El Chávez que yo conocí

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Hugo en una esquina

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Carola Chávez (escritora-humorista)

bamos de regreso a Caracas ya no recuerdo de dónde, en esos días de campaña cuando los lugares se empataban unos con otros, días intensos que vivía yo cinematográficamente, tratando de grabar para siempre cada imagen, cada cara, cada palabra, cada silencio. Íbamos en la caravana presidencial hermanados en el acostumbrado atapuzamiento de la camionetica que nos llevaba. Cámaras, trípodes, mochilas, reposaban sobre nuestros cuerpos que en algún momento pedirían reposo, después de la victoria, porque reposar entonces era rendirse. Era de noche y habíamos trabajado duro, habíamos vivido intensamente otro día de campaña junto a un hombre infatigable, invencible. Pensábamos que la noche nos daría una pequeña tregua, un rato de sueño para poder seguir soñando. Estábamos ya a pocos metros de Miraflores cuando cambió la seña: “Al museo. Vamos al museo”. Se preguntaban mis compañeros qué íbamos a hacer a esa hora en el Museo Militar. Yo les dije que creía que no se trataba de ese museo, les confesé mi sospecha asombrada: “Creo que vamos a la plaza de los Museos, a la Ruta Nocturna, a la fiesta donde está esa muchachera esperando el lanzamiento del satélite Miranda”. Nuestras pilas a punto de caducar por el día ahora nuevamente recargadas, alertas,

esperando lo imposible, como es costumbre cuando uno anda por ahí con mi Presi, el Comandante de los sueños. Se detuvo la caravana, saltamos fuera de la camionetica que nos llevaba, todos a la vez por una sola puerta. Corrimos. Yo ya había aprendido a correr como una campeona siguiendo los pasos de mi Presi. Llegué casi sin aire a la esquina de Unearte, llegué casi de primera, medalla de plata, creo. Lo vi ahí parado, sonriendo, junto a uno de sus escoltas. Chávez en una esquina, tranquilo, como alguna vez leí que añoraba hacer Fidel. Como alguna vez dijo añorar mi Presi. La gente que pasaba no creía lo que estaba viendo, y por no creerlo, lo dejaron tranquilo por unos breves segundos, no más. Una muchacha me tocó el hombro y vi sus ojos que pedían que la pellizcara, que eso no podía ser un sueño. –¿Ese es el Presidente?– me preguntó. –¡Umjú!– respondí en voz bajita tratando de no responderle, tratando de preservar ese momento para mi Presi. No valió de nada. La duda se hizo certeza y luego avalancha. Como yo estaba cerquita quedé atrapada, felizmente, en medio de ella. Quedé en en círculo inmediato que rodeaba a mi Presi, quedé con los que seríamos aplastados intentando que no lo aplastaran, quedé en un sitio con vista a su co-

gote, lugar privilegiado para quien quería vivir esta historia de cerquita para luego contarla. Empezó la empujadera. Sentí lo que es no poder caminar con mis pasos. Aprendí a no luchar y dejarme llevar por los pasos de la multitud que nos llevaba. Subimos y bajamos escalones a ciegas. Por momentos, muchos momentos, mis pies no tocaban el suelo. La alegría y la sorpresa de los muchachos me hizo levitar a empujones que querían ser abrazos. Era una locura, nos estaban aplastando, iban a aplastar a mi Presi de tanto amor. Todos quería tocarlo, miles de manos querían sentir el contacto de un solo hombre. Una muchacha gritaba detrás de mi mientras me tironeaba de la camisa: “¡Quítate que quiero tocarlo!”, y yo que no podía quitarme: estaba cuidando a mi Presi de la euforia desatada, estaba cuidando a la muchacha de quedarse sin aire como yo me estaba quedando. Usé mi mejor arma y le di uno, dos, tres piadosos culazos. Descubrí que a culazos podíamos hacer camino hasta el aire que necesitábamos y al son de la música, a culazos fuimos avanzando. Entonces me venció la multitud y quedé fuera recuperando el aliento con mi mirada fija en el cogote de mi Presi mientras se alejaba. Me quedé junto a los muchachos que aplaudían emocionados creyendo por fin ese episodio increíble que estábamos viviendo. Vi a mi Presi perderse entre la muchachada. Cuando no lo vi más quise descansar un poco. Pensé que ya iba rumbo a Miraflores. Pensé mal. Desde la tarima anunció Alejandra Benitez que el Presidente estaba tomando un poquito de aire y que en breve estaría allí con nosotros. ¡Dios mío!, ¡yo tengo que estar allá con mi Presi y estoy aquí! Empecé a abrirme paso como pude, y pude. Llegué hasta las puertas cerradas del museo. Pedí que me dejaran pasar pero no me dejaban. Pedí, pedí, grité, grité, grité...entré. Como en una película, se abrió la puerta y me vi en el museo de noche, casi vacío. Ahí, sudada, desgreñada, llena de barro de pies a cabeza, con los lentes choretos, jadeante, ahí parada en medio me encontró mi Presi: –Mi Carola, ¿qué te pasó? –me dijo, aguantando la risa. –Te estaba cuidando –le contesté. Te cuidé a culazos, mi Presi. ¡Pum, pum! Culazo por aquí, culazo por allá… Me miró con los ojos chiquitos y brillantes de gozadera y soltó una carcajada. “Bueno, la verdad es que tienes con qué”. Me abrazo. –Tú esta loca, chica, tú estás loca. –¡Loco eres tú, mi Presi lindo! –le dije, loca de amor y él rió más todavía y me estrujó con un abrazó. –¡Vamos, pues! –nos dijo, y salimos. Salí del abrazo dulce. Lo vi subir a la tarima, vi a los muchachos celebrando. Lo vi regresar a casa mientras yo me quedaba ahí turuleta, con una inevitable sonrisa acalambrándome los cachetes. Ahí va mi loco lindo. El loco que se atrevió a soñar, que se atrevió a hacer posibles los grandes sueños de todos y que, aquella noche improbable, se atrevió a hacer posible su sueño de normalidad cotidiana de volver a ser un ratico, aunque fuera un breve ratico, Hugo parado en una esquina.


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Un antes y un después de Chávez Alí Rodríguez Araque

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o más resaltante de la llegada de Hugo Chávez al poder es que se estableció definitivamente un antes y un después. Como lo ha dicho Fidel con mucha propiedad: “El genio se salió de la botella y ya no hay nadie que pueda regresarlo”. El genio es el pueblo que ha saboreado el ejercicio del poder, su capacidad para decidir, cada vez más sobre sus propios asuntos, aun cuando esto es un proceso que apenas está en sus comienzos. Solo cuando los Consejos Comunales y las comunas estén plenamente asentadas en la geografía nacional y se articulen orgánicamente en todo el país, podremos afirmar que hemos dejado atrás el modelo estatal que fue vaciado en los moldes de la Cuarta República y que, en mi opinión, es el mayor obstáculo a vencer para poder avanzar con soltura hacia los grandes objetivos en los cuales tanto ha insistido el presidente Chávez y tanto reclaman los sectores más conscientes de nuestro pueblo. Por eso he afirmado, y lo reitero, que el proceso socialista en Venezuela será un hecho irreversible, cuando este cambio ocurra. Pero esto no es una cuestión formal de agrupar a la población en asambleas para la toma de decisiones. Es, sí, un paso muy importante, pero no suficiente. Todo depende del grado de conciencia democrática del pueblo organizado en las bases. Como sería un gravísimo error idealizar estos procesos –no olvidemos que los conflictos por el poder siempre están presentes y que, en Venezuela, la presencia de la renta incorpora, mucha veces, disputas por su distribución–, se requiere una fuerte presencia de control, en todos los órdenes, por la base popular organizada y su permanente ejercicio del poder de decisión. Y esto lleva tiempo, perseverancia, paciencia y mucho trabajo para lograrlo a plenitud, pues comprende, además, resolver el problema de la participación popular organizada en el proceso productivo.

Lo repito, no hay que olvidar aquella máxima de que son “las condiciones materiales de existencia las que determinan la conciencia social” y no al revés, aún cuando la explicación, la educación popular, contribuya a la formación de una conciencia en el pueblo. En nuestro caso, basta con detenerse a pensar un momento en lo que se requiere para ir sustituyendo una conciencia donde predomina el reparto de renta por una conciencia del trabajo y el esfuerzo productivo, que es lo mismo. Como me preguntas por la trascendencia de Chávez en el poder, quizás lo más importante entre tantos logros, como el restablecimiento de la independencia y la soberanía en la toma de las decisiones políticas del país, es que ese proceso de cambios cualitativos en el ejercicio del poder, todavía con muchas imperfecciones, ya ha comenzado. La tarea es avanzar, avanzar, avanzar, en esa dirección, aun con todas las dificultades que haya que vencer. En la medida en que las bases adquieran aún mayor conciencia y esta se transforme en organización viva, activa y eficaz, este proceso cobrará una fuerza indetenible e irreversible. Cualquiera puede preguntarse si el pueblo venezolano estaría dispuesto a aceptar impasible que le arrebataran sus conquistas, no solo en lo que se refiere a la mejoría notable en sus condiciones de vida, de salud, de educación, de alimentación, sino esa conquista de participar activamente en las decisiones y criticar abiertamente a sus dirigentes, sin que por ello sean reprimidos. Se ha llegado a tal grado de democratización que en la Constitución Bolivariana se consagró el derecho revocatorio de los cargos de elección popular; cada vez que el pueblo decida que sus mandatarios no están cumpliendo con el mandato otorgado por el voto, recoge una cantidad de firmas y pide la convocatoria de referéndum. Ya la oposición lo hizo para revocar el Gobierno de Chávez, pero perdió. El pueblo ratificó su mandato en el Comandante. Dime en qué país que se diga demo-

“Hoy la conciencia del pueblo venezolano lo ha colocado en tal posición que aquel que quiera arrebatarle los derechos conquistados se va a encontrar con una resistencia nunca vista”

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crático existe este derecho consagrado en su Carta Magna. Los primeros avances en el desarrollo del Poder Comunal indican que, en la medida en que ese proceso definitorio de un sistema socialista, avance, esta Revolución se irá haciendo cada día más irreversible, hecho que todavía no se puede dar por realizado. El único que puede hacerlo es el pueblo consciente y organizado ejerciendo la plenitud del poder. Por ello creo que esta es la más grande apuesta que ha hecho este proceso y que, en su éxito o fracaso, se juega la suerte del socialismo venezolano. En la sociología política existe el término de “ruptura del clima”. La toma de París por los revolucionarios de la Comuna fue una ruptura de ese tipo, aun cuando fuera derrotada. La insurrección popular de Moscú en 1905, pese a ser derrotada, abrió el camino para la triunfante de 1917. La derrota de la Primera República en Venezuela abrió el rumbo para el proceso de Independencia de América. El 26 de Julio en Cuba abrió la brecha para todo lo que ha ocurrido después. Y es exactamente lo que ocurrió en Venezuela con el 4 de Febrero, fue el gran catalizador del haz de contradicciones que cada día se hacían más críticas en la sociedad venezolana. De ello ya existen para estos tiempos sobradas evidencias. Fue un factor determinante en el triunfo electoral de Chávez, en su liderazgo y, una vez en el ejercicio del poder, la realización consecuente y sin vacilaciones de las transformaciones planteadas. Resumiendo podría decir que la trascendencia de Chávez radica en: haber retomado por la raíz el verdadero ideal bolivariano y haberlo llevado de manera muy pedagógica a la gran masa de venezolanos y latinoamericanos; haber asumido las banderas del socialismo cuando muchos ya lo daban por muerto; haber planteado una nítida política antiimperialista y, por tanto, de defensa intransigente de nuestra independencia y de nuestra autonomía para tomar nuestras propias decisiones sin aceptar interferencia externa alguna, de allí su decisión, desde un comienzo, de estrechar las relaciones con Cuba revolucionaria y con Fidel, rompiendo en parte el bloqueo criminal contra el pueblo cubano; su profunda convicción en la necesidad de la unión de Nuestra América, de la cual ha sido un apasionado propulsor; haber roto la dicotomía entre la Fuerza Armada y el pueblo que se miraban mutuamente como factores extraños y muchas veces contradictorios; y lo último en orden, pero de ninguna manera en importancia, haber despertado la esperanza en las grandes masas de que otro mundo es posible, de haber creado las condiciones para que, progresivamente, se eduquen en el ejercicio del poder para que este sea verdaderamente democrático. Hoy la conciencia del pueblo venezolano lo ha colocado en tal posición que aquel que quiera arrebatarle los derechos conquistados se va a encontrar con una resistencia nunca vista. Y me atrevo a decir que esto va más allá de nuestras fronteras.

Palabras de Alí Rodríguez Araque, secretario general de la Unasur, tomadas del libro Antes de que se olvide: Conversaciones con Rosa Miriam Elizalde. Editora Política. 2012. Pp 161-163


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Un poquito de mis recuerdos

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Mario Silva García (comunicador-moderador del programa La Hojilla)

n un día que hoy lamento no precisar, creo era 1995 o 1996, había una concentración considerable de personas frente al Samán de Güere en la Intercomunal Turmero-Maracay. Por curiosidad paré el carro y me bajé a ver qué sucedía. No tardé mucho en saber por qué tanta algarabía. Estaba allí, conversando y atendiendo preguntas y abrazos de mujeres, hombres, abuelas, abuelos, jóvenes y niños. Era el Comandante Chávez. Si puedo definir qué sentí en ese momento, solo recuerdo que irradiaba una enorme energía que regalaba ternura a quienes le rodeaban. Esa fue la primera vez que lo vi personalmente. Mi historia con el Comandante, debo confesarlo, ha sido uno de esos raros privilegios que tiene un hombre en la vida. Cuando comencé a escribir La Hojilla en Aporrea, jamás imaginé que el Comandante pudiera leer esa ráfaga de emociones que escribía de lunes a viernes descargando a los medios privados. Eran tiempos previos al Referendo Revocatorio. Estaba desempleado y tenía tiempo suficiente para escribir artículos, cuentos y dibujar algunas caricaturas. Mi querido y recordado camarada Giandoménico Pulitti me había publicado una recopilación de cuentos prologados por Roberto

Malaver. La venta de estos libros me permitiría llevar algo de comer a mis hijos y, por accidente, terminaría saliendo al aire en junio de 2004 por VTV con los compañeros Néstor Francia y Eileen Padrón. En el cierre de campaña para el Referendo Revocatorio, antes del 15 de agosto de 2004, nos invitaron a subir a la tarima porque el Comandante nos quería conocer. Ese día, cuando hacía su entrada, nos abrazó a los tres y con una confianza absoluta en sus ojos nos aseguró que los fascistas serían derrotados de manera aplastante. Esa fue la segunda vez que lo vi y, de nuevo, ahora con más fuerza, volví a percibir la enorme energía que irradiaba y esa inmensa ternura que nunca le abandonó. Tuve la suerte de hablar con él en varias oportunidades de lo humano y un poco más acá de lo divino. Su enseñanza, su pedagogía, su humor, su estricta disciplina en el trabajo, su inmensa comprensión ante nuestras carencias ideológicas y ese innato sentido de la estrategia me marcaron profundamente. Sin embargo, más allá del Chávez biográfico o anecdótico, está el hombre que se creció más allá de lo humano a niveles tan profundamente crísticos que poco me importa ahora quién pueda criticarme o acusarme de hereje. Detrás del Chávez alegre, disciplinado, cantor, reflexivo, político extraordinario, comunicador sin precedentes, hervía la inmensa necesidad de hacer justicia a niveles de desesperado calvario. No fueron pocas las veces que presencié su preocupación y extrema atención a esos pequeños detalles que no lográbamos percibir en medio de las conmociones que provocaba su presencia; observaba, localizaba y percibía el sufrimiento de una persona con una capacidad que jamás conocí en otro ser humano. Era tan natural en él la observación de eventos imperceptibles, que llegó a desarrollar el don de captar la mentira en esas pequeñas porciones o signos del comportamiento humano que atrapaba en una frase o en un gesto. Sin embargo, hasta el regaño a tiempo de un padre que espera recuperar a quien le mentía, esgrimía, amorosamente estricto, los argumentos necesarios para convencerlo de su error e, invariablemente, esos argumentos iban acompañados de explicaciones o razonamientos aplastantes imposibles de rebatir. Tenía una vitalidad extraordinaria para el trabajo. Uno de los hábitos que adquirí en mi trabajo fue el cambio de horario para descansar. El Comandante Chávez trabajaba hasta altas horas de la madrugada y no era extraño recibir una llamada suya a las dos o a las tres de la mañana, porque quería ampliar alguna información que había desarrollado durante el programa. Sus llamadas no eran periódicas, pero personalmente decidí, y hasta el día de hoy lo practico, dormir unas tres o cuatro horas diarias después de las cinco de la mañana.

