De Yare a Miraflores. El mismo subversivo

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José Vicente Rangel

Entrevistas al comandante Hugo Chávez Frías (1992-2012)

Viñeta. Ahí llegaba mucha gente. Porque a mí se me acabó la libertad el mismo día que ganamos las elecciones. ¡Run! Pa’ La Viñeta, y allá llegó mucha gente a hacer propuestas. El primero que llegó, o uno de los primeros, en la mañana del día siguiente fue el embajador yanqui con la visa y una carta de “míster” Clinton invitándome a la Casa Blanca; y después llegó gente, casi toda de la pequeña o de la gran burguesía; de los altos mandos militares. Recuerdo algunas personas que llegaban a decir: “la Constituyente sí, pero el Congreso la puede convocar, para que usted se preserve...”. Hasta decretos redactados. Recuerda tú que tenía mayoría Acción Democrática y Copei en aquel Congreso y casi todos los gobernadores eran de oposición y la Corte Suprema de Justicia dominada por la burguesía, el Poder Electoral… El Estado estaba intacto, sólo estaba yo ahí como una cabeza de playa, el Gobierno que se estaba instalando. Creo que fue un gran acierto mantener con una firmeza a prueba de todo el proyecto constituyente y haber firmado el decreto, contra viento y marea. Creo que fue el primer gran acierto.

— Podemos hablar de una concesión táctica de los poderes fácticos. — No, creo que no. Más bien fue parte de una estrategia. La primera ofensiva que teníamos que lanzar era la Asamblea Constituyente. Recuerdo lo económico, que lo dejamos casi intacto, pero había que abrir como la brecha política al sistema, a través de la Asamblea Nacional Constituyente. No creo que haya sido ninguna concesión, creo que estábamos estudiándonos. La burguesía criolla, el imperialismo tratando de rodearme, tratando de anularme y anularnos; y yo también, con un poquito más de 40 años, 44, 45 años, pero ya un poco fogueado por el camino. Te decía que cuando vine de teniente aquí ya andaba conspirando, no fui ningún improvisado. Así que estábamos como esos boxeadores en el primer round, haciéndonos el estudio.

— ¿Tú crees que hubo claridad inicial? — Creo que sí. Alguien pudiera decir que hubo una primera etapa donde no se aplicó a fondo la Revolución. Es cierto, pero es que si la hubiéramos tratado de aplicar a fondo, quizás hubiéramos abortado el proceso, porque se trata de la viabilidad. Recuerdo ahora mismo a los profesores Sainz, Calcagno, De Barbieri y la tesis de la viabilidad de los proyectos, es decir: ¿Era viable desde el punto de vista político iniciar el Gobierno ya con un proyecto profundamente revolucionario? ¿Había viabilidad política? ¿¡Cómo!? Con casi todo el Estado en contra. ¿Había viabilidad social? ¿Había viabilidad económica? No teníamos ni recursos para pagar sueldos. 408

— ¿En qué momento se rompe eso? ¿En qué momento se rompe ese estatus? — Se aprueba la Constitución, como sabemos; y luego viene la relegitimación, la segunda victoria, y luego la leyes habilitantes, que comienzan a poner los puntos sobre las íes. La Ley de Tierras, acuérdate que la quemaron por ahí en la calle; la Ley del Petróleo. Aquí vino no sé cuántas veces el embajador norteamericano con los altos representantes de la Exxon Mobil, la ConocoPhillips, la Chevron-Texaco; los ingleses con la Shell y no sé cuántas más. Y entonces recuerdo una conversación de un viejo y ex-amigo nuestro en su apartamento, me dijo: “Hugo, si no echas atrás las leyes habilitantes, viene un golpe...”. Le dije, ya a punto de amanecer: “Los esperaré, pero no voy a echar atrás esto. Esto es parte de la vida, aquí está empeñada mi vida...”. Entonces ahí se rompió todo, o sea, ahí comenzó de verdad la batalla, después de los escarceos iniciales del 99, del 2000, del 2001. 409


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