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ACEITES ESENCIALES PARA EL EQUILIBRIO HORMONAL Recupera tu energía y concentración y adelgaza de forma natural

Dr. MARIZA SNYDER

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Título original: The Essential Oils Hormone Solution Traducción: Inmaculada Morales Lorenzo ©  2019, Dra. Mariza Snyder Diseño de la cubierta: Sarah Horgan Fotografía de la cubierta: (limón) Bekshon/Shutterstock (lavanda) Gita Kulinitch Studio/Shutterstock (frasco y menta) Kerdkanno/Shutterstock (canela) WIN12_ET/Shutterstock Fotografía de la autora: Scott y Dana Halvorson Publicado por acuerdo con Pure and Simple Wellness, Inc. f/b/o Dra Mariza Snyder, c/o Wendy Sherman Associates, Inc., Nueva York, EE.UU. De la presente edición en castellano: ©  Gaia Ediciones, Distribuciones Alfaomega S.L., 2019 Alquimia, 6 - 28933 Móstoles (Madrid) - España Tels.: 91 614 53 46 - 91 614 58 49 www.alfaomega.es - E-mail: alfaomega@alfaomega.es Primera edición: Octubre de 2020 Depósito legal: M. 21.678-2020 I.S.B.N.: 978-84-8445-849-4 Impreso en España por: Artes Gráficas COFÁS, S.A. - Móstoles (Madrid) Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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Í N D IC E

Introducción ..................................................................... 9 PARTE I

INTRODUCCIÓN A LAS HORMONAS Y LOS ACEITES ESENCIALES Capítulo 1.  Cómo equilibrar el sistema endocrino sin suplementos hormonales ........................................... 25 Capítulo 2.  Guía para el uso de aceites esenciales ........... 51 Capítulo 3.  Los 15 mejores aceites esenciales para las hormonas y el valor de su uso diario ..................... 77 Capítulo 4.  La importancia de crear tus propios rituales con aceites esenciales ................................................ 85 PARTE II

CÓMO TRATAR LOS SÍNTOMAS HORMONALES CON ACEITES ESENCIALES Capítulo 5.  El estrés ....................................................... 97 Capítulo 6.  La energía y el cansancio .............................. 121

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Capítulo 7.  Los problemas de sueño ............................... 145 Capítulo 8.  Los problemas de peso ................................. 169 Capítulo 9.  Las hormonas femeninas: época fértil, perimenopausia y menopausia .................................. 189 Capítulo 10.  La libido ..................................................... 211 Capítulo 11.  Las emociones: equilibrar la ansiedad, la depresión y los cambios de humor ......................... 231 Capítulo 12.  Los problemas cognitivos: la memoria y la concentración ..................................................... 257 Capítulo 13.  Los problemas digestivos ............................ 279 Capítulo 14.  La toxicidad ............................................... 297 PARTE III

PLAN DE RESCATE DE 14 DÍAS PARA MEJORAR TU SALUD HORMONAL Capítulo 15.  Los cinco pilares de una vida saludable ....... 337 Capítulo 16.  El plan de comidas de 14 días ..................... 375 Capítulo 17.  Recetas del plan de comidas de 14 días ....... 383 Capítulo 18.  Reintroducir y reponer ............................... 417 Apéndice A. Recursos ........................................................ 423 Apéndice B. Bibliografía .................................................... 427 Agradecimientos ............................................................... 465 Índice temático ................................................................. 469

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IN TRO D U CC I ÓN IN TRO D U CC I ÓN

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e gustaría confesarte algo: no

hace mucho tiempo yo era una profesional sanitaria que tenía una doble vida. Durante el día recibía pacientes, escuchaba sus inquietudes y hacía lo posible por hallar la causa de sus trastornos. Pero, a la vez, yo misma estaba luchando contra esos síntomas que sufrían las personas que acudían a mi consulta y hacía todo lo posible por ocultarlo al mundo. Me había puesto una máscara de felicidad y seguía adelante ignorando las señales que apuntaban a un serio desequilibrio. En esos momentos debería haberme planteado las mismas preguntas que formulo a mis pacientes para llegar al fondo de sus dolencias crónicas: ¿Estás engordando sin causa aparente? ¿Tienes la energía bajo mínimos? ¿Tienes problemas para dormir y te levantas cansada por la mañana? En lo que a mí se refiere, mi respuesta a cada una de estas preguntas era: «Sí». ¿Te entra un deseo irresistible de comer helado o patatas fritas a mitad del día o a altas horas de la noche?

