Revista EC 110

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DIRECTO AL CORAZÓN

Ana María Sánchez García _ Presidenta de EC

PAZ EN LA TIERRA «El compromiso por la paz se hace presente, cómo no, en nuestra misión educadora»

D

iciembre nos pone de nuevo en camino hacia la Navidad. Fiesta antigua y, a la vez, siempre nueva. Si mantenemos el corazón abierto, el misterio de la Encarnación no deja de sorprendernos y de transmitirnos un mensaje que cada año resuena en nosotros con matices diferentes.

Este año, en el que cada día las noticias de guerra acaparan los titulares, y las imágenes del sufrimiento y la destrucción que genera nos golpean constantemente, las palabras del relato evangélico del nacimiento de Jesús que resuenan en mi corazón son las del anuncio del ángel a los pastores: “Paz en la tierra”. Este es el deseo de Dios para el mundo que nos trae su Hijo. Un deseo que Jesús encarnó a lo largo de toda su vida, en sus actitudes y en sus acciones. Nuestro mundo, como aquel en el que nació Jesús, está herido y fragmentado por la violencia. Una violencia que es como un iceberg, del que visualizamos solo una pequeña parte, quedando la más grande bajo la superficie. Los conflictos bélicos son numerosos, pero solo nos hacemos eco de algunos; a la mayoría de ellos los ignoramos o los silenciamos. Nos cuesta reconocer y asumir las múltiples formas de violencia que anidan en el seno de nuestras familias, de nuestras instituciones, de nuestra Iglesia, de nuestra sociedad. Igualmente, nos resulta difícil reconocer y poner nombre a lo que en cada uno de nosotros resulta hiriente, las formas de violencia que perpetramos cada día en nuestras relaciones con los demás y con la tierra, y aquellas de las que nos hacemos cómplices con nuestro silencio o nuestro mirar para otro lado. El nacimiento de Jesús nos muestra que la paz a la que Dios nos invita no es algo ya hecho ni impuesto. Es una paz que se manifiesta en lo frágil y lo pequeño -la presencia desvalida de un niño-, que se nos ofrece como camino a recorrer, como tarea con la que comprometernos. El compromiso por la paz pasa por nuestras actitudes diarias, por nuestras palabras y nuestros silencios, por cómo gestionamos la relación con los que percibimos diferentes, por el cuidado de las personas y de la tierra. También por el reconocimiento de nuestros errores y omisiones, por el perdón y la reconciliación, por la reparación de aquellos que han sido violentados. El compromiso por la paz se hace presente, cómo no, en nuestra misión educadora. El papa Francisco señala como característica de la educación la de ser “un movimiento pacificador, portador de paz”, y afirma: “El movimiento educativo, constructor de paz es una fuerza que hay que alimentar contra la egolatría que genera la no paz, las rupturas entre generaciones, entre pueblos, entre culturas, entre poblaciones ricas y pobres, entre masculino y femenino, entre economía y ética, entre humanidad y medio ambiente” (Discurso a la Asamblea Plenaria Congregación Educación Católica, 20/02/20). Un gran reto, sin duda, para nosotros. Que Jesús, Príncipe de la Paz, nazca en nuestros corazones y nos haga, como Él, constructores de paz. ¡FELIZ NAVIDAD!

58 • revista de escuelas católicas

Diciembre 2023


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