El silencio de la noche y la vitalidad que te transmitían sus discursos, sus explicaciones tan detalladas y la enseñanza que te iba dejando, eran materia de estudio diario. El dormir se me convirtió en una pérdida de tiempo. Chávez era el libro necesario de consulta, incluso Chávez era la caja de pandora que retaba a la imaginación. Podías hacer mil análisis sobre una situación política, podías recrear mil escenarios y nunca atinabas el resultado final de sus decisiones. Siempre dije que era un estratega nato en el combate político. Era el ajedrecista perfecto. Podía manejar cincuenta jugadas probables adelante sin que el adversario lo percibiera. Aún hoy, sus más enconados adversarios no han entendido quién era el Comandante Hugo Chávez y qué triste y vergonzoso es observarlos creerse victoriosos con su muerte. Después de 21 años, la oligarquía no ha entendido que este país cambió. Hace cuatro años, me llamaron a Valencia para comunicarme que mi madre había entrado en coma. Había ingresado en el CDI de Chuao por complicaciones respiratorias y su cuadro clínico era grave. A las diez de la noche, mi amigo el médico cubano Nicolás Rojas me participó que mi madre no sobreviviría y que solo era cuestión de horas para que falleciera. Media hora después, el Comandante se comunicó conmigo para darme aliento. Poco antes de las cinco de la mañana del siguiente día, volvería a comunicarse conmigo para saber de mi madre y después de fallecer, una hora después, volvió a llamar para darme el pésame. Recuerdo que me ordenó tomar unos días de descanso y yo le contesté que estaría trabajando de nuevo el siguiente día. Mi madre nos había pedido que la cremaran el mismo día en que falleciera y no había mejor manera de mitigar el dolor que trabajando. Tres veces me llamó para saber de mi madre. Ese era Chávez, ese era mi Comandante. Dos días después, de su puño y letra, recibiría la carta más hermosa de apoyo que jamás había recibido en mi vida. Dos cosas le agradezco a Chávez con todo mi corazón. La primera, habernos regalado la oportunidad de sentir que la utopía es posible y que otro mundo es posible y, si bien es cierto que esa utopía ahora está en manos nuestras y estamos obligados a continuar su legado, también es cierto que su fortaleza será reflejo en nuestro pueblo para que no traicionemos ese legado. La segunda, es de carácter personal. Conocerlo a él y haber contado con su confianza es sencillamente extraordinario. Pero, por su apoyo, haber tenido la oportunidad de conocer a mi comandante Fidel, solo atino a decir como el poeta Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Finalmente: ¿Quién es Chávez? Chávez es el tripón que juega metras en la calle, Chávez es el viento fresco del llano, Chávez es la liberación de América Latina, Chávez es el amor que sentimos por nuestro pueblo y por los pueblos del mundo. Chávez es el café que nos tomamos en la mañana que nos anuncia un nuevo día, Chávez es Patria, es solidaridad, es humanidad, es la permanencia de la esperanza, es Bolívar, es el Che, es el llanto de un hombre al que le duele que el Comandante haya trascendido antes de tiempo. Chávez somos todos aunque le duela a la oligarquía. ¡Hasta la Victoria siempre, Comandante!


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También era dueño de un carisma individual nato. Poseía un discurso político consistente y una férrea disciplina que le venía de su forja de soldado, de sus ideales patriotas. Hombre joven y enérgico, arrojado y valiente. Y además de ello, con una entereza moral que pone de manifiesto con la gente sencilla del pueblo, con los trabajadores y obreros, con los campesinos y jóvenes, a quienes no puede decir nunca una mentira. Estas fueron las cualidades esenciales que advertí en él aquella tarde de 1994: fue entonces enorme, hasta lograr que ducarisma, convicción, dominio del verbo, rante el gobierno de Caldera este le indulvalentía. Cualidades que quedaron demostara. Chávez comienza entonces a recorrer tradas en los años posteriores, cuando contodo el país. quistó la Presidencia de la República con Pues bien, como venía diciendo, estábaun amplio margen de votos. mos en aquella plaza frente a Hugo Chávez, Lo otro que admiré siempre en Chávez que en ese momento comienza a pronunciar fue su organización mental, su capacidad unas encendidas palabras donde evoca el de trabajo y su ansia de conocimiento. No ideario bolivariano, recuerda las luchas lise dio tregua para lanzar ideas a la arena beradoras de los pueblos por un lado, y por pública, para discutirlas, debatirlas o reaotro hace énfasis en la decadente realidad lizarlas venciendo los obstáculos presentade aquellos días, en que el gobierno de Caldos, desde el mismo momento en que se efecdera fue incapaz de dar respuestas efectivas tuó el referéndum para realizar una nueva a los problemas de la gente; sus políticas Constitución, y después para ir montando, siguieron siendo ineficaces para detener la sin pausa ni sosiego, cada uno de los promaquinaria de corrupción, burocratismo, yectos revolucionarios sobre la legalidad de estatismo productivo, complicidades autoesa Constitución, con un sentido práctico máticas entre banqueros y empresarios que impresionante. Y ello lo logró, creo, porque desangraron las arcas de la nación. Nos dijo tuvo una fe inmensa en lo que estaba haChávez en aquel discurso a los allí presenciendo, supo conformar equipos oportunos tes que hacía falta ir construyendo un nuede trabajo y, también, por supuesto, porque vo movimiento popular que aglutinara las entendió la naturaleza auténtica del fenófuerzas para un cambio radical en Venezuemeno político; entendió no sólo que la polítila, un movimiento revolucionario. Nos habló ca es el arte de la negociación oportuna en del socialismo necesario y del papel que deel momento oportuno, sin perder el sentido bíamos asumir los venezolanos y venezoladel momento histórico ni nas para vencer los viejos subestimar a los contenesquemas de producción, de organización social y “Lo que decía no solamente dores políticos; al contrario, a estos los amplificó de compromiso político. era verdad, sino que, para observarlos mejor. También nos mencionó Por ello mismo, habría la necesidad de salir de la además, lo hacía con un que considerar a Chávez dependencia económica poder que implicaba de un fenómeno político, indel imperialismo estadounidense y europeo. inmediato la determinación cluso como un monstruo político, en el sentido de A medida que sus palade actuar, incitando que hizo una praxis polítibras fluían, más gente se ca sobre la marcha, diseñó iba congregando ahí, más a la rebelión, a una la convicción en su ideal a personas se iban acercanpartir de circunstancias do, hasta que se duplicó transformación de fondo concretas, sopesándolas su número; ahora había del estado de las cosas” sin menospreciar ninunas cuarenta o cincuenguna de ellas, sin poner ta, no lo sé bien, pero sus ninguna por debajo de la palabras llenas de convicotra. Y esto le dio unos resultados sorprención tenían inmenso poder y nos hacían redentes cuando se cercioró, por ejemplo, que flexionar, estaban inspiradas en ideas muy sin el buen uso de los medios, las ideas no elevadas y claras. Muchos allí comenzamos pueden proyectarse debidamente. Por eso a levantar los brazos y a entonar vivas, a se advierte en él a un gran comunicador, gritar consignas por la nueva patria. Me a un excelente periodista y a un inmenso quedé impresionado por la efectividad de narrador oral, a un hombre que pudo estar aquellas palabras, lo que estas lograban frente a una cámara o una multitud todo el mover en la gente, la capacidad de conventiempo que fuese necesario. cimiento que poseía y las acciones visibles Por último, y acaso esto sea lo más imporque suscitaban. Fue aquella la primera vez tante, es el impresionante desprendimiento que lo vi y oí en persona. material de este hombre, que sacrificó su Lo otro fue su manera de relacionarse con vida personal en favor de un sueño colectila gente. Estableció una identificación autovo. Cuando alguien llega a comprender y a mática con esta. Lo que decía no solamente llevar a la práctica esto, y ese alguien tiene era verdad, sino que, además, lo hacía con las cualidades de Hugo Chávez, pudiera deun poder que implicaba de inmediato la decirse, con la mayor honestidad posible, que terminación de actuar, incitando a la rebelión, a una transformación de fondo del essu vida no habrá sido en vano, que habrá tado de las cosas. Esa fue quizá la primera valido la pena vivirla y volverla a vivir e virtud que advertí en él: pensamientos hiincluso inmolarla si fuera necesario, como lados y pronunciados con profunda persuaél lo hizo, para que los sueños de libertad sión, palabras que despiertan movimientos y emancipación sigan creciendo en las nueprofundos en el interior de nosotros. vas tierras de América.

Mi imagen personal de Hugo Chávez

Gabriel Jiménez Emán (escritor-director de la revista Imagen)

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ba yo subiendo a pie por la avenida Panteón, en Caracas, a reunirme con mi hermano Ennio en el Foro Libertador, donde está la sede la Biblioteca Nacional. Era una tarde del mes de julio del año 1994. Antes de llegar al Foro tomé un café en una panadería cercana y seguí mi camino, subí las escaleras que conducen a la Biblioteca y al llegar arriba me encontré con un grupo de personas en una pequeña plaza donde ahora está una escultura del poeta Omar Khayyam. Entonces oí que algunos de los allí presentes decían: “¡Oigan, ahí el Panteón está Hugo Chávez ahora!”. El Panteón estaba cerca de ahí, y decidí ir a ver si podía conocerlo en persona. Caminé hacia la plaza grande que está frente al Panteón y lo vi rodeado de un grupo de personas. No pasaban de quince o veinte, y se turnaban para preguntarle cosas. Venía Chávez de salir del Panteón, donde se encontraba visitando la tumba del Libertador. Una mujer le preguntó a qué se debía su presencia allí ese día, y él le respondió diciendo que deseaba tener siempre fresca la imagen de Bolívar, que eso le daba fuerzas para continuar su lucha. Chávez había sido puesto en libertad hacía pocos meses de la cárcel de Yare, donde había sido enviado por haber dirigido la rebelión del 4 de febrero de 1992, hecho del que asumió la responsabilidad de manera pública. Durante los dos años que Hugo Chávez había pasado en prisión seguía contando con buena parte del apoyo popular, popularidad que fue creciendo más y más a raíz de la pésima conducción del gobierno que había hecho Carlos Andrés Pérez, cuyo momento crítico desembocó en El Caracazo, y a consecuencia de lo cual Rafael Caldera ganó las elecciones al siguiente año. El clamor popular para la libertad de Chávez

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Chávez, héroe de la Patria Grande Isidoro Hugo Duarte (librero y comunicador)

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ste martes 5 de marzo, a las 4:25 de la tarde, partió Chávez. El pueblo venezolano, acompañado de los pueblos del mundo, llora y honra con amor a este inmenso hombre. Deseo compartir parte de lo que escribí en 2010 en ocasión de un evento y complemento ahora. Hace 35 años llegué a este país, para protegerme de la brutal dictadura instaurada en Uruguay, régimen que fue parte de un rosario de dictaduras impuestas por las potencias mundiales y sus asociadas: las oligarquías criollas. Este pueblo me acogió, como lo ha hecho con cientos de miles de refugiados, como solo los venezolanos saben hacerlo. Recuerdo el primer día que llegué a Caracas, perdido y desolado en una parada de autobús; consulté a una señora cómo hacía para llegar a determinado lugar… Me explicó que subiera al autobús al que ella iba a subir y, ya a bordo, cuando fui a pagar el boleto, el encargado me contestó, ya está pagado, aquella señora lo hizo. Esa señora, que nunca olvidaré, fue y es el símbolo de la generosidad y la solidaridad de este pueblo. Durante años viví en la rutina de la sobrevivencia, trabajando duramente para obtener empleo, los papeles de residencia, y en el camino de los libros, formé una librería y una pequeña empresa de distribución con mis hijos. Durante años los antiguos sueños de lucha social eran más que nada soliloquios entre algunos camaradas. Todo parecía muerto, y así pasaron los años. Pero este pueblo, cargado de tanta historia podía reivindicar su historia magnífica, la que había engendrado a figuras monumentales, los Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Francisco de Miranda, Rafael Urdaneta, Simón Rodríguez –nuestro Robinson–, José Leonardo Chirino, Manuel Gual, José María España y tantos otros que conforman una impresionante pléyade. Pero todos ellos, seres magníficos, no hubieran podido serlo si no hubiera un pueblo, que en un momento histórico los hubiera parido, convirtiéndolos en sus dirigentes para la hechura que la circunstancia exigiera. La estatura que había alcanzado este pueblo en su combate por la independencia de la colonia española a principios del siglo XIX, cuya enormidad le permitió liberar a otras cinco naciones, resurge nuevamente a fines del siglo XX y en este siglo XXI para parir otra figura, convertida en fundamental en la historia venezolana y de América, Hugo Chávez Frías. Chávez, síntesis acumulada de la valentía, la voluntad, el espíritu de sacrificio, el talento, la abnegación y el patriotismo que en esta época, nuevamente, ha generado el pueblo para cumplir con los designios fundamentales de salvar