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¿Te encuentras las llaves en el congelador y las gafas encima del váter? ¿Has mandado el mismo mensaje a un amigo por tercera vez tras haberte olvidado de los dos envíos previos? Lamentablemente, aunque yo misma estaba experimentando todos los síntomas descritos por mis pacientes, no me aplicaba el cuento. ¿Estás tan susceptible que tu marido se dirige a ti con cautela nada más ver la expresión de tu rostro? ¿A menudo te sientes como si simplemente estuvieras perdiendo el juicio? Mis pacientes alucinaban con mis superpoderes telepáticos, mientras yo luchaba por reprimir esa sensación visceral que iba en aumento. Por supuesto, en el fondo sabía lo que me sucedía. Contemplar sus semblantes era como mirarme en un espejo. ¿Y la causa de todo esto? El desequilibrio hormonal. El primer paso para encontrar respuestas consiste en darte cuenta de que esos síntomas que estás experimentando no son normales. Lo cierto es que, aunque mi sintomatología coincidía con la de mis pacientes, me negaba a seguir mis propios consejos. Al fin y al cabo, es mucho más sencillo hacer caso omiso de aquello que sabes que deberías hacer. Absolutamente agotada y con fatiga crónica, seguí desgastándome hasta que el estrés me condujo a una espiral descendente de enfermedad. Si bien mi sistema inmunitario estaba necesitado de amor, yo desoía los mensajes de mi cuerpo y mi intuición… y seguía adelante. Me sentía una fracasada. ¿Qué clase de doctora ni siquiera es capaz de sanarse a sí misma? Si bien era una profesional exitosa, estaba completamente perdida en lo relativo a la causa de mi sufrimiento y permití que esa doble vida siguiera machacándome durante varios años. Las mujeres nos enorgullecemos de lo bien que cuidamos de nuestras familias, de nosotras mismas y

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del mundo y nos identificamos con esa función, pero, cuando sientes que estás fallándote a ti misma, ¿cómo vas a empoderar a otras personas? Lo complicado del desequilibrio hormonal es que a menudo se esconde en un segundo plano y causa estragos en tu salud antes de que te des cuenta de su presencia. De este modo, los médicos pueden descartar tus síntomas o atribuirlos a un trastorno completamente distinto, como me ocurrió a mí, lo cual te deja con la duda de qué es lo que está pasando realmente en tu cuerpo y de si alguna vez volverás a sentirte en forma. Y a eso hay que añadir los factores medioambientales que contribuyen al desequilibrio: los contaminantes atmosféricos, las sustancias químicas de los alimentos, los estrógenos sintéticos presentes en los productos de belleza y el constante estrés que rige nuestra vida emocional constituyen el iceberg que acecha bajo la superficie. Lo único que ven los médicos es nuestra lista de síntomas y dan por sentado que las fluctuaciones hormonales en los primeros años de vida y la reducción de los niveles hormonales asociada al envejecimiento son los causantes de nuestros problemas. Pero estos desequilibrios afectan a mujeres de todas las edades, incluso a las adolescentes que comienzan su ciclo menstrual. El sueño, el humor, el peso, la energía, la libido, los antojos y nuestro funcionamiento básico están a merced de nuestras hormonas. Lo que finalmente me sacó de esta situación fue descubrir el poder de los aceites esenciales de alta calidad y cambiar de hábitos. Ambos aspectos transformaron mi vida y me permitieron reequilibrar mis niveles hormonales. ¡Y pueden hacer lo mismo por ti! Descubrí una nueva sensación de poder tras resolver mi propia crisis de salud hormonal y por este motivo compartir este hallazgo con las mujeres de todo el mundo se ha convertido en mi misión personal. He dedicado los últimos cinco años a incor-

