Cuando la música prescinde del disco

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Cuando la música prescinde del disco Por Marco Bartra Bazán La industria de la música tiene menos de un siglo de existencia, sin embargo, ha pasado por enormes cambios en su formato de presentación y distribución. Anteriormente, cuando un grupo quería dar a conocer su propuesta musical, tenía no sólo que componer y dar presentaciones en vivo, también tenía que entrar a un estudio de grabación y registrar todo ese material sonoro como producto final de aquel trabajo creativo. Una compañía discográfica se encargaba de editar, producir y distribuir el material a las radios para que llegue a las masas, aunque, bueno, no siempre pasaba esto último, pero, al menos esa era la idea. Las cosas no han variado mucho desde entonces, todavía se busca llegar al gran público para que disfrute de esta obra de arte llamada música, sea cual fuere el género que se quisiera apreciar. Pero el formato de presentación también evolucionó: antes, la gente se peleaba por conseguir un disco de vinilo o long play (LP) para poder escuchar las canciones de su grupo o cantante preferido; luego aparecieron el casete y la tecnología del disco compacto o CD (compact disk). La nueva era musical de fines de los 90 y este nuevo siglo trajo consigo el formato digital en MP3, donde cualquier canción se puede escuchar y descargar desde Internet, algo de remeció la tradicional industria musical. Distribución digital Actualmente, hay menos dificultades y restricciones en lo que respecta a la producción y recepción de la música, tanto para los músicos como para los fanáticos. Antes, se tenían que esperar varias semanas para poder oír el nuevo disco de una banda, porque no llegaba al país o porque se tenía que ahorrar para comprar un casete o un CD originales. (Antes, se optaba por grabar los discos de casete en casete para distribuirlos entre amigos). En la actual revolución tecnológica, la música no podía evitar asimilar las nuevas tendencias de producción y distribución. Muchos grupos han optado por comercializar sus discos, ya no en un formato físico como el CD, sino que han preferido difundirlo de manera digital. Esto quiere decir proveer información digital y contenidos a través de Internet en forma de productos y servicios. La moda ha ido en aumento hasta convertirse en una propuesta interesante de analizar para las nuevas agrupaciones musicales y otras no tan nuevas, pero que ven en esta posibilidad un medio de llegar a los seguidores que, muchas veces, tienen inconvenientes para oírlos. El caso Radiohead: In Rainbows El caso más famoso de esta nueva tendencia en comercialización de discos musicales fue el de Radiohead y su álbum In Rainbows de 2007. La popular banda inglesa decidió alejarse de su sello discográfico al terminar su contrato, y lanzar su siguiente disco; pero esta vez lo hicieron por cuenta propia, abriendo una página web diseñada para poder bajar su nueva placa a cambio de una donación. Después de un tiempo, sacaron a la venta el formato físico. La diferencia de este álbum con sus antecesores es que


primero fue lanzado digitalmente con un modelo de “paga lo que quieras” y después fue lanzado físicamente. Los otros fueron lanzados al revés. Un millón 200 mil personas descargaron el disco In Rainbows en la primera semana del lanzamiento en Internet y Radiohead obtuvo mayores ingresos que en sus últimos tres discos. No obstante, hubo ciertos riesgos que pudieron haber afectado el éxito del disco, como que todos los consumidores hubieran donado lo mínimo posible al comprar este álbum (1 centavo de dólar), provocando un volumen de ventas muy bajo; que el álbum no hubiera tenido demasiada atención, ya que no entraría a los charts (p. ej.: Billboard) o que las ventas físicas pudieron haber sido muy bajas, pues el producto físico fue lanzado después que el digital. Sin embargo, esto resultó en una donación promedio de £4. Resultó que, aunque la mayoría de las personas decidieron no donar, el lanzamiento digital generó más dinero, en los primeros 2.5 meses, que el total generado por las ventas de sus álbumes previos. Cuando lanzaron el álbum físico, estuvieron al tope del UK Album Chart y el US Billboard Top 200. El caso Nine Inch Nails: Ghost I-IV Al igual que Radiohead, Nine Inch Nails (NIN) dejó su sello discográfico antes de lanzar su álbum Ghost I-IV en 2008, aunque de manera más violenta. Tuvieron algunas disputas con su sello y organizaciones que protegen los derechos de autor. Incluso, les decían a sus fans que no compraran su música, sino que la “robaran” de Internet, porque las disqueras los estaban estafando. Los seguidores de NIN podían obtener el disco en las siguientes versiones: versión free, que incluía las primeras nueve canciones en formato MP3 y un pack digital con otras cosas; todo gratis desde su página de Internet; versión de US$ 5, con las 36 canciones más un archivo PDF de 40 páginas (además, los 36 tracks del disco fueron lanzados bajo una licencia Creative Commons, esto quiere decir que los fans podían compartir las canciones de manera legal después de obtenerlas); versión de US$ 10: un set de dos CD más un booklet de 16 páginas; versión deluxe de US$ 75, que incluía todo lo mencionado anteriormente más un DVD, blueray y un booklet, todo en su caja, y la versión ultra-deluxe de US$300 (2500 copias): un set de edición limitada, que incluía todo lo anterior más cuatro discos de vinilo y dos láminas exclusivas autografiadas por Trent Reznor. El resultado fue enormes dividendos para la banda, pues NIN es popular y tiene una base de fieles seguidores. Los paquetes de US$ 300 se vendieron en las primeras 30 horas. El monto total recaudado después de la primera semana fue de US$ 1.6 millones de dólares. Ambos son claros ejemplos de que lo importarte en la industria musical no es cómo se presenta el producto, sino quién lo realiza. Cuando un trabajo es bueno y el artista se conecta con el fanático, los resultados son extraordinarios.


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