Gibson Guitars

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EL PARAiSO DE LAS GUITARRAS Visitamos la sede de Gibson en la ciudad sureña de Nashville y hablamos con el CEO de la marca para descubrir como se fabrican sus famosas guitarras eléctricas siguiendo la receta tradicional TEXTO DAVID MOREU FOTOS ALBERT MOREU

¿Cuántas veces hemos soñado en hacer girar una bola del mundo y detenerla al azar con el dedo, buscando el destino de nuestro siguiente viaje? Puede que la gran mayoría os mostréis escépticos con este método tan aleatorio de planear unas vacaciones, pero si tenemos suerte, puede depararnos grandes sorpresas. No en vano, muchas ciudades han pasado a la historia por su legado arquitectónico, otras se han hecho famosas por ser el escenario de batallas legendarias y algunas aparecen en las guías turísticas gracias a su gastronomía incomparable. Asimismo, existe una minoría de urbes que se presentan al mundo como verdaderas mecas de la música, aunque sólo la ciudad de Nashville (en el estado sureño de Tennessee) está considerada el gran destino para los fanáticos del country, del rock n’ roll y de las fiestas interminables en Honky Tonks. Un lugar perfecto para disfrutar de hermosas puestas de sol acompañados por una banda sonora de ensueño y la mejor barbacoa al norte del Misisipí. 116

NASHVILLE ES UN PARAÍSO que se rige por sus propias normas y, con el paso de los años, ha logrado crear un estilo de vida único. A lo largo de sus calles y en cada una de sus esquinas se vive la música con una pasión desenfrenada, al mismo tiempo que su leyenda se ha convertido en su mayor reclamo turístico. Cada día, cientos de personas llegadas de todos los rincones del mundo se amontonan en los autobuses para visitar el Country Music Hall of Fame, para perderse en el famoso Studio B (donde estrellas como Elvis, Dolly Parton y Roy Orbison grabaron sus mayores éxitos) y para vivir la noche en los locales más emblemáticos de Broadway Street. Aunque en ciertos momentos puede parecer que esta ciudad es un gran parque de atracciones dedicado a la música, también existen lugares con mucha historia que pasan relativamente desapercibidos. El ejemplo más claro es el de la fábrica Gibson, una gran nave industrial situada a las afueras donde se producen sus

El modelo Les Paul fue un completo fracaso cuando lo presentaron en 1952, aunque decidieron mantener su producción y realmente empezó a venderse bien en 1966, coincidiendo con el auge del rock y de la cultura hippie. Actualmente es la imagen más emblemática de Gibson 117


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EL PARAiSO DE LAS GUITARRAS Visitamos la sede de Gibson en la ciudad sureña de Nashville y hablamos con el CEO de la marca para descubrir como se fabrican sus famosas guitarras eléctricas siguiendo la receta tradicional TEXTO DAVID MOREU FOTOS ALBERT MOREU

¿Cuántas veces hemos soñado en hacer girar una bola del mundo y detenerla al azar con el dedo, buscando el destino de nuestro siguiente viaje? Puede que la gran mayoría os mostréis escépticos con este método tan aleatorio de planear unas vacaciones, pero si tenemos suerte, puede depararnos grandes sorpresas. No en vano, muchas ciudades han pasado a la historia por su legado arquitectónico, otras se han hecho famosas por ser el escenario de batallas legendarias y algunas aparecen en las guías turísticas gracias a su gastronomía incomparable. Asimismo, existe una minoría de urbes que se presentan al mundo como verdaderas mecas de la música, aunque sólo la ciudad de Nashville (en el estado sureño de Tennessee) está considerada el gran destino para los fanáticos del country, del rock n’ roll y de las fiestas interminables en Honky Tonks. Un lugar perfecto para disfrutar de hermosas puestas de sol acompañados por una banda sonora de ensueño y la mejor barbacoa al norte del Misisipí. 116

NASHVILLE ES UN PARAÍSO que se rige por sus propias normas y, con el paso de los años, ha logrado crear un estilo de vida único. A lo largo de sus calles y en cada una de sus esquinas se vive la música con una pasión desenfrenada, al mismo tiempo que su leyenda se ha convertido en su mayor reclamo turístico. Cada día, cientos de personas llegadas de todos los rincones del mundo se amontonan en los autobuses para visitar el Country Music Hall of Fame, para perderse en el famoso Studio B (donde estrellas como Elvis, Dolly Parton y Roy Orbison grabaron sus mayores éxitos) y para vivir la noche en los locales más emblemáticos de Broadway Street. Aunque en ciertos momentos puede parecer que esta ciudad es un gran parque de atracciones dedicado a la música, también existen lugares con mucha historia que pasan relativamente desapercibidos. El ejemplo más claro es el de la fábrica Gibson, una gran nave industrial situada a las afueras donde se producen sus

