Diccionario de mitos clásicos

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María García Esperón - Aurelio González Ovies Amanda Mijangos, ilustración






Diccionario de mitos clásicos Primera edición, octubre de 2017 Coedición: Ediciones El Naranjo S.A. de C.V. Secretaría de Cultura Dirección General de Publicaciones © María García Esperón y Aurelio González Ovies, por el texto © Amanda Mijangos, por las ilustraciones D.R. © 2017, Ediciones El Naranjo, S.A. de C.V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco C.P. 10400, Ciudad de México. Tel. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx D.R. © 2017 de la presente edición, Secretaría de Cultura Dirección General de Publicaciones Avenida Paseo de la Reforma 175, Col. Cuauhtémoc, C.P. 06500, Ciudad de México. www.cultura.gob.mx Dirección editorial: Ana Laura Delgado Cuidado de la edición: Graciela S. Silva Diseño: Raquel Sánchez Jiménez Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad de Ediciones El Naranjo S.A de C.V. ISBN: 978-607-8442-47-8, Ediciones El Naranjo ISBN: 978-607-745-684-1, Secretaría de Cultura Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores. Impreso en México / Printed in Mexico DICCIONARIO DE MITOS CLÁSICOS se imprimió en el mes de octubre de 2017, en los talleres de Pandora Impresores, Av. Caña 3657, Col. La Nogalera, Guadalajara, Jalisco. www.pandoraimpresores.com. En su composición tipográfica se utilizaron las familias Avenir y Georgia. Se imprimieron 2 000 ejemplares en papel bond blanco de 120 gramos, con encuadernación rústica. El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ediciones El Naranjo.


María García Esperón - Aurelio González Ovies Amanda Mijangos, ilustración



ÍNDICE PR O EM IO 1 2 A

AR ACNE 1 5 ATLAS 1 9

B

D

F

H

J

Q

QUI MER A 121 QUI R Ó N 123

R

R EA 127 R Ó MUL O Y R EMO 131

S

SI B I L A 135 SÍ SI FO 138

T

TAL Í A 142 TÁN TAL O 145

U

IRIS 7 0 IXIÓ N 7 3

PAR CAS 115 PAR N ASO 117

H AR MONÍA 6 3 H ESPÉR ID ES 6 7

I

P

GEA 5 7 GIGANTES 6 0

O L I MPO 107 O R FEO 110

FÉNIX 5 0 FLORA 5 3

G

O

ECO 4 3 EO LO 4 7

N AR CI SO 101 N I N FAS 104

D ESTINO 3 6 D IANA 3 9

E

N

CAR O NTE 2 9 CIRCE 3 3

MARTE 93 MED USA 97

BACO 2 3 BER ENICE 2 6

C

M

UL I SES 149 UR AN O 154

V

JANO 7 7

V EN US 157 V UL CAN O 161

JUNO 8 0

Y

YAR B AS 167

K

KÍKLOPE 8 3

Z

ZEUS 171

L

LAMIA 8 7

EQUI VAL EN CI AS 174

LAR ES 9 0

SEMB L AN ZAS 176



Adivina qué te aguarda tras las dunas de estas páginas.

Y cien hadas le acompañan formando una telaraña.

Tiene cuerpo y piel de verso. Y un océano inmenso.

Despide alegría y mundo por un corazón de embudo.

Corre mucho, lleva alas, suelta estrellas cuando habla.

¡Qué dorados son sus gestos! Y sus brazos son de viento.

Trae escudos y trirremes arrastrados por serpientes.

Se parece a la verdad con mentiras de antifaz.

Trae tesoros alados y un baúl con significados.

Viene con un día al revés y un unicornio ciempiés.

Huele a siempre, lanza tiempo por un dragón muy contento.

¡Es un mito, ya verás, cuánta historia alcanzarás!


