Entre héroes, fantasmas y apocalípticos

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2011


BENCOMO, Anadeli Entre héroes, fantasmas y apocalípticos. Cartagena de Indias (Colombia), Ediciones Pluma de Mompox S.A.- 2011 144 p.; 14 x 21,5 cms. ISBN de la colección: 978-958-8375-35-9 ISBN: 978-958-8375-72-4 I. Entre héroes, fantasmas y apocalípticos I. Título CDD 800/808,4 Entre héroes, fantasmas y apocalípticos. Anadeli Bencomo © 2011 Anadeli Bencomo © 2011 Ediciones Pluma de Mompox S.A. Centro, Matuna, Edificio García Of. 302, Tel. 5-664 7042 57-313-535 6577 www.plumademompox.com info@plumademompox.com Cartagena de Indias - Colombia Primera edición en la colección VOCES DEL FUEGO: abril de 2011 ISBN de la colección: 978-958-8375-35-9 ISBN de la obra: 978-958-8375-72-4 Director Editorial Carlos Alfonso Melo Fajardo Director de Contenido John Jairo Junieles Acosta Asistente de Contenido Jesús Esquivia Noth Diseño de la colección Carlos Alfonso Melo Fajardo Fotografías Portada y solapa posterior: Gabriel Pastrano De la autora: Miguel Cortina Impreso por ELB S. en C. Impreso en Colombia - Printed in Colombia Queda hecho el depósito de Ley. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico de grabación o de copia, sin el permiso de los propietarios del Copyright. 2011


Voces del fuego: testigos del Bicentenario: es una colección donde tienen cabida autores de diferentes regiones, tendencias estéticas y generaciones, manifestando la existencia de un cruce invisible de tiempos y saberes que vienen de lugares inesperados, e influyen muchas veces en forma imperceptible en el curso de la historia. El Bicentenario de la Independencia que conmemoramos, invita a celebrar nuestra interculturalidad. Los sesenta y cinco autores de esta colección son fuego en torno al cual nos seguimos reuniendo para descubrir, celebrar y pensar las secretas formas del mundo. Ediciones Pluma de Mompox S.A. transita así su segunda década de vida con la firme convicción de estar construyendo reflexiones críticas y posibilidades creativas desde la pluralidad. Nuestro continuo trabajo de divulgación permite a escritores, periodistas e investigadores de diversas regiones, edades y áreas de interés, la publicación de sus obras y el dibujo de una nueva geografía imaginaria del país. Leer un buen libro, conocer el mundo a través de otros ojos, pero con los tuyos, es hoy nuestra invitación: miles de millones de manos y labios, en el ritmo de los años, lo han hecho posible para ti. Nosotros, desde esta orilla del mar, seguiremos trabajando para perpetuar el milagro. Carlos Alfonso Melo Fajardo Director



A Carlos Monsivรกis, in memoriam.



Contenido Prólogo...................................................................................13 Paseo por la crónica mexicana .....................................19 Paseo de la metrópolis a la megalópolis: los rumbos de la crónica de la Ciudad de México en el siglo XX........................................................................19 La crónica a pie: Del Paseo de la Alameda al Mall..........20 Del Paseo de la Reforma al Zócalo....................................29 De la Avenida Insurgentes a Ciudad Nezahualcóyotl....35 Carlos Monsiváis: discurso a dos voces......................41 El referente: lo que observo, registro; lo que vislumbro, celebro.................................................................44 “No sin nosotros”: relato de la sociedad civil en México...............................................................................46 Discurso a dos tiempos........................................................49 Institucionalización y Canon: la trayectoria del género..56 [In]Conclusiones...................................................................59 Violencia crónica o crónica de violencia: José Duque y Rossana Reguillo....................................63 Escrituras transgenéricas de la violencia: de la nota roja a la crónica............................................................70 Relatos de la violencia: Narrativas fantasmagóricas, matrices melodramáticas o relatos alternativos................74 Ciudad virtual vs. relatos reales..........................................84


Los relatos de la violencia en Sergio González Rodríguez............................................87 Huesos en el desierto: los modos de la crónica...............91 Los vuelos de la ficción.......................................................97 El hombre sin cabeza: la lógica cultural postmoderna y global en México.......................................103 Cronistas itinerantes: notas sobre Alma Guillermoprieto, Luis Arturo Ramos y Juan Villoro..........................................................................111 Alma Guillermoprieto: Mexican dispatches.....................114 Fórmulas de la fantasía mexicana......................................117 NarcoMéxico.........................................................................122 Los apuntes viajeros de Luis Arturo Ramos....................123 Villoro accidentado...............................................................131 Bibliografía.............................................................................137


