Educarse en la era digital

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Educarse en la era digital

En el Capítulo 4 me propongo concretar uno de los aspectos fundamentales de esta nueva ilustración para la escuela, es decir, la clarificación de sus finalidades. ¿Qué deben proponerse las instituciones educativas para facilitar el desarrollo de los ciudadanos contemporáneos? ¿Para qué sirve la escuela en la era digital? Ayudar a educar y educarse supone, pues, a mi entender, reconstruir no solamente los modelos mentales conscientes y explícitos, sino de manera muy especial los mecanismos, hábitos, creencias y mapas mentales inconscientes y tácitos que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida y que gobiernan nuestros deseos, inclinaciones, interpretaciones y reacciones automáticas, cuando nos enfrentamos al contexto cambiante, incierto y diverso en el que habitamos. Esta combinación de racionalidad inconsciente, diálogo permanente entre conciencia y automatismos mentales y de empatía ha de orientar la práctica educativa desde los primeros años, dando más importancia a las experiencias, las relaciones y los contextos que a la transmisión lineal de contenidos, datos y conceptos desvinculados de las vivencias. En la formación actual de los ciudadanos no tiene ningún sentido olvidar la importancia decisiva de estos relevantes componentes “subterráneos”, emocionales, convertidos en hábitos a lo largo de la historia de cada individuo, que inundan y conforman de manera decisiva nuestros modos de percibir, entender, tomar decisiones y actuar. La escuela convencional ha invertido de forma perversa la relación mediosfines: el aprendizaje de contenidos disciplinares y la superación de exámenes no pueden ser fines válidos en sí mismos, sino medios para facilitar el desarrollo de las cualidades o competencias humanas que consideramos valiosas. Es decir, de las cualidades, capacidades o competencias como sistemas complejos de comprensión y actuación, que incluyen al mismo nivel y con la misma relevancia, conocimientos, habilidades, emociones, actitudes y valores. Esta nueva ilustración para la educación demanda de nosotros, como profesionales, herramientas conceptuales de carácter holístico que intenten abarcar la multiplicidad y complejidad de elementos que componen la personalidad de los ciudadanos que nos proponemos formar, así como su naturaleza dinámica e interactiva, abierta, flexible y emergente. Términos como cualidades, capacidades, pensamiento práctico o competencias humanas, son a mi entender mucho más adecuados a esta nueva exigencia de “comprensión” holística de nuestra naturaleza humana. Para mi las competencias son sistemas complejos, personales, de comprensión y de actuación, es decir combinaciones personales de conocimientos, habilidades, emociones, actitudes y valores, que orientan la interpretación, la toma de decisiones y la actuación de los individuos humanos en sus interacciones con el escenario en el que habitan, tanto en la vida personal, social como profesional. Las competencias implican la capacidad y el deseo de entender, analizar, proponer, desarrollar y evaluar. ©  Ediciones Morata, S. L.


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