PROEMIO En este Diccionario de mitos clásicos encontrarás numerosas historias de los dioses y héroes más importantes del mundo griego y del romano. En cada una podrás asomarte a los nexos que unieron a esas dos grandes civilizaciones y cómo su influencia ha llegado hasta nuestros días. La Antigua Grecia había sido fuertemente influida por culturas anteriores como la egipcia y la fenicia. Su tradición mitológica se basaba en la tradición oral, y para sus habitantes estos relatos eran fundamentales: explicaban la creación del mundo y cómo los dioses se relacionaban con las personas. Los griegos creían firmemente en la veracidad de estos relatos, los cuales se dividían en tres principales etapas. La primera era la edad de los dioses, en esta se encontraban los mitos que explicaban la forma en la que el mundo se había creado, los fenómenos naturales y la manera en la que algunos dioses habían tomado el control del Olimpo. La segunda incluía los mitos en los que los dioses y los humanos convivían, ya que los primeros bajaban a la tierra para ayudar, castigar o poner a prueba a los hombres. El último periodo era la edad de los héroes, en el que se encontraban sucesos de gran importancia como la guerra de Troya o las hazañas de Heracles, a quien seguramente conocerás por su nombre romano: Hércules. Por su parte, la Antigua Roma tomó préstamos de otras civilizaciones como la etrusca, la mesopotámica y, evidentemente, la griega. Sus dirigentes se apropiaron de diversos avances culturales: políticos, militares, arquitectónicos y científicos. También retomaron gran parte de la tradición mitológica

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griega, aunque modificaron el nombre a las distintas deidades y en ocasiones hicieron modificaciones a sus historias. La mitología romana también tenía relatos propios, especialmente los que referían a la fundación de su ciudad, como es el caso de Rómulo y Remo. Debido al contexto en el que vivían, otorgaron mucha importancia a los mitos relacionados con la guerra, pues participaban constantemente en batallas y estaban orgullosos de luchar por defender su lugar de origen. Los romanos lograron una amplia difusión de su ideología y sus mitos, ya que impusieron el latín como lengua para los territorios conquistados, con esto consiguieron hacer universales su mitología y, a su vez, la que habían tomado de Grecia. En este diccionario hemos buscado mostrarte la manera en que los distintos dioses se relacionaron entre sí para ambos pueblos. Al inicio de cada mito podrás saber con qué tradición se vincula la historia que leerás. También incluimos al final del libro un listado de equivalencias en el que podrás encontrar a los dioses o héroes que tienen su correspondiente en los dos universos y que se mencionan a lo largo del libro. Para las culturas grecorromanas o clásicas, la mitología era una parte importante de su civilización. Sus artistas representaban escenas de los dioses en objetos de cerámica, sus poetas rescataron los relatos compartidos de boca en boca y realizaron versiones de los mismos. Fueron tan importantes, que pintores y escritores de otras épocas siguieron reproduciendo sus historias. Ahora tú puedes leerlas en estas páginas y comprender por qué nos siguen cautivando después de tantos siglos.

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A ARACNE Tradición griega

Mira, mira: una araña tejiendo una historia. Es Aracne, pobrecilla, castigada ¡por chismosa! Trama y teje, metepatas, está Aracne, castigada. ¡Qué insensata!

En el reino de Lidia, en Asia Menor, vivía una bella muchacha llamada Aracne. Si bien no pertenecía a una familia noble ni pudiera decirse que fuera rica, era muy famosa debido a una extraordinaria habilidad que poseía: era la mejor tejedora que existía sobre la tierra… o eso creía ella, que se vanagloriaba de manejar la aguja y la lanzadera mejor que la misma diosa Atenea. Y sí, lo hacía muy bien. Era capaz de componer cuadros maravillosos con sus hilos: parecían rayos de luz en sus manos. Realizaba