El modelo Les Paul fue un completo fracaso cuando lo presentaron en 1952, aunque decidieron mantener su producción y realmente empezó a venderse bien en 1966, coincidiendo con el auge del rock y de la cultura hippie. Actualmente es la imagen más emblemática de Gibson 117


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La historia de la marca se remonta a 1894, cuando Orville Gibson, su ilustre fundador, empezó a fabricar mandolinas para venderlas a los músicos trotamundos que cruzaban los Estados Unidos con sus espectáculos de variedades

célebres guitarras eléctricas siguiendo “la receta” tradicional. “Nuestros productos son número uno de ventas y se distribuyen en 110 países”, afirma con orgullo Henry Juszkiewicz, CEO de la empresa. “Pero, curiosamente, el país donde tenemos más demanda fuera de los Estados Unidos es Japón. Allí somos muy populares y nos adoran”. Para conocer la magnitud e influencia de esta marca de guitarras, os propongo que cerréis los ojos y nombréis algunos de los virtuosos de las seis cuerdas más legendarios. Sin pensarlo demasiado: Chuck Berry, B.B. King, Neil Young, Jimmy Page (Led Zeppelin), Angus Young (AC/DC), Ace Frehley (Kiss), Joe Perry (Aerosmith) y Slash (Guns N’ Roses). La lista es interminable y podríamos discutir durante horas sobre la aportación de cada uno de ellos, pero existe un punto en común entre todas estas estrellas, puesto que en varios momentos de su extensa carrera han tocado con una Gibson y el sonido inconfundible de esta guitarra ha quedado inmortalizado en algunos de los mayores éxitos del rock. “Todos ellos utilizan nuestras guitarras porque les gustan y porque se sienten cómodos con su diseño, pero no acostumbramos a tener contratos en exclusiva”, nos explica el director ejecutivo. “Otro tema distinto fue nuestra vinculación con el juego Guitar Hero, puesto que colaboramos con ellos desde el principio, mucho antes de que se hicieran famosos. Después decidieron seguir por su cuenta y creo que fue un gran error de marketing”.

IZQUIERDA Una de las pocas fotografías que se conservan de Orville Gibson, el fundador de la marca, a principios del siglo XX ARRIBA Dos empleados de la fábrica de Nashville uniendo las diversas partes del cuerpo de madera de las guitarras ABAJO Henry Juszkiewicz nació en Argentina en 1953, se trasladó con su familia a Nueva York cuando tenía cinco años y en 1979 obtuvo un MBA en Harvard. En 1986 compró Gibson con varios socios y desde entonces es el CEO de la marca

Gibson, su ilustre fundador, empezó a fabricar mandolinas en el pueblo de Kalamazoo (Michigan) y las vendía a los músicos trotamundos que cruzaban los Estados Unidos con sus espectáculos de variedades. Pero aquel artesano de la madera no tenía mentalidad de empresario, así que decidió ceder los derechos de su “marca” a un grupo de inversores locales que se encargaron de aumentar la producción y garantizar la distribución de los instrumentos por todo el país. No fue hasta principios del siglo XX que empezaron a fabricar guitarras acústicas para los bluesmen del Delta del Misisipí y, tres décadas más tarde, contribuyeron a popularizar el ritmo frenético del rock n’ roll con sus versiones eléctricas (y sin caja de resonancia) que ya permitían la distorsión. Lo mismo sucedió con el fenómeno de la música country, que creó su propia mitología y encumbró a grandes estrellas, sobretodo en las ciudades sureñas. Lo que nadie ponen en duda es que el icono más longevo de la compañía es el modelo Les Paul, que se presentó

GIBSON HA CONQUISTADO EL MUNDO con su imagen elegante y un sonido impecable, sin embargo, toda leyenda tiene un origen que nos transporta a otra época. La historia de esta marca se remonta a 1894, cuando Orville 118

