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Para Marisa, mi bella e inteligente esposa. Sin su apoyo no podría haber escrito este libro, ni ningún otro. Y, además, me sugiere las dedicatorias. MC A Juan Pedro, mi apoyo incondicional y compañero de vida. MP

Primera edición: marzo de 2022 Diseño y maquetación: Adriana Martínez Diseño del logo: Maria Soler © 2022, Miguel Calero, por el texto © 2022, Mercedes Palacios, por las ilustraciones © 2022, La Galera, SAU Editorial, por esta edición Dirección editorial: Pema Maymó La Galera es un sello de Grup Enciclopèdia Josep Pla, 95. 08019 Barcelona www.lagaleraeditorial.com Impreso en Egedsa Depósito legal. B-479-2022 ISBN: 978-84-246-7182-2 Impreso en la UE Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra queda rigurosamente prohibida y estará sometida a las sanciones establecidas por la ley. El editor faculta a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) para que pueda autorizar la fotocopia o el escaneado de algún fragmento a las personas que estén interesadas en ello.


Miguel Calero

AJO POR AJO, DIENTE POR DIENTE Ilustrado por Mercedes Palacios



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El viejo castillo de la familia Tapias, en

Transilvania, se encontraba en una zona aislada, algo muy conveniente cuando eres un vampiro y tus hábitos son algo raritos a ojos de los humanos. El entorno era bello y salvaje, con frondosos bosques y afiladas rocas que parecían colmillos recortados contra el cielo. Debido a las terribles leyendas que circulaban por la región, pocos humanos se 5


aventuraban a acercarse al castillo y sus alrededores. Aquellas leyendas, todo hay que decirlo, eran un tanto exageradas. Si bien los Tapias eran algo brutotes, tampoco se comían a nadie. Hacía muchísimo tiempo que los vampiros no molestaban a los humanos para alimentarse, ya que la industria sanguínea había avanzado mucho en cuestiones de envasado y distribución. Y en los viejos tiempos tampoco era para tanto. Lo que pasa es que siempre hay a quien le sienta mal que le chupen un poco de sangre. Tiquismiquis que son. Vladimiro llevaba varios días ocioso y empezaba a aburrirse. Sobre todo porque sus primos Boris y Bernardo tenían una manera de divertirse que a él no le hacía ninguna gracia: hacer brochetas de bichos empalados y gamberradas varias. 6


—¡Eh, Vladi! Adivina qué tengo en la mano —gritaba su primo Boris desde la distancia, con las manos en la espalda. —Un bicho empalado —respondía Vladimiro con cara de resignación. —Chico, no sé cómo lo haces, pero siempre aciertas.



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