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porar aceites esenciales en planes de salud individualizados tanto para mis pacientes como para mis lectoras, y he alcanzado un éxito increíble al haberme centrado en la salud hormonal femenina. Muchas de estas mujeres se habían dado por vencidas y habían aceptado que lo que estaban experimentando era su nueva normalidad. Se habían resignado a vivir con una salud subóptima, luchando con unos cuerpos a los que ya no reconocían… Estas mujeres no son diferentes a nosotras: simplemente querían soluciones efectivas a sus problemas hormonales, y todas se mostraron encantadas cuando les expliqué el poder de los aceites esenciales y lo mucho que las ayudarían a tender un puente entre los cambios de estilo de vida y el desequilibrio hormonal. Recuperar la vitalidad sabiendo que tendrían un aliado poderoso en su lucha contra el caos hormonal les dio la fuerza para probar una nueva solución a su desequilibrio. Si nunca has usado la aromaterapia ni has experimentado el poder que tiene una sola gota de aceite esencial de alta calidad, es posible que tengas cierto escepticismo al respecto. Los aceites esenciales son compuestos aromáticos naturales que se encuentran en las raíces, las semillas, los tallos, las cortezas, las hojas y las flores de diversas plantas, y resultan entre cincuenta y setenta veces más potentes que su equivalente desecado. Se trata del mejor remedio vegetal que existe: de hecho, lleva utilizándose con éxito durante miles de años. La gran ventaja de los aceites esenciales es que dan resultados instantáneos y es posible recurrir a ellos cuando sea necesario, además de que no producen ningún efecto adverso si se usan de forma adecuada. Los resultados se experimentan en cuestión de minutos. Los aceites esenciales constituyen un punto de inflexión. Una vez comiences a experimentar su poder se convertirán en una parte importante de tu rutina diaria, te permitirán llevar a cabo cambios fundamentales en tu tratamiento de salud y te aportarán una mayor vitalidad y equilibrio en el cuerpo y la mente.

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CÓMO SE GESTÓ ESTE LIBRO Cuando era pequeña, un grave accidente de coche me provocó una conmoción cerebral y un traumatismo cervical que me ocasionaron dolores de cabeza y migrañas crónicos. Tenía un sistema inmunitario tan estresado que estaba constantemente enferma, con resfriados, gripe, amigdalitis y sinusitis. A pesar de estas circunstancias, no me rendí, me licencié con la idea de ser médica y comencé a trabajar como bioquímica en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore a fin de ahorrar para la Facultad de Medicina. Con el paso del tiempo seguí padeciendo los mismos síntomas y me examinaron un sinnúmero de expertos. Como nada funcionó, intenté aceptar el hecho de que vivir con dolor crónico y caer enferma con frecuencia iba a ser lo normal en mi día a día. Incluso me dijeron que tendría que lidiar con las migrañas para el resto de mi vida. Por suerte, una persona que trabajaba conmigo vio más allá de lo evidente y me recomendó una consulta con quiroprácticos y nutricionistas funcionales. Como a esas alturas no tenía nada que perder decidí probar ¡y menos mal que lo hice! Al cabo de solo dos meses de tratamiento, las migrañas fueron disipándose lentamente hasta desaparecer por completo. ¡No podía creérmelo! Después de esto mi paradigma cambió por completo. Descarté estudiar Medicina y me inscribí en la escuela de Quiropraxia. Decidida a ayudar a los demás como me habían ayudado a mí, he dedicado mi vida desde entonces a la práctica de una medicina funcional personalizada y especializada en problemas neurológicos, cervicales y sistémicos. Un gran número de mis pacientes eran mujeres de más de cuarenta años que deseaban tratarse dolencias como migrañas, diabetes, insomnio, fatiga crónica y fibromialgia, así como lo que llamaban «problemas femeninos». Entre los treinta y los cuarenta años las hormonas fe-

