CARTAGENA DE INDIAS, EL DESTINO DEL MOMENTO
Regresar a mi país después de casi nueve años fue definitivamente una mezcla de sensaciones. Emocionada por volver a Colombia después de tanto tiempo y, ahora con esposo e hijo, tomó una gran planificación. Empezamos en Bogotá, pasamos por Santa Marta, Barranquilla y Riohacha. Pero de todas, una parada era obligatoria: Cartagena de Indias, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Llegamos por carretera desde Barranquilla, trayecto que dura una hora, con el imponente pero calmado mar Caribe como compañero de viaje desde que salimos hasta que llegamos a La Heroica, como es llamada cariñosamente. La ciudad ha crecido muchísimo en los últimos años y el impacto del turismo se siente en cada esquina. Hay gran variedad de cadenas de hoteles con opciones desde casuales y económicas hasta los más lujosas, como el Santa Clara y Santa Teresa. Nosotros escogimos los famosos ‘boutique-hotels’, una tendencia que empezó con el ya famoso Agua. En Cartagena éstos son casonas antiguas habitadas hace siglos por familias adineradas y hoy en día ya remodeladas pero manteniendo ese “feeling” original y convertidas en hoteles. Entramos a la ciudad amurallada abarrotada de turistas, comercios, restaurantes y un olor a comida típica que despierta el apetito de cualquiera. Así fue que llegamos a los impresionantes portones de madera del Aguamarina Hotel Boutique. Es pleno invierno en Cartagena y el clima es una mezcla de calor con humedad pero la temperatura es de 27°C durante todo el año. Nos reciben con un agua de jengibre con menta como caída del cielo.
Imágenes: Andrés Aravena.
La decoración del hotel es una mezcla de influencias marroquíes e hindúes, pero que sorpresivamente no desentona en el contexto Caribe. Con cinco habitaciones en total, cada una tiene su nombre hindú para diferenciarlas en cuanto a tamaño y ubicación, pero todas tienen en común pisos blancos, camas inmensas y armarios que son impresionantes obras en madera, algunos traídos de la India, Bali y diferentes islas del Pacífico. Las bañeras incrustadas en la pared con velas por todos los rincones hacen del hotel un sitio acogedor y romántico. La nuestra es el ‘master suite’ y cuenta con balcón a la ciudad que nos permitía disfrutar de una vista maravillosa, y el baño es una obra de arte, con el área de la bañera abierta al cielo.
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