Vida social

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El Sur

IDA

CONCEPCION Sábado 24 de mayo de 2014

OCIAL

Un camino marcado por el esfuerzo POR KAREN RETAMAL CUITIÑO RETRATO PAULO FUENTES BETANCUR ustero, cercano y trabajólico son algunas de las cualidades que se distinguen al conocer a Iván Valenzuela Díaz. Su historia lo ha llevado a ser este hombre, que no se complica con nimiedades, a estar rodeado de gente, pero que tiene un espíritu de superación que lo lleva a, quizá, quedarse más horas de las que corresponde en su oficina. El decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas (Facea) de la UCSC creció en Pencahue, un pueblo cercano a Talca, donde su padre, Iván, es agricultor y su madre, María, lleva las riendas de la casa. Iván es el mayor de los cuatro hermanos, a los que le siguen: María, Jacinto y América y con quienes aún mantiene una tremenda relación de amor. Cercano a su padre desde siempre, acompañándolo en las faenas y trabajando la tierra, pero también muy apegado a su madre, por quien tiene un cariño inconmensurable. Manejó tractores y camiones, pero para él siempre estuvieron presente los cuadernos y el ser profesional. “Mi papá siempre nos inculcó estudiar”, afirma. Su enseñanza básica la realizó

A

en la Escuela Rural de Pencahue, mientras que sus estudios medios los hizo interno. “Siempre estuve dentro de los buenos alumnos, pero cuando terminé el colegio mi profesor jefe me dijo que tenía que entrar a un liceo comercial, debido a las pocas oportunidades que había. Mi papá me matriculó en el Liceo de Hombres y me consiguió una beca por cuatro años”, cuenta. En ambos establecimientos dejó compañeros con los que aún comparte, con los de la escuela se reúne todos los años. Mientras que con los del liceo, este año, después de tres décadas, se juntarán por primera vez. DEL CAMPO A LA UNIVERSIDAD La primera vez que dio la prueba de ingreso a la universidad no quedó en la carrera que le gustaba. “Al año siguiente, estudié en un preuniversitario, lo que me permitió quedar en Auditoría en la Universidad de Talca”, dice. Pero ahora necesitaba el dinero para pagar sus estudios. Un camión, un Ford del año 60 fue el regalo de su padre. “Con él me dediqué a trabajar, lo fui renovando y me permitía costear la carrera y mis gastos. Llegaba a la universidad con animales, trigos, entre otros”, relata entre risas. Su esfuerzo rindió frutos, a poco de terminar la carrera se en-

contró con uno de sus clientes, a quien le trasladaba trigo. “Me preguntó si necesitaba algo y yo le dije que práctica. En ese mismo instante fue a hablar con la gerente del molino a donde llevábamos el trigo. Ella salió, me vio todo sucio, pero igualmente me recibió y me dijo que comienzaba el lunes”, expresa el decano. Su trabajo como contador era muy distinto a lo que él hacía con los camiones. Se cuestionó si podía seguir con su carrera profesional, ya que estaba acostumbrado a trasladarse de un lugar a otro, de conversar con otras personas, de ser libre. Sin embargo, de a poco fue tomándole el gusto a lo que había estudiado. “No fue fácil”, sentencia. Terminó su práctica, trabajó unos meses y al poco tiempo postuló al cargo de gerente administrativo en una empresa de retail en Talca, que distribuía productos fotográficos, y quedó. Cerca de un año estuvo en esa empresa hasta que salió un con-

curso en la Universidad Católica del Maule, donde asumió en la Dirección de Administración y Finanzas, fue tomando otras opciones dentro de la misma universidad y se trasladó a Concepción. Docente, jefe de carrera, secretario académico hasta llegar a su cargo actual, decano del Facea. Dice que le ha ido tomando el “gustito” a la academia desde que fue ayudante de Contabilidad e Impuesto en su época estudiantil. “Me gusta mucho enseñar, transmitir lo que se ha aprendido en el tiempo. Esas experiencias centradas en estilos de vida, en valores, en que cuando uno se propone algo lo puede hacer. El mayor valor que se puede transmitir es encontrarse en la calle o en distintas empresas con ellos (los alumnos) y te abrazan, es muy gratificante”, afirma. Su desafío: el doctorado. “Estudié mi Maestría en Auditoría y Contabilidad en 2006, y busqué un doctorado en España, pero fui privilegiando lo que hago hoy y fui dejando de lado mi proyección, eso es lo que me falta hoy por hacer. No me arrepiento de la decisión”, manifiesta. El magíster lo hizo sin plata, solo con su tenacidad y convicción. Se matriculó y, al mismo tiempo, explicó en la universidad que con su sueldo en ese momen-

Sus primeros años.