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meninas comienzan a cambiar y van disminuyendo lentamente; a esta edad también empiezan a afectarte los malos hábitos. Si a esto le añades el estrés constante provocado por los compromisos familiares, el trabajo, los asuntos económicos y todo lo demás que te presenta la vida, al final acabas lidiando con multitud de problemas. Mis pacientes no solo padecían dolor y migrañas crónicos, sino que además estaban demasiado ocupadas, lo cual les producía pérdida de energía, insomnio, mal humor, dolores de cabeza, hinchazón y aumento de peso. Por desgracia, dado que sus médicos no tenían una visión holística y solo veían síntomas, solían restar importancia a las necesidades de estas mujeres e ignoraban el problema de fondo. Si bien les habían recetado antidepresivos porque los síntomas apuntaban a la depresión y la ansiedad, la medicación no hacía que las pacientes se sintieran mejor. Este diagnóstico erróneo recurrente hizo que yo estuviera más decidida que nunca a ayudarlas, de modo que me convertí en experta en nutrición y cambié el enfoque de mi trabajo. Pero, como suele pasar, sentía un impulso tan grande de ayudar a otras mujeres que perdí de vista mis propias necesidades. Ya a punto de rebasar la veintena, cuando estaba haciendo el doctorado para convertirme en una profesional médica, me cargué en exceso y no escuché las señales de advertencia. Caí en espiral hacia la enfermedad. Apenas conseguía arrastrarme fuera de la cama por la mañana y me quedaba dormida durante las clases y en mi trabajo en el laboratorio. Ahora sé que sufría de resistencia a la pérdida de peso relacionada con problemas hormonales. Me volví extremadamente irascible y ansiosa y tuve que lidiar con terribles períodos menstruales y cambios de humor. A los treinta y pocos, todo seguía parecido. Continuaba de mal humor, irritable y agotada debido al triplete de una fatiga suprarrenal, una sobrecarga de estrógeno y mi propia historia familiar de desequilibrios hormonales.

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Ahora sé que provengo de un linaje femenino con propensión a los trastornos endocrinos, empezando por mi abuela materna. A causa de la exposición tóxica en su trabajo, mi abuela experimentó lo que ahora se conoce como dominancia estrogénica causada por un bombardeo de xenoestrógenos o productos químicos que imitan los efectos del estrógeno. Mi madre, mi hermana y yo siempre hemos tenido problemas hormonales, sobre todo relacionados con el ciclo menstrual, que apuntaban a una dominancia estrogénica como en el caso de mi abuela. Cuando era pequeña no entendía por qué mi madre aumentaba de peso, tenía antojos, repentinos cambios de humor, y lo más importante, una falta de energía constante de forma inexplicable. Cuando la pubertad sacudió mi mundo y empecé a experimentar síntomas parecidos, no hablamos de ello entre nosotras, y, con el paso del tiempo, tampoco gestioné bien esta situación: consumía alimentos poco saludables, bebía demasiado café y nunca me detenía lo suficiente como para admitir que mi ajetreado y exitoso estilo de vida estaba empeorando las cosas. El otro factor que contribuyó a mi crisis de salud era mi convicción de que debía dejar en un segundo plano el cuidado personal y mi propia salud. Crecí con la idea de que mi valor como mujer se medía por lo mucho que podía hacer por otras personas. Estaba decidida a demostrar mi valía a través del trabajo duro, sirviendo a los demás y añadiendo más tareas a mi plato. En algún momento ese plato se convirtió en una bandeja enorme e inmanejable y, sin embargo, seguía preocupándome la idea de no estar haciendo lo suficiente, especialmente por los demás. Estaba convencida de que el cuidado personal era algo egoísta y autocomplaciente. Recuerdo que a mi entrenamiento en el gimnasio lo llamaba mi hora egoísta. Así de fuerte era esa mentalidad que me quitaba poder y que había guiado mis pasos la mayor parte de mi vida.

