento de montar. Al regresar de la sabana, según la hora, come una o dos veces, "uno o dos golpes", no sin antes encerrar el ganado en los corrales y bañar los caballos. Y no por que el llanero tenga poco apetito, sino por que es resistente a la fatiga o la privación. La comida, aunque monótona es muy abundante. Como comedor de carne, el llanero no tiene, posiblemente, un competidor que le aventaje. El otro elemento de su dieta, que es como un maná para todos los gustos y ocasiones es una variedad de plátano, denominada "topocho,"que es un cimiento esencial de la vida de los llanos. No será excesivo hablar luego de este cultivo y fruto, substancialmente ligado a la civilización llanera. Este carnívoro es, además, fuerte consumidor de tabaco y cigarrillos. El café, que no se cultiva, aunque algunos han demostrado que sí es posible hacerlo en la planicie, sino que es llevado desde el cerro, es otra de sus debilidades. En los últimos tiempos ha habido hechos que han modificado los hábitos alimenticios del llanero; así, su viejo refrán "llanero no toma caldo ni pregunta por camino", está casi sin base en la práctica. Más importante que tener ganado es, para el que tiene mujer e hijos, una topochera. La planta del topocho, resistente, rústica, retributiva del esfuerzo, es, más que el hartón o cualquiera otra variedad de su género, resistente a las lluvias o a la sequía, al viento, al fuego y a la maleza. Su cultivo es una de las necesidades vitales, que todo hombre, alguna vez, debe satisfacer. Al efecto, con la ayuda de parientes y amigos, de peones pagados o de vecinos a quienes se recibe una "mano prestada", que a su turno ha de retribuirles en trabajo, roza a la

Centro de Historia de Casanare entrada de verano, con hachas y machetes, un pedazo de bosque, en alguna vega de caño o río, o en una "mata de monte". Muy escasas maderas aprovecha para leña o postes de cerca, o tal vez para vigas y horcones de su habitación. Luego, tras unas semanas de sol y viento, viene la "quema" de la rocería, y a comienzos de las lluvias se siembra el conuco con algunas matas de maíz, algo de arroz y yuca, y, en todo caso, alternado con el maíz o el arroz, el topocho. Si siembra en abril o mayo, en agosto podrá recogerlos granos. El maíz se guarda en tusa, entre las hojas y amarrado por pares a las varas del techo, arriba del humo de la cocina. Así se preserva del gorgojo. El arroz se guarda en tamo para que no se pique, y solamente será trillado, a golpes de "pilón", a medida que vaya siendo necesitado para el consumo de la casa, o para vender unas arrobas y hacerse a dinero. El maíz se vende por pares, o por arrobas desgranado. Recogido el maíz o el arroz, quedará solo, durante muchos lustros, el topocho. Topocheras hay, en muchos lugares, que tienen más de cien años de existencia y rivalizan aún en producción con cultivos jóvenes. Enemigos principales de estos cultivos son los venados, chigüiros y otros animales silvestres que comen los brotes tiernos, o una enfermedad, de reciente aparición en los llanos, conocida con el nombre de "hereque", la misma sigatoka que tanto desastre ha causado en otras plantaciones bananeras del país. Enemigo de las topocheras es también el ganado, que come con igual agrado, las hojas, el racimo o el vástago de la mata. El llanero ha mostrado su aprecio por el topocho, verdadero regalo de Dios con la cariñosa y expresiva palabra que emplea para nombrarlo:"la comida".Es, para él, como un símbolo de vida. Por la extensión de sus topocheras se mide la capacidad de trabajo, la valentía y la prosperidad de un hombre. También su respetabilidad. El que tiene topocho nunca carece de dinero, por que una carga es moneda contante y sonante. Allí, donde por una rara anomalía, en tierra de ganado, la leche es casi desconocida en la dieta del pueblo, el topocho verde, tostado, rallado y seco al sol es la fécula con que se alimenta a los niños. Verde, casi en flor, se lo prefiere para el sancocho con carne o pescado;"pintón" o maduro para el "cocido". Es verdadero pan, postre indispensable, imprescindible del desayuno, el almuerzo y la cena. La "comida" es, además, la base de la alimentación de las aves de corral, del engorde de los cerdos, de la ración de la bestia de trabajo o de la vaca. Sus hojas son indispensables como envoltura de los "tamales","hayacas "y "tungos", de los quesos de "mano" o del jabón de "tierra". Está planta maravillosa es a la civilización de la llanura, como el maíz o el trigo pueden serlo para la civilización o historia

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