Pensadores Griegos I - T. Gomperz

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La religión de los griegos es un ánfora en la que espíritus nobles han vertido el contenido más puro. Sus divinidades fueron transformadas en expresiones de la más elevada belleza por poetas y artistas. No obstante, no deja de ser un retoño de las mismas raíces de las que por doquiera ha brotado en el mundo una abundancia inmensa de creaciones espirituales en parte bellas y benéficas, en parte feas y perjudiciales10. 1) El autor, que en un folleto anterior (Traumdeutung und Zauberei, Viena, 1886) ha tratado las cuestiones que aquí se discuten, se mantiene fiel al punto de* vista formulado de este modo por DAVID HUME en su Historia natural de la religión: "There is an universal tendency among mankind to conceive all beings like themselves, and to transfer to every object those qualities with which they are familiarly acquainted and of which they are intimately conscious". (Essays and treatises, Edimburgo, 1817, II, 393). [Hay en la humanidad una tendencia general a concebir todos los seres como iguales a los hombres y a transferir a todo objeto aquellas cualidades con que los hombres están familiarizados y de las que poseen íntima conciencia]. En la actualidad, la ciencia de la religión sufre gravemente de la falta de una terminología fija. El importante término "animismo" es empleado por el eminente sabio que lo introdujo principalmente en la bibliografía y cuyas obras fundamentales han sido utilizadas ampliamente por nosotros, ora en un sentido restringido, ora en un sentido amplio; cf. su propia declaración (TYLOR, Prímitive Culture II, p. 100). Peor aún es la situación del término "fetichismo", que en todas partes se aplica tanto a la adoración de los grandes objetos naturales como a la de especies de objetos inanimados, y aun a la de insignificantes objetos individuales como una piedra de forma curiosa, una concha de color extraño, etc. La ambigüedad de la palabra ha perjudicado aquí seriamente el progreso de la ciencia. La muy justificada reacción contra la teoría de que la adoración de los fetiches de esta última categoría era la más primitiva de todas las formas religiosas, ha sobrepasado en mucho, según creemos, su objetivo, y ha llevado, especialmente a Herbert Spencer, a una depreciación no admisible del fetichismo en general. La idea exacta de que objetos de adoración a los que se ha dado el nombre de fetiches, no son, en muchos casos, nada más que creaciones religiosas secundarias y a los que frecuentemente se les tributa adoración sólo como residencia (permanente o temporaria) de un espíritu o de una divinidad, ha sido generalizada en el principio según el cual fetichism is a sequence of the ghost-theory, es decir que el fetichismo es una consecuencia de la teoría de los espíritus. (H. SPENCER, Principies of Sociology I, p. 345). Nos consideramos autorizados a emplear el término en su tradicional significado, aunque éste sea contrario a la etimología (cf. sobre ésta RÉVILLE, Prolégomènes de l'histoire des réligions, 3a ed., p. 130) y declaramos que en modo alguno nos ha convencido la tentativa del ilustre pensador inglés de reducir toda adoración de la naturaleza a la adoración de los espíritus, y sobre todo de los espíritus de los antepasados. 10

Lo que hace muy plausible la teoría de que toda religión es en sus orígenes un culto de los antepasados o de los espíritus, es entre otros motivos la circunstancia de que continuamente nacen nuevos dioses de esta naturaleza (así incesantemente en la India; cf. GRANT ALLEN, The evolution of the idea of God, p. 32, y LYALL, Asiatic Studies, 2a ed., p. 1-54). Lo que ocurre es que los grandes objetos naturales ya fueron, por decirlo así, repartidos, lo mismo que los principales intereses de la


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