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Durante esa época había dejado de ser yo misma. Me sentía como un robot que actuaba por inercia, hasta que comencé a examinar en profundidad las decisiones que había tomado sobre mi salud, mi estilo de vida y mi felicidad: lo cierto es que me sentía infeliz y enferma. Estaba sumamente avergonzada por no tener energía ni siquiera para atender a mis pacientes. Las mujeres como yo a menudo sentimos la necesidad de obtener permiso para amarnos y tratarnos con respeto, pero ¿quién va a dárnoslo? Nuestra mayor limitación estriba en anteponer las necesidades de los demás a las nuestras. Y la única forma de cambiar esta prioridad es modificar la creencia en la que se basa nuestra identidad, que a menudo consiste en dar por sentado que nuestra valía depende de aquello que hacemos por los demás. Cambiar esta mentalidad significa ponernos a nosotras primero sabiendo que somos dignas y merecedoras de cuidados y que nuestras necesidades son igualmente importantes. Como dice Maya Angelou en una de mis citas favoritas: «Si no soy buena conmigo misma, ¿cómo puedo esperar que alguien lo sea?». Si queremos que nos traten de forma diferente, primero hemos de tratarnos con gracia y amor. Y ahí es donde el cuidado personal entra en juego, ya que resulta fundamental para impulsar la autoconfianza, mantener una buena salud, aumentar la productividad y la concentración, y reducir los niveles de estrés. Cuando nos cuidamos, estamos plenamente capacitadas para cuidar de los demás, ya sea en el papel de madres, en nuestras interacciones laborales o en la dirección de nuestro negocio. Justo cuando más lo necesitaba, otra buena amiga me introdujo en el mundo de los aceites esenciales y el poder del cuidado personal. Comencé a aplicarme una mezcla protectora del sistema inmunitario en las plantas de los pies que también usaba en un difusor. Utilicé esta mezcla religiosamente todos los días y al cabo de solo unas semanas de repente me di cuenta de que me sentía mejor, pero no mejor de forma vaga, sino mejor de verdad.

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Dormía profundamente, tenía más energía, no estaba de mal humor y me sentía yo misma de nuevo. Estaba asombrada. Especialmente porque era invierno, la estación en la que abundan los gérmenes, y era la primera vez en veinte años que no enfermaba. (¡Y así seguí durante más de tres años!) Esa fue mi primera experiencia con los aceites esenciales, más allá de recibir un masaje ocasional, y sentía algo así como «¡Santo Dios, pero si esto funciona!». Incluso me decepcionó un poco que nadie se hubiera molestado en encontrar la causa de mi problema ni me hubiera sugerido probar con los aceites esenciales. Pero tenía que asegurarme de que se trataba de una respuesta legítima a mis plegarias, y mi lado científico necesitaba saber la razón de esta cura milagrosa. Hice uso de mi formación en bioquímica para investigar las propiedades químicas de las plantas con las que se elaboraban los aceites. Estudié docenas de libros sobre aceites esenciales y analicé cientos de artículos revisados. Dado que esta mezcla de aceites había contribuido a reforzar mi sistema inmunitario, ¿qué más podían hacer estos preparados? ¿Podrían ayudar a dormir? ¿Aliviar la tensión de la cabeza y el cuello? ¿Desintoxicarnos de las sustancias químicas que usamos en nuestros hogares? Pues bien, la respuesta a todas mis preguntas y a otras muchas fue un SÍ rotundo. Esto se debe a que los aceites esenciales son adaptógenos. Los adaptógenos son sustancias vegetales que nos ayudan a adaptarnos a los factores ambientales internos y externos que generan estrés; refuerzan los sistemas corporales, incluyendo el equilibrio hormonal, los estados de ánimo, el sistema inmunitario y la homeostasis general. Pueden tener efectos calmantes o energizantes, estabilizadores o estimulantes, y afectan a nuestro cuerpo a nivel celular. Actúan de forma rápida y eficaz. Al inhalar un aceite esencial, este penetra en el torrente sanguíneo a través del sistema respiratorio y desencadena una respuesta en el cerebro.