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La historia de la marca se remonta a 1894, cuando Orville Gibson, su ilustre fundador, empezó a fabricar mandolinas para venderlas a los músicos trotamundos que cruzaban los Estados Unidos con sus espectáculos de variedades

célebres guitarras eléctricas siguiendo “la receta” tradicional. “Nuestros productos son número uno de ventas y se distribuyen en 110 países”, afirma con orgullo Henry Juszkiewicz, CEO de la empresa. “Pero, curiosamente, el país donde tenemos más demanda fuera de los Estados Unidos es Japón. Allí somos muy populares y nos adoran”. Para conocer la magnitud e influencia de esta marca de guitarras, os propongo que cerréis los ojos y nombréis algunos de los virtuosos de las seis cuerdas más legendarios. Sin pensarlo demasiado: Chuck Berry, B.B. King, Neil Young, Jimmy Page (Led Zeppelin), Angus Young (AC/DC), Ace Frehley (Kiss), Joe Perry (Aerosmith) y Slash (Guns N’ Roses). La lista es interminable y podríamos discutir durante horas sobre la aportación de cada uno de ellos, pero existe un punto en común entre todas estas estrellas, puesto que en varios momentos de su extensa carrera han tocado con una Gibson y el sonido inconfundible de esta guitarra ha quedado inmortalizado en algunos de los mayores éxitos del rock. “Todos ellos utilizan nuestras guitarras porque les gustan y porque se sienten cómodos con su diseño, pero no acostumbramos a tener contratos en exclusiva”, nos explica el director ejecutivo. “Otro tema distinto fue nuestra vinculación con el juego Guitar Hero, puesto que colaboramos con ellos desde el principio, mucho antes de que se hicieran famosos. Después decidieron seguir por su cuenta y creo que fue un gran error de marketing”.

IZQUIERDA Una de las pocas fotografías que se conservan de Orville Gibson, el fundador de la marca, a principios del siglo XX ARRIBA Dos empleados de la fábrica de Nashville uniendo las diversas partes del cuerpo de madera de las guitarras ABAJO Henry Juszkiewicz nació en Argentina en 1953, se trasladó con su familia a Nueva York cuando tenía cinco años y en 1979 obtuvo un MBA en Harvard. En 1986 compró Gibson con varios socios y desde entonces es el CEO de la marca

Gibson, su ilustre fundador, empezó a fabricar mandolinas en el pueblo de Kalamazoo (Michigan) y las vendía a los músicos trotamundos que cruzaban los Estados Unidos con sus espectáculos de variedades. Pero aquel artesano de la madera no tenía mentalidad de empresario, así que decidió ceder los derechos de su “marca” a un grupo de inversores locales que se encargaron de aumentar la producción y garantizar la distribución de los instrumentos por todo el país. No fue hasta principios del siglo XX que empezaron a fabricar guitarras acústicas para los bluesmen del Delta del Misisipí y, tres décadas más tarde, contribuyeron a popularizar el ritmo frenético del rock n’ roll con sus versiones eléctricas (y sin caja de resonancia) que ya permitían la distorsión. Lo mismo sucedió con el fenómeno de la música country, que creó su propia mitología y encumbró a grandes estrellas, sobretodo en las ciudades sureñas. Lo que nadie ponen en duda es que el icono más longevo de la compañía es el modelo Les Paul, que se presentó

GIBSON HA CONQUISTADO EL MUNDO con su imagen elegante y un sonido impecable, sin embargo, toda leyenda tiene un origen que nos transporta a otra época. La historia de esta marca se remonta a 1894, cuando Orville 118

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ARTESANOS. Diversas fases del proceso de producción artesanal de las guitarras Gibson en la fábrica de Nashville, donde se cuida hasta el último detalle y se trata cada instrumento como si fuera una pieza única. Los empleados, una versión moderna de luthieres, se encargan de pulir los cuerpos de madera de los instrumentos, antes de pintarlos y de añadir los complementos que caracterizan a las Gibson

