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Texto de Sabrina Catdoor

Ilustraciones de David Sierra Listón

Primera edición: noviembre de 2022

Un proyecto de Tormenta

© 2022, Sabrina Catdoor, del texto

© 2022, David Sierra Listón, de las ilustraciones

© 2022, La Galera, SAU Editorial, de la edición en lengua castellana

Foreign Rights © Tormenta

www.tormentalibros.com

Dirección editorial: Pema Maymó

La Galera es un sello de Grup Enciclopèdia

Josep Pla, 95 08019 Barcelona

www.lagaleraeditorial.com

Impreso en Tallers Gràfics Soler

ISBN: 978-84-246-7348-2

Depósito legal: B-7.022-2022

Impreso en la UE

Cualquier tipo de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra queda rigurosamente prohibida y estará sometida a las sanciones establecidas por la ley. El editor faculta a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) para que autorice la fotocopia o el escaneado de algún fragmento a las personas que estén interesadas.

Esta historia es para Pema, Anna, Maria y Núria, que hicieron posible el hechizo.

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La Montaña de los Objetos Perdidos

Los Rescatadores Mágicos trepaban por una monta-

ña de objetos encantados. Su objetivo: un rascador de marfil, que los esperaba justo en la cima.

—¿Cuánto queda? —preguntó Lucas—. No puedo más.

—¡Cuidado con esa rueca! —advirtió Marina—. Si nos pinchamos con ella, dormiremos cien años.

—Me alegro de que los mayores no puedan venir a Imaginaria —dijo Zoe, agarrándose con cuidado a un huevo de oro—. ¡Si mis padres me viesen ahora, les daría un patatús!

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Marina, Lucas y Zoe eran los Rescatadores Mágicos. Se encargaban de ayudar a todas las criaturas fantásticas de Imaginaria. Era un mundo mágico al que llegaban a través de la gatera de casa de la abuela.

A veces les tocaban misiones muy peligrosas, como apagar el fuego de un dragón o salvar una aldea de duendes.

Esa vez, sin embargo, solo tenían que ayudar al rey Arcano a encontrar su rascador. Aunque la misión se estaba complicando más de lo esperado. Los Rescatadores no sospechaban que la Montaña de Objetos Perdidos de Imaginaria se hubiera convertido en un amasijo inestable de varitas mágicas, escudos de plata y zapatos de cristal.

Zoe, que iba la primera, ya estaba muy cerca del rascador. Tanteó un trono de oro para asegurarse de que podía apoyarse en él y se estiró un poco más.

—Ahí está —dijo entre dientes—.Ya casi lo tengo… Apoyó el pie en una bola de cristal.

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—¡Cuidado! —gritó Marina.

—¡Uy!

Demasiado tarde. La bola de cristal cayó rodando por la montaña. Rebotó en el sombrero de un gigante, pasó al lado de Lucas y derribó un baúl, que se abrió con el golpe. Un viento invernal salió con tanta fuerza que zarandeó a los tres niños.

—¡Eso debe de ser el aire acondicionado de Imaginaria! —dijo Lucas.

Cuando el vendaval se fue, los Rescatadores oyeron un tictac que se alejaba y miraron abajo. Entre el viento y la bola de cristal, un montón de objetos encantados se habían caído montaña abajo, hasta estrellarse contra el suelo.

—¡Espero que tengan seguro! —exclamó Zoe. Ya se había encaramado a la cima. Con un tirón, consiguió sacar el rascador del rey Arcano de la montaña.

—¡Ahora a correr! —dijo Marina—. Tenemos que darnos prisa en volver. ¡O se irán sin nosotros!

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Solo quedaba devolverle el rascador a Arcano. Los tres Rescatadores empezaron a bajar poco a poco. Pero, entonces, la montaña de objetos mágicos se estremeció.

—Oh, oh… —murmuró Zoe.

—¿Por qué siempre acabamos metidos en un lío? —Lucas se abrazó a la escoba de una bruja. ¡Plof! Le salió una verruga en la nariz. No desapareció hasta que la soltó.

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Los objetos mágicos empezaban a caer sobre los Rescatadores. ¡La montaña se derrumbaba! Pero Lucas fue rápido. Se llevó a los labios su objeto mágico: un silbato con el que podía llamar a cualquier animal.

Sin embargo, la montaña seguía temblando y, cuando la caja de música sobre la que se apoyaba se desprendió, Marina cayó al vacío. Zoe intentó ayudarla, ¡pero no la alcanzó!

—¡Socorro! —gritó Marina.

Por suerte, justo en ese momento llegó un hipogrifo y la agarró del jersey.

—¡Subid! —exclamó el animal.

Zoe y Lucas saltaron a su lomo. Los Rescatadores suspiraron de alivio cuando se alejaron de la Montaña de Objetos Perdidos, que se derrumbó a sus espaldas.

—La próxima vez le diremos al rey Arcano que se rasque con un tronco —suspiró Lucas.

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