Prólogo

Este es un libro cuya personalidad se corresponde de cierta manera con el aliento de una posdata, puesto que sus capítulos establecen una especie de diálogo con mi libro anterior sobre la crónica mexicana. En esa oportunidad estudiaba la obra de tres autores, concentrándome en el caso de la crónica urbana moderna cuyo referente era la Ciudad de México. Al terminar ese volumen supuse erróneamente que su publicación implicaba una suerte de clausura con un tema al que había rondado por varios años. Sin embargo, la labor crítica y el gusto lector nos llevan frecuentemente a reincidir en nuestras elecciones temáticas. Vuelvo entonces a escribir sobre la crónica, prestando ahora atención a escritores y a distintas coordenadas del género que han cobrado relevancia en las últimas décadas. Este género periodístico-literario muestra su pertinencia a la hora de cartografiar coordenadas socioculturales emergentes, como las que definen a las sensibilidades actuales marcadas por el imaginario de la violencia desbordada. A la hora de narrar esta desveladora realidad de sesgos tremendistas, surgen propuestas de escritura que tienen que vérselas con un material que lleva a la prosa cronística a transitar veredas y voces que ilustran otros protagonismos. Al mismo tiempo, ese género al que Carlos Monsiváis asignara identidad literaria por sobre la informativa da muestra de hibridaciones discursivas que delatan su paren-


tesco con los relatos del reportaje, el ensayo, el diario personal o los apuntes viajeros que reiteran la idea de la factura maleable del género. No obstante, sobrevive el imperativo de la crónica por abordar los temas de actualidad tanto en su versión protagónica (la de los sucesos registrados en los titulares de prensa) como en sus vertientes más marginales. Esta doble dirección de la crónica no es nada nuevo y sobre ello reflexionaba J.M. Servín en la FIL de Guadalajara del 2010, cuando en ocasión de la presentación de su D.F. Confidencial se refirió a las dos vertientes del género: la crónica que privilegia el contenido social o el dato duro (guerras, dictaduras, al estilo –por ejemplo- de un Kapuściński) y aquella que va detrás de la historia cotidiana o menor para narrarla como si de un relato breve se tratara (el caso del propio Servín, entre otros). Aún más sugerente me parece su caracterización del cronista como un cazador que porta un rifle cargado con una única bala, ésa que debe reservarse a la puntería del cronista como francotirador de limitado arsenal. El autor de piezas cronísticas posee mirada de cazador, oído de ausculturador y resistencia de maratonista para recorrer kilómetros de territorios y de historias diversas. ¿Quién que pueda escribir poesía o novela se dedica a la crónica? se preguntaba en una ocasión Monsiváis. La pregunta no me parece ociosa, pero sí un tanto tramposa pues se regodea en el lugar común del cronista como autor menor o malogrado en géneros de mayor valía literaria. Yo revisitaría esta interrogante para plantear la siguiente: ¿Quién que se dedica a la crónica puede escribirla como si de poesía o novela se tratara? Es decir, quién le otorga a la prosa cronística la estatura que desde el New Journalism norteamericano es ya indiscutible. Más aún, se trata no sólo de escribir crónica periodística desde el aliento literario, sino de insistir en el protagonismo de un referente real al que se asedia desde la perspectiva de la indagación constante y abierta que no se contiene en versiones unívocas. En este


sentido, me parece que la crónica al estilo practicado por los autores que abordo en esta oportunidad se las está jugando con la idea de construir narrativas alternativas acerca de las realidades de última hora. En los capítulos de este libro he reunido textos que revisan la crónica desde algunas de las principales modalidades que definen su perfil genérico. La idea es presentar un panorama que contribuya a deslindar sus distintas caracterizaciones a partir de la identificación de temáticas, modos de enunciación y particularidades narrativas que conforman el ejercicio de la crónica contemporánea. El primer capítulo presenta una semblanza de la crónica de la Ciudad de México de las últimas décadas, refiriéndose a los modos en los que el género recorre el territorio urbano. La crónica de una de las ciudades más extensas y populosas de América Latina ofrece la oportunidad de poner de relieve uno de los cometidos tradicionales de esta escritura que figura al mismo tiempo como memoria de la urbe y como representación de sus constantes remodelaciones. Uno de los rasgos sobresalientes dentro de estos recuentos urbanos, es la figura del autor testigo que se inscribe en los textos como miembro de una colectividad amplia y como habitante de un espacio cuyas mutaciones no le dejan indiferente. El cronista recorre su ciudad de distintas maneras, a pie, en coche o en los vagones del metro; lo hace a veces sin más compañía que la de sus propias reflexiones o se confunde en la energía colectiva de la multitud; se deja llevar por el ánimo nostálgico frente a unos paisajes caducados o descubre nuevos sectores y protagonismos urbanos. Este cronista se convierte en la voz de un ejercicio múltiple: el de la remembranza, el de la crítica, el de la advertencia y el vaticinio. Frente a estas posibilidades narrativas, nuestro primer capítulo presta particular atención a tres versiones de la urbe que coinciden metafóricamente con ciertos espacios de la ciudad asociados a particulares modos ciudadanos. El retrato siempre