a la nación y convocar a la unión de nuestro continente. ¿Cómo viví esto? Estando yo de visita en La Habana en 1992, en la mañana del 4 de Febrero me entero por el informativo del levantamiento militar. Disponiendo solamente de ese dato, y víctima de la dictadura militar de los 70 en Uruguay, me estremecí. Regresé inmediatamente. Y lo escuchamos, en aquella declaración que aceptaba la derrota militar, pero proclamaba la lucha y el triunfo futuro. Esa fue la señal: estos no son unos militares golpistas –pensé– este no es un golpe militar de la Escuela de las Américas, esto es una insurrección en toda regla, ha germinado por largo tiempo basado en una corriente de pensamiento patriótico y social, y en lo inmediato responde a una insurrección inclusive contra unas Fuerzas Armadas usadas como instrumento de represión de su propio pueblo. Y nuevamente sentí que renacía, que no estábamos muertos, que comenzaban a izarse las banderas, había nacido la revolución. Desde ese día la batalla ha sido diaria. Poderosas roscas, que actúan con planes y objetivos comunes, hace años que han concentrado sus baterías contra Chávez. Puesto que a Chávez lo hemos engendrado nosotros, que le hemos asignado esa enorme responsabilidad de ser pueblo gobernando, asumamos el ejemplo de Chávez: vivir para esta revolución y no vivir de la revolución. Asumir que somos agentes bolivarianos para proteger la revolución ante cualquier acto contrarrevolucionario, proteger y apoyar la impresionante obra social, económica y de independencia. Y efectivamente, con la dirección magistral de Chávez se vencieron mil batallas, que alcanzaron sus hitos mayores con los Golpes de abril de 2002, y diciembre y enero 2003, diversas guarimbas, militares activos alzados en una plaza pública, más de 200 paramilitares colombianos traídos por la oposición para provocar violencia y terror, todo con la plataforma de los medios privados promoviendo disturbios y desestabilización. La enorme fuerza de Chávez, su talento, su comunicación con su pueblo, en sus continuas alocuciones y en su Aló Presidente. Al respecto tuve la enorme dicha de conversar por teléfono con Chávez en un Aló Presidente. Su desbordante talento incluía el don de la conversación, y los minutos se extendieron en un diálogo que significó para mí una condecoración. Mi esposa Marialcira me manoteaba el teléfono, porque quería hablar con Chávez, y tuvieron una charla ingeniosa, con el tema de los libros, otra pasión del Presidente. Chávez es, para mí, y para millones, grande entre los grandes. Quizás algunos no tengan aún conciencia de su estatura, de su legado, de su importancia porque lo tuvimos acá cerca, compartimos con él tiempos y espacios de

forma cotidiana. Porque cuando hablamos de los grandes hombres de la Historia, lo que nos han enseñado en las aulas, leído en nuestros estudios, que permanecen en los libros y en la memoria de la humanidad, los sacralizamos y no siempre llegamos a percibir que hemos sido contemporáneos de un tiempo histórico y de un hombre de la misma estatura que los sacralizados que construyó Patria, siendo historia viva. Porque lo que él hizo, es historia viva, la que disfrutamos en los bienes sociales cotidianos del pueblo, en el orgullo de ser venezolanos, en la comprensión que los pueblos superan fronteras por el sentimiento del internacionalismo solidario, en la defensa de la soberanía y de la independencia de las potencias imperiales, a quienes les contestó sin inhibiciones y denunció sus crímenes en el mundo, con el lenguaje adecuado para que supieran que los tiempos de bucaneros soberbios se habían terminado; porque con él nacieron generaciones de oro, porque con él se formaron conciencias políticas, ideológicas y éticas, que generaron cuadros y equipo de gobierno, de compromiso y capacidad, que permite continuar su obra. No es un sacrilegio sentir que está a la altura de los más grandes de la historia de la humanidad. No es un sacrilegio sentir que puede estar sentado en la cima de las más altas glorias, al lado de Túpac Amarú, Guaicaipuro, Bolívar, Sucre, Miranda, Artigas, San Martín, O´Higgins, Zamora, y todos los más grandes de los pueblos del mundo. Eso es Chávez. Hugo Chávez, héroe de la humanidad, que está junto a nosotros marcando una impronta de bien a nuestras propias vidas. ¡VIVA CHÁVEZ!

“Chávez, síntesis acumulada de la valentía, la voluntad, el espíritu de sacrificio, el talento, la abnegación y el patriotismo que en esta época, nuevamente, ha generado el pueblo para cumplir con los designios fundamentales de salvar a la nación y convocar a la unión de nuestro continente”


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Hugo Chávez. Cómo lo entiendo desde la razón y desde el corazón

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a relación de la gente con Chávez pasa por profundas experiencias. Todos tenemos algo que contar porque su impresionante personalidad, la fuerza, la energía, amor, irradiaba a su alrededor. Yo hablo desde la simpatía y la admiración. Y desde el afecto. Son muchas las anécdotas atesoradas y compartirlas nos consuela aunque sea un poquito de su partida tan anticipada. En el 99 yo no voté por Chávez. Aún creía en todo lo que los medios comerciales decían. A pesar de tener 37 años y ser periodista, para mí, las cosas no existían si no las validaban los medios. Veo hacia atrás y pienso en cómo hemos cambiado, cómo han cambiado las cosas, para bien, aún para quienes no entienden la dimensión de Chávez, aún para quienes lo adversan activamente. En el 99, como decía, era completamente ignorante en asuntos de política. Como Marialcira Matute muchos venezolanos, no me sentía intere(periodista-conductora sada en el tema. La política era para otros. de La Librería Mediática) Me pareció, sin pensarlo mucho, que votar @MarialciraMatuT por Proyecto Venezuela era de lo más adecuado para el país. Y ganó Chávez.

Las primeras veces que vi a Chávez, no en pantalla ni en un afiche sino ahí, cerquita, trabajaba en la Biblioteca Nacional (BN). Era el año 2001 y compartía espacios institucionales a los que Chávez asistía y yo también, para cubrirlos por razones de trabajo. Hasta esa época creía que era verdad aquello de que le iba a freír las cabezas a los adecos, que era malo, que iba a venir a matarnos a todos y había que tenerle miedo, pues. Pero comenzaba a dudar de lo que tanto decían de él en los medios. Para ingresar como Directora de Comunicaciones de la BN no me habían pedido, como suponía, el carnet del MVR. Fui convocada a un concurso de credenciales en el que participé junto a otras personas optando al cargo. Durante mi paso por la BN jamás me indicaron qué debía decir o hacer políticamente, ni me obligaron a hablar bien de Chávez. Nadie me obligaba a nada. No había órdenes y mucho menos sugerencias de participar en marchas o actos políticos, como uno suponía y le decían en los medios que actuaban en las instituciones del Estado. En esa época conocí a mi esposo, Isidoro Hugo Duarte, exiliado en Venezuela desde

hacía años, a donde había llegado como perseguido de la dictadura uruguaya y que pertenecía al “Comité Bolivariano Artiguista”. En ese comité solo había personas respetables, uruguayos que defendían al proceso bolivariano porque lo entendían. No veía por ningún lado las “hordas chavistas” violentas de las que siempre me hablaban los conocidos de mi entorno. Las dudas en torno a lo que había creído hasta el momento crecían. Trabajé un año en la Biblioteca, así lo acordé cuando ingresé a esa institución. Fue una experiencia que me hizo aprender y crecer como profesional, porque quería seguir luchando por lograr los espacios para La Librería Mediática en medios, y por ello, en marzo de 2002 dejé de estar en ese cargo. A partir de ese año, La Librería Mediática fue logrando sus espacios en los medios del Estado. El golpe de Estado de abril de 2002 me abrió los ojos, como a tantos venezolanos. La violencia de ciertos sectores, los abusos irrespetando la decisión mayoritaria de los votantes que habían elegido a Hugo Chávez, las mentiras de muchos medios. Recuerdo perfectamente ver en TV a Pedro Carmona leyendo su fatídico decreto y la comparsa de abusadores que lo respaldaban con vítores, yo pensaba: ¿Y quién los eligió a ellos? Y me decía: qué tarde me di cuenta de que estaba engañada. Chávez no era el violento, el dañino. Eran los otros. Era cierto todo lo que Isidoro me explicaba. Con la retoma del poder, retoma en la que Isidoro participó luchando en la calle cada día desde su pequeña trinchera, decidí apoyar a Chávez como una ciudadana cualquiera y como periodista con los medios a mi alcance. Aprendí a estudiar historia, a interesarme por la política, a leer entre líneas, a argumentar y defender mis ideas. A partir de allí Chávez contó con mi voto en cada evento electoral, con mi apoyo en cada oportunidad en la que pudiera hablar de Venezuela y lo que aquí sucedía, en cualquier sitio donde estuviera, esas verdades siempre tan diferentes de las que nos contaban ciertos medios. En 2004, Isidoro y yo le enviamos un libro con su hija María Gabriela, que visitaba la Feria del Libro. Días después, suena el teléfono. Creyendo que es mi esposo haciéndose pasar por Chávez agradeciendo el libro, le digo al interlocutor que se presenta como Hugo Chávez: “¡Ah, que gafo, Isidoro, qué Chávez ni que Chávez, deja la broma!”…Y el Presidente con su buen humor va y me dice: “No, mija, que soy Chávez, yo llamé primero al caballero, no creas que te estoy echando los perros, yo llamé al caballero a su teléfono pero es que él no atendía, quería agradecerles el libro…” Durante veinte minutos hablamos


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nos dijo: “Me da mucho gusto compartir de libros, cantamos, bromeamos… Le dije con ustedes el amor a los libros”. que quería entrevistarlo para la librería. Me quedé con las ganas de entrevistarlo, En 2004 votamos apoyándolo en el refehabía reservado para él el programa 500 de réndum ratificatorio. Luego vino 2005, una La Librería Mediática de VTV que ya va prueba de fuego. Lo tendría frente a frencasi por 600 emisiones. En su memoria sete, en la entrega del Premio Nacional de guiremos haciendo el esfuerzo de mantener Periodismo, que recibiría por “Los libros vivo y presente al libro en y la radio”, La Librería los medios, defendiendo Mediática en RNV. Lue“Se han escrito y se la libertad creativa de la go de haber tenido tantas que siempre hemos goexperiencias, después de seguirán escribiendo zado para hablar de tohaber pensado y reflexiodos los libros, buscando nado tanto, iba a tenercientos de libros sobre nuevos espacios y nuevos lo cerca, iba a recibir el Hugo el hombre, canales de divulgación, premio de él. Conservo el para seguir el ejemplo del video, las fotos. Lo único el lector, el Presidente, entusiasta promotor de que se me vino a la cabeel estadista. Quizás algunos lectura que ha sido Hugo za al tenerlo al frente fue Chávez. que tenía que abrazarlo y recién ahora comienzan a En estos días Isidoro y agradecerle tanto amor al yo tuvimos la oportunipaís y a los libros. Cómo comprender la importancia dad de hacer un prografue divertido ese día, tode su legado. Algunos ma en vivo en su homenados los amigos en Miraje en VTV, el 9 de marzo, flores acompañando a los no podrán comprenderlo otro en La Radio del Sur ganadores del premio y nunca. Pero el pueblo, y otro en RNV. Además, gritaban: suéltalo, suéltalos compañeros del Sibci lo que aquí está tu espolos pueblos del mundo, nos hicieron el honor de so, y Chávez bromeando, contento con todos. Qué lo comprendieron siempre” invitarnos a conducir un especial, junto a estudiodía inolvidable. sos del tema, para hablar Otra inolvidable expea padres y maestros de cómo afrontar el riencia personal: en el Aló Presidente 262, duelo, cómo promover la paz y la toleranen 2006, en el que participamos telefónicacia en ambientes escolares, cómo sobremente, Isidoro mi esposo habló con él de llevar los sentimientos colectivos que la geopolítica, de historia, una larga converpartida de Hugo Chávez ha generado en la sación de un Presidente y un ciudadano, población. otra de las tantas formas de la democraVivimos días de dolor y también de gran cia participativa, de la que fue campeón. conciencia. Hemos sido contemporáneos y Y yo me incorporé a la conversación con compartimos de cerca, aún cuando haya los proyectos de La Librería Mediática. Él

sido a raticos, con un grande de Nuestra América. Cada vez que lo recuerde, acompañaré ese recuerdo con una sonrisa y con su imagen siempre rodeado de libros, cantando, bromeando, planificando, siendo el gran estratega que supo ser para hacer todo por su país. Porque a un echador de broma tan lleno de vida, a una persona tan buena nota a quien la vida le jugó una mala pasada, y nos la jugó a nosotros también por dejarlo ir tan pronto, no podemos recordarlo con llanto. Recordaré su voz clarita las tres o cuatro veces que me nombró, que lo vi, en una feria, en un evento y que hablamos personalmente. Con su chistecito de cantar al ver a mi esposo el consabido “Epa, Isidoro”. Y el abrazo fuerte que pude darle esa vez, en Miraflores, durante la entrega del Premio Nacional de Periodismo. Esta Venezuela que se puso de pie para ser más digna, más inclusiva sin excluir, ha tenido y tiene a Chávez como un legado con todo lo que significó y significa para nuestro país y para el mundo. Quisiera que todos lo mantuviéramos siempre vivo en el recuerdo. Vivo y contento. No tengo el consuelo de una creencia religiosa que me permita pensar que hay un mundo en otro plano donde podremos encontrarnos, ni que regresará reencarnado en otro cuerpo. Creo en la vida, que es lo que conozco y experimento. Solo sé que la muerte es una certeza que viene naturalmente de la mano con la vida y que se asoma, para tocar a unos primero y a otros después. Mi único consuelo ante la muerte es enfrentarla con la vida vivida intensamente y con el mantener a mis afectos vivos en el recuerdo. Hablar de ellos en presente. Se han escrito y se seguirán escribiendo cientos de libros sobre Hugo el hombre, el lector, el Presidente, el estadista. Quizás algunos recién ahora comienzan a comprender la importancia de su legado. Algunos no podrán comprenderlo nunca. Pero el pueblo, los pueblos del mundo, lo comprendieron siempre. Así que yo voy a recordar a Hugo como lector. Lo voy a seguir tuteando y sonriendo cuando piense que ahí está, en algún sitio de mi mente, de las mentes y los corazones de quienes sentimos afecto por él, ese lector cómplice y curioso, maniático de sus libros, ese que se nos fue tan pronto, que dejó tanto, que nos enseñó a ser más auténticos, más felices, menos protocolares, más humanos y más orgullosos de nuestra venezolanidad relacionada como nunca con el mundo. En mi recuerdo lo tendré presente, siempre buscando el tiempo y la forma de leer siempre y leer de todo, satisfecho de su paso por el mundo, libre. Feliz.