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bordados de oro sobre las telas que teñía de púrpura su padre, el buen Idmón, tintorero de la industriosa ciudad de Colofón, que siempre se felicitaba por haber tenido una hija tan hacendosa. —Es un poco presumida —decía el tintorero—, pero debe ser cosa de la juventud. Seguro se le pasará cuando encuentre marido pero, ¿cómo ocurrirá eso, si lo único que hace es tejer? Aracne tejía y bordaba, hilaba y volvía a tejer. Ninguna de las doncellas de Colofón podía competir con ella y eso terminó por aburrirla. Una tarde, tejiendo entre un grupo de amigas suspendió repentinamente la labor, se asomó a la ventana y gritó hacia el cielo: —¡Atenea, si eres tan poderosa, te reto a que desciendas del Olimpo y te enfrentes conmigo en un concurso de tejido! Las amigas se asustaron y cubrieron el rostro con las manos. Definitivamente a Aracne el tejido la había vuelto loca. ¡Cómo se le ocurría desafiar a una diosa del Olimpo, a Atenea, que es de las mayores, la diosa de la sabiduría, de la guerra y de las artes aplicadas y por aplicar! Al poco rato tocaron a la puerta. Una de las doncellas fue a abrir y regresó acompañada por una anciana, envuelta en toscas ropas grises. —He venido a desafiarte a un concurso de tejido —dijo la vieja mujer sin rodeos—. Soy la mejor tejedora de mi pueblo y quiero medir mi destreza con la tuya. Aracne miró a la anciana con desprecio y contestó: —No creo que tus deteriorados ojos y tus torpes y viejas manos puedan competir conmigo, que no tengo igual en el mundo. Mejor harás en regresar a tu pueblo y ahorrarte el mal trago. —No es sensato menospreciar a la vejez, como lo haces tú. Pero no haré caso a tus palabras hirientes, pues alguien tiene que darte una lección. Empecemos al mismo tiempo a tejer el mejor tapiz del mundo. ¿Preparada?

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Y ante los ojos asombrados de Aracne, la anciana se despojó de sus ropas grises y apareció Atenea con toda su majestuosidad, con su casco, su lanza y su escudo con la cabeza de Medusa agitando sus cabellos de serpiente. Las doncellas cayeron al suelo adorando a la diosa. Aracne se quedó parada en actitud desafiante. ¡Estaba segura de vencerla! Y empezó el concurso. Atenea tejió una historia que le gustaba mucho en lo personal, pues mostraba su victoria sobre el dios Poseidón, cuando ganó el concurso para que le pusieran su nombre a la ciudad de Atenas. Él hizo brotar un caballo y ella un olivo, y los atenienses deliberaron que el olivo era mejor que el caballo, pues les daría alimento, sombra, aceite para lavar sus cuerpos y cabellos y luz para sus noches. Aracne, sin dudarlo y a una velocidad sorprendente, tejió las historias que a ella le entretenían mucho y que trataban de los amores de los dioses; por ejemplo, de cómo Zeus se convirtió en toro para robarse a la princesa Europa, en cisne para enamorar a Leda y en lluvia de oro para presentarse a Dánae, que estaba encerrada en una torre. Aracne terminó primero y un segundo después lo hizo Atenea. La diosa tuvo que confesarse a sí misma que el tapiz de Aracne era mejor técnicamente que el de ella, pero… —¡El tema que has elegido no es serio! ¡No es correcto difundir esas historias del padre de los dioses! ¡Lo desprestigian! Y Atenea, con su propia lanzadera, golpeó el tapiz de Aracne y lo destruyó en un abrir y cerrar de ojos. La joven iba a protestar cuando sintió que una fuerza invisible la elevaba por los aires. Agitaba los brazos y piernas desesperada para volver al suelo. Sus amigas lloraban, pero no se atrevían a ayudarla para no provocar más la ira de Atenea. —Insensata Aracne, con los dioses no se juega ni se les reta a concursos. Vivirás así, suspendida por toda la eternidad, tejiendo tus mentirosas telas.