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en 1952 y se ha convertido en su producto estrella, utilizado por guitarristas de todos los estilos durante más de seis décadas. En 1974, la fábrica y la sede mundial de Gibson se trasladaron definitivamente a Nashville con la idea de unir la leyenda de sus guitarras con la tradición cultural de aquella ciudad. Eran unos años de cambio, la utopía hippie de la década anterior se había desvanecido en el horizonte y los avances tecnológicos se sucedían a una velocidad asombrosa. Pero los responsables de la marca decidieron seguir fieles a su estilo tradicional de producir los instrumentos, puesto que era la única manera de ofrecer un producto competitivo y de gran calidad. Puede que las máquinas hagan un trabajo perfecto, sin embargo, la sensibilidad y el sonido inconfundible sólo se consiguen con una dedicación exclusiva y una producción individualizada de cada instrumento. “Algunos artistas famosos quieren venir a ver el proceso de producción de las guitarras y nos encanta recibirlos. Incluso han ofrecido conciertos para el personal que trabaja en la fábrica”, nos comenta el CEO. “Pero no es habitual que organicemos visitas para turistas o para el público por razones obvias de seguridad. A veces olvidan que esto es una planta de producción”. MÁS DE TRES DÉCADAS DESPUÉS de instalarse en Nashville, la fábrica Gibson sigue siendo un paraíso para los mitómanos de la música, a pesar de que recientemente ha sobrevivido a tornados e inundaciones. Se trata de una nave industrial de proporciones épicas, que se debate entre la tecnología más moderna y los procesos de producción 100% artesanales de hace más de un siglo. Cuando empieza la visita, lo primero que llama la atención es el persistente olor a caoba y arce, puesto que el cuerpo de las guitarras y los mástiles siguen tallándose manualmente. Es curioso observar la fabricación de cada parte del instrumento por separado, hasta que coinciden en una de las secciones de la planta y son ensambladas con sumo cuidado. Es en este momento cuando las guitarras empiezan a cobrar vida y uno se da cuenta del complicado camino que deben seguir hasta que algún músico las toca encima de un escenario. En la siguiente fase ya se incorporan los trastes metálicos y entonces el cuerpo entero se prensa con cuerdas y telas con el objetivo de que la madera transpire, pero quede bien compactada. Después de cuatro semanas de reposo absoluto, la guitarra ya es un bloque sólido y puede trasladarse a una sala aislada donde se somete a un escáner para comprobar si cada detalle está bien calibrado y si los trastes están colocados correctamente. Ésta es la única fase que ha sucumbido al poder de la informática, aún así, es fascinante ver el proceso de análisis del instrumento en las pantallas de los ordenadores, como si se tratara de un cuerpo humano en una sesión de rayos-X. Después del diagnóstico, las guitarras siguen su camino inexorable hacia la sección de acabados, donde cada modelo se pinta con sus colores característicos, se barniza para conseguir un hermoso brillo, se le añaden las clavijas y se le incorporan los

STYLE

El logo azul grabado artesanalmente en el lateral de la suela de Shoes Like Pottery es una abstracción que, según la mitología japonesa, sirve como amuleto a quien lo lleva

ARRIBA La fase final del proceso de fabricación de las guitarras Gibson, cuando los empleados ponen las clavijas, ajustan los componentes electrónicos y añaden las seis cuerdas. El último paso consiste en hacer la prueba de sonido

elementos electrónicos desarrollados por la propia marca. Pero una Gibson no está terminada hasta que se le ponen las seis cuerdas y pasa la prueba de sonido. COMO DATO CURIOSO, es interesante comentar que en esta fábrica trabajan 450 empleados y se producen diariamente 650 guitarras (sin olvidar sus famosos modelos de bajo eléctrico). Aunque más asombroso resulta saber que entre los empleados hay verdaderos fanáticos del rock y que algunos intentan abrirse camino en el complicado mundo discográfico. No en vano, están ubicados en Nashville, una ciudad donde los sueños siempre se hacen realidad. “Hay muchos músicos y muchas bandas dentro de la empresa”, afirma con una sonrisa Henry Juszkiewicz. “Incluso tenemos que hacer audiciones para elegir los que tocarán en el picnic anual que organizamos y muchos

En la fábrica trabajan 450 empleados y se producen a diario 650 guitarras. Entre los empleados hay verdaderos fanáticos del rock que intentan abrirse camino en el mundo discográfico 121


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ARTESANOS. Diversas fases del proceso de producción artesanal de las guitarras Gibson en la fábrica de Nashville, donde se cuida hasta el último detalle y se trata cada instrumento como si fuera una pieza única. Los empleados, una versión moderna de luthieres, se encargan de pulir los cuerpos de madera de los instrumentos, antes de pintarlos y de añadir los complementos que caracterizan a las Gibson