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Chávez y el 4F Gonzalo Fragui (poeta y editor)

“Esa política de electroshock que significó el levantamiento del 4 de febrero fue sin duda algo doloroso pero necesario. La patria agonizaba”

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a madrugada del 4 de febrero de 1992 nos llamó una amiga. Pidió que prendiéramos el televisor porque había un levantamiento militar. Nosotros no teníamos televisor y ni siquiera un radio. La amiga entonces ponía la bocina a su televisor y así nos fuimos enterando de los acontecimientos. Ya no pudimos dormir más y nos mantuvimos en ascuas hasta que un militar de apellido Chávez apareció por la televisión y dijo el famoso “Por ahora”. Después nos invadió un sentimiento de frustración, de pena, por el fracaso del levantamiento. No sabíamos quiénes eran pero la intuición política nos decía que podía ser la posibilidad cierta de un cambio verdadero. Era la única oportunidad. Por los votos estábamos perdidos, con una izquierda dividida, atomizada. En las elecciones de 1978, cuando yo me estrené como vo-

tante, el partido Comunista no sacó ni el 1% de la votación, y eso que nuestro candidato era uno de los mejores periodistas y escritores venezolanos, Héctor Mujica. A pesar del fracaso, sabíamos que el levantamiento había sido una campanada. La propuesta bolivariana de los rebeldes tuvo un callado eco en la población venezolana. Dejaba en claro algo. Indicaba cuál era el camino: Bolívar. Bolívar, pero sin abandonar las propuestas marxistas, con todo y las equivocaciones que Marx había escrito sobre El Libertador. En 1983 la Juventud Comunista de Venezuela me envió a La Habana. Una de las misiones era entrevistarme con Francisco Pividal Padrón, exembajador de Cuba en Venezuela, un estudioso de Bolívar, y autor, entre otros, del libro Bolívar, pensamiento precursor del antimperialismo. Pividal nos

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recibió en franelilla en su humilde casa. Nos dijo casi molesto que no entendía a los venezolanos. Los cubanos tenían a Martí y habían hecho una revolución martiana, los nicaragüenses tenían a Sandino y acababan de hacer una revolución sandinista, y los venezolanos, que teníamos al hombre más grande de América, qué estábamos esperando para hacer una Revolución Bolivariana. Al regresar a Venezuela, Bolívar caminaba vivo por todos los caminos. Alí Primera y su canción bolivariana, los grupos artísticos y la Campaña Admirable, el Movimiento Popular Bolivariano. Pero ese impulso, producido por el Bicentenario del Libertador, no fue suficiente. Sentíamos que no avanzábamos. En el 83 volvimos a perder las elecciones con José Vicente Rangel. En el 88 dejé de votar. La desesperanza empezó a invadirnos. Yo me preguntaba, igual que el hermano del poeta Cruz Salmerón Acosta: “¿Será que me voy a morir y Venezuela no va a tener un gobierno digno?”. Pero un río subterráneo corría silencioso por las entrañas de las Fuerzas Armadas. Mientras un sector de los militares masacraba a la población, otro sector, un grupo de compañeros con pensamiento bolivariano, organizaba un movimiento que proponía sacudir al país, cambiar la Constitución que solo defendía los intereses de los poderosos, emprender un proyecto que incluyera a las grandes mayorías excluidas y establecer el verdadero Poder Popular. Esa política de electroshock que significó el levantamiento del 4 de febrero fue sin duda algo doloroso pero necesario. La patria agonizaba. Yo no conocía a ese militar que dio la cara por televisión y asumió la responsabilidad del movimiento. Solo supe que era llanero. Entonces recordé la carta que Pablo Morillo le escribiera a Fernando VII en diciembre de 1820, en la que le explicaba que esos llaneros, pata en el suelo, descamisados, que acompañaban a Bolívar y a Páez, eran invencibles. Después le decía: “Deme veinte mil llaneros y le pongo Europa en sus manos”. Es verdad que el 4 de febrero de 1992 no significó el triunfo inmediato de una revolución, como tampoco lo fue el 19 de Abril de 1810, pero fue un despertar. La patria dormida y los venezolanos resignados vieron que otro camino era posible. Que había una esperanza. Todos constatamos que la gran comilona de los sectores poderosos, poder económico, financiero, político, religioso y militar, no era intocable. Yo desconfiaba de los militares contemporáneos. En realidad admiraba a pocos, a Ho Chi Minh, al Che, a Fidel, a Tomás Borge, y eso porque eran poetas. En mi país veía con tristeza cómo las fuerzas armadas no tenían nada que ver con el glorioso Ejército Libertador de la gesta independentista. Del pasado no quedaba nada, apenas una lamentable fuerza armada con militares que estaban para defender los intereses económicos de los poderosos, para reprimir al pueblo, para masacrar estudiantes, para proteger campos de golf y quintas privadas con piscinas, una fuerza armada para ser pisoteada por barraganas, una fuerza armada que se desvivía por mantener una corrompida “democracia de cogollos”, que se caía a pedazos, una fuerza armada para entregar el país a potencias extranjeras y no para defender la soberanía de la patria. El 4 de Febrero de 1992 re-vivió Venezuela.


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“Con los ciudadanos de Chávez quiero yo mi suerte echar”

José Pertierra (abogado)

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uiero hablarles brevemente sobre Chávez, el hombre. Nació en 1954 en Sabaneta de Barinas. Un pequeño pueblo con solamente tres calles de tierra. Hugo fue el segundo de 6 hermanos. Su familia era tan pobre que no tenían suficiente dinero para comprarle zapatos al niño. Su abuela Rosa Inés lo llevó a su primer día de escuela con unas alpargatitas. Su tía cuenta que el maestro no lo dejó entrar a la clase y lo mandó a la casa, hasta que su familia encontrara la manera de comprarle unos zapatos. El presidente Chávez recordaba que no tenía juguetes cuando era niño. Junto con su hermano mayor, Adán, inventaba juegos imaginarios con juguetes imaginarios. Imagínense ustedes eso. Cuando me preguntan los estadounidenses por qué hay un desborde de emociones tras la muerte de este hombre, les digo que los venezolanos de a pie se identificaban plenamente con su Presidente. Como lo expresó la autora del libro Chávez Nuestro, “el mestizaje, la diversidad de influencias políticas, el peso de la historia en cada ángulo de sus decisiones y un origen profundamente popular, hacen de Chávez una especie de compendio del venezolano”. Dedicó su vida a darle voz a los silenciados, y dignidad a los humillados. Creó las Asambleas de Barrio y apoderó al pueblo para que participaran en una gesta democrática. Gracias al presidente Chávez, los

venezolanos debaten todo y todo el tiempo. Por la primera vez en su historia, los venezolanos saben qué es gobernar por sí mismos. El Presidente Chávez se refería siempre a sus compatriotas como hermano, camarada o ciudadano, y así comenzaron a llamarse entre ellos los venezolanos humildes y los representantes del pueblo. Una trabajadora en Caracas resumió qué representó eso para el pueblo. Dijo ella: “¿Ciudadanos? Antes de Chávez, ni siquiera sabíamos que éramos seres humanos”. Ese, hermanos y hermanas, es el legado del Presidente. La Revolución Bolivariana ha reducido dramáticamente la pobreza en Venezuela, casi eliminado la miseria, y ha erradicado la analfabetismo. Las riquezas petroleras de Pdvsa están ahora al servicio del pueblo y no para las multinacionales petroleras, que anteriormente saquearon al país y pagaban una tarifa de solamente 1% por los miles de millones de dólares que ganaron. La Revolución creó las Misiones en todas partes del país, para proveerle atención médica gratuitamente a millones de venezolanos. Una vez fui como pasajero en un avión de La Habana a Caracas. En el vuelo iban más de un centenar de pacientes venezolanos de escasos recursos. Regresaban a la patria después de haber recibido asistencia médica gratis en Cuba. Muchos llegaron ciegos a La Habana. La Misión Milagro les restauró la vista.

“Su abuela Rosa Inés lo llevó a su primer día de escuela con unas alpargatitas. Su tía cuenta que el maestro no lo dejó entrar a la clase y lo mandó a la casa, hasta que su familia encontrara la manera de comprarle unos zapatos”

Nunca olvidaré ese viaje. Los pacientes que hacía pocos días no veían, ahora lloraban ante el panorama de las nubes cuando el avión cogió vuelo. Aplaudían al ver las aguas verdeazules del Caribe. Cantaron durante el viaje entero y mientras aterrizaban, corearon “Gloria al Bravo Pueblo” y terminaron con gritos de “Gracias Chávez, Gracias Fidel, Gracias Venezuela, Gracias Cuba”. Eso, amigos míos, es Revolución. Es verdad que el presidente Chávez les caía mal a algunos. Lo odiaban el gobierno de los Estados Unidos, la oligarquía venezolana y los medios de prensa que ellos controlan. Pero recuerdo al Presidente decir varias veces que si no hay oposición, no hay Revolución. Y el Presidente Chávez hacía Revolución. Tras asumir el poder habría sido un politiquero cualquiera de América Latina, pero el presidente Chávez nunca aceptó la mediocridad. Era un líder, un revolucionario, el Simón Bolivar de esta época. Luchó por una América Latina unida. Soberana. Libre del dominio de España y de los Estados Unidos. Era un Presidente poco convencional. Lloraba, cantaba y comía arepas con su pueblo. Se reía a carcajadas como cualquier hijo de vecino y le daba la contraria a todas las reglas del protocolo diplomático. Era simplemente muy humano. Algunos banqueros, empresarios y oligarcas no se tragan a un líder de esa estirpe natural, pero el pueblo sentía su sinceridad, su humanidad, su gracia y su alegría.


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Domingo 17 de Marzo de 2013 Acostumbraba a interrumpir sus discursos Bueno, hermanos míos: el presidente con cálidos saludos a los venezolanos que Chávez se ha multiplicado. Hoy, juntos, tohabía conocido durante sus recorridos por dos somos Chávez. Está en los corazones el país. “Hola Pepe. Un saludo para Pepe de millones de nosotros. Pero como dijo en Barquisimeto”, o “Gladys, en Petare, el presidente Nicolás Maduro el otro día vamos a terminar aquel en Caracas: “Solo somos proyecto”. Chávez si estamos uni“En la muerte, el presidente dos. Separados somos También cambiaba al inglés y exclamaba con nada”. Chávez es más grande Hermanos y hermanas: su voz estruendosa: Fidel, Nuestro norte es el How are you Fidel? O le que nunca, porque ilumina sur. Es el sueño de Bolienviaba un mensaje muy el camino que debe var. El de una América especial a W. Bush: “Mr. Latina unida. El sueño Danger, si decide usted inllevarnos a desterrar de un mundo mejor para vadir a Venezuela, lo estade la faz de la tierra los pobres de la tierra. El ré esperando en la Sabana. sueño de hacer posible lo Come on here, Mr. Danla oscuridad de la pobreza, que parece imposible. El ger. Cobarde. Donkey”. ¿Y quién podrá olvidar sus la represión y la explotación” sueño de tomar el cielo por asalto. El sueño del palabras en el podio de las Presidente Chávez de alNaciones Unidas, donde canzar la estrella celestial, de la cual haBush Junior había hablado pocas horas anbla la letra del “Hombre de La Mancha”, tes: “Azufre. Aún huele a azufre aquí”. que aquí recuerdo: No era un revolucionario metafísico, Fue su ideal la estrella alcanzar satisfecho porque podía debatir con soltuNo importa cuán lejos, se pueda encontrar ra la filosofía del socialismo del siglo XXI. Luchar por el bien, sin dudar ni temer Estaba comprometido con cambiar a VeneY dispuesto al infierno llegar si lo dicta zuela y lo logró. Estaba comprometido con el deber. cambiar a América Latina y lo logró. Sabía Y sabía que si lograba ser fiel que para que los revolucionarios puedan A su sueño llegar cambiar la sociedad, necesitan primero Estaría su alma en paz al llegar que todo tomar el poder y después tratar de Y de vivir el final. construir un socialismo que no puede ser, Será este mundo mejor como decía Mariátegui, “ni calco ni copia, sino creación heroica”. Si hubo quien despreciando el dolor El presidente Chávez fue un tsunami boCombatió hasta el último aliento livariano. Cambió radicalmente a VenezueCon fe lo imposible soñar y la estrella la y a toda América Latina. alcanzar. Algunos dicen que su muerte ha dejado ¡Que viva el Presidente Chávez! un vacío que no podrá llenarse. No estoy de ¡Que viva el Presidente Nicolás Maduro! acuerdo. Como dijo Martí, “morir es lo mis¡Que vivan los pobres de la tierra! mo que vivir y mejor, si se ha hecho lo que ¡Comandante Presidente Hugo Chávez se debe”. En la muerte, el Presidente Chávez Frías: ¡Te acompañaremos siempre! es más grande que nunca, porque ilumina ¡Chávez vive, Maduro sigue! el camino que debe llevarnos a desterrar de la faz de la tierra la oscuridad de la pobreza, la represión y la explotación. Palabras pronunciadas en la Iglesia St. Stephens Washington Doce elecciones ganó antes de morir tempranamente a los 58 años de edad. Un récord prodigioso. Sin embargo, sus enemigos insistían en que era un déspota. ¿Cuántas elecciones ganó Mr. Danger? ¿Y el Rey Juan Carlos de España, quien tanto lo criticó por un supuesto autoritarismo, aunque jamás se sometió a elecciones? Los reyes y las reinas creen que las elecciones son solamente para los plebeyos. Que los de sangre azul heredan un derecho divino para gobernarnos. Cada vez que yo llegaba a Caracas, prendía el televisor y veía la cara del presidente Chávez me sonreía, anticipando lo que pudiera decir. Entre sus muchos atributos, no olvidemos que el Presidente era sumamente divertido. La gente lo veía como un amigo juguetón, con quien podían compartir la vida. Su gracia le llegaba hasta a los niños. Hace unos años estaba en una función de teatro infantil en Caracas. Observé cómo, después de la presentación, el presidente Chávez tomó el escenario para agradecer la puesta en escena. Los actores, que no pasaban el umbral de los 9 ó 10 años, aún vestían sus disfraces. El Presidente le preguntó a una niñita qué disfraz tenía ella. “Yo soy un mago”, le respondió la criatura. “Bueno, no me hagas desaparecer”, le dijo Chávez. “No Señor Presidente. A usted yo lo tendría que multiplicar”, le respondió la pequeña.