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La diosa roció a Aracne con el veneno de una planta y ante las aterradas doncellas, sus brazos y piernas se transformaron en ocho patas negras y delgadas; se le cayeron su larga cabellera, la nariz y las orejas; la cabeza se convirtió en una bolita, y el cuerpo en una esfera. Se hizo pequeña, pequeña, pequeña… y convertida en araña se fue a llorar su suerte y a tejer su tela a una grieta de la puerta por la que había entrado Atenea.

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ATLAS Tradición griega

Hay un hombre

Creo que se llama

gigantesco

Atlas

que sujeta

y es el padre

el universo.

de los mapas.

Hubo un tiempo terrible en que los dioses del Olimpo se enfrentaron a los titanes. Eran estos una raza de seres gigantescos de la que formaba parte el imponente Atlas. Su cuerpo era azul y sus cabellos largos y sombríos, conocía las profundidades del mar, los misterios del cielo y poseía una fuerza incomparable. Con Zeus al frente, los olímpicos derrotaron a los titanes, que fueron encadenados en las entrañas de la Tierra, en el lóbrego Tártaro donde nunca penetra la luz. Zeus mandó que sacaran a Atlas del Tártaro y lo desencadenaran. El vencido titán apretó los puños y dijo al padre de los dioses: —¿Qué vas a hacer conmigo? —El mundo está casi destruido. El viejo Cielo, después de la guerra que nos enfrentó, no puede mantenerse más por sí solo sobre nuestras cabezas. He decidido que seas tú, con tus músculos potentes y tu cuello de hierro, quien para siempre sostenga en sus espaldas la bóveda celeste.

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Atlas guardó silencio y fue conducido por el joven dios Hermes al norte de África, donde después de ascender una alta montaña fue atado a dos columnas de metal que brillaban como el oro. De inmediato sintió sobre su espalda el peso inmenso del cielo, suspiró y aceptó su suerte de titán vencido. Pasaron años o quizá siglos, porque el tiempo de los dioses y las montañas se mide de otra manera, y un buen día llegó ante el titán un joven que dijo llamarse Heracles, héroe a quien en Roma conocieron como Hércules. Él, aunque había cumplido grandes empresas, necesitaba de su ayuda para conseguir tres manzanas de oro del jardín de las Hespérides. Eran estas unas doradas doncellas, hijas de la Noche y sobrinas de Atlas, que vivían cantando y solazándose en un jardín donde había un manzano que daba frutos de oro, custodiado por un dragón-serpiente de ojos mortíferos. —Me han dicho, gran Atlas —dijo Heracles—. Que solo tú eres capaz de arrancar esos frutos, pues en tiempos más felices para ti el dragón te obedecía como un perro faldero. Te ofrezco encargarme de sostener la bóveda celeste mientras viajas a Occidente, al jardín que ningún mortal conoce. Descansarás un poco y yo tendré las manzanas que ansío. Atlas, que deseaba ver a sus sobrinas, aceptó la oferta que le hizo Heracles, quien desató sus ligaduras y afianzó sus potentes brazos en las columnas. Pronto, el peso del cielo descansaba sobre la espalda del joven héroe. El titán se sintió libre y aprovechó para dar una vuelta por el mundo. Todo había cambiado y había muchos campos nuevos y ciudades con calles y templos de un estilo que jamás había visto. Las Hespérides lo recibieron con muestras de alegría, lo agasajaron, lavaron sus pies y le sirvieron delicadas viandas. Atlas se aproximó al manzano donde se enroscaba el dragón-serpiente, acarició sus escamas y sin la menor molestia arrancó tres frutos de oro.