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en 1952 y se ha convertido en su producto estrella, utilizado por guitarristas de todos los estilos durante más de seis décadas. En 1974, la fábrica y la sede mundial de Gibson se trasladaron definitivamente a Nashville con la idea de unir la leyenda de sus guitarras con la tradición cultural de aquella ciudad. Eran unos años de cambio, la utopía hippie de la década anterior se había desvanecido en el horizonte y los avances tecnológicos se sucedían a una velocidad asombrosa. Pero los responsables de la marca decidieron seguir fieles a su estilo tradicional de producir los instrumentos, puesto que era la única manera de ofrecer un producto competitivo y de gran calidad. Puede que las máquinas hagan un trabajo perfecto, sin embargo, la sensibilidad y el sonido inconfundible sólo se consiguen con una dedicación exclusiva y una producción individualizada de cada instrumento. “Algunos artistas famosos quieren venir a ver el proceso de producción de las guitarras y nos encanta recibirlos. Incluso han ofrecido conciertos para el personal que trabaja en la fábrica”, nos comenta el CEO. “Pero no es habitual que organicemos visitas para turistas o para el público por razones obvias de seguridad. A veces olvidan que esto es una planta de producción”. MÁS DE TRES DÉCADAS DESPUÉS de instalarse en Nashville, la fábrica Gibson sigue siendo un paraíso para los mitómanos de la música, a pesar de que recientemente ha sobrevivido a tornados e inundaciones. Se trata de una nave industrial de proporciones épicas, que se debate entre la tecnología más moderna y los procesos de producción 100% artesanales de hace más de un siglo. Cuando empieza la visita, lo primero que llama la atención es el persistente olor a caoba y arce, puesto que el cuerpo de las guitarras y los mástiles siguen tallándose manualmente. Es curioso observar la fabricación de cada parte del instrumento por separado, hasta que coinciden en una de las secciones de la planta y son ensambladas con sumo cuidado. Es en este momento cuando las guitarras empiezan a cobrar vida y uno se da cuenta del complicado camino que deben seguir hasta que algún músico las toca encima de un escenario. En la siguiente fase ya se incorporan los trastes metálicos y entonces el cuerpo entero se prensa con cuerdas y telas con el objetivo de que la madera transpire, pero quede bien compactada. Después de cuatro semanas de reposo absoluto, la guitarra ya es un bloque sólido y puede trasladarse a una sala aislada donde se somete a un escáner para comprobar si cada detalle está bien calibrado y si los trastes están colocados correctamente. Ésta es la única fase que ha sucumbido al poder de la informática, aún así, es fascinante ver el proceso de análisis del instrumento en las pantallas de los ordenadores, como si se tratara de un cuerpo humano en una sesión de rayos-X. Después del diagnóstico, las guitarras siguen su camino inexorable hacia la sección de acabados, donde cada modelo se pinta con sus colores característicos, se barniza para conseguir un hermoso brillo, se le añaden las clavijas y se le incorporan los

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El logo azul grabado artesanalmente en el lateral de la suela de Shoes Like Pottery es una abstracción que, según la mitología japonesa, sirve como amuleto a quien lo lleva

ARRIBA La fase final del proceso de fabricación de las guitarras Gibson, cuando los empleados ponen las clavijas, ajustan los componentes electrónicos y añaden las seis cuerdas. El último paso consiste en hacer la prueba de sonido

elementos electrónicos desarrollados por la propia marca. Pero una Gibson no está terminada hasta que se le ponen las seis cuerdas y pasa la prueba de sonido. COMO DATO CURIOSO, es interesante comentar que en esta fábrica trabajan 450 empleados y se producen diariamente 650 guitarras (sin olvidar sus famosos modelos de bajo eléctrico). Aunque más asombroso resulta saber que entre los empleados hay verdaderos fanáticos del rock y que algunos intentan abrirse camino en el complicado mundo discográfico. No en vano, están ubicados en Nashville, una ciudad donde los sueños siempre se hacen realidad. “Hay muchos músicos y muchas bandas dentro de la empresa”, afirma con una sonrisa Henry Juszkiewicz. “Incluso tenemos que hacer audiciones para elegir los que tocarán en el picnic anual que organizamos y muchos

En la fábrica trabajan 450 empleados y se producen a diario 650 guitarras. Entre los empleados hay verdaderos fanáticos del rock que intentan abrirse camino en el mundo discográfico 121


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