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El liderazgo de Chávez llega a todos los confines de la tierra Raimundo Kabchi (analista internacional -docente-asesor)

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n 1998 me acerqué a Chávez, en plena campaña electoral estreché relaciones con el candidato Chávez atraído por sus propuestas políticas, tanto en lo nacional como lo internacional y en especial por su visión casi profética de cómo debe ser el mundo del futuro. Decenas de viajes hicimos al Medio Oriente. Nos entrevistamos con gobernantes, reyes, príncipes, presidentes, revolucionarios, gente humilde, y debo confesar que vi en él una majestuosidad El Presidente ha muerto físicamente pero su proyección es inconmensurable. Es inmortal. Hablar de él no es fácil. No es nuestra pretensión hacer una suma anecdótica. Hugo Chávez Frías tiene dos grandes dimensiones: la política y la humana. Fue un gran venezolano, un gran latinoamericano. Amigo de los pueblos del mundo. Solidario con las causas árabes, palestina, saharaui, iraquí, libanesa, libia, siria, etc. Su voz siempre estará presente donde haya maltrato a los pueblos, y reclamará justicia. Para entender la dimensión del liderazgo de Hugo Chávez en política internacional, al igual que en la nacional, es menester analizar el momento histórico en la geopolítica internacional. Él irrumpe en política al poco tiempo de la caída del Muro de Berlín, cuando

sucumbió el mundo bipolar surgido en la postguerra. En los años 90 emergía el llamado mundo unipolar, donde la voluntad de un solo país marcaba la pauta en la política internacional. Ningún gober-

nante de algún país o continente, grande o pequeño, de derecha o de izquierda, republicano o monárquico, democrático o dictatorial se atrevía a contrariar lo determinado por el país que ejercía la egida en la política internacional, en las instituciones que modelan la vida dentro y entre las naciones, Estados Unidos. La gran potencia del norte por lo demás, actuaba en connivencia con el bloqueo europeo y les daban visos de presunta legalidad a sus intervenciones militares, con pretensiones extracontinentales, a la Organización del tratado del Atlántico Norte (OTAN). Prácticamente en la década de los años 90 les prohibían a los pueblos hablar de democracia revolucionaria, de socialismo, de izquierda, de soberanía o del aprovechamiento nacional de los recursos de los pueblos. La situación era tan insoportable hasta el punto de que alguien dijo que era “el fin de la historia”. Es decir, una sentencia inapelable del triunfo del capitalismo neoliberal y la desaparición del socialismo que se convirtió en reliquia del pasado. Este es el cuadro nacional que teníamos en 1998, cuando Hugo Chávez se inscribió como candidato a la Presidencia de la República. Las elecciones se realizaron bajo los valores y criterios de la “democracia” de la IV República, y la primera hazaña histórica es que triunfa Chávez en diciembre de 1998. Con este contexto mundial adverso, y con una clase política que puso todas las trabas, venció el hombre que se dio a conocer mediante una rebelión militar en 1992. En apenas seis años, incluyendo dos de cárcel, Chávez se abría a cambiar la historia. Derrotó a una coalición solapada entre los partidos tradicionales, los medios de comunicación, la dirigencia de un sindicalismo, que había perdido su noción clasista, las organizaciones empresariales y, como si fuera poco, una dirigencia eclesiástica que descuidó la enseñanza de Cristo redentor y se alió a las élites. Chávez ofreció una nueva Constitución, una nueva democracia y un país aliado a los pueblos del mundo.


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Chávez, aparente novato o paracaidista en la política, tuvo una visión estratégica de valía incalculable en el diseño de nuestra política nacional y su expresión internacional. Dio un golpe de timón. Y cuando nadie se atrevía a molestar a los amos de la política internacional, Chávez rompió los viejos esquemas. Para fines del siglo XX, ya las Naciones Unidas habían demostrado que perdieron su rol histórico. Trabajar por la paz internacional y la igualdad entre todos los estados miembros, con respeto a la autodeterminación de los pueblos, son planteamientos que no tienen cabida para quienes dominan el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Estados Unidos, Francia y Reino Unido, los cancerberos de las peores causas, lo impedían. Hugo Chávez adelanta, como una voz solitaria y temeraria, la idea de abogar por la construcción de otro mundo posible, de equilibrio y multipolaridad. La visión homogeneizadora del mundo, que negaba sus contradicciones y particularidades, que ocultaba la rica diversidad de los pueblos de todos los continentes, tenía un objetivo hegemónico imperial. Una na-

ción que quisiera romper este molde, esta camisa de fuerza, necesita buscar iguales, o similitudes. Por eso Chávez miró hacia horizontes, con circuitos bien definidos, latinoamericano y caribeño, por un lado, con la pretensión de luchar por la integración que llamó Bolívar. Segundo, allende de fronteras continentales, buscó un entendimiento con otro ámbito geopolítico, con África, con cuyos 54 países consolidó relaciones diplomáticas. Con respeto absoluto a la soberanía de estos países. Lo mismo pasó con Asia. Con muchos países se establecieron relaciones y se concibieron nuevos esquemas de cooperación. Con los países árabes también estrechó relaciones. Así como con los llamados países emergentes. Rusia, China, India e Irán dejaron de ser un mundo desconocido y exótico para los venezolanos. Hemos estrechado relaciones con esos países en igualdad de condiciones, sin vasallaje ni supeditación, de igual a igual. Chávez contribuyó a rescatar la mejor organización de los países del sur, casi derrotada por las grandes potencias. La Organización de Países Exportadores de Petróleo. Postrada económicamente y su-

jeta a las manipulaciones de las transnacionales, la OPEP en 1999 estaba debilitada. El barril del petróleo llegó a 7 dólares y en muchos casos por debajo del precio de su extracción y comercialización. Chávez viajó a lugares lejanos, rompió barreras y prejuicios, y casi por iniciativa propia, le dió vitalidad a esta organización. En América Latina Chávez demostró que había alternativas al Consenso de Washington, a la propuesta de dominación que Estados Unidos tenía para el siglo veintiuno, el ALCA. Por iniciativa de Chávez surgieron Unasur, el ALBA, Petrocaribe, Telesur, Radio del Sur, Banco del Sur, etc. etc. y se afianzó la relación con el mundo árabe, y con los países hermanos de África. Cómo olvidar los programas de la Misión Milagro, que ha dado luces a miles de ciudadanos postergados en el mundo. El espacio cedido para estas notas no es suficiente para las consideraciones anecdóticas de los viajes de Chávez. Y más allá de las obligaciones de discrecionalidad que debe tener este servidor en relación con los asuntos de Estado que abordó Chávez en sus múltiples giras por Medio Oriente, debo decir que muchas de estas visitas a gobiernos lejanos, o las recepciones de gobernantes en Caracas, sirvieron para consolidar el pivote sobre el que descansa la economía venezolana: la industria petrolera. Chávez ganó amigos en todo el mundo, y su liderazgo llega a todos los confines de la tierra. Su posición frente a la causa palestina, su rechazo y condena a la agresión contra Gaza, luego la expulsión del embajador y el cierre de la Embajada de Israel, es causa para el eterno agradecimiento del pueblo árabe. Millones rezan por él, en iglesias, mezquitas y otras congregaciones. Su posición en contra de la agresión al Líbano, mi país de origen, le ha deparado la admiración de ese pueblo milenario. Es sincero, solidario, modesto, inteligente, sabe escuchar, tolerante, humanista, creía en la amistad, que estimulo, lamentablemente, a muchos para traicionarlo. Pero las mayorías del mundo lo quieren y le aman. Su posición contra las agresiones a Irak, Libia y Siria fueron muestras de valentía, y sobre todo evidencia que estábamos ante un hombre de principios. La proyección de Hugo Chávez es para la eternidad. Ha entrado en la Historia con letra mayúscula. Puedo recordar que se atrevió a visitar a Saddam Hussein cuando estaba aislado del mundo, y lo hizo en nombre de la soberanía de los pueblos. Ese es el Chávez que los pueblos recordarán, el que cuestionó el chantaje de George Bush, todopoderoso que pretendía poner de rodillas a los pueblos con la hipócrita idea de la lucha contra el terrorismo. Chávez denunció el terrorismo de Estado de Bush, en todos los escenarios, incluso en el proscenio de Naciones Unidas. Muchas tareas le quedaron pendientes a Hugo Chávez. Este pueblo, que también es mi pueblo, sabrá continuarlas en el curso de los próximos años, de las próximas décadas, de la próximas generaciones. Pero jamás en Venezuela ha habido más democracia y dignidad para su pueblo que con Hugo Chávez. Venezuela es ejemplo para el mundo.

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“Chávez ganó amigos en todo el mundo, y su liderazgo llega a todos los confines de la tierra. Su posición frente a la causa palestina, su rechazo y condena a la agresión contra Gaza, luego la expulsión del embajador y el cierre de la Embajada de Israel, es causa para el eterno agradecimiento del pueblo árabe”


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El día que Chávez revolucionó la esperanza universitaria Reinaldo Bolívar (Viceministro para África)

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n mis tiempos de estudiante en la UCV, y en mis primeros años de profesor, yo hacía intensa vida política y cultural con las diversas agrupaciones universitarias ampliamente conocidas que estaban conectadas con los sectores políticos de vanguardia. Por pertenecer a ellas fuimos perseguidos en 1989. En 1992, cuando el comandante Hugo Chávez comandó la rebelión del 4 del Febrero, aquellas agrupaciones fueron impactadas por el inédito acontecimiento que de inmediato relacionamos como consecuencia del 27-F.

CHÁVEZ EN LA UCV En 1994, estuvimos entre los que organizaban la visita del Comandante a la UCV. Millares de ucevistas se volcaron a los pasillos y a la Tierra de Nadie para verlo y para tratar de ingresar al Aula Magna. Por ello pude estar en primera fila cuando Chávez subió a la magna tarima. Su personalidad era avasallante. Se sumó a los gritos y transformó los vítores de aclamación a su persona por consignas patrias, por cantos de Alí, por vivas a Venezuela. Un auténtico conductor de masas, un hombre que se conecta de inmediato con la gente. Ese día lo vimos a distancia y escuchamos su discurso cargado de historia, de amargas verdades, de lucha y batalla por el porvenir. De allí, Chávez se fue a los caseríos, a los pueblos, a los barrios. Hizo el casa por casa más extenso del que tenga noción la cronología política de Venezuela. Estrechó miles de manos, escuchó sueños, desconsuelos y sembró esperanzas. LA UNIVERSIDAD EN LA CALLE, CON CHÁVEZ En abril de 2003, a un año después del golpe de Estado, el grupo Universitarios por la Equidad organizó el Foro por la Equidad y la Inclusión. Fueron tres días de conferencias, reflexiones y cantos en el Teatro Municipal de Caracas. Se esperaba en cualquier momento la presencia del Presidente de la República. Me tocó a mí moderar la mitad del segundo día. Hice mi mayor esfuerzo por

darle dinamismo a la calurosa tarde. De pronto, movimiento total, murmullos, miradas recorriendo el segundo piso del teatro. Una persona se me acerca y me dice: “Llegó el Presidente, vamos a cambiar de moderador”. Resulta que el Presidente llevaba algún tiempo en el balcón del Municipal escuchando las ponencias. Hasta allá le llevaron un micrófono. La gente gritaba: ¡Que baje! ¡Que baje! Él tomó el micrófono y expresó con mucha jocosidad: “Voy a bajar, pero me dejan pasar”. Después de unos 40 minutos logró llegar al escenario. A mi lado estaba el ministro de la Secretaría, quien me dijo: “Preséntalo. Tú eres el moderador”. Con emoción anuncié solemnemente la presencia del Presidente que, en realidad, no necesitaba esta introducción porque desde hacía una hora todos coreaban su apellido. Él se situó en su lugar en el centro del presidio, rodeado por el delirio apenas contenido de varias profesoras de equidad que pugnaban por saludarlo. De seguida, hizo un gesto y todos callamos. Y para sorpresa nuestra dijo algo como: “Caramba, aquí no hay mucha equidad, porque el moderador de hoy ha presentado a los anteriores ponentes con mucha alegría, adornando sus nombres y a mí sólo me ha anunciado

como Presidente de la República. Con las ganas que yo tenía de estar aquí, con los universitarios... Profesor Reinaldo, ¿no? Presénteme como uno de ustedes”. Aplausos, bulla y decenas de “Chávez, amigo, la universidad está contigo”. Y este llanero orondo, sonriente lo presentó: “Y para continuar este bonito evento sobre la equidad y la inclusión, a continuación vamos a dar la palabra a una persona que viene trabajando incansablemente por hacer letra viva estos temas. Engalana este foro, uno de nosotros, amigo de la universidad y primer combatiente del pueblo venezolano, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías”. Y juntos con los aplausos se sintió en el auditorio que estábamos en familia. El hombre sencillo, el que devolvió el Jardín Universitario a la UCV y pagó pasivos laborales universitarios que databan de 1975, sonrió grande, me hizo una seña para que me acercara y nos dimos un buen apretón de manos, el primero entre nosotros. LA UNIVERSIDAD DE LOS PUEBLOS DEL SUR El asunto no quedó en aquel teatro ni en Venezuela. Aquel hombre comprendía que su peregrinar por una educa-

ción para el desarrollo debía ser en todo el Sur. Siempre recuerdo de manera especial el 2 de julio de 2006 en Gambia, en una Cumbre de la Unión Africana. La cita cobraba diametral importancia porque Chávez se convertiría en el primer presidente no africano en dirigirse a dicha asamblea. Así fue, a pesar de los esfuerzos de EEUU y sus aliados para evitarlo. Ese día hizo la propuesta de la universidad del Sur. Al Presidente le asignaron una pequeña churuata para las reuniones bilaterales. Estaba situada cerca de un inmenso baobab. Luego de su memorable discurso, las solicitudes para saludarlo y respaldar sus ideas para el Sur, para intercambiar palabras llovían. Los presidentes de Níger, Mali, Centroafricana, Senegal, Benín, Zimbabwe, Congo y Cabo Verde, entre otros. En un intermedio pidió algo de comer y nos invitó. Luego salió de la churuata causando un gran alboroto. “¿Ya comieron?”, preguntaba, mientras departía y complacía con múltiples fotos. En un momento se me acercó y me dijo: “Quiero saludar a Gaddafi. Dile que nos encontramos en algún sitio, por aquí”. Me fui a buscar al líder. Ubicamos a su jefe de Protocolo. Por toda respuesta nos dijo que era imposible ahora. Le informé al presidente, Chávez me indicó: “Insiste, dile que ya estoy por salir”. Solicité apoyo a unos amigos libios. Prometieron ayudar. Volví. Ya la caravana presidencial estaba lista. El Comandante anunció: “Vámonos. Será en otra ocasión”, y mirándome dijo: “Te quedas, Reinaldo”. “Sí, Presidente”. Me dio una palmada mientras me encomendaba: “Trata de hablar con Gaddafi, le dices que pronto voy por Trípoli”. Sabía el presidente Chávez lo fundamental para el proyecto de cooperación América-África del liderazgo del Mandatario libio. Los alrededores de la moderna choza se despegaron. Apenas unos tres venezolanos nos quedábamos allí. La calma indica la ausencia del huracán Chávez. Algunos enviados presidenciales nos preguntaban si aún estaba porque “mi Presidente desea saludarlo”. Cuando ya nos íbamos a retirar del lugar, un gigante se nos acercó pausado. Un traductor nos dijo: “El líder quiere hablar con Chávez”. Y allí junto a mí, debajo del baobab, Gaddafi. Me tendió la mano. Le informé que el presidente Chávez se había retirado y le di el mensaje. Me pidió que le mostrara el lugar donde Chávez había dado las audiencias. “Salúdame a mi hermano, dile que nunca he ido a América, y lo haré para conocer a su amada Venezuela. Muy bueno que tengamos una universidad del Sur”. Chávez iría pronto a Trípoli, y tres años después de Gambia, Gaddafi cruzaba por primera vez el Atlántico para participar en la II Cumbre América del Sur-África en Margarita, y reunirse con su hermano Hugo Chávez y conversar sobre la necesaria Universidad de los Pueblos del Sur. Y siempre estuve allí. Entre tanta grandeza e historia.