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En el camino de regreso había reflexionado y trazado un plan. ¡No permanecería por más tiempo encadenado y sosteniendo el peso del cielo! Estaba harto. Avistó a Heracles, que paciente lo esperaba y lanzó las tres manzanas de oro a sus pies. —He aquí tu recompensa —dijo Atlas— y pues lo haces tan bien, transfiero a tus espaldas la responsabilidad de mantener el cielo sobre las cabezas de todos. Yo me iré a las profundidades del mar, que bien conozco, para escapar a los enojos de Zeus, por si se entera que me has sustituido. Heracles comprendió que estaba perdido. ¡Sostendría la bóveda de los cielos por toda la eternidad! Pensó rápidamente cómo salir de situación tan comprometida y le dijo a Atlas: —Me parece justo, gran titán. Pero quiero hacerlo de la mejor manera y con las prisas, cuando cambiamos los puestos, mi capa quedó desordenada sobre mis hombros y me están molestando los pliegues de la tela. Sostén el cielo por un momento mientras acomodo y extiendo la prenda. Al titán le pareció justa la petición de Heracles y así hizo, sin sospechar nada. El joven héroe se ajustó la capa con parsimonia, recogió las manzanas y se marchó de ahí sin despedirse de Atlas. Años o siglos después, otro joven héroe llamado Perseo llegó hasta esos remotos lugares con un terrible trofeo: la cabeza de Medusa, que tenía el extraño poder de transformar en piedra a quien la mirara. Atlas le pidió que le dejara contemplarla y a su influjo se convirtió en una enorme y majestuosa montaña de cuerpo azul y vegetación sombría que aún hoy se llama Atlas y que parece sostener el cielo.

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B BACO Tradición romana

¿Quién es ese que sonríe

Porta una vara adornada

tan dulce como el azúcar?

con parras y con racimos;

Es Baco, dios del banquete,

cetro de Baco lo llaman

bisabuelo de las uvas.

y otros también dicen tirso.

Baco, a quien los griegos llamaban Dioniso, era hijo de Júpiter, conocido como Zeus por los griegos. Su madre, la princesa Semele, había muerto al darlo a luz, por lo que el padre de los dioses llevó a su hijo a la India, para que lo educaran las mejores ninfas y para que aprendiera todo lo relacionado con el cultivo de las uvas con los más sabios maestros, como el viejo Silvano y los bonachones sátiros, que tienen patas de cabra y unos cuernecillos muy graciosos que asoman por entre los cabellos. También le enseñaron al niño Baco las propiedades de la hiedra, que son mágicas, pero le pidieron que siempre las mantuviera en secreto, lo que cumplió. Cuando dejó de ser niño, pensó que debía tener algo así como una varita mágica, entrelazó hiedra en una rama y le gustó mucho el resultado. Desde entonces se le vio corriendo o caminando a través del bosque con su varita en la mano, a la que llamó tirso. Como era muy simpático, las ninfas más jóvenes se reunieron para formar un grupo que lo siguiera y apoyara en sus viajes para

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difundir el cultivo de las uvas. Se llamaron las bacantes, o seguidoras de Baco. En cierta ocasión, el viejo Silvano le regaló a Baco un carro. El joven abrazó agradecido a su ayo y le preguntó: —¿Y los caballos, maestro? —¿Cuáles caballos? —preguntó Silvano con una sonrisa traviesa—. Este carro es tan mágico como tu tirso y no puede ser arrastrado por caballos, sino por… En ese momento de quién sabe dónde aparecieron dos majestuosas panteras, que lejos de mostrar ferocidad ante Baco se lanzaron a sus pies y contentas aceptaron que las unciera al carro. Y así, seguido por sus bacantes y transportado en un carro que era arrastrado por panteras, Baco abandonó la India e inició un largo camino hacia el Occidente, no sin antes plantar la vid y enseñar a los hombres el arte de hacer vino, que da felicidad y alegra el banquete, pues inspira a cantar y danzar celebrando la vida. En su viaje, Baco llegó a las costas de Italia y como deseaba ir a la isla griega de Naxos, pidió a unos piratas que lo transportaran en su barco. Estos —al observar la noble apariencia de Baco, sus finos vestidos y la preciosa piel de tigre con la que se cubría— lo confundieron con el hijo de un rey y decidieron secuestrarlo para pedir rescate por su persona, lo que le informaron en plena navegación, diciéndole además que no iban rumbo a la isla de Naxos, sino de regreso a Asia. El timonel del barco, que había viajado mucho y escuchado en el curso de sus viajes hablar del joven dios hijo de Júpiter y Semele, que siempre portaba una varita recubierta de hiedra, se dio cuenta de que aquel que tomaban por un príncipe era un dios y que nada bueno iba a ocurrir si los piratas seguían con la idea del secuestro. —¡Compañeros piratas! Respetemos al huésped, que no es un humano común y corriente, sino un ser poderoso.

