Un hombre y su patria. Manuel Belgrano.

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Su ejemplo como mensaje

N

o obstante la sensación de fracaso que experimentó el prócer al momento de su fallecimiento en el apogeo de la anarquía, el país que amó Belgrano se puso lentamente de pie. En efecto, una vez superada la sucesión de guerras civiles, la República Argentina comenzó a crecer hasta constituirse en una nación moderna. En el período histórico que se conoce como de la Organización Nacional, se pusieron en marcha muchas de sus mejores iniciativas en materia de educación, libertad de prensa, instituciones, modernización de la infraestructura, las industrias y la defensa nacional. Paulatinamente, el creador de la bandera azul y blanca se convirtió él mismo en símbolo del patriotismo y de las virtudes cívicas. Sus condiciones morales, integridad y clara inteligencia le permitieron atravesar incólume períodos extremadamente difíciles de la historia americana, en los que todo estaba por definirse y se ignoraba cuál sería el desenlace de la lucha por la Independencia. La figura de Belgrano prócer ha sido preservada tanto en la historiografía académica como en la literatura y en la memoria popular. Tal vez porque este porteño de clase adinerada, educado en Europa y formado en la cultura moderna logró establecer relaciones de comprensión, respeto y afecto mutuo con las poblaciones del interior del país, incluidas las comunidades indígenas del Altiplano. Constituido en punto de referencia ineludible en lo que respecta al sentimiento de identidad nacional, su presencia es visible en los monumentos, en la nomenclatura del actual territorio argentino, y en la enseñanza escolar donde se forman las primeras imágenes y modelos patrióticos. Belgrano se propuso objetivos elevados y ayudó a concretarlos; en su condición de humanista y de estadista, de civil y militar, y de precursor y artífice de la Independencia, aportó elementos sustanciales a la construcción de la Nación Argentina. Este “héroe modesto”, así lo calificó el presidente Domingo Faustino Sarmiento al rendirle homenaje, es hoy indiscutido “Padre de la Patria”. Su memoria contribuye a unirnos ante los desafíos del futuro por encima de las diferencias. Su ejemplo constituye todo un mensaje para los argentinos de hoy: nos invita al ejercicio de la ciudadanía en la plenitud de los derechos y deberes, a incorporarnos a la sociedad del conocimiento, y a comprender que el bien público es posible cuando coinciden la ética y la política.

M. S. Q.

Epílogo 151


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