EDICIÓN ESPECIAL

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Chávez: Padre gigante, corazón de la patria “Siempre que triunfa la vida, pierde espacio la amargura” Alí Primera

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David Velásquez (Viceministro de Exteriores)

l Núcleo de Sucre de la UDO, en Cumaná, siempre ha sido y es un bastión del movimiento revolucionario, una referencia de la izquierda que resistía y luchaba en el Puntofijismo, y que lucha y construye hoy la Revolución Bolivariana. Una mañana de esas, luego de la liberación en 1994, se anunció que iría el comandante Chávez al Núcleo, la ciudad y la universidad era todo expectación y esperanza. Ese día, a pesar de que el cubículo de la JCV queda justo al frente del auditorio, muchos tuvimos que verlo pasar como ráfaga y escucharlo gracias a las cornetas colocadas fuera del auditorio. Ese día ví y oí por primera vez de cerca al comandante Chávez. Ya antes lo había escuchado siendo un liceísta, cuando anunció el “Por Ahora” después de la clarinada del 4 de Febrero. En 1997, fuimos a Cuba como delegados al XIV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. La profesora Adina Bastidas fué la presidenta de nuestro Comité Nacional Preparatorio y, desde el “Por Ahora”, el liderazgo del Comandante seguía fortaleciéndose y creciendo, no solo en nuestro pueblo sino en el mundo, esa in-

quietud por saber de Chávez se palpaba en cada delegado del Festival que nos preguntaba sobre la situación en Venezuela y sus perspectivas, que preguntaba si no sería Chávez otro militar como los ya conocidos “gorilas”, compañeros y camaradas que entre la duda y la esperanza escucharon de nuestra propia voz como venezolanos y revolucionarios que realmente Chávez era un Líder Revolucionario, Bolivariano, hijo del Pueblo y que no pretendía ser ningún dictador. Ya siendo secretario general de la Juventud Comunista, volví a ver a Chávez hablándonos con su palabra de fortaleza y esperanza, con su palabra de amor por el pueblo, el PCV fue el primer partido que, formal y públicamente, anunció su candidatura a la Presidencia. Seguía forjándose el camino de la organización popular para la victoria de diciembre del año 98, victoria que fue seguida de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, del profundo debate que le dio forma y contenido a nuestra Constitución Bolivariana y que nos guió a nuevas victorias al aprobar en referéndum la nueva Constitución en diciembre del año 99; y reelegir al comandante Chávez en el 2000. Ese diciembre de 1999 vimos al Chávez humanista, al Chávez padre que veía a su pueblo afectado por las lluvias en Vargas y que salió a socorrerlo y a atenderlo, a llevarle amor y solidaridad, a llevarle abrigo y esperanza.

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Entre el año 2000 y 2002, cada vez que íbamos a un acto con el Comandante buscaba algo que darle que le permitiera saber que la juventud estaba allí con él, luchando por la construcción de la Patria Bolivariana. Hacía de todo por darle en sus manos la Tribuna Popular, una gorra, una bandera, una revista, un libro, un símbolo, que nos supiera a su lado, como soldados, como militantes de la Revolución Bolivariana. Ya en el año 2001 se escuchaban los tambores de guerra de la contrarevolución, y se sentía la intensidad de las acciones que vendrían para intentar acabar con la esperanza del Pueblo encarnada en Chávez. En esos primeros años, la profesora Maigualida Barrera presidió la Fundación Juventud y Cambio, y convirtió ese espacio en un espacio para fortalecer la conciencia y compromiso de la juventud con el proceso revolucionario, creando espacios como la Marcha Bolivariana, los Campamentos Juveniles, el Congreso de Estudiantes, entre otros que fueron acercando a las y los jóvenes a las filas del proceso revolucionario que comenzaba a dar sus primeros pasos, como un niño que aprende a andar y va de la mano de su padre, su padre; el padre de la Revolución Bolivariana de nuestro tiempo es Chávez. En el comandante Chávez encarnó el amor, la esperanza, la constancia y dignidad, la solidaridad, la entrega a su pueblo y al ideal del Padre Bolívar, las enseñanzas e ideas de Simón Rodríguez. Chávez es el ejemplo y modelo a seguir como revolucionario, conocedor de las demandas, necesidades y realidades del Pueblo, porque Chavéz es un hijo del Pueblo. Y contra Chávez, contra todo lo que representa, contra la Constitución y las Leyes Habilitantes, se lanzó la contrarrevolución al golpe fascista de abril de 2002. Estábamos en las afueras de Miraflores, y estuvimos allí hasta muy tarde, esperando instrucciones, frente al golpe que se hacía cada vez más evidente. Luego estuvimos allí, nuevamente, recibiéndolo después de esa histórica victoria de la unidad cívico-militar. Esos tres años de 2002, 2003 y 2004 fueron años de definición y deslindes, años en los que el Comandante profundizaba y afinaba la línea a seguir, declaró el carácter antiimperialista de la Revolución Bolivariana, y después el carácter socialista de la Revolución. El pueblo y la Fuerza Armada derrotamos con el claro liderazgo del Comandante las agresiones feroces del imperialismo y sus lacayos, luego del golpe fascista vino el paro sabotaje petrolero, y depués de esas victorias populares nacieron las misiones sociales, expresión de la necesidad de transformar el aparato del Estado que heredamos del Puntofijismo, la necesidad de ir a las raíces y ser radicales, como nos enseñaba cada día el Comandante, ser radicales, ser integralmente revolucionarias y revolucionarios, estudiar cada día, ser sensibles, ser eficientes y disciplinadas y disciplinados, ser la mujer y el hombre nuevo de la que nos habla el Che y del que nos habla Cristo. Chávez nos mostró al Cristo redentor, revolucionario, al Cristo del que nos hablaba Alí, el Cristo Camarada, por eso Chávez se declara aferrado a Cristo. En el año 2005, cuando organizamos el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Venezuela recibió a más de 34 mil delegadas y delegados del mun-


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“Dejémonos guiar por el tino, la sabiduría y el coraje de nuestro pueblo: Allí está la clave para que nuestra Revolución siga siendo victoriosa”

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do, que vinieron en busca de su guía, de su ejemplo, de su fuerza, para impulsar y revitalizar las luchas de sus propios pueblos. El Comandante inauguró el Festival en la Academia Militar, el mismo sitio donde hoy le rendimos homenaje, por allí desfilaron decenas de delegaciones de los cinco continentes, y allí nos llamó a los jóvenes y estudiantes “son ustedes la bomba atómica de la vida, de la alegría, de la juventud, del futuro... y estamos obligados a multiplicarlas por el mundo entero”. El comandante Chávez revisó y supervisó cada detalle del Festival, y nos insistía en la necesidad de la organización, de la formación, de definir acciones y proyectos concretos, de superar la etapa de las declaraciones y acuerdos que se quedan en el papel. Su fe y su compromiso con la juventud, con las mujeres y los hombres, con las trabajadoras y los trabajadores del campo y de la ciudad, con las niñas y los niños; se hizo evidente en cada acto suyo, en cada decisión, en cada orden, en cada consejo y en cada crítica. Ese mismo año 2005 fuimos a las elecciones parlamentarias en las que la derecha se retiró pretendiendo desconocer los resultados, pero su retirada nos permitió una victoria total en la Asamblea Nacional, y me correspondió la responsabilidad de dirigir la Comisión de Participación Ciudadana, y ayudar en el debate de la Ley de los Consejos Comunales, marco jurídico para impulsar con mayor fuerza la organización, formación y construcción del Poder Popular. La Asamblea Nacional se volcó al debate con el pueblo, en la calle, y el Comandante refrendó en abril de 2006, desde el Campo Carabobo, esa ley que sirvió como partida de nacimiento de miles de Consejos Comunales, reivindicando la experiencia previa de los Comités de Tierras Urbanas, las Mesas Técnicas de Agua, las Mesas Técnicas de Energía, los Puntos de Encuentro de la Mujer, y muchas otras organizaciones sociales que nacían en cada rincón de la Patria Buena. El Consejo Comunal, base de la organización del naciente Estado Comunal, del Poder Popular, sin el cual no sería viable la construcción del Socialismo Bolivariano. Al iniciar el periodo de sesiones de la Asamblea ese año 2006, estaba yo en la primera fila sentado, sin corbata, y me sorprendió el Comandante al mencionar-

me y hacer referencia a que yo andaba sin corbata. Comenzó a hablar del Poder Popular y de una directriz fundamental: Mandar Obedeciendo, citando el mandato del Libertador. “Yo antepongo siempre la comunidad a los individuos”, “yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones; y por eso es que siempre he preferido sus opiniones a la de los sabios”. El Comandante nos da una guía: “Dejémonos guiar por el tino, la sabiduría y el coraje de nuestro pueblo: allí está la clave para que nuestra Revolución siga siendo victoriosa”. Ese año fuimos a nuevas elecciones, y obtuvimos una nueva y grandiosa victoria que dio paso al Primer Plan Socialista de la Nación, al Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013. Obtuvimos una Gran Victoria Popular, que abrió la vía venezolana al socialismo, el punto de partida para la profundización de la Revolución Bolivariana, como lo definió el mismo Comandante Presidente. Y apenas comenzando el año 2007, los primeros días de enero, fui llamado por el Comandante a asumir la responsabilidad al frente del Ministerio de Participación y Desarrollo Social. El Comandante Presidente conversó durante varias horas en la madrugada, dándome las orientaciones e instrucciones necesarias para la nueva tarea y comenzamos el proceso de fortalecimiento y de transferencia de recursos a los Consejos Comunales, el lanzamiento de los Cinco Motores, el fortalecimiento de la Misión Negra Hipólita, de la Misión Música, de los estudios que dieron forma a la Misión José Gregorio Hernández; el proceso de debate para la reforma constitucional, todo esto acompañado de la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela. El comandante Chávez anunció en diciembre del año 2006 la necesidad de un Partido Revolucionario que unificara todas las fuerzas patrióticas, llamó a todas y todos a incorporarnos en esa tarea inmensa y vital para la Revolución. En 2007 me correspondió formar parte de la Comisión Nacional Promotora del PSUV (siendo aún militante del PCV); y, cuando el PCV decidió no integrarse a este nuevo partido, yo atendí el llamado del Comandante y decidí renunciar a mi militancia y responsabilidades en el PCV e integrarme como militante del PSUV, entendiendo la necesidad de que el partido naciente, y aún en proceso de forja, se convierta en el instrumento necesario para la conducción y dirección de nuestra Revolución; un partido que forme los cuadros y militantes necesarios en este momento histórico, un partido que no sea un fin en sí mismo sino un instrumento al servicio del Pueblo y la Revolución. Ese año 2007 el Comandante nos preguntaba cosas como: “¿Qué estamos haciendo desde nuestras instituciones para la construcción del modelo socialista?” En diferentes actos y encuentros nos enseñaba a ser mejores revolucionarios, a ser cristianos o, como él mismo decía, a ser Crísticos, a vivir como el Cristo Revolucionario, como Bolívar, como Sucre, como Simón Rodríguez. Nos preguntaba también: “¿Cuál era el rol, el papel de las y los venezolanos en la construcción de la Patria Socialista?” Chávez nos interpelaba y se interpelaba para ser capaces de cumplir con las responsabilidades y

tareas de la Revolución, para estar a la altura del momento histórico y no fallarle al pueblo. Siempre consultaba, preguntaba, indagaba, estudiaba, construía cada idea, cada decisión y combinaba las condiciones objetivas y subjetivas para impulsarlas y convertirlas en realidad, haciendo lo extraordinario cotidiano. El comandante presidente Chávez juró “consumirse gustosamente” en la construcción de la Patria Socialista, y con frecuencia nos citaba de la Biblia el libro de Hechos, 2: 44 al 45, que señala que “tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno”, una clara referencia de la comunidad cristiana originaria, referencia de lo que queremos construir en las Comunas y Consejos Comunales, de lo que debe ser el Socialismo Bolivariano y Cristiano: un modelo capaz de darle al pueblo, como decía Bolívar: “La mayor suma de felicidad posible”. Su contacto directo, su sinceridad y franqueza, su alegría, su autoridad, su personalidad y su amor, sus hechos impregnaron todo a su paso. Todo lo que el comandante presidente Chávez pedía era porque él mismo lo hacía, y nos educaba con su ejemplo, con la coherencia permanente entre el decir y el hacer. Él, Chávez, nos enseñó a conocerlo. Era transparente: un hombre amoroso, hombre de familia y de pueblo; padre ejemplar, lleno de vida y energía, de fuerza, de autoridad, capaz de reconocer sus errores y enmendarlos, muy exigente con los demás y consigo mismo, atento a los detalles –“el diablo está en los detalles”– y con la visión estratégica muy claramente definida. Creativo e inteligente, abierto a la crítica y al debate, firme en la toma de decisiones, con un liderazgo inigualable que nutría con el estudio permanente, la observación y análisis de la realidad y los escenarios; siempre buscándole solución a los problemas del pueblo, luchando por la integración y la unión. Todas estas y otras cualidades, son lo que hacen del comandante Chávez un Líder con una visión y una acción más allá de su tiempo; lo hacen un Líder irrepetible, único, un digno heredero de Bolívar. Tuve el privilegio y el honor de poder trabajar con el Comandante en diferentes oportunidades y desde diferentes responsabilidades. No podemos expresar lo que vivimos por más palabras que busquemos; lo que se escriba es una aproximación a las emociones y vivencias de quien nos ha dejado un legado tan precioso como la Patria Independiente, y una nueva sociedad en construcción, socialista, bolivariana. Chávez se hizo no solo Líder, se hizo Padre, Maestro, Amigo, Hermano, como él mismo lo dijo: Chávez es un Pueblo, se hizo millones y su corazón late con el corazón de cada patriota, de cada revolucionario y revolucionaria en el mundo entero, y especialmente en Venezuela y en Nuestra América. Mantengamos en alto sus banderas, seamos dignos herederos y continuadores de su gesta en esta nueva etapa en la que ya no nos acompaña físicamente, sino que está vivo en cada hombre y mujer de la Patria. ...Con Chávez, Viviremos y Venceremos!! ...Independencia y Patria Socialista!!