to, no le alcanzaba para pagar. “Me dijeron en el camino vemos cómo lo paga”. AMOR A PRIMERA VISTA A su esposa la conoció en la adolescencia. Su padre era su apoderado en el internado y conoció a una señora que iba en representacióndeotrodelosalumnos.Ella llegaba con una joven, su hija, Claudia Leal Reyes. “La encontré linda al tiro. Fue una conquista bastante larga, no fue fácil, por el hecho de estar internado, pero el que la sigue la consigue. Cuando me aceptó como pololo me dijo que tenía que pedirle permiso a su papá, tenía miedo, pero de ahí nunca más me pudieronechar”,relataentrerisas. Agrega que “siempre fue una mujer muy hermosa, pero lo que más me gustó fue su carácter, su personalidad, su convicción, es una gran compañera. Hemos tenido que enfrentar muchas cosas y si no fuera por ella no habría sido capaz de superarlas. Fue un largo pololeo, ocho años, se casaron y al año siguiente tuvieron a su primer hijo: Iván, quien ya tiene 20 años y estudia Ingeniería Civil en la Universidad de Concepción. “Él es mi mayor orgullo”. Años después, nació el

pequeño Tomás. “Es mi segundo hijo, nació en mayo del 2000, pero debido a una cardiopatía congénita falleció en agosto del mismo año mientras lo operaban. Es el dolor más grande que he vivido, pero Dios nos da fuerza”, manifiesta, mientras aún se emociona cuando lo nombra. TELEVISIÓN Su pasión por el trabajo hace que se aburra si está mucho tiempo de vacaciones. Sin embargo, ha logrado encontrar otros pasatiempos que le ocupan sus tiempos libres. “Veo mucha televisión y cocino”, revela. “Bones”, una serie que transmite en el canal Fox es uno de sus favoritos. “Me encanta, porque su protagonista es una profesional altamente responsable, inteligente, racional y a través de sus conocimientos, habilidades, experiencia y el trabajo en equipo, logra buscar la verdad en diversos crímenes”, explica Iván. Y en la cocina se ha vuelto un experto en sushi, curanto al disco, asados y los comparte con amigos y su familia. Hoy está en una etapa plena, con algunos retos por lograr, pero con muchas metas cumplidas. “Desafíos tengo, y un sueño, vamos a ver si se hace realidad”, finaliza.

El decano junto a su esposa Claudia, su hijo Iván y en la fotografía el pequeño Tomás, en Navidad. Desde pequeño acompañó a su padre en el campo.

Durante su periodo de internado, cuarto medio.

EL ÁLBUM DE

Iván Valenzuela Díaz Decano de Facea de la UCSC

GUSTOS Libro: “El Secreto”. Viaje: Por Europa con la familia. Junto a sus padres, hermanos, sobrinos, esposa e hijo.

Canción: “De tu ausencia”, Alberto Plaza. Plato preferido: Carnes. Película: “Una mente brillante” y “La era del hielo”.

Aún se reúne con sus compañeros de universidad.

Uno de sus mejores viajes junto a su familia.

EL MUNDO

PENQUISTAS POR

“Me adapté a Francia, pero nunca la adopté” época de vacaciones, pero en la Embajada de Chile en Londres. Y se fue de inmediato. Al año siguiente, se lo ofrecen, ahora, permanente, y sin contarle a su mamá –pues era la última hija que quedaba a su lado en casa-, organizó su segundo viaje y el definitivo. Mientras trabajaba, comenzó a hacer un curso de inglés donde, por esas cosas del azar, conoció a un compañero de clases, él era francés. “En la escuela de inglés se encontraba todo tipo de nacionalidades, era una especie de Torre de Babel. Fue ahí que conocí a Christian Pages, empezamos a pololear en diciembre1976y noscasamosenjuliodel77”,recuerda, partiendo así los pasos para hacer vida en el país galo. En ese tiempo, “mi marido trabajó comodirectordesucursalenlaventa de zapatos de lujo, en París”, siendo el punto de inicio de una serie de traslados que incluyen lugares coSu camino juntos lo iniciaron en 1975. mo Saint Quentin, Boulogne sur

“Llevo 37 años de una inmersión total en la vida francesa”, describe Ximena Casanova Galaz (62), usando un castellano “bastante francés”, reconoce, tratando de hilar sus respuestas. Luegodebuscarunacarrera,amediados de los 70, su hermana que vivía en Londres, le da un dato de un trabajo en

Mer, Amiens y Clemront Ferrand, con dos retornos a Chile de por medio. Confiesa que no ha sido fácil. Ximena habla de racismo, del idioma y de las dificultades que tiene una mujer con familia y trabajo en un país que no es el suyo. “Solo una vezquelaspersonasmeconocen, su actitud cambia. Siempre he dicho que ‘yo me adapté a Francia, pero nunca la adopté (…)’ Fue imposible olvidar mi Chile y mi gente queridos”. En este camino tuvo cuatro hijos, y recalca que a pesar de que ellos vivan allá, el matrimonio decidió pasar su jubilación en Chile, “lejos del tumulto, del ruido y el movimiento de una gran ciudad (…) Y vivir en el campo una vida más cerca de la naturaleza”.

Tarde en Plaza Massena, en Niza, junto a Christian.


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