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Además de investigar sobre los aceites esenciales, me dediqué a aprender los oscuros secretos de las toxinas que acechan en nuestra vida diaria. Todo, desde los alimentos que consumimos hasta el aire que respiramos, desde los productos de belleza que nos aplicamos hasta las medicinas que tomamos, podría estar dañando nuestra función celular y hormonal. Llevé a cabo una gran purga vital y me deshice de todo lo que sospechaba que afectaba negativamente a mis hormonas, especialmente los productos de belleza y de limpieza que alteraban mis niveles hormonales, la función cognitiva y el peso. Empecé a elaborar mis propios productos usando aceites esenciales e ingredientes naturales. Mi marido y yo comenzamos a usar aceites esenciales para casi todo en casa, ya fuera mediante uso tópico o inhalación. Los aceites se convirtieron en una de las primeras cosas que buscaba por la mañana y una de las últimas que utilizaba antes de dormir. Se transformaron rápidamente en un componente fundamental de una vida productiva y gratificante. También empecé a confeccionar mis propias mezclas sinérgicas de aceites esenciales para mis pacientes, y la mejoría que sentían era inmediata. Baratos, fáciles de transportar y embriagadoramente aromáticos, los aceites esenciales permitieron a mis pacientes hacerse cargo de su propia salud y comenzar a sanarse a sí mismos. Ya fuera para mejorar el sueño, el estado de ánimo, la libido o las hormonas, ¡parecía haber un aceite esencial para cada problema! Aunque no existía una solución inmediata para impulsar los niveles de estrógeno o progesterona, descubrí que los aceites ayudaban a crear un equilibrio en el cuerpo que permitía regular los niveles hormonales. Mis pacientes estaban creando hábitos en los que podían confiar y que les permitían recuperar la confianza en sus cuerpos. Una parte de mi enseñanza consistía en destacar la importancia de los rituales que reforzaban los hábitos positivos que estas mujeres estaban incorporando a sus vidas. Estos rituales

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nos ayudan a cuidar de nosotras mismas y a reorientarnos mientras disfrutamos del proceso. También insistía en la importancia de ser conscientes, porque la base de todo lo que he aprendido e incorporado en mi protocolo es que, si no reconocemos nuestros patrones e instauramos hábitos que nos empoderen, no vamos a sentirnos mejor y, de hecho, acabamos justo donde empezamos: abrumadas, estresadas y con las hormonas descontroladas. No solo estaba empoderando a estas mujeres, sino también a mí misma. Estos rituales y cambios de estilo de vida se convirtieron en una parte fundamental de mi propio proceso de aprendizaje: finalmente me di cuenta de que amarme a mí misma era la clave para poder dar lo mejor de mí a mis pacientes, a mi familia y a todo en mi vida. Los aceites esenciales me permitieron gestionar el estrés, seguir una alimentación consciente, seleccionar con cuidado los suplementos idóneos para mis necesidades y elegir el ejercicio adecuado para mi cuerpo. Las técnicas de respiración y los rituales diarios me proporcionaron una solución para encontrar la calma en medio de un mundo ajetreado y estresante. Los aceites apoyan mis decisiones en cuanto a mi estilo de vida y sostienen mi bienestar. Y ahora tienes la oportunidad de emplear esta obra como una herramienta para equilibrar tu vida a partir de soluciones fáciles y prácticas con las que puedes obtener resultados inmediatos.