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Brillar con luz propia

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Reinaldo Iturriza López (sociólogo-analista político)

o me gustan los escritos del tipo “Chávez y yo”. Chávez fue, y de cierta forma sigue siendo, un ser humano que alumbraba, una persona que centelleaba una fuerza extraordinaria que, por cierto, no debe confundirse con el carisma. Fue ciertamente eso que llaman un líder carismático, pero también fue más que eso. Fue un hombre que irradiaba luminosidad. Un hombre, ante todo, y no un santo adornado con su respectiva aureola, como en las estampitas religiosas. Chávez ha sido para mí, fundamentalmente, un motivo de alegría. Por eso me parece que la peor manera de rendirle homenaje es pretender robarle algo de esa luz para iluminarnos con ella. No porque debamos permanecer a la sombra del gran hombre que fue, sino porque fue un hombre que nos alentó siempre a brillar con luz propia. Si el pueblo venezolano hoy resurge y resplandece, material y espiritualmente, es porque supo reconocerse en el hombre que llegó un buen día para decirle en su cara a los poderosos de este mundo lo que teníamos atravesado en la garganta; pero también porque supo reconocer las limitaciones del hombre, sus errores y los errores de los suyos, que son también nuestros errores y limitaciones. Me parece que esta disposición para el reconocimiento recíproco es lo que explica la relación de proximidad entre el

líder y su pueblo. Chávez no fue nunca figura lejana y ajena porque aprendimos desde muy temprano a aceptarnos mutuamente, tal como somos. El nuestro fue siempre un amor, una rabia, un dolor correspondidos. Eso nos hizo fuertes e inseparables. Fuertes para cambiar. Eso es la Revolución Bolivariana: un acto de alumbramiento colectivo. Chávez hablaba de un ardimiento. El mismo ardimiento del pueblo anhelante que alumbra cuando se dispone a luchar, es decir, a cambiar lo que somos y lo que nos circunda. Ese pueblo anhelante que alumbra ha vuelto a desparramarse por las calles con la muerte de Chávez. La noticia fue recibida con un estremecedor lamento colectivo, y de inmediato un eco de dolor resonó por todas partes, o por casi todas. Es algo que nunca olvidaremos quienes lo vivimos. Desde entonces, cada quien a lo suyo: quienes lo odiaron en vida celebraron su partida, y no han dejado de escupir sobre su cadáver. Para su desdicha, centenares de miles hemos acudido hasta su féretro para acompañarle y reafirmarle nuestro compromiso de seguir adelante, en una procesión interminable. Muy pronto serán millones. Como él mismo lo profetizara, Chávez se ha hecho millones. ¿Algo que no me gustaba de Chávez? Los días en que le daba por recordar las pala-

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bras de ese Bolívar apesadumbrado, abatido y enfermo que veía cómo se derrumbaba su sueño de unión latinoamericana: “He arado en el mar”. En ocasiones hurgaba más a fondo en la vergüenza nacional y acompañaba estas palabras con fragmentos de la última proclama del Libertador, del 10 de diciembre de 1830: “Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad”. Y se largaba el Comandante a rememorar cómo la noticia de la muerte de Bolívar había sido recibida con tibieza y hasta con indiferencia por el pueblo venezolano. Me resultaba demasiado extraño escuchar a un Chávez presa de la angustia, seguramente agobiado por la responsabilidad histórica que reposaba sobre sus hombros. Debo reconocer que lo juzgaba muy severamente: un Chávez acongojado era un lujo que no nos podíamos permitir. Estaba obligado a permanecer incólume. Estos días he pensado mucho en esto último. Carajo, Comandante, no has arado en el mar. No sembraste en el viento. Hay otro pensamiento que tampoco me abandona: Chávez se nos fue sin pronunciar su último discurso. Estoy convencido. Qué duda puede caber de que el comandante estaba al tanto de los riesgos que correría durante su cuarta intervención quirúrgica. Su alocución del 8 de diciembre es testimonio de esto. Pero lo que ha debido ser solo testimonio terminó siendo testamento. Quién hubiera podido imaginar que aquella noche sería la última vez que lo escucharíamos cantar, hacer chistes, reflexionar, tomar decisiones. Tengo para mí que el Comandante tenía la plena confianza de que volvería a estar entre nosotros. Supongo que todos la teníamos. No pudo ser. Y esta imposibilidad hace mil veces más dura su partida. Porque no es justo. Porque todos sabemos cuánto hubiera querido volver y sonreír y cantar y decir que Florentino había vuelto a vencer al diablo. Duele la oportunidad que le robó el destino. Tal vez me equivoque, por supuesto. Tal vez eso que llamo convencimiento sea una de las formas que asume el duelo. Quizá se trate, simplemente, de que Chávez, el comandante, pero sobre todo el hombre, nos hace falta, mucha falta. De la misma forma que muy de vez en cuando a Chávez le asaltaba la duda, temiendo no estar a la altura de su pueblo (que es lo que estaba detrás de sus referencias al Bolívar en sus últimos días), a nosotros nos asalta la duda, temiendo no estar a la altura del legado de nuestro líder. Cuánto quisiéramos escuchar su palabra, un último discurso, por breve que fuera. Pero son cosas del dolor, propias de estas circunstancias difíciles. No está de más que pasemos revista de nuestros temores y limitaciones, porque solo de esa manera podremos evitar incurrir en errores que pongan en riesgo el camino que hemos comenzado a andar. La cuestión es clara: el mejor homenaje que le podemos rendir al comandante Chávez es convertirnos en un pueblo que brilla con luz propia. Asumir que nos queda su palabra dicha y escrita, y que nos corresponde a nosotros seguir alzando nuestra voz. Para que se siga escuchando firme y clara. Para que se haga la voluntad popular, Chávez nuestro que recorriste esta tierra y quedaste sembrado en ella, amén.


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Domingo 17 de Marzo de 2013 militares y que llevaba un diario donde anotaba hechos relevantes. Ese 13 de marzo escribió: “Después de esperar bastante tiempo llegó el nuevo presidente. Cuando le veo quisiera que algún día me tocara llevar la responsabilidad de toda una patria, la patria del gran Bolívar y mía en último término”. De esta manera, el cadete se anticipaba a lo que vendría años más tarde. Fue durante sus ejercicios en el Cerro El Gato que comenzó a pensar “en la miseria acumulada en los cerros de El Valle”. “Uno fue oliendo lo que venía, sentía que el cuerpo se le espelucaba, era como un terror ante lo que se anunciaba, ante lo que uno presentía. Yo comencé a presentir temprano, desde muchacho, signos precursores. Era como un viento que llegaba anunciando cosas que venían y el presentimiento daba espanto. Antes de graduarme ya andaba por un camino que me espantaba”, comentó. ASALTADO POR SIMÓN BOLÍVAR Chávez llegó a la Academia Militar con el firme propósito de superarse: “Andaba buscando camino, pero no te puedo decir que era un bolivariano. Lo mío era el beisbol y los estudios, la vida de un muchacho de pueblo. Quería superarme, pero no había tenido militancia política en el liceo”. Pero en los salones, en los pasillos de la Academia fue “asaltado por Simón Bolívar” y ya no había marcha atrás. “Aquí uno se hizo bolivariano”, acotó. Cuando le tocó llenar la planilla de ingreso a la academia, colocó que simpatizaba con el MEP, el partido progresista que había creado Luis Beltrán FiAunque ingresó en la Academia Miligueroa porque su papá era mepetista. tar con el firme propósito de convertirse Dijo que entró a la academia con un en el “látigo Chávez”, un famoso peloteguante de beisbol bajo el brazo y salió con ro que falleció en 1969 en un accidente el corazón y el espíritu revolucionario. aéreo en Maracaibo, pronto cambiarían En su encuentro con los periodistas los sueños de un muchacho al que solo le mostró una foto que reposa en el expeinteresaban el beisbol diente de la Academia y los estudios. Militar. Se le observa Fidel le dijo Rememoró que entre delgado. mayo y abril de 1971 se Entre risas, Chávez “te estás matando” encontraba afanado llecomentó que pesaba Hugo Chávez recordó su apretada 55 kilos: “Tenía afro. nando todos los papeles agenda diaria y las pocas horas que Tenía 16 años y aún para ingresar a la acadedicaba al descanso: “A veces dormía no había salido del bademia: “Yo era flaquito, menos de cuatro horas, era un dormir chillerato en el liceo pero tenía condiciones, mal, era un no dormir. A veces uno Daniel Florencio O’ yo venía de los nacioandaba con un sueño, pero pa’lante. Leary de Barinas” nales de beisbol por Fidel (Castro) me dijo un día: ‘Chávez Barinas, era pitcher”. Sus amigos lo conotú le vas a dar el gusto a tus enemigos, cían como “Tribilín”. Pero al entrar a las te estás matando tú mismo, es como Durante sus años de aulas de la escuela sinun suicidio; yo pasé por eso también, cadete visitaba a sus tió que una lluvia de yo hacía lo mismo, pero tú no tienes compañeros que re150 años caía sobre él. por qué hacer lo mismo, Venezuela sidían en El Valle, 23 “Nos asaltó la historia, no está bloqueada y estamos en otro de Enero y Propatria: yo comencé a sentirla tiempo; mi tiempo fue otro”. pronto”. “Fui entrando en CaLa señal más inracas, le fui perdiendo tensa la percibió el 13 el miedo a Caracas”. de marzo de 1974. Para ese momento, Relató que iba a las fiestas con Jorge Chávez cursaba tercer año. Ese día se leGarcía Carneiro, quien bailaba salsa y vantó a las 5:30 am y a las 10:00 am ya esle enseñó unos cuantos pasos: “Nos llataba en el patio de honor para participar maban los cenicientos porque teníamos en el desfile donde acudiría quien un día permiso hasta medianoche”. Para salir antes tomara posesión de la Presidencia de sábado para domingo había que gade la República: Carlos Andrés Pérez. nárselo, yo tenía suerte porque estaba Relató que durante esa época se preen el equipo de beisbol y cuando ganáparaba para los juegos interinstitutos bamos nos daban pernocta”.

“El tiempo de Chávez es un tiempo de todos” Janet Queffelec Padrón (periodista)

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de noviembre de 2011. Cerro El Gato, Fuerte Tiuna. Son las 4:00 pm y en un vehículo Tiuna llega el presidente Hugo Chávez, sin escoltas y sin acompañantes. Un grupo de periodistas, camarógrafos y fotógrafos lo esperamos en el lugar. Todos integramos el Sistema Nacional de Medios Públicos y no sabemos cuál es el motivo de la convocatoria. Chávez se acerca con paso firme y nos saluda. Se coloca a mi lado y me pregunta en qué medio trabajo. Me da la mano y no pareciera estar enfermo, aunque su tez es muy blanca y se le ha caído el cabello por las sesiones de quimioterapia y radioterapia. Al rato se incorpora el gobernador de Vargas, Jorge García Carneiro, y Chávez rememora sus tiempos como cadete en la Academia Militar. Hay una frase que pronunció que hoy cobra otro sentido: “El tiempo de Chávez es un tiempo de todos, es un tiempo de resurrección, es un tiempo de renacimiento, es un tiempo de victoria”. Esa fue la primera y única vez que estuve con el Presidente. Al regresar al periódico no fue fácil redactar. A quienes les haya tocado seguir algún Aló, Presidente, o un Consejo de Ministros, sabrá de qué les hablo porque

a Chávez nunca se le olvidaba cuál era el tema central, aunque en su discurso iba y venía, insertaba canciones, hacía acotaciones para enriquecer sus relatos. Ahora, cuando me toca rememorar ese encuentro en el Cerro El Gato, tampoco es fácil. Chávez ya no está y sus palabras adquieren otro significado. LA ACADEMIA El motivo de la convocatoria era que al día siguiente, 6 de noviembre, se cumplirían 40 años de su investidura como cadete. La daga la recibió de manos del general Jorge Osorio García, quien para ese momento era el director de la Academia Militar. “La daga es un símbolo de honor, de compromiso con las armas”, manifestó el Presidente. En su recorrido por el Cerro El Gato recordó que en ese lugar, mientras hacía sus prácticas deportivas durante el primer año de formación, recibió las primeras señales del papel que le tocaría jugar años más tarde en el país. Comentó que 1971 fue un “año monstruo”, utilizando una frase de Friedrich Nietzsche, porque significó un momento de nacimiento que le permitió “ver la luz verdadera”. Confesó que ese 6 de noviembre de 1971 sintió un frío por dentro: “Ya no era ese mechudo de Barinas, el que quería ser el ‘látigo Chávez’. La cosa va en serio, me dije, soy un soldado”.


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CHÁVEZ

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Carlos Fonseca Terán (dirigente del FSLN-hijo de Carlos Fonseca Amador)

e tocó conocer a Hugo Chávez en 2007, cuando se me encomendó organizar el primer acto político masivo en el que participó en nuestro país, el cual se realizó en la ciudad de León, capital del departamento en el que yo era por entonces secretario político del FSLN. Volví a verlo de cerca dos veces más, en actos similares (uno de ellos todavía en el departamento de León). Lo que más me llamó la atención fue su conducta sencilla, la extraña combinación de naturalidad y convicción con que expresaba las cosas y el cariño que emanaba de cada palabra o gesto suyos. Ya antes, en 2005, tuve la rara oportunidad de estar presente en el sencillo acto en unas propiedades ocupadas por el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, adonde llegó Chávez a proclamar por vez primera que su lucha era por el socialismo, lo cual reiteró días después en el Foro Social Mundial celebrado ese año en Porto Alegre.