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El capitán del barco se echó a reír y dijo: —¿Dios poderoso este muchachito enclenque? No es más que un niño mimado por el que vamos a cobrar una fortuna. Llevémoslo sano y salvo a Asia para que lo rescaten sus parientes. No se le vaya a ocurrir saltar del barco, así que lo encadenaremos al mástil. Baco, sin preocuparse lo más mínimo, sonrió y con su tirso tocó la cubierta de la nave. En un abrir y cerrar de ojos, el barco se llenó de vino. Sin dejar de sonreír, tocó los remos que habían soltado los marineros tratando de librarse de la inundación de vino. ¡Los remos se transformaron en serpientes! Y la hiedra del tirso creció a una velocidad sorprendente y se enredó en el mástil y envolvió por completo la nave de los desdichados piratas que intentaban desesperadamente regresar a la costa de la que habían partido. En un parpadeo, Baco se transformó en un feroz león, rugiendo y mostrando colmillos afilados como espadas. Los marineros aterrorizados se reunieron en el centro de la nave, abrazándose y llorando. Entre ellos Baco hizo aparecer a un gigantesco oso que, amenazante, levantó sus garras. Desesperados y lanzando gritos de pavor, los piratas se lanzaron al mar. Y al rozar las saladas aguas, fueron convertidos en delfines. Todos, excepto el timonel, a quien Baco, recobrando su forma humana, tocó con su tirso y convirtió, para siempre, en un hombre afortunado.

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EQUIVALENCIAS G RE CIA

ROMA

AFRODITA Venus

HEFESTO Vulcano

APOLO Apolo

HELIOS Sol

ARES Marte

HERA Juno

ÁRTEMIS O ARTEMISA Diana

HERACLES Hércules

ATENEA Minerva

HERMES Mercurio

ÁTROPOS Morta

HESTIA Vesta

CÁRITES gracias

LÁQUESIS Décima

CLORIS Flora

MNEMÓSINE Moneta

CLOTO Nona

MOIRAS parcas

CRONOS Saturno

ODISEO Ulises

DEMÉTER Ceres

PAN Fauno

DESTINO Fatum

POSEIDÓN Neptuno

DIONISO Baco

PERSÉFONE Proserpina

EROS Cupido

REA Ops

GEA Terra

URANO Cielo

HADES Plutón

ZEUS Júpiter

HARMONÍA Concordia

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RO M A

GRECIA

APOLO Apolo

MINERVA Atenea

BACO Dioniso

MORTA Átropos

CERES Deméter

MONETA Mnemósine

CIELO Urano

NEPTUNO Poseidón

CONCORDIA Harmonía

NONA Cloto

CUPIDO Eros

OPS Rea

DIANA Ártemis o Artemisa

PARCAS moiras

DÉCIMA Láquesis

PLUTÓN Hades

FATUM Destino

PROSERPINA Perséfone

FAUNO Pan

SATURNO Cronos

FLORA Cloris

SOL Helios

GRACIAS cárites

TERRA Gea

HÉRCULES Heracles

ULISES Odiseo

JUNO Hera

VENUS Afrodita

JÚPITER Zeus

VESTA Hestia

MARTE Ares

VULCANO Hefesto

MERCURIO Hermes

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SEMBLANZAS MARÍA GARCÍA ESPERÓN Escritora

