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Si en el lapso existente entre tu detención y la puesta a disposición del Ministerio Público, conservas un teléfono móvil, puede resultar muy útil que trates de comunicarte con alguien de tu confianza para que pueda hacer el registro pormenorizado de las circunstancias y datos referentes a tu detención y al lugar de traslado por parte de los elementos policiales. También puedes confirmar con tus familiares o compañeros el nombre de tu defensor que solicitarás te represente. Debes preferentemente nombrar a un abogado particular, que tu organización o familiares puedan contactar de inmediato, para que te asista a la hora de rendir tu primera declaración ante el agente del Ministerio Público. Si por alguna razón no puedes pedir la asistencia de un litigante particular, solicita que se te designe de inmediato a uno de oficio. Esta situación es importante, pues la primera declaración del imputado ante la “representación social” es estimada por el Juez con mayor valor probatorio en el actual sistema inquisitivo durante un proceso penal. Para los familiares o personas de confianza es recomendable inmediatamente después de la aprehensión, solicitar a las autoridades de la respectiva escuela o los alumnos representantes, una carta de buenas referencias para presentarla como elemento de prueba en la declaración ante el Ministerio Público.
¿En qué casos pueden detenerte? Luego de llevarse a cabo una investigación, denominada averiguación previa, donde se comprobó la existencia de un delito y la presunta responsabilidad del inculpado, el ministerio público puede solicitar la emisión de una orden de aprehensión. Así, las detenciones pueden llevarse a cabo si son autorizadas a través de una orden de aprehensión de un juez en materia penal, tras la aceptación de la solicitud del Ministerio Público debidamente fundada y motivada. También existen casos donde no se necesita orden de aprehensión para detenerte: Flagrancia. Los policías atrapan a una persona o a un grupo de personas en el momento en el que se está cometiendo el delito o cuando inmediatamente después de cometerlo, el delincuente es perseguido por los elementos de seguridad pública. Lo que se conoce coloquialmente como agarrar a alguien “con las manos en la masa”.