CÓMO USAR ESTE LIBRO El mejor modo de crear un equilibrio hormonal de forma natural es regular los sistemas corporales más importantes a través de cambios deliberados y precisos en los hábitos diarios, reforzando cada paso del camino con aceites esenciales de alta calidad. Si bien llegar a la raíz del desequilibrio hormonal re-

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quiere algo de tiempo e introspección, el presente libro te ofrece un sistema gradual para equilibrar tus hormonas que te aportará más energía, alegría y vitalidad. En la parte I, «Introducción a las hormonas y los aceites esenciales», aprenderás qué son las hormonas, cuáles son sus funciones y cómo se desequilibran. Después exploraremos la base científica del funcionamiento de los aceites esenciales en el ámbito fisiológico para restablecer y mejorar los niveles hormonales, y por qué pueden reducir las toxinas acumuladas que probablemente ni siquiera sabemos que tenemos. También te presento las propiedades terapéuticas específicas de los aceites más utilizados para resolver los síntomas hormonales, gracias a las cuales aprenderás a utilizar distintos aceites para cada problema, y, por último, en uno de mis capítulos favoritos descubrirás cómo crear rituales cotidianos con aceites esenciales para mejorar tu salud y bienestar. La parte II, «Cómo tratar los síntomas hormonales con aceites esenciales», ofrece aplicaciones prácticas para el empleo de estos aceites en la vida diaria. Los diez capítulos están organizados por temas a fin de que puedas recurrir a ellos rápidamente para abordar cualquier problema que tengas. Las soluciones propuestas en estos capítulos están diseñadas para trabajar con tu bioquímica única y se adaptan a tus necesidades específicas. Con más de cien recetas de mezclas de aceites esenciales creadas para este libro, podrás localizar e implementar fácilmente soluciones específicas para tus necesidades individuales. Además, son tan increíblemente fáciles de preparar y usar que tal vez tus amigas comiencen a pedirte consejo. La parte III, «Plan de rescate de 14 días para mejorar tu salud hormonal», constituye la guía definitiva para restablecer tus hormonas y mejorar tu salud de forma espectacular. Antes de empezar, te prepararé con una serie de soluciones diarias y rituales increíbles a fin de que puedas seguir el programa paso a paso.

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Este programa contiene planes de comidas, recomendaciones de ejercicios, rituales y aceites esenciales de apoyo y abarca dos semanas. Te sorprenderás del peso que puedes llegar a perder, de lo bien que te sentirás y de lo fácil que resulta incorporar elecciones inteligentes en tu vida para lograr una transformación poderosa con resultados duraderos. Por ejemplo, cuando en el pasado experimentaba un bajón de energía solía entrar en pánico y pensar: «¿Cómo soluciono esto, ¿qué me pasa, qué puedo comer?». Ahora mi cerebro se ha reprogramado para decir: «Vale, ¿dónde están mis aceites?». He aprendido a tenerlos a mano en todo momento. Cuando estoy trabajando en un proyecto importante en el ordenador durante horas y mi cerebro está a punto de apagarse y entrar en un estado zombi, me incorporo, inhalo durante treinta segundos una mezcla hecha a base de naranja silvestre y menta, me aplico un poco de aceite de menta en las muñecas y hago un breve ejercicio, como saltar separando los brazos y piernas al mismo tiempo o dar pasos sin moverme del sitio durante uno o dos minutos. Luego añado la Mezcla despertar y centrarse (pág. 183) al difusor y vuelvo a ser completamente yo misma. Incluso me siento mejor que antes, diría yo. Me noto fresca, energizada, fortalecida y lista para volver al trabajo. Mi propósito es causar un impacto en las vidas de todas las mujeres que padecen problemas hormonales. Espero que este libro haga por ti lo que los aceites esenciales han hecho por mí. Tomar las riendas de nuestra propia vida constituye una acción increíblemente poderosa. Solo tú tienes el poder de cambiar tu futuro, de tomar el control de tu propia salud y bienestar, y de dar a tu mente y tu cuerpo la atención y el cuidado que se merecen. No vivas otro día más soportando tu «normalidad» actual. Utiliza este libro para desterrar tus problemas hormonales para siempre y transformar tu vida.

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