Desde niña sentí que en la escritura y en los libros habitaba una hermosa magia que me envolvía como un perfume. Héroes y dioses, sirenas y monstruos y un misterioso mar color de vino por el que navegaba un hombre llamado Odiseo. Mi primer y ardiente amor fue la literatura griega y quise aprender a leer para saber qué historia había detrás de una ilustración de la diosa Atenea. Desde entonces, no he dejado de seguir las letras, los mitos y los dioses y con un pie en el Mediterráneo y el otro en el Anáhuac construyo mi propuesta de literatura infantil y juvenil.

AURELIO GONZÁLEZ OVIES Escritor

Como digo en unos versos autobiográficos “de pequeño, además, yo quería ser gitano, / para tener un burro, entre otras muchas cosas, / y caminar descalzo. / Pero la vida nunca acepta nuestros ruegos / y me gustó el latín no sé por qué motivo / y aquí estoy enseñando lo que a veces no entiendo”. Y así es, enseñando, pero siempre aprendiendo, porque tanto la existencia como la escritura son un continuo y apasionante aprendizaje. Lo mismo que los mitos clásicos que, desde hace muchos años, van conmigo, siempre actuales y consejeros.

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AMANDA MIJANGOS Ilustradora

Un día pensé que cuando fuera grande quería hacer casas. Después me di cuenta que me gustaba más dibujarlas que construirlas. De las casas vinieron sus habitantes, sus perros, sus gatos, los pájaros, los árboles y todas las estrellas. ¿De dónde viene el sol?, ¿por qué vuelan los pájaros?, ¿cuántos pelos tiene un gato? Siempre tengo muchas preguntas, los dibujos me sirven para imaginar muchas maneras de responderlas y cada libro que hago me alcanza para volver a dibujar el mundo entero. ¡Cómo me gusta hacer dibujos!




colección los clásicos del naranjo De la A de Aracne a la Z de Zeus, este diccionario presenta un selectivo abecedario de divinidades, personajes y anécdotas de la Antigüedad grecolatina. Y con todas las letras, en prosa y en verso, corrobora que los mitos siempre son tan actuales como la luz del sol, tan fascinantes como el fulgor de las estrellas y tan necesarios como el verdor de la naturaleza. Un repertorio de protagonistas que nos hablan de los valores esenciales de nuestra cultura y un viaje apasionante en busca de nuestros mejores orígenes. MARÍA GARCÍA ESPERÓN nació en la Ciudad de México en 1964. Hizo estudios de Ciencias Humanas y Letras Clásicas. Ha obtenido el Premio Barco de Vapor, el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma Fundalectura y el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños. Su novela Dido para Eneas fue seleccionada en 2016 en la Lista de Honor de ibby. En El Naranjo también ha publicado Copo de Algodón y El anillo de César. AURELIO GONZÁLEZ OVIES nació en Asturias, España en 1964. Es doctor y profesor de Lenguas Clásicas en la Universidad de Oviedo. Obtuvo algunos premios internacionales con títulos como La hora de las gaviotas, Vengo del norte y Nadie responde. Es autor de una decena de álbumes ilustrados. AMANDA MIJANGOS nació en la Ciudad de México en 1986. Estudió Arquitectura en la unam e Ilustración en la Academia de San Carlos y en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Buenos Aires. Es fundadora del estudio de ilustración Cuarto para las 3. Su trabajo ha sido premiado en varias ocasiones y en 2017 fue ganadora del VIII Catálogo Iberoamérica Ilustra. Este es el primer libro que publica en Ediciones El Naranjo.

www.edicioneselnaranjo.com.mx

ISBN 978-607-8442-47-8

9 786078 442478


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