Experpento marzo2014

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contextos

Entrevista de Reyes Muñoz Fotografía de © Joyce Ravid

Ann Hood El hilo rojo

Varias familias comunes, y por diversos motivos, deciden adoptar un bebé en China. En el otro lado del mundo, varias mujeres se ven obligadas –por las leyes y sus familias– a abandonar a sus hijas. El camino hacia la felicidad de unos se basa en el inicio del dolor para ellas. Madres de dos puntos cardinales opuestos quedarán unidas para siempre por el amor a una niña. Ann Hood plantea una historia sencilla, cuya heroicidad está marcada por la sencillez de la cotidianeidad. Y nosotros hemos tenido la oportunidad de hablar con ella. Seguro que lo has contado mil veces, pero me gustaría que nos hablaras del misterioso título del libro. ¿Puedes contarnos qué significa El hilo rojo? El hilo rojo es una creencia popular en China que dice que todas las personas de nuestras vidas –pre-

sentes, pasadas y futuras– están conectadas con nosotros por un hilo invisible. Se puede tensar. Se puede rozar. Se puede enredar. Pero nunca se rompe. Este libro surge de una experiencia personal terrible y de otra maravi-

EL HILO ROJO Vender un libro de estas características a un lector que no tiene en mente la paternidad es difícil. Pero una reflexión sencilla puede romper las barreras del rechazo. Ninguno de nosotros viajará jamás a la luna y sin embargo hemos leído voraces el libro de Julio Verne, con la promesa de alimentar nuestra imaginación. Salvando las diferencias, El hilo rojo es una novela de personas que desean tener una hija. Esta es la excusa para unirlas e indagar en su humanidad y descubrir sus defectos y virtudes. La responsabilidad de su decisión les enfrenta a sus peores demonios y a sus sentimientos más puros. Y en ese trayecto es donde empatizamos y sentimos que nuestra realidad no es tan peculiar y que nuestras sombras no son otra cosa que muescas en nuestra condición como personas. Así pues, El hilo rojo no es una ñoñería de padres babeantes frente al berrido de sus bebés. Ese solo es el desenlace. Es la historia de seis familias que por diversos motivos inician la aventura más importante de su vida, un año plagado de emociones, de dudas y de miedos3

llosa. ¿Para quién escribiste El hilo rojo? Dices que tú lees para escapar y escribes para entender el mundo. Lo escribí con la esperanza de que otras personas en el mundo se sintieran inspiradas por él. Quiero que sepan que en plena desesperación, siempre surge una posibilidad para volver a creer en el amor, en la esperanza y en la alegría. Es triste si lo pensamos. Quizás por eso no hablamos de ello. La felicidad de muchas madres de occidente depende de las injusticias que sufren otros seres humanos. Tú sí que te enfrentas a esa idea en unos relatos cortos, independientes de la trama hasta el final. ¿Incluir esas pinceladas fue una idea que tenías desde el principio o surgió a medida que escribías? Como casi todos los padres adoptivos, he imaginado muchas veces a esa mujer valiente, que vistió a su hija de cinco meses con la ropa adecuada para ese preciso día de septiembre, la colocó en una caja y la dejó en la puerta de un orfanato, con la esperanza de que tuviera una vida mejor. Yo solía inventar historias sobre esa mujer. Y esas historias son las que cobran vida en El hijo rojo. Las historias de los padres que adoptan forman parte de nuestro mundo... y quizás son reconocibles. ¿Pero de dónde salen esas historias concretas de las madres chinas, tan emocionantes? Leí todo lo que pude encontrar acerca de las mujeres en China que se ven obligadas a abandonar a sus niñas. Supe que este acto las marca de por vida. El dolor nunca las abandona. Yo también soy una madre que perdió


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