en curso de la ciudad advierte mutaciones recientes que refieren la crisis de su referente y la irrupción de nuevos lenguajes ciudadanos cuyos trazos son reconocibles en los textos con los cuales cierro esta semblanza urbana. Dedico el segundo capítulo precisamente a uno de los autores emblemáticos de las narrativas urbanas, Carlos Monsiváis. En esta ocasión, presento una propuesta de lectura de su obra más reciente para invocar la distinción entre la prosa cronística y ensayística tomadas frecuentemente como sinónimas. La discusión de la reedición de una de las crónicas de Monsiváis abre el espacio para ciertas puntualizaciones que considero pertinentes a la hora de realizar un deslinde de la expresividad y los recursos específicos del discurso de este incansable comentarista cultural. La muerte de Monsiváis el año pasado convierte además esta semblanza autorial en una suerte de homenaje al cronista por excelencia de la Ciudad de México de las últimas décadas. En las páginas introductorias a su antología de la crónica en México, A Uds. les consta, Monsiváis había presentado una de las mejores definiciones del género. Sin embargo, esta revisión no tomaba en cuenta ciertos itinerarios más recientes como aquellos que se ocupan de relatar las coordenadas de la violencia que acosa a México de manera preocupante en el siglo XXI. Sobre esta problemática giran los capítulos siguientes de este libro. Resulta imposible sustraerse a este fenómeno al abordar la producción reciente de la crónica mexicana. Como género preocupado por relatar los acontecimientos sociales que modelan a las ciudadanías emergentes, el discurso cronístico ofrece muestras contundentes de la pertinencia de sus representaciones a la hora de indagar alrededor de las razones, consecuencias y protagonismos de esta inquietante presencia dentro de la historia mexicana reciente. Desde la tragedia de los feminicidios de Ciudad Juárez de los noventa hasta las reconfiguraciones de los actos violentos bajo el imperio del Narcotráfico, la situación actual


reclama de voceros del temple de un escritor como Sergio González Rodríguez para dar cuenta de los contornos de estos paisajes inquietantes. Rossana Reguillo es otra de las autoras que ha decidido hacerle frente al reto de darle fisonomías menos fantasmagóricas a este panorama explotado noticiosamente por publicaciones de corte sensacionalista. En este intento por representar temáticas que en su tremendismo pueden convertirse en materia inefable, la crónica no se encuentra sola pues en los últimos años hemos asistido al repunte de las narconarrativas de distinta índole: novelística, cinematográfica, fotográfica, musical –entre otras-. La irrupción de estos problemas conlleva la inscripción de las realidades mexicanas dentro del marco más amplio de las narrativas globales de un desorden que invoca la irrupción de subjetividades e imaginarios transnacionales. En consecuencia, la crónica entendida como un género fuertemente anclado en realidades locales manifiesta una apertura que propicia su interlocución con un panorama más amplio de lectores. Los personajes retratados por Rossana Reguillo, por ejemplo, representan una ciudadanía genérica (ciudadanos N) en la medida en que sus circunstancias se hacen inteligibles al habitante de otras ciudades interceptadas por problemas semejantes. Las sociedades dislocadas que se convierten en protagonistas de las reflexiones de muchos de los cronistas mexicanos contemporáneos se encuentran indiscutiblemente emparentadas con otros espacios geográficos y culturales. Sin embargo, el reconocimiento de estos imaginarios transnacionales o globales no anula por completo la retórica de la diferencia que se convierte en eje medular de otro registro cronístico del que me ocupo en el último capítulo de este libro. Es precisamente dentro del marco de textos que narran la experiencia de diferentes itinerarios viajeros, que cobra sentido el discurso de la alteridad cultural como posible reducto de identidad, tanto de la propia como de la


ajena. Llama la atención que en época de desdibujamiento de distancias, la imagen de la frontera se recupere metonímicamente como tropo de la diferencia. El cronista itinerante de nuestros días no renuncia fácilmente al lugar de enunciación como categoría significante y, en este sentido, me parecía pertinente analizar algunos ejemplos de la crónica de viaje como textualidades que ponen en práctica otro tipo de mirada indagatoria sobre nuestro presente. De esta manera, la lectura propuesta por este libro apunta paulatinamente hacia una apertura del lente tras el cual se reconfigura el relato cronístico. El lector poco familiarizado con la cartografía y la historia mexicana podrá entonces entrar en sintonía con modalidades del género que se prestan a una mayor flexibilidad contextual. Un libro que abre con una mención a uno de los murales de Diego Rivera, cierra con la referencia al sismo que sacudió a Chile recientemente: tránsito referencial y temporal que espero propicie el diálogo entre los modos mexicanos de cronicar y otros definitivamente más generales. Éste es, a fin de cuentas, el propósito central de estas páginas que se figuran como posible guión de lectura para un género que requiere de la interrogación creciente de nosotros como lectores y protagonistas de sus retratos.


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