Soviética. Chávez, además, se destacó por su beligerancia como promotor principal de la unidad continental latinoamericana y como uno de los principales impulsores de la multipolaridad mundial, en alianza con Rusia y China, principalmente. Chávez ha sido pues, protagonista de un momento decisivo en nuestra historia; su estatura rebasa ampliamente las fronteras venezolanas y en la historia de su país, será considerado sin duda alguna la personalidad más importante después de Simón Bolívar. Su carisma, su voracidad intelectual, su facilidad para expresarse y comunicarse, así como su forma directa y sin rodeos de decir las cosas (entre ellas, algunas que habitualmente no dicen los políticos, aunque las piensen) contribuyeron a hacer de él un personaje de esos que aparecen en el mundo con muy América Latina (y con ella el mundo, poca frecuencia. En cuanto a la relación pues hace tiempo que no pasa nada imentre Chávez y el pueblo venezolano, esta portante fuera de nuestro continente) ha fue descrita recientemente por Diosdado tenido tres grandes momentos desde que Cabello con el término más apropiado pasó a ser el epicentro de la lucha revoluque pueda encontrarse: enamoramiento. cionaria mundial: la Revolución Cubana, Chávez y el pueblo venezolano están enala Revolución Sandinista y la Revolución morados, dijo. No creo equivocarme al Bolivariana. Fidel Castro, Daniel Ortega afirmar que es la personalidad mundial y Hugo Chávez han sido cuya muerte ha conmolos líderes revolucionavido, convocado y movi“Su carisma, su voracidad rios que han emergido lizado a la mayor canticon dichos procesos. de seres humanos intelectual, su facilidad para dad Entre el triunfo de una en el mundo si hacemos y otra de estas tres reexcepción de la del Che expresarse y comunicarse, voluciones han transcuen Bolivia. Como una así como su forma directa rrido casi exactamente, muestra de ello, que yo 20 años. A diferencia recuerde ninguna pery sin rodeos de decir las de las dos revoluciones sonalidad mundial ha cosas (entre ellas, algunas que le precedieron, la reunido en sus honras Revolución Bolivariana una cantidad que habitualmente no dicen fúnebres inauguró una época de semejante de mandatatriunfos revolucionarios rios y de delegaciones los políticos, aunque las en una especie de efecto extranjeras. piensen) contribuyeron a dominó, llegando la izA pesar de que nunquierda al gobierno en ca se negó a pelear con hacer de él un personaje varios países latinoamequien fuera cuando de de esos que aparecen en defender las ideas revoricanos, pero eso no es lucionarias se tratara, todo. El proceso contiel mundo con muy poca todas las personalidanental inaugurado por la des y organizaciones poRevolución Bolivariana frecuencia” líticas de todos los sig(inconcebible sin el lidenos ideológicos a nivel razgo de Chávez, el cual mundial se ven obligados a expresar su tampoco se puede concebir sin el contexto respeto por esta singular personalidad del cual surge) se ha constituido a nivel histórica. Es por ello que la derecha está mundial como el renacimiento de la izteniendo mucho cuidado con su discurquierda (inesperado para muchos) luego so (se ha visto claramente en el enfoque de ese apocalipsis que fue para el socialisque ha dado CNN a la muerte de Chávez), mo mundial la desintegración de la Unión


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pero por eso mismo puede ser efectiva inoculando ciertas baratijas ideológicas y pasando por magnánima, al reconocer al Chávez socialmente sensible ante los problemas de los desposeídos, pero separándolo del Chávez “populista”, políticamente “autoritario” y buscapleitos; y separando al Chávez promotor de la unidad continental del Chávez que “dividió” al pueblo venezolano. Me referiré primero a la más evidentemente burda de las acusaciones disfrazadas: la de “autoritario”. Es el Presidente que más veces ha sometido su cargo al veredicto popular en la historia universal, y por iniciativa propia. ¿Para qué más? Me concentraré ahora en las dos concepciones más elaboradas de esta campaña subliminal: el populismo y la división de una sociedad. Para la derecha, subsidiar a los ricos es inversión productiva, pero subsidiar a los pobres es derrochar los recursos; a esto último, le llaman populismo. Una variante del populismo desde la óptica de la derecha, es el “clientelismo político” del que se suele acusar a Chávez y a todos los líderes de izquierda latinoamericanos, el cual según quienes se presentan como sus críticos, consiste en dar cosas a la gente a cambio de su voto. Ojalá todos los políticos hicieran campaña resolviendo los problemas de la gente, o sea cumpliendo lo que prometen. Dicen que el populismo resuelve problemas sociales de forma no sostenible, porque se le da a la gente el “pescado” y no se le enseña a “pescar”. Sí, hay gente que mientras aprende a pescar necesita el pescado para no morir de hambre. Pero si pescar significa competir de manera individualista para triunfar a costa del fracaso ajeno, ciertamente no es eso lo que enseña al pueblo el socialismo del siglo XXI. Le enseña, eso sí, a desarrollar y/o poner en práctica su capacidad productiva y su iniciativa, pero practicando la solidaridad en sustitución de la competencia, como se demuestra en la infinidad de empresas colectivas populares (cooperativas, asociativas, etc.) y emprendimientos económicos familiares, surgidos como producto del apoyo estatal a los sectores más desposeídos en los países gobernados por la izquierda en América Latina. Sobre la división de la sociedad venezolana (principal caballito de la disimulada batalla mediática de la derecha en este momento contra el chavismo), ya esta estaba dividida antes de Chávez. Estaba dividida, como siempre ocurre en el capitalismo, entre explotadores y explotados. El problema era que los explotados no alzaban su voz ni se rebelaban contra los explotadores, y Chávez logró que lo hicieran. Es decir, la subversión del orden establecido como expresión de la acción de los oprimidos contra sus opresores no es lo que divide a la sociedad, sino la opresión contra la cual se rebelan aquellos y que se manifiesta principalmente en la explotación; esa subversión de los oprimidos lo que hace es, en todo caso, poner en evidencia o visibilizar la división de la sociedad entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. La lucha de los oprimidos contra la opresión (lucha que promovió Chávez) es, pues, un efecto y no una causa de la división de la sociedad.

“Por nuestra parte, los revolucionarios del mundo, y sobre todo en América Latina, debemos ahora hacer el doble que antes para llenar de alguna manera, al menos en parte, ese hueco que, como el impacto de un gran meteorito, deja la muerte de una personalidad tan gigantesca”

Más bien, esa lucha hará posible la unidad verdadera de la sociedad al desaparecer la explotación y la opresión, y con ellas los antagonismos de clase y finalmente, las clases sociales mismas. Por extraño que parezca a algunos, el imperialismo y la derecha venezolana y mundial tienen poco de qué alegrarse. Venezuela va a unas elecciones presidenciales en las que la derecha se va a enfrentar, irónicamente, a un Chávez más fuerte que el de la campaña presidencial del año pasado, porque este Chávez lleva la aureola del mito que corresponde a los inmortales. Y lo peor, por razones políticas de elemental sentido común esa derecha tendrá que ocultar su júbilo por una muerte que tiene consternados en el caso de sus partidarios, impactados en el caso de casi todos, a millones en Venezuela y el mundo entero, mientras el chavismo no tiene nada de qué cuidarse ni razones para medir sus palabras, aunque también tiene el reto nada fácil de evitar que los partidarios de Chávez y de la Revolución caigan en provocaciones que seguramente promoverá la derecha como su única carta en aras de la inestabilidad política del país (las últimas declaraciones de Capriles no dejan lugar a dudas al respecto). Es por todo esto que considero muy probable un triunfo del chavismo en Venzuela aún mayor que el último obtenido en vida de Chávez; triunfo cuyos alcances serán estratégicos a nivel mundial, por ser la Revolución Bolivariana el motor de arranque para toda una época histórica. Por nuestra parte, los revolucionarios del mundo, y sobre todo en América Latina, debemos ahora hacer el doble que antes para llenar de alguna manera, al menos en parte, ese hueco que como el impacto de un gran meteorito, deja la muerte de una personalidad tan gigantesca. Y al menos en nuestro caso (es decir, en el de los que nos proclamamos revolucionarios),

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es recomendable comenzar a enjuagarnos las lágrimas y tratar de hacer aunque sea tan solo una pequeña parte de lo que ya Chávez no hará directamente, pero sí a través nuestro: convertir en realidad la organización mundial de la vanguardia revolucionaria para avanzar con la debida celeridad y como solo puede hacerse si se identifican los puntos comunes en las estrategias de lucha y en el modelo socialista a construir, tal como él lo pidió primero, con su llamado en el desierto, a organizar la Quinta Internacional; y luego, cuando reiteró sus acertados criterios al respecto en la clausura del Foro de São Paulo en Caracas el año recién pasado, al preguntar dónde está el Estado Mayor, el Ejército y el Plan de Batalla para alcanzar los objetivos que en dicho evento se definieron. Aunque era aún muy temprano para que se nos fuera, Chávez lo hizo luego de haber cumplido su misión histórica, y quizás en algo pueda ayudar a comprender esto el hecho de que pudo luchar tres veces más tiempo que el Che y vivir casi 20 años más que él, y 6 años más que Lenin. Finalmente, quiero referirme al heroísmo con que Chávez enfrentó una última vez más la posibilidad de la muerte. A sabiendas de que con ello estaba acortando dramáticamente el tiempo de vida que podía quedarle, él decidió, como buen estratega, dejar ganadas las elecciones presidenciales del año pasado para asegurar el futuro de la Revolución, ganando así (aún después de muerto) el tiempo necesario para que la dirigencia bolivariana, después de estas elecciones que casi con toda seguridad serán ganadas por el chavismo, logre a punta de lucha, conciencia, unidad y organización, llenar en Venezuela el inmenso vacío que deja la ausencia física de un líder mundial al frente de ese proceso revolucionario del cual depende en tan alta medida la suerte de la humanidad misma en este momento.


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Es el padre, el alma, la vida y la razón de este Correo del Orinoco

Chávez nunca arrió las banderas por un mejor periodismo

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Vanessa Davies (periodista)

i este diario está en la calle, si se ha mantenido como una trinchera por más de tres años, es porque en el país hubo y hay (porque para nosotras y nosotros está en tiempo presente) un ser tan excepcional como Hugo Chávez. El Presidente lo concibió, con su mente luminosa, como un heredero del primer Correo del Orinoco con el que Simón Bolívar batalló contra los realistas del siglo XIX y como la materialización de la frase “la imprenta es la artillería del pensamiento”. La carrera para parir un diario que peleara en esta Segunda Independencia comenzó a mediados de 2009, cuando el Mandatario Nacional le planteó a esta reportera –como también lo hizo a la ministra del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Blanca Eekhout– retomar las banderas del Correo del Orinoco original, y preguntó si era posible que “la artillería del pensamiento” saliera de nuevo al ruedo. Todavía recordamos ese día cuando el Jefe del Estado, con una llamada telefónica, hizo la pregunta que a cualquier periodista le haría latir el

Un director como Chávez era (es) un lujo para cualquier publicación, y efectivamente lo fue para el Correo del Orinoco. Imagino el ceño fruncido que pondrán, al leer estas líneas, antiguos compañeros de labores y brega que siempre observaron al Mandatario Nacional como “una amenaza”, a veces sin razonar el origen de esa idea. Pero quienes en medios privados vimos cómo con una mano se censuraba y se decía “fulano no sale aquí” mientras con la otra se escribía sobre “la libertad de expresión”, y ahora podemos trabajar sin cortapisas, sabemos a qué nos referimos. Como Presidente de la República nunca, pero nunca, solicitó cambiar un titular, protestó alguna publicación o rechazó a algún vocero, por duras que fueran las críticas. Nunca. Cada día demostró que la supuesta fama de intolerante, de “enemigo de la libercorazón –elaborar un petad de expresión” que le riódico de la nada– y de granjearon sus adversauna vez dibujó el sueño rios no era más que un Chávez era (es) un hombre que tenía en la cabeza. elemento más de la falsa Un esfuerzo colectivo, leyenda construida para de visión amplia, con el que contó con el apoyo hollar su honor. espíritu para el debate y entusiasta del Jefe del EsEntendemos que la tado y de Blanca Eekhout, creación de ese falso la discusión. Era parte de además de la colaboración Chávez era necesaria su personalidad: no rehuía irrestricta de la Imprenta para nutrir la mentira de la Cultura, permitió trasnacional contra Veuna polémica, sino que le que el 30 de agosto de 2009 nezuela, pero si –como trabajáramos –el semilo dijo el mayor general hacía frente con la misma llero inicial de soñadoras Jacinto Pérez Arcay el fuerza forjada en su infancia viernes durante las exey soñadores– para confeccionar la edición que quias del Comandande niño pobre de la Cuarta circuló el 31 de agosto. Este– una persona son sus República y en su paso por tábamos en la calle. Con frutos y sus palabras, el dificultades, con aciertos, Presidente era (es) una la Fuerza Armada con errores, pero en la figura clave para el pecalle. Para sostenernos riodismo venezolano del siempre, pero siempre nos siglo XXI. ayudaron –y ayudan– nuestras ministras Dotar a su periódico de una imprenta y ministros de Comunicación: Tania Díaz, se convirtió en uno de los objetivos que Mauricio Rodríguez, Andrés Izarra y Erse impuso, y para el que no escatimó esnesto Villegas. fuerzos ni desvelos. Nadie sabe de dónde


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sacaba tiempo para atender la política social, fortalecer a Pdvsa, inventar nuevas misiones, actuar decididamente en la agenda internacional y, además, evaluar cuál era la mejor máquina disponible para que el Correo del Orinoco tuviera mayor autonomía. Sobran las anécdotas de su dedicación, solamente comparable con la de los hermanos cubanos que –a costa de su salud– sacaron adelante el proyecto que hoy –bajo el mando del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información– multiplica las voces, no solo del Correo, sino de Ciudad Caracas y otros medios del Sistema Bolivariano de Comunicación e Información. Chávez era (es) un hombre de visión amplia, con el espíritu para el debate y la discusión. Era parte de su personalidad: no re-

El Comandante deja millones de hijas e hijos, millones de corazones que caminan por sus propios pies engendrados por el amor de quien los concibió. Uno de esos hijos es el Correo del Orinoco, nacido de su ingenio y sostenido por su pasión

huía una polémica, sino que le hacía frente con la misma fuerza forjada en su infancia de niño pobre de la Cuarta República y en su paso por la Fuerza Armada. Podemos aseverar que Chávez era (es) un demócrata a carta cabal, que no se quedaba callado ante nada, pero que oía pacientemente los argumentos y razones de sus adversarios (damos fe de que, en una de las mesas de diálogo convocadas luego del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, toleró incluso ofensas personales). Por eso, quien recorra las páginas del Correo del Orinoco encontrará, sí, una línea editorial muy clara de defensa del Comandante, de la Constitución Bolivariana y de los intereses de las grandes mayorías silenciadas durante la Cuarta República; pero también hallará que en el periódico del supuesto dictador,

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tan denostado por la mediática internacional, la oposición habla con voz propia, los esfuerzos culturales que no son promovidos por el sector público tienen un espacio y los críticos de la política económica revolucionaria expresan sus puntos de vista. El Comandante deja millones de hijas e hijos, millones de corazones que caminan por sus propios pies engendrados por el amor de quien los concibió. Uno de esos hijos es el Correo del Orinoco, nacido de su ingenio y sostenido por su pasión. Hoy, en esta trinchera que lo acompañó y que hoy acompaña al camarada Nicolás Maduro, despedimos con tristeza al líder que se atrevió a hacernos soñar y que nunca, nunca arrió las banderas del combate por un mundo (y por ende, un periodismo) mejor.


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“Invocamos a nuestros libertadores, invocamos al Dios todopoderoso, a Cristo redentor, para que nos permita continuar avanzando por esta vereda que cada día será más ancha, más próspera y más libre”

Textos: Reinaldo Bolívar, Carola Chávez, Vanessa Davies, Gonzalo Fragui, Isidoro Hugo Duarte, Reinaldo Iturriza, Gabriel Jiménez Emán, Marialcira Matute, José Pertierra, Alí Rodríguez Araque, Janet Queffelec, Mario Silva Gracía, David Velásquez, Carlos Fonseca Terán, Vanessa Davies Fotos: Archivo CO Diseño y diagramación: Pablo Valduciel L. Corrección: Judith Herrada, Eliécer Aché, José Brito, Miguel Hidalgo, Franklin Hurtado


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